A su servicio de lunes a viernes 2
Unas vacaciones diferentes...
La vida pasa y aburrirse es besar a la muerte, para mi masturbarme era algo más que pasar el rato, era la ilusión por la que valía la pena sonreírle al nuevo día, la esperanza de poder correrme una y otra vez, era simplemente una razón para vivir.
Pero la Señora mas que con su chantaje, me dominaba con su fuerte personalidad, estuviera ella presente o no. Y ahora no podía masturbarme más, se me había prohibido tajantemente:
"No te correrás a solas más veces este verano, guapa, se acabaron las pajas solitarias, yo decidiré cuando te correrás y dónde, si necesitas una paja pides permiso y siempre que te vayas a correr justo antes me pides autorización para hacerlo y sino te la doy te relajas y te jodes, ¿Me oyes, perra?"
No por eso yo estaba disgustada, al contrario, últimamente me costaba excitarme, pero la nueva e inesperada situación me ponía verdaderamente a tope. El no poder decidir cuando o como gozaría me hacía mantener los labios de mi sexo hinchados y húmedos casi todo el día y eso me encantaba. Tampoco podía correrme cuando, con desespero de estar toda la semana aguantando su leche, mi marido me perforaba el fin de semana.
"Que te folle un poco tu marido para disimular, pero enseguida le cambias el tercio, que te encule o le haces una buena mamada, si se empeña en comerte el coño le dices que no, o finges el orgasmo. Para evitar que te dé placer, cuando menos se lo espere le haces una buena paja que se descargue bien, así se le irán las ganas de engancharte"
1er Lunes
Hasta el momento he servido bien o al menos eso es lo que creo. El lunes le limpié toda la casa a mi Señora, como Dios me trajo al mundo. Y les cociné y serví la comida. Después, a la hora de la siesta a mi Señora se le antojó que le comiera el coño. Se quitó las bragas, se subió la falda y se recostó cómodamente en el sofá, mientras yo me arrodillaba y metía la cara entre sus piernas.
Jamás hasta ahora había tenido ningún tipo de relación lésbica, pero no me importó ni me dio ningún reparo, lo excitante de la situación compensaba con creces cualquier molestia u orden que se me pedía. Cuando la Señora quedó complacida y saciada al cabo de un largo, largo rato, me entregó a su marido que me folló con brutalidad y desespero. Se corrió en seguida, pero yo no. No me dió tiempo. No obstante me dejaron restregarme contra una columna cilíndrica que había en medio del salón. La columna estaba fría, y yo, completamente desnuda, de pie abrazando la columna, y restregándome con fuerza. Los destellos del flash se sucedían rápidamente, así que aunque estaba de espaldas a mi, supe con certeza que su marido no dejaba de hacerme nuevas instantáneas para completar su colección. La Señora me coloco una muñequera para medirme las pulsaciones, y cuando me subían demasiado me ordenaban parar con un seco:
¡Para, puta!
Me hacían descansar unos minutos y cuando volvían a su cauce normal, me permitían continuar.
Estuvieron jugando conmigo un par de horas, hasta que al fin, se compadecieron de mi y me permitieron restregarme hasta el final.
Permiso para correrme, Señora- imploré en medio de fuertes gemidos y jadeos.
Está bien te lo has ganado, permiso concedido Amparo
Incrementé un poco más la intensidad de mis movimientos, si cabe, y de inmediato empecé a sentir los primeros indicios de mi anhelado orgasmo. No sabría como describirlo. Quizás como el murmullo de una muchedumbre que se acerca progresivamente hasta convertirse en una algarabía infernal, pero eso no es mas que una pobre comparación con lo que yo sentí en realidad. De hecho no se asemejaba, ni de lejos a los cotidianos orgasmos con los que me venía regalando desde hacia ya mucho tiempo. Este parecía ser el padre de todos los orgasmos. Y me dejé ir, libre y satisfecha.
Oooh, Señora le seré siempre obediente se lo prometo, ¡Que Placeeeer!
Traté de agarrarme con fuerza a la columna para exprimir el climax hasta el ultimo instante, pero las piernas me fallaron y acabé corriéndome en el suelo como si fuera una perra, sudorosa y despatarrada, y allí me quedó un rato, sumida en un reparador sopor, hasta que mi Señora, dándome una suave patada en el trasero, me despabiló lo justo para decirme que me vistiera, que por hoy había terminado mi jornada a su servicio.
Estaba ya a punto de salir por la puerta cuando la Señora me llamo y me metió en mi bolso de mimbre un pequeño paquete envuelto en papel de regalo.
Un pequeño obsequio por lo bien que te has portado, pero no lo abras hasta que yo te lo diga. Por cierto, deberías aprovechar las horas de sol que quedan e ir a tomar un poco el sol a la playa. No quiero que pierdas ese dorado tan saludable que tienes.
Quedé un poco desconcertada ante tanta amabilidad, pero reaccioné enseguida.
Claro, Señora .Como usted mande
Ah, una cosa más No me importa como lo hagas, pero quiero que seas el principal foco de atención de todo el paseo marítimo. Te estaré observando.
Dijo esto ultimo señalando con la mirada el potente teleobjetivo instalado en el trípode junto a la ventana.
Por si acaso mi Señora realmente me observaba, nada mas salir a la calle traté de andar y moverme lo mas sexy y voluptuosamente posible, balanceando tanto las caderas como si realmente fuera una puta en busca de clientes.
Una vez en la playa, busqué un lugar bien céntrico en la arena, y comencé a quitarme la blusa y la minifalda lo mas seductora e incitante posible, pero no tuve demasiada suerte.
A esas horas, la mayoría de la gente que tomaba el sol eran señoronas bastante entradas en años, o jovencitas mas preocupadas en sus propios cuerpos que en el mío.
