A piñón fijo (14)

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo, y la segunda, no me acuerdo.” Woody Allen. Relato en 25 trozos.

A PIÑÓN FIJO

(14-25)

ESCRITA POR:  SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

Se metió hasta donde pisaba pie, no más adentro. Me acerqué a ella nadando.

. - vente más adentro, mujer.

. - no, que no sé nadar.

. - coño, ¿y me lo dices ahora?

. - no me lo preguntaste.

. - serás cabrona. ¿A dónde creías que veníamos?, ¿a la montaña?, eres de lo que no hay. Mira, ya llegan nuevos bañistas, parece que es una familia completa.

Efectivamente, eran cinco los que llegaban. Plantaron la sombrilla en medio de la playa. Uno de ellos al mirar hacia nosotros, nos saludó. Yo le devolví el saludo con la mano.

Poco a poco iban desnudándose el grupo y se iban metiendo en el agua. La última y no por ello menos interesante, también se desnudó. Era una gruesa señora de unos cincuenta años y tenía unas tetas superiores a las de Mariola.

. - mira, esas sí que son tetas y no las tuyas.

Mariola miró donde yo lo hacía y sí, tenía razón. Era unas tetas para ganar un récord. Según caminaba hacia la playa, eran como los tambores de los africanos de Tarzán, tan-tan, tan-tan, de un lado y a otro.

. - para que luego te quejes de enseñarlas. A esa señora le importan un carajo que se las miremos.

. - volvamos, quiero ponerme crema, me quemo con facilidad.

. - vale, yo también me pondré.

Nos tendimos en las toallas y cogí la crema.

. - ¿me puedes echar la crema solar, por favor? –le dije-.

. - date la vuelta –dijo-.

Me puse delante suya de espaldas y sentado. Me embadurnó bien. Luego me tendí para que continuara. No se movía, mientras me miraba el culo.

. - venga, mujer. Dame crema.

. - vale, vale.

Me la echó, pero evitaba el nalgar.

. - si no me echas en las nalgas y el culo, me voy a quemar por ahí. No seas vergonzosa, mujer.

. - nunca he dado crema a ningún chico y mucho menos ahí detrás.

. - no hay mucha diferencia con la espalda.

Me echó un chorro y casi sin mirar, me la extendió por todas mis nalgas. Luego y sin avisar, me di la vuelta, tocando levemente mi pene empalmado.

. - ahora por delante.

. - no, por delante te la pones tú.

. - ¿cómo quieres desinhibirte si no me sobas un poco?, solo es echar crema, no te estoy pidiendo que me hagas una mamada, por Dios.

. - es que la tienes…

. - sí, por tu culpa. Así me tienes. Si fueras una buena chica, me hacías una paja con esa crema y me aliviarías, pero no, fui a dar con una frígida.

. - oye, que no soy ninguna frígida. Ahora verás, cabronazo.

Cogió la crema y enfadada, me la extendió por toda la parte superior. Cuando llegó a la entrepierna, se paró un segundo, pero luego se lio la manta a la cabeza y me cogió el pene y me lo sobó unos segundos, para luego terminar con los muslos.

. - ¿contento?, cabronazo.

. - de contento nada. Sigo igual que antes.

. - te la pajeas tú si quieres, yo no te voy a hacer una paja. Serás guarro…

. - lo dicho, una frígida.

. - que no lo soy, joder. Ahora verás lo frígida que soy.

Sacó una toalla de su bolso y la puso encima de mi polla, para luego echarse una porción de crema antisolar y comenzar, disimuladamente, a hacerme una paja.

. - aaahhh…, ahora sí. Ya has dejado de ser frígida para mí, pero ahora no pares hasta el final, cariño.

Y siguió, mientras miraba hacia otro lado. Un rato después y de haber disfrutado de su paja, exploté en su mano.

. - qué asco, serás guarro. Te has corrido en mi mano –dijo corriendo al agua y lavándosela. Luego regresó- ¿y ahora qué, tío listo? –dijo ella-.

. - que has conquistado mi corazón, digo, mi polla. Ahora te doy yo crema, ¿no te parece?

. - pero solo en la espalda.

. - date la vuelta entonces. O mejor aún, tiéndete en la toalla.

Se tendió sobre la toalla y me puse a su lado. Los pechos sobresalían cantidad por los lados. Lo primero que hice fue desabrocharle el sujetador.

. - pero ¿qué haces? –intentó levantarse, pero se lo pensó mejor-.

. - ¿no querrás dejar marcas del sujetador por detrás?

. - no, no quisiera.

. - pues por eso. Estate quieta.

Le di crema por toda la espalda, cuello incluido, luego cuando llegué a la zona anal, le bajé la parte inferior.

. - ¿qué haces, degenerado?

. - pero bueno. Tengo que darte crema por toda tu espalda y lo que no lo es. Si no, las marcas se notarán. Tú no te muevas de esa posición y no te verán nada.

. - me verán el trasero. Qué vergüenza, Dios mío.

. - que estamos en una playa nudista, mujer. Déjate de remilgos tontos.

