A través de la pantalla: The Big Bang Theory 4
El amo enseña a Priya cómo se debe doblegar a una chica del calibre de Penny.
Penny se corrió sobre la cara de Priya por tercera vez. Pero seguía cachonda. Suspiró y la apartó de un empujón. El partido había terminado y estaba aburrida. Cuando se abrió la puerta debió haberse sorprendido, pero lo cierto es que no lo hizo, era como si estuviera esperando a aquel hombre que venía acompañado de Bernadette. No le importaba estar desnuda, lo cual debería extrañarla. Y sin embargo estaba cómoda.
Bernadette llevaba un pijama, con los primeros botones abiertos, y había vuelto a ponerse las gafas. Todo el conjunto le daba un aspecto algo infantil, especialmente al estar al lado de su amo, que era alto y robusto. Casi parecía una niña pequeña.
_ Hola Penny._ Saludó él.
_ ¿Y quién eres tú, guapo?_ Preguntó ella, mirándole.
_ Soy tu amo, por supuesto. Priya tenía que habértelo dejado claro, pero parece que ha fallado.
_ ¿Fallado? No sé, Amo._ Penny interiorizó el concepto de inmediato._ Es una buena perra, y obediente, ¿Verdad que sí, Priya?
_ Soy la puta de Penny._ Dijo, feliz._ Llevo chupándole el coño toda la mañana.
_ Se suponía que tenías que doblegarla, Priya._ Le dijo él, decepcionado.
_ Lo siento, amo._ Priya bajó la mirada._ Penny es demasiado fuerte… me doblegó.
Priya se estremeció ante el pensamiento de la rubia, y de cómo la había violado hacía una hora o poco más. Su culo gruñó al recordarlo.
_ Bernadette, encárgate de Priya. Quiero que vea lo que hago con Penny.
_ Sí, amo.
Bernadette cogió a la desmadejada Priya y la sentó en el sofá. Se puso a su espalda y empezó a frotar su sexo. Lo hacía despacio, para que no se pudiera correr pero estuviese obligada a mantenerse despierta y gimiente. Penny parecía haberse olvidado de toda la gente que estaba en su casa y se estaba preparando un vino.
_ Penny, ven aquí. Siéntate en el sofá y sube las piernas.
_ Claro guapo, tú mandas.
Penny se sentó y abrió las piernas, colocándolas de forma que los pies le tocaban las orejas. Su amo apartó la camisa ligeramente, de forma que se vieran sus pechos, y se los apretó con las manos antes de penetrarla de una sola estocada.
_ Joder… es enorme…_ gruñó y lanzó una risotada._ Esto es FOLLAR con mayúsculas.
_ Sí, hagámoslo con mayúsculas.
Él empezó a penetrarla con todas sus fuerzas, apretando y sobando sus tetas con decisión. Ella gritaba, provocando que Priya se estremeciera, pues Bernadette estaba imitando a su amo y usaba la mano que le quedaba libre para apretarle uno de los pechos. La rubia le lamía el cuello con crueldad. Priya seguía sin conseguir correrse. Cada vez que se acercaba, Bernie se detenía y prolongaba su agonía.
El amo besaba a Penny en los labios, y ella respondía como jamás había besado a ningún otro hombre. Su actitud era más distendida y menos sumisa, pero en el fondo de su ser sabía que era otra esclava más. Y amaba a su todopoderoso amo y señor.
_ Córrete._ Le dijo él.
Y Penny se derramó sobre la aún dura y latiente polla de su amo. Simplemente por sus palabras. El hombre se apartó y ella se escurrió por el sofá, cayendo al suelo. Sudaba, sentía su corazón ido, a un ritmo enloquecido. Él se sentó en el sofá y la miró, tomándola del rostro.
_ Ahora vas a comerme la polla, Penny. Pero vas a hacerlo de una forma que jamás lo has hecho. Te esforzarás como nunca lo has hecho, porque cuando más placer me des, más vas a sentir tú. Olvida tu culo y tu coño. Tu boca será tu órgano sexual predilecto, y el que más gozo te dará. A partir del día de hoy, mamar pollas y comer coños será una obsesión para ti.
Durante un segundo, los ojos de Penny se pusieron en blanco, babeó copiosamente. Pero cuando recuperó el sentido, tenía ante sus ojos aquella polla y sabía exactamente lo que debía hacer. Comenzó a lamerla, con sumisión, adorándola, venerándola como a una divinidad.
Cada pequeño lametón enviaba latigazos a su centro del placer. Y cuando se la metió en la boca, lentamente, sintió cómo su coño se contraía, como si fuese él el que acogía el miembro masculino. Presa de una necesidad incontenible, Penny comenzó a mamar.
A diferencia de Priya y Bernadette, Penny mamaba de forma ruidosa, jugando con el aire que le quedaba en la boca. No apartaba la vista de su amo, que simplemente la observaba mientras ella trabajaba. Se la sacaba de los labios y le masturbaba, besando sus huevos y guiñándole el ojo. Él gruñía, pero no le decía nada, porque quería dejarla trabajar.
Priya no dejaba de mirar a Penny, que se metía la polla del amo entre sus pechos y le hacía una cubana de campeonato. Bernadette le metió la lengua en la oreja, y ella notó una vez más la cercanía de un orgasmo que continuaba sin llegar.
_ La próxima vez que el amo te haga algo, más vale que lo hagas._ Le recriminó Bernadette, mordiéndole la oreja. Le dio un azote para recalcar sus palabras._ Sé una buena puta y no te quejes.
Penny ya se había acomodado a que aquella polla monstruosa emergiese de entre sus pechos. Le daba un beso, un lametón cariñoso. El amo parecía muy reconfortado con su actuación y su coño la recompensaba por cada uno de sus gestos con un latigazo intenso de placer.
Volvió a emplear sólo la boca, poniendo las manos a la espalda y guiñándole el ojo una vez más.
_ Intentas demostrar que eres la mejor, ¿Eh?_ Gimió el amo, acariciando el cabello rubio de su última esclava.
_ No encontrarás a nadie que te la mame como lo hago yo._ Masculló Penny entre besos para acto seguido, metérsela hasta lo más profundo de la garganta.
_ Bernie, por favor… déjame correme._ Suplicaba Priya. Su coño ya le dolía, y tenía los ojos secos porque no era capaz de pestañear.
_ Te correrás en cuanto Penny lo haga.
El amo cogió a Penny por el pelo, tiró hacia atrás y se corrió sobre su cara… sobre sus tetas. Penny lanzó un gruñido, notando cómo el semen sobre su piel le provocaba el primer orgasmo que había tenido en su vida sin tocarse el coño ni una sola vez. Se desplomó en el suelo, convulsionando.
Priya no se cayó porque Bernadette la sujetaba. Pero perdió la consciencia fruto del poderoso clímax que la había sacudido.
_ Oh, pobrecita._ Dijo Bernadette, con sorna._ Amo, ¿Me dejas que limpie?
_ Claro, Bernie. Date el gusto.
La rubia sonrió de oreja a oreja y se movió a gatas hasta la polla del amo, dejándola bien limpia, acariciándose la cara tiernamente con ella y volviéndola a guardar en los pantalones de su señor. Se inclinó sobre Penny y empezó a lamer los preciados restos de semen que habían quedado. Penny se estremeció un poco, pero no se movió mientras la lengua de Bernadette la dejaba bien limpia.
_ ¿Alguna recomendación para la siguiente?_ Se preguntó él, mirándolas.