A piñón fijo (6)

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo, y la segunda, no me acuerdo.” Woody Allen. Relato en 25 trozos.

A PIÑÓN FIJO

(6-25)

ESCRITA POR:  SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

. - adelante, preciosa.

. - como en casa no sabrán lo que hagamos, porque así lo hemos prometido todos, quiero pedir algo que he deseado desde hace mucho tiempo.

. - ¿qué es ello, Mabel? –pregunté-.

. - perder la virginidad.

. - pero niña, ¿qué dices, insensata? –dijeron casi al unísono las dos mujeres mayores, Silvia y Filipa-.

. - señoras, por favor. Hemos hecho un pacto y se cumplirá. Nadie divulgará sus deseos, sean los que sean.

. - ¿y quién se iba a acostar con una gorda como una vaca como tú? –dijo Gabriela asqueada-.

. - para gustos los colores –respondió ella muy ufana- ¿a quién le gusta las carnes y no el cuero seco como el tuyo?

. - chicas, chicas, haya paz. Nada que oponer, Mabel, pero cada cosa en su momento. Ahora voy con la propuesta a Silvia.

La susodicha se removió en su asiento otra vez.

. - Silvia, has dicho que no tenemos apenas alimentos y menos agua. ¿No es verdad?

. - así es y si vas por donde yo me sé, ni lo sueñes, Salvador.

. - pues por ahí voy.

. - ¿de qué habláis? –Dijo Filipa-.

. - hablo de que Silvia dejó un hijo en casa que amamantaba cada día en el instituto y su leche ahora nos vendrá de perlas para sobrevivir.

. - pero eso debería ser ofrecido por ella sin que sea obligada a hacerlo -dijo la señora Filipa-.

. - ¿acaso usted también está con leche materna en sus pechos?

. - ¿yo?, que va…

. - mamá, no mientas –dijo Sebastián, hablando por primera vez-.

. - hijo, por una vez que abres la boca, metes la pata.

. - pero mamá. No hay derecho que todos arrimen el hombro y tú no lo hagas teniendo leche que mi hermano no podrá tomarse. Sería desperdiciarla.

. - su hijo tiene razón, señora. Yo creí que solo Gabriela era egoísta con el agua, pero usted no se queda atrás.

. - no me podéis obligar a daros de mamar. No está bien.

. - lo que está bien o está mal, lo hemos dejado en casa. Ahora se trata de sobrevivir. Por eso hemos hecho el pacto de no divulgar nada de lo que hagamos estando en peligro. Y esto va para las dos señoras. Al igual que yo repartiré mi comida con todos, vosotras dos haréis lo mismo con vuestra leche y no hay nada que discutir. Esas son mis órdenes.

. - esto es una dictadura, Salvador –dijo Silvia-.

. - no sé lo que es, pero más de uno ya quisiera vivir como se vivía con Franco y no con estos políticos tan corruptos que tenemos. Así que dictadura o no, habrá que tomar por el camino de en medio y tratar de salvarnos a toda costa. Si no recuerdo mal, hace años en el mar caribe una embarcación como ésta se salvó porque una de las mujeres se ofreció a amamantar al resto de náufragos. Salió en las noticias y fue muy positivo para la mujer salvadora. Así que no sean egoístas, por favor.

. - visto de esa manera… -dijo Filipa- de acuerdo, pero no solo Silvia y yo vamos a alimentaros.

. - ¿a qué te refieres, mamá?

. - no sé cómo decirlo, me parece muy fuerte, pero es necesario, qué coño –dijo ella liándose la manta a la cabeza- quiero que los chicos nos alimenten a las dos a base de leche de pene y de vagina-.

. - la madre que la parió –soltó Rubén riendo- me apunto a eso-.

. - mamá, pero ¿qué dices?

. - estoy con Filipa. Si queréis nuestra leche, danos las vuestras. Si no, me niego en redondo a daros de mamar–dijo Silvia-.

Rubén aplaudía como un loco y se reía como tal.

. - vivan Silvia y Filipa. Ni en mis mejores sueños pornográficos hubiera soñado algo parecido –dijo levantándose y bajándose los pantalones-.

. – para, Rubén, vuelve a subirte los pantalones. No seas capullo. Antes hay que aprobar la enmienda presentada por las dos damas.

Sin subirse los pantalones, Rubén levantó la mano.

. - yo voto que sí –dijo el capullo riendo, Pepe, su correligionario le secundó-.

Yo también levanté el brazo. Jorge también. Luego y riendo, Mabel también lo hizo. Después y todo rojo, Sebas, lo levantó. Las tres chicas se miraron abochornadas. Al final una a una también levantaron el brazo, qué remedio.

. - queda aprobada la enmienda a la totalidad. Pero cuidad de que la barcaza no se desestabilice y nos vayamos al fondo del mar. Rubén, aún quedan dos horas para comer. Espera y no tengas prisa porque te la mamen. Solo una pregunta final, ¿alguien es menor de edad en esta barca?, que levante la mano quien lo sea -dije mirando al grupo-.

Nadie levantó la mano.

. - vale, daré por sentado que no hay nadie.

