A propósito de Kevin (prólogo)

Antes que nada, conocemos algunos detalles de la familia Lane. Y del propio Kevin.

—Debiste haberlo visto mamá —dijo Nathan, —¡fue increíble! Estaba por recibir la paliza de mi vida cuando escuche gritar a Kevin: "alto". Todos se pararon y se abrió paso entre los demás para hablar con los tres chicos que tenía frente a mí. Mientras estaba en el suelo, lo vi cruzar un par de palabras con ellos, me miraron y se fueron molestos, la gente a mi alrededor comenzo a dispersarse y Kevin me tendió la mano para levantarme —. Diane escuchó decir a su hijo con tanto entusiasmo que le fue imposible contagiarse. Le gustaban este tipo de momentos, poder comer en familia.

—Me hubiese gustado más que te las hubieras arreglado por ti mismo, pero se agradece la ayuda de Kevin —dijo Mark, el padre de Nathan.

—Papá, eran tres —se defendió éste a lo que su padre con un gesto de manos aceptaba su falta de tacto. "Era típico de Mark" pensó Diane quién volvía a comer bocado. Al igual que ella buscaba lo mejor para su hijo, pero sentía que a veces le presionaba a ser algo que no era.

Entre tanto, Ashley se la había pasado comiendo sin inmutarse demostrando lo poco que le importaba la historia de su hermano, sólo hacer lo que debía para internarse en su habitación y mensajearse con Erika, parecía ser su única filosofía. A pesar de eso, Diane sonrió, era agradable que su hijo finalmente tuviera un amigo. Uno que incluso estaba dispuesto a dar la cara por él aún en desventaja.

Nathan nunca fue de amigos, no se le daba, en su anterior domicilio eran conocidos qué sentía, sólo le hablaban por hablar y por qué no, por verle a ella más que nada. Aún así los aceptaba en su casa y dejaba que jugaran con los videojuegos de él muchas veces a expensas de su propia diversión. No lo entendía, era amable, bien portado, lindo… Pero aunque siguiera enumerando la lista de adjetivos sabía que lo hacía desde la perspectiva de madre, así que no contaba mucho.

Cuando su esposo le dijo sobre una oportunidad de gerencia en otra filial de su empresa, esto supuso un cambio de aires para todos y mejores oportunidades, aunque eso requería hacer un par de sacrificios. Más allá del cambio de escuelas ella tuvo que renunciar a su empleo de abogada en el bufete y apenas buscó oportunidades sin encontrar una respuesta concisa, tuvo que aceptar que a raíz de que tardaría en liberarse alguna vacante tendría que fungir como una simple ama de casa algún tiempo. Mismo que se había extendido a casi un año.

Nathan lidio con el hecho de cambiar de escuela a medio curso. Eso le obligó a lidiar en los primeros meses con la sensación de tratarse de un paria. Desde ese momento y por la cara larga que dibujaba al llegar, se presentía la presencia de algunos bullies pisandole los talones. Su miedo a que Mark se enterara al ser cierto le obligó a callarse la pregunta. Sabía lo que seguía, su padre dándole un discurso sobre lo que era ser hombre y obligándolo a enfrentarles. Además de que quería darle el espacio necesario para abrirse a ella. No fue si no hasta hacía un mes y medio, que comenzó a escucharlo hablar de Kevin.

Lo primero que supo es que había sido obligado a repetir año porque estuvo un lapso de 8 meses en coma a raíz de que un rayo le cayera encima. Sin más se despertó, y después de un mes más entre revisiones para cerciorarse de las posibles secuelas y cómo tratarlas, fue dado de alta. Al principio lo vio batallar porque algunos pasaban el rumor de que había quedado loco, y aunque lo tenía sentado junto a él no se atrevía a hablarle por miedo a que el rumor le alcanzara, suficiente estigma era para él ser el nuevo de la clase como para cargar con otra etiqueta a cuestas. Poco a poco, los rumores se fueron apagando y las personas a su alrededor cambiaron para con él.

