A que no puedes comer solo una (3)

Fin de la historia del Inge Herrera y Chencho. Entra un tercero en acción

¡A que no puedes comer solo una!(II)

En nuestro viaje a Guadalajara el ingeniero Herrera me había inaugurado la cola y me había vuelto un vicioso de su verga. Esos pocos días habían sido los más felices de mi vida y hubiera matado por repetirlos, así que cuando me dijo que íbamos a regresar me puse recontento y la cabeza se me iba en pensar cómo lo pasaríamos, pero no contaba con que no iríamos solos, y que la historia no sería tan feliz como la primera vez.

El inge Herrera viajo el lunes a Guadalajara acompañado del arquitecto Méndez, quien sería el residente de la obra, y a quien Yo tendría el gusto de conocer por allá. Yo viajé el martes por la mañana, acordando encontrarlo en su oficina. Recuerdo que ese día llegué al hotel donde me hospedaría y me metí a bañar soñando con que llegara la noche para estar con el inge. Bajo el agua me la estuve jalando con la imagen de la verga tan bonita del ingeniero en la cabeza. Luego me puse unos calzones negros pegaditos que había comprado imaginándome como me los quitaría y esta vez me preocupé por ponerme ropa deportiva para hacer más cómoda la encuerada si al inge le daban ganas en cualquier lugar.

Llegué a la oficina y la señorita me pidió que esperara al ingeniero Herrera pues estaba hablando con el arquitecto Méndez, pero que ya me atendería. Pasaron casi cuarenta minutos hasta que sonó el teléfono de la secretaria y luego me pidió que pasara. Me levanté como un resorte y abrí la puerta.

¿Qué pasó Chencho? ¡Pásale! Dijo.

Gracias inge. Buenas tardes.

Ven que te presento

En ese momento se levantó el que luego sabría era el Arq. Mendez. Era un hombre muy alto con cuerpo de nadador. Se veía cuadrado pero no muy musculoso y tenía una mirada muy penetrante.

Buenas tardes, soy el Arquitecto Octavio Méndez.

Buenas tardes Arqui Yo soy Lorenzo Narváez.

Si, ya me hablaron de ti. Espero que seas todo lo eficiente que dice el Ingeniero Herrera, dijo, con una mueca que casi era una sonrisa.

No pos si él inge lo dice así será, le dije dándole la mano.

Y nos fuimos a dar el recorrido. Ni siquiera tuve la oportunidad de acercarme al gordo, y durante el todo el día nunca pudimos cruzar más palabras que las de la chamba porque el dichoso arquitecto nunca se nos separó. Llegada la noche y esperando que el inge despachara al estorbo me acerqué y le pregunté que si había plan, pero me hizo saber que se tenían que ir a instalar en la casa que la compañía había rentado para que se quedaran, pero que al otro día nos veríamos. El encanto se me cayó. Yo venía con tantas ilusiones y ese grandulón me estaba quitando la oportunidad de estar con mi inge. Comencé a odiarlo.

El arqui salió para su carro para sacar algo y por fin me quedé a solas con el gordo y me armé de valor.

-¡Qué pasó inge?¿Por qué me envicia y luego me pone a dieta?

-¡Que pasó chenchito!¡¿Cómo crees?! Dijo y se me acercó. Me besó mientras me acariciaba las nalgas metiendo las manos en mi pants. Si yo también estoy que me quemo por este suculento hoyito, pero tengo que instalar a este cabrón.

  • Hasta me compré unos calzoncitos para usted

  • ¡A que putito me saliste chencho! A ver déjame ver dijo, y me volteó bajándome el pants. No pues si están bonitos chencho

  • Pues si inge, pero no van a servir para ni madres, dije.

  • Ya los estrenaremos, dijo y se me restregó dejándome sentir su verga bien erecta. Te lo prometo.

Luego me volvió a besar mientras metía una de sus manos en mi camisa para acariciarme una teta. Yo solo suspire y lo froté sobre el pantalón. Me iba a dejar bien caliente y él como sin nada. Sentir su verga e imaginarmela en la boca y en el culo me ponía muy mal.