Un Jorge dubitativo levantó la mano.

. - ¿sí, Jorge?

. - ¿qué pasa si yo deseo darle mi leche a otra persona también?

. - mientras tengas leche que entregar a las dos damas en el momento del reparto, puedes hacértelo con quien quieras. ¿No es así, Silvia, Filipa?

Las dos asintieron, sonriendo

. - pues ya está. Ya se irán añadiendo más normas sobre el terreno. Ahora descansemos hasta la comida.

El silencio se impuso. Aquello iba a ser como Sodoma y Gomorra como dijeran los abuelos de Alicia y qué coño, no me disgustaba en absoluto. Mabel estaba al otro lado de la barcaza y se abrió de piernas, sonriendo. No llevaba bragas la muy puta. Sí que estaba caliente la muy jodida. Le guiñé un ojo y le sonreí. Ella se levantó y la barcaza se tambaleaba con cada paso.

. - detente, Mabel -dije-.

Ella se detuvo, agarrándose de un lado.

. - nueva norma, chicos. No podemos estar pasando de un lado a otro de la barcaza, pues se desnivelaría y zozobraríamos. Que Silvia y Filipa vayan a cada una de las esquinas y el resto nos repartamos con ellas. Será lo mejor de momento. Hacedlo con cuidado.

El grupo se movió y no hubo percances. Filipa, su hijo Sebas, Jorge, Mabel y yo juntos y el resto, Silvia, Rubén, Pepe, Gabriela, Roseta y Carlota en el otro lado. Usaría a Jorge, por ser el menos pesado de todos los chicos, para traer la comida que nos correspondía de manos de Silvia. Mabel se sentó junto a mí. Pegada, muy pegada. Sin pedir permiso, me besó en la cara. Me giré y sonriendo, la besé a ella a mi vez en su boca.

El pecho de Mabel se hinchó hasta casi romper los botones que protegían su pechamen. Jorge se puso un poco celoso y se pegó a mí también. No quería alejarlo de mí y le puse el brazo por encima y acerqué su boca a la mía. Nos besamos como dos enamorados que éramos.

. - vaya, Salvador. Te gusta el mariconeo también. Veo que juegas a dos bandas –dijo el capullo de Rubén desde el otro lado mientras le tenía metida la mano bajo la falda a Gabriela-.

Por respuesta volví a comerme la boca de Jorge y después volví a comerme la boca de Mabel. Estiré las piernas y puse a ambos sobre mi pecho y cerré los ojos para descansar un poco. Mabel puso su mano sobre mi polla y Jorge se la quitó de allí.  Les hice girar la cabeza a los dos y les hablé bajo.

. - no pelearos, tengo para los dos -y les di un beso a cada uno en la frente. Luego volví a cerrar los ojos-.

Fui despertado con un beso en los morros por la gordita caliente.

. - hora de comer y dar de comer, Salvador.

Sonreí. Vi que Jorge traía algo de comida. Era una de mis latas de melocotón. La compartiría con los demás de mí alrededor. Jorge trajo dos botes y entre los de mi grupo dimos buena cuenta de ellas en un perinquete. La gordita de Mabel tragaba que no veas.

Filipa, nerviosa a más no poder, se abrió la ropa, dejando ambos pechos a la vista. No parecían tan lecheros cuando los tenía ocultos por la tela, pero ahora a la vista, sí, tenían una pinta muy mamables.

. - empieza tú, hijo.

Sebas, más nervioso que su madre, se puso a mamarla. Luego en el otro pecho, se colocó Jorge. Los dos mamaban que era gusto verlos.

Como ella también se tomaría su lechita, me alcé y bajándome los pantalones, me saqué mi churri. No era gran cosa, pero cuando conseguí metérsela en la boca a Filipa, fue aumentando y aumentando. Filipa alucinaba. Se iba a hartar de mamar pollas. Esperaba que su marido, si había sobrevivido, no se enterara, porque si lo hacía…

La muy mamona se tragaba mi polla con gran deleite de ella y mío también, pues ¿a quién no le gusta que le mamen la polla?, a nadie, en su sano juicio. Al rato, me corrí en su boca, como era menester. Aun así, siguió mamándomela hasta salir hecha una birria, peor aún de cómo había entrado en su boca.  De inmediato, sustituí a Sebas en su teta.

Sebas tuvo que ser asistido por su madre para sacarle la polla, pues el chico no estaba exento porque fuera pariente consanguíneo, muy al contrario. No lo decían, pero madre e hijo deseaban lo que iba a ocurrir. Seguro que sí.

La madre mamó al hijo con tanto deseo que se notaba en su cara que estaba disfrutando del momento. Pronto el chico se corrió en la boca de su madre y como a mí, se la dejó esmirriada al terminar.

Jorge fue el siguiente y pronto también se corrió en Filipa. De nuestro grupo ya solo quedaba Mabel. La gordita, ni corta ni perezosa, se levantó la falda y directamente, le puso su chumino desnudo en las narices a la mujer, la cual no le hizo ascos a tan suculenta vagina, que pronto empezó a soltar fluidos que la mujer se tomaba según llegaban. Filipa terminó con la cara toda corrida y se pasó la lengua por sus labios.