Le di la crema y me extendí en esa zona. Ella jadeaba cuando tenía mi mano cerca de su ano y su vagina, de la que una parte se le veía entre las piernas. Parecía algo peluda desde mi posición. Continué hacia abajo y acabé de nuevo en las nalgas.

. - ya está. Quédate ahí un rato y después, te doy por delante.

. - por delante ya me daré yo.

. - cómo quieras.

Yo me tendí junto a ella también de espaldas y la miraba o, mejor dicho, le miraba los desbordantes pechos.

. - ¿qué miras?

. - ¿yo?, nada.

. - me estás mirando los pechos.

. - mujer, te miro y se me va la vista hacia ellos.

. - pues no mires. Date la vuelta.

. - anda ya.

. - que te des la vuelta, coño.

. - vale, pero serás tonta. Has vuelto a ser una frígida.

. - que te den.

El sol ya cascaba y me di la vuelta. Quería que la zona alrededor de mi herramienta cogiera algo de sol también.

. - es mejor que te des ya la vuelta o te vas a quemar la espalda -dije-.

. - para eso me he puesto la crema.

. - no creas. Protege hasta cierto punto. Si te pasas, te quemas igualmente.

. - sí, creo que tienes razón. -Dijo subiéndose la parte inferior y agarrándose la superior. Luego se sentó-.

. - ponme el cierre a la parte superior del bikini, por favor.

. - ¿no vas a dejar que el sol les dé de lleno?

. - no. Eso es lo que tú quieres.

. - frígida del carajo –dije colocándole el broche de nuevo- estarás contenta. Estás dando el cante en la playa. Eres la única con ropa.

. - que les den a ellos también. Dame la crema.

Se la entregué y se puso por todas las partes que tenía al descubierto.

. - cuando te veas al espejo te dirás lo idiota que fuiste al no quitarte el sujetador y las bragas, vamos, el bikini, en una playa nudista. Vas a tener marcas para rato.

Con disimulo, hurgué en mi mochila y saqué una cámara digital de 40 megapíxeles. Como un rayo, apunté hacia ella y saqué una ráfaga de fotos.

. - vas a quedar preciosa.

. - pero coño. No me hagas fotos, desnuda.

. - ¿desnuda?, tú deliras. Estás en bikini.

. - es igual, es como si estuviera desnuda. Sácasela a la gorda y sus grandes tetas.

. - a esa no, no vengan a partirme la cara.

. - ¿y a mí sí?

. - claro, hemos venido juntos. No te preocupes. Es para un regalo que seguro que te gustará.

. - ¿un regalo es una foto?, vaya mierda.

. - aún no sabes qué tipo de regalo. Pero seguro que te gustará. Confía en mi –dije sacándole varias más, ahora sin prisas-.

. - no sigas, coño. Siempre apuntas al mismo sitio, mis tetas.

. - es lo más fotogénico de tu figura. Estás rebuena, te lo digo yo.

. - y yo voy y me lo creo. Guarda esa cámara. He cambiado de idea. Si la guardas, me desnudo. No quiero tener marcas solares. Por un día que vengo a una playa nudista y no me desnudo…

. - así se habla, con dos cojones. La guardo.

. - y no la saques para fotografiarme a escondidas o no te lo perdonaré en la vida.

. - sí supieras para qué son, tú misma me dirías que apuntara bien a tus pechos desnudos.

. - ¿para qué son exactamente, Salvador?, ¿las vas a colgar en internet para reírte de una tía de grandes tetas?

. - si te lo dijera, no sería una sorpresa. Te juro por mamá, que es lo que más quiero, que no es para nada malo. Ni internet, ni nada de eso. Anda, porfa. Verdaderamente necesito fotos de tus pechos desnudos. No es para nada malo, te lo digo y sabes que soy un caballero que…

. - sí, que cumple lo que promete. No sé, Salvador. ¿Y si las pones en internet?, ya no se podrán quitar nunca más.

. - que no, mujer. Las protegeré con mi vida. Venga, mujer. Dame ese gusto. No te voy a tocar un pezón, ni nada.

. - voy a confiar en ti, Salvador. Pero si me fallas, me decepcionarías. Cada vez me caes mejor, pero si me la haces…

. - si te vieras la cara…

. - no me traiciones, ¿eh?

. - ya te lo he jurado por lo que más quiero, mi madre.

Ella, nerviosa y mirando a todos lados, se giró y entendí que quería que le soltara el broche del sujetador. Así lo hice y las tetas al fin salían a la luz. Dios bendito, qué cosa más bonita. Luego ella se sacó las bragas, sacándoselas por debajo.

. - estarás contento. Ya estoy desnuda del todo. ¿Te gusta lo que ves?

. - me tienes loco, cariño –dije fotografiándole los pechos desde diferentes ángulos-.

. - pero bueno, ¿solo los pechos?, ¿y del resto de mi cuerpo?

. - solo necesito fotos de tus pechos. ¿Quieres una foto para ti, de cuerpo entero?, ya puestos...

. - si yo te hago una de la misma manera.

. - no me interesa.

. - serás cabrito. Y yo, ¿sí?

. - solo te he fotografiado los pechos. Aunque salgan en internet, que no saldrá, nadie sabrá de quienes son. Sin embargo, una foto de cuerpo entero, ya tú me dirás, si aparece en internet, ¿cómo la quitas luego, como antes has dicho?

