A piñón fijo (24)

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo, y la segunda, no me acuerdo.” Woody Allen. Relato en 25 trozos.

A PIÑÓN FIJO

(24-25)

ESCRITA POR:  SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

. - Salvador, por fin te dejas ver –dijo besándome y abrazándome muy efusivamente. Asombrado, reconocí a la enferma de leucemia-.

. - hola, ¿cómo estás?, ¿te fue bien mi médula?

. - sí, muy bien. Tengo que hacer revisiones de vez en cuando, pero estoy viva gracias a ti, mi amor –dijo cogiéndome del brazo y yendo hacia adentro de esa guisa-.

. - no sabía que fueras la nieta de la dueña de esta casa.

. - sí, y yo buscándote como una loca. ¿Por qué te fuiste del hospital?

. - no me gustan mucho los hospitales.

Llegamos ante dos personas que conocía. La dama y la guapa Belinda. Mi cara de pasmado no le pasó desapercibido a la más joven.

. - qué pequeño es el mundo, Salvador –me copió la muy jodida- ya sabemos quién fue el que salvó a Virginia y ayudó a la abuela-.

Belinda se me enganchó y me besó en todos los morros. No me la quité de encima, pues sus pechos me los clavaba en el mío y me gustaba. Una vez dejó mis labios con una sonrisa de escándalo, la abuela se me pegó también y como la anterior, fue comerme la boca descaradamente, mientras sus pechos también me los clavaba.

. - vaya recibimiento. No sabía que éstas dos fueran sus nietas.

. - ya tú ves. Llevan buscándote hace días. Bueno, ¿cuál te gusta más?

. - no cuela, abuela. Ya le dije que no voy a casarme con ninguna de sus nietas.

. - ¿y conmigo? –dijo ella tan tranquila-.

. - tampoco, abuela –sonreí-.

. - les he dicho que nos hemos acostado juntos.

. - ¿y por qué les ha dicho tal cosa?

. - ellas están de acuerdo –dijo la abuela sin responder directamente-.

. - de acuerdo, ¿en qué?

. - en compartirte, Salvador –dijo Virginia poniendo su cara en mi pecho y rodeándome la cintura-.

. - ¿están las tres de acuerdo? -miraba sobre todo a Belinda-.

. - sí. Así es –dijo ella-.

. - entonces quiero más besos de las tres.

La sonrisa se dibujó en el trío de hembras y me besaron, vaya si me besaron y yo a ellas.

. - cuando decís compartirme, hasta donde pensáis llegar. Con la abuela ya sé hasta dónde, ¿y con vosotras dos?, mejor aclararlo ahora.

Allí mismo, en el salón, la abuela primero y luego las dos hermanas, se desnudaron con una sonrisa en sus caras. En la de las chicas, bien ruborizadas.

. - me gustáis las tres, pero soy humano y no Superman. ¿Qué diríais si elijo a una y aquí mismo, le hago el amor?, ¿las otras dos se pondrían celosas?

. - no, si después les toca a las no elegidas -dijo la abuela-.

. - eso me parece justo.

En eso, la pequeñaja se agachó ante mí y bajándome los pantalones, los tiró sobre un sofá, para luego meterme la mano bajo los calzoncillos y cogerme el rabo, ante la atenta mirada de las otras dos, mientras me miraban y sonreían.

. - sacala y tragátela, querida –dije mientras me sacaba la camisa-.

Virginia la sacó y con temor por el tamaño, comenzó a besarla con mimo.

. - cómo no voy a casarme con ninguna, necesito pediros un favor.

. - ¿qué favor, Salvador? Dalo por echo –dijo la abuela-.

. - Que en el caso de que alguien de la servidumbre le apetezca servirse de mi cuerpo y yo del suyo, nos lo permitáis.

. - con una condición –dijo Belinda-.

. - ¿cual, preciosa?

. - que vivas aquí.

Me lo pensé un momento.

. - añado otra condición por mi parte.

. - adelante –dijo ella-.

. - que pueda mantener mis rollos de fuera y pueda salir y entrar cuantas veces quiera. Estudio en la universidad y tengo una familia. Vamos, que no me coartéis las salidas, ni con quien yo quiera. Solo así, me instalaré aquí.

. - y nos darás placer a las tres en primer lugar, después puedes hacerlo con las sirvientas –dijo la abuela-.

. - no solo sirvientas, también me gustan los sirvientes.

. - vaya, con Salvador. ¿Qué dices, abuela?, ¿y tú, hermanita? -dijo Belinda-.

Virginia no decía nada, pues tenía mi polla en toda su boca. Asintió con la cabeza mientras seguía mamando.

. - de acuerdo. Vivirás aquí y seguirás teniendo tus ligues de afuera y también con la servidumbre, pero a nosotras, nos tendrás bien servidas.

. - sin pasarse, que como he dicho, no soy un semental con simiente inacabable.

. - ¿entonces estamos todos de acuerdo? –dijo la abuela y todos asentimos-.

. - perfecto entonces –dije- ¿dónde hay una cama decente?, empezaré por Virginia, que se le ve muy lanzada-.

La misma Virginia dejó de mamarme y cogiéndome la mano, me llevó a su habitación. Allí saco una caja de condones y me puso uno, para luego tirarse sobre la cama, sonriendo pícaramente. Las otras dos, de pie, observaban.

Subí y levantándole los pies por encima de mis hombros, metí mi boca para comerme su chichi, gimiendo la chica. Se corría de lo lindo y jadeaba más todavía.

Continué comiéndole ahora el ombligo, para luego bajarla y mamar de sus pechos juveniles, y después besar sus labios hasta hacerle daño.

Con mi pene en su entrada vaginal y presuponiéndola virgen, la penetré con delicadeza y dulzura, hasta romperle el himen, donde gritó un par de veces, para después más grititos de menor calado. Así, hasta que llegué a penetrarla toda.

Con su abuela por un lado y la hermana por el otro, ambas le cogieron la mano respectiva y se la apretaron, mientras yo daba comienzo a la follada oficial de Virginia.

Le di polla hasta ponerla a sudar y retorciéndose con cada orgasmo que le venía. Y como con ella no quería continuar más con mi polla, me salí y comiéndome su coño un poco más, dejé que descansara.

. - por favor, Belinda, ¿puedes tenderte en la cama…?

Ella miró a la abuela y ésta asintió. Lo hizo y con una comida de coño, empecé con la hermanita mayor. A ésta fue darle un repaso general a su cuerpo excepcional, donde mi polla se la folló sin tregua, pues daba por hecho      que había follado más que las gallinas, casi tanto como su abuela.

Lo mismo que pensaba de su vagina, pensé de su ojete anal, también usado, aunque ahí me equivoqué al sacarme de mi error cuando la tenía a cuatro patas.

. - por favor, con cuidado, soy primeriza por ahí.

. - lo haré con delicadeza.

Y así lo hice, fui comiéndole su culo con mi lengua, para después penetrarla con cortas clavadas que iba aumentando según avanzaba la follada. Aun así, el dolor culero era grande, algo que no podía evitar si quería follármela analmente y ella no ponía objeción al respecto.

