A piñón fijo (5)

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo, y la segunda, no me acuerdo.” Woody Allen. Relato en 25 trozos.

A PIÑÓN FIJO

(5-25)

ESCRITA POR:  SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Lisa se me abrazó y llorando me contó lo que había pasado.

. - fue culpa mía. Estaba haciendo una tortilla para darte una sorpresa y me despisté un momento con un trapo y se incendió. Luego el trapo prendió la cortina, llenándolo todo de humo. Mamá llegó y lo apagó, pero el humo era tanto que casi nos asfixiamos.

. - ¿estáis bien, mamá, Lisa?

Mamá se quitó la mascarilla un momento para responderme.

. - no te preocupes hijo, mamá está bien. Solo ha sido un susto. Con un poco de pintura se arregla.

Me giré hacia un bombero y le pregunté si podía entrar.

. - todavía no, joven. Hay demasiado humo todavía. Les aconsejo que pasen el día de hoy en casa de unos amigos o familiares.

. - gracias, señor.

. - mamá, Lisa, nos vamos a un hotel, al menos hoy. La casa está irrespirable, según parece.

. - cómo tu mandes, hijo.

Una vez los bomberos y sanitarios se fueron y la gente se dispersó, cogimos algo de ropa y dinero. Marchamos a un hotel cercano. Allí pasamos un buen rato en el baño, intentando quitarnos el olor a humo que tenían impregnados nuestros cuerpos.

Ni qué decir que, además de ducharnos, nos dimos gusto, sobre todo a Lisa para que no se sintiera sola ante lo que había sido un simple accidente.

Pedimos la comida y almorzamos allí mismo. Luego de una nueva follada a tres bandas, les dije del viaje de una semana a los campamentos de Tinduf. Se entristecieron un poco, pero comprendieron que la obligatoriedad del mismo me ataba las manos y acabaron dándolo por bueno. Luego nos quedamos dormidos oliendo a leche de pollas y vaginas.

Como les había informado también que me ausentaría para visitar a unos amigos, cuando desperté, me duché otra vez y salí hacia la casa de Eugenia y su madre Elvira.

Esta vez iba preparado y en mi bolsillo tenía un spray de pimienta. Si aparecía el mamón aquel de nuevo, vería lo que era bueno. Lo malo era que estos cafres no suelen actuar dos veces en el mismo ascensor.

Pues me equivoqué, coño. Entré en el ascensor y mientras me estaba atando los zapatos, entró un tío con unas playeras que me parecieron conocidas.

. - no te des la vuelta y bájate los pantalones, mamón.

Se me pusieron por corbata. El tío me había colocado el puto cuchillo en mi cintura, el mismo lado donde ya me pinchara la otra vez. Por el rabillo del ojo vi que se estaba bajando los pantalones, de calzoncillos, ni rastro. Repito, se me pusieron por corbata, literalmente.

Con disimulo, saqué el spray de pimienta y sin darme la vuelta, lo dirigí hacia donde creí que tenía los ojos y acerté de lleno, pues soltó una sarta de maldiciones a cada una más gorda que la otra.

De inmediato me fui hacia una esquina, huyendo del cuchillo de 30 centímetros que el tío movía aquí y allá el muy jodido con los ojos cerrados por la pimienta.

Ahora y de frente, casi le vacié el bote de spray en toda la cara. Si antes no podía ni ver, ahora era que estaba casi mareado, pero, aun así, movía el puto cuchillo para darme un tajo.

Como aquello se ponía feo, pues en cualquier momento me podía dar con aquella arma blanca dado el reducido espacio donde estábamos, le solté tal patadón en los huevos, que soltó el cuchillo para agarrárselos.

Que tuviera la polla y los huevos fuera del pantalón ayudó a aumentar el dolor y la puntería por mi parte. El tío estaba de rodillas resoplando para coger resuello e intentando ver algo, pero no le di ninguna oportunidad a aquel mastodonte.

De varias patadas en su cara, lo puse a sangrar, quedando medio grogui. Entonces, sin pensarlo mucho, cogí el cuchillo del suelo del ascensor y agarrándole la polla, le di un tajo y se la corté limpiamente, con la consiguiente abundante pérdida de sangre y como no, el dolor desmesurado por la pérdida de tan preciada herramienta de trabajo.

Limpié el cuchillo en sus pantalones y me lo llevé. Allí dejé a aquel desgraciado gritando y desangrándose. Limpié el botón del cuatro que había pulsado al principio y con la punta del cuchillo, apreté el último piso, luego salí y bajé por las escaleras.

Abajo también limpié el botón del ascensor y todo lo que había tocado, luego salí a la calle y después de limpiar el cuchillo de nuevo, pero esta vez a conciencia, lo tiré a una alcantarilla enrejada. Lo siguiente que hice fue ir a casa y darme una ducha. Que la casa oliera a quemado me importaba una mierda en esos momentos.