La primera vez que Kevin le habló fue para socorrerle en una prueba ya que lo veía batallar. Aunque Diane no aprobaba que se aprovechará de la breve ausencia de la profesora para sacar provecho, se alegró que su estadía ya no fuera tan solitaria. Poco a poco comenzó a ver ciertos cambios en su hijo, aunque no era tonto, solía ser algo distraído y le daba pereza el solo abrir un libro. Comenzó a preocuparse por sus calificaciones ya que Kevin le dijo que a raíz del accidente comenzó a tener una perspectiva diferente de su vida, sobre darle importancia a lo que en verdad lo tenía, que antes los videojuegos eran su único estímulo sin darle oportunidad de darse tiempo para tener amigos verdaderos. Qué no se esperara hasta estar en cama, para así reaccionar sobre lo que su futuro podría ofrecerle.

Dicha reflexión le pareció muy madura, y estuvo de acuerdo con el modo de actuar que el chico practicaba según palabras de su hijo, pues a veces lo veía a hablar con sus maestras como si fuera un amigo íntimo sin miedo a tener represalias por parte de su compañeros, que ahora leía más y los videojuegos habían terminado en el ático. Kevin estaba resultando en una muy buena influencia para su hijo.

Comenzó a escucharse el roce de los tenedores con los platos dando por terminada la comida, y al notar el presunto escape de los presentes en especial de Ashley —un momento señorita, creo que usted tiene un par de tareas pendientes.

—Mamá —dijo ésta.

—Nada de mamá, tu hermano cubrió tu turno el día de ayer, así que hoy te toca cubrirlo —Ashley dio un resoplo de resignación, y comenzó a levantar los platos para ayudarle a su madre a lavarlos.

—Bueno, yo voy a ponerme algo más cómodo y cotejar algunos algunos precios en mi despacho —dijo Mark quien aun llevaba su ropa formal de trabajo, pues había llegado justo en el momento de que se servía la comida, y, debido a las pocas veces que tenía la oportunidad de hacerlo debido a sus nuevas responsabilidades de gerente, no lo pensó dos veces. Se acercó a Diane y le dio un beso.

—Claro amor —dijo ella, tomando el resto de platos sobre la mesa.

—Yo jugaré un poco —dijo Nathan y al sentir el acecho de una mirada de desaprobación por parte de su madre, —sólo un poco, y después iré a terminar mi tarea —. Su madre aceptó el trato y lo dejó partir con una sonrisa de consentimiento.

Diane pasó a la cocina con el sonido del grifo abierto y unos platos haciendo fricción —ves que nada te costaba —colocó el resto de platos en el lavabo sin recibir respuesta. No es que estuviera enojada, así era siempre.

Para Ashley el cambio de domicilio no implicaba mucho, incluso fue una mejora pues casualmente la universidad quedaba a menos tiempo de distancia. Quizás su relación con Erika se veía estancada, pero muy poco, ya que era tan común verla conversando con ella a través del celular o tomando videollamadas por las noches. De cualquier forma, en la universidad se veían con la misma frecuencia.

La miró ahí, lavando los trastes. A sus 19 años muchos decían que era su viva imagen pero en la mitad de algunas medidas. Con su 1.65 de estatura rondando los 56 kg, una copa 32c la cual era muy llamativa a la vista, 32 de jeans o leggings según fuera la ocasión. Aunque en casa acostumbraba los shorts. La había tenido tan joven. Quizás su falta de presencia en ella había hecho meollo en su actitud. Rodeada de pretendientes (con un solo objetivo) nunca se daba por enterada y se malentendia su falta de expresión con arrogancia, su falta de tacto con desprecio… ella vivía en su burbuja y pensaba que mientras lo hiciera no hacía daño a nadie, pero sin querer lo hacía. Por su puesto era inteligente, no por nada junto a Erika siempre quedaba en el top 3 de aprovechamiento.

Pareciera que fue ayer cuando se enteró de su embarazo. Sus padres le dieron el sermón de su vida, y su temor a la reacción de Mark se vio infundada cuando este se paseó por la calle contándoles a todos de su embarazo, con una sonrisa de codo a codo. Su posición económica le granjeó la calma de su padres, al mes se casaron y con la ayuda de sus padres y suegros para el cuidado de su nieta terminó la carrera en derecho. Y casi a modo de celebración se anunciaba la llegada de Nathan. Consiguió una vacante en un importante bufete por recomendación de su suegro, con lo cual se instalaron en una bonita casa en los suburbios. Los primeros años de Ashley fueron prácticamente al cuidado de sus abuelos, por ello era que quizás resultaba tan distante la relación entre ellas. No así con su hijo, con el que siempre casi cualquier detalle era motivo de conversación. El último plato fue puesto a secar.