. - sí, ahí te doy la razón. De todas maneras, hazme un par de ellas. Yo sí quiero verme en unas fotos.

. - y para qué. ¿No sabes cómo eres?, ¿o eres tú la que la quieres poner en internet?

. - ni loca. Es para cuando tenga los años de la abuela, recordar que un día era así…

. - así de hermosa. Lo puedes decir, cariño. Eres preciosa con grandes pechos también hermosos, pero dolorosamente pesados, todo hay que decirlo. Como me gustaría… lo siento, perdona…

. - te perdono. ¿Bueno, me vas a hacer esas fotos de cuerpo entero o qué?

. - sí es tu deseo…, colócate junto a esa roca y haz poses de modelo. Yo haré fotos y fotos y luego eliges las que más te gusten y borro las demás. ¿Te parece?

. - me parece. Que se vean bien mis pechos y mi…, ya sabes.

. - ¿Estás segura?, esas son muy íntimas y si llegaran a caer en malas manos…

. - las únicas manos serán las mías y ahora en las tuyas, pero como las vas a borrar…

. - vale. Has las poses, algunas con las piernas abiertas. Tendrás todo un álbum, te lo prometo. Pero antes de que se me olvide, espera un segundo.

Hurgué de nuevo en mi bolso y saqué una regla de medio metro de largo. Se la puse encima de los pechos y se mantuvo allí.

. - pero bueno. ¿Y esto que es?

. - necesito varias con las medidas de tus pechos.

. - serás jodido. Venga, date prisa, que no quiero que vean una regla encima de mis tetas.

Le hice varias fotos de esa guisa, para luego comenzar con el álbum privado, tirando a diestro y siniestro, foto tras foto. Con posturas diversas, donde no dejaba nada a ocultar. También de espaldas, notándose el comienzo de los pechos por ambos lados. De su vagina hice cantidad también, donde se notaba que allí hacía falta una recortasetos para aligerar de pelos aquella zona. En fin, cuando la tarjeta de 125 Gb se llenó, finalizó el álbum fotográfico.

. - se acabó la tarjeta, preciosa.

. - ¿se acabó la tarjeta y no tengo ni una tuya, aunque sea de pecho hacia arriba?, quería hacer una juntos los dos como recordatorio.

. - ¿cómo no lo dijiste antes, mujer?

. - creí que no acabarías nunca con la tarjeta.

. - son fotos de 40 megapíxeles y son bien gordas.

. - ¿no puedes borrar alguna y hacerla, porfa?, quisiera ese recuerdo.

. - vale, borraré alguna que no me guste. Pero para hacer la de los dos juntos, te pones el sujetador al menos. Quiero salir contigo sin tus tetas al aire.

. - ¿no decías que te gustaban tanto mis pechos?, así tienes tú también un recuerdo de los dos.

. - te lo agradezco, pero no. Ponte el sujetador, lo de abajo, no hace falta.

Revisé la cámara y borré un par de ellas, exactamente borré cuatro que no estaban encuadradas. Luego puse la cámara en una roca apuntando alto y apreté el disparador automático. Le puse el brazo por encima a Mariola y sonriendo, esperé hasta que se oyó el clic característico. Segundos después, ya estaban las fotos. Las revisé y les di el visto bueno.

. - Sentémonos en las toallas y revisa las fotos. Borra las que no te gusten, pero déjame las que solo están los bustos. De esas me encargo yo.

Mariola y yo nos sentamos. Antes de coger la cámara, se giró para que le quitara el sujetador. Una vez hecho, sonrió.

. - ya no vale la pena ocultarte nada, ¿no te parece?

. - eso me parece a mí. Pero, qué bonitas son. Mientras miras las fotos, ¿te pongo crema?

. - en las tetas, claro. ¿No?

. - pues claro, tonta y más abajo también.

. - cabrito, me estás pervirtiendo. Bueno, va. Pero sin pasarte.

. - ya me dirás cómo. Como no te dé una comida de pezón.

. - ni se te ocurra.

. - no, descuida. Tiéndete.

Cogió la cámara y se tendió mirando al cielo. Mientras miraba las fotos desde la mini-pantalla, yo le puse la crema. Esta vez sí y con su permiso, además. Le sobé los pechos a conciencia. Sobre sus aureolas oscuras pasé mis dedos pajeadores. Ella se hacia la tonta, pero gemía y se corría de gusto.

Al llegar a la parte púbica, ya no me frené. Cogí una buena cantidad de crema y directamente, por si cambiaba de idea, le metí mis dedos en toda la vagina. Ella saltó, pero sin asomar la cara de detrás de la cámara. Sus gemidos orgásmicos sobresalían y me la estaba poniendo dura de nuevo. Al final saqué mi mano toda llena del mejor zumo del mercado. Luego me limpié y me tendí junto a ella a mirar las fotos.

. - ¿cómo va eso?

. - serás hijo de puta. Me has hecho correrme.

. - ¿y no te ha gustado?

. - vaya pregunta tonta, pues claro que sí, pero si lo comentas con alguien, te capo.

