A piñón fijo (19)

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo, y la segunda, no me acuerdo.” Woody Allen. Relato en 25 trozos.

A PIÑÓN FIJO

(19-25)

ESCRITA POR:  SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

. - señora, ¿cómo se llama usted?

. - ¿no te lo dijo tu madre?

. - no, ni siquiera su hijo. Solo que viniera a llevarla de paseo de vez en cuando.

. - ya. Me llamo Eloísa y mi chico, Perico.

. - perfecto, señora Eloísa. Vamos a sentarnos a coger un poco de sol en el parque.

Una vez nos sentamos, se alisó la falda y puso el bastón sobre el banco, por su derecha.

. - ¿te gusta pasear a ancianas, Salvador?

. - es la primera vez que lo hago, señora Eloísa.

. - vaya, entonces debo de estar de enhorabuena y agradecer que un guapo mozo me lleve del brazo por ahí.

. - lo haré cuando pueda.

. - te tienen fascinadas, ¿a qué sí?

. - ¿cómo dice, señora Eloísa? –dije haciéndome el loco, pero sabía por dónde iban los tiros. Al final me iba a abroncar-.

. - te he visto varias veces mirándomelas.

. - no sé a qué se refiere usted.

. - ¿a qué va a ser sino a mis tetas?

. - bueno, yo… -empecé a recular-.

. - no pasa nada. Es normal que te llamen la atención. Anda, pregúntame lo que quieras de ellas. En confianza –dijo con una sonrisa en la cara-.

. - ¿está segura?

. - claro. Adelante.

. - bueno. Sí, lo admito. No he podido dejar de mirárselas. Nunca he visto unas tan puntiagudas. Eso lo hace el sujetador, ¿verdad?, me refiero que sus pechos y pezones no pueden ser tan puntiagudos y sin ninguna caída a su edad. Disculpe, si he ido muy lejos.

. - tranquilo. Te responderé. Mira, estoy muy orgullosa de mis preciosos pechos y no… -se paró, pues una pareja de ancianos pasaba por delante de nosotros a los cuales saludó. Una vez pasaron de largo, continuó- …y no es el sujetador el que los hace así. Son así de verdad. Hasta los 45 años estuve haciendo deporte profesional. Siempre los he tenido grandes y puntiagudos y nada caídos. Supongo que por el deporte que hice en mis tiempos.

. - ¿qué deporte hacía?

. - atletismo y piscina. Casi voy a las olimpiadas en atletismo, pero una lesión poco antes de las pruebas de calificación, echó al traste con mis deseos de ser olímpica. Luego lo hacía porque me gustaba.

. - pues me alegro de conocer una deportista profesional.

. - gracias, hijo. ¿Tú no practicas ningún deporte?

. - la verdad es que ninguno, profesionalmente. Suelo correr un poco, pero nada más.

. - pues deberías, así tu cuerpo tardaría más tiempo en ponerse fofo a los cuarenta. Ahí está mi hijo. Solo trabajar y nada de deporte y está echando barriga. Claro que llega cansado y no tiene ganas de nada, pero siempre se puede hacer alguna cosa como ir a un gimnasio, pero nunca tiene ganas.

. - ¿de qué trabaja su hijo?

. - en una papelera industrial. De esas que fabrican esos rollos tan grandes de papel. Siempre tiene el turno de noche, van a acabar con su salud y Dios quiera que no le caiga un rollo de esos, pues ya ha habido accidentes mortales en la empresa.

. - no le pasará nada.

. - Dios te oiga, hijo –dijo cogiéndome la mano y apretándomela. Yo le apreté la suya con la mía libre. Así hasta que se dio cuenta y se soltó con una sonrisa- ¿tienes novia, Salvador?

. - no, aun no. Solo amigas.

. - ¿ya has mojado?, ¿no?

. - un caballero no habla de esas cosas –dije poniendo cara de enojado-.

. - no te preocupes. Es hablar por hablar. Anda, pregúntame algo íntimo, para que veas que no doy mayor importancia a estas cosas.

. - no sé, señora.

. - anda, no seas tonto. ¿Qué quieres saber y no te atrevías a preguntar?, no me enojaré.

. - bueno, si insiste. ¿Cuándo lleguemos a su casa me puede enseñar esos pechos que me tienen hablando solo?

. - vaya, no te andas por las ramas, chico-.

. - usted me dijo…

. - lo sé, lo sé. Mira, haremos una cosa. Yo te los enseño, si tú me la enseñas.

. - ¿se refiere a mi pene, claro?

. - claro, ¿qué si no?, una cosa por otra. Es lo justo.

. - sí, creo que sí. ¿Podré tocar?

. - joder. Entonces yo también tocaré. ¿Hacemos trato, Salvador?

. - de acuerdo. Pero de esto ni una palabra a su hijo o a mi madre.

. - claro que no –dijo sonrojándose un poco- ¿nos vamos ya?, mi hijo ya se habrá ido-.

. - de acuerdo.

A paso lento, llegamos al edificio. Entre los dos el silencio era sepulcral, solo roto cuando le pedí la llave para abrir la puerta.

. - oh, Dios. No tengo la llave.

. - ah, ¿no?, ¿Y cómo vamos a entrar entonces?

. - vaya tonta que he sido. Como llevaba tanto tiempo sin salir de casa no me dio por meter una llave en el bolso.

. - pues tenemos un problema. Esta es una puerta de seguridad –dije señalándosela-.

