A solas con mi madre

Estaba cómodo aunque no tanto como mi madre, la cual llevaba una finísima y corta bata de raso de color rosa pálido. Me senté a su lado y mi visión desde su perfil, junto con la apertura de su bata en la zona superior, me permitió apreciar sus pechos desnudos, libres de camiseta y sujetador.

La historia que les voy a relatar tiene lugar durante los mismos sucesos que transcurren en el siguiente relato:

A solas con mi hija pequeña en la montaña : https://todorelatos.com/relato/173560/

A mis casi 22 años el verano se presentaba prometedor. Me encontraba cursando el último año de universidad aunque en la época en la que transcurren los hechos me encontraba disfrutando de unas buenas vacaciones.

Mi nombre es Jorge y provengo de una familia de bien. Mido algo más de 180 y tengo una constitución normal ya que no me considero flaco y mucho menos rechoncho. Mis músculos se marcan un poco debido a la complexión y a la edad más que por el ejercicio que llevo a cabo el cual es nulo. Moreno de piel y cabello, con el pelo corto, con unos ojos marrón claro como los de mi padre y una nariz normal tirando a pequeña.

Mis padres, Sergio y Raquel, tienen 40 y pocos años, nunca recuerdo la cifra exacta, y mi hermana Natalia acababa de cumplir los 18. En mi familia, por parte de padre, era tradición hacer una escapada a la montaña con tu progenitor varón cuando cumplías los 18 y no regresabas hasta que pasaba una semana. Me tocó a mí años atrás y ahora era el turno de mi hermana pequeña. Es decir, duranto una semana iba a poder disfrutar de la casa sin la estricta supervisión de mi padre pero con la permisiva actitud de mi madre.

PRIMER DÍA

Mi “libertad” en casa comenzó una mañana en la que me despertó mi madre para que pudiera despedir a mi padre y mi hermana los cuales se marchaban a su escapada campestre. Me despedí rápidamente de ambos y me propuse llevar a cabo los planes que tenía previstos para ese día. Tal y como había calculado, mi madre también se marchó por asuntos laborales y confirmé el plan que tenía preparado con mi amiga Susana: ver una película a solas en mi casa.

Mi amiga se presentó a las 4 de la tarde, algo despeinada por el casco de su Vespa, con unos tejanos ajustados y un pequeño top. Debo decir que no era gran cosa: bastante delgada, culo pequeño y pecho aún más diminuto. Tenía la nariz romana adornada con un piercing, pelo oscuro como sus ojos y finos labios. No era un bellezón pero en el barrio tenía fama de facilona y de chupa pollas, y era lo único que buscaba para empezar con buen pie aquella semana, en la que tenía depositadas grandes esperanzas e ideados varios planes similares.

La recibí con pantalón corto y el torso descubierto con el objetivo de que se lo tomara como una inequívoca señal de mis intenciones. Le di dos besos y le acompañé hasta el sofá del salón.

-¿Te importa si me pongo cómoda?

-Para nada, estás en tu casa.

Se quitó las zapatillas y se sentó ligeramente recostada hacia un lado, apoyando su peso en un codo, con ambos pies sobre el sofá con las rodillas flexionadas. Yo me senté al otro lado y le di al play.

-¿Te importa si me pongo cómodo yo también?

-Es tu casa.

Me acerqué y me puse tras ella imitando su posición. Le invité a tumbarse por completo en posició fetal para que no me tapara la visión hacia la tele aunque mi verdadera intención era hacer la cucharita para arrimar cebolleta.

Tras 3 cuartos de hora de película me decidí a asomar mi cabeza para coger su barbilla con una mano y así acercar su boca a la mía.

-¿Qué haces? -dijo ella.

-¿A ti qué te parece? Mira como me tienes. -dije llevando su mano a mi empalmada polla.

-¿Te piensas que me voy a liar contigo así como así?

