A que mi tío

Mi tío llega a vivir a mi casa y nos alegra la vida a todos.

¡A que mi tío!

Siempre me han gustado tanto los hombres como las mujeres. Desde que era niño e iba a la escuela me encantaba ver a mis compañeritos en la clase de deportes con aquellos shortcitos blancos y en cuanto podía les tocaba el culito o me frotaba con ellos. Y si el amiguito en cuestión era un poco gordito enloquecía, no importaba si era niño o niña. Crecí admirando las carnes igual masculinas que femeninas. Pero no los llenos de músculos ni curvas, si no aquellos que eran rellenos y culones.

De hecho mi primera experiencia sexual fue a los 16 años en un campamento de verano con un regiomontano hermoso que tenia una pancita peluda, un culito apretado y unas nalgas grandes y blancas. Era más alto que Yo y gordito. No saben cuanto le tuve que insistir para que me dejara meterle la verga, pero una vez que me lo cogí ya quería hacerlo en todos lados. Se envició tanto que había veces que casi me lloraba para que le rompiera su hambriento culito. Luego que acabó el campamento no lo volví a ver, pero siempre guardo buenos recuerdos hacia él.

Me llamo Humberto y tengo 22 años. Soy más bien delgado y con una facha muy normal. No tengo mucha cola ni brazos fuertes, tengo estómago de flaco y no soy guapo, pero tampoco espanto. Quizá la única virtud que tengo es que mi verga es un poco grande, aunque ni siquiera tanto, pero eso si muy gruesa y siempre dispuesta para un revolcón. No soy nada remilgoso, puedo disfrutar igual de una puchita rica que de un buen agujero. Estudio Ingeniería electromecánica y todavía vivo con mis padres porque me resulta muy cómodo, pero pronto iré a hacer una especialidad a Boston, en Norteamérica, mientras sigo con ellos, quienes no me cuestionan nada y viven con la esperanza de que algún día siente cabeza. No creo que eso pase. Pero mis viejos son buenas personas y no tengo aún necesidad de vivir solo. En mi casa tengo lo que necesito, y desde hace algún tiempo más

Durante el verano mi padre nos notificó, a mi madre y a mi, que nos visitaría el tío Ricardo, que era uno de esos tíos postizos que uno tiene en la vida. Él y mi padre se habían conocido en la universidad y desde entonces se había vuelto parte de mi familia. Mi papá lo quería mucho y nosotros también. Hacía ya algunos años que se había ido a vivir a Gómez Palacio Durango tratando de salvar su matrimonio pero la cosa no fructificó y ahora que se había divorciado de su mujer regresaría a esta ciudad y se quedaría en mi casa en lo que buscaba donde vivir.

Ricardo era un hombre de cuarenta y cinco años. Era norteño, ranchero, bragado y bigotón. Tenía cara de niño y cuerpo de oso. Era alto, gordito y muy buena gente. Todavía recuerdo como me escondía en el clóset de su cuarto para verlo cambiarse cuando lo íbamos a visitar. En él todo era fuerte. Su espalda era ancha y sus brazos y sus piernas fuertes producto del trabajo intenso, pero tenía una panza chelera que lo acompañaba a todos lados. Sus nalgas eran redondas y hermosas. Yo siempre le hacía burla diciéndole que tenía cuerpo de mariachi de pueblo, pero la verdad es que me encantaba y no entendía como se había casado con la bruja que era su mujer y había criado a los tres hijos que ella tenía de un matrimonio anterior. El tío Ricardo fue el causante de muchas chaquetas que me hice en la adolescencia, pero era tan varonil que ni por asomo pasaba por mi cabeza que él pudiera estar con otro hombre. Era todo un macho y se decía que era muy ojo alegre, que no dejaba una para comadre.

Por fin se llegó el día y mi tío llegó. Me tocó ir a recogerlo al aeropuerto y me dio mucho gusto verlo cuando asomó en la sala de llegadas nacionales. Me pareció más guapo que la última vez que lo ví, pero había en su mirada un dejo de tristeza que no le había visto antes. Supongo que le había dolido mucho la separación.