Ya está inge, dije separándome. Cuando se le ofrezca ya sabe donde estoy.

Pinche Chencho, déjate de mamadas y déjame agarrarte el culito rico que tienes antes de que regrese este cabrón. Aunque sea para acordarme como es dijo, y me dedeó mientras me besaba con tantas ganas, que casi me vengo en seco

Luego oímos al pinche arquitectito y nos separamos, me acomodé la ropa y para cuando el hijo de Yeti entró Yo ya me estaba despidiendo.

Está bueno, inge, ya me voy. Nos vemos mañana. Hasta luego arqui. Que descansen.

Igual tu, dijo el arquitecto y el inge solo me vió con ojos de hasta pronto.

Toda esa noche no dormí pensando que de repente el gordo se iba a aparecer en mi hotel y me iba pagar con verga el mal rato que me hizo pasar dejándome solo, pero eso no pasó. Me masturbé como mil veces durante la noche y solo alcancé a dormirme muy entrada la mañana pensando en la poronga del inge. Pinche gordo, tanto esperar que me culeara y solo conseguí que me metiera el dedo rapidito antes de que regresara el grandulón. Ni siquiera había podido darle un besito a su chula verga.

Y así pasaron los días. Cuatro largos días y no pasó nada, siempre había algo que hacer con el arquitecto Octavio Méndez. Al principio había un fajecito rápido cuando se podía, el cual solo me dejaba más caliente, y conforme pasó el tiempo ya ni eso. Hasta que el Ingeniero Herrera tuvo que volver a la cd de México y Yo me quedé en Guadalajara con un chingo de trabajo y teniendo que soportar al otro cabrón, que por lo visto me tenía ojeriza.

Era un hecho, al Arquitecto Méndez no le caía bien ni por casualidad. Me tiraba muy mala onda el malvibroso y yo tenía que aguantarme los corajes porque era mi jefe, además que le había ofrecido al inge no dar problemas. De tal manera que un día para limar asperezas invité al arqui a una cantina, para ver si así por lo menos lo ablandaba tantito. Al final no había como llevarse la fiesta en paz.

Esa noche llegamos a la cantina y estuvimos chupando hasta bien entrada la noche. Al arquitecto se le pasó la hora y las copas y ya muy cerca de la madrugada le dije que nos teníamos que ir, pero estaba tan borracho el tipo que no podía dejarlo manejar, así que le pedí a uno de mis muchachos que se llevara su coche y Yo lo llevaría en el mío. Y así lo hicimos. Durante el camino el fulano me fue haciendo la plática acerca de cuánto llevaba en la empresa y de cómo era el ingeniero y demás pendejadas que Yo apenas entendía porque el alcohol le había trabado la lengua. Cuando llegamos a su casa lo ayudé a bajar y abrir la puerta para que entrara, pero ya estando casi dentro y yo a punto de subirme al carro me llamó.

¡Chencho!

¿Qué pasó arqui?

¡Ven para acá!

¿Qué pasó arqui?

Te tengo que preguntar algo, dijo y me apoyó en mi hombro. ¿Qué pedo entre tu y el inge?

¿Qué pedo de qué arqui? No lo entiendo

¡Hazte pendejo! ¿Qué se traen? ¿Le estás dando el culo al gordo?

¡¿Qué pasó arqui?! Le dijé quitando su mano de mi hombro. No se pase.

¡Déjate de mamadas cabrón? ¿te está metiendo la verga o qué?

Ya está borracho arqui

¡¿Me vas a contestar o no?!¡Con una chingada…!¿te estás comiendo la verga del gordo?

Y si así fuera ¿a usted qué? Dije ya molesto. A él que chigados le importaba.

Te la estás comiendo… ¡Que guey eres! Me dijo moviendo la cabeza en señal de desaprobarlo.

Ya me voy arqui… ¿Quiere que mañana venga por Usted?

Pinche Chencho. Te estás comprando un problema de a gratis

No sé de que me habla.