. - creo que he salido ganando con el trato, chicos.

. - creo que sí. Aún tengo que darte un extra, Filipa –dije mientras me metía bajo su falda y haciéndole las bragas a un lado, noté que se había corrido de gusto, pues allí olía a chumino bien lubricado-.

Mi lengua le dio un placer que no le había dado su cornudo marido en su puta vida.

Una vez satisfice mis deseos de comerme su chumino, me fui hacia Mabel. Le saqué ambos pechos y entre Sebas y yo le dimos unos lengüetazos que la dejamos patidifusa. Lo siguiente fue abrirle las piernas y demostrarle que una lengua bien entrenada como la mía, era tan eficaz como la de una mujer experimentada como Filipa. La lechera se guardó sus pechos y usando su dedo más largo, se hizo una paja a cuenta de la próxima comida.

Dejamos a Mabel hecha unos zorros. Luego me tendí junto a Jorge, que me dio unos lengüetazos por todo mi cuerpo, no consiguiendo que mi picha renaciera de sus cenizas, pues necesitaba un poco más de tiempo.

La noche se nos echó encima y para no pasar excesivo frío, nuestro grupo se hizo una piña para darnos calor los unos a los otros. Mientras tanto, la barcaza iba a donde el oleaje la llevara, dado que estábamos sin remos, ni nada parecido.

Aunque esperaba no quedarme dormido, así pasó. Dormí como una marmota junto a los demás. Los días pasaron sin que nadie nos auxiliara. El desánimo aumentaba, pero nada podía hacer, sino tranquilizarlos como podía. Cierto día amaneció bien diferente…

Cuando desperté, vi en el cielo unas gaviotas, la barcaza no se movía apenas. Miré por encima del borde y sonreí. Estábamos en una playa vivitos y coleando.

. - eh, chicos, estamos parados en una playa, estamos salvados –grité-.

Poco a poco fueron despertando y la alegría era mayúscula. Fuimos saltando a la arena hasta dejar a Silvia la última.

. - parad un momento. Ayudemos a Silvia con la comida y a ella misma. Después saquemos el barco del agua –ordené-.

Una vez todo hecho, nos recorrimos la playa. No era muy grande, pero sí de fina arena amarilla. Detrás había palmeras y cocoteros. Se oían pájaros, pero pocos se veían. Cuando los reagrupé, di las primeras órdenes en tierra.

. - reorganicémonos. Un grupo irá a inspeccionar tras los cocoteros y otro se dedicará a recolectar frutas para comer e ir buscando un lugar donde guarecernos si llueve o hace viento. Las dos señoras se quedarán aquí hasta que sepamos que no hay peligro. Rubén, Carlota y yo iremos de inspección, el resto, haced lo que he dicho. A la hora justa de haber salido, daremos la vuelta. No tengo ganas de perderme.

Mabel se me acercó y me abrazó.

. - cuídate, te necesito para ya sabes qué.

. - descuida, cariño. No me lo perdería por nada de este mundo –le dije mientras me comía su boca y le apretaba su teta derecha-.

. - lo mismo digo, Salvador –dijo Jorge-.

. – tranquilo, Jorge, regresaremos todos –le dije mientras me comía su boca-.

Nos adentramos en el bosque de palmeras y cocoteros. Era espeso y nos costaba avanzar. Los pájaros gritaban según nos veían llegar. Carlota estaba muy risueña y se había abierto la blusa, dejándonos ver a Rubén y a mí, buena parte de sus pechos.

. - estás buenísima, Carlota –dijo Rubén con descaro-.

. - pues tu no me gustas una mierda. Eres un abusón. Te gusta meterte con los más desfavorecidos.

. - contigo no me he metido, preciosa.

. - yo me entiendo. Salvador, te lo diré ahora, antes de que me arrepienta. Quiero que me desvirgues lo antes posible.

. - joder, Carlota. Déjame a mí que la tengo más larga que la de Salvador.

. - este tío está mal de la azotea, Salvador.

. - debe tener un gen defectuoso, sí, eso debe ser.

. - iros a la mierda los dos.

Carlota y yo nos reímos con ganas. Le eché el brazo por encima y le besé los labios. Ella correspondió. De repente me paré. Había oído el sonido de un cerdo o algo parecido. Cuando vi que eran unos jabalíes, toda una familia, grité para ponernos a cubierto.

. - subamos a esa piedra, rápido.

Fui el primero en subir y ayudé a Carlota y a Rubén. Los bichos aquellos pasaron por delante gruñendo como lo que eran, unos cerdos jabalíes.

. - ¿viste los colmillos del más grande? –dijo Carlota-.

. - sí que los vi. Nos embiste y nos deja bien cepillados. Sigamos.

Llegamos a un claro en el bosque. No había nada especial, solo una zona sin arboleda alta, solo matorrales aquí y allá. Decidí descansar allí mismo un rato. En el suelo, sentado, miraba a todas partes, vigilando.

. - este bosque no se acaba nunca –dijo Rubén tirándose al suelo también. Lo mismo que Carlota-.