. - sí, mi chico se empeñó con eso de los robos en los edificios. ¿Podrías intentar entrar por un vecino y saltar hasta mi casa?

. - estamos muy altos, señora. Si me resbalo, me la pego y no lo cuento. Será mejor llamar a su hijo para que traiga su llave.

. - no podemos. El número de teléfono está dentro y estamos en las mismas.

. - ¿pues usted me dirá qué hacemos?

. - mira, a ver si te convence mi proposición. Si saltas desde un vecino y abres la puerta, las próximas dos horas podrás disfrutar de mi cuerpo.

. - no joda. Perdón, Sra. Eloísa. Eso ni se le ocurra. Soy un caballero y no será necesario –gilipollas, si seré bocazas- vale, saltaré desde un vecino y nada de lo otro. Espere aquí, por favor-.

No conocía a los vecinos de la abuela, aun así, toqué en la puerta de uno de ellos. No me abrieron. Entonces pasé por delante de ella y toqué en la otra puerta posible. Me abrió un mocoso que había visto rallando las paredes de la comunidad con un rotulador. Al verme, creyó que lo había denunciado y se atraganté.

. - ¿qué quieres?

. - ¿tus padres?

El mocoso tragó saliva y corrió hacia adentro, oyendo que llamaba a su madre, la cual llegó hasta la puerta.

. - ¿qué deseabas, joven? –me dijo una señora con rulos en la cabeza y de mediana edad-.

. - disculpe señora. He llevado de paseo a su vecina, la señora Eloísa y al regresar, me ha dicho que no tiene la llave de su casa. Su hijo está trabajando. Me preguntaba si me dejaría salir por su balcón, para acceder al suyo y poder así abrirle la puerta.

. - ¿tú sabes en el piso en que estamos?

. - sí, señora. Lo sé.

. - bueno, pues si te caes, no vengas a quejarte.

Joder, si me caigo, solo mi fantasma podrá venir a joderla viva. Me precedió y abrió la puerta de cristal. Miré abajo y tragué saliva. Luego al balcón de la abuela. Entre los dos había un trozo de saliente de unos 25 centímetros. De nuevo tragué saliva y no me lo pensé más o me daba la vuelta.

Desde luego, yo estaba como una chota, pero la mujer de los rulos, más. Si me caía, le iba a caer encima un paquete sin necesidad alguna. Al menos, moralmente. Con decir que no, se hubiera curado en salud.

Agarrándome de los tendederos, salí y puse los pies sobre el saliente. Cogí aire y continué agarrándome donde podía. No quise mirar hacia abajo o me la pegaba.

Por suerte, la barandilla de ambas casas no distaba mucho la una de la otra. Aun así, si no hubiese sido por los tendederos de ambas y de arriba también, no logro pasar ni con una grúa.

Cuando me agarré de la barandilla de la abuela, era como si hubiese vuelto a nacer, respirando fuertemente. Hasta que no cogí resuello, no moví un dedo. Luego, con energía juvenil, metí una pierna encima de la barandilla e impulsándome, logré entrar. Asomé de nuevo la cara fuera del balcón y di las gracias a la vecina de los rulos.

Después me llegué hasta la puerta y abrí a una nerviosa mujer. Al verme todo sudado, corrió a abrazarme.

. - gracias a Dios, no las tenía todas conmigo. No debí pedírtelo.

. - ya está hecho, pero si ocurre de nuevo, se queda en mi casa hasta que vuelva su hijo. Dos veces no lo hago, señora Eloísa.

. - ni yo te lo pediré de nuevo, tenía el corazón en un puño por si te caías. Estás sudando. Anda, vente a dar una ducha, la necesitas.

Me dejé llevar después de cerrar la puerta con llave. Su caminar hasta había cambiado. No usaba el bastón para nada y su contoneo era grácil y rápido. ¿Qué coño estaba pasando allí?, si hasta caminaba mejor que yo. No quise ni pensar lo que pensaba.

Ya en el baño, me desabotonó la camisa y me la sacó. Luego los pantalones. Me dejaba hacer como buen chico que era. Bueno y obediente con los mayores. Una vez en calzoncillos, sus ojos brillaban. Yo mismo me bajé y saqué los calzoncillos, saliendo a relucir mi hermosa tranca que la dejó deslumbrada.

. - Dios mío, qué hermosa es.

. - no tiene que…

No me dejó continuar. Puso su mano izquierda en mi boca, mientras se arrodillaba y como si fuera en cámara lenta, me cogió el rabo y me lo acarició lentamente, para de inmediato, tragarse mi herramienta de trabajo. Aquella mujer estaba muy necesitada de una polla, pues me la mamaba con un ímpetu que no veas.

. - levántese, señora. Levántese usted.

. - déjame que siga catándola, por favor. Hace tanto tiempo que no tengo una tan cerca…

. - la seguirá catando, se lo prometo, pero ahora levántese usted. Démonos un baño juntos. Quiero verla en todo su esplendor.

. - ah, sí, claro. Por supuesto.

La mujer comenzó a desnudarse, quedándose en bragas y sostén. Detuve sus manos, del resto ya me encargaba yo. Apreté el sostén y no era nada rígido, sino todo lo contrario. Metí una mano por debajo de cada copa y era como si una aguja se me clavara. Respiré hondo y aparté ambas copas hacia arriba. Sí señor, era lo que había dicho, unos señores pechos puntiagudos de lo más sabrosos que nunca había visto, ni siquiera en internet. Adelanté mis labios y disfruté del pezón derecho sin violencia, saboreándolo sin prisas.

