A solas en casa
Después de una semana de sequía sexual supe que me dejarían sola en casa por unas horas y no iba a desperdiciar la oportunidad.
Después de una semana de sequía sexual supe que me dejarían sola en casa por unas horas y no iba a desperdiciar la oportunidad.
Te mandé un mensaje para decírtelo pero me había olvidado de que tenías planes para cenar. Sabía que estabas trabajando así que no quise molestarte insistiendo. Pero al acabar me escribiste un mensaje:
-"Amor, salgo ya. Me sabe fatal no quedarme contigo así que paso a saludarte y me voy a casa a cambiarme... ¿Te parece bien?"
-" Ellos no vuelven hasta la noche, no quiero que me saludes... Quiero... Necesito que me lo hagas... Y el riesgo de que puedan volver seguro que ya te excita...."
-Eres muy mala... voy para allá...
No tardaste en llegar. Estabas guapo a rabiar, con tu camisa azul cielo a juego con tus ojos, tu perfume de Armani Code impregnándolo todo. Aquella camisa tan formal junto a tus vaqueros rotos... Joder solo de mirarte me volvía loca. Y creo que tú también lo estabas por mí.
Te abrí la puerta en ropa interior. Llevaba un sujetador y un tanga de encaje rosa palo. En cuanto me viste me envolviste entre tus brazos y metiste tu lengua en mi boca. Aquel beso era el preludio de una tarde de sexo y no de "hacer el amor". Te ayudé a quitarte la camisa y sin dejar de besarte dejé caer tus vaqueros hasta dejarte en calzoncillos. Ahora estábamos a la par.
Me cogiste en brazos y me llevaste hasta mi habitación. No tardamos en volver a besarnos con rabia, a meternos mano como adolescentes. Notaba tu erección en mi vientre y eso me excitaba más aún.
De pie te deshiciste de mi sujetador tirándolo al suelo. Me lamiste los pezones con fuerza mientras yo respiraba agitada.
- Vamos a la cama... -te dije-. Y quitátelos... -y obedeciste quedando desnudo para mí- .
Y allí me puse encima. Empecé a lamer y mordisquear tu pecho hasta llegar a tu polla. Cerraste los ojos y te mordiste el labio mientras yo me la tragaba poco a poco. Quería empeñarme en esa mamada. Deseaba que follaras mi boca porque ya llevaba muchos días al borde de la excitación y necesitaba sentirte dentro de mí.
Así que comencé a lamer y chupar mientras te oía disfrutar y te sentía endurecer. Aquello me excitaba tanto que creí no poder soportarlo hasta que me pediste que me girara porque tú también querías comerme a mí.
Me levanté y fui a quitarme el tanga pero soltaste: "No te he dicho que te lo quites" y yo me tumbé sobre ti formando un 69. Sentí como tu mano apartaba la tela del tanga y tu lengua comenzaba a succionar mi clítoris mientras tu dedo me penetraba. Entonces comencé a gemir. Lo hacía bajito porque tenía tu polla en mi boca. Y comérmela mientras me tocabas y chupabas me estaba volviendo loca.
Permanecimos así unos minutos. Estaba empapada. Caliente. Deseosa. Y a punto. Pero quería más. Así que me levanté. Te miré y me quité el tanga mojado.
" No puedo más tengo que sentirte..."
Y sin más me puse encima de ti y fui dejando que entrara en mí poco a poco. Cuando la sentí entera gemí como si fuera a correrme. ¡Lo deseaba tanto! Y entonces comenzaste a moverte dentro de mí. A clavármela despacio pero con firmeza. Cogiendo ritmo cada vez. Yo me movía al compás. Con el moño deshecho, sudaba y gemía en celo hasta que sentí que me corría. Dios fue... Brutal. Empezaste a embestirme con tanta fuerza que no lo pude soportar y me corrí sin avisar con un grito sordo. Me dejé caer sobre tu pecho. Sudaba. Estaba agotada. Y empapada aún.
Saliste de mi interior y me dijiste que mirara cómo te había dejado. Estabas lleno de mí. Cubierto de mi orgasmo. Y yo, aún caliente y sin pensar te pedí que te pusieras de pie. Me senté en el borde de la cama y te la chupé otra vez.
"Joder nena..." -y en cada exclamación que me dedicabas más me excitabas- .
No paré hasta dejarte "limpio". Entonces me pediste que me tumbara en la cama. Me la volviste a meter sin contemplaciones. Sujetaste mi pierna izquieda y la levantaste. Querías hacerlo profundo. Y yo no podía parar de disfrutar. Despúes de haberme corrido como lo hice había entrado en un bucle de placer del que no quería salir por nada del mundo. Así que empezaste y no paraste. Yo me encendía en cada penetración. Te sentía más y más dentro de mí. Y quise verlo. Así que levanté un poco la cabeza y miré. Vi como tu polla entraba y salía dentro de mí.
Te miré a la cara y lo que vi terminó por enloquecerme. Tu cara de gozo. De lujuria. De sexo.
Así que lo hice. Pedí más aún. Lo hice azotándote con fuerza en el culo. Más.
Más.
Más.
Y me lo diste. No sé cómo podías aguantar. Pero aquello fue lo que me hizo explotar por segunda vez. No gemí, grité. Y lo hice de tal modo, me corrí tanto y de una forma tan placentera que pensé que lo habías hecho también, pero me equivocaba. Saliste de mí y me dejaste tumbada. Te pusiste a los pies de la cama esperando que pasara el calor y el sudor después de tanto esfuerzo.
