A Rosa le gusta que le den por el culo
Desde que Rosa probó una polla en su culo su vida cambió.
A Rosa le gusta que le den por el culo. No es algo nuevo, es como quien dice, algo de toda la vida para ella.
Me contaba Rosa que aquel día en que perdió la virginidad, en un portal en una noche loca con un amigo de una amiga, se fue a casa llena de remordimientos y lefa por el cuerpo, algo clásico en una chica de 18 años que en su inocencia piensa llegar virgen al matrimonio para ser desflorada en su noche de bodas.
No durmió nada en toda la noche pero cuando se levantó, ya pasado el mediodía, se hizo a la idea que llegada a este punto solo le quedaba un camino, dejarse llevar por su cuerpo y no por sus principios.
Aquella misma tarde se encontró a su desflorador, el chico, algo típico en uno de 18 años chulito y guapetón, volvió a la carga a ver si podía lograr algo más de Rosa esa tarde. Diez minutos de charla, paseo hasta la casa del chico y una vez allí no le paró las manos en ningún momento.
El chico viendo que todo el bosque era orégano esa tarde, se la hizo chupar, le comió el coño e incluso la sodomizo. Rosa no salió muy satisfecha de aquello pero los encuentros diarios con su joven amante hizo que en menos de una semana le encantase comer polla, le encantase ser folláda vaginalmente y sobre todo le encantaba ser sodomizada.
Con sus dulces 18 años Rosa aun creía en el amor, el chico viendo a la sumisa a la que se estaba tirando, ni hablar quería sobre una relación sería – es poco moderno – le decía cada vez que Rosa sacaba la conversación. Por lo que el campeón le hacía poco caso hasta que le picaba la polla y la llamaba para ir a fornica.
Todo cambió el día en que Rosa decidió ir a las fiestas del pueblo de al lado. Juan, se hizo el duro y paso de ir pues había quedado con sus amigos y no quería sobre nada de pasar una tarde con tres pedorras. Juan no era consciente aquella noche que su suerte estaba a punto de cambiar.
Rosa y sus amigas estaban de botellón en un parque. Una de ella se meaba y como no había un sitio sin gente para poder hacerlo decidieron entrar en un bar. Ante la vergüenza de entrar y no tomar nada, se pidieron unas coca colas. A su lado un grupo de chicos de Madrid que pasaban sus veranos en el pueblo poco a poco empezaron a entablar conversación con ellas.
Una cosa llevó a la otra y cuando se dieron cuenta estaba los chicos con Rosa y sus amigas bailando en la verbena. Al no ser ellas chicas del pueblo no había problemas con los nativos del lugar.
Cada una de las tres chicas se enrolló con uno de los madrileños. El chico que le tocó a Rosa la llevó a su coche. Era la segunda vez que alguien le chupaba los pechos y ciertamente le gustaba. Cuando le metió la polla ciertamente se estremeció corriéndose casi al instante. Aquella era una polla mucho más larga, ancha y dura que la de Juan y desde luego sabía usarla mucho mejor que el capullo de Juan. El asiento de atrás del coche quedo hecho una pena con sus jugos. Rosa siempre fue de generosa corrida.
Cuando la tarde siguiente Rosa se cruzó con Juan y este no le hizo ningún caso, Rosa sonrió. Pasaron dos horas hasta que como era su costumbre Juan se le acercó para darle un poco de cháchara con la idea de seguir con el programa del verano. Se quedó de piedra cuando le dijo que había quedado con un chico que la recogería en media hora.
Esa noche con sus pechos agarrados por el madrileño y botando sobre su polla Rosa se corrió acordándose del paleto de Juan.
Rosa folló con el madrileño el resto de verano. No hizo falta mucho para que el chico la sodomizase como a ella le gustaba, de hecho ambos preferían el sexo anal en sus encuentros. Ella por el placer y él por el morbo.
Rosa empezaba la universidad ese año en Madrid, cuando se instaló. Llamó a Santiago para decirle que ya estaba y que si se veían. Santiago le dio largas un día tras otro hasta que le confesó que tenía novia. A Rosa se le rompió el corazón.
Pasaron varios días.
- ¿Santiago?, de acuerdo que tienes novia y que no puedes quedar para salir. ¿Pero me imagino que quedar para que me des por el culo no te parecerá mal – le dijo por teléfono.