Tendida en el suelo y mirando a las copas de los árboles, Carlota me puso una mano encima del paquete. La miré y sonrió. Aquello era una invitación en toda regla.

Me fui hacia ella y comencé a morrearla bien morreada. La acabé desnudando y ella a mí, mientras Rubén se mordía las uñas sin poder meter baza allí, pues Carlota le había prohibido tal cosa.

Con las piernas en alto de Carlota, me tomaba sus fluidos, haciendo que gritara de pasión desenfrenada. Después de ponerla a mamarme, la tenía bien tiesa para el siguiente paso.

. - coño, chicos, dejadme participar.

. - desnúdate y dame por culo. Ese es el único agujero que vas a poder utilizar mientras Carlota no diga lo contrario –le dije-.

. - joder, yo no soy marica como tú…

. - pues te jodes y te haces una paja.

. - joder, joder, me va a reventar la polla –efectivamente, la tenía en sus manos y estaba bien sabrosa y dura- la ostia puta, si decís algo al respecto, os doy de ostias-.

. - sí, lo que tú digas –le dije cogiéndole de la polla y acercándomela a la boca. Le di una soberana mamada, para después olvidarme de ella y ponerme en posición folladora con Carlota. Lo mismo hizo Rubén con mi trasero enculable-.

Al mismo tiempo que se la clavé a una abierta de piernas de Carlota, Rubén me la enterró hasta los huevos. Sí, señor, buena polla la de este mamonazo. Los gritos-gemidos de Carlota hacían que los pájaros remontaran el vuelo, pero poco me importó, pues continué dándole polla a destajo.

Una vez desvirgada, se la saqué y dándole la vuelta y sin dejarle decir esta boca es mía, le metí media polla por su orondo culo. Gritó el doble, si cabe, pero tampoco le hice maldito caso. Así estuve follándomela hasta que no podía más yo y ella también. Se la saqué y le di una comida de chumino y de culo, todo ello con la polla de Rubén aún enterrada en mi ojete. Una vez terminé, me saqué a Rubén de encima, para darle la vuelta y obligarlo a colocarse en posición follable.

. - no, joder, no me vas a encular.

. - ¿cómo qué no?, si te follas mi culo, te follo el tuyo. Es ley de vida y ahora cállate y ábrete bien de piernas.

. - la madre que te parió… –dijo, pero obedeció. Se quedó a cuatro patas y esperando-.

Poco esperó, pues se la clavé hasta los huevos igualitamente a como el tío me la había clavado a mí. Sus gritos me supieron a gloria, así como a Carlota, que le estaba comiendo la polla al ponerse debajo de los huevos de Rubén.

Aquello pareció calmarlo un poco, pues no se esperaba que Carlota transigiera tan pronto. Aun así, el culo le dolía horrores pues me estaba deleitando con su ojete sin reparar en gastos. Cuando se la saqué, se la metí en la boca. Casi se muere de asco, pero como insistí, acabó haciéndome correr en su garganta. Abajo, Carlota estaba recibiendo también la carga sémica de un Rubén convertido en todo un maricón más de tomo y lomo.

. - sí contáis algo…

. - sí…, sí…, nos cortas los huevos. No te preocupes, por mí no hay problema.

. - yo se lo contaré a todo el mundo.

. - no serás capaz, cabrona.

. - no, descuida. Será nuestro secreto. Para ser tan capullo, tu leche sabe de maravilla.

. - vaya, gracias, tía buena. ¿Cuándo podré darte polla yo también?

. - ya veremos, de momento te jodes y te haces una paja en mi nombre.

. - vaya puta estás hecha.

. - no te pases, Rubén. ¿O debo llamarte mi concubino? –le dije-.

. - de eso nada. Para los demás, soy muy macho.

. - como tú quieras.

. - ¿puedo? –dijo señalándome la polla-.

. - pronto le has cogido gusto.

. - que no soy marica, joder –dijo sonriendo y se metió entre mis piernas y se comió mis huevos y la polla muerta. Así estuvo hasta que se hartó de mis huevos, mientras Carlota y yo nos morreábamos a gusto-.

La hora fijada había llegado y decidimos regresar. Nos vestimos y desandamos el camino. Cuando llegamos no había nadie en la playa. Un silbido me hizo girar la cabeza hacia dónde provenía. Era Sebas, que nos hacía señas de que fuéramos hacia donde estaba. Lo hicimos y cuando llegamos, detrás del chico había una cueva medio oculta por arboleda.

. - este es nuestro cuartel general. Así tenemos la playa a la vista y el mar también, por si viene algún barco a rescatarnos.

. - bien pensado, Sebas. ¿Están todos dentro?

. - sí, se están dando el lote.

. - ¿y tú que haces aquí fuera?

. - tenía que avisaros. Pero ya voy para dentro.

Entramos a la cueva y vi que el piso estaba lleno de hojas de palmera a modo de cama. Aquí y allá, efectivamente, se follaba y mucho. Pepe se estaba enculando a Silvia, mientras Mabel la mamaba, estando en pelotas y debajo de Silvia.

Junto a ellos, estaba Filipa siendo comido su chumino por Jorge, para acto seguido, ponerse a darle polla vaginal. Cuando me vio, me saludó y yo hice lo mismo.