Con ropa limpia y el baño sin mácula, me llevé la ropa manchada y la enterré en un jardín, para después largarme a casa de Alicia y su madre calientapollas. Cuando me vieron llegar, se llevaron una sorpresa, pues no me esperaban hasta el domingo siguiente. Necesitaba una coartada para salir ileso de aquello. Tenían visita. Eran los abuelos de Alicia y después de las presentaciones, aduje que estaba allí para un trabajo escolar con Alicia.

Guiñé el ojo a la puta madre de Alicia y me fui hacia su habitación. Luego, mientras el marido atendía a sus padres, los de él, la esposa se despidió por jaquecas y se vino a la habitación, encontrándome en pelotas y sobre la cama abierto de piernas.

. - casi no llegas, zorrita mía.

. - eres un cabronazo, fuera están mis suegros.

. - más morbo, si cabe. Anda, desnúdate, que te voy a romper el culo.

Se desvistió y nada más subirse a la cama, me dio un lengüetazo por todo mi cuerpo serrano, poniéndome a cien. Después ya fue mía, solo mía.

Tenía ganas de joderla viva y le mandé polla a lo grande, tanto, que la puse en los cielos. Solo había un problema, sus gemidos de placer estaban unos decibelios altos, llegando a oídos del padre de Alicia y claro, de sus abuelos también.

. - hijo, ¿cómo permites que tu hija y ese chico hagan el amor en tu casa delante de tus narices?

. - hijo –dijo el padre- esto parece Sodoma y Gomorra. Tu hija es una cualquiera, una puta, vamos.

. - papá, mamá, no consiento que digáis esas cosas de mi niña. Alicia y su novio tienen el permiso de follar cuanto quieran en esta casa.

. - querido, vámonos de aquí. No volveremos más nunca a esta casa de desvergonzados.

. - de acuerdo, largaros. A mí también se me ha puesto dura y voy a follarme a mi esposa. ¿O acaso también tenéis algo en contra? -dijo el hombre dejando solos a sus padres que estaban más que anonadados. Se levantaron y salieron espantados de aquella casa de putas-.

Casimiro fue directamente a su habitación y sonrió. Allí había un culo que lo llamaba a gritos. De inmediato se subió a la cama conyugal y nada más llegar, metió su boca entre mis piernas, comiéndose mis huevos mientras yo me follaba a su mujer.

Al rato dejó mis huevos para sacarse la ropa y lanzándola a una silla, empalarme con su polla. No escatimé medios para disfrutarla, pues me encantaban los emparedados, sobre todo si era yo el de en medio. Mientras me daba polla en mi culo, nos explicó, casi como si estuviera aliviado, lo sucedido con sus padres.

. - que se jodan. Nunca los he podido tragar –dijo Marta, la ninfómana pervertidora de jóvenes inocentes como yo-.

En el primer descanso del maratón que pensaba tomarme en aquella casa, les pedí un favor.

. - si alguien pregunta, he llegado hace una hora.

. - ¿para qué necesitas una coartada, querido? -me dijo muy cariñosamente Marta-.

Les conté lo de la violación en el ascensor y lo de hoy, el intento de volver a hacerlo y la castración del violador.

. - que se joda ese hijo de puta. Bien hecho, querido. Yo se la hubiese metido en la boca –dijo Marta-.

. - no te preocupes. Has estado aquí visitando a Alicia y si preguntan, que os lo hacíais en su habitación. Alicia lo corroborará.

. - ¿qué tengo que corroborar, papá? –dijo Alicia en la puerta, totalmente desnuda-.

. - hija, ¿qué haces desnuda?

. - lo que tenía que haber hecho antes –dijo subiéndose a la cama de matrimonio. Lo primero que hizo fue, mientras me cogía con una mano la polla menguada, comenzar a mamar a su puto padre la polla también menguada-.

. - pero hija, no sabía que…

. - papá, no soy de piedra -dijo mientras se recostaba con sus piernas abiertas-.

Tanto su padre, como su madre sonrieron, para, de inmediato, comenzar a darle un repaso a su niña por todo su cuerpo. El padre eligió la vagina y la madre los pechos desequilibrados.

. - esto sí que es una familia equilibrada -dije-.

Me puse detrás de Marta y desde allí, me comí su felpudo o lo que pude abarcar. Luego y cuando la polla cogió consistencia, fui invitado a ser el desvirgador oficial de su única hija. Alargué la mano y de mis pantalones, cogí un condón que me puse rápidamente.

La madre se apartó de su hija, lo mismo que su padre, para que le pudiera comer el chichi a Alicia, mientras ella se abría de piernas. Con una primera comida de conejo, lo siguiente fue polla y más polla desvirgadora.

La dejé hecha toda una mujer después de que la hiciera gritar de lo lindo. Pero eso no fue todo, ella misma decidió darse la vuelta y abriéndose de nalgas con sus manos, invitarme cordialmente a encularla y claro, ante una invitación como aquella, no la desestimé.

El culo de Alicia era estrecho, pero cuando acabé de enculárselo, no tuvo descanso, pues su putativo padre ya se la estaba pajeando para clavársela también y claro, el dolor culero de la chica era de aúpa y muy señor mío cuando papaíto le dio mandanga de la buena en su abierto ojete.