Cuando acabé con ella, su culo le dolía como si el mismísimo demonio se la hubiera clavado con su ardiente polla.

Con las dos chicas fuera de combate y mi polla aun sedienta de culos y coños, me salí de la cama y sacándome el condón de mi rabo, lo eché en una papelera cercana. Luego, ya sin capuchón, me llevé a la abuela a uno de los sillones allí instalados y la hice sentarse sobre mi polla. Ella, gran experta, me hizo disfrutar con movimientos de una Mata-Hari y todo ello mientras me comía su boca y sus pechos.

Cuando me cansé de su vagina, quería su culo y poniéndola con los manos sobre la cama y mirando a sus nietísimas, se la endilgué como me gustaba, a lo bestia, sí señor.

Le daba embestidas brutales, donde mi polla le ardía dentro de su culo, dándole placer a la susodicha abuela y sobre todo al menda, que estaba disfrutando como Dios.

Sus gemidos de placer nos decían a todos que le gustaba ser follada por el santo culo a aquella vieja de ochenta y tantos años aún calientes.

. - ¿quién quiere tomarse mi lechita? –dije aun sin haberla sacado de la abuela-.

Las tres levantaron la mano y a las tres puse junto a mi polla para regar sus caras con ella. Fue una descarga sémica de lo más abundante y bien calentita, para luego, yo mismo, tomarme la leche de sus caras con mi lengua comedora de coños.

Con la primera follada aquellas tres perras en celo, pues eso es lo que eran y yo el macho alfa, que conste, me llevaron a la piscina climatizada. Allí nos dimos un chapuzón rejuvenecedor, para después tomarnos un respiro en las hamacas con el sol espléndido que unas nubes caprichosas dejaban pasar por en medio de ellas.

Ese fin de semana trabajé más que en los dos meses anteriores. Cuando salí el domingo con destino a la casa alquilada, dejé dicho que debía hacerles firmar a los sirvientes un papel de confidencialidad sobre lo que se produjera en aquella casa, donde lo que menos se haría, sería dormir, pues me iba a dedicar a follarme cuanto bicho viviente se me pusiera delante de mi tranca. La abuela dijo que así se haría.

En cuanto a la pareja de enanos, sintieron mi marcha, pero como les prometí que los visitaría más veces de lo que esperaban, no pusieron mucha objeción a mi partida.

Desde luego, teniendo la casa de los enanos cerca de la universidad, no iba yo a dejar de servirme de aquella súper polla de Julio y de metérsela a una preciosidad como Paloma. Ni que estuviera loco.

Después de mudarme a casa de la abuela, fui presentado a la servidumbre. Sería uno más de la familia, con el mismo rango de mando. Así lo ordenó la abuela y yo tan contento. En la misma reunión y para que no hubiera desconocimiento por parte de nadie y previo permiso de las tres mujeres, les hablé clarito a la servidumbre, entre los que había varias camareras, dos jardineros, sirvientes y varios tíos más.

. - no sé cuánto tiempo estaré viviendo aquí, puede que poco tiempo o toda la vida. Si un día decido irme, me iré o si la abuela o algunas de las hermanas así lo deciden, también me iré. Lo que quiero decir es que el tiempo que esté, sepan que aquí, Virginia, Belinda y la abuela son mis amantes. Voy a tener sexo continuado con las tres. El papel que han firmado de confidencialidad si lo transgreden, serán denunciados duramente. A nadie le importa lo que pase de puertas adentro y ustedes no deben difundirlo bajo ningún aspecto, ni siquiera con vuestras familias más cercanas. Otra cosa, seré receptivo a tener sexo con cualquiera de ustedes, así lo he hablado con ellas –aquí hubo un gran murmullo-, pero solo cuando ustedes den el primer paso, yo nunca les tocaré un pelo si no tengo vuestro permiso. Esto va para las damas y los caballeros, pues también me gustan los hombres. Si hay alguna duda, preguntad ahora.

El silencio era grande y nadie levantó la mano o casi nadie. Detrás de los jardineros apareció un oriental, yo diría, filipino. Se adelantó y me habló.

. - ¿La servidumbre podemos tener sexo con el resto de la servidumbre?

. - eso lo responderá la abuela-.

. - no, mientras están trabajando, lo harán en sus habitaciones y cuando estén fuera de servicio. La única excepción es cuando lo tengáis con Salvador. Ahí no habrá límites por su parte, pudiendo tener relaciones con cualquiera de la servidumbre allí donde os apetezca, incluso delante de mis nietas y de mí. Pero mucho ojo, cuando tengamos visitas, nadie lo hará en presencia de dicha visita. Al que se le coja y la visita se dé cuenta, será despedido ipso facto.

Una gordita con pinta de ser cocinera, levantó la mano.

. - ¿y si le pido que me rompa el culo aquí, ahora mismo, delante de todos?

. - que será satisfecha por mi parte –dije sonriendo-.

. - ¿y puede ser ahora?

Las risas de la concurrencia se hicieron patentes. Miré a las tres damas y asintieron, una con la cabeza y las otras dos, riendo. Yo mismo, riendo, me acerqué a ella. La saqué del grupo, besé aquellos gruesos labios, para mientras tanto, meterle mano a sus voluminosos pechos que acabé sacándoselos por encima de su ropa. Eran enormes y colgaban cantidad, con unos pezones súper negros. Se los comí con verdadera hambre. Ella se dejaba, mientras se corría patas abajo.

Lo siguiente y como lo había pedido, fue darle la vuelta y apoyarle las manos en uno de los sofás, se agachó y levantándole la falda, se la dejé sobre la cabeza, mientras le bajaba sus bragas XXL. Tenía unas nalgas gigantes, donde su coño sobresalía por debajo, pasándole la mano para sobarla bien. Lo siguiente fue pedirle a alguien de la servidumbre, si así lo deseaba, me comiera la polla para ponérmela a punto. Se apuntó uno de los jardineros. Se agachó y sacándome la polla por entre la cremallera, me la mamó, ante las risas de la concurrencia. Yo, mientras tanto, metía mi lengua en el culo de la gorda cocinera, para después meterle varios dedos en su ojete.

Cuando me la dejó bien empalmada, le hablé al oído al mamador de mi polla y asintió. Mientas yo comenzaba a darle polla por el culo a la gorda mujer, el jardinero se sacó su propia herramienta y después de pajeársela un poco, me bajó los pantalones y me la encajó ante la vista de todos. Sin duda, me gustó que me empalara mientras me follaba culeramente a aquella gorda mujer.

Le estuve dando polla hasta que me harté. Se la saqué más tarde e invitando a la gorda tragarse mi rabo, pedí la del jardinero para disfrutarla yo también.

Las corridas pasaron de los huevos a las bocas de un servidor y a la de la cocinera. Una vez ambas pollas descargadas, desnudé del todo a la gorda y luego al jardinero y finalmente, a mí mismo. De la mano, los llevé a la piscina, tirándonos dentro.