. - lo siento. Tenía que probarla.

. - estás en tu derecho, chico. Continúa.

Gabriela se vino hacia Rubén, pero éste la rechazó.

. - lo siento, pero he descargado en el culo de Carlota.

Carlota se quedó un segundo pasmada, pero salió del atolladero.

. - ya tu vez, quería probar a estos dos. Uno por cada agujero y me gustó un montón. Deberías probarlo, Gabriela. Es doble placer. Voy a descansar un poco, aún me duele el culo.

Se tendió en una esquina. Rubén y yo lo hicimos junto a ella, mirando el espectáculo del sexo sin tapujos entre mayores y pequeños. Si aquella era una isla fanática con la religión, nos enterraban y nos apedrearían hasta morir como hacen en algunos países árabes.

Los que entramos en la selva, dejamos a deber placer a una de las lecheras. Cominos una lata de atún compartido, que nos habían guardado. Luego nos echamos una siesta.

Cuando nos despertamos, Rubén y yo, y también Carlota, decidimos pagar nuestra comida. Cogimos a Filipa en primer lugar y usamos los tres agujeros a un mismo tiempo, donde yo la enculaba, Rubén por su vagina y Carlota le tenía su felpudo en la boca a la mujer. Un rato después, pasamos a Silvia y más de lo mismo. Dejamos a aquellas dos mujeres más que satisfechas. Siendo las corridas para Silvia por ser la última de las dos folladas.

A eso de las cinco de la tarde, hice una reunión general.

. - chicos y chicas, como veo que habéis recogido gran cantidad de frutos, entre los que veo, cocos, plátanos y otras frutas que no se ni qué son, queda derogada la norma de dar leche de teta a cambio de leche de pene. Ni los chicos están obligados, ni las dos señoras tampoco. Por supuesto las chicas van incluidas. Sin embargo, se puede continuar haciendo lo que hasta ahora y es disfrutar de nuestra sexualidad, cosa que seguiré haciendo con permiso de la otra parte. Ellas pueden dar de mamar si quieren y el resto, pues eso, darles la leche y sus orgasmos, si también quieren. Ahora es de libre servicio, al menos, mientras tengamos comida.

. - yo seguiré dando mi leche a quien la quiera –dijo un Rubén agarrándose el paquete-.

. - por otro lado, necesitamos cazar y/o pescar algo para que no sea solo laterío y frutos lo que comamos. El que sepa algo de pesca, que haga algo al respecto y lo mismo para cazar. Cuando nos internamos en el bosque, vimos una familia de jabalís y muchos pájaros. Podemos empezar por ahí y cazarlos.

. - yo continuaré dando el pecho a quien quiera. Me interesa, porque así seguiré fabricando para cuando vuelva con mi niño y poder continuar dándole de mamar. –Dijo Silvia-.

. - estoy contigo, Silvia –dijo Filipa-.

. - una cosa más. Que ninguna persona vaya sola ni siquiera a hacer sus necesidades. Hay animales que no hemos visto y pueden ser salvajes y me refiero a las serpientes, que, seguro que hay, aunque no las hemos visto esta vez. Esto es todo por el momento. Mabel, ¿todavía deseas ser desvirgada?

. - claro, Salvador.

. - pues estoy listo, preciosa.

. - Salvador, también puedes desvirgarme por detrás. Quiero un completo.

. - lo tendrás, vaya si lo tendrás. ¿Lo deseas en la intimidad o te da lo mismo hacerlo delante de todos?

. - mientras me desvirgues, me da lo mismo.

. - perfecto. Entonces vayamos bajo aquel árbol que tiene sombra, pondremos algo blandito. Una cosa para los chicos, no me importaría si alguno se digna servirse de mi trasero mientras desvirgo a Mabel –dije mirándolos a la cara. Más de uno la apartó-.

Como si de una romería se tratara, fueron todos hacia el susodicho árbol. Nos ayudaron a recoger hierbas secas e hicimos una cama provisional. Luego hicieron un corrillo mientras Mabel se sentaba sobre las hierbas.

Me acerqué a ella y sonriendo, besé su boca mientras le sobaba las grandes tetas con cierta violencia que no disgustó a Mabel. Más de una chica se mordió el labio inferior por no ser la agraciada.

Mabel me sacó la camiseta de encima. Con mi desnudo torso, me comió los pezones que se me endurecieron. Luego fui yo quien desabotonó su camisa que iba a reventar. El sujetador apenas podía aguantar tal cantidad de carne mamaria. Cuando los liberé de su encarcelamiento, cayeron por la fuerza de la gravedad. Aun así, no estaban tan caídos como se esperaría de unos pechos tan gruesos como aquellos.

Los pezones eran alargados y con una aureola oscura a más no poder. La mamé y ella echó su cabeza hacia atrás, disfrutando del momento. El corrillo que teníamos alrededor no perdía detalle.