¡Mira como has crecido m’hijo! Dijo, dándome un abrazo que casi me asfixia

¿Cómo estás tío? Intente decir.

Muy bien chamaco, respondió y me puso en las manos algunas de las muchas maletas que traía.

El tío Ricardo echó andar hacia la puerta de salida y yo me quede mirando su trasero que era de quitar el aliento. Lo que sea de cada quien estaba rebueno.

¡Ya pues muchacho! ¿Te vas a quedar ahí? Dijo y nos dirigimos a la casa.

Su llegada fue una fiesta. Entre abrazos y palmotazos se saludaron él y mi papá. Luego levantó a mi madre y la besó en la mejilla. No sin antes decirle a mi viejo que cuidara a su mujer, porque ahora que andaba soltero no se iba a tentar el corazón para bajársela. Mi madre se sonrojó y todo fueron risas. La llegada de mi tío era como si llegará la navidad. Nos trajo regalos a todos y nos dijo que solo estaría unos días, que no quería dar molestias. Mi papá le dijo que esa era su casa y que se quedara cuanto quisiera. Yo estaba feliz porque el tío se iba a quedar en mi cuarto y en una de esas iba a tener la oportunidad de verlo como cuando era muchacho. De solo pensarlo mi verga se puso tan firme que tuve que sentarme para tratar de esconder mi erección.

Los días comenzaron a pasar y la presencia del tío Ricardo se volvió una feliz constante entre nosotros. Lo queríamos mucho y nos quería igual.

Una noche que regresé de la universidad encontré a mi madre sola cocinando la cena y le pregunté por los hombres. Mi madre me dijo que estaban en el sótano haciendo algo, que bajara con ellos y ya nos llamaría para cenar. Yo me dirigí al sótano y al entrar los escuché platicar. Mi padre estaba frente a él con cara de preocupación y el tío hablaba. No quise interrumpir pero la curiosidad me ganó y me quedé en la puerta para escucharlos.

Pero Ricardo, fue lo mejor que pudiste hacer.

Si, pero aun la quiero. Era la mujer de mi vida.

¡Pero te engañó!

Y crees que eso me importa…Dijo y su voz se quebró en dos

¿Cómo dices eso? No vale la pena. Ya está fuera de tu vida. Es mejor así.

No Gonzalo, no se si fue mejor. Yo hubiera hecho lo que fuera para que se quedara conmigo, dijo y se soltó a llorar como niño.

Mi padre lo abrazó y Ricardo soltó todo lo que traía adentro. Lloró y lloró. Era una escena muy fuerte ver a un hombrezote como él hecho pedazos. Se me hizo un nudo en la garganta y me dieron ganas de entrar y abrazarlos a los dos, pero me dio miedo romper el momento.

De pronto la situación tomó un giro inesperado El tío Ricardo levantó el rostro del hombro de mi padre y se quedaron mirando fijamente. El tío levantó sus manos, las puso en la cara de mi papá. Le acercó los labios y lo comenzó a besar. Le estaba besando en la boca y mi padre se dejaba hacer mientras lo abrazaba por la cintura. Le estaba comiendo la boca con una ternura que me pasmó y mi papá respondía con la misma avidez. Era la escena más difícil y más cachonda que había visto en mi vida. Mi viejo estaba besando a otro hombre y Yo me estaba poniendo caliente. Deseaba que bajara sus manos a las nalgas de mi tío y lo comenzara a sobar, que ahí mismo bajaran sus pantalones y comenzaran a coger. Pero eso no pasó.

Los dos hombrones se separaron y mi padre tomo su rostro para ver como estaba.

Te sientes mejor Ricardo.

Si Gonzalo, perdón por el exabrupto. No debí

No amigo, no tienes de que disculparte. Tu sabes que te quiero mucho.

Si, pero estamos en tu casa y arriba está tu mujer.