-Ejem, ejem... -dijo una voz tras el sofá.

Un rápido sudor frío recorrió mi espalda y al girarme confirmé que se trataba de mi madre.

-Mamá, ¿Qué haces aquí tan pronto?

-¿Me preguntas que hago en mi propia casa? Bueno, os dejo que sigáis con lo vuestro.

-Disculpe señora, ya me iba. -dijo Susana levantándose.

Susana cogió la puerta poniendo fin a nuestro breve y deprimente encuentro. Me quedé sentado en el sofá y mi madre no se movió de su posición.

Ahí de pie, con su habitual ropa de ejecutiva, imponía. Llevaba un pantalón negro de ejecutivo que le marcaban sus amplias caderas pero sobre todo su generoso culo, sin llegar a ser grande, el cual era respingón y tentaba a ser cogido con ambas manos. En la parte superior lucía una blusa y americana del mismo color que ocultaban unos bonitos y sugerentes pechos sin llegar a ser espectaculares por su tamaño pero si muy bonitos y complementaban a la perfección el resto de su esbelta figura. Su cara era preciosa y tanto su rostro como el resto de su cuerpo aparentaban menor edad de la que tenía. Pelo rubio oscuro hasta los hombros, ojos grandes y azules, nariz pequeña, generosos pómulos y unos labios normales tirando a carnosos.

-Muy bonito... No has esperado ni un segundo para traerte a una fulana en cuanto has tenido la casa para ti solo... A saber que te proponías hacer en el sofá en el que nos sentamos todos. Estás castigado. -sentenció.

-¡Mamá...! Se supone que tu eres la enrollada a la que le puedo contar todo...

-Y precisamente te castigo por no contarme nada. Tu coche y tu moto no se mueven del garaje en una semana.

-¡Pero mamá...!

-Ni peros ni leches. Ya puedes irte a tu cuarto a deshacer la tienda que tienes montada en tu pantalón.

Me tapé avergonzado y me fui a mi cuarto refunfuñando. La semana no podía haber empezado peor para mi, con un terrible chasco y con un castigo que limitaba mis posibilidades de ocio por no decir que las anulaba por completo. Como dijo mi madre, me consolé en mi cuarto, no me quedaba otra.

-No te he castigado sin la cena. -dijo ella abriendo la puerta.

-No tengo hambre.

-No te enfades conmigo, eres tú el que ha actuado mal.

-Me enfado con la situación.

-Bueno, pero ven a cenar, he pedido comida china.

-Está bien, ahora bajaré.

Apagué el ordenador y cuando bajé al salón la mesa estaba lista.

-¿En serio estoy castigado?

-Ya lo creo.

-¿Y no me puedes castigar con otra cosa?

-Pues ahora que lo dices... Me has dado una idea.

-Suéltalo.

-Estoy haciendo grandes progresos en mis clases de pintura y me vendría bien un modelo.

-¿Si accedo me levantarás el castigo del coche?

-Si accedes te dejaré coger la moto...

-El coche.

-No es negociable. La moto o nada.

-Está bien...

El coche que había heredado de mi padre era un buen reclamo que por desgracia no iba a poder disfrutar pero al menos tendría plena movilidad con la moto. Tras la cena me dirigí a mi cuarto y tras jugar un rato al ordenador me fui a la cama.

SEGUNDO DÍA

A la mañana siguiente salí de la cama para coger algunas galletas y volví a mi habitación.

-¿Estás preparado? -dijo mi madre abriendo mi puerta.

-Supongo... ¿No tengo que hacer nada, no?

-No, sólo venir a mi cuarto y estarte quietecito.

-Acabemos cuanto antes.

Fuimos a su dormitorio y en una esquina tenía preparado un taburete.

-Ya lo he preparado todo. En esa esquina da la luz perfecta en este momento del día. Quítate la ropa y siéntate sobre el taburete.

-¿Que me quite la ropa?