Pepe estaba pajeando su polla, la cual tenía fuera de los pantalones. Sin decir palabra, puso su mano derecha tras la cabeza de Jorge y casi le obligó a mamarlo, aunque no era necesario, pues Jorge era de los que una invitación como aquella, no la rechazaba nunca y más ahora, que todo el mundo se había liberado de los prejuicios de la sociedad de la que veníamos. Lo malo era que cuando volviéramos…

Rubén no sabía que su mejor amigo también fuera un tío bitensión como él mismo y se alegró por ello. Filipa se estaba corriendo patas abajo y su hijo se dio cuenta. Se lo hizo notar a su madre con una mirada y ella sonrió. Entonces se tendió cerca de Mabel y de mí, e invitó a su hijo a darle unos lengüetazos allí donde más le gustaba.

El chico ya no era un niño que le tenía miedo a todo, ahora era todo un hombre, se dijo, y se metió entre las piernas de su progenitora, que, al no llevar bragas, comenzó de inmediato a tomarle la medida a la almeja de su madrecita del alma.

Tendí a Mabel en la cama provisional y después de quitarle la falda, me saqué la ropa que me quedaba encima. Con los dos desnudos, me dediqué a tomarme cuanto zumo rezumaba la gordita de Mabel, mientras la portadora gemía de placer, contorsionándose como una verdadera loca.

Pepe y Jorge ya estaban desnudos, así que éste último también se tendió sobre la hierba a cuatro patas para que su amante ocasional se sirviera de su culo, cosa que no demoró nada en hacerlo, clavándole la polla hasta los huevos de una sola tacada, cosa que no agradeció en especial, pero que ya estaba hecho. Segundos después, ya estaba disfrutando como un loco al ser enculado por uno de los que le hacían la vida imposible, junto con Rubén, en el instituto. Al menos ya no lo sería más o se chivaría y los jodería vivos a los dos.

Poco a poco, los que hacían el corrillo, fueron sumándose a la fiesta del desvirgamiento de Mabel. Carlota y Roseta, viendo que estaba ocupado con Mabel, se liaron entre ellas dos. Se pusieron en un 69 y se dieron placer bucal y dedal. Dedal, de dedo.

Poco después ya estaba Silvia sobre la hierba también esperando a un alma cándida que se comiera su chumino, pues se levantó la falda y lo dejó bien a la vista para quien se quisiera servir de él y de paso, disfrutar ella.

Gabriela no solía comer chochetes, pero como la misma Silvia ya se había comido el suyo en varias ocasiones, fue la que se metió entre las piernas de la profesora y lechera Silvia.

La maestra lo agradeció en grado sumo. Ya solo faltaba uno en participar del festín sexual y no era otro que el mal hablado de Rubén, el cual hacía un rato ya estaba más que empalmado. Derramó la vista sobre el personal disponible y se decidió empezar por Filipa, a la cual su hijo la estaba follando vaginalmente. Se puso detrás y la enculó con un frenesí que hizo poner el grito en el cielo a la ex preñada, pero que aceptó, pues era lo que deseaba desde hacía bastante tiempo.

Yo, después de engrasarle bien los bajos a Mabel, ya estaba listo y sin mediar palabra, se la endilgué hasta los mismísimos. Gritos de dolor y de placer se entremezclaron, mientras me la follaba una y otra vez.

Rubén se salió de Filipa y se fue hacia Carlota, la gorda Carlota, que, según lo vio, sonrió, invitándolo a servirse de su ojete, ante el asombro de su amiga y del mismo Rubén.

Rubén buscó el agujero anal de Carlota y sin mediar palabra, se la enterró hasta el tronco. Gritó, claro, pero al no ser la primera vez, comenzó a tener los primeros disfrutes del enculado mientras se comía la almeja de su amiga Roseta.

Ya estaba bien de vagina, así que le di la vuelta a Mabel y como si mi polla fuera autónoma, buscó el culo de la chica y allí se alojó. Esta vez no quise abusar de su confianza y se la enterré solo hasta la mitad. Aun así, se dolió, pero nadie le hizo ni puto caso, pues estaban ocupados.

Cuando se acostumbró, se la enterré hasta el fondo, para luego disfrutar de su culo hasta que sentí una polla en el mío. Lo imprevisto de la clavada, pese a mi petición anterior, me hizo dar un respingo, pero una vez visto y sentido quien era el enculador, respiré hondo y nos acompasamos los dos mientras me enculaba a la gordita. Rubén, ese era mi enculador, lo hacía bestialmente, como recordándome que me tenía ganas, el muy capullo.

Segundos antes de correrme en Mabel, Rubén se salió y lo perdí de vista. Claro, se fue hacia el culamen de Pepe, su amigo del alma, al que enculó sin previo-aviso también, cosa que casi le destroza el culo al no esperarlo como yo antes, con la diferencia que a Pepe nunca se la habían clavado por el culo y eso duele un huevo y parte del otro.

Los gritos de Pepe hicieron que los pájaros cercanos salieran espantados de las ramas de los árboles, aquello no hizo que bajara el ritmo de la follada del culo de su amigo por parte de Rubén, muy al contrario, aceleró al máximo, pues se corría a marchas forzadas.

