A piñón fijo (13)

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo, y la segunda, no me acuerdo.” Woody Allen. Relato en 25 trozos.

A PIÑÓN FIJO

(13-25)

ESCRITA POR:  SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

La decepción de no ser el primero en darle polla fue grande. De inmediato tuve que cambiar el chip y acercarme a la pareja de despelotados.

. - muy bonito. Ya no avisan a los amigos para un acontecimiento como éste.

Al estar desprevenidos y tan metidos en lo que estaban metidos, casi se les sale el corazón del pecho.

. - Dios, vaya susto –dijo el viejo, avergonzado, pues era verdad, al menos, haberme avisado-.

. - ¿acaso Marisa cruzó el salón ella sola para merecer el premio gordo de su desvirgamiento?

. - la verdad es que no –dijo el viejo en tono de disculpa-.

. - ¿y entonces?, ¿qué era eso de no penetrarla hasta que se ganara el desvirgamiento?

. - decidimos –dijo ella- que era una tontería esperar. Yo quería y papá quería y lo estamos haciendo.

. - pues me habéis decepcionado los dos. Pusimos unas normas para proteger a su hija, sr. Roberto y es usted, su padre, quien se las salta a la torera. Su hija aún no está preparada, ya se lo dije.

Saqué la llave de la puerta y la puse sobre la mesilla.

. - aquí les dejo la llave, ya no me hace falta.

Con la misma, me di la vuelta y salí de la casa. Me fui directamente a casa de Rebeca, la madre de Gladys. Ellas me consolarían pero que muy bien a base de teta, mucha teta en que enterrar mi decepción.

Dos días después llegó mamá con el periódico en la mano.

. - hijos, hablan del edificio.

. - ¿y qué dicen, mami? –dijo Ramona-.

. - que un padre del edificio fue encarcelado por producirle la muerte a su hija paralitica al violarla por su ano.

. - Dios. ¿Pone que se llaman Marisa y Roberto? -pregunté temiendo que fueran ellos, pues era lo más probable, ya que no había nadie más en silla de ruedas-.

. - no ponen el nombre, solo las iniciales del parricida. R.G.S.

. - Tienen que ser Marisa y su padre Roberto. Desgraciado…

No dije más y me fui a la calle.

. - ¿eran amigos, mamá? -preguntó Ramona-.

. - no solo eso. La quería muchísimo. Intentaba que caminara. Es un duro golpe para mi Salvador. Espero que se recupere de este trance. Es muy sensible para estas cosas.

. - mamá, le ayudaremos entre las tres.

. - gracias, hija. Sí, las tres le ayudaremos.

Volví a casa de Rebeca, pero esta vez a llorar en sus brazos. Aquella mujer era como una segunda madre para mí, a la que amaba y follaba a partes iguales. Entendía mi dolor.

El entierro se produjo unos días después, pues se le hizo la autopsia. Me gasté un dinero extra que me dio mamá para las flores del cementerio.  Pasó el tiempo y el dolor remitía, pero no el recuerdo de alguien que pudo ser y que no fue por la estupidez de un padre. Cierto que ella era una inconsciente e insistía, pero el padre debía tener la cabeza más serena y negarse una y otra vez a hacer lo que pedía su hija.

El curso avanzó y acabó, empezando otro y otro más. nuevos amigos y amigas se fueron añadiendo a mi repertorio sexual. Algunos esporádicamente, pero otros no, como Rogelio y Anita, un par de abuelos que su hijo dejó abandonado en su apartamento encima del nuestro.

Bueno, no los abandonó intencionadamente, sino que se accidentó en una autopista y falleció, dejándoles a los padres la difícil papeleta de que cuidaran de su única hija, una muñeca sin brazos y enormes mamas.

Hasta la fecha no los había visto nunca, sobre todo, porque vivían encima de mí y yo no me acercaba por los pisos superiores. Fue mamá quien me dio cuenta de ellos un día.

. - hijo, quiero pedirte permiso para ayudar a unos vecinos que se han quedado sin su hijo que los mantenía.

. - mamá, no tienes que pedirme permiso para nada de eso. Es tanto tu dinero, como el mío y de Lisa.

. - gracias, hijo. No sé si los conoces, viven en la planta de encima. Son un matrimonio mayor y su nieta, que no tiene brazos, la pobrecita. Si quisieras, me podrías ayudar a ducharlos y cuidar de la chiquita.

. - ¿qué les ocurrió para no tener con que sostenerse económicamente?

. - el hijo que tenían y padre de la chica, se accidentó y murió. Fue en una autopista.

. - ¿no les dieron alguna indemnización por el accidente?

. - no, porque el culpable fue él. Iba todo ebrio y en sentido contrario.

. - joder. Vaya putada. ¿Y ahora de qué viven?

. - los abuelos cobran una pensión mínima. Apenas les llega para comer. Les quiero ayudar un poco, pues a nosotros nos sobra dinero. Os tengo reservado dinero a los tres para los estudios, incluida Ramona, al menos hasta que regrese su padre.