-Sí, desnúdate, es un posado integral de tu cuerpo.

-Esto no me lo habías dicho. No me atrae para nada que haya un cuadro mío en pelotas por ahí...

-No te preocupes, es solo el cuerpo sin la cara, es la lección que estamos dando ahora mismo. Bueno, ¿Quieres tu moto o no?

-De verdad, lo que hay que hacer...

Me quité la poca ropa que llevaba y me senté sobre el taburete. Mi madre me indicó como tenía que ponerme y así lo hice, con un pie apoyado en el soporte a media altura del mismo taburete y la otra pierna totalmente extendida hacia el suelo. Mis manos, tal y como me indicó ella, las apoyé en la superficie del taburete que se encontraba bajo mi espalda.

-¿Estás cómodo?

-¿Con la chorra al aire frente a mi madre la cual la va a retratar en un cuadro? Jamás había estado mejor... -dije con enorme ironía.

-Jajajaja No tenses tanto los brazos, vas a estar un buen rato así y no tienes que impresionarme.

-¿Un buen rato? Que bien...

Mi madre comenzó a medir las proporciones de mi cuerpo con su pincel, desde la distancia, y dibujaba los primeros trazos en su lienzo sobre el caballete. Su atención se centraba en mi entrepierna, a la que no le quitaba ojo.

-Mmmm... Menuda herramienta cariño... Se nota que has salido a tu padre.

-Que asco mamá, no me apetece que me hables de la polla de papá...

-Hablo de la tuya. Veo que ayer te preparaste bien para la ocasión, ni un solo pelo a la vista.

-Si, ya ves, para lo que me sirvió... ¿Te queda mucho?

-Pues si. Calla un rato y no te muevas.

No sé cuanto tiempo estuve ahí parado pero desde luego a mi se me hizo eterno.

-Ala, esto ya está, puedes irte.

-¿Puedo verlo?

-Todavía no. Tengo que pulir algunas cosas. En cuanto lo tenga acabado te lo enseño.

Me vestí y me dirigí a mi habitación para hacer el vago hasta la hora de la comida.

-¿Hoy no trabajas? -pregunté a mi madre durante la comida.

-No. Yo también me he cogido la semana libre, también me lo merezco.

-Joder, quería traerme a alguna chica a casa... Con tu consentimiento, claro.

-Te dejo, pero guarradas las justas y en tu cuarto.

-No, si estando tú por aquí no creo que ninguna se anime...

Vaciamos los platos en nuestros estómagos y me dispuse a dar una vuelta con la moto con tal de ver a algunos amigos de la cuadrilla en nuestro lugar de encuentro habitual: un bar. Les expliqué la putada de castigo que me habían impuesto y se compadecieron de mi por haber perdido mi picadero móvil.

Tras alguna birra y algo de picoteo me puse el casco para coger la moto en dirección a mi hogar.

-Hola cariño, ¿Has cenado? -dijo mi madre asomándose desde el sofá.

-He picoteado bastante, hoy no creo que cene. -dije tras acercarme.

-¿Esta noche no sales?

-Si tuviera el coche... tal vez.

-Anda cielo, no te pongas pesado con lo del coche. Te levanto el castigo a partir de mañana si ves esta peli conmigo.

-¿Otra tortura china?

-Te gustará... Pero si no quieres, no pasa nada, siempre te quedará la moto.

-Me pongo algo más cómodo y vuelvo.

Parecía que mi madre no llevaba bien la soledad... Me puse un pantalón corto de deporte y una camiseta corta de estar por casa. Estaba cómodo aunque no tanto como mi madre, la cual llevaba una finísima y corta bata de raso de color rosa pálido. Me senté a su lado y mi visión desde su perfil, junto con la apertura de su bata en la zona superior, me permitió apreciar que no llevaba nada debajo en la zona de su torso, aunque si que aprecié que llevaba ropa interior a juego en la parte inferior. Sus tetas eran firmes y por este motivo no necesitaba llevar sujetador en aquel momento. No eran excesivamente grandes, sobresalían de su silueta de perfil como si tuvieran la profundidad de una pelota te tennis, pero ya las había visto en otras ocasiones desde otras perspectivas y sabía que eran amplias, ocupando alto y ancho de gran parte de su torso.