De nuevo Rosa se convirtió en el amante de un hombre que pasaba de ella. Santiago la llamaba, la recogía, la llevaba a un piso vacío que sus padres tenían en Chamberí, le daba por el culo toda la tarde, y después de una ducha la dejaba en la parada del metro y él se iba a ver a su novia.
La cosa duró tres meses hasta que en una fiesta universitaria Rosa conoció a Renné, un sueco de Erasmus se enrolló con ella y la llevó a pasar la noche al Johnny, colegio mayor conocido por su flexibilidad en cuanto a las visitas. Rosa no permitió que el sueco le penetrase el coño, sencillamente se la chupó un rato, le lubricó bien la polla y la dirigió a su agujero trasero. El sueco le dio por el culo toda la santa noche. Ambos quedaron exhaustos cuando el nórdico sacó su polla de ano de la salmantina.
Cuando por la mañana salió del Johnny sencillamente bloqueó el teléfono de Santiago y adiós muy buenas.
Rosa adquirió fama de fácil por la cantidad de noches que pasaba en el Johnny con unos y con otros. Ella ya había decidido su sino y le daba bastante igual lo que pensasen sobre ella y lo único que deseaba era sentirse eso, deseada.
Después de 5 años de carrera universitaria Rosa creía haber conocido todos los cuartos del colegio mayor. La cosa era realmente sencilla, no había colegial que no la encontrase en un bar de marcha que no la invitase y se la intentase llevar a la cama. En aquellas edades el acabar follando después de una noche de fiesta no era ciencia segura, pero con Rosa si. Todo el mundo coincidía, aparte de un poco ligerita, Rosa era una tía estupenda, simpática y estaba muy muy muy buena. Lo que siempre se acababa con la polla de ella en el culo era algo que se obviaba, pero siempre pasaba.
Al acabar la cerrara tuvo que decidir entre quedarse en Madrid o volver al pueblo. Decidió buscar trabajo en la capital.
Rosa empezó a trabajar en una aseguradora. Le encantaba follar pero ya era el momento de encontrar novio por primera vez en su vida. Nadie la conocía, nadie sabía su fama, todo empezaba de cero.
Fue un error para ella que la noche de la cena de navidad se enrollase con uno de contabilidad. En su piso y con el contable presentando armas su yo interior pudo más que su yo exterior y sin pensárselo cogió aquel duro falo y se lo metió en el culo de un movimiento de cadera. El chico alucinó, alucinó y se le folló analmente a base de bien. No todos los días nos encontramos a una que no solo nos ofrezca su ano sino que sea ella quien se la clavé.
A la hora del café el lunes toda la empresa sabía no solo que Andrés, el de contabilidad, se había follado a la nueva sino que a esta le gustaba ser culeada.
Su lucha interior acabó cuando en la siguiente afterwork del trabajo uno de reaseguros le invitó a una copa. Todavía tenía el regusto a ginebra en su boca cuando desnuda y a cuatro patas el ejecutivo le daba por el culo.
Fue una de las primera cosas que me contaron sobre la empresa cuando me ficharon de proveniente de una gran firma de ramo.
En la comida de bienvenida con el consejero delegado aparte de re explicarme las bondades de la empresa, me confesó a modo de confidencia lo que todo el mundo sabía.
- pues si chico, además de todo esto, tenemos a una chica a la que creo que nos hemos follado todos. No te creas que es una secretaria gorda y cincuentona, todo lo contrario. Es una tía que esta buenísima, competente en su trabajo pero que cuando huele a polla no se puede contener. Creo, como te digo, que no hay hombre en la empresa que no le haya dado por el culo.
- ¿por el culo?
- Si hijo. Por lo visto le gusta, es más se la mete ella misma. No hay quien se la meta en el coño.
Conocí a Rosa el segundo o tercer día. Soy muy de la idea de allí donde tienes la olla no metas la polla, por lo que cada vez que era invitado a sarao de la empresa sencillamente la observaba como era atacada en manada por los chicos y como ella elegía quien la iba a montar esa noche. Salían los tortolitos del bar o la discoteca de manera discreta, pero obvia, sobre todo cuando todo el mundo sabía lo que había.