Yo quise recompensarte. Deseaba darte placer. Tanto como el que yo había sentido pero no tenía fuerzas. Aquellos orgasmos me habían dejado exhausta y en el cielo de la felicidad.
Pasaron unos minutos. No sabría decir cuántos porque yo estaba fuera del tiempo y el espacio. Tenía los ojos cerrados cuando sentí tus dedos jugando en mi coño sensible y aún mojado. Quise preguntar que hacías pero me mandaste callar y empezaste a lamerme otra vez. Así que me dejé usar. Dejé que jugaras conmigo hasta que lo entendí. Sentí como un dedo quería abrirse paso a través de mi culo pero no entraba. Hacía más de un año de la última vez y estaba muy cerrado. Ya antes lo habías intentado pero hoy... Era el día. Estaba tan excitada que no me dolería. O al menos no tanto. Así que me dejé masturbar. Volví a cerrar los ojos intentando estar relajada. Y tú comenzaste a lamerme. Succionabas mi clítoris mientras un dedo ya húmedo de tu saliva intentaba abrirme por detrás.
Al principio me molestaba pero poco a poco dejó de hacerlo y lo notaste. Así que me pediste que me pusiera boca abajo. Obedecí y sentí como escupías en mi parte más sensible. Aquel gesto tan de película porno me excitó sobremanera. Y lejos de hacerlo ya, seguiste jugando conmigo. Tu lengua me torturaba y la mezcla de dolor y placer me mantenía excitada. La saliva, tu dedo y tu lengua me lubricaban cada vez más. No creí que volviera a hacerlo pero era el momento.
Tú no tenías prisa. Estaba claro que querías que lo disfrutara también así que cuando creíste que estaba lista me lo hiciste saber. La colocaste muy despacio y empujaste un poco. Yo mordí la almohada de dolor. No hizo falta que hablara.
Me besaste el cuello como me gusta y tu mano volvió a mi coño. No hubo delicadeza en esa zona. Empezaste a tocarme con fuerza y no paraste hasta hacerme gemir. Fue entonces cuando volviste a empujar. Yo grité pero esta vez fue diferente. Era dolor y era placer. Sentí como habías metido el glande y paraste ahí.
Volvías a masturbarme con fuerza. Estaba mojada como después de haberme corrido. Y lo volviste a hacer. Otro empujón. Y otro grito.
"¿Paro? - me preguntaste, pero yo dije que no-.
Volviste a la técnica. Sabía que cuando más cachonda volviera a estar volverías a empujar más dentro de mi culo. Y joder, eso me gustaba. Y el momento no tardó en llegar. Con este empujón entró del todo. Y mi grito fue... espectacular. Pero te quedaste quieto. Esperando que mi agujero se adaptara a ti. Me besabas la oreja, me decías lo sexy que estaba y lo mucho que te excitaba hacérmelo... y sin parar de tocarme. Nunca parabas.
Así fue como notaste que estaba lista y empezaste a moverte. Ahora gemías tú. Te estaba volviendo loca meterla en mi culo tan estrecho. Te movías muy despacio y sé que conteniéndote por no hacerme daño. Más que doler quemaba pero por alguna razón me excitaba así que aguantaba y disfrutaba a la vez.
Estuvimos así unos minutos hasta que empezaste a moverte de verdad. No tan fuerte como cuando lo hacemos normalmente pero sí lo suficiente. Me mordías el hombro para no gritar. Disfrutabas y me hacía disfrutar. Empujabas y lo sentía de otro modo. Entrabas dentro de mí, hasta el final, mientras gritabas como loco que te encantaba y que no lo iba a olvidar.
En aquel momento estabas tan ido que mi coño quedó desatendido por lo que empecé a tocarme yo al compás de la follada. Entonces volví a gemir. Me empezaba a gustar y verlo te hizo confiar más y hacerlo un poco más fuerte. Gemíamos los dos. Disfrutando juntos de una nueva experiencia. Así que comencé a tocarme con fuerza mientras sentía como penetrabas mi ano con rabia y cada vez más cachondo.
Así aguantamos poco porque me pediste que me girara. Querías mirarme a la cara mientras lo hacía. Así que la sacaste y me dolió. Menos de lo que esperaba pero lo hizo. Lo notaste y tu lengua me lamió y lubricó. Tu saliva fue a parar también a tu polla que, esta vez, entró rápido y sin problemas en mi culo haciéndome gritar.
"Mírame y tócate mientras te follo...-dijiste y yo volví a hacerlo como una loca- Joder... me queda muy poco Pau... aguanta... -dijiste-
Y lo hice. Pero aguantaste más de lo que pensé. Ya estabas tan ido que no tenías pena de mí. Empujabas para meter más y más dentro. Sudoroso y cachondo disfrutando de la novedad. A mí me dolía de nuevo pero aguantaba porque quería verte llegar, así que intensifiqué más mi masturbación mientras te pedía que te corrieses una, dos, tres, cuatro veces. A la quinta lo hiciste. Te paraste en seco en el fondo de mi culo y sentí un chorro caliente llenándome. No esperaba que lo hicieras dentro pero no me quejé. Ni tampoco cuando llegó el segundo. Descargaste tu semen en mi interior y saliste muy despacio. Me diste las gracias y te tumbaste a mi lado.
Fue increíble. Para los dos.
Espero que os haya gustado! Espero vuestros comentarios por aquí o por email!