. - descuida, soy una tumba. ¿Sabes que he vuelto a empalmar?

Ella me la miró y sonrió.

. - ya lo veo. ¿No querrás que de nuevo…?

. - esta vez quisiera que usaras otra parte de tu cuerpo.

. - cómo dices tú, y un huevo y parte del otro…

. - no con esa parte. Con la boca, había pensado yo.

. - ¿con la boca y aquí, con toda esa gente?, pues me parece que no. Aún no me he soltado tanto como para hacerte una mamada en medio de la playa rodeada de gente.

. - ¿y en tu casa?

. - ¿quieres decir… en el baño?

. - así es. Mientras te ducho.

. - pero le he dicho a tu madre…

. - mamá es muy comprensiva y no molestará.

. - no sé si atreverme a tanto.

. - piénsatelo. No hay prisa. Bueno, alguna sí –dije mirándomela-.

. - a la mierda todo. Vámonos de aquí.

. - así se habla. Dame la cámara, la guardaré en su estuche.

Recogimos en tiempo récord. Subimos hasta la carretera y caminamos hasta una parada de autobús. Esperamos diez minutos, donde las miradas lascivas se intercambiaban con toques también lascivos a su nalgar y resto del cuerpo.

Llegamos en 40 minutos a casa, pasadas las dos de la tarde. Ni siquiera habíamos comido nada, ni un puto refresco, de lo calientes que estábamos los dos, porque ella también lo estaba, si no, no me dejaría hacerle aquella paja en la playa y ahora comerme la polla en la ducha. Estaban comiendo y se extrañaron de vernos tan pronto.

. - ¿cómo habéis vuelto tan pronto?, no os esperaba hasta la tarde –dijo mamá-.

. - se levantó una ventolera, que se llevaba las sombrillas. Para coger viento, me quedo en casa. Otro día iremos y esperamos que no haga tanto viento. Mariola y yo nos vamos a dar una ducha.

. - hija, ¿no habías dicho que yo te ducharía? –dijo mamá con cierto retintín-.

. - su hijo es perfectamente capaz de hacerlo también.

. - entiendo. No tengáis prisa.

. - gracias, mamá –le dije guiñándole un ojo-.

Pusimos las cosas en su habitación, para ir después al baño.

. - esos dos se traen algo entre manos. ¿Has visto cómo le brillaban los ojos a tu nieta? -decía la abuela-.

. - es el amor. El primer amor de nuestra niña –decía el viejo sonriendo y volviendo a la comida-.

Ya en el baño…

. - déjame ayudarte, cariño.

Se desencajó las prótesis y fui ayudándola a colocarlas sobre una silla.

. - soy un monstruo, ¿verdad?  –dijo llorando y enseñándome los muñones.

. - no, cielo. Nada de eso. Eres un sol y los soles no lloran. Ven aquí, cariño –dije besándole las lágrimas, para después bajar hasta sus labios que ella me abrió-.

Fue un beso intenso, preludio de lo que estaba por pasar. Besé su cuello y llegué a besar parte de sus dos pechos que enseñaba por arriba. Ella echó la cabeza hacia atrás extasiada por el momento de placer que estaba viviendo. Luego fue ella quien buscó mi boca que entregué sin demora. Reculé hasta sentarme en la taza del baño. Allí ella continuó besando mis labios como si fueran un salvavidas para escapar de su insípida vida.

Sabía lo que deseaba tener sus dos poderosas razones a mi servicio y me las entregó, quitándose la camiseta y sin pausa, metí mis dos manos bajo su bikini apoderándome de ellas, para acto seguido, dejarlas libres de su cárcel de tela. Besé y besé cada pezón de aquella mujer súper exuberante que ya no tenía miedo de entregárseme.

. - oh, Dios. Qué feliz soy, Salvador. Me entrego a ti, hazme mujer, por favor.

No dije esta boca es mía, solo eché mano de su pantaloncito y pronto lo tenía por las rodillas. Solo quedaba la parte de abajo del bikini que me demoré en quitarle, pues besé su ombligo y bajando la tela, llegué a su monte de venus peludo.

Con un nuevo deslizamiento de la tela, ya tenía toda su vagina a la vista de mis ávidos ojos y no parándome en disquisiciones, metí mi boca, con la lengua por delante, para disfrutar por primera vez de aquella virgen que se me entregaba en bandeja de plata. Ella jadeaba con cada lametón de su vagina, para contorsionarse cuando encontré su clítoris que no había visto santo varón en su puta vida.

Sus orgasmos se producían a destajo y yo allí, los esperaba para saborear cada uno de ellos.

La senté en mis rodillas y de nuevo disfruté de sus sabrosos pechos, para pasar después a su boca. Era como si fuera su príncipe azul y yo no pensaba sacarla de su error, pues solo era un chico con ganas de follarse a una hembra de tan alto calibre que cayó en mis manos cual gorrión caído del nido. Estaba tan caliente, que me dolía la polla, pues la tenía encerrada en aquellos pantaloncitos que enseguida iba a liberar.