Rosa y yo empezamos a tener relación laboral seis meses después de mi llegada, al principio porque el departamento que yo dirigía tenia un par de asuntos con el que ella trabajaba y más tarde porque la transfirieron al mío.
La verdad es que como trabajadora era excelente, y como mujer, era una gran mujer. Como me habían adelantado era encantadora en el trato, simpática y discreta. Sinceramente iniciamos una amistad muy estrecha, aunque en los momentos de esparcimiento intentaba evitarla porque uno se conoce. Estoy seguro que si Rosa no tuviese la fea manía de follarse a todo el tío que se le ponía por delante yo hubiese dado un paso adelante. La chica era una maravilla y daba gusto pasar tiempo con ella.
Llevábamos dos años trabajando cuando tuve que irme a Valencia a tratar unos problemas con unos contenedores llegados allí y que tenían un problema con la carga, la persona encargada estaba de baja y me tocaban a mi como jefe que era.
La verdad es que estaba más perdido que un pulpo en un garaje por lo que solicité ayuda a Madrid. Pedí que viniese Alberto uno de los chicos, pero para mi sorpresa cuando fui a recogerle apareció Rosa en el arden.
- Lo siento José, Alberto ha tenido un problema personal y a ultima hora me ha pedido que viniese yo – me quedé intranquilo, pues iban a ser tres días en la capital del Turia muy largos.
De la estación fuimos al puerto donde pasamos todo el día. De vuelta al hotel decidimos parar en la Pepita a tomarnos un arroz. Rosa insistió en que tomásemos una copa, yo use de excusa sobre lo cansado que estaba.
Cuando me la encontré a la mañana siguiente en la cafetería del hotel con una triste manzanilla delante, me contó que no había dormido nada pues había estado toda la noche en el baño, algo le sentó mal. Le pedí que se quedase en la cama y me fui solo al puerto a trabajar. Rosa se unió a mi después de comer. Tenía mucho mejor aspecto.
Trabajamos como leones y para cenar fuimos a tomar sitio de carne en el centro, por la zona de Blasco. La verdad es que ella no cenó mucho pero si quiso tomar una copa, para asentar el estomago, me dijo. Aunque era miércoles, había ambiente. La copa paso a dos copas y las dos copas a tres copas. Llegamos algo alegres de más al hotel. La verdad es que tuvimos una conversación muy acaramelada durante todo el “copercio”, hay que reconocer que Rosa es una mujer muy sensual y grata conversadora. Pena lo zorrón que era.
Nos despedimos con un largo abrazo en el pasillo. Me imagino que cualquiera en mi lugar le hubiese invitado a entrar, pero yo evité la tentación.
Entre en mi cuarto, me quité la ropa y me encerré en el baño a pasar por el tigre y darme una buena ducha. Evidentemente mientras el agua caía por mi pecho pensaba si hacía el tonto siendo el único que no se había pasado por la piedra a la buena de Rosa en toda la empresa. Intenté quitármela de la cabeza.
Me gusta secarme al aire, por lo que me sequé el pelo un poco con una toalla y salí del baño totalmente mojar.
Rosa estaba en mi cama. No se de donde había sacado la llave, pero allí estaba. Había retirado la colcha y se había puesto a cuatro patas enseñándome su raja y ano, sus preciosos pechos combatían la gravedad en esa postura. Pestañeé, pensé en pedirle que se fuese, pero mi compañera de fatigas se puso dura como una piedra al ver el cuerpo hecho para el pecado de mi asistente.
Ni lo pensé. Di dos pasos hacía la cama cogí sus caderas y como acto reflejo apoyé mi capullo en su ojete.
- por el culo no José, otro día, hoy podríamos montar un espectáculo – y cogiendo mi polla la dirigió hacía mi nabo.
Metí mi polla poco a poco en un sorprendente coño prieto. Rosa suspiró cuando me empecé a mover.
- joder que gusto, que ganas tenia – dijo Rosa con su excitado tono de voz.
- ¿tenias ganas?, ¿de follar o de que te folláse?
- De que me folláses. ¿te crees que una mujer normal puede permanecer mucho tiempo cerca tuya y no quererlo? – pura palabrería – no me digas que tu no estabas atraído.
Le daba desde detrás con suavidad pues según me decía le dolía.
