A piñón fijo (3)

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo, y la segunda, no me acuerdo.” Woody Allen. Relato en 25 trozos.

A PIÑÓN FIJO

(3-25)

ESCRITA POR:  SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

. - gracias, chico. Por hoy estoy más que servida.

. - a mandar –dije mientras me vestía-.

. - me visto y te alcanzo a tu casa –dijo el santo varón-.

. - no es necesario, muchas gracias. Pero si no le importa, me pasaré por la cocina, necesito beber un vaso de agua.

. - adelante. Es por ahí. Nosotros nos iremos dando un baño. Y gracias de nuevo, hijo.

. - lo dicho. Es un placer y perdone que lo diga de esta manera. Ha sido un placer cepillarme a su esposa. Quizás otro día sea a usted a quien me cepille. Ahora los dejo.

Mientras se iban en pelotas a darse un baño, entré en la cocina. Raquel y Alicia estaban sentadas.

. - ¿ya habéis acabado? -dijo la negra-.

. - ya me voy, pero aún tengo algo que hacer –le dije mientras me acercaba a ella. Me comí su boca y le metía mano bajo la ropa hasta estrujarle una teta– perdona Alicia, pero se lo prometí a tu sirvienta-.

Le di la vuelta a la silla donde estaba la tía y agachándome, le saqué las bragas, para comerme después su chumino. La negra vibraba y no paraba quieta. Intentó no gritar demasiado, no fuera que se enteraran los del baño.

La muy puta me apretaba la cabeza contra su conejo húmedo y claro, mi cara estaba toda mojada. Aun así, mi lengua se entregó a fondo, muy a fondo. Me salí al fin y con un morreo para que me dejara la cara limpia de sus fluidos, lo di por terminado.

. - no puedo hacer más por ti, Raquel. Lo siento. La señora me dejó seco.

. - quizás otro día.

. - quizás. Espero que no te haya molestado, Alicia, por esta licencia que nos hemos tomado Raquel y yo.

. - no, para nada. No diré ni mu.

Se notaba que no le gustó, pero nada dijo, solo su cara lo decía todo.

. - ahora me voy. Nos vemos mañana en el instituto.

. - sí, claro. Te acompaño hasta la puerta –dijo ella-.

Una vez allí, Alicia casi me ofende.

. - espero que seas discreto y no cuentes esto a nadie. No te lo perdonaría nunca.

. - aunque quieras, no me voy a ofender por eso que has dicho. No, no voy a divulgarlo a los cuatro vientos. No soy así, Alicia. No seas niña.

Salí a la calle y me perdí entre la gente. Alicia cerró la puerta con lágrimas en sus ojos. Pensó que era una putada el que hubiera aceptado el trato que me habían propuesto sus padres. Ya nunca me fijaría en ella, se dijo. Se equivocó de cabo a rabo, pues estaba en mi punto de mira.

No tenía ganas de volver a casa, realmente, pues tendría que seguir rindiendo y no podía ni con mi alma. Me senté en un parque a descansar un poco del trajín que me traía encima. Estaba mirando hacia el suelo y vi acercarse unos zapatos de mujer.

. - ¿puedo sentarme?

. - claro, hay espacio para los dos –le dije levantando la cabeza y mirándole a la cara. Traía un bebé en brazos-.

. - cada vez pesa más este hijo mío.

. - ¿puedo verlo?

. - claro. Acércate.

Me pegué a ella y me enseñó el crío. Era rubio, aunque su madre era de piel oscura, tanto, que era negra azabache su pelambrera.

. - es guapo y muy rubio.

. - así es su padre. Salió bien rubio, sí.

Un viento frío se desató y la mujer tuvo que apretar al bebé contra su cuerpo para que no cogiera frío.

. - vaya por Dios. Precisamente ahora que tenía que darle el pecho y aparece este viento frío.

. - ¿no tiene una manta, señora?, si se la pone por encima, se resguarda un poco.

. - sí, tienes razón, gracias.

De la canastilla sacó una mantita que se echó por encima, pero el viento no colaboraba y se le escapaba, pues no podía mantener al crío y a la manta al mismo tiempo.

. - ¿le ayudo, señora?

. - sí, por favor.

Le cogí la manta y como pude, nos refugiamos los tres de aquel viento que había llegado de improviso. Solo sobresalía su cabeza y la mía. Sin añadir nada más, la mujer se abrió la camisa y apartando la copa de un pecho, se lo sacó y puso a mamar al bebé. Sonreí, pues me gustaba como mamaba el condenado.

. - tiene hambre el jodido –le dije a la madre mientras lo veía mamar-.

. - sí, ha salido un gran mamador. No te molesta que le dé mamar, ¿verdad?

. - qué va. Me gusta verlo mamar y perdone, pero se me ha puesto dura.

. - vaya, no sabía que aún podía hacer eso con un chico tan guapo como tú.

. - señora, pero si está en lo mejor de la vida.

. - ay, ya no tengo edad, te lo aseguro.

. - no me lo creo. ¿Cuántos tiene?, ¿25?, ¿30?, lo dicho, en lo mejor. No hay más que verle el pecho tan precioso que tiene.

. - me vas a sacar los colores, hijo. Gracias, pero ya tengo 54 años. Ya no soy una niña.

. - los años se sienten, no se tienen. Aún está de muy buen ver.

. - eso se merece un premio. ¿Te apetece hacerle la competencia a mi niño?