. - haces bien, mamá. Por mí puedes disponer del dinero que necesites. Siempre me tendrás ahí contigo. Por cierto, ¿dónde andan esas dos cabras locas?

. - fueron a comprar trapos, sobre todo para Ramona, apenas tenía algo decente cuando llegó.

. - muy bien, tenemos que quererla lo mismo que a Lisa, está sufriendo mucho con lo de su padre.

. - lo sé. No te enojes si te digo que esas dos chicas me dejan muy húmedas y felices cada vez que las tengo dentro de mí.

. - no lo haré. Me alegro por ti y por ellas. Por cierto, se me está poniendo dura, mamá. ¿Qué podemos hacer por mi herramienta?

. - ya lo sabes hijo, follarte a tu madre, ¿qué si no?

Allí mismo, con el caldero al fuego, se levantó la falda y dándose la vuelta, se apoyó en el fregadero, mientras se abría de piernas. Por supuesto, bragas no tenía, claro. ¿De qué le servían en casa si estábamos, sus hijos putativos, todo el santo día dándole por culo?

Con mi polla ya fuera y súper dura, se la encajé hasta el corvejón. Así nos encontraron las chicas.

. - hola, mamá. Hola Salvador. ¿Disfrutando? -dijo Lisa-.

. - tu hermano, que está caliente…

. - hermanita, no hables tanto y usa tu picha para darme bien duro.

. - mejor que te dé Ramona, que quiero romperle de nuevo su culo. ¿Te importa, cariño?

. - para nada, la de Ramona está bien sabrosa también. Adelante, mi amor, cuando quieras –decía mientras me enculaba a mi madrecita del alma-.

Ramona se sacó el miembro y se lo dio a mamar a su hermana, que se lo puso fino. Una vez mirando al techo, se me puso detrás y me la metió bien adentro. Lisa ya la tenía bien dura y levantándole la falda y bajándole las bragas a Ramona, cogió impulso y para adentro a todo lo que daba. Los tres de delante disfrutamos de un buen enculado, menos Lisa, claro.

Como buenos hijos, nos fuimos saliendo del culo enculado y entregando la recompensa láctea a mamá para que la disfrutara y tragara. A mamá siempre le ha gustado tragar pollas, sobre todo la mía y ahora la de sus dos nuevas hijas putativas. Así de contenta estaba ella y yo me alegro por ello.

Con un pequeño caldero con comida para los abuelos y la chica de arriba, mamá y yo subimos a llevárselos. El timbre no funcionaba y la puerta dejaba mucho que desear en cuanto a limpieza. El barniz casi había desaparecido. Necesitaba una buena mano de fondo primero y nuevo barniz de exteriores después. Nos abrió un señor mayor, de unos 70 años, delgado, pero de facciones correctas.

. - buenos días, sr. Rogelio –dijo mamá y le dio un beso en la boca- éste es mi hijo Salvador-.

. - hola, chico –el viejo se apartó para que mamá pasara-.

. - buenos días, señor –dije y le di otro beso en la boca como si nada, para luego entrar-.

Mamá se llegó al saloncito. Allí había en un sofá una señora mayor y al lado suyo, una chica impresionantemente buenorra y de grandes mamas, pero grandes de verdad, cojones. Demasiado grandes para su cuerpo, que, aunque perfecto, las tetas la hacían casi algo inenarrable. El de arriba se había pasado con el molde de las tetas de esta chica.

. - buenos días, señora Anita, buenos días Mariola –les dijo mamá y les dio un beso en los labios a cada una- este chico tan guapo, es mi hijo Salvador-.

. - buenos días, señora –me acerqué y le di un beso en los labios a la anciana como mamá antes a ella- hola Mariola –dije esta vez alargando mi mano y mirándole descaradamente las mamas superlativas-.

La chica me cogió la mano y al cerrarse sus dedos, vi las estrellas.

. - cuidado, me estás haciendo daño –casi grité intentando separar aquella mano que no era otra cosa que postiza-.

. - ay, lo siento. Se ha atascado y no quiere abrirse.

Mamá fue en nuestro auxilio, pues la mano me la iba a partir si continuaba apretando de aquella manera. Suerte que con su ayuda pude salirme de aquella zarpa mecánica.

. - lo siento, lo siento, yo no quería… –dijo la chica y se puso a llorar.

. - no llores, por favor. No ha sido nada. Solo me has roto tres huesos.

Ella lloró más aún.

. - no, mujer, que es una broma –le dije levantándole la barbilla- ya pasó. Déjame ver esa mano ortopédica por si le pasa algo. Me senté a su lado y dejándome la mano, ante la atenta mirada de los abuelos y de mamá, que estaba orgullosa de su retoño, le eché un vistazo a toda ella-.

. - aquí hay un tornillo que no está todo lo encajado que debería. ¿Tenéis un destornillador de cruz?