Eloísa se estaba corriendo mientras la mamaba. Cuando pasé al otro y más mamadas, ya los gemidos de la mujer no pudo reprimirlos y salieron a la luz.

. - ooohhh, Dios mío. Cómo me estás poniendo.

Sonreí y dejé los pechos a los que no me iba a cansar de comérmelos. Ahora les tocaba a sus bragas XXL de fino algodón. Se los bajé hasta el piso. Su pubis, afeitado al cero, era endiabladamente firme y no colgaba nada. Sin duda, el deporte es lo que tiene y me iba a replantear hacerlo yo más asiduamente para que mi polla nunca decayera.

Sus labios vaginales froté con mi mano, haciendo contorsionarse a aquella mujer necesitada de cariño, de mucho cariño. De la mano la llevé a la ducha, cerrando la puerta de la mampara, para luego apoderarme de sus labios que temblaban, pues no se creía aun que estaba en su casa con un joven desnudo, junto con ella, también desnuda.

Cuando supo que era verdad que estaba conmigo en pelotas, se olvidó de todos los remilgos y apretó sus labios contra los míos, disfrutando, ahora sí, el uno del otro, mientras mis manos no dejaban de sobarle el cuerpo, sobre todo aquellos pechos que me tenían loquito. Ella no soltaba mi polla endurecida por el calentamiento brutal a la que me tenía sujeto aquella hembra de 70 años tan bien llevados.

Como no podía aguantar más sin clavársela hasta los huevos, eso fue lo que hice. Sin pensar que no tenía edad para contorsiones, ni gaitas, la atranquillé contra la pared de vivos colores y allí mismo, se la enterré hasta el omoplato, bien arriba.

Sus gritos de sorpresa cambiaban a gritos de dolor primero y luego a gritos de puro frenesí y mucho placer para sus entrañas. Su lívido estaba por las nubes mientras le daba una tunda de polla que creí que se me rompía en mis manos o, mejor dicho, en la punta de mi polla. Pero no, aquella mujer llevaba esperándome mucho tiempo y yo sin saberlo.

Como estaba como loco rompiéndole su vagina, recordé que también tendría un culo que romper. Así que dejé de darle polla vaginal, para darle la vuelta y agachándole la espalda como si fuera una quinceañera, se la endilgué a todo lo que daba mi polla.

Sin duda ahora sí que gritaba con cada clavada que le daba y que no era como amigo, sino como amante dispuesto a disfrutar de su culo, aunque la dueña no quisiera, pues una vez dentro de su culo mi polla, no había ni Dios que me la hiciera sacársela hasta que yo mandara las órdenes oportunas.

Hasta la vecina de los rizos debió de oírla cuando me follaba el culo de la abuela, cosa que me importó una mierda pinchada en un palo.

Chorreando sudores, detuve la follada con la respiración por las nubes. Se la saqué del culo y dándole la vuelta, sin pedirle permiso de apertura, le bajé la cabeza y se la metí en su boca. Allí me puse a follarme su tercer agujero hasta que no pude aguantar más y solté la corrida más placentera de los últimos días. Allí la dejé hasta que salió ella sola, toda esmirriada. Mi leche le salía comisuras abajo. Se notaba su cansancio y el mío.

. - trague abuela, pues no será la última que se tenga que tragar–dije pasándole el dedo y recogiendo un poco para llevármela a mi boca y tragarla-.

. - ten compasión de esta pobre vieja.

. - ¿no es lo que quería, abuela Eloísa?

. - ya lo creo, pero no que me ibas a romper el culo tan pronto.

. - mejor pronto que tarde. Así sabrá lo que me gustan los culos. Ahora démonos una ducha como Dios manda, que esto no ha hecho más que empezar.

Nos duchamos y nos secamos. Luego pasamos a su dormitorio. La ostia puta, no estábamos solos. Allí estaba el hijo que se había ido a trabajar según su madre. El tío estaba en pelotas encima de su cama. Me cago en todo lo que se menea y yo saltando de una casa a otra a pique de romperme la crisma. La madre, al verlo allí sonrió. El hijo también sonrió más abiertamente.

. - ¿qué significa esto, señora Eloísa?

. - mi chico fue quien lo ideó todo, pero con mi apoyo.

. - no me aclaro, ¿de qué va todo esto?

. - yo te lo explicaré –dijo el despelotado de la cama- Mamá me pidió que le mandara alguien con quien copular, pues estaba de un caliente que no paraba de darme el coñazo. Tu madre y yo, como te habrá dicho, lo pasamos en grande y se lo comenté. Me dijo que tenía al candidato ideal, su hijo. O sea, tú. Le comenté si también te iba el pescado, pues quería experimentarlo en mi culo y como me dijo que le dabas a ambos mundos, pues aquí me tienes.

. - cuando llegue a casa, mamá se va a enterar.

. - no me lo tengas en cuenta, cariño.

. - mamá -grité- ¿estabas ahí?

. - sí, hijo. Aquí estoy. No podía dejarte solo este primer día. ¿Te tal te lo has pasado con Eloísa?

. - mamá, esta vez te has pasado cuatro pueblos. ¿Cómo se te ha ocurrido hacerme esto?

. - ¿no te ha gustado, querido?, creí que cuando me follabas, te gustaba –dijo Eloísa a mi lado-.

