A piñón fijo (15)

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo, y la segunda, no me acuerdo.” Woody Allen. Relato en 25 trozos.

A PIÑÓN FIJO

(15-25)

ESCRITA POR:  SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

. - mirad quien llegó… -dijo el viejo-.

. - perfecto. Ya estamos completos. Sube, mi amor. La quiero en mi boca. Abuelo, ¿qué hace aun ahí?, ¿no estabas con mi otro agujero?

. - ya voy, deja que me la pajee un poco. Estos descansos no le sientan nada bien y tengo que volverla a poner en su punto –dijo pajeándose, sonreí y me agaché y le aparté la mano, se la mamé hasta dejarla como nueva, luego me desnudé y me subí a la cama. Mariola me cogió la polla y se la tragó- tengo una noticia para ti, Mariola-.

Ella, sin sacar la boca de mi polla, dijo algo guturalmente. Le entendí perfectamente.

. - que la seguridad social te paga la reducción de pechos.

Se salió de mi polla.

. - ¿pero si el médico de cabecera me dijo que esas operaciones ya no las pagaba el gobierno?

. - mamá le llevó las fotos que te hice de los pechos en la playa al médico especialista y según parece, eres un caso especial por su tamaño y sí, la paga la seguridad social –no mencioné lo del peligro para su vida futura, no hacía falta, de momento-.

. - hija, hoy mismo pides hora al médico ése.

. - no, hay que hacerlo mediante el médico de cabecera, luego éste hace un volante para el especialista. Eso sí, habrá que esperar, pues supongo que habrá lista de espera.

. - no me importa esperar, llevo años haciéndolo. Gracias, mi amor –dijo y me la mamó a conciencia, mientras se ponía a cuatro patas para que su abuelo se la encasquetara. La abuela, como si fuera una malabarista, estaba bajo su nieta para continuar comiendo jarabe vaginal-.

Le hice una señal de que quería follarme al viejo, entonces Mariola me soltó la polla. Luego me puse detrás del abuelete. No era tonto y aceleró la follada de su nieta.

Con mi tranca y recordando lo que le gustaba al tío encular sin compasión, se la enterré hasta los huevos de un solo tajo y sin miramientos. El tío gritó de dolor, pero nadie, ni las chicas, se compadecieron de él. Continué follándome su culo, mientras el enculado se follaba a Mariola.

Las lechadas se sirvieron en las bocas de las dos damas, que se deleitaron tragando polla con extras.

. - Tengo miedo, Salvador –me dijo Mariola en la camilla y antes de ser llevada desde su habitación del hospital hasta la zona de operaciones-.

. - no tengas miedo. Estos tíos saben lo que hacen. Cuando nos volvamos a ver, habrá cambiado tu vida.

. - mi vida cambió cuando te conocí, mi amor.

. - vamos, tortolitos, que los cirujanos esperan. Dale un beso y nos vamos –dijo sonriente la enfermera-.

. - todo saldrá bien –le dije mientras besaba sus labios, luego nos separaron y se llevaron la camilla hacia un ascensor-.

Me fui a la sala de espera. Allí estaba mamá y los abuelos. Nadie las tenía todas consigo, pues era una operación de riesgo, cosa que no queríamos transmitirle a Mariola, pues ya tenía bastante encima como para decirle que podía quedarse en el quirófano. No en vano, les hicieron firmar muchos papeles de exoneración de responsabilidades a los cirujanos por esto y por aquello…

Tres horas después aún no habían llamado a los familiares de Mariola. Los cuatro estábamos nerviosos, pues se sabía cuándo se entraba en un quirófano, pero no se sabía cuándo se salía. Y lo más importante, cómo se salía.

Con estas disquisiciones en mi cabeza, sonó la voz de una enfermera llamando a los familiares de Mariola. Los abuelos se levantaron como impulsados por un resorte. Estábamos nerviosos todos.

Como familiares más cercanos, solo los permitieron a ellos subir a verla. Estuvieron media hora, para luego bajar a informarnos.

. - está durmiendo, toda vendada. El médico nos dijo que todo fue bien, pero la recuperación es lenta y que debe estar unos días aquí. Luego tiene que venir a cambiarse el vendaje hasta que le den el alta completa.

. - gracias a Dios que todo salió bien –dijo mamá con lágrimas en los ojos. Yo no tenía menos lágrimas en los míos. Suspiré. Lo peor había pasado-.

. - ¿cuándo podremos mamá y yo, verla? –dije-.

. - hasta mañana no podrá ser, cariño -dijo la abuela-.

. - ¿entonces volvemos mañana o se puede quedar uno a hacer guardia?

. - no, está en cuidados intensivos. Allí no permiten visitas. Vámonos a casa, mañana regresaremos y la podréis ver. Ya sabemos que salió bien de esta difícil operación. Es lo más importante –dijo llorosa la abuela-.

Regresamos a casa. Mamá se fue a casa a hacer sus cosas y yo me quedé un rato con ellos. Necesitaban mi apoyo y mi polla. Una polla que repartí entre los dos abuelos. Llegaron apesadumbrados y los dejé muy sosegados en sus camas. Sosegados y follados.

En casa, Ramona tenía visita. Era Gladys y su orondo culo. Ya estaban en faena y me añadí, pero sin polla por delante, por lo obvio, pero sí con lengua, que metí en los recovecos de una Gladys más que agradecida.

. - mamá te añora y yo también –dijo Gladys-.

. - os iré a ver cualquier día de estos. Iremos Ramona y yo, ¿no Ramona?

. - por supuesto, mi amor. Allí estaremos.

En el hospital…

. - habéis venido –dijo intentando levantarse un poco de la cama-.

. - joven, no se mueva o se le abrirán los puntos –dijo la enfermera que miraba los aparatos conectados a Mariola-.