—Listo —puso las manos en la cintura —¿algo más?

—Con eso es suficiente.

—Bien, me lavo los dientes y después a mi habitación —la vio irse con ese meneo de caderas que no sabía si era casual o pura coquetería de su parte. Vaya dolor de cabeza qué ha de ser para los hombres a su alrededor pensó orgullosa de ella.

Mark escupió por última vez en el lavabo. Dejó el cepillo en su lugar y pasó a quitarse la playera para cerciorarse de su figura, "tal vez haga falta un poco de ejercicio" pensó, su metabolismo le había servido de respaldo durante un tiempo pero la edad y la falta de tiempo comenzaba a desdibujar los presuntos cuadros de su abdomen. No era que tuviera que preocuparse por quedar bien con su esposa, ella lo amaba, lo sabía por que de no hacerlo hubiera antepuesto su trabajo y algunas excusas detrás de sus hijos para negarle la oportunidad de su vida. Y aquí estaba, con más trabajo, menos tiempo para su familia y sí mismo, pero con la certeza de que en su retiro podrían envejecer juntos y sus hijos con la vida resuelta, hablando económicamente. No era de barba y prefería el cabello corto. Con 36 encima su rostro aún no denotaba el paso del tiempo y sus ojos color avellana aún robaban uno que otro suspiro entre las mujeres que acostumbraba tratar.

Se escuchó el toque en la puerta —voy —salió y su hija estaba a la espera. Le sonrió y se abrió camino rumbo a su oficina. Sus hijos, habían resultado toda una bendición. Nada problemáticos. Su hija aunque era muy seria no le conocía cambio de novios cuál calzones, o drogas como entretenimiento. Su hijo quizás fuera algo indisciplinado pero había comenzado levantar el vuelo por causa de Kevin.

Kevin, uno pensaría que su hijo sería popular del modo en que lo fue él pero resultó todo lo contrario. "Uno creería que no son nuestros hijos" era el comentario de Diane en referencia a que ambos eran todo lo contrario a lo que algún día fueron ellos. En su oficina, se sentó con un poco de pereza y encendió la computadora.

Apenas se estaba cargando el menú del juego cuando su celular anunció un mensaje —"¿qué estás haciendo? " —era Kevin.

—"Voy a comenzar una partida. Ya sabes para prender el cerebro 😋"

—"Suena bien, tal vez lo haga también, me vendría excelente un poco de diversión"

—"¿Diversión? 😂 Para ti, diversión es leer un libro de 200 páginas. Apuesto a que estabas leyendo uno"

—" Me atrapaste. En fin, seguiré leyendo. Sigue jugando, acuérdate de no morir"

—"Gracias por el consejo, no se me hubiera ocurrido 🤔" —sonrió y mientras daba play a una nueva partida, tomó el celular y mandó un último mensaje a su amigo —"y una vez más:gracias, me salvaste la vida"

—"Para eso son los amigos" —Nathan leyó y no pudo evitar sentirse orgulloso de efectivamente tener un amigo. Un amigo de verdad.

Diane se había puesto su ropa de yoga para practicar algunos estiramientos en el patio. El sol comenzaba a caer, y el piso de madera colocado especialmente para eso estaba cubierto por la sombra de un árbol. Pasó por la habitación de su hija con un letrero colgado de "no molestar", escuchó los balazos provenientes de la sala y vio la puerta entreabierta de la oficina de su marido alcanzando a denotar el aburrimiento en los gestos de su cuerpo.

Corrió la puerta y tendió una colchoneta para comenzar con sus estiramientos.

91-63-89, mejores medidas no podría haber conseguido. La ropa se le ajustaba como si de una segunda piel se tratase. Sus pechos acostumbrados a un bra de 36d y a pesar de sus 36 años se mantenían firmes, turgentes. No sabía si agradecerle a su embarazo temprano, pero también fue que supo capitalizar su situación, y tan pronto se levantó de la cama (así también en su segundo embarazo) buscó con ejercicios y dietas estilizar su figura. Le fascinaba su cuerpo y sumado al que era una persona extrovertida, acostumbraba presumir su cuerpo según la ocasión.