. - abuela, no se trata de si me gustó o no. Se trata de que todo esto ha sido un montaje. He sido utilizado y encima por mi propia madre. No me gusta que me utilicen como un semental, para eso ya me encargo yo solo cuando quiera y con quien quiera. ¿Lo saben las chicas, mamá?

. - no, solo es cosa de nosotros tres.

. - pues que siga así, no deben saber lo que has hecho a tu hijo. Has hecho que salte de un balcón a otro a pique de matarme. Te has pasado, madre. Me largo –con la misma salí de allí y yéndome al baño, me vestí y sin pararme ante los ruegos de mamá y la abuela, desaparecí de aquella casa. Joder, mi propia madre y encima me hicieron cruzar por el balcón. Estos tres estaban mal de la cabeza…-.

En toda la semana apenas hablé con mamá y mucho menos, follamos, sí con mis dos hermanas, pues ellas no sabían nada. Ellas se barruntaban algo entre mamá y yo, pues no eran tontas, aun así, no preguntaron, cosa que agradecí, pues entonces les hubiera dicho lo que me había hecho.

Sábado, sabadete, cógeme el culete . Cambié el chip al llegar el sábado. Con mamá, igual, pero hoy tocaba pasarlo con un par de negritas que, si me lo curraba bien, tendría para rato, sexo del bueno.

. - éste nos ha dado plantón, Lisbeth –dijo la amiga, Lenny-.

. - tranquila, aun no es la hora acordada.

. - ¿no será aquel buenorro que viene por allí con unas sombrillas bajo el brazo? –preguntó ella-.

. - pues sí, ahí lo tienes. ¿Te había engañado o no?, ¿a qué está bueno?

. - más que bueno, está buenísimo. ¿Ya le has catado la polla?

. - calla, guarra.

. - tu sigue así y no te comerás un rabo en tu vida. Este no sale de la playa sin que me lo haya cepillado.

. - no seas bestia, Lenny. Solo vamos a la playa.

. - sí, eso tú. Yo voy a follar, que ya estoy harta de no comerme un rabo. Y hasta lo mejor…

. - ¿no serás capaz…?

. - eso ya depende de si le convencen mis razones –dijo recolocándose sus dos melones, que estaban a punto de salírseles por arriba y por todos lados. Pese a tener una camiseta, era tan pequeño la parte superior de su bikini, que era como si no tuviera ninguno- calla tía, que aquí llega –dijo la calentorra de Lenny-.

. - ¿llego tarde? –dije sonriendo y mirando descaradamente a las tetas de Lenny-.

. - no, para nada. Acabamos de llegar –mintió descaradamente- tú debes ser Salvador-.

. - así es.

Antes de que me diera cuenta, me estaba besando y sobando el paquete. Joder, empezamos bien, pero que muy bien. Como la tía me había dado un beso en los labios, me vi en la obligación moral de acercarme a la otra morena, Lisbeth y darle también un beso en los labios.

Cuando nos lo dimos, era como besar una pared azulajeada. Fría de cojones. Bueno, al menos, la otra no estaba tan fría, al contrario, se le notaba caliente, muy caliente. Joder, si ya me tenía empalmado y todo.

. - no me engañó Lisbeth, estás desbordante, chica –me deleité echándole un vistazo con el descaro de mi juventud-.

. - ¿a qué sí, chato? –dijo dándose la vuelta-.

. - joder, qué grupa.

. - vale ya, coño. Mira que estáis salidos los dos.

. - oye, Lenny, ¿tu amiga es así siempre de aguafiestas? –le pregunté a la tetuda-.

. - sí que lo es. Pero no te preocupes, yo no soy así –dijo y me volvió a coger para comerme la boca. No tuve recato allí mismo en la parada y delante de otros clientes, meterle mano al trasero-.

. - tú y yo nos vamos a entender de puta madre –le dije-.

. - y que lo digas. Pero no demos más el espectáculo, que Lisbeth se está poniendo roja de vergüenza. Deja que lleguemos a la playa y allí no habrá nadie que nos moleste.

. - te tomo la palabra, preciosa –dije sonriendo. En eso llegó la guagua. Abrí el maletero y metí allí las tres sombrillas. Luego subí al vehículo. Estaban sentadas en diferentes asientos desocupados. Miré a una y a otra y me decidí por la que más fácil me lo ponía, Lenny, la desbordantemente Lenny-.

Con una sonrisa en nuestras caras, me pegué como una lapa a ella. Ello no gustó a Lisbeth, por supuesto, pues que se joda. Si no, que no fuera tan seria y rígida en sus costumbres sexuales. El viaje nos lo pasamos metiéndonos mano y es que, si una tía se deja, ¿por qué no disfrutar con ello?

Aquella delantera suya llegaba una hora antes que el resto del cuerpo y no dejé de sobarla mientras nos comíamos la boca. Es más, con mi lengua jugando con la suya, mi mano libre no paraba de jugar con sus pezones, pues la tenía de fácil acceso bajo su exiguo bikini.

Aún antes de llegar a destino olía a hembra y por mis cojones, que mi lengua iba a disfrutar de sus jugos vaginales.

En un momento de respiro entre mete mano y comida de boca, puso sus labios en mi oreja y me dio el mejor regalo que tendría en todo el día. Sonreí y besé sus labios con más entrega que antes si cabe.

Bajamos cerca de la playa y caminamos el trecho que nos separaba. Estaba desierta, pues el tiempo no acompañaba. El sol estaba oculto por las nubes, aun así, no había viento que nos molestara.