La abuela, que estaba por la labor de la igualdad, informó a todos de que se podían meter en la piscina el que quisiera, pero desnudos.

Tres cuartas partes de la servidumbre se metió, previa desnudez. Los que no lo hicieron fue porque se sentaron en las hamacas y metiéndose mano a sus pollas o vaginas, se hacían unas pajas mentales ante los desnudos cuerpos de los compañeros de la piscina.

Desde luego, aquello no se produciría más o sería una casa de locos. Fue para poner los puntos sobre las íes de la convivencia sexual en aquella casa a partir de ese día.

Efectivamente, no se convirtió en un lupanar, pues la abuela era buena mandando y al que se le echaba fuera del plato, la bronca que le echaba, lo ponía firme.

Por mi parte, no es que fuera todo el día con la polla en mis manos, no señor. Primero mis estudios, les había dicho a las tres, luego divertirme con ellas y la servidumbre. Así fue como compaginé ambos mundos, llegando a clase cada día piano, piano. Con un yin-yan de lo más suave. Si hasta rendía más en clase al no tener que pensar sino en estudiar, pues era llegar a casa y cepillarme a la primera que encontrara de camino a la cocina. Así la abuela, lista ella, casi se había instalado cerca de la puerta y era la primera a la que me enculaba.

Las vacaciones las pasaba en casa con los míos. Donde me dejaba litros de leche condensada propia. Se lo merecían.

Llegó un momento en que tuve que dar boletos sexuales a los sirvientes, para que, por rigorosa orden de petición, recibirlos en mi cama y asistir a la suya, y desfondarles las vaginas, el culo o lo que fuera que hubiera que desfondarles, pues las peticiones eran mayores que mi fabricación láctea y claro, eso de estar a piñón fijo, cuesta la de Dios. Bajé el ritmo o me quedaba sin picha que usar con mis otros amantes de dentro y fuera de aquella casa.

Solo me queda por decir, que Virginia y su culo, eran asiduas de mi polla. No en balde, era la única a la que había respetado analmente, pero ante la insistencia de la chica y el ruego de su abuela, disfruté desvirgándola, y hasta ahora, es uno de mis ojetes preferidos de aquella casa.

Llego un día en que, con mi título de dibujante bajo el brazo, acabé la universidad. Ya antes de finalizar, un compañero de clase, un medio holandés, medio español, me invitó a seguir estudios en una escuela de su país de reconocido prestigio por haber entregado al mundo famosos pintores. Pasar del dibujo a la pintura renacentista, aunque parezca normal y fácil, no lo es. Me lo estuve pensando, hasta que decidí dar el paso. ¿Qué podía perder?, ¿un año o dos de mi vida?, no serían perdidos, pues aprendería algo que estaría en manos de unos pocos.

Tanto en mi casa, como en la de la abuela y sus nietas, no sentó muy bien, pero vi vida es mía y fui yo quien decidió. Me embarqué en algo desconocido para mí, pero con ganas y dos cojones, me embarqué hacia La Haya, lugar donde tenía mi compañero de clase, la casa familiar y donde viviría los próximos dos años.

No sería fácil la integración en una sociedad tan diferente a la hispana, pero con la ayuda de mi amigo hispano-holandés y su familia, toda holandesa, saldría adelante y si no, pues me doy la vuelta y tan contentos, que el mundo no se acaba por un revés profesional.

La escuela holandesa de pintura impartía clases tanto en holandés, como en inglés y este último idioma lo podía manejar decentemente. Del dinero, mamá era el banco, hasta que buscara un trabajo para ayudarme en los gastos.

El día que llegué a la casa de mi amigo, que se llamaba Peter, por cierto, me abrió una hembra con rasgos hispanos. Al oírla hablar, me dije que era mejicana de pura cepa. Me cayó muy bien nada más verla, sobre todo por sus grandes mamas y su cara de buena persona. Se le notaba todo, y no me refiero a los pezones, sino a que su manera de hablar y comportase era la de una persona que no le importaba ayudar siempre que podía y de ahí me agarré yo para sobrevivir los primeros meses en aquel país tan distinto al nuestro.

Como hasta que no me hiciera al paño holandés puse la máxima de que donde comes, no cagues, busqué el sexo fuera de aquella casa, pues aquella familia de Peter era humilde y nada dada a follarse a los que cobijaban, más que por otra cosa, porque el padre de Peter era sacerdote protestante. Por suerte no me obligaban ir a misa, cosa que no iba ni en mi país y si encima, yo era católico según decían en casa, pues que no, nada de iglesias, si no fuera para asistir a alguna boda que otra.

Con la ayuda inestimable de Peter y de la empleada de hogar mejicana, fui aprendiendo el holandés, idioma duro de pelar para el menda, aun así, lo chapurreaba un poco a los cuatro meses. Suficiente para salir a la calle y preguntar dónde coño me había metido.

Así fue, chapurreando el holandés, como conocí a Beatriz, un ángel ciego que encontré un día mientras intentaba pescar por un lado y pintar junto uno de esos molinos que tanto abundan en el país. Mientras la caña estaba sujeta bajo mi sobaco izquierdo, pintaba el molino para las clases, era un trabajo del profesor.

La chica iba con su bastón por la acera que había detrás de donde yo estaba sentado. Al oír el golpeteo de un bastón contra la acera, me giré y la vi. Tendría mi edad más o menos y llevaba ropa deportiva bien ajustada, marcando pezones. Cuando miré su bastón, bajé más la mirada y vi que una cagada de perro estaba a punto de pisarla, así que la avisé.

. - para –le dije en su idioma-.

La chica se frenó asustada, mientras movía nerviosamente el bastón contra la acera.

. - ¿qué ocurre?, ¿quién está ahí?

. - sí sigues recta, vas a pisar caca de perro. Gira a tu izquierda un par de pasos –lo hizo- ahora ya puedes continuar-.

La chica continuó y se paró ante mí. Extrañado, le pregunté cómo sabía dónde estaba si no me había movido.

. - por tu voz. Te puedo decir dónde está el pájaro que está cantando.

. - ¿donde?

. - hacia allí. Oigo que el viento mueve las hojas de un árbol. Allí está.

. - pues es verdad. Eres lista. ¿Quieres acompañarme?, estoy pintando uno de los molinos e intentando pescar algo.

. - esta no es zona de pesca.

. - ¿cómo qué no?, debajo tengo el agua-.

. - pues no vas a pescar nada. Tienes que ir más abajo, donde el agua está más tranquila. Dice mi padre que se pescan peces de este tamaño –dijo poniendo la mano-.

. - serás mentirosa…

. - no, es verdad. Oye, tú no eres de aquí, ¿verdad?

. - no, soy de otro sitio. ¿De dónde, lista?

. - eres de Latinoamérica. Eso.

. - de eso nada. Prueba otra vez.

. - si no eres de allá, eres de la metrópolis, España.

. - qué jodida eres. ¿Quieres sentarte?, así me duele el cuello de mirar hacia arriba.