Me aflojé el cinturón y levantándome lo justo, lo desplacé hasta los pies, quedando libre mi mejor y más importante herramienta de disfrute. Ella vio cómo estaba y sonrió, pues había llegado el momento de la verdad. El nerviosismo se apoderó de ella.

. - cariño, sírvete tú misma -le dije-.

Mi tetuda chica, sin dejar de mirarme el cipote todo endurecido por el deseo de follármela, lo cogió entre sus dos muñones y acercando lentamente su boca, se lo fue metiendo en su boca, hasta que no pudo tragar más.

Luego y como había visto en cientos de películas, me la empezó a mamar, rítmicamente. Me encantaba como me la mamaba. Así, durante un rato, hasta que le pedí que se saliera o no podría disfrutar de los otros de sus encantos, que quería estrenarle a la voz de ya.

La chica dejó en paz mi polla y de nuevo, con sus muñones alrededor de mi cuello y levantando lo justo sus posaderas, bajó lentamente y fue ensartándose mi polla, frenándose con cada golpe de dolor que sentía en sus entrañas vaginales.

. - aaahhh… -gritaba según se tragaba mi mandoble, hasta que no había polla que tragarse. Allí se quedó quieta, aguantando el dolor vaginal que sentía-.

Yo, ante su parón, disfruté de nuevo de sus pechazos mamándolos sin darles cuartel en ningún momento. Su dolor disminuía conforme pasaban los segundos. Solo cuando besé sus labios con frenesí, comenzó a subir y bajar sobre mi polla, que se estaba divirtiendo, la polla, como cuando me enculaba a mamá y sus hijas, mis hermanas.

. - aaahhh…, aaahhh…, aaaahhhh…

Mientras, en la cocina, los sonidos del desvirgamiento de Mariola, llegaron con nitidez.

. - ¿es lo que yo creo? -preguntó la abuela-.

. - ni más, ni menos. Nuestra niña ya es toda una mujer –le respondió el viejo-.

. - Mariola ya era una mujer antes, hombre de Dios –le inquirió su mujer-.

. - pues ahora es más mujer aún. ¿Cuidará tu niño bien a nuestra niña, Rita?

Mamá, algo colorada por el momento que le estaba haciendo pasar su hijo, no tuvo reparos en contestarle.

. - no podía caer en mejores manos. Mariola ha tenido suerte de perder la virginidad de manos de mi chico. La respetará como tiene que ser.

. - ¿tú crees que…? -decía el viejo-.

. - ¿a qué se refiere, abuelo?

. - si tu hijo… -no sabía cómo decirlo-.

. - mi marido pregunta si la desvirgará por ambos agujeros el primer día.

. - según su costumbre, así será. Pero no teman, tendrá cuidado, aun así…

. - lo entendemos. Éste de aquí –dijo la vieja de su viejo- me dejó desvirgada de cuantos agujeros encontró en el mismo día. ¿Verdad?

. - bueno, querida, ya que estábamos…

. - espero que Salvador tenga más cuidado que tú conmigo aquella vez.

. - seguro que sí. Mi chico cuidará de Mariola, de eso sí que estoy segura.

. - vamos a hacer la siesta, esposo y dejemos a los chicos que hagan lo que tengan que hacer. ¿Te vas ya, Rita?

. - aún tengo faena. Cuando la termine, me iré.

. - si no nos vemos, pues gracias y hasta mañana.

. - sí, hasta mañana a los dos.

Mientras se iban a sus aposentos y mamá fregaba los cacharros, Mariola ya había pasado el Rubicón del dolor y ahora estaba disfrutando de mi pene follador. Cuando la insté a salirse, entramos en el plato de ducha, cerrando la puerta de la mampara, para de inmediato continuar disfrutando del momento.

Comiéndonos la boca, la llevé contra una de las paredes azulajeadas y cogiéndola por los muslos, le volví a encasquetar mi polla, follándomela con toda la alevosía del mundo.

Sus gemidos se producían cada vez que se la encajaba y vuelta a encajar. Cuando la puse en el suelo, un morreo rápido y una comida de teta, para de inmediato ponerla a mamarme la polla.

La chica hacía por disfrutar del momento, pero comerse una polla ensangrentada con su sangre, no era plato de buen gusto por lo que, ni corta, ni perezosa, cogió la manquera de la ducha y abriendo el grifo, le echó un buen chorro de agua para seguidamente, ahora sí, tragarse mi rabo y ponerse a disfrutarlo como Dios manda.

No podía dejarla mucho tiempo así, o no iba a poder servirme de sus cuartos traseros, así que, sibilinamente, se la saqué de la boca y besando todo su cuerpo, llegué a su nalgar, donde su ojete era mi próxima parada.

La hice inclinar lo justo para trabajarle bien el ojo de culo, mientras ella apoyaba sus dos muñones entre la pared y la barra de agarre anti-caídas.

En aquella posición, la más idónea para darme gusto, le puse la picha en su entrada. No le dije nada, pues era una sorpresa y se la enterré los primeros cinco centímetros, que a la enculada le parecieron cinco metros de polla.

. - aaaahhhh…, me estás enculando… -no preguntaba, lo afirmaba ella misma y así era-.

. - permítemelo, querida. Después de tus pechos, es lo que más me gusta.