No obstante, no de desanimé. Mi Señora había expresado un deseo, y para mi eso era como una orden. Así que me dirigí hacía la orilla con los mismos exagerados andares y me di un corto chapuzón con la única idea de salir del agua como una ninfa de lesbos, emulando a Ursula Andrés como chica Bond, con mis mojadas y grandes tetas balanceándose al compás de mis pasos. Fingí indeferencia pero por el rabillo del ojo vigilaba si alguien me miraba. No hubo suerte, así que como no había traído toalla de baño, me tiré en la caliente arena boca arriba, abrí las piernas abiertas un poco mas de lo decoroso, cerré los ojos y empecé a rememorar todos los calientes y morbosos acontecimientos del día.
Debí quedarme ligeramente dormida, porque cuando los abrí de nuevo, ya el sol se empezaba a ocultar y en la playa apenas quedaban unas pocas rezagadas recogiendo sus enseres playeros.
Así que resignada y esperando haber sido de alguna manera el foco de atención de algún adolescente despistado, me encaminé un poco triste hacia mi apartamento esperando no haber contrariado demasiado a mi Señora.
Me dí una rápida ducha fría y sin preocuparme en vestirme, mi Señora me había observado que le agradaría que por casa fuera siempre completamente desnuda, empecé a prepararme una rápida cena, cuando de improviso sonó el teléfono. Pensé que sería mi marido, pero me equivoqué, era de nuevo mi absorbente dominadora.
Esta noche vamos a hacerte una visita, querida empezó diciendo con un zalamero tono que no presagiaba nada bueno para mi, y de forma refleja, mi coño comenzó a palpitar de nuevo como si tuviera vida propia. Era increíble el poder de seducción que aquella madura mujer ejercía sobre mi. Solo escuchar su voz me llenaba de excitación.
Por cierto, espero que estés como Dios te trajo al mundo. No lo puedo saber porque contraviniendo mis instrucciones tienes cerradas las cortinas.
Oooh, lo siento mucho Señora, me olvidé. No volverá a ocurrir.
Está bien, no te preocupes. Por esta vez lo dejaremos correr. ¿por donde iba ?
Ah, si. Te estaba diciendo que esta noche vamos a visitarte. Ya sabes que como tenemos las llaves de tu casa, no tengo ninguna obligación de avisarte y puedo presentarme de improviso a cualquier hora que me plazca de lunes a viernes.
Pero esta es una ocasión especial porque quiero que hagas algo por mi. Quiero que a las 22:00 en punto te metas el vibrador por el coño a su máxima potencia y esperes sentada en el sillón, con las piernas bien abiertas y las manos por detrás de la nuca, a que lleguemos y te demos permiso para correrte.
Pero Señora, Yo no tengo vibrador protesté débilmente con poca convicción.
Mira que puedes llegar a ser estúpida. ¿Y que crees que hay en el paquete que te he dado esta tarde?
Y sin darme tiempo a decir palabra me colgó bruscamente.
Eran las diez y cuarto de lo noche cuando el matrimonio entró en el salón en penumbras, ya que yo había apagado la luz para estar mas en situación, y solo se podía oír mi respiración jadeante y entrecortada por la pasión, el deseo, y la excitación.
Gracias a Dios que han llegado aún a tiempo, no podré aguantar por mucho más tiempo dije a modo de saludo, aliviada de su presencia.
Poco podía esperar yo lo que me esperaba aun por padecer esa misma noche.
La Señora encendió la luz y ambos se dedicaron a observar durante unos instantes, que me parecieron horas, mi cuerpo bañado en sudor sobre el sillón.
Amparito, estoy muy enfadada contigo. Te he estado observando esta tarde y no has conseguido llamar la atención en la playa, ni siquiera unos minutos.
Lo siento mucho, Señora. Pero es que en la playa solo habi
ZAAS El soberbio bofetón me pillo tan de sorpresa que casi me caigo al suelo.
Casi al mismo tiempo, la mujer asió el vibrador con la otra mano y de un seco ademán me lo sacó bruscamente.
Aaah grité involuntariamente. De dolor, pero casi más de frustración. Ya que estaba muy cerca del orgasmo.
Señora por favor, estaba tan apunto
Lo sé contestó con crueldad - por eso lo he hecho, esta vez te vas ha quedar insatisfecha, cariño.
Cogiéndome del pelo, me arrastró hacia el dormitorio donde me ató boca arriba, de pies y manos, bien abierta a las patas de la cama imposibilitando mis movimientos, y sobretodo juntar las piernas. Acto seguido me roció el coño con un líquido helado que en unos segundos me provoco un picor insoportable.
Intenta dormir si puedes, aunque te va a resultar difícil. Porque este maravilloso brebaje que te he rociado tiene unas propiedades muy curiosas: Primero como ya veo que notas, sentirás un picor insoportable, pero no te preocupes, no durará demasiado. Lo mejor viene después. Vas a sentir una calentura que creerás que tu coño se pone a hervir, pero no podrás correrte a menos que te toques, y no creo que puedas así como estas ¿verdad?
Así que ármate de paciencia y procura dormir un poco. Mañana te quiero bien descansada porque tienes un día muy ajetreado, ya que esto solo es el principio de tu educación, y aun te espera un laaargo camino.
Ya mi señora iba a apagar la luz y salir de la habitación, cuando me armé de valor y dije con toda la humildad que pude expresar:
Mi Señora, ¿Cuándo me permitirá correrme?
Cuando aprendas a apreciar de verdad el valor real que tiene un buen orgasmo.
Y allí en la oscuridad de la alcoba, desnuda, abierta, y frustrada, me dejaron.