Como quieras, pero solo acuérdate que el jefe nunca se queda con el gato. Eso solo pasa en las telenovelas.

¡Ya estuvo arqui! Que descanse. Nos vemos mañana. Dije y me metí al carro rumiando mi coraje. Pinche arquitecto engreído. El que sabía de lo que teníamos el inge y Yo. Que sabía de lo que sentíamos.

Me fui de ahí, y me dispuse a olvidar las pendejadas del arquitecto que se sentía mejor que Yo porque era estudiado. Lo único que me tranquilizaba era que el inge no era como él. Ya me lo había demostrado. Él era diferente y le gustaba estar conmigo. No tenía por qué poner atención a bramidos de marrano.

Siguieron pasando los días y el arqui y Yo apenas nos dirigimos la palabra y para lo más elemental. Me zurraba que me hablara y no me quitaba de la mente lo que me había dicho. Si por mi fuera le hubiera partido la madre en más de una ocasión. Lo único que me alegraba es que el inge volvería a mitad de la semana y ya buscaría Yo la oportunidad de echarme una cogida con él, y olvidarme de las pendejadas del rotillo.

Uno de esos días el arqui me habló y me informó que el inge estaría ahí para mañana, que venía de Tijuana y que quería todo listo. El tendría que salir a Vallarta ese mismo día pero que volvería a tiempo para estar ahí y no quería sorpresas. Lo escuché y dispuse todo para el otro día. Por fin llegaría el inge y eso solo era felicidad para mí.

Pasaron las horas y me acordé que había dejado la tarde del día anterior los planos de la planta de tratamiento en casa del arquitecto y me urgía conseguirlos, pues si el inge regresaba y le salía con que se me habían olvidado se iba a encabronar y no sabía a que hora estaría el otro pendejo para poder ir a recogerlos. No sabía que hacer hasta que por fin decidi ir a su casa. Total, me bricaba, cerraba bien y nadie lo notaría. Era mejor eso a que el gordo se emputara conmigo. La verdad es que cuando el inge se enoja se arma la de dios es padre, y Yo no quería eso.

Cerca de las once de la noche, y ya dejando todo en orden me lancé a casa del grandulón para recuperar los planos y que todo estuviera como a mi inge le gustaba. Llegué a la casa y me sorprendió ver la luz prendida. Pensé que aquel pendejo la había dejado así, pero por precaución me acerqué sigilosamente a la ventana y por una orillita que dejaba libre la cortina me asomé.

Lo que ví me dejó frío. Ví al arquitecto Méndez parado, dándome la espalda. Vestido únicamente con uno de esos calzones que parecen trusas pero con mangas ¡Que buen culo tenía el cabrón! Con ropa no se le notaba el cuerpo que se estaba cargando. Su espalda era muy ancha y triangular, y remataba en un culito bien paradito. Perfectamente formado y se adivinaba hermoso bajo esos calzones. Sus piernas eran muy velludas, torneadas y largas, largas, largas. La verga se me empezó a parar de una manera que casi no me cabía en los pantalones. De pronto alcancé a ver que había alguien frente a él sentado en el sofá. El arqui se había traído a una vieja el muy cabrón. Desde aquí tendría muy buena vista y siempre me había cachondeado ver a alguien cogiendo y ahora iba tener show en primera fila.

De pronto unas manos pasaron por atrás del cuerpo del arquitecto y le agarraron las nalgas ¡Pero no eran de mujer!¡El arqui estaba cachondeando con otro hombre! No pude más y me saqué la verga mientras al grandulón le daban una manoseada que hizo que el culo se me frunciera. Le bajaron el calzón con cuidado y le frotaron el hoyito que se veía bien peludo y rosadito. Él comenzó a mover la cadera mientras un dedo lo trabajaba a placer. Seguro le estaban dando una mamada porque solo levantaba la cabeza se movía para adelante y para atrás. Yo me ensalivé la mano y comencé a hacerme una chaqueta. Era muy caliente ver como ese hombrezote movía su colita y se abría para que le metieran el dedo y le sobaran la cola mientras le hacían una mamada.