- con cuidado porfa con cuidado – me rogaba.
La verdad es que la tía tenía un culo de infarto y un ano rosa que pedía ser penetrado.
Le estuve dando un buen rato sin parar, retire mi polla ante sus protestas de su ya encharcado coño y volví a apuntar a su recto, esta vez no por un acto reflejo.
- que no cielo, aparte de que puede salir de ahí cualquier cosa, lo tengo ultra irritado.
Ciertamente, colorado lo tenía.
Le di al vuelta. La verdad es que la tía estaba buenísima. Tetas preciosa, nada de estomago, caderas estilizadas. Introduje mi polla en su coño y empecé a bombear mientras la besaba por primera vez. Rosa me cogía del culo para que manutuviese el ritmo hasta que ambos nos corrimos como críos. Yo dejé mi polla dentro de su coño durante largos minutos.
Cuando se la saqué Rosa se levantó, fue la baño y cuando esperaba que se fuese, se metió a mi lado en la cama y me abrazó.
- me ha encantado – me dijo mientras apoyaba su cabeza en mi pecho y se quedaba dormida.
Me despertó una rara sensación en la polla. Con las manos noté una cabeza en mi cadera y cuando logré abrir los ojos vi a Rosa comiéndome el nabo por primera vez. Dejé que hiciese pero cuando ya empezaba a gustarme le pedí que se subiese.
- Sube Rosa
- No se si podré tengo mi tesorín destrozado de ayer.
La chica como pudo se subió y se dejó caer con mi polla dentro de ella.
No fue un polvo largo, tres o cuatro minutos hasta que ambos nos corrimos quedando muertos pero felices en la cama.
Rosa se pasó el día entero mirándome y sonriendo. Solo un segundo perdió su profesionalidad y fue para pasarme un folio que decía – cuando lleguemos al hotel te voy a dejar seco.
- ¿qué quieres de cenar?, ¿cenar bien?, ¿picar algo?, unas copas… - le dije al salir del trabajo
- De cena quiero comerte la polla y para cenar tu tienes mi coño a tu disposición.
Y dicho y hecho. Conducimos a hasta el hotel, subimos a la habitación y nada más entrar Rosa se lanzó a mi cuello. Su mano fue directamente a mi paquete que empezó a sobar con desesperación. Mi polla ya había crecido hasta lo máximo y solo quería que mi ayudante la sacara e hiciese algo con ella, lo que fuese.
Afortunadamente sacó le dio un lengüetazo y se la metió en la boca hasta el fondo. Estaba en la gloria viendo a Rosa se cuclillas enseñándome todo el escote y lamiendo sin parar mi falo. Me la chupó más de 15 minutos hasta que cogiéndola por los pelos le saqué la polla de la boca, la levanté y la tire contra la pared. Metiendo mi mano por su pantalón llegué a sus bragas y haciendo estas a un lado me apoderé de su coño. Yo le besaba el cuello mientras ella se iba desnudando como podía. Finalmente Rosa estaba completamente desnuda y yo vestido pero con mi polla fuera de la bragueta.
Mientras me desnudaba puse a Rosa a cuatro patas, quería probar ese culo que tanta fama le había dado, en realidad quería perder mi virginidad anal pues nunca antes había dado por el bull a una tía, bueno tía ni tío.
Me agaché y le di un lengüetazo a toda su raja, o al menos a la parte de la raja que llegaba en esa posición, finalicé el mismo pasando por el ojete de la chica. Esta se estremeció.
Apoyé por segundo día mi polla en su agujero.
- José por favor, lo tengo al rojo vivo hoy por ahí no.
- ¿pero no se te había cortado la colitis?
- Si eso si, pero de tanto ir al baño lo tengo superirritado – yo esperaba decirle algo así como seguro que pasado el dolor te mueres de gusto, pero al fin y al cabo Rosa era mi subordinada y no debía pasarme.
No me quedó más remedio que embocar su coño y con hábil movimiento de cadera se la metí hasta el fondo.
Rosa gemía y se relamía de gusto, aquella mujer disfrutaba de las folladas, eso estaba claro.
Le di la vuelta y le mordí los pezones mientras la penetraba de nuevo con fuerza. Rosa sonreía sin decir nada y solo le cambiaba la cara para recibir un nuevo orgasmo.