. - pero me duele, me duele mucho.

. - entonces me saldré, cariño.

. - no, mi amor, pero hazlo despacio, por favor.

. - claro, cariño –dije y le besé el cuello para de inmediato meterle cinco centímetros más y así fui dándole polla culera hasta que mis huevos hicieron tope. Solo en ese momento me detuve para que cogiera resuello-.

Sus resoplidos fueron aminorando hasta ser inexistentes, entonces comenzó el verdadero enculado, así comenzó mi disfrute, solo el mío, el suyo ya vendría más adelante.

Le comencé a dar polla y más polla hasta volverme loco con aquel culo. Tanto le di que me corrí allí mismo, vaciándome totalmente, quedando derrengado encima de su espalda. Allí estuvimos unos segundos, hasta que mi polla se salió por sí sola, junto con parte de la corrida lechera.

Me agaché y puse mi boca y mi lengua para deleitarme con mi leche. Solo cuando no salió más de aquel culo follado, me alcé y haciéndola girar, besé su boca, sus pechos y su vagina de nuevo.

Ella, que estaba mareada de tanto dolor culero, no sabía qué hacer, pero yo sí, pues la puse a mamarme la polla hasta dejármela hecha un acordeón, sin acordarse de echarle agua como la anterior vez. La ducha se produjo una vez la chica se recuperó de su desvirgamiento doble. Una buena lavada de polla, coño, culo, tetas y resto del cuerpo y la dejé como nueva a ella y a mí mismo.

Sequé su cuerpo y el mío y salimos del plato de ducha. La ayudé a ponerse ropa limpia y una vez vestidos ambos, yo con la misma ropa, la llevé a su dormitorio. Mamá seguía en la casa y me ayudó a llevarla. Luego la arropamos y salimos de la habitación, apagando la luz. Fuera, mamá ya había terminado, juntos marchamos a casa. No se habló nada, no había nada que hablar…

Una vez en casa, Lisa me cogió para darme un repaso de los suyos, pero mamá se lo impidió.

. - déjala, querida. Salvador no puede dejarte como nueva con su herramienta de momento. Acaba de descargar, pero yo sí lo necesito y si estuviera también tu hermana, lo agradecería doblemente.

. - te he oído mamá. ¿En la tuya o en la mía? -dijo una sonriente Lisa-.

. - con lo caliente como vengo, aquí mismo, en el salón. Hijo, vete a descansar, esperamos que esta noche te hayas recuperado.

. - seguro que sí, mamá. Hasta después, chicas –dije comiéndome sus bocas y marchando a mi dormitorio, donde me tiré y quedé grogui sin haber almorzado, cuando despertara, seguro que tendría un dolor de cabeza del carajo…-.

Domingo por la mañana en la puerta de Mariola. Me abrió Anita. Le di el beso de rigor y entré.

. - ¿cómo está Mariola?

. - un poco renqueante, pero saldrá de ésta. Está en su dormitorio. Antes de que vuelvas a descargar en ella déjamela catarla un poco, cariño.

. - ¿el abuelo?

. - fue al club con sus amigotes.

. - entiendo.

Cogí de la mano a la mujer y me fui al punto más alejado de la casa en que estaba la habitación de Mariola, luego de un morreo decente, no me anduve por las ramas. Ella me buscaba y yo me dejaba encontrar, así que la puse mirando a la pared, le levanté la falda y bajándole las bragas, me di el gusto de comerme su orto, mientras me ayudaba de un par de dedos, para luego y sin detenerme en disquisiciones morales de ningún tipo, me la saqué y para adentro, que son dos días. Le di polla a diestro y siniestro. Aunque lo intentaba, sus grititos de dolor no eran bajos, precisamente.

El problema era que Mariola había ido al baño y al oír los gemidos dolorosos de su abuela, se acercó a ver lo que pasaba.

. - serás cabrón, Salvador. ¿Estás violando a mi abuela?

. - ¿violando dices?, abuela, ¿la estoy violando? -cómo dijera que sí, me jodía vivo-.

. - para nada, Mariola. Antes de que te visitara, quería probarla un poco.

. - pero abuela, que es Salvador, que podría ser tu nieto.

. - deja que termine, querida, no me puede dejar así.

Y continué dándole polla culera hasta que noté que la corrida venía en camino. Así que me salí y dándole la vuelta, la invité o más bien, la puse a mamarme la polla ante la incrédula mirada de Mariola.

La abuela no le hizo asco y se tragó mi polla y mi leche después. Solo cuando no salió ni gota, dejó de mamarme, para de inmediato, pasarse el torso de la mano por los labios. Luego me la guardé.

. - hija, perdona a esta vieja puta, pero lo necesitaba. No soy de piedra.

. - Salvador, ¿qué tienes que decir en tu descargo?

. - en mi descargo, ¿dices?, que he disfrutado como Dios, Mariola –dije, luego besé los labios de la vieja, para después cogerla de la mano y llevarla al baño. Allí y sin cerrar la puerta, le saqué el traje y desnudándola, me saqué mi ropa y nos metimos en el plato de ducha. Le pasé mi lengua por todo su cuerpo, donde su chochete fue disfrutado al por mayor-.