. - ¿a qué se refiere, señora? -dije sabiendo de qué iba la cosa-.

. - a que, si quieres, puedes mamar del otro pecho y tomarte la leche que fabrico. Además, Javiercito tiene con un pecho, para el otro tengo que usar el sacaleches y si tú me la sacas, cosa que me ahorro.

. - nunca había mamado una teta lechera. Bueno, que yo me acuerde, claro, pero sí, me gustaría mucho mamarla.

La mujer sonrió y aflojándose un par de botones, se sacó el otro pecho. Estaba esplendido. No esperé más, agarré las dos puntas de la manta con una mano y con la otra le cogí el pecho y apretándoselo, comencé a mamar allí mismo.

Ella cogió aire con los ojos cerrados. Luego los abrió y sonreía mientras yo me afanaba para sacarle la leche con mi boca. También usaba la lengua, poniéndole el pezón duro como una roca. No sé cómo, la mujer llegó hasta mi paquete y bajándome la cremallera, se adueñó de mi polla, metiendo la mano bajo los calzoncillos.

Dejé de mamarla y le sonreí. Miré a todos lados y como no había nadie por allí con aquel tiempo, alcé la boca y besé aquellos labios ardientes, traspasándole algo de su leche. Luego seguí mamando teta. Antes de que acabara con el pecho lechero, me hizo correrme la muy jodida, auto-echándose la corrida en la palma de su mano. La cual sacó y se llevó a su boca, usando su lengua para ello.

. - muy buena, chico. Me has alegrado el día.

La teta no daba más de sí y dejé de mamarla.

. - la suya esta de rechupete, señora. Por cierto, me llamo Salvador.

. - y yo, Eugenia. ¿Tienes algo que hacer?, te invito a un refrigerio en mi casa. Está cerca.

. - ¿y su marido qué pensará?

. - poco puede pensar ya, está difunto el muy cabrón, se me murió dejándome preñada.

. - ¿vive sola?

. - con mi madre, pero ella es muy comprensiva con los que llevo a casa.

. - entonces iré.

. - me alegro de que hayas aceptado. Creo que tú y yo vamos a ser grandes amigos.

. - eso creo yo también –dije volviéndole a mamar unos segundos aquel pecho vacío-.

Separó al crío de su otro pecho y después de limpiarse los pezones con un papel especial, se abotonó y puso al crío en la canastilla. La manta cubrió al chico. Me hice cargo de la canastilla con el crío. Así ella iba más descansada, cosa que me agradeció con una sonrisa. Para tener 54 años, estaba buenísima. Tenía un trasero que me iba a gustar follarme llegado el caso.

Llegamos a un bloque de apartamentos cercanos y abrió con su llave. Una vez dentro del ascensor, me habló de su soledad.

. - me siento tan sola, Salvador, que estoy dispuesta a pagarte si te pasaras de vez en cuando por casa para hacerme compañía. Tendrías barra libre, ya me entiendes –dijo pasándome un par de dedos por mis labios-.

. - me lo pensaré. ¿Entraría su madre también en el trato?

. - ¿mi madre?, pero si tiene 85 años.

. - son 85 años de experiencia, sin duda. Y no cobraría nada, solo el placer por el placer.

. - bueno, ahora que lo dices, cierta vez me dijo que añoraba los viejos tiempos en que el abuelo…, ya sabes. A lo mejor podemos convencerla, aunque no te prometo nada-.

La puerta del ascensor se abrió y callamos los dos. Salimos y avanzamos hasta el 434. Sacó otra llave y abrió su puerta. La televisión estaba encendida, pero no había nadie.

. - mamá, ya he llegado.

Nadie respondió.

. - mamá, ¿dónde estás?

Fue de habitación en habitación, mientras yo ponía la canastilla con el chico en el suelo, sobre la alfombra. Un grito me hizo ir corriendo hacia donde había sonado. Era en el baño. Según entré, vi un gran charco de agua en el suelo que salía de la bañera. Una señora de avanzada edad estaba desnuda y no se movía. Su hija la zarandeaba para despertarla, pero nada.

. - déjeme, la llevaré a su cama.

Según la cogí, su hija me dirigió hasta una de las habitaciones. Allí la deposité en la cama, después de que su hija apartara la colcha. No hacía falta ser médico para saber que se había golpeado la cabeza con el suelo o alguna pieza sanitaria.

. - llámese a urgencias, se ha golpeado en la cabeza –dije la obviedad mientras ponía la oreja entre sus dos pechos planos. Se le oía el palpitar del corazón, aunque no a la velocidad normal- está bien, creo, pero necesitamos que vuelva en sí-.

La mujer corrió hasta un teléfono y pidió una ambulancia. Mientras tanto, le tapé la desnudez con una sábana y luego con la colcha para que no cogiera frío. Después me fui al baño y abrí el grifo, mojé una toalla y la llevé a la habitación. La hija lloraba.

Le puse la toalla a la abuela en la cabeza. La verdad, no sabía para qué, pero como lo había visto tantas veces en el cine, pues lo hice. Le hice el boca a boca, con los movimientos tradicionales sobre el corazón. No despertaba. Al rato, llegaron los de la ambulancia. Eran dos con una camilla. Se llegaron hasta la accidentada y la auscultaron. Vieron el chichón de la cabeza y le inyectaron algo. Enseguida la mujer despertó con un fuerte dolor en su cabeza.