Nunca al nivel de una exhibicionista porque como abogada sabía que eso se podría prestar a malos entendidos. Pero ya fuera en el bufete o alguna celebración siempre sabía lucir un escote para beneplácito propio y de extraños. Muchas veces recibió propuestas las cuales nunca tuvo necesidad de considerar. Amaba a su marido, no sabía si era el mejor en la cama y no le importaba averiguarlo. Disfrutaba cada momento con él, su trasero firme y con forma de manzana, siempre dejaba con la boca abierta a alguno y alguna fractura de cuello en su búsqueda por seguirlo. En casa vestía ropa holgada y solo cuando iba al gym o practicaba yoga acostumbraba ropa deportiva. Por eso prefería ir a gimnasios exclusivos de mujeres, no es que no disfrutara de la atención, pero no quería alimentar ideas en la cabeza de su marido, el cual nunca se sintió celoso, al contrario si alguna vez sospechaba siquiera de alguna mirada sobre ella aprovechaba para demostrar que era de él y sólo para él. Le encantaba la manera en que este se le quedaba mirando a sus ojos color castaño marrón y esas pocas veces en que enrollaba su largo cabello negro para indicarle el vaivén de sus movimientos previos al orgasmo. Se amaban. Tenían la familia perfecta. Una casa en los suburbios con las habitaciones y espacios necesarios. Una piscina en la parte izquierda con tumbonas donde tomar el sol, en la derecha su zona de yoga con césped recortado. La habitación principal tenía un balcón prominente y cada uno tenía su auto del año en la cochera, con espacio para los que pronto tendrían sus hijos según se diera la ocasión.

El cambio le había venido bien a pesar de todo, y que su hijo tuviera un mejor amigo era la cereza del pastel. Después de algunos ejercicios, de pie con las manos en la cintura, sintió el bulto de su esposo en su trasero —¿en qué piensas? —le dijo tomándola de la cintura.

—En Kevin.

—¿En Kevin? —dijo sorprendido mientras ésta se volteaba.

—Bueno, no exactamente. En lo bueno que él sea amigo de nuestro hijo.

—A propósito de eso. Me extraña que aún no lo haya traído a casa.

—Tal vez no se haya dado la ocasión —colocó sus manos sobre los hombros de su marido.

—O aún conserva el mar sabor de boca de sus antiguas "amistades". Además de que tu siempre te mostrabas reacia a qué nos visitarán.

—Tu sabes por que. Al final solo lo hacían por los beneficios.

—Uno de ellos era ver a una milf en su máximo explendor. Hasta yo lo hubiera hecho.

—Cállate. Qué a veces me hacían sentir incómoda.

—¿Qué? La mirada de esos jóvenes pubertos intentando grabar cada detalle de tu cuerpo para cascarsela en tu nombre. No mientas, eso te gustaba, siempre te ha gustado.

—Solo un poco, además tú eras el más beneficiado.

—Y seguiré siéndolo.

—Y seguirás siéndolo —lo atrajo con sus manos para darle un beso y dejarse sobar el trasero —nunca entenderé por que eso te pone. Pero me encanta que seas así, que no seas celoso.

-No tengo por qué. Te amo, y sé que me amas. Además ni loco lo llevo a otros extremos. Tendría que estar loco. Y ya estoy loco por ti. Pero a propósito de Kevin. Tal vez ya sea tiempo de conocer al susodicho. ¿Qué tal en dos días? Me haré un espacio para venir a comer y estar presente.

—¿Para asegurarte de que realmente es una buena influencia o solo para calentarte?

—Para las dos cosas. Aunque para lo segundo no necesito muchas razones. Con esta mujer que tengo me pongo las 24 horas. Vente —le tomó de la mano —vamos a decirle y después a hacer algunos estiramientos juntos —ésta se dejó llevar entendiendo la referencia con una sonrisa.

—¡Nathan! —escuchó la voz de su madre, asumiendo que era para indicarle que estudiará, volteo a verle y estaba con su padre tomada de la mano.

—¿Qué pasa mamá? —dejó de prestar atención al juego.

—Tu padre y yo estábamos pensando, ya qué tu amigo te salvó la vida, según tus palabras. ¿Por qué no lo invitas a comer este viernes? Y así aprovechamos para conocerlo —Diane lo miró dudando en la respuesta.

—Está bien —dijo —yo le digo mañana si tiene tiempo y en la tarde te confirmo. Su madre sonrió y en la media vuelta le dijo.

—Pregúntale si le gustaría algo en particular, o si es alérgico a algo.