Me corrí inundándole el coño antes de quedarnos dormidos.
Por la mañana solo teníamos que ir al puerto a firmar unos documentos y volver al hotel a recoger nuestras cosas.
En el viaje de ida Rosa solo me sonreía, pero cuando acabábamos nos dirigíamos hacía el hotel me hizo una propuesta.
- ¿y por que no nos quedamos el fin de semana?. Podemos cambiar los billetes y alargar la estancia – yo a pesar de ir conduciendo me la quedé mirando. La tía me gustaba, no debía habérmela follado pero no me arrepentía, pero no quería involucrarme con a quien se había follado toda la oficina. No debía, además de ser mi subordinada, era un ramerón.
- Lo siento Rosa, me encantaría pero tengo compromisos en Madrid
- Eso es que no quieres.
- Eso es que no puedo.
Subimos a nuestras habitaciones a cerrar las maletas, nos dimos una hora y media pues Rosa quería ducharse. Lo tuve que sospechar, 10 minutos después de despedirnos Rosa entró en mi habitación con la misteriosa llave. Iba envuelta en un albornoz blanco que dejo caer en cuanto me tuvo delante. Aullamos los dos de placer cuando volví a llenar su coño de blanca esperma.
Durante el viaje de vuelta intentó sonsacarme mis planes de fin de semana pero yo le conté vaguedades.
El fin de semana lo pasé en mi casa dándole vueltas a la cabeza llegando a la conclusión de que no debía acostarme con subordinadas. Ni siquiera aunque me gustasen tanto como Rosa.
Rosa me persiguió incansablemente durante más de un mes con ofertas de teatro, cenas, conciertos e incluso directamente sexo en su casa, la evité como pude. Por otro lado Rosa volvió a las andadas según me llegó noticia. 10 días después nuestra vuelta se pasó por la piedra a uno de marketing y hace una semana a otro de seguridad.
No me quedó más remedio que quedar a cenar con Rosa el día que se me plantó en mi despacho para decirme que necesitaba hablar conmigo de una cosa importante pero no allí.
Quedé con ella en un restaurante discreto en Moncloa, cuando llegué, a mi hora, allí estaba ella esperándome.
Le di un beso en la mejilla, me senté y pedí un vermut, ella agua minera.
- Bueno Rosa, ¿qué es lo que no podía ser contado en la oficina?
- Estoy embarazada.
- Bueno, no pasa nada, a mi no me importa y cuando veas que no puedes habla con Recursos Humanos y yo te lo pondré facil. – ¿Por qué me contaba aquello?, ¿para joderme?
- Ese no es el problema
- ¿Cuál es el problema?
- Que es tuyo – creí que el restaurante se me venia encima.
- ¿Cómo?
- Que estoy embarazada de ti
- ¿Pero como vas a estar embarazada de mi?
- De la semana en Valencia
- ¿Pero no puede ser de otro?
- No, Jose, solo he hecho el amor contigo.
- Pero Rosa, ¿cómo que solo has hecho el amor conmigo?, pero si desde lo de Valencia que yo sepa te has follado a una seguridad y a otro de marketing sin saber los que te habrás follado fuera del circulo laboral o antes de ir a Valencia.
- Con esos follé, no hice el amor.
- ¿Y cual es la diferencia?
- Hasta que tu la metiste hacía años que nadie me follaba el coño, me encanta que me den por el culo, pero el coño hace años que lo considero algo muy intimo.
- ¿No debería ser al revés?
- Yo lo veo así. Pues litros se semen se han derramado en mi ano o boca, pero hace muchos años que el coño no se lo dejo a cualquiera. De hecho solo te lo he dejado a ti.
- Ósea que el niño es mío…. - Dije en suspiros.
- Así es.
- ¿Y que quieres?
- Que lo intentemos. Yo pienso tenerlo y me gustaría tenerte a mi lado.
- ¿A tu lado?
- Si,
- Mira Rosa olvídalo, eres una mujer encantadora, pero solo nos conocemos del trabajo, y además uno tiene su orgullo y jamás saldría con la puta de la oficina.
- ¿Cómo?