-Vas muy ligera de ropa, ¿no? Creo que nunca te he visto con nada parecido... -le dije extrañado.

-Si intento inculcar confianza en esta casa para que no hayan secretos entre nosotros, creo que debo replicar con el ejemplo. Te seré sincera, no voy a llevar bien la ausencia de tu padre y como estaba sola me disponía a aliviarme un poco...

-Pero si se se fue ayer...

-Estas cosas pasan cuando te dan tanto a diario... Te acabas acostumbrando a ciertas cosas... Como diría aquel: tanta actividad conlleva un gran deseo.

-Pues por mi no te cortes.

-Hay confianza pero recuerda que soy tu madre. ¿Y tú que? ¿No sales con tu amiga?

-¿Con Susana? Que va... Y mejor no saques el tema, menudo bajón...

-Ahora me obligas a sacarlo. ¿Qué te pasa? ¿Te gusta?

-En absoluto. Sólo quería empezar la semana recibiendo una mamada y ni siquiera conseguí un triste beso de una chica facilona y fea.

-Y si la consideras fea, ¿Porqué la traes a casa?

-Porque tengo mas posibilidades... Si no puedo con esta, me puedo ir olvidando de mujeres guapas como tú con cuerpazos como el tuyo.

-Pues estás totalmente errado y con esa mentalidad no vas a ningúna parte... No hay que categorizar ni presuponer jamás. Puedes gustarle a un bellezón y a la vez no gustarle a un cardo... A gustos colores y a cada una le atraen personalidades y físicos diferentes.

-Si tú lo dices...

-Vamos a ver, muéstrame como seduces a las chicas. Imagina que yo soy esa tal Susana.

-Pues no hay nada que mostrar. Me posiciono y ataco. Ella estaba medio estirada de lado.

-¿Así?

-Sí. Y yo me puse detrás arrimando cebolleta. -dije reproduciendo la acción que describía.

-¿Así porque sí? Bueno, vale, compro... Supongo que será para estar más cómodos.

-Espero media hora o una hora para que no se sienta acosada y cuando no se lo espera me incorporo un poco, le giro la cara y la beso. -hice todo lo descrito a excepción del beso.

-¿Así de frío y directo? Deberías tantear un poco el terreno, acariciar sus muslos en una zona de poco riesgo, acariciar sus brazos, cogerle la mano para que haya un toque romántico...

Como si fuera un robot llevaba a la práctica los consejos de mi madre. Le acariciaba sus muslos desnudos y se sentían suaves y tersos, le acaricié su brazo y no se apreciaba ni pizca de flacidez, y por último le cogí la mano entrelazando nuestros dedos.

-¿Así?

-Perfecto. En el momento de coger la mano no seas tan brusco, tiene que ser más disimulado. Ahora que la tienes cogida, acaricia su palma suavemente. Y lo más importante, deja de clavarme la polla en mi culo, rompe el momento.

-Lo siento mamá, me he dejado llevar.

-Es normal que sientas excitación, pero debes ser delicado al inicio. ¿Quieres continuar?

-Por favor.

-Si te lanza una aprobación cogiéndote de la mano o dejando que se la cojas, es el momento de ir a más, pero debes seguir siendo sutil. Puedes volver a su muslo y subir tus caricias hasta la parte externa de su culo. Acaricialo suave y después vuelve a su brazo. Acaricialo en diferentes direcciones y roza su pecho en la misma acción de manera disimulada. Si notas que su respiración se agita, o que no rechaza nada de lo que estás haciendo, dale un beso en la mejilla. Si tras el beso en la mejilla sigue sin rechazarte, es el momento de regalarle tiernos besos en el cuello. No tengas prisa, si estáis viendo una peli tienes tiempo de sobra.