Cuando acabé con la abuela, estaba corrida en cantidad. Una lavada a conciencia y la dejé como nueva. Después salimos al salón, Mariola no estaba, se había largado. Salí a la calle por si la encontraba cerca. Hasta que no me llegué al parque y a nuestro banco, no di con ella. Al verme, su mirada me atravesó.

. - no te pongas así, mujer. Realmente no te he puesto los cuernos.

. - ¿cómo qué no? y en la misma cara. Y encima, con mi abuela. ¿Por qué no te tiras también al abuelo?

. - todo llegará -dije sonriendo-.

. - ¿que?

. - Mariola, ¿recuerdas lo que hablamos de ti y de mí y de no casarme contigo, que era para aprender mutuamente?

. - sí, perfectamente -dijo mirando al suelo-.

. - ¿entonces?, me gustó cuando lo hicimos y me sigue gustando estar contigo y quiero volver a hacerlo, no una vez más, sino cientos.

. - sí, y también con mis abuelos.

. - ¿qué hay de mal en ello?, como ha dicho tu abuela, no es de piedra y es verdad. Ella también tiene derecho a disfrutar los años que le quedan. Hasta que no se esté en el cementerio, las personas tienen derecho a disfrutar de la vida y si es conmigo, pues tanto mejor para ella y para mí también, qué coño.

. - ¿no vas a dejarme?, ¿eso es lo que quieres decir?

. - no, ni mucho menos. He disfrutado y quiero seguir haciéndomelo contigo.

. - pero, ¿y con mi abuela?

. - con ella también seguiré haciéndolo.

. - pero eso no está bien, Salvador.

. - ¿no está bien hacer feliz a unos ancianos?, eres un poco egoísta por tu parte.

. - ¿de veras lo crees?

. - si no permites a tus abuelos que disfruten conmigo, sí, lo eres y en grado superior. No debes sentirte desplazada, aparte de que no te prometí nada, sino de ser un caballero, quiero que sigamos siendo amigos y disfrutando cuanto se pueda.

. - ¿cuándo lo volveremos a hacer? –dijo medio sonriendo-.

. - esa es la actitud que me gusta. Pues te diré, en cualquier momento. Ahora mismo quiero comerte la boca y estrujar esas tetas tuyas.

. - ¿y a qué estás esperando, cabronazo?

. - ¿me das permiso?

. - no seas tan caballeroso unas veces y un cabrón redomado otras –dijo ella cogiéndome la cara y besándome fuertemente. Apoyé la moción y mientras nos comíamos la boca, sí, le estrujé las tetas, ante la mirada de algunos envidiosos. De vez en cuando, se me iba una mano bajo la falda, pero invariablemente, me era devuelta fuera-.

. - no te pases, esto es la vía pública, como si dijéramos.

. - lo sé, pero me pones tan caliente, tía buena…

. - será mejor ir a un sitio más discreto, ¿no te parece?

. - ¿en cuál habías pensado?

. - ¿en casa?

. - ¿en tu casa, con la abuela?

. - en casa con la abuela, pero esta vez conmigo, solamente.

. - bueno, ya supuse que no te referías a que hiciéramos un trío con la abuela, aunque no me importaría. ¿A qué no tienes cojones de hacerlo?

. - no vayas tan rápido, aunque nunca se sabe… –dijo sonriendo-.

Regresamos a su casa, el abuelo había regresado y estaban los dos en el saloncito.

. - la encontraste –dijo la vieja-.

. - sí, ya volvemos a ser amigos -dije-.

. - me alegro, cariño. Venid los dos, tenemos que deciros algo, sobre todo a ti, Mariola.

Nos sentamos a su lado, el abuelo estaba en un sofá frente a nosotros.

. - ¿se lo dices tú o lo hago yo? -dijo la abuela-.

. - tú misma. A las mujeres se os da muy bien hablar por los codos.

. - mira que te arreo. Bueno, allá vamos. Hija, ya has visto cómo me gusta disfrutar con Salvador.

. - sí, abuela. Fue muy explícito.

. - bueno, no quería que te enteraras así, la verdad, pero una vez lo sabes, es mejor que lo sepas todo.

. - ¿qué es todo?

. - que deseo seguir teniendo relaciones con Salvador, con o sin tu consentimiento, hija –dijo cogiéndome la mano y apretándomela, para luego besarme los labios-.

. - abuelo, ¿no tiene nada que decir? –preguntó la chica, aunque no debió hacerlo-.

. - hija, la cosa es que… -no acabó-.

. - la cosa es que ya en el primer baño, tu abuelo y Salvador jugaron un poco.

. - eso quieres decir…

. - más o menos, pero muy poco –dijo el viejo- lo que quiero decir, ya que nos estamos destapando todo el mundo –dijo mirando a su caliente esposa- que yo también deseo tener relaciones completas con Salvador-.

. - algo de eso ya me contó Salvador, pero no me lo creía. Lo de la abuela, sí, porque los cogí haciéndolo.

. - pues créetelo –dijo el viejo levantándose y según llegó hasta mí, besarme los labios. Luego me lanzó la mano como diciéndome que lo acompañara. Miré sonriente a una Mariola que ya estaba de vuelta de todo, visto lo visto.