. - chicas, tenemos la playa para nosotros solos.

. - mucho mejor –dijo Lenny risueña-.

Nos pusimos en la parte más alejada de la zona de entrada, junto a una roca que hacía de parapeto para mirones y también contra el viento de poniente.

. - tomo esta playa en nombre de Lisbeth, Lenny y yo mismo, como que me llamo Salvador –dije y planté la primera sombrilla-.

Comencé a plantar el resto de sombrillas, pero no en vertical, como sería lo habitual, sino inclinada ocultándonos del resto de la playa. Aquello no pasó desapercibido para las dos chicas, aun de pie.

. - oye, ¿por qué las inclinas tanto?, el sol vendrá de arriba, si no me equivoco –dijo Lisbeth mosqueada-.

. - lo sé, pero me temo que sol vamos a tener poco. Así tenemos más intimidad. ¿No es lo que querías, intimidad para que no te vieran en pelotas?

. - bueno, visto así. No me hace mucha gracia estar aquí, desnuda.

. - anda mujer, desinhíbete un poco –dije sacándome la ropa. Ellas, estáticas, me miraban como me desnudaba. Al verme el pito todo empalmado, Lisbeth se aterró, no así Lenny, que sonrió, corriéndose de gusto- vamos, chicas. Fuera esa ropa-.

Sonriendo, Lenny fue a desnudarse. Me acerqué a ella.

. - ¿me dejas hacerlo, querida Lenny?

. - claro, cariño –dijo sonriendo y mirando a Lisbeth que seguía como una estatua, pese a que no podían vernos si hubiera alguien en el resto de la playa-.

Le quité primero la parte superior del bikini, sin quitarle antes la camiseta rosácea. Cuando tuve el bikini en mis manos, lo olí y casi me corro allí mismo. Entre sonrisas de Lenny y mía, proseguí y le quité la parte inferior del pareado que llevaba. De nuevo lo olí y esta vez sí que estaba más que claro, que las corridas desde que subió a la guagua, eran abundantes y muy, muy olorosas.

. - serás guarro –dijo Lisbeth-.

. - caya, Lisbeth, tú a lo tuyo. Sigue, Salvador.

Y proseguí. Le saqué por la cabeza la camiseta y sus mamas XXL ocuparon buena parte de su torso. Mi sonrisa le dijo que las aprobaba con un 10. Joder, qué tetas más sabrosas.

. - ¿puedo?

. - no solo puedes, sino que debes –dijo cogiéndome la cara y pegándola contra sus mamas. Aquello sacó de quicio a Lisbeth que se fue en bikini hacia el agua para apagar su calentura-.

Lenny se tendió en el suelo dispuesta a más. Sonriendo nerviosamente, me dejó que disfrutara. Una vez mi boca llegó a su ombligo y se contorsionaba mi amada tetuda, bajé lo único que le quedaba encima, el pareado, llevándoselo hasta las piernas y sacándolo. Desde el autobús ya sabía que estaba afeitada para la ocasión.

. - pero qué buena estás, cabrona.

. - recuerda lo que te pedí, pero no me hagas mucho daño, por favor.

. - descuida, cariño. Como si fueras la Virgen María.

Dios, como le olía el coño a Lenny. Era el mejor olor del mundo mundial y hacia allí me metí de cabeza y nunca mejor dicho. Con mi lengua por delante, me tomé sus jugos, mientras la hacía retorcerse y sus gemidos llegaban hasta su amiga Lisbeth que no quería regresar hasta que hubiéramos acabado lo que estuviéramos haciendo.

Fui subiendo con mi lengua por delante, pasando por sus montes del Himalaya, para llegarme hasta su boca que disfruté una vez más.

Al mismo momento, mi polla, gran conocedora de la anatomía femenina, buscaba su cueva y claro, la encontró. Cuando la penetré hasta traspasar su himen, mi picha se detuvo automáticamente, mientras continuaba comiéndome su boca.

Fue un descanso momentáneo, pues las ganas de follarme a aquella hembra ya las tenía antes de subirme a la guagua y me la follé. Se la clavé hasta los huevos, con un ritmo contenido al principio, para acelerarlo al máximo bien pronto después.

Sus gemidos, inconfundibles para Lisbeth, resonaban en toda la silenciosa playa, pues hasta el agua estaba muda por no haber ni una maldita brisa marina.

Visto lo visto y que esta chica estaba dispuesta a todo en esta primera cita, además, que la soledad de la playa me echaba una mano, decidí desvirgarla por partida doble. Sí, su culo también lo iba a disfrutar como Dios manda.

Le hice girar su cuerpo serrano. La chica no pensó, sino que me iba a deleitar de su trasero con mi lengua, pero no, mi trabuco también quería participar del festín de este día. Cuando me puse a comerle el cuello y los pechos que sobresalían por ambos lados, mi polla le entró en su correoso y húmedo agujero anal.

Gritó al sentirse penetrada en un tercio, y antes de que dijera esta boca es mía, se la endilgué hasta el fondo. Fue una follada en toda regla y sus gritos de dolor también. Aun así, ya no podía dar marcha atrás, pues su culo ya era mío y de nadie más. Al menos por hoy, pues con esta chica uno no sabía si se iba a poner mañana en una esquina ofreciéndose gratuitamente a cambio de una buena corrida o ser yo el único usufructuario de aquel cuerpo suyo que más de uno quisiera tener entre sus piernas.