. - ya te dije que ahí no ibas a pescar nada.

. - no me importa. Estoy pescando por pescar. Realmente, vine a pintar. Antes era dibujante menor, ahora intento pintar como los grandes, aunque supongo que no llegaré muy lejos.

. - ¿por qué?

. - porque los grandes pintores tenían a sus musas y yo no tengo a ninguna. ¿Quieres ser tú mi musa?, te pintaría y serías famosa, bueno, si lo llego a ser yo, claro.

. - ¿quieres pintarme?

. - claro. Eres muy fotogénica y quisiera plasmarte en uno de mis cuadros.

. - ¿estás de cachondeo o es verdad que estás pintando y no tomándome el pelo?

. - estira la mano con la palma hacia arriba.

. - ¿para qué?

. - tú hazlo.

Lo hizo y le pinté un dedo con la brocha que estaba usando para el molino.

. - ¿y ahora que dices, sabionda?

. - es verdad, perdona.

. - olvídalo. Bueno, ¿quieres ser mi musa o no?

. - ¿cuánto me pagarías?

. - ni un euro. ¿Cuándo has visto que tengan pasta los principiantes?

. - qué pena, me hubiera gustado posar para ti.

. - mira que eres pesetera.

. - ¿pesetera?, ¿qué es eso?

. - que te gusta demasiado el dinero, eso es ser pesetera. Venga mujer, no seas así con un pobre extranjero. Si tú me ayudas, yo te ayudo.

. - ¿cómo me ayudarías tú?

. - si tú eres mi musa, yo seré tus ojos.

. - eso me interesa, pero no tendrías paciencia conmigo y te cansarías pronto.

. - pruébame a ver.

. - tendrías que viajar.

. - oye, primero que nada, siéntate junto a mí. Ya me duele el cuello. Venga, anda.

. - no quiero caerme al agua.

. - no te caerás porque yo te sostengo. Además, a nadie le mata un chapuzón. El agua está traslúcida y se ve el fondo. Coño, un pescado de medio metro. ¿No decías que no había ninguno por aquí?, serás mentirosa…

. - estás mintiendo, mi padre no me mentiría a mí.

. - mierda, me has cogido. Es verdad. No se ve ni uno. Pero es igual, ¿te vas a sentar o no?

. - vale, pero cuida de que no me caiga al agua. Si me caigo, te las verás conmigo.

. - pero, ¿ves o no ves?

. - es una manera de hablar, español.

. - a mucha honra, holandesa.

. - a mucha honra, también. Déjame la mano.

Se la cogí y despacio, la hice sentar con las piernas colgando en el vacío.

. - tú no te muevas de ahí y todo irá bien.

. - vale. ¿De qué estábamos hablando, español?

. - de no sé qué viajes. No puede ser. No tengo un duro. Digo, no tengo un euro. ¿Vives por aquí?

. - sí, en la misma La Haya.

. - yo también. ¿Desde cuando eres ciega?

. - desde nacimiento.

. - entonces no has visto nada de la ciudad. Te la puedo ir enseñando. Tenía pensado ir a la pequeña ciudad que se llama…, tenéis unos nombres…, se llama…

. - ¿te refieres a la ciudad en miniatura de Madurodam?

. - eso es, Maduro.

. - Madurodam.

. - eso he dicho, lo que pasa es que además de ciega, eres sorda.

. - sí, no me digas más. ¿Madu que…?

. - que te den.

. - no te enfades, hombre. Nuestro idioma es complicado para el que no sea del país, como todos los idiomas. Tú lo hablas muy raro, pero casi te lo entiendo todo, solo casi.

. - tu sigue riéndote de mí. ¿Sabes español, acaso?

. - no, solo holandés.

. - pues te jodes. El español es uno de los idiomas más hablado del planeta Tierra, junto con el chino mandarín, el hindú o indi, el ruso, el inglés, el árabe y para de contar. El holandés, ni se le ve, ni se le espera.

. - vale, perdona. Aun no me has dicho tu nombre, español.

. - no pienso decírtelo.

. - ¿por qué no?

. - para ti seré el español y tú serás para mí, la holandesa.

. - y no es mejor llamarnos por nuestros nombres. Yo me llamo Beatriz.

. - ¿por qué me lo dijiste?, has roto la magia.

. - ¿qué magia?

. - olvídalo. Voy a pintar un poco. No molestes al maestro.        . - ya -dijo ella-.

. - tú ríete, cuando veas una exposición del español, ya me reiré yo, pues ese seré yo.

. - no cae esa breva.

. - ya lo verás. Antes expongo yo que tú ver.

Coño, me pasé. Aquello no había estado bien, nada bien.

. - perdona, me he pasado. No llores, mujer. Te pido perdón.

. - eso ha sido un golpe bajo, español.

. - lo reconozco. Lo siento de veras. Fue un lapsus dialéctico, pero si vas a ser mi musa, tendrás que aguantar mis salidas de tono. Los españoles somos muy chistosos. No quería ofenderte, me salió de golpe.

. - bueno, te perdono. ¿Entonces quieres que sea tu musa?

. - claro mujer. Quiero pintar esa carita de ángel que tienes. A cambio seré tu guía visual.

. - haremos la prueba. Primero vamos a esa ciudad en miniatura. Quiero saberlo todo de la ciudad.

. - oye, eso nos llevara mucho tiempo. Poco a poco. Un día una parte, otro, otra parte.

. - no exageres. Con un par de horas será suficiente, según he oído.

. - bueno, siendo así, no problem .

. - okey. ¿Vamos ahora?

. - pero ¿qué dices?, no estoy vestido para la ocasión.

. - ¿estás desnudo acaso?

. - ¿y si te dijera que sí?

. - anda, ya.

. - no, no lo estoy, pero no llevo el ajuar para estos casos.

. - eres muy chistoso.

. - eso ya lo dije yo antes, holandesa.

. - Beatriz.

. - vale Beatriz, pero yo me sigo llamando español.

. - será posible. Ya lo averiguaré yo por mi lado.

. - ¿y a quien le vas a preguntar?, ¿a un policía? tengo los papeles en regla, para que lo sepas.

. - ya lo supongo, formamos parte de la Unión Europea. Se lo preguntaré a mi padre. Es de aduanas.

. - pues suerte. Creo que ya voy a recoger los bártulos y largarme. Se está formando una borrasca a lo lejos.

. - ayúdame a levantarme, no vaya a caerme al agua.

. - tenlo por seguro, a mi lado, estarás segura, valga la redundancia.

. - y chistoso, también.

. - eso también.

La ayudé a levantarse y ponerla en la acera.

. - ¿cuándo nos vemos de nuevo? –dijo ella-.

. - ¿para qué?

. - para eso.

. - ¿para hacer el amor?, sí, mañana mismo.

. - no caerá esa breva.

. - mira que te gustan las brevas. ¿Las has probado?, no sé ni como son.

. - según la Enciclopedia Encarta, es el primer fruto que anualmente da la higuera breval y que es mayor que el higo. Yo no las he probado nunca.

