A su merced
En la habitación hay silencio total, sólo se oyen mis gemidos, y eso me pone aún más. Mi verga está por explotar, pero aguanto.
Oigo la puerta y me pongo tenso. Hace cinco minutos que estoy despierto y sigo en la oscuridad. Desnudo. Me han vendado los ojos, atado las manos y los pies. Siento una repentina subida de adrenalina y me excito. Intento moverme, pero la cama se mueve conmigo. Es una cama de agua. Siento unas presencias en la habitación, que se me acercan de puntillas y me miran. Lo sé porque sus miradas parecen arder.
Y de pronto me estremezco. Ahh, una pluma...Recorre mi pecho y baja suavemente hacia mi ombligo, pero antes rodea cada una de mis tetillas. Ay, Dios, ¡qué sensación! Pero no lo es todo. Siguiendo la pluma siento labios. Besos húmedos en cada una de mis tetillas, y lo que me hace parar un poco es el hecho de que los besos son simultáneos. Así que hay por lo menos dos de ellas...Empiezo a jadear mientras las dos boquitas besan, lamen, chupan con frenesí mi pecho, dejando rastros de saliva y a mí con el corazón a mil...Y la pluma baja por mi cuerpo, llega al ombligo y hace pequeños círculos sobre él. Estoy a punto de desmayarme de placer, pero hay más. La pluma baja, y baja, lentamente, suavemente, torturándome, mortificándome, haciéndome estremecer a cada rato.
En la habitación hay silencio total, sólo se oyen mis gemidos, y eso me pone aún más. Mi verga está por explotar, pero aguanto. La pluma recorre mis genitales, les da vueltas, sube y baja por mi pene, acaricia los testículos, llega a mi ano y sigue por las ingles. ¡Ay, no! Otra boca...Se apodera de mi verga, le lame la punta y la recorre despacito con la lengua, antes de empezar a succionarla de una manera tan fuerte y a la vez tan delicada, que ya no puedo resistir y grito que ya me vengo. Al oír eso, la dueña de mi pene (no se cómo llamarla de otra manera) coje la base de la verga y la aprieta suavemente, quitandóme las ganas de eyacular y prolongando aún más mi delirio.
Hay tres bocas succionándome y una pluma que después de llegar a las puntas de mi pies vuelve por el mismo camino por el que ha bajado. Estoy ardiendo, con las boquitas lamiendo y chupandome, con la pluma subiedo por las ingles...Hace más de una hora que estoy así, sin poder eyacular, ya que cada vez que estoy a punto de hacerlo una mano maestra me aprienta la base del pene impidiéndome.
Es increíble lo que me pasa. Hora pasan a ser cuatro las bocas que me dan placer, porque al mismo tiempo que me chupan la verga, otros labios vienen a lamer mis testículos. El resto de su cuerpo está tendido entre mis piernas y me da unos lengüetazos fantásticos al escroto.
Y, de pronto, manos. Manos, muchas manos, miles y miles de manos acariciandome todo mi cuerpo, mi frente, mi cuello, mi torso desnudo, mi ombligo, las ingles, las piernas, todo lo que no estaba siendo succionado por esas boquitas expertas me lo acariciaban poniéndome a mil, a diez mil, a cien mil, con un deseo profundo de eyacular y sin poder hacerlo, mi corazón a punto de salir de mi pecho, jadeando, gimiendo, gritando, no aguantando más...Una tortura, una delicia, un delirio inmenso, manos y bocas, labios y lenguas, mamando, lamiendo, acariciando, rasguñando mi cuerpo agotado de tanto placer y tanta tormenta.
Toda una noche me tuvieron así, implorando por un momento de calma, y nada. En un final me desmayé y al despertar sonreí. Estaba sólo, con el cuerpo empapado de la inmensa corrida que me había proporcionado el haber sido dejado en paz. Ya no tenía los ojos vendados, mientras que nada más una mano quedaba atada. Me desaté, mire a mi alrededor y salí de la casa embrujada a volver con mis amigos que me habían emborrachado vendado y atado a la cama la noche anterior. Me preguntó a quién le tocará esta noche...