A punto de casarme por tercera vez
Faltaban dos semanas para casarme y el que iba a ser mi marido decidió darme una despedida. ¿A mi? Con casi cuarenta años creía que eso ya no se llevaba ...
Igual suena un poco extraño, pero el caso es que mi despedida de soltera la organizó mi futuro marido. Me casaba por tercera vez y pensaba que eso de las despedidas, ya se había acabado. Al menos para mí. Estaba a dos semanas de cumplir los cuarenta.
Recuerdo como Diego, mi futuro marido, me invitó a cenar. Me pidió que me pusiera guapa, sugerente. Le dije que accedía gustosa a sus indicaciones, porque con él me había sentido como con nadie, y cualquier cosa que me pidiera, para mi era un placer poder concedérselo.
Me vestí para la ocasión, con una faldita corta y una blusa de seda, para que marcara las tetas. A pesar de que no hacia frió todavía, me puse unas medias de lycra, sin liguero. En esta ocasión para darle algo de morbo a la cena, no me puse bragas.
Después de cenar, me llevo a tomar unas copas. Estuvimos en diferentes sitios. Todos muy tranquilos. Con el alcohol, empecé a ponerme cariñosa. Le pregunté cuando iba a ser mi despedida y cómo. Se sonrió maliciosamente. Solo dijo que mañana. Que me gustaría.
Durante toda la velada, no podía más que pensar en lo que me esperaría al día siguiente. Me tenía en ascuas. ¿Cómo lo habría preparado él solo? Ninguna de mis amigas me había contado nada al respecto. La cara de malo que puso al decirlo, solo aumentaba el deseo. Entre esto y las copas, me estaba poniendo más cachonda que una perra en celo.
Al llegar a casa, nos besamos en el portal. Yo no podía aguantar más. Quería que me follara allí mismo. Mis pezones se habían puesto duros y el coño me palpitaba nada mas pensar en todas las guarradas que le iba a hacer a mi "maridito" al llegar a casa.
De pronto, se paró. Me miro. Me beso. Y me dijo: "Cariño, sube a casa que ahora te alcanzo. Me he dejado el tabaco en el coche". Al llegar a casa, pasadas las doce (por tanto, ya, Sábado) me encontré con la sorpresa mas grande de mi vida.
En el comedor de nuestra casa había cinco tíos esperándome. ¿Esta es mi despedida de soltera?, pensé. Todos estos tíos, habían sido antes que Diego, novios míos. El muy carbón. ¿Cómo pudo acaso imaginar que aquello era lo que realmente quería de despedida?
Estaban Juan, Lucas, Jorge, Antonio y Pablo. No faltaba ninguno. Todos estaban, ya, un poco tocados por el abuso de cerveza. Juan fue el primero en acercarse. Me dio un morreo y al instante me susurraba al oído: "verás que bien lo as a pasar zorrita " "tu marido es un golfo y te ha preparado todo un festival para ti solita ".
Uno a uno fueron acercándose. De pronto me vi cubierta por un montón de manos, que recorrían todos los huecos de mi cuerpo. Me desnudaron, tirando de mi ropa, rompiendo todos los botones de la camisa. La falda me la arrancaron, dejándola para el arrastre. Sin darme ni cuenta, tenia la polla de Pablo frente a mi cara, mientras mi coño, notaba el restregar de algo durísimo y largo. Sin duda, era la de Jorge. Me habían puesto a cuatro patas.
Tras el primer impacto, con mi cara todavía de incredulidad, tras sopesar durante un instante lo que me esperaba, no dude en lanzarme a aquella aventura. Al fin y al cabo era mi despedida.
Agarré el cipote de Pablo y me lo metí en la boca de un golpe. Empecé a chupárselo con fuerza. Como si me fuera la vida en ello. Al ver aquello, los demás se pusieron combativos. Los mire, con mi boca llena de la polla de Pablo y les hice un gesto para que se fueran intercambiando. Se las chupé con la misma ansia a todos ellos.
Jorge, por su parte, había comenzado a introducir la punta de su rabo en el coño. Después de unos vaivenes, me la metió hasta los huevos. Casi me corro del gusto.
Lucas se dedicaba a chupar mis pezones, mientras decía que no recordaba lo duros que se me ponían. Antonio se sentó en el sofá y empezó a meneársela. Cuando la tuvo enorme, me dijo: ¿Quieres volver a correrte como antaño, marrana? No le dije nada. Me incorporé. Me fui hacia el. Le cogi la polla con dos dedos, me la acerque a la raja y de un golpe, me la clave hasta lo mas hondo. Lo follaba como si fuera una yegua salvaje. Cabalgaba sobre su duro miembro.
De pronto paró. Juan se lo había pedido. Me toco el culo, metió dos dedos dentro de mi ano. Estaba haciendo hueco. Luego, con la polla de Antonio en mi coño, puso la punta de la suya en el agujero del culo y suavemente la fue introduciendo, hasta que no llego mas. Tenía dos pollas a la vez dentro de mi cuerpo.
Dos que fueron tres de inmediato, porque Lucas se acercó por el lado y me la ofreció cual caramelo de Dioses. No pude nada más que entreabrir los labios. Se dedico a follarme la boca de forma violenta. "Dios, qué gusto". Follada por tres sementales a la vez. No recuerdo las veces que me corrí.
Estuvieron más de cuarenta minutos follándome por todos los sitios. Cada uno de los cinco había probado mis agujeros por lo menos dos veces cada uno. Cuando estaba, ya, cansada, casi sin respiración, les pedí que se corrieran encima de mí.
La vista era espectacular. Cinco pollas delante de mi cara a punto de explotar. Juan se corrió el primero. Me lleno toda la cara. Luego Lucas, que prefirió llenar mi boca con su leche. Le siguió Jorge que parecía tener una fuente. Su semen me cubrió todo el rostro. Pablo no se quedo atrás, llenando toda mi cara. Antonio fue el último. Se movía como un poseso mientras me insultaba; hasta que no pudo aguantar mas, descargando su rica miel en mi frente.
Se vistieron entre risas, rogando que les invitara para la siguiente. Pasados diez minutos llegó Diego. No me había lavado. Quería que me viera recubierta de semen de cinco tíos. Al preguntarme si lo había pasado bien, le dije que sí. Como una autentica puta. Porque realmente así es como me sentía.
Sugirió que hiciéramos el amos, a lo que no le puso ningún reparo, pero le advertí, que ya que me había convertido en puta, como tal me iba a portar y como tal tenia que tratarme. Para empezar si quería follar, debería darme por adelantado CIEN MIL PESETAS. Ahora el incrédulo era él.
Deciros, que no llegamos a casarnos. No supo soportar tener que pagar por dejarme follar. En fin hombres. Besos, chicos/as.