Aún con mi polla en su culo, besé su cuello suavemente.

. - respira hondo, querida. Solo falta un poco más.

No dejé que abriera la boca, pues me explayé con su culo dándole mandanga de la buena. Y todo ello siendo visto por Lisbeth desde el agua, que no se perdía detalle de la follada de sus dos agujeros.

Al final me salí estando a punto de correrme y lo hice encima de cada una de sus nalgas XXL también. Unos lengüetazos y toda mi leche volvió a su dueño, dando buena cuenta de ella. Luego me tendí a su lado, con la polla deslechada arriba, mientras acompasaba mi respiración hasta hacerla normal.

Ella continuaba con el culo hacia el cielo, pues su cansancio y dolor eran mayores que el mío. Solo cuando se sintió con fuerza, se dio la vuelta. Su cara no es que fuera de la viva imagen de la alegría, sino del sufrimiento. Aun así, no me lo reprochó, que por otra parte estaba en su derecho de hacerlo.

. - ¿cómo te encuentras, cariño?

. - como si me hubieran follado por el culo –logró decir-.

. - perdona, pero no podía detenerme. Es lo que más me gusta de una mujer. El dolor pasará.

. - pero si no te culpo. Fui yo quien te dijo que me desvirgaras y no especifiqué qué agujeros. Aun así, no te reprocho nada. Mejor así. Alguna vez tendría que desvirgarlo, mejor ahora, que después. Gracias. No creas que te vas a ir de la playa sin volver a follarme ahora sí, con mi consentimiento, ambos agujeros. Seguro que Lisbeth no se perdió detalle.

. - en el agua sigue aún vestida.

. - vamos a limpiarnos un poco –dijo levantándose y tendiéndome la mano, la cual agarré. Le puse en su cintura mi brazo izquierdo y hacia el agua nos dirigimos-.

. - ¿sabes?, casi me muero cuando me rompías el culo.

. - cada vez te pasará menos, hasta que llegues a disfrutar como Dios manda.

. - sí, lo sé. Lo he leído. Aun así, eres un cabrito, un cabrito que me gusta follarme y que me folle.

Bajé la mano y le pasé un par de dedos por detrás, allí donde el coño sobresalía. Sus jugos vaginales me llevé a la boca. Ella sonrió y me empujó, para luego ir corriendo y tirarse en el agua. Yo la seguí e hice lo mismo. Ambos llegamos hasta Lisbeth. La rodeamos.

. - ¿aun con el bikini puesto, chica? –dijo su amiga. No dejó que respondiera y tiró del lazo de la parte trasera superior, quedándose con la pieza en sus manos. Los pechos de Lisbeth no desmerecían en nada a los de Lenny. Sí, eran un poco más pequeños, pero igual de abundantes y sabrosos-.

. - ¿qué haces, coño?

. - yo, nada –dijo y tiró de la parte inferior, también quedándose en pelotas vaginales- ahora sí que estás desnuda-.

Me lanzó las piezas que cogí al vuelo. Las olí y olía a menstruación y orgásmicas corridas femeninas.

. - no seas guarro y dame eso.

. - ¿no estamos en una playa nudista?, pues eso. Aquí se está desnudo –salí huyendo de ella cuando fue a por su bañador. Mi culo sobresalía mientras iba detrás de mí. Cuando llegó ante mí, le lancé las prendas a Lenny, que fue hacia la orilla y allí tiró las dos-.

. - sois unos cabrones.

Me metí bajo el agua para inspeccionarla bien, no fuera que me lo impidiera más tarde y lo que vi, fue un oscuro coño muy depilado, al igual que su amiga.

. - joder, Lisbeth, afeitadito te sienta de maravilla.

. - no te acerques a él, depravado. Violaste a mi amiga.

. - de eso nada. ¿Verdad, Lenny?

. - Lisbeth, no seas tonta. Ya en el autobús le dije que me desvirgara.

. - ¿pero si no os conocíais ayer?

. - tu sigue con esos remilgos y llegas a vieja aún virgen. No veas como me dolía el culo cuando me lo rompía con su polla, pero, aun así, lo volveremos a hacer, ¿verdad? –dijo ella mirándome-.

. - tú lo has dicho. Una pena que Lisbeth sea tan cerrada de mollera y no disfrute un poco.

. - iros los dos a la mierda.

Lisbeth nadó hacia la orilla y con paso firme, recogió su bikini. No se lo puso, simplemente se fue hacia su toalla y se tendió sobre ella con el culo hacia arriba. Estaba llorando.

. - ¿qué le pasa a tu amiga?

. - hemos herido sus sentimientos. Tú, ni caso.

Jugamos en el agua un buen rato, besándonos por todas partes. Cuando nos cansamos, salimos de la mano hacia nuestras toallas. Me tendí en medio de las dos con el pito hacia el cielo.

. - una pena que no haya sol.

Cuando miré hacia Lisbeth y confirmé que había llorado, me preocupé.

. - ¿por qué lloras, Lisbeth?

. - déjame.

. - no llores, mujer. Solo eran bromas de tu amiga y mía.

Se giró hacia mí, ofreciendo la visión de sus hermosos pechos de diosa.

. - fui yo quien te invitó y apenas me has hecho caso.

. - perdona, cariño. Pero compréndelo. Si te encierras en una concha y no dejas que entre, normal que busque donde sí soy bien recibido y Lenny lo ha hecho –dije posando mi mano derecha entre sus piernas para sobarla un poco. Ella sonrió-

. - Lisbeth, disfruta un poco, mujer –le dijo ella-.