En cuanto me quité el condón, me follé al padre, primero, para luego volver a desfondar a la madre. Solo cuando no pude aguatar más, Alicia fue la receptora de la corrida de mi polla, así como la de su padre, amén de comerse durante una eternidad, los jugos de su putísima madre chupapollas de jóvenes como yo y Alicia, misma.

Cuando regresé al hotel, estaba descargado para todo el resto del día y la noche. Mis dos chicas comprendieron que no todo el monte era orégano y se dieron el lote mientras yo soñaba con una pesadilla con una polla que sangraba profusamente y que no podía quitármela de la mano.

Regresamos a casa. Era sábado y después de ir a la ferretería y traer unos kilos de pintura, pasamos la mañana, yo pintando y ellas dos, limpiando. A eso del mediodía lo dimos por acabado, pues tampoco era tanto, más era la aparatosidad del humo por toda la casa. Durante los días siguientes lavarían todo lo lavable.

Después de la larga siesta, me levanté una hora antes de asistir al segundo desvirgamiento de Alicia, pues no pensaba decirle nada a Sandoval de que Alicia ya había sido desflorada en su casa.

Intenté que Alicia se olvidara de la cita de este sábado, pero tenía ganas de más pollas, pues sabiendo que iba a estar una semana fuera y que iba a disfrutar como Dios con aquellas dos que me envió, se dijo que disfrutaría cuanto pudiera para resarcirse de lo gilipollas que era no disfrutando como hacían las demás chicas de su edad, pues solo se es joven una vez.

Sandoval y Alicia ya me esperaban en el lugar acordado. Entré yo solo y alquilé una habitación para unas horas. Luego les hice una seña a los chicos y se vinieron conmigo. Al encargado le importaba un huevo quien disfrutara de la habitación, la crisis actual lo tenía cogido por los cojones y no podía hacerle ascos a ninguna entrada de dinero que pudiera conseguir.

Para sorpresa de Sandoval, Alicia era quien mandaba allí. Desnudó al chico y se lo comió por entero, para luego colocarle un condón a su polla y sentarse sobre ella, mientras daba saltos de alegría. Yo también me puse mi condón respectivo, claro. Aun le dolía el culo, pero se aguantó y como se aguantó, me coloqué detrás y se la clavé hasta los huevos.

Intercambiamos posiciones el chico y yo, con Alicia. Le dimos por todos lados y Sandoval disfrutó al fin del cuerpo de su enamorada. Eso sí, siempre intentando no estropearle el chichi, con una polla que antes estuvo en su ojete, por lo que nos sacamos el condón el que lo había tenido metido antes en su culo, para darle polla vaginalmente, sin restos anales, que estropearle el día.

El cuchitril que era la habitación, no nos detuvo a la hora de darnos gusto durante el tiempo que allí estuvimos. Permití que Sandoval y Alicia se dieran placer siempre que quisieran, pues no era el dueño de ninguno de los dos. Solo esperaba que descargara en el culo del ella o fuera de ella. La vagina era tabú para descargar, eso se lo dejé bien claro a los dos amantes.

No lo supe, hasta mucho después, pero Alicia invitó a Sandoval a satisfacer a su puta madre y ser follado por su puto padre. El chico, como yo mismo, no sabía decir que no y se trajinó a la familia entera el tiempo que estaría fuera y mucho después también. Mejor, así descansaba un poco, pues esto de estar a piñón fijo, dando y recibiendo, es capaz de matar a cualquiera.

Era domingo por la mañana y me llegué bien temprano a casa de Eugenia y su madre Elvira. La hija miró por la mirilla y al verme, me abrió con una sonrisa de oreja a oreja.

. - amor mío, qué bien que has venido –dijo mirando a todos lados por si había moros en la costa, luego me comió a besos mientras me metía en la casa-.

Su madre estaba en la cocina desayunando y cuando supo quién era el visitante, casi corrió hasta nosotros, comiéndome también a besos.

. - creíamos que te habíamos perdido, mi amor –dijo la vieja- ven a desayunar, querido, te veo pálido-.

. - un poco de leche me sentaría bien.

. - oh, mi amor. Vente al sofá. Allí estaremos más cómodos -dijo la hija lechera-.

Se sentó en el sofá y mientras yo me colocaba bajo sus pechos, ella se abrió el albornoz y sacó ambas ubres, tan llenas de leche que invitó a su madre por el otro lado para que la descargara también, pues el crío apenas tomaba un tercio del volumen de una teta. Así nos deleitamos y nos alimentamos la abuela y yo, donde la hija se corría de gusto cada dos por tres.

. - tenemos una grata noticia que darte, Salvador.

. - ¿sí?, ¿cuál es ella?

. - al violador del ascensor, ya lo han cogido.

. - vaya, sí que es una buena noticia. Que se pudra en la cárcel.

. - de momento se pudrirá en el hospital.