El camillero habló con la hija.

. - ya se encuentra mejor. Solo ha sido un golpe en la cabeza. Si no baja la hinchazón de aquí a mañana, llévela a urgencias, para que le hagan unas placas, pero no creo que tenga nada roto. Se pondrá bien con reposo.

. - muchas gracias, enfermero.

. - de nada, señora. Fírmeme este papel como que hemos venido y seguiremos nuestro camino.

La mujer firmó y hasta le dio un abrazo a cada enfermero, el único que le habían dado en todo el día. Aquello les alegró por los restos. Se fueron segundos después.

. - ¿tú quién eres, hijo? -me preguntó la abuela, mientras su hija estaba departiendo con los enfermeros-.

. - Salvador, señora. Me llamo Salvador y soy un amigo de su hija.

. - yo me llamo Elvira, ¿has sido tu quien me trajo a la cama?

. - sí, señora. La encontramos sin sentido en el baño y la traje a su cama.

. - gracias, hijo.

Su hija se nos acercó.

. - mamá, dicen que te pondrás bien.

. - pues claro, solo ha sido un golpe tonto en la cabeza.

. - dijo que te curarás con descanso, así que no te levantes.

. - tengo que terminar de lavarme, casi no había empezado.

. - yo acabaré de lavarte, mamá.

. - me ha dicho tu amigo Salvador que fue él quien me trajo a la cama después de recogerme del suelo.

. - sí, mamá.

. - pues que sea Salvador quien me lave con una toalla mojada. Tú hazme una sopa bien cargada, para dormir después. Además, tienes que secar el baño.

. - pero mamá, Salvador tiene que irse.

. - no hay problema, Eugenia. Me encantará bañar a tu madre.

. - cómo quieras, Salvador. Te traeré las toallas y un barreño con agua y champú.

No tardó en traer el material que puso sobre una mesita. La colcha y la sábana las retiré. La abuela se tendió adecuadamente para que la lavara y comencé, mientras su hija se iba con una sonrisa en su cara. Utilicé la toalla impregnada con un poco de champú y le di por todo el cuerpo. Ella, de vez en cuando, sonreía y gemía para sus adentros. Al final usé una toalla seca para terminar de secarla.

. - ya está señora.

. - aún no, Salvador. Acércate a ese bote de ahí. Tienes que darme una friega por todo el cuerpo. Es para que no se me reseque la piel. Hidratante corporal lo llaman.

. - sí, claro.

Di la vuelta a la cama y cogí el bote que estaba sobre la mesa de noche. Regresé donde la abuela que ya estaba de espaldas.

. - hijo, dame unas buenas friegas. No omitas ningún hueco, eso es importante.

. - así lo haré, abuela.

Sonreí, aquella anciana quería una buena friega y la tendría, vaya si la tendría. Me eché en ambas manos y comencé por su espalda, luego el cuello, los brazos y piernas, dejando para el final donde la espalda perdía ese nombre. Sus nalgas embadurné bien, luego le separé las piernas y entre ellas metí mi mano derecha, introduciéndole un par de dedos en su colgante vagina. Ella gemía, mientras tenía su cara en la almohada.

Por supuesto, no me olvidé de su ojete anal. Allí metí dos dedos a todo lo que daba. Cuando terminé con su parte trasera, le pedí que se diera la vuelta. Su respiración se entrecortaba, pero no se daba aludida por nada. Continué con su cara y cuello, bajando hasta sus pechos muertos que hice sobrevivir por unos segundos. Su respiración seguía aumentando.

. - ¿le hago daño, abuela?

. - no, que va. Sigue, por favor.

Le estrujé bien las tetas, para luego pasarme a sus brazos, estómago y piernas. Su entrepierna la abrió ella ahora, ofreciéndome una visión total de donde debía trabajarla y la trabajé bien trabajada. Me eché un buen chorro de aquel producto grasiento y enterré varios dedos en su vagina una y otra vez hasta que ya no pudo más y comenzó a gemir en alta voz, ya no importándole intentar ocultármelo.

. - sigue… sigue…, hijo

Y seguí. La masturbé descaradamente hasta hartarme, donde su clítoris fue el plato fuerte. Joder, hasta se me había vuelto a poner dura la muy puta. Como aquello solo significaba que la abuela me daba el visto bueno, me saqué los pantalones y la camiseta y subiéndome, me metí entre sus piernas y sin mediar palabra, se la endilgué en su vagina.

. - oh, sí…, gracias querido. Sigue…, sigue

Le di polla a velocidad de crucero, hasta que me paré. Se la saqué y dándole la vuelta, le coloqué las piernas en cuclillas para levantarle el culo a la altura justa de mi polla.

También y sin avisar, se la encasqueté hasta los huevos. Ahora sus gritos llegaron hasta su hija y claro, se preocupó por su madre. Como estaba aprovechando para darse una ducha rápida, salió desnuda del baño y se llegó hasta nuestra habitación de folladores y vio a su madre siendo sodomizado su ano violentamente por un servidor.

. - mamá, ¿te está violando?

. - aaaaaaahhhhhhh… calla…, calla…, no lo distraigas, sigue hijo, sigue y rómpeme el culo.