. - no -dijo ella-.

. - ¿no? -dijo el abuelo-.

. - no. Ya que todos sabemos que nos gusta Salvador a los tres, me gustaría que lo hicierais delante de mí cuando lo hagáis.

. - ¿delante de ti y de la abuela?

. - por mí, bien –dije sonriendo-.

. - bueno, si todo el mundo está de acuerdo –dijo mirando a su esposa-.

. - adelante, nunca lo he visto en vivo y en directo. ¿A qué no sabéis en lo que estoy pensando en estos momentos? -dijo la abuela-.

. - ¿en desnudar a Mariola y comérsela toda?

. - coño, Salvador. ¿Eres vidente?

. - abuela, ¿y por qué no? -dijo la misma Mariola, que se despendolaba por momentos-.

. - eh, chicas. Qué tal si hacemos un trío o como se llame hacerlo entre los cuatro –dijo el viejo con ganas de follarse a su nieta mientras tenía una polla decente en su culo-.

. - apoyo la moción –dije rápidamente-.

Las dos hembras se miraron y rieron.

. - ¿qué te parece, abuela?

. - que desde el colegio no tengo dos pollas en mis agujeros. Sí, Dios mío. Sí, que quiero.

Todos reímos, Mariola también. Nadie añadió nada más. La nieta se lanzó a por la boca de su abuela, para ayudarla a quitarse el vestido. La vieja le hacía lo propio. El abuelo y yo ya estábamos pegados, pues nuestras bocas se besaban con gran pasión, para luego desnudarlo y viceversa.

Con los machos en pelotas y las mujeres forcejeando con los broches de los sujetadores, fuimos hacia ellas y las ayudamos. Una vez con las ubres libres, el viejo se dedicó a su nietísima Mariola, a la cual se fue a comerle el chichi directamente, sin preámbulo alguno, mientras ella se lo dejaba comer.

A la abuela, más de lo mismo. Sus jugos eran traspasados a mi garganta según los fabricaba. Un rato después, el abuelo era mamada por una Mariola que aprendía rápidamente a liberarse de años de vergüenza y recato moralista estúpido.

Ella misma, se tendió en el sofá y abriéndose de piernas, le ofreció su conejo a su abuelo del alma, que no renegó de tal regalo, penetrándola demasiado bestialmente, pero que fue perdonado por una entregada nieta.

La abuela, sabiendo que ya me había descargado previamente, me invitó a servirme de Mariola. Así lo hice, comiéndome sus pechos y bajando después donde la polla del viejo entraba y salía de ella. Me comía tanto la vagina de ella, como la polla de su abuelo, huevos incluidos. La abuela ofrecía sus tetorras a su nieta, que no rehusó, mientras seguía siendo follada por su abuelete.

. - hija, quiero darte por culo.

. - abuelo, aun lo tengo dolorido de ayer, lo siento. En otro momento.

. - bueno, sabré esperar. Salvador, ¿y el tuyo?

. - ¿no será mejor que use el de su señora?, ¿desde cuándo no se lo rompe?

. - ni se cuánto. Solo los primeros años, después me lo prohibió.

. - abuela, ¿es ello cierto?

. - ciertísimo. Comenzó a tomarse las pastillitas azules y me tenía el culo todo enrojecido todo el día. Tuve que frenarlo o me mata a pollazos por el culo.

. - y ahora, ¿se lo va a permitir?

. - mientras no vuelva a las andadas, tendrá mi trasero a su servicio –dijo dándose la vuelta y abriéndose de nalgas-.

El viejo sonrió y de inmediato se fue a darle polla. Se la enterró con los ojos cerrados, pues su tranca se conocía el camino por muchos años que hubieran pasado desde entonces.

Le dio fuerte y fuertemente se dolió, pero no impidió que siguiera dándole por culo. Yo, mientras tanto, estaba entre las piernas de Mariola desayunándome el mejor zumo del mercado, mientras ella disfrutaba y sonreía. Las siguientes veces que entrase en aquella casa y no estuviera mamá, me los follaría allí donde me los encontrara, estuvieran solos o acompañados de los otros dos de la casa.

Al día siguiente, en casa…

. - Hijo, fui a preguntar sobre la operación de Mariola. Le di al médico especialista las fotos que le hiciste en la playa. Nos vamos a ahorrar el dinero. Al ver que tenía tanta cantidad de pecho y que su vida podía peligrar, si no ahora, a la larga, por lo visto, la seguridad social la puede operar sin costo.

. - mejor que mejor, mamá. Dime el procedimiento que hay que seguir hasta que la operen para informarle.

. - primero que nada, debe ir a su médico de cabecera, luego que le mande al especialista y después…

Con aquella información en mi cabeza, salí de casa y toqué en la puerta de Mariola.

. - hola –dije besando al viejo- ¿está Mariola?

. - ahora mismo me la estaba enculando. ¿Te apuntas?

. - claro, ¿dónde está?

. - con la abuela, en nuestra habitación.

Hacia allí nos dirigimos. Al llegar vi a Mariola siendo comido su chumino por la abuela.

(Parte 14 de 25)

FIN