. - ¿le pegaron un tiro?, se lo merecía –dije-.

. - no, mejor todavía. Alguno al que iba a violar, le cortó la polla.

Di un respingo.

. - ¿no me digas?, ¿quién fue ese santo?

. - no se sabe. Fue aquí mismo, en este edificio. En el ascensor se la cortaron. Salió hasta la calle y se desmayó porque perdía mucha sangre. Lo llevaron a urgencias y el cabrón escapó porque lo cogieron a tiempo, que si no…

. - El tío cantó como un canario cuando una de las chicas lo vio en las noticias y fue a la policía. Ahora aparecerán más y más violadas y violados y no saldrá de la cárcel en muchos años -dijo la abuela-.

. - pues yo no pienso ir a denunciarlo. No tengo ganas de que me señalen como un tío violado por otro tío. Ya declaré en el hospital.

. - y te comprendo. Yo no sé si lo haría tampoco.

. - dejemos esos malos recuerdos. Ahora que has venido Salvador, no te dejaremos marchar hasta que nos dejes secas, ¿verdad hija?

. - ya lo creo. No sea que tardes en volver de nuevo.

Apartó su pezón de mi boca y cogiéndome la mano, me llevó a su habitación. La abuela vino detrás, dejando en el suelo su albornoz. Como dijo una, no salí de allí hasta que no pedí socorro por activa y por pasiva. Aquellas dos mujeres solitarias con un bebé, no se saciaban nunca. Tuve que demorarme una hora más de lo que pensaba estar, pero al final, me dieron la carta de libertad, pues estaban corridas y bien corridas ambas hembras hasta una próxima vez.

Lunes 08.45 horas. El grupo que viajaríamos a Tinduf estábamos metiendo las maletas en el maletero de la guagua. Después subimos y nos sentamos. Uno de los compañeros de viaje era un conocido homosexual que estaba allí con una beca de estudios, pues estaba falto de recursos y fue a sentarse junto a Rubén. Le abroncó delante de todos.

. - búscate otro sitio, bujarra. No quiero que se me pegue.

. - pero…

. - largo, joder…

Una guapetona de papás ricos, riendo, se sentó junto a Rubén.

. - tu sí que puedes sentarte, preciosa –dijo poniéndole una mano en un muslo y ella tan ricamente agradecida, pero cuando Rubén profundizó hacia debajo de su faldita, se llevó un guantazo en la mano-.

. - ni tanto, ni tan poco, Rubén.

. - eres una estrecha, Gabriela.

El tal Jorge, así se llamaba el homo, no sabía dónde sentarse y cuando miró hacia mí, le hice una señal. Quité las piernas y entró, para luego sentarse.

. - tú siempre ayudando a los indefensos, Salvador.

. - no hagas caso a ese capullo de Rubén, es un soplagaitas redomado con pasta.

Jorge se movía en el asiento. Estaba empalmado y no sabía cómo ocultarlo, pues llevaba unos pantalones elásticos que solo hacía que se notara más si cabe.

Como tenía una pequeña manta sobre mis piernas y viendo lo rojo que estaba por su empalme, se la puse encima de su paquete, tapándonos los dos. Mi mano la llevé hacia su polla, metiéndola bajo sus pantalones y me apropié de aquella polla suya. Estaba calentita y dura. Se la recorrí toda ella, haciéndole una suave paja. Bastó unos segundos para que se corriera en mi mano. Sonriendo, saqué la mano y disimuladamente, me llevé la lechada a mi boca.

. - gracias –dijo todo rojo-.

. - gracias a ti –le dije cogiéndole su mano y poniéndola sobre mi paquete, previamente bajada la cremallera. Estiré las piernas y con la cabeza en el reposacabezas, me dispuse a relajarme mientras mi nuevo concubino me pajeaba-.

Cuando llegó la corrida, la lechada pasó a su mano, que, con disimulo, se la tragó también. Seguidamente me saqué un paquete de papeles desechables, le di uno al chico para que se limpiara. Yo hice lo propio con mi polla, para después cerrar los ojos y dormir un poco.

Al llegar al puerto vi que no era un transatlántico, ni mucho menos, donde íbamos a viajar. Era bien pequeña la embarcación, donde solo podrían ir unas 20 o 30 personas, incluida la tripulación.

La disculpa fue el exiguo presupuesto de este año. Nos fueron emparejando según subimos a bordo para usar los camarotes, pues eran dobles. A Rubén lo emparejaron con Jorge, mi concubino. El tío explotó.

. - yo no voy a ir con el marica de Jorge, profe. Prefiero una tía.

. - tu irás con quien digamos la profesora Silvia y yo, Rubén. No estás en tu casa de 300 metros cuadrados.

. - mi padre ya paga bastante para que tenga que ir con este bujarra.

. - cambia de actitud Rubén o…

. - que venga conmigo Jorge, profesor. No soy racista como este capullo de Rubén –le dije-.

. - ¿estás seguro, Salvador?

. - sí, señor.

. - de acuerdo, entonces. Tú, Pepe, ve con Rubén.