Y fue lo que hice. Le dejé el ano como el rosario de la aurora, pues desde que palmara el marido, nadie había vuelto a entrar por allí atrás. Su hija se dio cuenta que más pronto que tarde iba a correrme y claro, ya puestos, no tenía intención de ser una idiota segundona, quería disfrutar ahora y no más tarde, ya que estando su madre siendo enculada con su beneplácito, ya todo había cambiado muy rápidamente. Ahora era el momento ideal, y esta vez quería la leche directamente en su boca y así me la pidió.

. - dámela a mí, Salvador, por favor –pidió la hija de puta y claro, no iba a negarle algo a quien me había permitido follarme a su señora madre, la calienta pollas de su mosquita muerta de su putísima madre-.

Antes de correrme, me salí y allí estaba ella con la boca abierta. Solo tuve que metérsela dentro y explotar mi corrida. Eugenia tragó polla y corrida a un mismo tiempo. Cuando salió mi polla de su boca, no quedaba ni para los restos. Joder, como estaban de calientes estas dos hembras. Su madre, como pudo, se dio la vuelta y allí me encontró con mi boca por delante. Nuestras lenguas se dieron un festín privado, mientras le metía mano a su felpudo con varios dedos dentro.

Viendo que la abuela ya tenía bastante, coloqué a su hija a su lado con las piernas abiertas y allí enterré mi boca para succionar todo el zumo que soltaba por allí. Aquella vagina aún no estaba descuarentenada por el crío, pero seguía teniendo un clítoris y fabricando buen zumo. Salí de aquella casa una hora después, con la promesa de volver en cuanto pudiera. Y vaya si volvería. Aquella casa sería un lugar que visitaría con asiduidad, no solo por las dos folla-jóvenes, sino por la leche de teta que podía sacarle a la ex preñada y hartarme con ella.

Cogí de nuevo el ascensor, el cual subió en vez de bajar. Cuando llegué al quinto, entró un cacho bestia de tío. Debía de trabajar en los muelles por lo menos. Después de saludarme educadamente, me sacó un cuchillo de cuarta y media con dos filos que me puso en el cuello. Me cogió totalmente desprevenido y poco podía yo hacer con mi navaja de tres dedos. Aunque si hubiera intentado algo, me quedo allí para siempre.

. - date la vuelta, mamón.

Obedecí como un corderito.

. - bájate los pantalones y ponte a cuatro patas.

. - la madre que te parió. Vete a la mierda –le dije, gilipollas de mí y me giré-.

Lo siguiente que sentí fue una clavada de su cuchillo en un costado, lo que hizo que me cayera de rodillas. El dolor hizo que casi me desmayara. Con una nube en mi cabeza, noté que me bajaba los pantalones y calzoncillos.

De inmediato sentí como una polla XXL me entraba en el ojo del culo y se me enterraba toda ella, pues sus huevos hicieron tope. El grito que di debieron oírlo en todo el edificio y parte del extranjero, pero nadie apareció. El tío me la metía una y otra vez salvajemente. Sus gemidos me decían que se lo estaba pasando de puta madre conmigo. Yo, que no era follado con cariño, precisamente, sino todo lo contrario, veía el diablo cada vez que me la endilgaba.

Al final el tío se corrió bestialmente. Solo después paró y después de un segundo de coger resuello y yo también, se salió de mi culo. Cuando oí que la puerta se abría, supe que se había acabado mi suplicio enculatorio, pues el tío, sin decir palabra, se largó, dejándome allí todo espatarrado y más que follado, violado por mis cuartos traseros.

Cuando las nubes de mi cabeza se difuminaron un poco, me vi en el suelo con los pantalones bajados. Me llevé la mano al ojete y noté que tenía un agujero tan grande que hubiese jurado que me había follado un toro bravo de Miura. Acerqué los dedos a mi cara y me los vi con sangre, aunque no en la cantidad que yo creía, dada la salvaje agresión sexual. Del culo me salía leche en cantidad y es que el tipo aquel me había llenado el ojete de semen de caballo, por lo menos, ya que me sentía lleno por dentro y por fuera, pues me resbalaba, buena parte, muslos abajo.

Me senté de lado y me toqué el costado, también manaba sangre, pero era mínima. Era un pinchazo de advertencia más que otra cosa, pero casi me deja seco, pues se le había ido de la mano al hijo de la gran puta aquel.

Como pude, me saqué un pañuelo y lo hice en dos trozos con mi navaja de juguete. Un trozo del pañuelo me lo metí en el culo, taponando la sangre y el semen, qué remedio. Luego me levanté y limpiándome un poco la leche que tenía encima, me subí los calzoncillos y pantalones.

El otro trozo de pañuelo me lo puse en el pinchazo del costado. Cogí aire y me arreglé la ropa, pulsando el botón del cuarto, pues iba a regresar al apartamento de las putativas Eugenia y Elvira, para pedir ayuda y adecentarme un poco, de paso. Cuando me presenté de nuevo ante Eugenia y me vio en aquel estado y con el pañuelo tapando el pinchazo en el costado, se alarmó.

. - ¿qué te ha pasado, Salvador? –casi gritó-.

. - me atacaron en el ascensor. Necesito ir al baño.

Se hizo a un lado y miró fuera, cerrando después. Luego me siguió al baño. Caminaba como si me hubieran dado por culo a lo bestia.

. - Dios, ¿quién ha sido?

. - no lo había visto nunca, pero si me lo cruzo otra vez, sabré quién es y lo pagará, vaya si lo pagará.