. - pero ¿cómo?, no estoy acostumbrada, no estoy tan liberada como tú.

. - tu deja que Salvador te haga disfrutar. Es un artista, si lo sabré yo –dijo cogiéndome el rabo, para de inmediato, pajeármelo e irse poniendo morcillona-.

. - tengo miedo.

. - cariño –dije girándome hacia ella- es normal tener miedo. Todo el mundo tiene miedo la primera vez. Dame permiso y te haré la mujer más feliz de la tierra, con permiso de Lenny, claro -dije con una sonrisa de jodido cabronazo-.

Lisbeth se dio la vuelta quedando con los pechos hacia arriba.

. - adelante.

. - mujer, ni que fueras a un matadero. Anda, vente y cómeme vivo. Haz lo que siempre has soñado y nunca te has atrevido hacer con un chico.

. - ¿cogerte y tirarte por un barranco bien hondo?

. - no, mujer. Empieza por disfrutarme, lo demás lo haremos más adelante -sonreí-.

Ante la mirada de Lenny, que se apoyaba en un codo para ver mejor el futuro espectáculo, Lisbeth tragó saliva y de un golpe, se alzó de rodillas.

De nuevo más saliva tragó y se vino hacia mí. Buscó nerviosamente mi boca y se la regalé. Nos besamos profusamente, hasta que sus pechos se me clavaron en los míos por ponerse encima. De inmediato fue a coger mi polla para enterrársela, cosa que paré en seco.

. - querida, antes debes ponérmela dura y solo tienes dos maneras. Mamándomela o pajeándomela. Lo de tragártela vaginalmente viene después.

. - sí, perdona. No me acordaba.

Reculó hasta tener mi polla ante sus narices. La cogió con sus manos y se puso a hacerme una paja. No contenta con ello, bajó la cabeza y me la mamó durante un buen rato. Luego sí, volvió a sentarse sobe mi polla y cogiéndola con la mano, se la enterró toda ella. Sus gritos de doloroso desvirgamiento no fueron tales, pues no sintió apenas dolor. A lo sumo, cuando el himen se rompió, pero nada más, por lo que decidió tragarse toda mi picha en su vagina.

. - cabálgame, negro corcel –le dije-.

Y me cabalgó como si estuviera encima de un caballo salvaje.

. - déjale ahora que te rompa el culo, Lisbeth.

Ella se paró y se aterró.

. - no, eso no.

. - no seas tonta y aprovecha. Me dolió, pero ya ni me acuerdo. No desaproveches esta oportunidad que no se te va a presentar todos los días.

. - serás cabrona tú también. Vale, joder.

Se salió de mi polla y se tendió sobre su toalla, poniendo la grupa hacia arriba y en alto. Me fui hacia su trasero. Una vez detrás de él, mi lengua le comió el coño rebosante de jugos que me tomé, para luego meterle mi lengua en todo el orto femenino. Con mi polla puesta a cero, puse el radar y buscó su culo, encontrándolo en décimas de segundo y posicionándose frente a él.

. - ¿preparada?

. - venga, antes de que me arrepienta.

De eso nada, me dije. Le entré la punta y para dentro hasta los huevos. Gritos y más gritos que hicieron levantar el vuelo a varias gaviotas. Lenny sonreía, pues era lo que le había pasado a ella, pero aun con más dolor, pues con Lisbeth fue metérsela toda sin hacer paradas técnicas.

La follada fue bestial, al igual que antes con Lenny. Ella se agarró fuertemente de la toalla con sus manos y pies, pero el dolor no remitía y tuvo que aguantarse, gritando de dolor culero. No paré en gastos hasta que mis fuerzas flaquearon, para después salirme y dándole la vuelta, echarle la corrida en cada pecho.

Bajé hacia su vagina y allí enterré mi lengua para sorber sus jugos, consiguiendo con ello aminorarle el sufrimiento anal al comerme su clítoris y todo el resto de su vagina. Luego volví a subir hacia sus pechos y me tomé mi lechada sémica, finalizando con una comida de boca y sobeo de pechos, que la dejé fina, fina.

No me había tendido aun sobre mi toalla, exhausto por el trabajito, que ya tenía mi polla en la boca de la competencia, Lenny. Ahora sí, tendido como Dios manda, Lenny entre mis piernas, mamaba que era un gusto verla y yo tan contento de que lo hiciera.

Cuando terminó, me di la vuelta y sobre las dos extendí mis brazos para apoderarme de un pecho de cada una que sobé hasta quedarme dormido allí mismo. Ellas también acabaron quedándose dormidas.

Cuando desperté y aun antes de alzarme, oí voces cercanas de chicos. Ya había llegado la caballería bulliciosa. Me senté sobre mi nalgar y vi en el agua gente jugando y nadando. El sol también había llegado por fin.

Miré a las chicas. Estaban estupendas las dos. Una pena, pero con la gente cerca, no iba a poder cumplir el deseo y el mío también, de encularme de nuevo a Lenny. No estaba bien con tanto chiquillo, hasta yo lo sabía.

Aun así, no pude evitar besar cada nalga de mis chicas morenas. Incluyendo también unos lengüetazos entre sus piernas, allí donde la almeja de cada una estaba que me llamaban a gritos. Fue suave y prolongada la comida de coño. Ambas se fueron despertando según les llegaba el turno.