. - hola, pequeña saltamontes –dije besando su boca por tiempo largo. La enfermera sonreía-.

. - ¿cómo estás, cariño? -dijo mamá, que también la besó-.

. - así, así. ¿Y los abuelos?

. - ahora suben. Solo permiten un máximo de dos personas por habitación.

. - enfermera, ¿se puede quedar alguien haciendo guardia junto a Mariola? –pregunté-.

. - ahora que está en su habitación, no habrá problema. Ese sillón de ahí es para los que la acompañan de día y de noche.

. - gracias, señora. Mamá, yo haré las guardias después de salir de clase.

. - cómo quieras, hijo. Yo cuidaré de ella por el día. A los abuelos será mejor no pedirles que lo hagan, son muy mayores.

. - sí, estoy de acuerdo –dije-.

. - ¿te han dicho cuántas tallas te han rebajado, pequeña saltamontes? –pregunté-.

. - las suficientes para que te des gusto con ellas –dijo muy risueña la jodida-.

. - juventud, divina juventud –dijo riendo la enfermera, mientras se marchaba-.

. - ven, ven. Déjamela, déjamela.

. - pero Mariola, que está la enfermera ahí fuera.

. - ¿no me la merezco? –preguntó-.

. - vale, está bien. Mamá, ¿puedes vigilar, por favor?

. - bueno, lo haré. Pero daros prisa. Estos chicos de hoy... En mis tiempos…

Se la saqué y de inmediato se la tragó. Mamó y mamó a todo meter hasta que se me abrió el grifo lácteo. Tragó cuanta corrida mis huevos fabricaron. Luego siguió mamando, por lo que se la quité de la boca y me la guardé.

. - ya está mamá. Llama a un loquero de paso para que le eche un vistazo. Está un poco loca.

. - hijo, acaba de salir de una operación delicada. ¿Qué menos que se dé gusto?

. - sí, mami, pero ¿aquí, en el hospital?

. - para que lo sepas, en los hospitales es donde más se folla. -dijo Mariola-.

. - serás embustera…

. - no va muy desencaminada. ¿Tú crees que los que vienen a cuidar de sus enfermos se dedican a dormir?, sí y lo otro también –dijo mamá sonriendo- bueno, cariño. Nos vamos, para que tus abuelos puedan subir, después de devolverlos a tu casa, vendré a hacerte compañía-.

. - gracias, Rita. Gracias a los dos por lo que habéis hecho y seguís haciendo. Los abuelos y yo os estamos muy agradecidos.

. - había que hacerlo, cariño. Vamos, Salvador. Hasta ahora, cariño-.

Mamá salió hacia los ascensores. Yo acerqué mis labios a los de la enferma y me costó Dios y ayuda despegarlos de los suyos. Aunque yo tampoco hacia muchos esfuerzos que digamos.

. - me gustará comerte los pechos nuevos tanto como los viejos, cariño. Y todo lo demás, qué coño –dije riendo-.

. - y yo haré que disfrutes con ellos –dijo poniendo los labios para que se los besara de nuevo y de nuevo se los besé, para luego salir de la habitación-.

Durante las guardias nocturnas, Mariola me sacó el jugo y ¿por qué no decirlo?, yo a ella, también. Sus dos principales agujeros no descansaron nunca en mis guardias. Eso sí, salía hecho unos zorros del hospital, pero merecía la pena, ya lo creo. Sus pechos no se los tocaba, no quería estropear el trabajo de los médicos, al menos, hasta que no le dieran el alta, que entonces…

El regreso a casa llegó más pronto de lo que había pensado, pues el resto de la hospitalización, que sería para largo, sería en casa, yendo al hospital solo para las pertinentes curas y revisiones.

Mariola, muy suya, en ningún momento nos dejó a mí y al resto, ver el resultado de la operación de reducción mamaria hasta que no estuviera totalmente curada y lista para enseñarnos el trabajo médico. Hasta cuando la bañaba y le daba polla culera incluida, se los tapaba, ya fuera con las vendas del principio o con una especie de protector especial que le pusieron a posteriori, pero había llegado el momento.

Los abuelos, mamá y yo mismo estábamos expectantes del resultado de la operación.

Nos reunió a todos en el salón. Tuvimos que esperar aún cinco minutos mientras se preparaba mentalmente en su habitación. Cuando salió, lo hizo desnuda y marcha atrás hasta llegar a nuestro lado.

Su trasero, tantas veces follado, no era lo que queríamos ver en ese momento, así que se dio la vuelta y nos enseñó sus nuevos pechos.

La madre de Dios, pero qué cosa más bonita teníamos delante. Antes eran bolas esféricas con un apetitoso pezón, ahora era un pecho en forma de pera curvada hacia arriba con el mismo apetitoso pezón. El equipo se levantó y aplaudió como si fuera un artista y es que el puto médico o médicos que la atendieron, lo eran para fabricar una cosa como aquella.

La franca sonrisa de Mariola nos decía que estaba a gusto con su nuevo aspecto. Era lo que siempre quiso y no podía tener.

Ni qué decir tiene que lo festejamos con una follada a cinco bandas, donde hasta mamá fue invitada a comer chichi, polla y los nuevos pechos de Mariola. Fue una larga, larga fiesta, donde la leche y el zumo vaginal, corrieron sin parar.

Los siguientes días y semanas, ya Mariola no era chica de burla, sino de admiración, pues se compró nuevo vestuario, asesorada y apadrinada por mamá, que realzó aún más aquellos atributos con los que iba a conquistar el mundo varonil. Y no me equivoqué, pues cierto día me la encontré en nuestro banco especial con un joven bien parecido que según pude ver, le caía a las mil maravillas por cómo le sonreía sus gracias.