. - déjame quitarte la ropa. Te… ¿te violó también?

. - si. El tío era como un armario empotrado de grande. A mi primera negativa a hacer lo que pedía, me clavó el cuchillo, luego…, luego me violó salvajemente.

Me ayudó a desnudarme y me metí en el plato de ducha. Ella también se desnudó y cogió material del botiquín. Luego me hizo dar la vuelta y agacharme. Cuando vio aquel agujero de polla XXL, se aterró.

. - mi niño, cuánto te habrá dolido.

. - deja que me remoje un poco. El agua fría ahí atrás me aliviará.

Me senté en una banqueta de lado. Con la manguera me eché agua sobre la herida, para luego dirigir el chorro hacia mi ojete, Eugenia me ayudaba a no caerme de lado. Sus ojos estaban enlagrimados, los míos echaban chispas de dolor y de odio hacia aquel hijo de la gran puta. Sabía que debía llamar a una ambulancia y no quitarme las pruebas de encima, pero eso está muy bien cuando le pasa a otro. Ahora tocaba quitarme su leche y mi sangre de encima y de paso, refrescarme un poco.

. - tienes que ir a urgencias para que te miren, cariño.

. - tendrás que llevarme tú, yo no puedo dar un paso derecho.

. - cogeremos un taxi

. - de acuerdo. Lo dejo en tus manos.

Una vez limpiado un poco y vendada provisionalmente la herida, volví a vestirme con un tapón de papel en el culo y un esparadrapo en la herida. Llamó un taxi y cuando llegó, bajé a la calle y subí al auto, marchando a urgencias. Allí me hicieron la cura y antes de marcharme, llegó la policía a tomarme los datos. Le di los míos y cómo era el violador. Luego me dejaron marchar.

Con la herida vendada, solo me dolía el ojo del culo, el cual se calmó con una inyección que me puso la enfermera, aparte de unos calmantes especiales para culos violados por salvajes, así como una crema para lo mismo.

El taxi me dejó en la puerta de casa y pedí a la ex preñada que no dijera nada a su madre. Ella se marchó y cuando entré en casa, caminé lo más recto posible y me fui a mi habitación. En casa no había nadie, por suerte. Me llegué a la cocina y comí algo. Luego me acosté. Cuando llegaron las chicas con ganas de guerra, las frené con una mentira.

. - lo siento, chicas. Tengo dolor de estómago. He ido dos veces al baño. Lo dejamos para mañana, si no os importa.

. - te haré una sopita de pollo, hijo.

. - gracias, mamá. Pero no, apenas tengo hambre. Un besito de buenas noches sí aceptaría –les dije a las dos-.

Mamá fue la primera que me besó y subiéndose la falda y bajándose las bragas, puso una pierna en la cama. Tuve que comerle el chumino a mamá, era de ley, pues, además, me gustaba comerle el coño en todo momento y lugar. Al rato le tocó a Lisa. Su chumino y su polla fueron de mi agrado también hasta el punto de que se corrió en mi boca con su tranca hermafrodita.

. - que descanses, hijo –dijo mamá besándome los labios-.

. - lo mismo digo, hermanito –dijo Lisa, que me ofreció sus pechos que mamé, luego un último beso y salieron de mi habitación. Después me acosté.

Durante la noche me levanté dos veces para ir al baño. El culo me dolía y me tomé una pastilla en la primera salida y me eché la pomada en la segunda. Así, hasta que me dormí hasta el amanecer en que sonó el reloj. Pese a mi dolor culero, que iba a menos, ya estaba en clase, pues estaba empezando el curso y no iba yo a empezar a perdérmelas por la cara.

El día pasó sin pena ni gloria. Ya el dolor parecía que había remitido definitivamente. Aun así, no hice esfuerzos que pudiera hacer que el dolor volviera y me cagara en la madre que parió de aquel hijo de la gran puta.

Ni siquiera Alicia apareció. Cuando llegué a casa y con el cuento de que el dolor de barriga seguía aun un poco, me comí la comida de mamá a la fuerza y me acosté hasta las seis de la tarde, en que desperté con Lisa a mi lado. Había llorado, eso seguro. Estaba abrazada a mí como para que no me escapara.

. - Lisa, querida, ¿qué haces?

. - ya estás despierto, por fin. ¿Cómo estás?

. - ya no me duele el estómago.

. - no me mientas, Salvi. Estás herido.

. - ah, la venda. No te preocupes. Fue una caída tonta.

. - Salvador, a mi puedes decírmelo. No le diré nada a mamá.

. - ¿qué quieres que te diga, cariño?

. - te violaron, ¿verdad?

. - no mujer. ¿Qué dices?

. - entonces no te importará que te penetre con mi pene, ¿verdad?

. - vale, tú ganas, Lisa. Sí, me violaron en… -le conté por encima la violación, sin decirle nada de Elvira y su hija Eugenia-.

. - oh, pobrecito mío. No te penetraré hasta que te cures, cariño mío –dijo besándome una y otra vez-.

. - gracias, Lisa. Déjalo ya, por favor.

En eso llegó mamá con ambos pechos fuera y sin bragas, vamos, que estaba en pelotas. Solo llevaba un pijama abierto de par en par.

. - querido, vengo a regalarme.