. - ¿y por qué no una tía? –insistió el capullo-.

. - todavía estás a tiempo de bajarte, Rubén. Pero tendremos que expulsarte, así que tú mismo.

. - vale, no hace falta que se enfade. Pepe está bien.

Después de nombrar todo el grupo, el último camarote era para los dos profesores. Después de navegar varias horas y haber comido una frugal comida, todo el mundo se fue a los camarotes, pues el tiempo había empeorado con grandes olas. Aunque no me solía marear, no me agradaba tanto movimiento del barco, así que antes de ir a mi camarote, fui a echar una carta certificada al baño público. Cuando salí, me quedé a gusto y regresé para sobar un poco.

Al ir por el camarote de los profes, unos gemidos de dentro me hicieron sonreír y puse la oreja. Sí, se estaban dando el lote, aquellos dos, que estaban casados, pero no entre sí.

Si jugaba bien las cartas, aquello me podía beneficiar. Entré sin llamar y claro, los cogí en plena faena. El director se la estaba trajinando. Le tenía las piernas cogidas por ambas manos y levantadas a la altura de sus hombros, mientras se la enterraba una y otra vez.

. - director, ésta no es su esposa –le dije y después a la gorda maestra- ¿divirtiéndose un poco, profesora Silvia?

. - no es lo que parece, Salvador –dijo el director con la polla envaginada en su empleada-.

Entré y cerré la puerta.

. - continúe, director. Como si yo no estuviera –dije mientras me acercaba a Silvia y sin permiso de ninguno de los dos, comencé a mamarla, sabiendo que aquellas tetas suyas eran lecheras-.

Se quedaron pasmados y paralizados ante mi desvergüenza. Unos segundos después me coloqué detrás del director y como seguían quietos, insistí.

. - por favor, seguid, seguid, no molestaré mucho –dije mientras me ponía a comerme los huevos del director Simón, además de su ojete culero, cosa que no le desagradaba en absoluto-.

. - ¿nos vas a denunciar, Salvador?

. - no, por favor. Solo espero que hagan un poco la vista gorda en estos momentos.

. - gracias, no eres mal chico. Continúa, querido y deja que el chico disfrute un poco, también.

Los deseos de su amante hicieron que el director prosiguiera dándole polla a su gordita amante. Me salí de detrás del director y sacándome los pantalones y cayumbos, puse a mamármela a la ex preñada, que me la mamaba ya sin temer nada por mi parte. Me la comió tan bien que me la puso dura, cosa que deseaba para volver detrás del director. Unos lengüetazos más y lo incliné un poco.

El director no era amigo de que le dieran por culo, pero una experiencia como aquella no se iba a presentar todos los días y ayudó a que la penetración fuera lo más placentera posible.

Se la enterré hasta los huevos, cosa que hizo apretar los dientes al folla-empleados del director. Sin duda, tenía el culo bien lubricado, que le entraba mi polla que era una maravilla.

No quería correrme en ninguno de aquellos dos, así que se la saqué y la puse a limpiármela a la gordita. Ella, pese al pestazo de la mierda de Simón, no le hizo muchos ascos, pues estaba acostumbrada a comer polla enmierdada de su amante y jefe.

. - muchas gracias a los dos. Ahora les dejo que terminéis, voy a descargar con mi chico en el camarote.

. - no nos descubras, por favor –dijo ella-.

. - ni se me había ocurrido –le dije mientras le daba un morreo, para luego una mamada rápida a uno de los pechos lecheros de la mujer, luego salí de allí, oyendo como el pasador de la puerta ahora sí lo habían usado. No querían más visitantes sin pase previo. Sonreí y me llegué a mi compartimento-.

Jorge no dormía, estaba sentado en la cama de abajo. Entré y cerré con el pasador y me senté junto al chico.

. - ¿no duermes?

. - no sabía que cama te gustaba y decidí esperar a que llegaras.

. - no importa cuál de las dos, mientras la compartamos juntos.

El chico me miró a los ojos y yo a los suyos. Acerqué mis manos a su cara y la atraje hacia la mía. Fue un beso suave al principio, pero intenso después. Jorge se me entregaba con una facilidad pasmosa. Sin duda, necesitaba de alguien que cuidara de él, pues parecía un gorrión caído del nido y se sentía de lo más perdido.

Comencé a desnudarme. Jorge, no sin nervios, también lo hacía. Una vez ambos en pelotas y viendo que aquellas camas eran de juguete y solo eran para uno y para de contar, saqué las mantas de ambas camas y las puse en el suelo, junto con las almohadas.

. - no me hagas daño, soy virgen aún, por favor.

. - confía en mí, te llevaré al cielo, pasando por el infierno al principio -le dije mientras lo inclinaba sobre la almohada y decidí comérmelo todo él, de arriba abajo-.

El chico jadeaba cada vez que le daba un lengüetazo. Luego nos pusimos a hacer un 69, dándole placer a su polla y Jorge a la mía.