Informé a los abuelos y a mamá también, de que me hacía a un lado, por si cuajaba la nueva relación de Mariola, así de caballeroso soy yo o más bien, de gilipollas. No me importaba, pues si una hembra se va, otra viene. De todas maneras, me alegraba por ella, no es fácil encontrar novio teniendo manos ortopédicas, pese a que lo que realmente se debía valorar eran la cabeza y el corazón, lo demás, son adminículos superfluos, aunque para algunos, éstos últimos, son tan grandes, que hasta les resulta ofensivos.

Por desgracia no cuajó esta vez y regresó a mi polla y yo a su culo y a su vagina a por más y de nuevo me apeé del caballo cuando otro chicarrón la asedió. No daba un duro por la relación, pero esta vez fui yo el errado, pues hasta llegó el maromo a follarse a los abuelos, pues debía ir en el pack. Encima, tenía dinero el muy cabrón, pues sus padres eran de alta cuna de la zona andaluza.

No era por nada, pero que me alejara de Mariola para que viviera su propia vida, no quitaba para que de vez en cuando hacerles una visita a los abuelos, gran pareja donde las haya, pues en las vacaciones en que Mariola se iba con su enamorado a casa de los viejos del chico, necesitaban, más que nunca, de una buena polla que los consolara y por qué no, arreglar alguna que otra cosa de su casa y ellos tan contentos, pero yo más.

Estando en clase, con mis dos chicas a mi lado, recibí una nota del profesor de turno.

. - pásese por la rectoría, el director quiere hablar con usted.

. - ¿qué he hecho? -fue la pregunta-.

. - no lo sé, ya lo sabrá cuando lo vea.

. - ¿qué hiciste, Salvador?, ¿te cepillaste a la hija del director? –dijo riendo Gladys-.

. - no seas cabrona, que es un cáncamo.

. - no te creo, si follas con gordas.

. - no te pases, Gladys.

. - perdona, ¿qué voy a decir yo? –dijo señalándose-.

. - Gladys, no hagas cabrear a Salvador. Ya sabes que cuando tiene un mal día, nuestro culo lo padece.

. - bueno, eso será el tuyo. El mío, cuanta más guerra, más disfruto. A mamá le pasa igual.

. - pero queréis callaros coño, que llegan los compañeros…

. - punto en boca, lo siento Salvador –dijo Gladys-.

. - lo mismo digo, hermanito –dijo Ramona, que así se consideraba, pese a no serlo sino a medias, pues cuando su padre saliera de prisión, regresaría con su progenitor. Ese día mamá se iba a entristecer, pero, en fin, es ley de vida-.

. - Salvador, ¿a qué esperas?

. - ¿ahora, profesor?

. - no, dentro de una semana. Venga, lárgate.

. - mamonazo –dije bajito y las chicas rieron a lo bajini también. Luego me levanté y recogí mis cosas- no me esperéis, largaros a casa, no sé lo que voy a tardar-.

El rectorado era una inmensa oficina con infinidad de compartimentos. La oficina del director era la única que estaba cerrada a cal y canto con puerta acristalada y persianas en las ventanas, para mayor intimidad.

. - me espera el director –dije a su secretaria, un cáncamo de más de 50 años que más parecía una hurraca parlanchina, que una de nuestra especie-.

. - lo sé. Te espera, pasa. No le hagas esperar más.

Toqué en la puerta y me dio permiso para entrar. Dentro había varias personas. Un señor, que parecía un boxeador por las narices achatadas y dos chicos, macho y hembra, que más parecían uno, si se ponían juntos, pues la delgadez era enorme. Enseguida me acordé de los campos nazis con aquellos cuerpos esqueléticos. La única diferencia era que estos vestían ropa elegante, pero que igualmente, parecían esqueletos. No pude evitarlo, según me acercaba al director, mis ojos no se despegaban de los chicos, macho y hembra y con cierto parecido al boxeador que tenían a su lado.

. - ¿me llamó, señor director?

. - sí, Salvador. Llégate a un asiento, tenemos que hablar.

En la mesa de reuniones me senté, haciéndolo frente al boxeador y los dos chicos.

. - Sin preámbulos, iremos al grano, que el sr. Costa debe marchar a sus asuntos. Salvador, he notado que congenias muy bien con Gladys y Ramona y todos sabemos que no son muy agraciadas una y digamos, imperfecta la otra.

. - para mí, no señor. Ninguna es imperfecta. Eso suena muy feo. Son dos bellísimas personas.

. - seguramente, pero antes de llegar usted, eran unas parias, pero después, no, pues no se separan.

. - no entiendo a dónde quiere llegar, sr. director.

. - a lo siguiente. Aquí el sr. Costa está dispuesto a pagarle una bonita suma por proteger a sus hijos aquí presentes.

. - ¿protegerles?, ¿de qué?, ¿de quién?, y ¿por qué, yo?

. - empezaré por el final. Pues por lo antes dicho, se defiende muy bien y ha cuidado de las dos chicas que le hablé antes. ¿De qué o de quiénes?, de sí mismos y de los demás alumnos, que algunos no son tan comprensivos como se debería ser. Su extremada delgadez es motivo de burla o mofa y no lo permitiré mientras sea director de este centro. Por otro lado, no le puedo obligar, pero siendo así que el señor ofrece tan gentilmente su dinero para la protección de sus hijos, deberías aceptar.

. - ¿a cuántos se lo han pedido antes que a mí?

El director carraspeó.

. - ciertamente así ha sido. Todos han rehusado, por desgracia.

. - hijo, realmente necesito que protejas a mis chicos. Eres mi último recurso.

. - ¿de todo el instituto soy el último recurso?, perdone, pero eso no es creíble. Me parece que no me interesa, lo siento. No soy un guardaespaldas.

. - le pagaré 300 euros al mes por cada hijo, son 600 machacantes.

. - me temo que no, caballero. ¿Qué se supone…?, no, que va.

. - su trabajo no sería ir detrás de ellos, sino al revés, ellos detrás suyo y solo en las horas que estén en el colegio.