No pasa nada. Ella sabe que te quiero y el cariño que nos une. Además también sabe que lo que a ti y a mi nos une es algo muy fuerte.

Gracias Gonzalo. La verdad es que lo necesitaba.

Pues espero que no lo necesites muy seguido porque no estoy dispuesto a besarte cada que quieras –Dijo con una sonora carcajada-. Venga amigo, no pasa nada ni va a pasar, te quiero mucho, pero este es mi límite y lo sabes.

Vaya que si lo sé. No sabes por cuanto tiempo desee que pasara a más, pero ni modo, cuando no se puede no se puede.

Ya déjate de puterías y dime que vas estar bien

En ese momento hice ruido y entré simulando que acababa de llegar, para que no se fueran a cortar. Digo, no juzgo a mi viejo, pero como que no sería muy normal que su hijo lo encontrara al labio con otro hombre. Por otro lado, yo me había quedado muy caliente y me hubiera encantado que pasaran a más. Total, que tanto es tantito.

¿Qué pasó jefe? ¿Qué hay tío? ¿Qué hacen aquí? Pregunté.

Aquí, platicando. ¿Cómo te fue en la escuela?

Todo en orden. Ya suban que vamos a cenar, dije y nos fuimos al comedor.

Durante toda la cena me imaginé a Ricardo besando a mi padre y no se me bajó ni un minuto la calentura, así que comencé a maquinar una idea. El tío Ricardo estaba vulnerable y cachondo. Por nada del mundo podía desaprovechar la oportunidad. Ahora que ya sabía que a él también le iban los hombres tenía que meterlo en mi cama a como diera lugar. Tenía que hacer realidad todas mis fantasías y si mi papá no era quien le iba a quitar la tristeza, Yo me encargaría de eso.

Para los corazones vulnerables no hay como el alcohol, así que me encargué que los vasos de mis papás y del tío nunca estuvieran vacíos. Descorché en la mesa dos botellas y cuando se fueron a la sala me llevé otra. La plática se puso muy amena y ya que los ví suficientemente alegres les destapé otra botella y les dije que me iba a dormir porque mañana tenía clases temprano. Ellos se quedaron dando cuenta del vino y contando todas esas historias de su juventud. Subí a mi cuarto y decidí meterme a bañar. Mientras estaba en la regadera escuché a mis padres despedirse del tío y salí raudo y veloz del cuarto solo envuelto en una toalla.

Venga Humberto, ayuda a tu tío a acostarse ya está muy borracho.

Pero si tu andas igual dijo el tío con ese tono característico de los borrachos.

Si, pero Yo tengo mi vieja que me cuida mucho.

Ni modo m’hijo, me chingó, dijo el tío y me pasó el brazo por el hombro.

No te preocupes tío. Para eso me tienes a mí le dije y lo ayudé a entrar en el cuarto.

Cuando entramos los acerqué a la cama y lo senté mientras cerraba la puerta con seguro. El tío se recostó en la cama y Yo disimuladamente dejé caer la toalla quedando completamente desnudo. Me acerqué y con cuidado le quité las botas y los calcetines. Luego me levanté y lo tomé por los hombros.

Oye tío te vas a tener que incorporar para que te ayude con la camisa, le dije.

Ricardo se levantó y Yo me le puse en frente completamente desnudo, dejando al descubierto mi verga que estaba a media erección. Al tío solo se le fueron los ojos y no se movió ni un centímetro mientras Yo le desabotonaba la camisa y se la sacaba. Me di media vuelta y lo escuché respirar muy fuerte.

Acuéstate para que te saque el pantalón le dije. Solo se dejó caer sobre la cama

Y le desabroché el pantalón. Comencé a bajarle el zipper, en algo más parecido a una manoseada que a desvestirlo. El tío estaba muy erecto y su verga y huevos eran grandes. Su trusa blanca era una casa de campaña. Doblé su pantalón y lo puse junto con su camisa. Cuando volteé a verlo el tío ya se había girado dejándome ver ese par de nalgas hermosas, grandes, de hombre.