. - gracias, mamá, pero

. - me he adelantado, mamá. Lo siento. Salvi ya me penetró y yo lo penetré a él. No sabía que

. - bueno, queridos. No pasa nada. Mamá es muy comprensiva. Dejadme hueco y dadle a mamá placer bucal al menos.

. - eso sí, ¿verdad Salvi, mi amor?

. - claro hermanita. A mamá, lo que haga falta.

Entre Lisa y yo dejamos a mamá súper-corrida y súper-sudado todo su cuerpo. Al final tuvo que pedir socorro. Cuando se fue al baño con una sonrisa, sonreímos Lisa y yo.

. - gracias, hermanita. Has estado de puta madre.

. - por ti, lo que haga falta.

. - en agradecimiento, voy a descargarte con mi boca al menos.

. - gracias, estaba esperando que lo dijeras –dijo poniéndose en posición polla-arriba-.

Me la tragué, aparte de los jugos de su vagina. Sus tetas disfruté como un enano. De lo caliente que estaba esta hermana mía, se corrió pronto en mi boca, luego le traspasé su leche a su boca, para después irse al baño a darse una ducha caliente. Mamá ya había salido hacia su dormitorio.

Al día siguiente ya estaba totalmente recuperado y tenía ganas de guerra. Me levanté antes de la hora habitual y me fui hacia la casa del profe folla-chicos. Cuando salió del edificio una señora con un carrito de la compra, no dejé que se cerrara y me colé dentro. Apreté el botón del ascensor. A mi lado, otro chico se colocó. Éste había entrado con llave. Era el chico rechoncho, que al ver quien era yo, tragó saliva.

Esperamos uno junto al otro que bajara el ascensor. Ninguno dijo nada. Una vez dentro, apretó el sexto, yo no hice nada, pues iba al mismo lugar.

. - tú debes ser Sandoval, si no me equivoco.

. - sí, así me llamo.

. - yo me llamo Salvador y voy al mismo apartamento que tú.

. - ¿al mismo?

. - sí, no te hagas el tonto. Sé que tú y el profe os dais por culo. Yo voy a lo mismo.

. - ¿también vas a que te dé polla?

. - sí, a que me dé y a darle polla también. ¿Tú solo recibes?

. - sí, solo recibo.

. - ¿y no te gustaría darle tú también?, en el colegio ya nos la mamamos los dos. El jodido la tiene bien sabrosa. Hoy voy a estrenarle el culo. ¿Qué te parece si hacemos piña los dos?

. - ¿a qué te refieres?

. - a que el profe hará lo que nos dé la gana y pienso follármelo hasta que me harte.

. - ¿seguro que te dijo que le podías dar por culo?

Apreté el botón de parada del ascensor y me encaré con el chico.

. - ¿es que no le gusta al profe?

. - nunca me ha permitido metérsela. Dice y es verdad, que tiene el ojete muy estrecho.

. - ¿y no lo has intentado, al menos?, el ojete del profe es más grande que el mío, seguro. Conmigo no va a jugar. He venido a follármelo y que no me diga que no, pues el que folla, ha de ser follado. Es ley de vida de los maricones como nosotros. Y me gustaría también que me la comieras, para así darte por culo también. ¿Te apetecería probar mi herramienta luego?

. - me gustaría, sí.

. - me alegro. Tú y yo lo vamos a pasar de puta madre chico. –le dije rosándole los labios con un dedo. El chico abrió la boca y metí el dedo dentro. Me lo chupó un rato sin problema-.

. - te he visto en el instituto. ¿Estás enrollada con la gordita de Alicia?

. - se podría decir que sí. ¿Te gusta?

. - ya lo creo. Está buenísima la muy cabrona.

. - entonces eres como yo, te va la carne y el pescado.

. - ¿te refieres a que si me gustan los tíos y las tías?, pues sí. ¿Te la puedo ver?

. - la verás y me la comerás, pero en casa del profe Alfonso, ahora solo quiero comerme tu boca, si no te importa.

El chico sonrió y nos morreamos bien. Sus labios me los comía como si fuera una fruta madura. Luego nos separamos.

. - estás bien rico y espero probar tu culo pronto –le dije-.

. - me gustaría.

. - y tú probarás el mío y el del profesor. No admitas un no por respuesta. Si da, tiene que recibir. Es lo que hay. Por cierto, dice que vive con su madre y que está media sorda.

. - sí, está algo sorda. Suele estar en su habitación viendo la televisión. Una asistenta viene a media mañana a atenderla. Tenemos poco tiempo para darnos placer, pues hemos de ir a clase, el profe y nosotros.

Nos besamos de nuevo, para luego apretar el botón correspondiente. Al poco se abría en el sexto piso. Seguí a Sandoval hasta la puerta que buscábamos, la 603. Cuando llegamos, el chico sacó una llave de su bolsillo y me sonrió enseñándomela. Joder, servicio completo. Entramos en silencio. Aún era temprano y seguro que no se había ni levantado, como así fue.

Sandoval se fue desnudando por el camino. Yo hice lo propio. Lo detuve y miré su cuerpo rechoncho. No era por nada, pero su gordura me la ponía dura. Apenas se le veía la polla. Aun así, puse una rodilla en el suelo y ante la sonrisa del chico, le cogí la pilinga y comencé a mamársela hasta que cogió consistencia. Al final, engordó. No como la de Lisa, pero para un apaño culero estaba bastante bien.