Turno de poner mi mano en su muslo para acariciarlo y subirlo poco a poco. Al llegar a mi primer destino, por dentro de la bata, me pareció notar que llevaba tanga, pero no pude confirmarlo porque obedientemente le acaricié la parte externa de su nalga. Más tarde mi mano cambió de protagonista y acariciaba su brazo con mi palma mientras acercaba y rozaba su teta con la gema de mis dedos. Su fina prenda me permitía sentir de manera muy realista el gran pecho que se ocultaba debajo. La tela era tan fina que me permitió localizar su erecto y gran pezón con la vista y decidí estimularlo con el mismo masaje.

No sé si fue a causa de una actuación pero mi madre respiraba de manera agitada. Le di un par de besos en la mejilla y después le bese a lo largo de su cuello.

-Muy bien, aprendes rápido... Créeme que si lo hubieras hecho así, Susana estaría comiendo de tu mano.

-¿Y ahora es cuando me la chuparía?

-Que pesado con lo de chupar... No todo es felación y penetración en el sexo. Disfruta de ella, de los preliminares, de los jueguecitos...

-¿Y qué debería hacer ahora?

-Es momento de volver a las piernas y atacar su culo sin miedo. Acarícialo bien pero sin estrujarlo, recuerda que seguimos hablando de caricias. Al hacerlo puedes trasladar tus besos a sus brazos. Si sigue sin oponer resistencia, guia tu mano a su abdomen, a la zona de su ombligo, y juega con él. Tú boca, se encuentre dónde se encuentre, llévala al óvulo de su oreja, será una de tus últimas balas.

De nuevo hice lo que mi madre me detallaba y confirmé que llevaba tanga. No pude reprimirme y le agarré una nalga con fuerza, tenía un culo espectacular y me daban ganas de frotar mi polla en su raja trasera.

-¡Mec! Error.. Hemos dicho caricias.

-Joder mamá, lo sé, pero con el culazo que tienes y sentirlo piel con piel, es imposible no disfrutarlo con ganas si se presenta la ocasión.

-Por suerte para ti, en esta fase te encontrarás con un pantalón que te reducirá la tentación. Sé un buen alumno y sigue como te he enseñado.

Deslicé mi mano y la introduje por la hendidura de su bata para notar su abdomen desnudo. Este, a parte de ser plano, lo tenía duro fruto a sus sesiones en el gimnasio. Mi boca se fue directa al óvulo de su oreja y jugué con el con mis labios y lengua.

-¿Lo estoy haciendo bien?

-De fábula.

-Si ella no reacciona, ¿se acabó?

-Si no ha reaccionado hasta ahora es que quiere más y no se atreve a dar el paso o quiere ver hasta dónde estás dispuesto a llegar. Es el momento de atacar. Besa la comisura de sus labios para obtener el merecido premio. Empieza con dulces y tiernos besos, aunque tampoco hay que descartar que la hayas puesto como una moto y se te tire al cuello.

-¿Y después?

-Eso tendrás que descubrirlo por ti solito. Observa sus actos y actúa en consecuencia, improvisa. No hay una fórmula matemática y cada persona es un mundo. Te he explicado lo que a mi me gustaría pero tal vez no sea la tecla para otra mujer... Aunque créeme que es una buena técnica y le da mil vueltas a la tuya.

-Ya lo veo ya.

-Bueno, sigamos viendo la película.

Mi mano no se apartó de su abdomen y se lo acariciaba en círculos. Llevé su última lección a la práctica y le besé la mejilla acercándome peligrosamente a su boca. Le di un beso en la comisura de su boca, después otro, y otro... Y al cuarto giró la cabeza y recibí mi ansiado premio. Sus labios se sentían calientes y jugosos y sus besos eran como los había descrito: dulces y tiernos. Poco a poco la dulzura y ternura se iba tornando en pasión y decidí improvisar llevando mi mano, alojada en su abdomen, a sus dos amplios pechos.