  • ¿Te saco la trusa tío? Le pregunté y solo afirmó con un movimiento de cabeza.

Deslicé mis manos por el elástico de su trusa y comencé a sobarlo mientras se la bajaba. El abrió las piernas para que le saliera el calzón y pude ver su agujero prieto y lleno de pelos. Mi verga estaba a mil. Se la quería meter ya, de un solo jalón, pero quería que me lo pidiera. Así que cuando le quité la trusa, la acomodé con su demás ropa y lo tapé. Luego fui a mi cama y me acosté esperando a ver que pasaba. Me constaba que estaba caliente el tío y con mucho morbo esperé a ver si se atrevería a algo.

¿Ya te dormiste muchacho? Preguntó luego de un rato.

No tío ¿Se te ofrece algo? Dije

Es que no quiero dormir solo. Todo me da vueltas.

¿Quieres que me pase a tu cama? Pregunté casi con inocencia.

Pos si muchacho. Vente p’aca, dijo sin voltear.

Me levanté y me acosté junto a él si moverme pero colocando mi pierna junto a sus nalgas. Sentía los pelos de su culo y el calor que desprendía. Mi verga empezó a soltar precum a placer. El hombre solo temblaba.

¿Tienes frío tío? ¿Quieres que te abrace? Solo asintió con la cabeza y me coloqué atrás de él.

Le pase el brazo sobre le hombro y coloqué mi verga en su espalda para ver su reacción. Primero se quedó muy quieto y luego, lentamente empezó a mover su cadera restregando su cola contra mi poronga. Su respiración se entrecortaba y lo empecé acariciar mientras me acercaba a su oído. Besé su oreja y le empecé a hablar.

Me gustas mucho tío. Estás muy bueno. Quisiera meterte la tranca hasta el fondo y hacerte sentir feliz. Quiero besarte todo. Tocarte. Lamerte. Quiero que te metas mi pito en la boca y te lo comas entero. Besarte el hoyo, meterte la lengua en el culito y que me pidas que te deje ir este pedazo.

El tío solo gemía. Bajé mi mano y le agarré la verga con suavidad. Era muy grande y sus huevos no cabían entre mis dedos. Él solo respingó el culo y lo frotó contra mí. Comencé a besar su espalda y su cuello mientras le acariciaba las nalgas y le tocaba el ano. Restregaba mi pecho en su espalda y mezclaba su sudor con mi saliva.

¿Te gusta tío? Preguntaba mientras él tensaba cada uno de sus músculos. Dime qué quieres y lo vas a tener. Siempre me has gustado y te puedo dar mucho gusto.

El tío solo se incorporó y se giró quedando frente a mi. Por un segundo ví en su mirada una sombra de duda que se disipó en cuanto le ofrecí mi boca. Acerqué mis labios a los suyos y con avidez metió su lengua entre ellos. Comenzó a besarme y deslizó sus manos hasta mi verga. La agarró y la empezó a acariciar.

Que buen pedazo tienes muchachito, dijo con tanta lascivia que casi me vengo ahí mismo.

Y es toda para ti. Haz lo que quieras con ella.

Quiero que me trates como si fuera tu puta, muchacho, necesito que me hagas sentir sucio.

Pues te la vas a tener que comer entera zorrita, dije jalándolo de la nuca hasta mi tranca.

Si papito, yo hago lo que tu me pidas mi rey, dijo con sumisión mientras habría su hermosa boquita para recibir mi garrote.

¡Déjate de puterías y mama!¡Pinche joto! Le respondí casi ahogándolo con mi reata.

El tío Ricardo comenzó a mamarme la verga. Primero besándola y luego comiéndose hasta donde la garganta le permitía. Abría sus labios y jalaba de mis nalgas hasta sentirla bien adentro, luego la sacaba y lamía mis huevos. Jugueteaba con ellos y hacía hasta lo imposible por chupar mi perineo, para luego regresar a mi tranca y besar la puntita hasta volvérsela a comer. Mientras tanto yo estiraba mi cuerpo hasta sus nalgas, frotaba su agujero y le metía un dedo.