. - sí huele mi polla un poco es a la mierda del director. Estaba con la maestra dándose el lote e intervine dándole por culo un rato. Acostúmbrate, pues será el pan de cada día de los que nos damos por culo.

. - comprendo y gracias por decírmelo.

. - dame tú primero y disfruta de mi culo. La quiero tener dentro. Si te corres, usa tu lengua para tomarte tu leche allí donde la has metido.

Me puse como un perrito y Jorge no se lo pensó dos veces, no fuera un espejismo y despertara del sueño en que estaba metido. Me la metió de una sola vez hasta el fondo. El chico jadeaba con cada clavada, hasta que se corrió en mi culo.

Su polla chorreante salió, dejando la corrida dentro. Entonces y haciendo malabarismos le busqué la polla y me la comí, mientras Jorge se ponía a tomarse su leche de mi culo. Era una posición complicada para mí, pero uno se hace al paño. No podría dejar de tomarme aquellos goterones que le salían del rabo al chico. Era una leche nada despreciable. Le hice vibrar una vez más, pues de su polla saqué unos restos lechosos que me tomé.

. - ya no sale más, Salvador.

. - muy bien. Ahora ponte en posición, me toca a mí disfrutar de tu culo y recuerda, te dolerá, pero será necesario, si deseas dedicarte a esto de disfrutar con tíos.

. - sí, lo sé.

Una vez detrás de Jorge, me comí sus huevos y su polla menguada otra vez. De su culo salía un aceite que me decía que estaba lubricado en buena parte. Mi lengua se la introduje con un par de dedos añadidos. Luego me puse en posición enculadora y se la metí. Aunque era solo la punta, el chico se dolió, pero pronto se rehízo y continué entrándole. Así, poco a poco, hasta que se la dejé toda dentro.

. - coge aire, te dejaré descansar unos segundos.

. - me duele…, me duele mucho…

. - lo sé, cariño. Lo mismo me pasó a mí. Con las repeticiones, ya no será así y disfrutarás como yo lo he hecho con tu polla.

Pasaron segundos interminables y el propio Jorge me avisó.

. - ya estoy bien. Continúa.

Se la saqué hasta la mitad y se la enterré hasta el fondo. Al principio despacio, pero poco a poco fui aumentando la velocidad hasta follarme su culo al ritmo en que yo disfrutaba de un culo ajeno.

Los jadeos de ambos no eran lo suficientemente altos como para traspasar aquellas paredes de madera, pero no porque no lo deseáramos, sino porque no queríamos que se enteraran los compañeros.

Desde luego era un buen culo aquel de Jorge y estaba disfrutando como nadie. Cuando llegó mi éxtasis, me vacié por completo, quedando encima del chico bien cansado.

Mi polla se salió por sí sola, dejando un goterón de leche encina de su nalga derecha. De inmediato me coloqué de tal manera para que me la mamara y me la dejara como nueva.

Jorge se rehízo después de la follada culera y buscó mi polla al abrir los ojos. Cuando mi lengua se había tomado buena parte de mi corrida, Jorge terminaba de deslecharme la polla. Terminada la limpieza culera, me tendí junto al chico y me dediqué a comerme su boca, siendo receptivo por su parte.

. - gracias, chico. He disfrutado mucho contigo.

. - me alegro, yo creo que también –dijo Jorge no muy convencido pues el dolor de su culo decía lo contrario-.

. - ya acostumbrarás tu culo para las siguientes penetraciones, ya sean mías o de otros. Descansa ahora, pues antes de levantarnos, pienso volver a disfrutar de tu ojete, cariño -y besé sus labios de nuevo-.

. - te doy las gracias por pensar en mí y cuidarme. Ese Rubén es una bestia homófoba.

. - ya le daremos lo suyo a ese capullo, ahora duerme, yo cuidaré de ti -le dije besándole los labios una y otra vez, pues me gustaba hacerlo con este inocente gorrión que había caído en manos de este halcón-.

Cerré los ojos y noté que Jorge ponía su cabeza en mi pecho. Le acaricié el pelo y no pensé en nada más, simplemente, Morfeo me llevó con él.

. - despierta, Jorge. Despierta -le dije zarandeándolo-.

. - ¿qué ocurre, Salvador?

. - esto se mueve demasiado y no es normal. Vistámonos, rápido.

Una vez vestidos, cogí la mochila y me la puse. Jorge me imitó y salimos del camarote. Fuera ya había compañeros más que nerviosos de los movimientos tan violentos que el viento hacía dar al barco. Siempre con Jorge pegado a mí, salimos a cubierta. Había un oleaje de tres mil demonios. Aquello debía ser un huracán o casi. Los altavoces comenzaron a soltar consignas de abandonar el barco en inglés, árabe y español.

Ayudado por un par de marineros, arriamos una barcaza de emergencia. Lo que más costó a los futuros náufragos fue llegar hasta ella, pues el barco era bastante alto, además del viento y la lluvia que había comenzado a caer, que no ayudaban.