No quise hacerlo correr, así que se la dejé bien empalmada. Luego invité a mamármela. Yo ya venía empalmado de casa. El chico disfrutaba como un enano, tanto que tuve que frenarlo o me descargaba y no era plan. Quería meterla en un culo, ya fuera en el suyo o en el del profesor o en el de los dos, qué coño.

Una vez llegamos a una habitación, vi que allí estaba el profe de inglés folla-chicos. Estaba roncando con una sábana por encima y debajo todo desnudo, como pude observar al sacarle la sábana.

Su morcilla estaba alicaída. Le sonreí a Sandoval y me subí a la cama y me coloqué entre sus piernas. Sandoval se colocó a su lado y comenzó a comerle la boca. Yo agaché mi cabeza y me tragué su morcillona polla.

El profe dio un respingo y vio pegado a sus labios los de Sandoval, para después despegarse y mirar a su entrepierna. Asomé la cara y sonriendo, le guiñé un ojo. Solo entonces se tranquilizó y hasta sonrió.

Encendió la luz de la mesilla de noche para vernos mejor, aunque no hacía falta, pues los primeros rayos de luz ya entraban por la ventana.

. - vaya sorpresa, mis dos chicos preferidos –dijo comiéndose la boca de Sandoval-.

Su polla ya estaba inflándose a marchas forzadas y cuando se le puso bien dura, me senté encima de ella, tragándomela por mi santo culo. Creí que me dolería, aunque fuera un poco, pero no, volvía a estar como siempre, dispuesta a recibir pollas de amantes y no de violadores. Me incliné y busqué la boca del profe, que encontré muy receptivo, luego me alcé de nuevo y atraje a Sandoval hacia mi polla, la cual comenzó a comerse con un desparpajo enorme, mientras le metía un par de dedos en su culo.

Lo siguiente que hice fue levantar a Sandoval a pulso. Y mira que pesaba el cabrón, pero con su ayuda y girándose para seguir mamándome, sus piernas las puso en mis hombros. De esa manera podía mamarlo yo sin problemas mientras me follaba el profe y el gordito continuaba chupándome la polla. Era algo sublime, pero también algo forzado y peligroso, pues el gordito era gordito, valga la redundancia. Los huevos del chico eran afrodisíacos y no me cansaba de comérmelos también.

Como tanto la polla de Sandoval como la mía estaba en todo su apogeo eréctil, ayudé a bajar a Sandoval y me salí del folla-chicos. Mientras mandaba al chico detrás de mí, le daba la vuelta a Alfonso. El profe se resistió, pero me puse duro.

. - no se niegue, profe. Yo me la he tragado sin quejarme y usted se la tragará ahora. Dese la vuelta, joder.

A regañadientes, se dio la vuelta, luego le levanté el trasero a la altura adecuada de mi polla. Entonces me hice a un lado e hice avanzar a Sandoval cogiéndole la polla y llevándola hasta el ojete del maestro. Con una señal, le dije que se la encasquetara. Podía haber sido el primero, pero creí que el chico se lo merecía, al ser quien más polla había recibido de Alfonso.

Sandoval se colocó bien y de una tajada, se la enterró hasta los huevos. El tío gritó como un niño, aun así, le insistí sin hablarle a Sandoval de que siguiera con la follada y siguió. Yo me puse detrás de Sandoval y me comí sus huevos saltarines, además de su ojete, para acto seguido, clavarle la polla al chico. Así, bien emparedado, Sandoval disfrutó como Dios mientras se follaba al capullo del profe y era follado por mí.

Así estuvimos un rato, hasta que, con una señal, le dije que cambiáramos. Se salió y me dejó su lugar. También se la clavé hasta los mismísimos y como mi polla era más gruesa y larga que la de Sandoval, volvió a gritar el maestro. Luego invité al chico para que probara mi culo.

Cuando me la enterró, sentí algo de dolor, pero no fue nada. Recordándome que no estaba tan curado como había pensado con anterioridad al tragarme el cipote del maestro y es que yo me la tragué con cuidado y Sandoval me la estaba encajando como le daba la gana, a lo bestia, que es como mejor se disfruta un rabo en un culo. Me posicioné bien y dejé que me follara hasta que le diera la gana o casi, pues después de un largo rato de polla culera, me salí del profe y se salió de mi culo el chico.

Acto seguido nos pusimos Sandoval y yo a cada lado del profe con la polla en dirección a su boca.

. - profe, le toca comerse nuestras pollas que están a punto de caramelo.

El hombre se movía despacio, pues le escocía el culo. Era la primera doble follada y no fueron suaves, precisamente. Ya suponía que el culo le ardía. Aun así, se puso delante de nuestras pollas y comenzó a comérnoslas saltando de una a otra. Uno tras otro, fuimos soltando leche a destajo que el tío se tragaba sin problemas, dejándonos unas morcillas morcillonas y media muertas.

El siguiente movimiento del profe fue darnos la vuelta y colocándonos, darnos por culo a los dos. Tan pronto la metía en un agujero, como la metía en el otro. Mi culo volvía a resentirse, pero me aguanté como pude, ahora no iba a negarle mi culo, cuando yo había disfrutado del suyo. Así estuvo hasta que le vino la lechada y nos pidió una boca. Los dos las pusimos y recibimos mitad y mitad en nuestras caras, siendo nosotros quienes, con nuestras lenguas, nos tomamos la leche que estaba fuera de la boca del otro, terminando con un morreo final.