. - entiendo, ¿podría hablar a solas con usted, sr. Costa?

. - ¿podría ser, sr. director? -dijo el boxeador al director-.

. - la única oficina realmente cerrada es ésta. Bueno, saldremos los chicos y yo y así podrán hablar tranquilamente. Acompañadme, jóvenes.

Se llevó a los hijos y nos quedamos solos.

. - le hablaré claro, sr. Costa, así ninguno perderá el tiempo. Me encargaría de cuidar de sus hijos el tiempo que estén en clase y cuando nos coloquen juntos. Me explico, hay diferentes asignaturas y vamos saltando de clase en clase, tendría que hablar con el director para que siempre les toquen las mismas clases que a mí y no separarme de ellos. Eso, por un lado. Otra cosa, veo que tendrán mi edad, más o menos, ¿no?

. - así es, por lo que me ha dicho el sr. director.

. - ¿han despertado, sexualmente?

. - ¿cómo dice?

. - que, si practican sexo, habitualmente. Que si son vírgenes.

. - ¿y qué tiene que ver eso para lo que estamos hablando?

. - que tendrá que darme permiso para instruirles sexualmente.

. - ¿cómo dice?

. - el trato es, que solo tendrá que pagarme un euro por cada uno y el permiso escrito de poder enseñarles el mundo sexual.

. - pero ¿qué dice?

. - no me malinterprete, no voy a violarlos, ni nada parecido. Haré que ellos me pidan sexo explícitamente, pero no lo tendrán, hasta que cojan kilos. Solo engordando, serán servidos por mí, sexualmente, al menos uno, y puede que también el macho, eso dependerá de él.

. - deje que ordene mis ideas. ¿Pretende proteger y hacer engordar a mis chicos a cambio de sexo?, ¿eso es lo que ha dicho?

. - así es. Para mí lo más importante es que cojan kilos o sintiéndolo mucho, no vivirán muchos años en el estado en que están.

. - no logrará que engorden. Han tenido y siguen teniendo los mejores psicólogos del país y no han conseguido nada. Aun no sé por qué no quieren comer. Su madre murió de pena.

. - siento lo de su esposa. En cuanto a los chicos, no sé si no lo ve, pero si consigo que coman, aunque sea un poco más, es bueno para ellos. Lo otro, lo del sexo, es algo natural en las personas y hasta beneficioso para todo joven que un día quiera formar una familia. Esas son mis condiciones. Ah, se me olvidaba, podre llevármelos al cine, a la playa o donde nos apetezca las veces que quiera. Deben salir y conocer mundo, que seguro que solo conocen las cuatro paredes de su casa y la de los hospitales. ¿Me equivoco?

. - no, no se equivoca. ¿De verdad podría conseguir que coman algo más?

. - al menos, lo intentaré, ¿qué puede perder?, nada, pues si no engordan, no tendrán sexo, pero si lo hacen, usted no se interpondrá entre ellos y yo. Y otra cosa, esto del sexo o no sexo, no hace falta que lo sepan los chicos, eso queda entre los dos. Para ellos, soy su protector, nada más, lo otro, ya se verá con el tiempo si se cumple o no.

. - comprendo. No es muy ortodoxo, pero si hay una sola posibilidad de recuperación de mis chicos, así haremos. ¿Y todo será voluntario por parte de mis chicos?, ¿no los obligará a tener sexo?

. - se lo juro, solo si me lo piden y engordan según mis deseos.

. - entonces, trato hecho –alargó aquella manaza suya que saludé. Casi me la parte- si no cumple o viola a mis chicos, no habrá agujero donde se pueda meter-.

. - le comprendo y no hará falta que me busque, pues soy un caballero y cumplo lo que prometo. No que engorden, pues no puedo obligarlos, sino de que, si no lo hacen, no me acostaré con ninguno de los dos.

. - así sea.

. - salgo un momento para que hable con el director y le explique lo de colocarnos en las mismas clases y mismos horarios. Yo me los llevo a dar un paseo y hablar con ellos. ¿Le parece?

. - me parece. De verdad, le pido que cuide de mis niños.

. - lo haré, descuide.

Salí y avisé al director de que el padre quería hablar con él. Yo, mientras tanto, me dirigí a la pareja.

. - cómo os llamáis. Yo me llamo Salvador.

. - Pedro –dijo el chico-.

. - Teresa –la chica-.

. - bueno, Pedro y Teresa, vuestro padre y yo hemos llegado a un acuerdo. Cuidaré de vosotros.

. - le has sacado una buena pasta a papá –dijo la chica, que parecía la más despendolada de los dos-.

. - la verdad es que sí, un euro por cada uno y cada mes. Espero que me los pague, no soy rico.

. - no seas embustero, son 300 por cada uno, 600 al mes por los dos. Toda una fortuna por no hacer nada.

. - te equivocas. Ya me estás haciendo doler la cabeza y acabamos de empezar. ¿Eso no cuesta al menos un euro?

. - muy gracioso.

. - bueno, unos días más que otros. Una pregunta a los dos. ¿Por qué estáis en ese estado de anoréxicos perdidos en que os encontráis?, ¿por qué lo hacéis?, ¿por qué no coméis y alegráis la vida a vuestro padre?

. - esas son muchas preguntas y no una. Conté al menos tres preguntas -dijo la chica-.

. - realmente son cuatro –dijo el chico-.

. - vaya, si hasta sabes hablar –dije-.

. - claro, no soy mudo.

. - pues tu hermana es un lince con la lengua. Si se muerde, se envenena.

. - oye tú, ¿qué dices de mi lengua?

. - lo dicho, se envenena si se muerde la lengua.

. - que te den, capullo. La madre que lo parió –dijo ella-.

. - joder, se ve a través de esos dos –dijo un chico a su chica y ambos rieron-.