  • ¿Te gusta cerdito? ¿Te gusta mi dedo en el culo?

  • ¡Aghhhh! ¡Sigue papito!¡Que rico! Decía cuando mi verga lo dejaba hablar.

  • ¿Quieres que te la meta?¿Quieres que te despedace este hoyo con la poronga que te estás comiendo marrano?.

  • ¡Si mi rey!¡Métemela ya! ¡Quiero tu pitote todo adentro!

  • ¡Y lo vas a tener puta! Pero primero me vas a tener que mamar el culo cabrón. Dije y me acosté sobre la cama.

Ricardo se colocó frente a mí si dejar de mamarme la verga y levantó mis piernas. Se agachó y empezó a besar mis piernas y luego llegó a mi ano. Lamió los pliegues de mi culo y comenzó a chupar. De repente intentaba meterme su legua, para luego volver a comerse mi reata que ya acusaba de una enorme cantidad de precum saliendo por la punta.

-¡Para puerco!¡Detente! Le dije, más para calmarme que para otra cosa.

Me levanté de la cama y lo jalé hacia a mí. Lo besé profundamente y le acaricié las nalgas peludas, pellizcándoselas y jalándolas. Luego le besé el cuello y bajé hasta sus tetillas. Solo acertó a gemir cuando mordí una de ellas.

¡Aghhhhhh! ¡Si mi rey! ¡Que rico! Decía mientras yo le estrujaba el trasero y chupaba su barbilla y cuello.

¡Sube la pierna putito! Te voy a meter los dedos en el hoyo, dije, mientras lo jalaba hacia a mi frotando mi verga con la suya y sobando su cola.

Mi tío levantó la pierna y la colocó sobre la cama acercando más su pelvis a la mía. Yo lo acaricie desde abajo pasando la palma de mi mano por sus huevos y luego por su ano. Acerqué mis dedos a su boca y los ensalivó sabiendo lo que le esperaba. Bajé mi mano y la puse entre sus nalgas mientras le zampaba dos dedos en el culito. Primero con mucha calma y luego con mucha fuerza para que entraran muy adentro, de tal forma que mientras lo dedeaba frotara su poronga con la mía. Ricardo bufaba y hablaba a mi oído mientras yo besaba su cuello..

-¡Que buenos deditos tienes papi! ¡Métemelos hasta adentro!¡Aghhhhhhhh! ¡Asi mi rey!¡Méteme otro!

  • ¡¿Te gusta cerdito?! ¿Te encanta que te metan cosas por la cola?¡Te voy a desfondar pinche puto!

  • ¡Si mi rey! ¡No pares! Decía mientras abría más las piernas para que mis dedos se acomodaran en su interior. ¡Ya papito!¡Méteme tu animalote!¡Méteme la verga en el culo por favor!

Sus palabras me pusieron tan caliente que lo aventé sobre la cama y le ordené que se pusiera en cuatro, apoyándose en la cabecera. Por primera vez ví su culo en toda su magnitud. Sus nalgas eran blancas y peludas y remataban en un agujero oscuro que se contraía como pidiendo de comer. Me arrodillé y besé sus nalgas, luego besé su culo y el tío se frunció todito. Con mis manos separé sus cachetes y puse la punta de mi lengua en la entrada de su recto. Comencé a moverla de manera circular para después intentar entrar en él. Ricardo bufaba y se abría como queriendo que lo follara con mi lengua. Con sus propias manos abría sus nalgas y luego tomaba mi cabeza y trataba de acercarme más a él. Yo lamía su culo, lo rodeaba y luego bajaba a sus huevos y metía su verga en mi boca mientras mis dedos hacían lo propio con su agujero.

¡Por favor Papito!¡Vamos!¡ya métemela! Gemía.