. - joder, eres una enciclopedia andante. ¿También la sacaron en braille?

. - ni idea. Tengo oído fotográfico, así que, si dices una cosa, queda grabada en mi mente tal como la dijiste. En cuanto a la Encarta, tengo un programa informático que hace hablar los libros, y todo lo que le pongas por delante y de vez en cuando, me pongo a oír de todo.

. - ¿se dice así, oído fotográfico?, creí que era memoria fotográfica.

. - viene siendo lo mismo. Al final es el cerebro quien hace de almacén de la información. Bueno, ¿dónde y cuándo nos vemos?

. - te has enamorado de mí, ¿verdad?, las musas se enamoran de sus maestros.

. - que no, coño. Quiero que me enseñes todo lo que tú ves.

. - una pena. Bueno, veré mi agenda como la tengo de llena.

. - serás mentiroso…

. - calla, coño. Que no me concentro. Veamos, por la mañana clases, por la tarde ir a casa de Isabel, por la noche a casa de Josefa la gorda y al día siguiente…

. - vale, vale ya, español. Que no soy tonta.

. - aún tengo más amigas. Hay una tía buenorra frente a mi casa que me tira los tejos. Aprovecha que aún no está en mi lista.

. - te lo repito, no cae esa breva. Bueno, ahora en serio, ¿cuándo y dónde?

. - en la estación de autobuses.

. - vale, ¿cuándo?

. - hasta el sábado no podré.

. - de acuerdo. Te espero allí. ¿Te va bien sobre las 9 de la mañana?

. - me va, me va, me va la música, me va el amor .

. - no cuela. Bueno, entonces me voy, papá espera para comer.

. - ¿no te acompaño a la puerta de tu casa como un caballero?

. - eso sería si tu fueras un caballero, pero como no lo eres, pues no me acompañarás hasta la puerta de casa. Además, papá siempre me dice que no hable con desconocidos.

. - eso era antes de conocernos, ahora somos amigos del alma.

. - todavía no hay nada de eso. Es pronto aún. Ni siquiera sé tu nombre. Tú aparece el sábado y ya veremos.

. - oye ¿y cuando posarás para mí?

. - al día siguiente, domingo. Iremos a la playa. Ya te diré.

. - ¿te pondrás en toples?

. - no soy tan liberal como las suecas, iré en bikini.

. - ¿transparente?

. - no cae esa… tú ya sabes que sigue. Abur, español.

. - abur, holandesa Beatriz y cuidado con la caca de perro.

. - coño, ¿dónde estaba?

. - frente a ti, gira un par de pasos a tu derecha y sigue todo recto.

. - gracias, no me gustaría ir oliendo a casa a caca de perro. Más de una vez me ha pasado. ¿En tu país es como aquí, unos guarros los dueños de los perros?

. - peor que aquí. Al menos aquí te las encuentras de vez en cuando, pero en España, tienes que estar saltando para no pisarlas. Lo dicho, somos unos guarros en España y no les llames la atención, encima se enfadan. Bueno, hasta el sábado, holandesa.

. - hasta el sábado, chistoso.

. - Ya has llegado, hija. Siéntate a la mesa.

Mientras se lavaba las manos, le habló a su padre.

. - papá, hoy he conocido a un chico.

. - ¿lo conozco?

. - no creo. Es extranjero, de España.

. - ¿un hidalgo español o un vociferante español?

. - más de lo primero que de lo segundo, creo. Algo chistoso.

. - ¿y no se pone a hablar a gritos?, acuérdate de cuando fuimos a Ibiza.

. - pero que exagerado eres, papá. Estaba pintando y pescando en la playa.

. - ¿pescando y pintando?, no creo que ni pesque, ni pinte. Ese te engañó.

. - no papá. Mírame el dedo, aún tengo restos de pintura.

. - bueno, puede que estuviera pintando. ¿Pescó algo?

. - nada, estaba donde nadie pesca nada. Le dije donde se pescaba, pero no se movió de allí.

. - ¿es de fiar, cariño? -dijo echándole la sopa de fideos en el plato-.

. - aún no lo tengo muy claro, pero no parece mal chico.

. - ¿cómo se llama?, me informaré.

. - no lo sé. No quiso decírmelo.

. - ah, ¿no?, ¿y por qué?

. - quiere que le llame español a secas.

. - qué raro.

. - voy a ser su musa.

. - qué vas a ser ¿qué?

. - su musa.

. - ¿y eso que es?, ¿cómo la Monna Lisa?

. - sí, como ella.

. - hija, ¿te vas a desnudar ante un extranjero que solo conoces como español?, ¿no vas muy rápida, hija? puede que solo quiera abusar de ti. Ya te he hablado de los desconocidos.

. - papá, para una ciega todo el mundo es desconocido, hasta que hablas con esa persona y la conoces. Además, no voy a desnudarme, ni nada de eso.

. - pero tú no lo conoces, hija. Es un extraño. Dijiste que lo acababas de conocer.

. - es verdad. Y hemos hecho un trato. Él me presta sus ojos y hace de guía de lo que ve y yo mi cuerpo para que pueda practicar su pintura. No voy a posar desnuda, claro que no. El sábado me llevará a la mini ciudad de Madurodam y el domingo iremos a la playa para que me pinte en bikini.

. - hija, no puedo dejarte ir. Está bastante lejos y no puedo dejarte en manos de ese español o como se llame.

. - papá, ya no soy una niña. Déjame volar un poco. No me va a secuestrar.

. - hija, eso no lo sabes tú, ni nadie. Pero tampoco es algo que podamos obviar. No vas a ir con ese chico desconocido tan lejos. Fin de la cuestión.

. - no puedes hacerme esto, papá.

. - hija, lo hago por tu bien. Cuando conozca a ese chico y sepa de qué pie cojea, a lo mejor, te doy permiso, antes no.

La chica se levantó llorando y se fue a su habitación. A su padre le costó no soltar una lágrima. Quería a su hija, pero por eso mismo, no quería perderla por si el tal español no era trigo limpio. Cosas de padres que, hasta pensándolo bien, hasta se le podía dar la razón, pues hay demasiada gente mala deambulando por ahí buscando presas débiles como son las personas invidentes. El hombre tenía que desdoblarse como padre y como la madre que murió hace tiempo.

Sábado, 8.45 de la mañana, vestido con mi ropa de los domingos, llegué a la parada de autobuses de la Estación Central de La Haya. Pregunté cuál era el que salía para Madurodam. Según me informaron, era la línea número 22 y allí me senté a esperar a mi musa. Ya tenía en mi bolsillo los dos billetes, válidos para ir y volver tres horas después. Haríamos tiempo dando un paseo por la zona.

Las 9.05 y no llega. Bueno, como es ciega, tardará más. No hay problema. Tendré paciencia.

9.40, ya se está pasando, ya podía haber salido antes.

9.55, espero hasta las 10.15 y si no aparece, me largo.

10.30, le he dado ya demasiado, no aguanto más, me las piro. Una pena de dinero gastado, iré a ver si me devuelven el dinero, me inventaré cualquier cosa.