Con la polla goteando de Alfonso, me di el gusto de dejársela seca a base de mamársela, haciéndolo vibrar de puro gusto. Luego los tres nos quedamos mirando al techo, mientras los rayos de sol ya tenían toda la habitación iluminada.

. - me habéis roto el culo, chicos.

. - donde las dan, las toman, profesor –dije- quiero una llave para venir cuando quiera.

. - te daré una copia, pero ¿no es mejor vernos en los baños como hacíamos casi siempre Sandoval y yo?

. - no, si nos preguntan, es que nos da clases particulares de inglés y listo. En los baños puede pasar que nos cojan, como hice yo con vosotros dos.

. - de acuerdo. Sandoval, lo haremos ahora siempre en casa. Se está haciendo tarde, debemos pasar al baño y luego desayunar para ir al tajo.

Estuve de acuerdo. En el baño nos dimos unos morreos a tres bandas y no salimos hasta que nos hartamos de comer pollas descargadas. Una vez en la cocina, ellos dos comieron algo, mientras yo me daba una vuelta por la casa.

No era muy grande, pero tenía todo lo necesario. Al llegarme a otra de las habitaciones, allí estaba la madre o más bien una madre ausente en un principio. Me miró como si hubiera descubierto la pólvora.

. - entra, guapo. Te quiero ver bien.

Sonreí amablemente a la mujer. Según su hijo y el pequeño y gordito amante, estaba medio sorda.

Una vez al lado de la cama, me cogió la mano y se la llevó a la arrugada cara, pues no tendría menos de ochenta años. Le acaricié la cabeza. Tenía el pelo blanco encerrado en una malla.

. - ¿es amigo de mi hijo?

Moví la cabeza afirmando.

. - ¿te da clases en el instituto?

Afirmé también.

. - ¿no sabes hablar?, ¿eres mudo, hijo?

. - no señora.

. - entonces ¿por qué solo mueves la cabeza?

. - me dijeron que oía muy poco y por eso no hablaba. ¿De verdad oye, señora?

. - pues claro, hijo. Ha debido ser una broma de mi chico y su amiguito. No soy tonta, ¿sabes?, sé que a mi hijo le gusta el gordito y se follan por ahí. También, algunas veces, como hoy, follan en casa.

. - ¿entonces nos ha oído a los tres?

. - claro, ya te he dicho que no soy sorda. ¿Solo te gustan los hombres?

. - no, también me decanto por las damas.

. - seguro que a las de tu edad. ¿Qué piensas de las viejas como yo?

. - ¿tan sola se encuentra, señora?, creo que viene una asistenta a cuidarla a media mañana –me hice el loco para no responderle-.

. - sí que viene, pero es un cáncamo de mujer. Es más fea que cagar de pie.

Me eché a reír. La vieja, hasta me daba pena. La soledad es mala compañera.

. - no me has respondido a lo que te pregunté.

. - ¿cuál era la pregunta? -le dije, haciéndome el loco-.

. - que si también te gustan las viejas como yo.

. - no hago distingos entre razas, sexo o edad.

. - ¿qué opinas de mí?, dime la verdad –dijo la mujer sacándose la manta de encima y enseñándome su cuerpo. Se desabrochó el camisón, debajo solo tenía las bragas de franela, con los pechos desnudos y aplastados, los cuales, antes debieron ser abundantes-.

Por respuesta me agaché hasta el pecho más cercano y le besé el pezón, también aplastado. Al mismo tiempo le apretaba el otro pecho. Luego volví a alzarme y sonreír.

. - gracias, hijo. Me has dado un poco más de vida.

. - ¿la puedo visitar otro día?

. - ¿quieres hacerlo, realmente?

. - sí. La veo muy sola y un poco de compañía le vendría bien. La podría sacar de paseo.

. - ¿solo de paseo?

. - podremos hacer otras cosas. Las que usted más le gusten.

. - hablaré con mi chico para que te dé una llave y puedas venir cuando quieras.

. - ya se la pedí para estar con él. Lo que necesito saber es el horario de la asistenta, para no coincidir con ella.

. - eso es fácil. Se va hacia las tres de la tarde. Suele venir sobre las 10 de la mañana.

. - perfecto. Esta misma tarde volveré entonces, pero si un día no vengo, no me lo eche en cara, tengo que atender en otro lado.

. - hijo, me conformaría con un día al mes, si fuera necesario. ¿Me das un beso, hijo?

. - claro, abuela –sonreí y le tomé la cara. La besé como un amante que ya me consideraba. Ella supo que había encontrado un amiguito con quien jugar a médicos y enfermeras-.

Me separé de sus labios, no sin volver a besar ambos pezones y de nuevo su boca.

. - ¿no le importa que tenga relaciones sexuales con su hijo, aquí, en su casa?

. - sí a él le gustas y a ti te gusta mi hijo, no veo nada malo. Ya estoy curada de espanto. Al principio me costó, pero ya me he acostumbrado.

. - eso se merece otro beso –y se lo di, más apasionado que antes y con más sobeo. Incluso me atreví a lanzar mi mano libre bajo sus bragas. Gimió como una quinceañera y eso me gustó, pues se corrió como ellas, mojándome los dedos con su jugo vaginal, aun no secado por el tiempo.

Luego me llevé los dedos a la boca y sonriendo, salí de su habitación.

(Parte 3 de 25)

FIN