De repente el movimiento se detuvo. El arqui se sacó el calzón por completo y se arrodilló. Lo que ví me heló la sangre. Cuando el arquitecto se agachó pude ver quien era el otro y me corté todito. Ví al inge Herrera sonriente tomándolo por la cabeza y acercándolo a que chupara esa verga que tan feliz me había hecho. Ví sus carnes y la cara de gusto que ponía con cada lenguetazo que el otro hijo de puta le daba. No sé por qué pero me dieron ganas de llorar. El cabrón hijo de la chingada se estaba dando gusto con algo que era para mí. Que era mío. En ese momento me quise ir. Quise dar media vuelta y hacer como que nada había pasado, que estaba soñando. Pero las piernas me fallaron. Y me quedé.

El arqui paro de mamarle la verga a mi inge y se levantó. El inge lo volteó y lo agachó de tal manera que el culo quedó a la altura de su boca. Ví como se le quedó viendo al culo con mucha lascivia y llevó su boca hasta él y lo empezó a mamar. Le besaba las nalgas y luego le acercaba la boca al hoyo. Al arqui solo se le retorcía la cara de placer. Y en ese momento la verga se volvió a parar contra mi voluntad. Se me empezó a poner dura y como acto reflejo comencé a frotarme de nuevo.

El inge le daba lenguetazos y nalgadas y el arqui se retorcia y movía todo el cuerpo. Hasta que lo levantó y ví de frente el cuerpo del arquí. No pues si era hemoso. Su abdomen estaba marcado y su verga era muy grande. Todo él estaba lleno de pelos y mientras lo lubricaban se acariciaba las tetas que se veían bien duras. Luego ví como se fue acomodando para ensartarse en la chula verga de mi inge. Entre las piernas del arqui ví el mástil del inge y me la jalé con más fuerza cuando ví como le iba acomodando cada cada centímetro entre las tripas a ese hijo de puta. Ví como torció los ojos cuando la sintió toda adentro y luego cuando se empezo a sentar en ella. Le entraba y salía con mucha facilidad y llegó a sacársela casi toda para volvérsela a enterrar, mientras el otro solo ponía bizcos los ojos. No me sorprendía. El inge era todo un macho y te la metía que no querías que te la sacara. La querías tener toda adentro. Mi culo se contraía solo de recordar todo lo que se sentía al tener esa verga tan bonita invadiéndote las tripas. Y así siguieron por unos minutos mientras yo me chaqueteaba como poseso.

Luego pararon. El Arquitecto se paró mientras el inge lo nalgueaba y se sentó en el sofá. El inge se puso frente a él y lo acomodó: le levantó las enormes piernas velludas y se acercó a besarle la vergota -¡Era enorme!- Luego se bajó a su culo y se lo empezó a trabajar. El arqui ya no aguantaba más. Si pudiera oirlo, seguro escucharía que estaba pidiendo poronga. Movía sus caderas a cada lenguetazo del inge y movía la boca. Yo estaba que ya me venía.. Luego el inge se enderezó y colocó la punta de su hermosa verga en el culo del hombrazo aquel y se la dejó ir de un solo golpe. Solo ví como el arqui echó la cabeza para atrás. Luego el inge comenzó a bombear y el arqui tenía una cara de cachondeo que daba muchas ganas. Estiró sus manos hasta las nalgas del inge y empezó a jalarlo hasta él para tenerla más adentro. Era un goloso. Se quería acabar la verga que tenía adentro ¿Y quien no con esa preciosa herramienta que se cargaba el gordo? Pero yo nunca me había atrevido nunca a agarrarle las nalgas al inge. Lo estuvo bombeando por mucho rato, y mientras se la metía le besaba las tetas. Luego se iba a su boca y seguía dándole verga en el culo. Ví como el arqui se contrajo todito y empezó a temblar. ¡El muy hijo de puta se estaba viniendo mientras le rompían el culo!. Después el inge se detuvo y se puso de pie. El arqui se metió la verga a la boca y ví como el cuerpo del inge se contrajo todito. Le dejó ir los mocos en la boca y el otro se los comió hasta dejarle la verga reluciendo de limpio. No aguanté más. Cerré los ojos y también me corrí, salpicando la pared debajo de la ventana.