- Que si Rosa, que si, que todo el mundo sabe que cada semana te follas a uno distinto y que creo todos los hombres de la empresa hemos pasado por tu cama. Rosa, cuando te follas a alguien que no debes seguramente nadie se enteré, pero si te follas a todos es obvió que al final todo el mundo lo va a saber…
Rosa se puso a llorar, se levantó del restaurante y desapareció.
Me quedé en la mesa pensativo, pedí un wiskey con hielo y medité.
Rosa no apareció por la oficina al día siguiente, ni al siguiente ni al siguiente. En recursos humanos me dijeron que se había pedido una baja por depresión y se había ido a su pueblo.
El quinto día quien si vino a la oficina fue el padre de Rosa quien me montó un escandalo de tres pares de cojones. No se como le dejaron subir hasta mi oficina pero allí me amenazo con pegarme por haber dejado a su hija embarazada sin responder como un hombre por ello. Me acusó de haberla engañado, de haberme aprovechado, de casi haberla violado. Me salvaron dos chicos de seguridad que se llevaron al hombre cuando ya se lanzaba hacía mi. En la empresa no se habló de otra cosa durante todo el día.
Podrías pensar que lo del padre de Rosa fue lo peor del día, pero aquello aún estaba por llegar. Cuando llegué a casa mi madre me esperaba en la puerta. Por su cara algo, sino todo, debía de saber.
- José María – me dijo en cuanto se sentó – he recibido hoy la visita de los padres de tu novia.
- ¿novia?
- Si, tu novia Rosa
- Rosa no es mi novia.
- Pues la has dejado embarazada
- Eso parece
- Mira hijo, ya tienes una edad para sentar la cabeza. Sus padres me han dicho que esta completamente enamorada de ti y con el corazón roto.
- Ya, ¿y que?
- ¿Cómo que y que?. Simplemente habla con ella, intenta buscar una solución, es muy buena chica según me han dicho sus padres y si no sale no sale, pero es una oportunidad que tienes en la vida de tener una familia y yo a un nieto.
Discutimos durante horas.
Le estuve dando vueltas toda la noche y por la mañana después de llamar a la oficina excusándome cogí el coche y me dirigí a su pueblo.
Tarde 10 minutos en que me indicasen en que casa vivía. Cuando su madre abrió la puerta y me vio al principio no sabía quien era. Cuando le pregunté por Rosa palideció. Me hizo pasar al salón, afortunadamente el padre no estaba. Rosa casi se desmaya cuando me vio. Le pedí salir a dar una vuelta.
Aparcamos el coche en un merendero al lado del rio. Hablamos durante más de dos horas. Rosa no se esperaba que le dijese que no solo me haría cargo del bebe sino también de ella, que era una locura pero una locura que me apetecía vivir, que el tiempo diría si realmente lo era o no y que si lo que veía en ella desde el punto de vista profesional y de amistad lo podíamos trasladar a lo intimo la cosa tenía posibilidades de prosperar.
Follamos en el asiento del copiloto durante otras dos horas. Me corrí dentro de ella por quinta vez en mi vida haciendo yo el amor por primera vez en muchos años. Desde luego no era su “curriculum”, pero algo me había atraído siempre de Rosa.
Pasamos por su casa, recogimos sus cosas y pusimos rumbo a Madrid. En la oficina fue como una bomba saber que yo, uno de los altos directivos de la empresa, a pesar de lo que sabía no solo me iba a vivir con Rosa, el putón verbenero de la empresa, además que las intenciones era serias.
Nos casamos tiempo después estando Rosa de ocho meses. No quiero ni pensar en las bromas que debieron gastar los invitados de la empresa, sobre todo los hombre pues el que más o el que menos se la habían pasado por la piedra.
Esa noche al fin pude romperle el culo a mi ya mujer, algo que hasta ese día no me había permitido. Me encantó, más que por la sensación, por ver como Rosa se derretía con mi polla dentro de su culo y la cantidad de orgasmos uno tras otro que recibía. Realmente le encantaba ser enculada.
Desde entonces la sodomizo casi a diario como a ella le gusta, son sesiones largas de sexo en las que Rosa no deja de pedir más y todo le parece poco. Follamos como locos al menos hasta que nuestro hijo Ramiro se pone a llorar, momento en que su madre debe se descabalgar mi polla e ir a su habitación a ver que le pasa.