El tacto de un pezón me advirtió que había llegado a mi destino y lo centré en la palma de mi mano para agarrar todo su pecho con la ayuda de mis dedos. Le agarraba uno y lo soltaba para dirigirme al otro y en ocasiones me centraba en uno de ellos para masajearlo en círculos. Sus pezones también recibían mi atención y los tocaba deslizándolos por las paredes internas de mi dedo índice y corazón.

Mi madre giró su cuerpo para acomodar nuestros besos y su lengua recibió tímidamente la mía. Fue la aprobación que esperaba para llevar a cabo el siguiente paso. Mi mano descendió por su torso y se paró en la zona bajade su abdomen. Seguía improvisando y decidí demostrarle que podía ser delicado a la par que sensual. Mis dedos se introducían bajo el borde de su tanga y se iban intercambiando entre ellos para notar pequeños y finos pelos de su zona púbica. Noté como abrió ligeramente las piernas pero recordé las palabras de mi madre: “Disfruta de ella, de los preliminares, de los jueguecitos...”. Era momento de jugar y me lo estaba pasando teta.

Fui bajando poco a poco mi mano y antes de llegar a su raja la volví a subir hasta el nacimiento de su vello con tal de provocarla. Sin dejar de besarme, noté como su mano agarraba mi falo por encima de mis pantaloncitos y decidí ser bueno y premiarme a mi mismo cacheando el sexo de mi madre con mis dedos.

Sus besos me notificaban su excitación y su coño totalmente mojado confirmaba su estado. De nuevo recordé otras palabras que me había dicho previamente: “no voy a llevar bien la ausencia de tu padre y me disponía a aliviarme... Estas cosas pasan cuando te dan tanto a diario y te acabas acostumbrando a ciertas cosas...”.

Masturbé su clítoris en círculos y su morreo era cada vez mas pegado y su lengua más veloz en el interior de nuestras bocas solapadas. Sin mucha dificultad liberó la polla de mi pantalón y la masturbó con velocidad desde el inicio. La nueva señal me dio pie a meterle un dedo en lo más profundo de su coño y al ver que este se introdujo sin problema, debido a lo lubricado que se encontraba, decidí meter un segundo dedo.

La zona alta de la palma de mi mano chocaba con su clítoris y mis dedos angular y corazón penetraban su cavidad con la suficiente velocidad como para convertir sus mojadas paredes en un sonido rítmico de placer.

La escena, el morbo incestuoso, sus gemidos, mis acciones y la paja que me aplicaba hicieron que me corriera al poco tiempo y la mayoría de los chorros que expulsé fueron a parar a su bata.

-Más rápido... -dijo pausando momentáneamente nuestros apasionados besos.

Obedecí a mi maestra para acelerar la penetración y sus gemidos finalizaron con un potente orgasmo que mojó todavía más mi mano y mis arrugados dedos.

-Si señor, a eso lo llamo yo improvisar. Ya verás como a partir de ahora no habrá mujer que se te resista.

-Muchas gracias mamá, te debo una.

-Me alegra ser de ayuda.

Se levantó y se fue al baño para limpiarse. Yo fui al de la segunda planta y de ahí me fui directo a mi habitación. Me acosté sintiéndome realizado, también orgulloso por tener una relación tan estrecha con mi madre y todavía sentía placer al notar mis huevos descargados. Antes de que me quedase dormido mi madre picó levemente a la puerta.

-Cariño, ¿estás dormido?

-No, ¿Qué pasa?

-Nada, sólo quería darte las buenas noches y decirte que mañana vendrá tu tía Bea a pasar unos días.

-Vale, genial, buenas noches.

Continuará...