Cuando abrí los ojos solo pude ver como el inge besaba al arqui en la boca y se sentaba a su lado. El otro cabrón se recostó sobre el pecho y la panza del gordo y se acariciaron. Me subí la bragueta y me fui a toda prisa.

Al otro día las reuniones fueron como siempre. Todo salió bien en la obra, y Yo me mantuve suficientemente lejos del inge Herrera esperando que él me buscara. Pero nunca pasó. Ni siquiera hizo el intento por tocarme o algo. Mis sentimientos eran muy contradictorios. Quería estar con él, pero estaba encabronado por haberlo visto cogiendo con el grandulón. Para mí no había tenido tempo y al rotillo lo había llevado al cielo.

Luego de muchos días me decidí a hablarle y saber que onda. Digo, tampoco es que fuera mi marido como para morirme de celos. Lo único que quería era que me diera una cogida de aquellas. Igual y hasta podíamos invitar al arqui. Yo estaba dispuesto a todo. No quería perderlo.

En un descuido del arqui, que se había convertido en el guardaespaldas del gordo, me acerqué y le hablé derecho.

¿Qué pasó inge?¿Cuándo se me va hacer? Dije, y él solo sonrió.

Tenemos que hablar Chencho.

Mejor cogemos ¿no?

Chencho, eso ya no va a pasar.

¿Cómo inge?¿Qué dice?

Lorenzo estoy saliendo con alguien.

Si, ya sé que se esta almorzando al grandulón, pero no soy celoso.

No, no entiendes. No volverá a pasar nada entre nosotros.

¿Por qué? No lo entiendo

Estoy enamorado y voy a vivir con Octavio.

¡No me haga eso inge! A poco ya nunca

Entiéndeme Lorenzo. Ya me cansé de vivir de mentiras. No quiero vivir en el engaño. Ya todo el mundo sabe que soy homosexual y que quiero a Octavio. Ya no me importan las apariencias. Conocí al hombre que me puede hacer feliz y no lo voy a perder.

Pero Yo lo quiero inge.

Yo sé, y bajo otra circunstancia todo estaría muy bien, pero tu vida es muy complicada. Prefieres seguir viviendo como hasta ahora y Yo no estoy dispuesto

Si Usted me lo pide Yo dejo todo. Nada me importa

No Chencho, no es lo que Yo te pida… Tu debes saber lo que es mejor para ti. Lo mejor para mi ya lo encontré.

No pues así ni que hacerle. ¿Y no podemos despedirnos como dios manda? Pregunte, rogando por un último revolcón.

Así lo estoy haciendo. Esto es lo mejor. Creeme.

Solo lo miré y me dí la vuelta. Cuando levante la mirada el Arqui estaba en la puerta. Lo había escuchado todo y me dieron ganas de partirle su madre, pero me había ganado en buena ley. Cuando pasé cerca de él quiso poner su mano en mi hombro pero me hice a un lado y con eso dí por terminada mi historia ahí.

Sigo trabajando en la empresa. Toda la compañía sabe que el inge y el grandulón son pareja, pero como respetan mucho al gordo nadie se atreve a hacer ningún comentario. Yo sigo extrañándolo, pero ya no hay remedio.

Pero bueno, la vida es dura y se equilibra sola, de tal manera que me envió un nuevo amante. Rafael tiene veintitrés años y acaba de salir de la universidad. Es un chavo que desde que llegó a la empresa se me tiró sin miramientos. Su vida es tan complicada como la mía. Tiene esposa y un hijo de meses de nacido. Me lo cojo y dejo que me la meta. Es un gran amante, pero nunca será como el inge, nunca podré olvidar la primera noche que me metió la verga, ni el día que me dijo que nunca más. Ya me dí por vencido, mis ruegos porque el arqui se muera o encuentre uno tan alto como él no serán escuchados y en honor a la verdad me da gusto ver al ingeniero Herrera feliz.