Varias de las chicas y sobre todo la gorda lechera de la profesora, estaban aterradas, pues no solo había viento como he dicho, sino una torrencial lluvia que aumentaba por momentos y que hacía peligrar la estabilidad del barco, llenando la cubierta de espumosa agua que se iba escaleras abajo hacia las máquinas.

La peor de mis pesadillas se transformó en realidad. Los motores una vez anegados, dejaron de funcionar, estando el barco a la deriva y cada vez más ladeado de estribor, que según el diccionario, decía que era el costado derecho de una embarcación, mirando desde la parte trasera, o popa, hacia la delantera.

Ayudé a cuantos pude, hasta que no tuve más remedio que bajar por la malla hasta la barcaza. La puta mala suerte del menda se fraguó cuando la barcaza se separó y empezó a alejarse del barco. No tuve más remedio que lanzarme en pos de la barcaza en aquellas aguas endemoniadas. Nadé violentamente hasta el navío de escape. Gracias a que unas manos proverbiales me ayudaron, que pude subir y salvarme, por lo menos, de momento.

Mientras nos alejábamos del barco, vimos cómo se ladeaba más y más hasta hundirse y desaparecer de nuestras vistas. Al otro lado vimos dos barcazas más con supervivientes, pero se alejaban de nosotros poco a poco sin poder hacer nada.

Los gritos y lloros de los que iban en mi barca apenas se podían oír por encima del viento que arreciaba con la lluvia. Una vez todo el mundo en silencio, las caras aterradas fueron transformándose en máscaras que nada decían, estaban como zombies sin hambre de carne humana. Al menos, de momento.

. - ¿alguien tiene agua? –oí que una voz de mujer decía. Habían pasado varias horas desde el naufragio y estábamos solos en el océano infinito, de las otras dos embarcaciones, nada se sabía-.

. - yo tengo un poco, ¿alguien más tiene? –pregunté a la atestada barcaza-.

Dos manos se levantaron, una era la de Jorge y la otra la de Gabriela.

. - tenemos que racionarla hasta que nos rescaten o lleguemos a algún sitio.

. - de eso nada. De mi agua solo beberé yo –informó Gabriela-.

. - no seas egoísta, Gabriela. Tenemos que compartirla con los demás –le dije-.

. - reparte la tuya, la mía me la bebo yo cuando tenga sed, que para eso es mía –dijo ella echando un trago de su cantimplora-.

. - serás desgraciada –dijo Rubén intentando quitársela. Forcejearon y al final ninguno consiguió la cantimplora, pues calló fuera de la barcaza. Los dos se quedaron de piedra y desolados-.

. - seréis gilipollas. ¿Y ahora que, par de capullos? –los insulté-.

. - lo siento, solo quería quitársela para...–decía Rubén-.

. - no te molestes, no hace falta. Todos sabemos que eres un redomado capullo. Vamos a tener que reorganizarnos o vamos a palmar. Hay que votar a un capitán y a alguien que guarde el agua y los alimentos. Se racionará lo que tengamos-.

. - ¿qué pasa con el agua? tengo sed –dijo la que antes había pedido el agua y que no era otra que la gorda de Mabel. Otra que tenía grasa en abundancia. Era una feúcha chica que solo destacaba por los kilos y del tamaño de sus tetas-.

. - espera un poco, mujer. Tenemos que ahorrar el agua al máximo. Solo han pasado algunas horas. ¿Podrás aguantar un poco más, querida?

. - vale, aguantaré.

. - veamos, somos once náufragos, está Rubén, Gabriela, Carlota, Roseta, Jorge, Pepe, la profesora Silvia, ¿cómo se llaman ustedes dos? -dije señalando a una dama y su hijo, supuse-.

. - Filipa y mi hijo, Sebastián.

. - gracias, entonces también Filipa, Sebastián, Mabel y yo. Votemos quien queremos que sea el capitán ahora y hasta que nos rescaten. Y también quien hará de segurata de la comida y el agua. Yo me presento para capitán y elijo a la profesora Silvia para almacenista. Votad el resto.

. - yo también quiero ser el capitán y voto a la profesora como abastecedora -dijo Rubén-.

. - yo voto a Rubén como capitán y a Silvia para que guarde la comida –dijo Gabriela-.

Carlota y Roseta se miraron y eligieron al menda como capitán.

. - y a la profesora Silvia también para lo otro-.

. - yo quiero ser también capitán o capitana –dijo Silvia, un tanto nerviosa y a la señora Filipa para guardar los alimentos y el agua-.

. - Salvador para capitán y la profesora Silvia para lo demás –dijo Jorge-.

. - y yo a Rubén y a la profesora –dijo Pepe-.

Faltaban los nuevos que nadie conocía.

. - votadme, Sra. Filipa y Sebastián –dijo Rubén- Soy el más preparado-.

Madre e hijo se hablaron y nos hablaron.

. - mi hijo y yo votamos a la Sra. Silvia para capitana y a mí, para proteger la comida.

. - adelante Mabel, esperamos tus votos –dijo la profesora-.