Resumiendo, perdí el viaje, perdí el dinero y perdí la paciencia. Joder, joder. Por probar, volví donde nos conocimos, a la orilla del mar. Pero allí no estaba. Volví dos veces más y nada. En fin, una chica ciega se va, otra, vendrá.

El problema era que la chica ciega, Beatriz, también había regresado a la zona donde nos conocimos, pero a diferentes horas en que yo iba y no coincidíamos. Su corazón se partía a pedazos, pues se dijo que yo creería que se había reído en mis narices. Conforme pasaban los días y después de perder toda esperanza de volver a encontrarme, dejó de ir a buscarme, dándome por perdido. Lo mismo que yo con ella.

Los días y semanas pasaban y las clases también. Cada día iba afianzándome en mis estudios y qué coño, según el profesorado, no parecía mal aprendiz de las técnicas allí impartidas. Tenía mis rolletes con compañeros y compañeras, pero nada serio, solos esporádicos polvos. Aquí te cojo, aquí te follo. Además de algunos convecinos y convecinas a las que les hacía un favor de vez en cuando, como a cierta florista que gustaba de ponerle los cuernos a su calvo y barrigudo marido. Mientras el tío estaba debajo vendiendo tulipanes, nosotros en la parte alta nos dábamos el lote. O como la cartera que me traía las cartas de mamá y de las chicas. Cuando en casa no había ni Dios, en el zaguán mismo, le bajaba las bragas y después de beneficiármela, se iba bien contenta a seguir repartiendo el correo.

Solo para descargar energías tenía mis rollos, pues los estudios eran lo primero, además de buscar un trabajo que pudiera compaginar con mis estudios de pintura. No en vano, no conseguí un trabajo hasta que no llevaba casi 6 meses en el país. Y adivinen donde. Sí, en la floristería de mi amiga y amante de los tulipanes. Joder, pobre hombre, hasta me daba lástima, pues cómo le tenía de cuernos aquella ardiente esposa suya. Yo cobraba por partida doble, con su cuerpo serrano y por su cartera, el cuerpo de ella y la cartera de él.

No es que cobrara una millonada, pero para gastos varios tenía. Conforme avanzaba el año, iba acumulando cuadros que había pintado y un día me decidí buscar un mecenas que me echara una mano para exponerlos.

Me costó un huevo y parte del otro, pues la competencia era grande, más si era un total desconocido en el mundo de la pintura. Pero no hay mal que por bien no venga. Un día conocí a un belga en un cine. El cual tenía una verga de las grandes y lo sabía porque estando viendo la última de Bond una mano se puso sobre mi paquete. No mentiré si digo que casi grito ostia a grito pelado, pero me contuve. Miré al dueño de la mano y aquella cara suya me ganó desde un primer momento. Le apreté la mano sobre mi polla y así empezó lo que acabó en su casa, dándonos por culo hasta aburrirnos.

Cuando nos íbamos a despedir con un último morreo, me suelta que era dueño de una tienda de venta de pinturas, como las que solía comprar. Joder, me dije y si…, pues sí, me hizo el favor de poner algunos de mis cuadros en su escaparate. No esperaba que se arremolinara un gentío a comprarme los cuadros, pero tampoco, que nadie preguntara por ellos.

Cuando ya los daba por no-vendidos, llegó un día, según mi amante, uno que se dedicaba a esto del arte y parece que le gustó algunos de los cuadros. El tío era un marchante de arte y tenía una galería en el centro de la ciudad y después de concertar una reunión con el menda, me pidió ver más cuadros. Resumiendo, para no aburrir al lector, me expuso 7 cuadros en su galería, vendiendo 2 la primera semana y otros dos la siguiente.

A partir de esas ventas, cada vez que pintaba uno, me lo ponía en su exposición. No, al marchante no le iba la marcha mariconil, pero tenía un hijo de lo más tímido y que apenas salía de casa por su condición sexual. No sé cómo averiguó el padre que me iba la marcha y me invitó un día a pasar un fin de semana en su casa.

Cuando llegó ese día y me recogió cerca de mi casa, durante el recorrido el tío no sabía cómo abordar lo que me soltó de improviso, sin anestesia que valga. Pero me lo soltó.

. - me hijo necesita un maestro sexual, alguien que le dé un empujoncito para que espabile y salga al mundo de una vez, pues está todo el día encerrado en casa.

. - ¿lo ha llevado a un psicólogo?

. - lo que tiene mi chico no se cura, pues no creo que sea ninguna enfermedad, aunque eso dirían los antiguos, sin duda.

. - ¿qué es lo que le pasa?

. - le gusta los chicos de su sexo.

. - eso no es ningún pecado hoy día.

. - en teoría así es, pero mi hijo aún no se ha enterado.

. - ¿y por qué me lo cuenta a mí?

. - por casualidad te vi besando al vendedor de pinturas mientras creísteis que no os veía nadie.

. - pues no hacía por ocultarme, sucedió y listo. ¿Y qué había pensado con respecto a su hijo?

. - que lo trataras un poco y si pudieras espabilarlo, te estaría agradecido –joder con el tío. Me lo estaba diciendo en la puta cara. Que me follara a su hijo para que espabilara de una jodida vez o los cuadros los retiraba de su galería. El tío era bien sibilino, pero su tono de voz lo delataba. En fin, no es que me vendiera por unos cuadros, que, si era por un par de polvos bien dados, hasta poco me parecían, pero lo iba a hacer de todas maneras. Pues siempre y a todo maricón que se precie, le gusta desvirgar a chicos que aún no han probado una polla como Dios manda y así sacarlos del armario, que allí dentro se lo pasa uno muy mal, además del frío que se debe pasar allí dentro en pelotas-.

. - ¿hasta dónde puedo llegar? -más claro, agua-.

. - tú pones el límite.

. - déjelo en mis manos.

. - te lo agradeceré siempre. ¿Debo ahora darte un beso?

. - no, si no le va este mundo. Con que me venda los cuadros, estaré pagado.

. - quizás pueda hacer algo más.

. - suéltelo.

. - mi mujer.

. - ¿qué le pasa a su mujer?

. - está muy sola.

. - ¿cuánto de sola?

. - mucho.

. - ¿no hay quien la consuele? –ironicé-.

. - no puedo, problemas de ahí abajo –dijo mirándose donde su suponía tenía la polla-.

. - entiendo. ¿quiere que la visite?

. - mejor alguien conocido, ¿no te parece? –ni que nos conociéramos de toda la vida. A su mujer, no la había visto ni en pintura, ¿lo cogen?

. - sí a usted le parece bien, es suficiente para mí. ¿Cómo sabe que me gustan también las mujeres?

. - me temo que al vendedor de pinturas se le calentó un poco la boca. Me lo dijo él.

. - sí, parece que larga más de la cuenta. Tendré que hablar con él.

. – pero, ¿es cierto?, ¿verdad?

. - muy cierto. ¿Le gusta mirar mientras se lo hacen con su mujer?