Cuando se vacío, se quedó encima de Pepe intentando coger aire, lo mismo que Pepe, no así Jorge, que sintió la lechada en su culo y el dolor ya no era sino placer, divino placer.

Mi lechada se fue hacia el culamen de Mabel y allí me quedé buscando aire, lo mismo que mi chica enculada. Una vez con la respiración casi normal, me dediqué a tomarme la leche del culo de ella ayudado con un par de dedos. Luego la puse a mamármela, cosa que hizo a las mil maravillas la gordita. Después nos quedamos espatarrados y con la cara mirando a un cielo lleno de nubes. Unas nubes que presagiaban agua.

De golpe y porrazo, sonaron unos truenos y comenzó a caer un chaparrón de cojones, cosa que nos hizo levantarnos de inmediato y coger nuestras ropas y salir por patas hacia la cueva protectora. Era de agradecer que empezara a caer agua después de haber descargado algunos de nosotros.

Cuando nos metimos en la cueva, todo el mundo iba empapado al máximo, cosa que hizo que nos reagrupáramos, después de tender las ropas aquí y allá, para darnos calor con nuestros desnudos cuerpos.

Cuando entramos en calor, aun sin leche en nuestras pollas algunas de los chicos, nos dedicamos a comer tetas, chichis y bocas. Lo mismo, las chicas. Así estuvimos hasta que quedamos tan cansados de darnos placer, que nos quedamos unos encima de los otros dormidos hasta que despertamos al nuevo día.

Según íbamos despertando y con nuestros sexos dispuestos para nuevos retos sexuales, más de uno y una también, mamó a cada una de las mujeres lecheras, aun antes de que éstas despertaran, cosa que no ofendió a ninguna de las dos, pues deseaban ser deseadas, valga la redundancia, y mamadas por aquellos jóvenes ávidos de sexo, al igual que ellas mismas, no nos engañemos.

Con los cántaros vacíos, se tomaron la leche de más de uno de los chicos las dos mujeres, quedando satisfechas cuando fueron comidos además sus chuminos y enculados sus culos.

Una vez terminamos de disfrutar, abrimos algunas latas y frutos naturales varios, para después vestirnos con la ropa que estaba casi seca y que se terminaría de secar una vez saliera el sol por completo.

Nos repartimos los trabajos de pesca y caza. Yo no era gran pescador, pero siempre me ha gustado, al menos, intentar pescar algo, cosa que no siempre conseguía, pero al menos lo intentaba, así que cogí un palo y con la navaja que aún tenía en mi poder, le hice un filo que podía atravesar cualquier pez.

Sebas me acompañó al agua con un palo que también le afilé. Por ende, Rubén y Pepe se fueron a por algo de carne con otros palos afilados también, además de un par de ondas prefabricadas ad-hoc.

Mientras el resto recolectaba más comida un poco más lejos y Silvia protegía la comida como era su deber, Filipa decidió, por una vez, tomarse un poco de leche, toda vez que Silvia ya la había fabricado.

Una dejó mamar a la otra, aparte de los pechos, también se chuparon los felpudos, consiguiendo así cargarse de vitaminas más que saludables. Eran dos mujeres que se necesitaban y lo sabían, pues eran las únicas que podían fabricar el mejor alimento que la naturaleza ha dado jamás y que ponían al servicio de los demás, ahora desinteresadamente o más bien por interés propio, ya que recibían más leche de la que daban sus ubres.

. - Silvia, ¿qué piensas de lo que hacemos? me refiero al sexo con los chicos y entre nosotras.

. - querida, es mejor que no pienses en ello. Solo disfrutemos. Cuando regresemos, esto será como un recuerdo, un grato recuerdo que nunca olvidaremos. Ningún mal hacemos a nadie, pues nadie es obligado a ello. ¿Incesto?, sí, ¿pero a quién le importa?, ahora mismo somos libres de hacer lo que deseamos y toca disfrutar con los jóvenes cuerpos de los chicos, que también se lo están pasando muy bien entre ellos y con nuestros cuerpos, no lo olvides. No hay nada mejor que follar con un joven, dígase lo que se diga. Son toda vitalidad, ya volveremos a la realidad cuando regresemos, pero ahora toca disfrutar cuanto podamos, al menos esa es mi filosofía.

. - ¿y si alguna quedara embarazada?

. - es ley de vida. Cada uno apechugará con lo que haga. De todas maneras, cuando estemos todos juntos, pediremos a los chicos que no se corran en las vaginas de las chicas. Al menos estarán advertidos y si no cumplen y quedan encintas, tendrán que ser consecuentes con ello. No hables más y hagamos un 69. Deseo tomarme tus jugos, que son muy ricos.

. - me has leído la mente, querida. Además de tus jugos, tu leche es bien sabrosa.

. - pues tómatela toda, querida –y se la entregó, mientras Silvia también se tomaba la de Filipa, luego se hicieron el 69 para seguir disfrutando de sus fluidos corporales-.

Sebas y yo estábamos bajo el agua cerca de la orilla. El agua estaba limpia, como no podía ser de otro modo en un lugar tan solitario como aquel. Se veían peces de pequeño y mediano tamaño, cuando Sebas me indicó un sitio donde intentaba ocultarse un pulpo no muy grande. Hacia allí nadamos y antes de que se perdiera de vista, rodeamos la roca y le clavamos los palos.