¡Estas de suerte puta! ¡Te voy a coger como nunca te han cogido! Dije y poniéndome de pie coloque mi verga sobre sus nalgas.

Puse mi tranca sobre su cola y el tío empezó a mover su cadera de arriba a bajo mientras mi garrote pasaba por su rayita. Luego lo detenía en su culo y le frotaba la cabeza para enseguida volverlo a pasar por sus nalgas. Él solo volteaba para verme y pedir que ya se la metiera por favor. En un instante le di una nalgada y Ricardo gimoteó pidiendo más.

Nuevamente coloqué la punta de mi verga en la entrada de su hoyito y él paró de moverse y arqueó un poco su espalda poniendo el culo en posición. Poco a poco presioné la puntita y su ano empezó a ceder. Su respiración era entrecortada y luego rápida, pero no se rajaba, ahí estaba, esforzándose por abrir el culo para que mi tranca empezara a entrar. Lentamente se la fui metiendo, y entre que yo hacía mi pelvis para adelante y el su cadera para atrás se la acomodé toda en el orto en un momento que pareció interminable. Me detuve para que se acostumbrara al grosor de mi reata y luego inicié un vaivén que fue de lento a rápido. Hasta que dilató tanto que ya entraba y salía con mucha facilidad. Le entraba completita hasta que nuestros huevos rebotaban unos con otros y se la sacaba casi por completo mientras mi querido tío pedía más y más. Luego recargaba mi pecho sobre su espalda y en un ir y venir de caderas se la metía muy adentro a la vez que le acariciaba las tetas y la besaba el cuello.

¡Dale papito!¡Métemela más por favor!¡Que rica tu verga mi rey!¡Asi!¡Dale!¡Acábate mi hoyo mi niño!

¿Te gusta puta? ¿Te gusta tener mi reata dentro?¡Cómetela toda zorra! Decía mientras hacía su cuerpo para atrás quedando casi sentado sobre mi poronga.

¡Si papi!¡No te detengas! Decía y así estuvimos por un buen rato durante el cual le metí el pito hasta el fondo.

¡Voltéate zorrita! Quiero ver que cara pones cuando te la meto, dije mientras se la sacaba para que se girara y se acostara en la cama.

Mi tío se acostó boca arriba y Yo levanté sus piernas y las puse sobre mis hombros. Puse la punta de mi verga en la entrada de su culo y de un solo arrimón se la acomodé toda dentro, mientras veía como se le torcían los ojos de puro placer.

¡Aghhhhhhhh!¡No pares papito!¡Que vergota tienes mi rey! Exclamaba mientras yo me apoyaba de sus piernas para metérsela más adentro. Luego me agaché para besarlo si dejar de bombearlo.

¿Te gusta zorrita?¿Quieres que te la saque puta?

¡No papi!¡Métemela toda!¡Soy tu puta mi rey!¡Métemela toda!

¡Pinche joto! ¡Te voy a romper ese culo glotón! Le decía mientras le mordisqueaba las tetillas.

¡Me voy a venir papito!¡Me vengo!¡Dame más verga!¡Quiero tenerla toda hasta adentro cuando me venga papito! Decía, y Yo obediente se la metí con más fuerza.

De repente todo su cuerpo se contrajo. Empezó a temblar todito y de su verga brotaron mocos en cantidades industriales. Se estaba dando una venidota y yo estaba feliz. Su culo se estaba contrayendo y me apretaba la tranca como si me la fuera arrancar. Yo seguí bombeando para estimular su próstata. No hay nada mejor que acabar a tiempo, pero Yo quería que se comiera mis mocos así que hice un gran esfuerzo esperando para que él terminara y luego con su boquita me sacara toda la carga que había guardado, que le había reservado. Una vez que dejó de echar mocos y su cuerpo paró de temblar le saqué la verga y me puse de tal modo que mi verga quedara a la altura de su boca.

¡Vas putito!¡Aquí está tu lechita para que no te duermas sin cenar! Le dije, y mi tío rápidamente atrapó con la boca mi tranca y empezó a succionar.