. - oye, gánate el sueldo, ¿no ves cómo nos han insultado?

. - aún no habéis aceptado que sea vuestro protector, porque eso conlleva responsabilidades.

. - ¿a qué te refieres, calzonazo?

. - oye, afloja un poco, te veo lanzada. ¿Es así tu hermana todos los días?

. - más o menos.

. - sentémonos un momento, hemos de hablar largo y tendido de las condiciones generales de nuestro contrato de servicios por dinero.

. - joder, es todo un economista -dijo ella-.

. - tu sigue por ahí, que te suelto una de mis frases más contundentes.

. - habría que verla.

. - tu sigue y la oirás. Allí mismo nos podemos sentar.

El banco bajo un frondoso árbol estaba solitario. Nos sentamos los tres.

. - bueno, ¿estáis o no de acuerdo en que sea vuestro protector?, vuestro padre lo ha aceptado, pero si vosotros no queréis, no empiezo. Por eso no le he dicho nada a ese chico, aun no tengo el contrato debidamente confirmado y rubricado.

. - vaya rollo te pegas, tío –dijo ella- si papá te contrató, hemos de aguantarte-.

. - ¿y tú que dices, flacucho?

. - oye, no me digas flacucho.

. - pues la tenéis clara los dos. Yo a los flacuchos, les digo flacuchos. Si no queréis que os llame así, comed y engordad. ¿Sí o no a lo del contrato de compraventa?

. - sí, coño. Sí.

. - perfecto. Pasamos la primera hoja de las condiciones de venta. Como dijo vuestro padre, os pegaréis como lapas a mi culo.

. - ¿cuánto de pegados? –dijo Pedro sonriendo-.

. - tanto, que sienta tu picha en mi trasero.

. - serás obsceno… –dijo ella-.

. - otra cosa, si tú tienes una lengua muy larga, yo la tengo más. ¿Me oyes, flacucha?

. - que te den.

. - ídem de ídem. Otra cosa, cuando yo diga saltar, diréis a dónde.

. - ¿pero esto que es?, ¿un cuartel? –dijo Pedro-.

. - me refiero a que no me estéis tocando los huevos con preguntas tontas como, ¿por qué?, a cada instante que os diga que hagáis algo, será por vuestro bien.

. - ¿nuestro bien o el tuyo? –saltó ella-.

. - ¿lo ves?, tu hermana ya me está tocando los huevos.

. - que más quisieras tú que te los toque.

. - oye, que tengo quienes me toquen los huevos cuando quiera. Hasta me la maman si quiero.

. - no cae esa breva.

. - ¿apostamos algo que me hacen una paja con la boca?

. - ¿qué tienes para apostar?, dijiste que no eras rico-.

. - qué jodida, estabas poniendo atención.

. - sobre todo a lo que me interesa. ¿Qué apuestas a que no te hacen una mamada?

. - bueno, veamos. La apuesta tendrá que ser contra los dos.

. - ¿por qué contra los dos? –dijo ella-.

. - contra los dos o no hay apuesta.

. - hermanito, ¿te apuntas?, vamos a limpiar a este capullo aprovechado.

. - vale, me apunto, pero lo de aprovechado, no lo tengo tan claro. Si es verdad que solo cobra un euro…

. - ni de coña. Ya lo verás cuando se lo preguntemos a papá. Bueno, aceptamos hacer la apuesta, ¿qué ofreces tú?

. - Tengo una navaja en mi bolsillo, regalo muy apreciable y que valoro mucho. Os la doy si ganáis. Si gano yo, tenéis que traer un bocata de lo que os guste más, más una manzana para cada uno y lo mismo, para mí. Pero yo lo quiero de atún blanco bonito del norte. A joderse toca. O sea, que os tenéis que comer esos bocatas delante de mí y no ir a arrojar a ninguna parte. Y eso, todos los días.

. - para el carro. Solo tienes una navaja y nosotros somos dos. ¿Qué pasa con la mía? –dijo el menda macho-.

. - está bien. Compraré otra del mismo modelo. ¿Contento, capullo?

. - vale, calzonazos.

. - tu madre. Perdón, ya se lo de vuestra madre. Bueno, entonces, ¿estamos de acuerdo?

Ambos asintieron.

. - ¿me repites la apuesta, flacucha?

. - veamos. Apostamos que no te hacen una paja con la boca y si ganamos, nos das tu navaja más otra igual. Si ganas tú, traemos unos bocatas y una manzana, más un bocata de atún blanco bonito del norte más otra manzana, para ti. ¿No?

. - así es. Si yo gano, será cada día hasta que rompamos nuestras relaciones contractuales.

. - hecho. Pero yo elijo el sexo de quien tiene que hacerte la mamada.

. - me parece justo. Hecho.

. - pues ahí va, tiene que ser una chica quien te la mame y delante nuestra.

. - de eso nada. Os ocultáis y lo veis desde lejos. Si os ponéis delante de nosotros, la chica sale por patas.

. - bueno, vale, pero no muy lejos.

. - ya os avisaré dónde y cuándo.

. - eh, que tiene que ser alguien del instituto, que este es capaz de pagar a una puta para que le mame la polla –dijo Pedro muy acertado-.

. - eso es. Del instituto. Ahí has estado fino, hermanito.

. - así soy yo de listo –dijo Pedro-.

. - vaya pareja del carajo que estáis hechos. Bueno, os dejo y que os den.

. - ídem de ídem –dijo ella muy ufana yendo hacia el rectorado-.

Al día siguiente, y antes de salir de casa, Ramona me preguntaba sobre lo que quería el director. Le expliqué por encima lo que me había pedido él y su padre, así como también lo de la apuesta.

. - vaya, qué pena. No podré ser yo la afortunada en hacerte la mamada con esos mirando, soy casi tu hermana y no queremos que sepan cosas que a nadie le importa.