—Si mamá, yo lo haré —la vio irse y devolvió su atención al juego para confirmar que ya lo habían matado. Tal vez ya era hora de hacer sus tareas. Pero antes, tomó su celular y comenzó a escribir —"hey Kevin ¿te gustaría venir a comer a mi casa el viernes?. Mis padres quieren conocerte" —envío el mensaje enseguida y comenzó escribir otro —"diablos, eso se escuchó muy raro" —y lo envío.

—"Mucho, pero aún así te acepto la invitación. Mientras tanto, creo que tengo algo de sueño, me voy a dormir"

—"Enterado, nos vemos mañana" —a pesar de la hora, no le sonó extraño que este se fuera a dormir. Kevin le había dicho que una de las secuelas del accidente era el cansancio extra, lo cual era extraño, pero no había mucho por hacer. Apagó el juego y se fue a estudiar.

Sin percatarse en el camino a su habitación, se desconectó de su mente y de manera automática, de la galería de su celular envió al número de Kevin un video de apenas unos segundos. Lo borró y prosiguió su camino.

Algunas cuadras más adelante, en la habitación de Kevin. La computadora de su escritorio se estaba apagando, éste se había acostado, a su izquierda estaba un libro y a su derecha su celular el cual vibró, lo tomó y abrió el video que le llegó. Era la madre de Nathan, llevaba un top y unos pantalones rosa que se ajustaban perfectamente a su piel dejando poco a la imaginación. Se estaba estirando y la toma era de su parte trasera. Se cortó un par de segundos después y lo agregó a su galería, donde algunos similares se encontraban. Dejó su celular de nuevo en la cama y comenzó a reflexionar:

—Estar al borde de la muerte te cambia la vida. Eso y un empujoncito. Saber que tu mente no es la misma y que con un poco de práctica las personas pueden llegar a pensar lo que tú quieras y actuar como tu prefieras. Pero necesitas disciplina y hacerlo con cautela. Porque como alguien sabio dijo "un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Lo último que quieres es dejar frito el cerebro de tu supuesto mejor amigo, no, no soy tan cruel. Yo también fui un paria al que se acercaban solo si necesitaban algo y después se te descartaba cual si fueras basura. Poco queda del que alguna vez fui, los espacios que ocupaban mis videojuegos ahora lo hacen libros, de los posters solo quedan cenizas, de la galería porno casi infinita ahora hay algunos cuantos videos mucho más realistas. Podría intentar irme a los extremos y tratar de conquistar el mundo pero no, soy un tipo muy sencillo. Si mi cerebro va un poco más allá, las horas que pasaba pendiente de cada capítulo o estreno las he usado para llenarlo de conocimiento. Si he de usar este poder será solo para una cosa, conseguir a la chica ideal, y unas cuantas aventuras por ahí. Qué esperaban, soy un chico en pleno estallido de sus hormonas, un chico que por su obesidad y rostro no muy agraciado nunca pudo ni en sus sueños más húmedos llegar a creer que podría conseguir a su chica ideal. Y hoy, hoy puedo comenzar a creerlo, no cualquier chica, una auténtica milf, la que fuera mi último recuerdo al aceptar mi supuesta muerte. Fue una señal, casualidad, no se, pero la madre de mi mejor amigo será mía, lenta y placenteramente. No necesito apresurarme, quiero disfrutar de su enamoramiento, de la envidia de su hija previo a la inclusión en nuestros juegos, de la entrega de su esposo en su compromiso por alcahuetar nuestra relación. Y su hijo, no tendrá que hacer nada, solo alegrarse por tener un verdadero amigo, uno que siempre estará ahí para protegerlo, ayudarlo y cogerse a su madre…

¿Estoy siendo cruel? No lo sé, a lo mejor, si me acuerdo he de reflexionar sobre ello mañana. Por ahora necesito recuperar energías, porque en dos días comienza el paso… —Ésas fueron sus últimos pensamientos antes de quedarse dormido.

La noche había caído y afuera, bajo una lámpara se veía una sombra, pero no había un cuerpo que le respaldara —creo que necesitarás un poco más de poder. Has demostrado prudencia y voluntad, una puerta más será suficiente —fueron sus palabras antes de que su sombra se desvaneciera.

Kevin no lo sabía, pero ahora era un poco más poderoso.

Nota: no me considero muy bueno describiendo personas y cuerpos. Así que les diré que mis bases fueron para Diane y Ashley, las actrices porno Annisa Kate y Dillion Harper, respectivamente.