Cuando retiramos las armas provisionales puntiagudas, estaba ensartado en el de Sebas y sonreímos. Indiqué que subiéramos. Una vez arriba, sacamos fuera del agua al animal.

. - vaya bicho feo. ¿Te gusta el pulpo?, yo lo odio -dijo Sebas-.

. - a mí tampoco me gusta. Me da asco solo verlo en un plato. Pero a alguno le gustará. Saquémoslo fuera y volvamos a por peces de verdad.

Una vez dejado a buen recaudo, volvimos a entrar. Tirábamos los palos, pero los peces o eran más rápidos que nosotros o éramos unos pésimos pescadores, lo cierto es que estuvimos haciendo el idiota hasta que vimos que uno de gran tamaño se enterraba en la arena. Se lo indiqué a Sebas y fuimos hacia el fondo. Clavamos varias veces los palos hasta que salió uno de ellos con el pez ensartado. De nuevo fue Sebas el pescador y sonriendo, nadó hacia arriba. Yo lo seguí.

. - cacho bicho que hemos cazado, tío –dijo Sebas-.

. - no, otra vez fuiste tú solo.

. - no importa, tú lo viste enterrarse, así que es de los dos el mérito -me dijo besándome fugazmente y nadando hacia la orilla-.

Sonreí y luego volví a zambullirme en el agua. Al poco llegó Sebas a continuar pescando. Entre los dos sacamos tres peces más, pero de menor tamaño. Una vez terminada la pesca, pues no queríamos coger más para que no se nos pudriera estúpidamente, ya que no teníamos sal para desalarlo y secarlo al sol. Mañana ya cogeríamos más, así siempre comeríamos pescado fresco.

Esta vez nos metimos por pura diversión y nadamos juntos, hasta que Sebas me tiró de los pantalones, dejándome sin ellos. Me saqué del todo mis cayumbos y los tiré fuera del agua. Luego lo perseguí hasta dar con él y también lo dejé yo desnudo, tirando la ropa fuera también.

Con ambos en pelotas, nadamos alrededor el uno del otro, hasta que nos unimos y nos besamos como dos amantes cualesquiera. Luego y sin dejar de besarnos, nos salimos y nos tendimos en la amarilla arena.

Nuestras bocas se comían la una a la otra y ambas lenguas se divertían de lo lindo, para luego seguir con mi lengua hasta su polla, que le mamé sin problema. Luego el chico se comió la mía mientras me recorría con su lengua. Con ambas pollas inhiestas y endurecidas por el deseo carnal, aceptó que lo penetrara.

. - no seas violento, por favor.

. - lo haré como si fueras de porcelana.

Me subí encima de él y mientras me comía su boca, mi polla le entró en su ojete. Se dolió, claro, pero al hacerlo con delicadeza, el dolor fue menor que si lo hubiera penetrado el bestia de Rubén.

Una vez con toda mi polla dentro de su culo, lo follé con un disfrute por mi parte que sabía que no era el disfrute que esperaba por el suyo. Sin duda, tendría que esperar a próximas folladas culeras para que disfrutara como lo hago yo cada vez que alguien me da por culo.

Me salí de su trasero y le ofrecí mi lechada que el chico no se me negó a tomarse. Luego me puse mirando al cielo para que sebas fuera quien disfrutara de mi culo y resto de mi cuerpo. En su novatez, se le salía la polla de mi culo, pero tanto va el cántaro a la fuente, que acertó al final, corriéndose al rato dentro de mí.

. - vamos, tómate tu leche y disfruta con ella.

Lo hizo y me dejó el culo sin goterones de corrida, para luego comerme su polla y dejarle sin esperma que preñar a ninguna hembra.

Una vez terminada la follada y con nuestras pollas flácidas, volvimos a meternos en el agua y disfrutar de ella, mientras continuamos comiéndonos la boca.

. - no ha sido tan doloroso como creía.

. - eso es que te he tratado como amigo. Si Rubén te llega a desvirgar, ya verías si te hubiera dolido.

. - gracias, lo sé. Ese Rubén es un cacho bestia. Habría que follárselo a él también de la misma manera para que viera lo que duele una polla metida como lo hace él.

. - ya lo sabe, se la metí yo en la primera salida, pero no digas nada, se lo prometí.

. - vaya con el mariconazo de Rubén. Que se joda el muy cabrito. Oye, Salvador, ¿qué te parece si le hablas bien de mí a Roseta?, está tremenda.

. - déjalo en mi mano. De esta playa saldrás bien follado y follador, de eso me encargo yo. ¿Qué vas a decir de lo nuestro?

. - no me importa que se enteren de que me gustan los tíos y las tías. Si se cumple el pacto, todo ello se quedará aquí y si no, me importará un huevo, con negarlo será suficiente para mí.

. - me gusta como piensas. ¿Qué te parece si nos volvemos a encular aquí en el agua?, mi polla ya esta lista de nuevo.

. - pues la mía también –dije riendo-.

(Parte 6 de 25)

FIN