. - sí, tienes toda la razón. Tendré que pedírselo a Gladys.

. - eso me temo. Pero aquí, en casa, no tengo ningún problema, ¿verdad “hermanito”?

. - tú lo has dicho “hermanita”. -De inmediato, Ramona se agenció mi polla y me hizo disfrutar como siempre lo hacían mis chicas-.

Llegamos al instituto como siempre y como no, Gladys estaba encantada de hacerme ese “favor”.

. - amor mío, como yo lo veo y según me has contado, no deben saber que nos damos gusto día sí y día también.

. - más o menos. Así que hoy al menos te sientas unos bancos más allá. Aunque para hacer un poco el paripé, de vez en cuando me guiñas un ojo como que luego me vas a hacer un trabajito detrás de unos árboles que ya he elegido.

. - no soy yo nada teatrera, seguro que ganaré un Oscar y todo.

. - cómo comprenderéis, deberé tenerlos todo el santo día pegados detrás de mi chepa, así que no podremos estarlo como hasta ahora los tres, pero tampoco muy lejos, pues los amigos de antes, seguirán ahí y vosotras sois más que amigas, ¿no, chicas? –dije apretándoles el trasero ante las risas de mis dos chicas- ah, y no tengáis celos de lo que haga o deje de hacer, vosotras y tu madre, Gladys siempre estaréis en la punta de mi capullo, con lo buenas que estáis las dos, como para perderme yo algo así –dije volviendo a apretarles el culo, pero ahora aún más indelicado, por decirlo de alguna manera-.

. - no problem , Salvador. No soy tonta y es mejor no acaparar, que quedarse sin tus habilidades “culinarias” –dijo la gordita apretándome el culo también-.

. - ídem de ídem, como dice Salvador –añadió Ramona, también apretándome el culo-.

Cuando llegamos ante las puertas, dejamos las manos sueltas y nos separamos Ramona y yo de Gladys, que entró sola. Los dos hermanos me esperaban cual dos palos de la luz. Según me vieron, se vinieron hacia mí.

. - buenos días –dijo Teresa mirando a Ramona-.

. - hola chicos. Os presento a mi media-hermana Ramona. Ramona, estos son dos nuevos amigos, Teresa, la chica y Pedro el chico.

. - ya lo supongo –dijo sonriendo Ramona-.

. - era por si su traslucidez te llevaba a equívoco –sonreí cabronamente-.

. - serás cabrito. ¿Sabes que tu medio-hermano es un capullo de los grandes?

. - no sé si de los grandes, pero un capullo sí que llega a ser algunas veces. Salvador, no seas malo.

. - pero si soy un cacho de pan cuando se me conoce. Oye, Teresa, ¿te han crecido desde ayer las tetas?

. - no digas tonterías. ¿Es siempre así tu medio-hermano?

. - me temo que es un poco tiquis-miquis con lo de los rellenos mamarios. Yo que tú me los quitaba de inmediato si los llevas encima. Si no, mírame a mí, su media-hermana, me los hizo quitar.

. - ¿te los hizo quitar?, pero, ¿qué pasa contigo, chico?

. - la próxima apuesta será para que no llevéis nada postizo.

. - eso será si ganas la primera, listo.

. - ¿de qué habláis?

. - cosas nuestras –se apresuró a decir Pedro-.

. - bueno, entremos, ya lo hacen el resto de alumnos.

Ramona se adelantó, dejándome con aquellos dos. Pedro se me pegó y me habló al oído.

. - ¿ya sabes con quien y dónde?

. - ¿qué pasa?, ¿estás desesperado por traerme el bocata cada día?

. - no, porque me des la navaja qué quedamos.

. - aún no la has ganado, mamonazo.

. - este se nos raja, Pedro. ¿No ves que todo es de boquilla?, que me quite lo postizo dice, ¿será mamón?

En el último descanso entre clase y clase, les avisé cuándo y dónde.

. - seguidme y en silencio, flacuchos.

Detrás de mí fueron y los llevé al jardín donde había un mini-bosque frondoso. Había un árbol que era usado por las parejas para pasar desapercibidos y allí me llegué.

. - voy a esperarla aquí. Vosotros id tras ese árbol y que no os vea, que entonces levanta el vuelo y se jodió lo que se daba. Como la jodáis y no me la mame por vuestra culpa, me la mamáis vosotros dos en días alternos. ¿Estamos de acuerdo?

. - y una mierda te la voy a mamar –dijo ella-.

. - si la espantáis, ocuparéis su lugar. Me la he estado camelando desde ayer, así que, si no consigo la mamada por vuestra culpa, ya sabéis lo que tendréis que hacer. Si no, me rajo y no vale eso de que fue uno u otro, me la mamáis los dos. Prometedlo o lo dejamos aquí.

. - ¿lo ves?, ya se raja –dijo Teresa- todo es puro cuento-.

. - yo quiero comprobarlo, Teresa –dijo Pedro- tú, ¿no?

. - ¿y lo de mamársela si le jodemos el plan?

. - yo no pienso hacer ningún ruido, tú, ¿sí?

. - no, yo tampoco, ni que estuviera loca.

. - ¿entonces? –intercedí en la conversación de los dos hermanos-.

. - vale. Pero entonces además de que te la mame, le sacas las tetas y se las mamas. Eso por tu añadido. Lo tomas o lo dejas.

. - tú siempre tocando los huevos, flacucha cabrona.

. - a joderse toca.

. - lo segundo no sé, pero ya veremos.

. - sí, ya veremos.

. - venga, largaros ya, que está por llegar.

Los hermanos se ocultaron tras el árbol que les dije y esperaron agazapados. No tuvieron que esperar mucho. Vieron llegar a una gordita que conocían de la clase. Iba sonriendo.

. - es la gorda de la clase, Gladys creo que se llama –dijo Pedro-.