. - no, prefiero no mirar, no soy de esos.

. - ¿la puedo visitar cuando este usted en la casa?

. - eso sí, sin problema.

. - ¿y ella qué opina de que le busque amantes?

. - lo llevamos hablando durante semanas. Serás el primero.

. - pero, ¿ella consiente o no?

. - sí, consiente. No quisiera hacerlo, pero dice que necesita alguien de vez en cuando para desfogarse un poco.

. - ¿qué dice su mujer en cuanto al chico y de mi intervención con él?

. - le aseguré a mi esposa que eras una persona limpia y decente. Eso me dijo el vendedor de pinturas. ¿Es cierto?

. - no le quepa la menor duda.

. - te tomo la palabra. Dios, mío –dijo de golpe mientras conducía hacia su casa-.

. - ¿qué le ocurre?, ¿se encuentra mal?

. - fíjese –dijo señalándose el bulto que hacía su polla como queriendo escaparse de sus pantalones-.

. - ¿no me dijo que no le funcionaba?

. - eso creía yo y los médicos que me tratan, pero ahí está la prueba de que aun puedo empalmar –dijo deteniéndose fuera de la calzada-. ¿Qué me está pasando?, ¿usted cree que al estar hablando de estas cosas se ha puesto así por ello?

. - sería lo lógico. Enhorabuena, parece que no estaba tan mal. De momento, dejaremos pendiente lo de su mujer, ¿no le parece?

. - gracias por comprenderlo. Sí, lo dejaremos estar por ahora hasta probar si no es un espejismo.

Se colocó la polla y regresamos a la calzada. Hasta que no llegamos a su casa, no abrió la boca más. La casa era la típica holandesa, pero más amplia y con un bosquecillo de abedules detrás de la finca.

. - ¿dónde están mi mujer y mi hijo, Sebastián? –le preguntó al jardinero que estaba cortando unos rosales-.

. - su mujer está en la casa y su hijo, en su casita del bosque, señor.

. - perfecto. Español , vaya con mi hijo. Lo encontrará en una casa encima de un árbol. Yo, mientras tanto… -dijo mirándose el paquete que aún estaba empalmado. Entendí y sonreí. Mientras el hombre entraba, yo me dirigí hacia el bosquecillo-.

. - ya has llegado, cariño. ¿Ha venido? –preguntó la mujer, una dama regordeta y nerviosa-.

. - sí, pero mira –dijo señalándose de nuevo su empalme-.

. - ¿será posible?

. - vamos a averiguarlo.

. - ¿pero ha venido el chico que me dijiste?

. - sí, ahora mismo va hacia el bosque a ver a nuestro hijo-.

Ella sonrió y le dio la mano, para de inmediato marchar a su habitación de matrimonio. Allí y sin preámbulos que valieran, se desnudaron y cuando se la iba a encajar en toda la vagina, se le dobló sin misericordia, desinflándose a ojos vista. El golpe recibido lo dejó vacío de fuerzas encima del coño de su mujer.

. - no te preocupes, cariño. Quizás la próxima vez puedas satisfacerme.

. - sí, la próxima vez –dijo y se levantó para irse al baño, apesadumbrado-.

El bosquecillo no era ni eso. Solo un puñado de espesos árboles centenarios rodeados por una alta valla a lo lejos. No me costó mucho encontrar un árbol con una casa encima. Estaba en medio de la arboleda. Era toda de madera y se ascendía por una escalera también de madera.

Subí y ya antes de salir por la abertura que daba al interior de la casita, oí ese sonido característico de alguien que se hacía una paja. Cuando asomé la cabeza y lo vi allí, polla en mano, dale que te dale, le avisé de mi presencia.

. - hola, buenos días.

El chico casi se mea encima si ello fuera posible. Dejó la polla en paz y se la guardó de inmediato. Terminé de subir y le eché un vistazo a la casita aquella. Tenía muebles, una pequeña librería y una cadena de música.

. - perdona que te haya asustado. Tu padre me dijo que te hiciera una visita.

. - ¿quién es usted?

. - un amigo de tu padre –dije por decirle algo, que, de amigo, nanay de la china, aunque si me iba a tirar a su mujer o no y a su hijo, sí o sí, ¿qué menos que amigos?, pero ni por esas, éramos amigos. Solo eran intereses por ambas partes-.

. - ¿qué quiere?

El chico no era tan niño como había pensado. No bajaba de los 20 años, aunque sí, parecía tímido a más no poder, tenía complexión mediana y de altura, la normal para su edad. Llevaba unas gafas de montura de concha que afeaba su cara y hasta lo envejecía más.

. - quiero ser tu amigo.

. - no necesito amigos. Estoy muy bien solo.

. - todo el mundo necesita amigos –dije sentándome frente él, que también estaba sentado- por ejemplo, si tuvieras amigos, no tendrías que estar haciéndote pajas. Ese amigo bien podría hacértela y disfrutarías más y mejor que con la mano. No sé si me entiendes…

. - ¿le mandó mi padre para que me la mamara?

. - tus padres, los dos, están preocupados porque no sales de casa y no tienes amigos. Y eso no es bueno. Saben que eres homosexual y no les importa. ¿Por qué te importa tanto a ti el serlo?, ¿por qué no sales de tu casa y buscas amigos con quien compartir el tiempo?

. - porque no me da la gana. Además, estoy mejor solo que mal acompañado. Y sí, soy maricón y me gustan los tíos, pero eso lo tengo asumido, lo que no me da igual es que se rían en mi cara por serlo.

. - ¿quién se ríe de ti?

. - la gente.

. - esa gente es idiota y a los idiotas, no hay que hacerles caso. Si yo hiciera lo mismo, no saldría de casa tampoco y aquí estoy, tan tranquilo.

. - entonces es verdad, ¿es marica también?

. - en cierto modo sí, pero también me gustan las mujeres. Te diré un secreto si no lo divulgas.

. - ¿qué secreto?

. - primero tienes que prometerme no divulgarlo.

. - bueno, vale.

. - a tu padre no se le levanta el pito.

. - eso lo sabe hasta el jardinero en esta casa.

. - vale, ¿sabes también que me dio permiso para follarme a tu madre?

. - coño, ¿qué dices?

. - lo que oyes. Por lo visto, a tu madre le dan calenturas y como a tu padre no se le levanta, me pidió que la aliviara. Tu madre está de acuerdo también.

. - anda ya, eso no me lo creo, ni harto de whiskey.

. - pues créetelo, es la verdad. Otro secreto que va parejo a éste. Cuando venimos para acá y estábamos hablando de esto y lo otro, a tu padre se le empalmó la polla.

. - vaya, eso es nuevo.

. - eso parece. Lo de follarme a tu madre, lo paramos un poco hasta que el viejo comprobara que la cosa funcionaba, si no, volvemos al plan inicial, follármela, aunque esté el viejo en casa. Ya me dirá algo luego. De momento voy a pasar este fin de semana en vuestra casa.

. - y con respecto a mí, ¿qué te dijo?