. - mira que te gusta comernos el chichi –dijo Lenny-.

. - de vosotras me gusta todo, todo, todo. Por cierto, no podré volver a romperte el culo.

. - ¿no?, ¿por qué no?, yo lo deseo.

. - y yo también, pero tenemos gente alrededor. ¿No oís nada?

Pusieron ambas, atención y sí, las voces se sucedían. Levantaron las cabezas y vieron gente varia dentro y fuera del agua.

. - mierda, joder. Me es igual. Dame ahora antes de que vengan más gente –dijo ella dándose la vuelta y levantando el trasero-.

. - cariño, no puede ser y tú lo sabes. Con niños cerca, no lo podemos hacer.

. - joder –dijo antes de girarse- tienes razón. Me jode, pero tienes razón. Salvador, ¿después de hoy, nos volveremos a ver?

. - claro, cariño. Tienes mucho que ofrecer y me gustaría continuar teniendo tu favor. Lo mismo te digo a ti, Lisbeth. Eso sí, que quede bien claro, nada de enamoramientos. Esto es puro disfrute por ambas partes. No me voy a casar con ninguna de las dos.

. - ¿porque somos de color?, ¿por eso no quieres enamorarte?, ¿solo quieres follarnos? –dijo Lisbeth-.

. - tendría que ofenderme por eso que has dicho de mí, pero no lo haré. Si me conocieras mejor, sabrías que no hago distingos cuando tengo relaciones con alguien. No te diré quién, pero sí con quien he tenido relaciones y las sigo teniendo con algunos de ellos, como son, flacas, gordas, chicos y chicas. Sí, también con chicos. Personas mayores, etc. Por eso, no quiero enamorarme, al menos de momento. Soy demasiado joven para pensar en matrimonio. De momento, solo pienso en vivir, que no es poco. Vosotras haced lo que os plazca. No volverme a ver y buscar a otro chico o seguir viéndonos esporádicamente y tener sexo o no, que no es obligatorio. Y no digáis que no os avisé. No me gustan las ataduras. Si lo pensáis bien, esto es como un aprendizaje para posteriores relaciones, tanto vuestras como mías. Decidme algo, quisiera saber lo que pensáis al respecto, las dos.

. - yo –decía Lenny- a diferencia de Lisbeth, soy más liberal en el trato con los chicos. Nunca lo había hecho con ninguno de ellos, pero sí he jugado a la ambigüedad, divirtiéndome de paso. Me gusta presumir de mis encantos que están a la vista. Lo que hemos hecho hoy tú y yo lo llevo pensando hace tiempo y no fue hasta echarte el ojo encima en la parada del autobús, que no me decidí a dar el paso. Ya tengo una edad en que la mayoría de mis amigas ya lo han hecho y quise estrenarme contigo. No te pido que te cases conmigo, ni nada parecido. Que seas mi amigo y de vez en cuando podamos yacer tú y yo, me conformo. No soy una ilusa, los blancos no suelen casarse con negras y viceversa. Sí, se lo que has dicho, pero la realidad es así. Seas tú, así como la mayoría o no, no me importa. Yo también quiero vivir este momento que pasará y no volveré a vivirlo. Así que, cuando quieras, me llamas y follamos como Dios manda en una cama.

Después de la parrafada, se me acercó y me comió la boca. Me dejé querer mientras estrujaba sus pechos afrodisíacos. Luego nos separamos. Tanto Lenny como yo, miramos a Lisbeth en espera de su opinión de lo que estábamos discutiendo.

. - yo debo ser más complicada que tú, Lenny. Lo cierto es que me gustaría un poco de amor cada vez que lo hago con un chico. No hablo de casarme, ni nada parecido, pero un poco de romanticismo, sí. Nada de, aquí te cojo, aquí te mato. Hoy lo he hecho más que por otra cosa para no quedar como una idiota, pero no volverá a pasar. La próxima vez que lo haga, será porque la otra parte sienta algo por mí y no solo por mi cuerpo. Lo siento, Salvador. Así es y así será.

. - no tengas que disculparte, Lisbeth. Lo que tú pides, no siempre se da. Es más, casi nunca se da, pero es bueno que lo busques. En mí solo encontrarás deseo carnal y disfrute. Igual que te digo esto, te digo lo contrario si lo pensara, pero soy de ideas fijas. Cuando realmente me guste una chica para estar con ella el resto de mi vida, no habrá nada que me aparte de esa idea y dejaré de lado todo lo demás. Me costará, claro que me costará, pero si el amor que sienta por ella es lo suficientemente fuerte, lo conseguiré. Si no, seguiré buscando como tú ahora. Bueno, ya está bien de cháchara. ¿Qué os parece si colocamos las sombrillas de manera correcta y nos comemos los bocatas?, lo que es yo, tengo un hambre…

. - Salvador, te agradezco que expusieras tus puntos de vista. No los comparto, pero te comprendo. Solo decirte que te dije una mentira piadosa, te dijimos una mentira piadosa Lenny y yo. Somos hermanas y no amigas.

. - ¿y por qué esa mentira?, un poco tonta, me parece a mí, acabaría enterándome

. - solo era una broma por mi parte, pues yo la empecé. No se la tengas en cuenta a Lenny. Le pedí que me siguiera el juego.

. - sí, no vale la pena ni molestarme en enfadarme. Bueno. ¿Y esos bocatas?

(Parte 19 de 25)

FIN