. - calla coño, ¿quieres mamarle la polla, joder?

. - ni de coña.

Se callaron y pusieron atención.

. - hola cariño, ¿todo dispuesto? –dijo bajito Gladys mientras nos comíamos la boca y le metía mano al trasero-.

. - cambio de planes. También tengo que sacarte los pechos y comérmelos.

. - mejor todavía, ¿no te parece?

Le conté la segunda apuesta dentro de la primera.

. - espero que no nos interrumpan, estoy soltando zumo y quiero que, además, me comas el coño.

. - joder, Gladys, no te pases. Ya te lo comeré en tu casa.

. - vale, vale. ¿Empezamos?

Y empezamos. Mis manos se le metieron bajo las bragas y le sobé bien sobadas las nalgas mientras nos comíamos la boca.

. - oye tú, que se la está cepillando -dijo el macho de los hermanos-.

. - pero todavía no le ha sacado las tetorras, ni le ha mamado la polla –dijo ella sin tenerlas todas consigo-.

Ni yo lo sabía, pero aquel árbol era usado como vivienda por una familia de ardillas y claro, tener aquellos invitados en su árbol no les debió gustar nada, por lo que toda la familia, a una, atacaron a los dos hermanos, que, como no puede ser de otra manera, salieron de allí espantados y hacia el claro donde estábamos Gladys y yo.

Al verlos aparecer, casi me corro. De inmediato le hablé a Gladys al oído.

. - hazte la ofendida y lárgate corriendo. Tengo que aprovechar esta oportunidad. Dame un guantazo.

A Gladys no le gustó mucho perderse una follada, una mamada y un sobeo de tetas, todo en uno, pero como me conocía que lo volveríamos a hacer más pronto que tarde, aceptó de mala gana y me soltó un guantazo que casi me saca una muela. Joder con la Gladys.

. - serás cabrón, ¿crees que soy un trofeo que puedes enseñar a quien te dé la gana, jodido mamón? –dijo y se largó corriendo y cosa que no estaba preparada, llorando. Esta Gladys se iba a ganar el premio Oscar, seguro-.

. - la madre que los parió. Ahora que ya la tenía medio convencida…

. - lo siento, pero unas ardillas nos atacaron.

. - ¿qué ardillas ni qué niño muerto?, ¿dónde están?

. - allí, detrás del árbol donde estábamos.

. - seréis cuentistas –dije yendo hacia el árbol en cuestión. No había ninguna, al menos a la vista. Una vez desalojados los intrusos, las ardillas se habían o largado o metido en sus agujeros- lo dicho, un cuento. Pues chicos, hemos hecho un trato, así que ahora hay que apechugar-.

. - ¿no nos harás cumplir con lo que habíamos dicho? –se espantó la chica- no fue por nuestra culpa. Fueron las ardillas-.

. - no me cuentes milongas. Yo estaba cumpliendo, ¿no es así?, pues ahora os toca a vosotros –dicho lo cual, me bajé la cremallera y me bajé los pantalones, quedando en calzoncillos-.

Los chicos tragaron saliva.

. - no nos puedes obligar –insistió ella, reculando-.

. - ¿tú también te echas atrás, Pedro? ¿ninguno de los dos tenéis palabra?

. - yo sí tengo, mal que me pese.

. - pues es toda tuya y debería comeros a ti, Pedro, la polla y a ti las tetas, eso iba yo a hacer con la gordita. Pero claro, fui a dar con un par de tíos sin palabra.

. - oye, que yo ya he dicho que sí.

. - pues estás tardando, sírvete.

Ante la atenta mirada de Teresa, Pedro volvió a tragar saliva y poniendo una rodilla en el suelo, me bajó los calzoncillos, saltando como un resorte mi tranca a medio empalmar. De nuevo tragó saliva. ¿Le cabría aquello en su boca?, se dijo.

Me la cogió con sumo terror, pues sus manos temblaban al tener la polla. Luego y cerrando los ojos, se la tragó, metiéndose toda la que podía, que eran las tres cuartas partes. Con una mamada a toda velocidad para acabar pronto, comenzó mi polla a ponerse de piedra, mientras comenzaba a disfrutar.

. - al menos en esta familia hay uno con palabra –dije mirando a Teresa, que estaba espantada con lo que estaba haciendo su hermano-.

Le cogí la cabeza y me la follé a mi vez, intentando que aflojara un poco la velocidad, consiguiéndolo por el cansancio del propio Pedro.

. - no tengas prisa, chico –dije follándomelo bucalmente-.

Al rato le solté un chingo de leche en todo el gaznate, que casi le da algo. Intentó escupirla, pero se lo impedí con mis manos en su cabeza.

. - no la tires, trágatelo todo –y continué follándome su boca. Solo cuando presupuse que ya había tragado, dejé su cabeza en paz-.

. - has cumplido la mitad –dije mientras mi polla se quedaba en nada– ¿serás capaz de cumplir la segunda parte?

. - no lo hagas, Pedro.

. - di mi palabra, Teresa, y la voy a cumplir. Además, no sé cómo, ni por qué, se me ha puesto dura –medio sonrió-.

Visto lo visto, yo mismo me encargué de bajarle la cremallera y bajarle los pantalones, los calzoncillos después, no fuera que se echara atrás y me jodiera una polla que mamar.

La verdad era que tenía una polla acorde con la delgadez del resto del cuerpo, delgada también. Bueno, menos da una piedra, me dije.

Estando a medio empalmar, me arrodillé de un pie y para dentro. Me la tragué a todo lo que daba, que no era mucho. Comenzando con una mamada suave que lo iba a poner en el cielo.

El tío tuvo que agarrarse de mis hombros, pues el placer que estaba sintiendo era mayúsculo. Todo ello con los ojos cerrados por el placer que recibía.