Empezó a meterla y a sacarla como si lo estuviera follando por la boca y luego comenzó a acariciar mis nalgas y a meter uno de sus dedos en mi culo. Eso fue demasiado para mí y empecé a escupir en su boca tal cantidad de mocos que por más que se esforzó no pudo retenerlos todos. Por fin terminé de eyacular y ví toda su cara manchada con mi semen y con un gesto de placer que daba gusto. Me acerqué hasta él y con mi lengua lo fui limpiando hasta que acabamos con un beso en el que parecía que nos queríamos comer. Nuevamente puse mi cuerpo sobre el de él y me froté. Acaricie sus tetas, sus nalgas, su culo, sus piernas. Luego caí a su lado rendido. El tío olía a semen y a alcohol y lo abracé. El respondió con un beso en la boca y recostó su cabeza sobre mi pecho.

¡Gracias niño!¡Me acabas de hacer la noche!

No me digas niño tío. Ya viste que ya no lo soy.

No Humberto ya veo que no lo eres, pero de todas maneras gracias, dijo y acarició mi flácida reata.

No tío, gracias a ti, no sabes cuantas veces me imaginé esta noche.

A que cabroncito. Y yo que ni cuenta me había dado dijo, y se acostó boca abajo. Yo me levanté y me pasé a mi cama.

Buenas noches tío.

Buenas noches muchacho.

Me quedé profundamente dormido y feliz. Al otro día salí muy temprano para la universidad dejándolo dormido. Se veía tan plácido que me acerqué y lo besé. Ni siquiera se movió.

Cuándo regresé por la noche bajé al sótano a buscar a Ricardo y a mi papá, que según mi mamá estaban echando talacha. Entré y los ví platicando muy animados. Mi tío estaba feliz como hacía mucho tiempo que no lo veía. Se veía radiante. .

-Pasa hijo. ¿Acabas de llegar?

  • Si Pá. ¿Qué pasó tío?¿Cómo estás?

  • Muy bien muchacho. Esta casa me sienta muy bien, dijo con una sonrisa en la cara que daba gusto.

  • Bueno, voy a lavarme para que vayamos a cenar, dijo mi papá y nos dejó ahí.

  • ¿Cómo amaneciste tío? Pregunté acercándome por atrás y restregándole mi verga en las nalgas.

  • Muy bien muchacho. Dormí muy rico, dijo.

-Que estás bien ya sé, dije, agarrándole la reata sobre el pantalón y acercando su culo a mi poronga.

  • Y quien no iba a estar bien con ese juguetito adentro m’hijo. El tío se giro dándome la cara.

Nos comenzamos a besar mientras yo sobaba sus nalgas y lo repegaba a mi. El tío me comía la boca como si se fuera a acabar. Luego pasé mi mano por el elástico de su pants y quise llegar al culo que tanto gusto me había dado la noche anterior.

Espérate chamaco! ¡Ahí duele! ¡¿Qué piensas que estás muy chiquito?!

Perdón ti. ¿Te duele mucho?

No m’hijo, pero con ese pitote que tienes y luego que hacía años que nada me entraba por ahí pues quedé medio adolorido.

Lo siento tío, yo no quería

¿Qué pues muchacho? No se me agüite, me duele el culo pero está todo lo demás y nos podemos divertir bien rico.

¡A que caliente me salió tío! Dije soltando una carcajada franca.

Aunque tienes la misma cara de tu madre, esa risa es la de tu papá. También en eso te pareces a él.

¿También?... Pregunté francamente intrigado. ¿En qué otra cosa me parezco?

¡Jajajajaj! Saliste curioso muchacho, comentó, y solo me guiñó el ojo. Vamos a cenar dijo, mientras me agarraba la reata y se encaminaba hacia las escaleras para subir a cenar.

El tío me ha dado muchas noches de gusto y me salió muy creativo y caliente. En mi casa tengo todo lo que necesito.