. - entre otras cosas que te sacara del armario.

. - ¿qué armario ni que niño muerto?

. - que te espabile y salgas de este agujero. ¿Te gustaría ir de pesca?, no soy muy bueno, pero por pasar un rato…

. - no me gusta pescar.

. - ¿qué te gusta?

. - espiar a los sirvientes en el baño. Eso me gusta.

. - ¿y te parece eso normal?, ¿por qué no te buscas uno de tu condición y os dais gusto a lo natural y no perdiendo el tiempo de mirón?

. - ¿no te dijo también papá que soy demasiado tímido para entablar amistades?

. - pues no se te nota nada. Ahora mismo estás hablando conmigo y no veo timidez en tu semblante, si hasta me has hecho frente antes. Eso no es timidez. Lo que tú tienes son unas ganas locas de joder y no saber con quién. Pues aquí me tienes, aprovecha, que la proposición caduca. Ahora mismo me gustaría joder contigo.

. - la leche que me han dado. ¿Y me lo dices así?, ¿como si tal?

. - tienes que coger el toro por los cuernos, chico. Eres marica, pues tú mismo lo has reconocido. ¿Te gustaría follarte a alguien para variar y no estar todo el día pensando en hacerlo y haciéndote pajas?, aquí estoy yo ofreciéndome para que uses mi ojete y disfrutes dándome por culo. Eso sí, cuando me vaya de aquí el domingo, sales de esta casa y te buscas amigos a los que continuar jodiéndoles el culo y no a tus padres, que los tienes amargaditos con tu actitud. Te doy cinco segundos para que te decidas o me largo a tu casa, que se me está poniendo dura y puede que la pueda usar con tu madre, si a tu padre finalmente no se le puso lo dura que la necesitaba.

Esperé los cinco segundos y en vista de que no reaccionaba, me levanté sin decir palabra y me di la vuelta para bajarme de allí. Al menos lo había intentado por la línea directa, la más rápida en estos casos. Cuando ya me agachaba para bajar, me paró en seco.

. - espera –dijo-.

Sin alzarme, me giré.

. - ¿y bien?, ¿qué has decidido?

. - que quiero romperte el culo aquí y ahora.

. - eso es hablar claro. ¿Por qué has tardado tanto, joder? Mira que eres lento –dije alzándome y yendo hacia él-.

Me planté frente a él.

. - ¿qué sabes hacer?

. - ¿sobre qué?

. - sobre asuntos de mariconeo.

. - solo teoría. ¿Me vas a enseñar?

. - no solo eso. Cuando me vaya de tu casa, no vas a poder sentarte, pues te voy a romper el culo.

. - pero me dolerá…

. - ¿y qué te creías que era esto de ser marica?, ¿solo dar y ya está?, si solo follas y tus amigos no te follan, estás listo. Esos no vuelven a ponerte el culo. Si das, tienes que recibir y cuando te acostumbres a mi gruesa polla, ya no sentirás dolor cuando te la metan tus futuros amigos. ¿Estamos de acuerdo o te echas atrás como los cobardes?

. - no soy ningún cobarde, solo soy tímido.

. - pues desnúdate, empezamos ya.

Me desnudé y se quedó pasmado con mi gruesa y larga polla. El tío aún estaba por la camisa, por lo que le aligeré el trabajo, ayudándole con los pantalones.

Cuando se sacó la camisa, ya lo tenía en calzoncillos. Su polla quería salir de allí. Me arrodillé y le bajé la prenda, saliendo a relucir una hermosa polla de 20 añitos. Me la tragué toda ella, mientras el chico cerraba los ojos y echaba la cabeza hacia atrás disfrutando de mi folladora boca.

. - cógeme la cabeza y utilizando tus manos, fóllate mi boca.

Así lo hizo, dándome más gusto aún. Luego me salí y llevándolo a uno de los sillones, me coloqué a cuatro patas con mis manos sobre uno de los reposacabezas.

. - ya sabes lo que tienes que hacer, pero antes de darme polla, usa tu lengua y cómete mi culo, mis huevos y mi rabo desde atrás. Disfruta y lubrícame bien el ojete.

El chico hizo lo que le dije y casi me parte la polla, pues la hizo torcer en una graduación demasiado grande para mi empalme. Tuve que pedirle que no se pasara, joder. Aun así, me mamó los huevos y el ojete con su lengua. A mi polla ya la degustaría después.

. - ¿ya puedo follarte?

. - adelante y disfruta, que yo también lo haré.

Con su mano izquierda, me puso su rabo en la entrada anal y me la endilgó con una embestida. Me llegó hasta el alma.

El chico, frenético él, me daba polla como si le debiera algo, comenzando a sudar a chorros. No estaba acostumbrado a meter su polla en el culo de otra persona, solo a joderse la polla a pajas y aquello era nuevo para él. Jadeaba como un loco y yo disfrutaba con su disfrute.

. - me corro, me corro –gritó el chaval-.

. - de eso nada. La quiero en mi boca.

Se salió y tragándome su polla, me entregó cuanto tenía en los huevos, vaciándose dentro de mí, mientras respiraba hondo.

No quise desperdiciar nada y colocándolo sobre el sofá, me tragué su polla descargada, dándole un repaso general, para luego comerle todos los alrededores de la polla, huevos incluidos.

Subí y sus pezones me deleité mamándoselos, para llegar a su boca y hacerla mía. Allí me instalé, pues aquella boca virgen era una parte tan erógena como la misma polla.

Me salí y me puse con mi polla hacia arriba en otro sofá. Allí lo invité a sentarse encima de mi hermosa tranca. Con mi ayuda, colocó su culo encima de mi herramienta. Bajó un poco y fue entrarle mi polla en su ojete y salirse de nuevo, pues se dolió.

. - no tengas prisa, ve poco a poco. Solo trágate la que puedas digerir. Tenemos todo el tiempo del mundo.

Un cuarto de hora tragando y saliéndose con doloroso dolor, acabó al final tragándose toda mi herramienta. Allí se quedó hasta volver a coger resuello.

. - ¿has visto?, me la he tragado toda.

. - ya lo creo que lo he visto y también disfrutado, al menos por mi parte. Solo cuando te sientas con fuerzas, sube y baja hasta que me vaya a correr. Luego cuando te lo diga, te la metes en la boca y te tragas cuánto la polla lleve.

La corrida la demoré un buen rato hasta que no me dio placer subiendo y bajando. Solo cuando ya no podía más, le avisé para que se tragara bucalmente mi tranca que venía acompañada de extras bien odoríficos.

Casi se muere de asco, pero haciendo de tripas, corazón, cerró los ojos y mientras me la mamaba, exploté en su garganta hasta que se hizo dueño de mi polla y de todo lo que había expulsado hacia su boca.

Con ambos exhaustos, lo atraje hacia mí y nos comimos la boca, para después descansar un rato, desnudos. Cuando lo hicimos, nos vestimos.

. - Salgamos de aquí y démonos un baño como Dios manda.

(Parte 24 de 25)

FIN