Cuando le vino la corrida, un grito de sumo placer le sobrevino y me dejó su descarga sémica en mi boca, que para ser tan delgada aquella polla, era abundante la corrida, la cual me tragué sin pensar en nada, solo en el placer de disfrutar del momento. Luego le di una mamada limpiadora en su punta y se la dejé libre, cayendo como muerta por la fuerza de la gravedad.

Me limpié los labios con los dedos, para meterme dichos dedos en la boca y disfrutar de los últimos espermatozoides que querían coger las de Villadiego.

. - has cumplido, chico. Veremos si tu hermana cumple mañana.

. - espérame sentado.

. - tú misma. Vámonos de aquí. Ah y desde mañana, ya sabéis, bocata y manzana para los tres. ¿Eso sí lo cumplirás al menos, no, flacucha?

. - eso sí y deja de llamarme flacucha.

. - pues ya sabes, engorda y dejarás de ser flacucha, flacucha.

. - la leche que te han dado, cabronazo –rezongó ella-.

. - la de tu hermano, chica, la de tu hermano, que, por cierto, estaba muy buena –dije guiñando un ojo a Pedro, que apartó la cara con una sonrisa en su cara-.

Por la mañana, en casa de pedro y su hermana…

. - hija, ¿qué es eso?

. - ¿lo del bocata de atún blanco bonito del norte?

. - no solo ése. Llevas tres bocatas. ¿Es para tu hermano también?

. - uno es para Pedro, otro para mí y el tercero para ese que contrataste, el tal Salvador.

. - ¿y cómo es eso?

. - Pedro y yo hicimos una apuesta y perdimos. Tenemos que llevarle un bocata como éste, más una manzana y lo mismo para nosotros. Al menos nos ha dado a elegir lo que le echamos dentro del pan. Será cabrón el tío…

. - vaya con el tal Salvador. Vosotros, que nunca os coméis un bocata, ¿ahora os lo tenéis que comer todos los días?

. - todos los días, padre –dijo Pedro apareciendo mientras se abotonaba la camisa y se sentaba a la mesa para guardar su bocata de lechuga y otras especies que pudo comprobar al abrir el pan- ¿no queda jamón, Teresa?

. - Pedro –dijo la cocinera- hace un montón de tiempo que no lo compro porque se echaba a perder en la nevera-.

. - pues vuelve a comprarlo. Pan y lechuga solo, como que no me gusta tanto si no le pones un poco de jamón.

. - sr. Costa. ¿Qué les pasa a estos dos?, de repente se han hecho unos comilones.

. - les puse un chico para que cuidara de ellos y les ganó una apuesta. ¿Os obliga a hacer algo que no debiera, aparte de comeros un bocata cada día?

. - ¿a qué te refieres? –dijo Pedro, mirando a su hermana de reojo-.

. - bueno, ya sabéis. ¿Cómo se comporta?

. - es un cabronazo, papá. No para de llamarme flacucha todo el rato –dijo ella-.

. - bueno, eso, después de todo, no es mentira, hija.

. - sí, pero que no me lo restriegue en la cara. Como me lo vuelva a decir, le parto la cara.

. - hija, será mejor que eso lo soluciones con Salvador. ¿Hay algo que deba saber y no me habéis dicho de vuestras relaciones con Salvador?

Los hermanos se quedaron mirando y negaron.

. - nada, papá. Es un cabronazo, como dice Teresa, un deslenguado, pero a mí no me ofende que me digan flacucho, es que lo soy. Bueno, nos vamos, que llegamos tarde a clase.

Teresa y Pedro marcharon juntos al instituto. Como estaba cerca el edificio, no les gustaba usar el auto con chofer de su padre. No querían presumir llegando en auto.

. - ¿por qué no le dijiste a papá que te obligó a hacerle una mamada y otra, él a ti?, seguro que nos lo hubiéramos quitado de encima.

. - Por dos motivos. Y una mierda le digo a papá que le hice una mamada a un tío y que luego me la dejé mamar. Ni que estuviera loco. Por otra, dimos nuestra palabra. Si empiezas a incumplir la palabra dada, no valemos nada, Teresa.

. - ¿me estás diciendo que la cumpla yo también?

. - eso depende de ti, si vale para algo la palabra que le diste, que por lo que veo, no vale una mierda. Yo ya he cumplido y me siento a gusto conmigo mismo. Qué coño, hasta me gustó que me la mamara, joder.

. - y mamársela al capullo, ¿también te gustó?

. - si se lo dices a Salvador, te mato. Sí, me gustó y mucho, si no, ¿de qué iba yo a empalmar?

. - joder, Pedro. ¿Te has vuelto maricón?

. - que te den, hermanita. ¿Cuántos amigos tengo?, ¿cuántas amigas tengo?, cero y cero patatero. Joder. Por una vez que disfruto y me hace disfrutar, ¿encima me lo echas en cara?, me cago en todo lo que se menea –dijo el chico enfadado y acelerando el paso-.

Su hermana, avergonzada de lo que le había dicho, aceleró su paso hasta llegarse junto a su hermano, que seguía caliente.

. - perdona, Pedro. No debí decir esas cosas. Soy una estúpida. Sabes que te quiero, ¿verdad hermanito?

Pedro se paró y se la quedó mirando.

. - sí, lo sé. Perdona, tú también. Pero por una vez que he disfrutado…

. - no te preocupes, tu secreto está seguro conmigo –le dijo y se abrazaron en plena calle. Luego continuaron cabizbajos los dos. El uno, Pedro, por su siguiente paso y la otra, Teresa, pensando qué iba a hacer y decir cuando me viera-.

Vi que a lo lejos llegaban mis protegidos calle arriba. También vi a uno que volvía a las andadas. No lo podía oír, pero Teresa le hacía frente. Joder con el capullo de Raymond.

(Parte 15 de 25)

FIN