. - yo quiero que sea Salvador el capitán y usted la que guarde la comida-.

. - hagamos recuento –dije-.

. - no hace falta, has ganado, cabronazo –dijo un vencido Rubén-.

. - gracias Rubén. Al menos, sabes perder. Profesora Silvia, le tocó ser la que guarde y proteja la comida y el agua. Esta es mi primera orden, que todo el mundo saque el agua y la comida que lleve encima y lo ponga en manos de la profesora, todos sin excepción, por favor. Incluid las chuches, que nos pueden salvar en cualquier momento.

. - ¿y si alguien no cumple y esconde la comida y no la entrega? –Preguntó Mabel, la gorda y tetuda Mabel-.

. - ¿qué quieres que te diga, Mabel?, pues que tendrá sanciones. Es la vida de todos la que estaría en juego por la avaricia de unos pocos. Espero que saques las chuches que tienes entre los pechos, te he visto meterlos cuando estábamos en cubierta-.

. - los iba a sacar. Solo era una pregunta retórica –dijo ella sonriendo, pero menos-.

. - estoy plenamente convencido de ello, Mabel –dije sonriendo. Los demás también sonrieron un poco- quien no obedezca mis órdenes o perjudique a los demás, ya se verá en cada caso la sanción que deberá cumplir. De ahora en adelante, no valdrá eso de ser hombre o mujer, de más edad o menos. Todos tenemos que arrimar el hombro y aportar cuanto podamos y sepamos. Una vez nos rescaten, porque nos rescatarán, lo que se haga o deje de hacerse, quedará solo para nosotros.

. - ¿a qué te refieres con esto último, alumno y ahora capitán Salvador? –preguntó la profesora Silvia removiéndose en su asiento-.

. - muy sencillo y esto vale para todos. Aunque entre nosotros hagamos cosas que nunca haríamos en casa por las circunstancias, quedará entre nosotros. Una vez todos hayamos puesto en manos de, y perdone profesora, pues para abreviar la llamaré Silvia y a usted señora, Filipa, cuanta comida tengamos, le voy a pedir una cosa que quizás no le agrade, pero que creo que es de suma importancia para el grupo.

. - ¿qué es ello, Salvador?

. - primero la comida, por favor.

Los únicos con mochilas éramos Jorge y yo, y las pusimos delante de la profesora. La mía iba cargada de laterío de conservas de varios tipos, pues sabía que allí donde íbamos poco o nada habría para comer que me gustara.

Los demás fueron aportando sobre todo chucherías, pues bolsas y mochilas no habían traído ninguno. La última fue Gabriela y su botella de agua. La puso sin mucha convicción.

. - gracias, Gabriela. ¿Qué tenemos, Silvia?

. - solo una cosa, somos muchos y poca comida. Solo nos salva por un tiempo las latas que habéis traído tú y Jorge. De agua estamos escasos también. Como dijiste, tendré que racionar y mucho la comida.

. - ¿puedo beber ahora, por favor? –dijo Mabel-.

. - no, Mabel –dijo Silvia-.

. - ¿por qué no?, me lo prometió Salvador.

. - pero yo mando sobre la comida. ¿Verdad, Salvador?

. - lo siento Mabel. Silvia tiene razón. Ella es la responsable de la despensa y si te bebes el agua, los demás…, ya sabes.

. - ¿y un chocolatín al menos?, de verdad, necesito comer algo.

. - compórtate, Mabel. No eres una niña ya. Madura, joder. Además, así adelgazas, que estás hecha una vaca –dijo Rubén-.

. - Rubén, deja a la chica en paz. Silvia. ¿Cuándo le echamos algo al estómago?

. – calculo… –dijo mirando su reloj- …para dentro de un par de horas repartiré algo-.

. - ¿Mabel, puedes esperar esas dos horas, por favor?

. - vale, esperaré. Pero dile a Rubén que no se meta conmigo-.

. - ya lo has oído, Rubén. No des el coñazo, leñe.

. - pues que no dé la tabarra con la comida. Todos tenemos hambre y sed.

. - Silvia, protege con tu vida la comida, por favor –ella guardó el material entre las dos mochilas y las puso junto a ella- bueno, vamos a dejar esta discusión de momento. Ahora y antes de mi siguiente petición, necesito que cada uno firme un pacto no escrito de no divulgar lo que nadie desee que se sepa una vez rescatados. Lo que hagamos aquí, se quedará aquí. Que levanten la mano como que aceptan cumplir esta norma.

Levanté la mano en primer lugar. Luego, uno a uno, fueron haciendo lo propio el resto hasta que todos lo hicieron.

. - perfecto, no hay más que hablar al respecto.

. - yo quiero decir algo –dijo Mabel-.

. - ¿otra vez, tú? –saltó Rubén-.

. - Rubén, la próxima vez te lanzo por la borda. Da tu opinión, pero sin ofender. Mira que eres pesado, tío.

Rubén se calló, mascullando una palabrota, algo de mi madre, sin duda.

(Parte 5 de 25)

FIN