. - te lo traigo -dijo el abuelo-.

Estuvo rebuscando en un par de cajones, mientras mamá iba a la cocina y echaba en sendos platos la comida de los tres.

. - hijo, solo tengo del tipo pala. ¿Te valen?

. - si no tiene nada más, deme uno que sea pequeño, veré si sirve, si no, iré a casa y traeré uno adecuado.

El hombre se llegó con uno, me lo dio y con cuidado de no hacerle daño, fui apretando poco a poco el tornillo.

. - Esto ya está. Prueba ahora, por favor.

Ella accionó la mano y funcionó.

. - gracias, ya funciona.

. - ¿lo ves?, solo era un tornillo flojo. No debes ponerte a llorar por romper un par de huesos más o menos.

Ella sonrió.

. - así me gusta, que rías y no llores –dije pasándole un dedo por las lágrimas y quitándoselas de debajo del ojo-.

. - abuelos, hija, venid a la mesa, la comida ya está en los platos.

Una vez todos sentados, yo incluido, la abuela se disculpó.

. - perdona, hijo, por lo de tu mano.

. - no se preocupe, señora. La preciosa Mariola no tiene la culpa. Es la mecánica, que fallaba un poco. ¿Mamá, a mí no me echas?

. - hijo, ¿ya no comiste en casa?, es para los abuelos y Mariola.

. - podemos compartirlo, yo apenas tengo hambre -dijo el abuelo-.

. - no puedo aceptarlo. Mamá lo trajo para vosotros y sois quienes debéis coméroslos. Era una broma que le gasté a mamá. Ya comí en casa.

. - este chico mío siempre tan chistoso.

. - Rita, no tenías que haberte molestado. Nosotros, con poca cosa, tenemos.

. - no abuela. En casa hemos decidido ayudarles en lo que podamos. Con lo que cobráis los dos, apenas os da para pagar la comida y poco más. Mi hijo está de acuerdo en que os ayude. De hecho, él también vendrá a echar una mano. ¿No es así, hijo?

. - claro, mamá. De hecho, he visto la puerta que está lamentable. La lijaré y le daré fondo y barniz, quedará como nueva. Ah, y el timbre, que no funciona. Veré si lo puedo arreglar.

. - gracias a los dos. Sois buenos vecinos. Nuestro hijo, por su mala cabeza, nos dejó en esta situación.

. - déjalo, abuela. Ya no está con nosotros.

. - perdona, hija. Siempre se lo decía, deja la bebida, pero no hacía caso.

. - no os preocupéis, cuidaremos de vosotros, no tengo nada mejor que hacer. Tampoco Salvador, ¿verdad?

. - bueno, mamá. Tampoco es eso. Tengo otra vida, colegio, amigos, pero sí, vendré a echar una mano siempre que haga falta. ¿En qué habías pensado mamá, aparte de la puerta y el timbre?

. - me tendrás que ayudar a ducharlos a los tres, limpiar un poco la casa y sacar a Mariola a la calle, no se puede quedar todo el tiempo aquí.

. - por mí no se moleste, señora Rita –dijo la chica moviéndose, nerviosa-.

. - ¿cómo qué no?, no puedes ducharte con las prótesis. ¿Cómo lo harías?

. - había una asistenta que venía…

. - hija, ya no podemos pagarla. Demos gracias a Rita y a su hijo Salvador que son tan buenos.

. - vale, abuela, como quieras.

. - ¿estudias, Mariola? –le pregunté-.

. - ya no.

. - ¿por qué no? –insistí-.

. - apenas tengo ganas de nada.

. - ¿has oído eso mamá?, si te digo que no tengo ganas de ir a la escuela, ¿qué me dirías?

. - te daría dos mamporros y cogido de las orejas, te llevaría al instituto.

. - ¿lo vez, Mariola?, no puedes faltar por no tener ganas. Si así fuera, la mitad de los alumnos de los colegios, no irían. Mañana mismo te acompaño y te dejo allí. ¿Cuál es la tuya?

. - La del Sagrado Corazón, la de las monjitas.

. - muy bien, ¿cuánto llevas sin asistir?

. - desde que murió papá. Hace dos semanas.

. - ¿dos semanas?, jolines, vaya vacaciones. Cuando estés en clase, pregunta las materias que no has estudiado y las repasaremos juntos en el parque de ahí enfrente. Así sales un poco y te da el sol, que estás muy blanca.

. - no tienes que molestarte.

. - ¿has oído, mamá?, que no me moleste.

. - hija, si se le mete una cosa en la cabeza, hasta que no la lleva a cabo, no para. Así que estás atrapada.

. - ah, sí. Y el sábado, nos vamos a la playa a coger un poco de sol.

. - no, eso no. Me da vergüenza.

. - ¿vergüenza de qué?, ¿de qué te vean tus dos muñones?, no es nada del otro mundo. Hay mucha gente así y no por eso se esconden bajo la falda de la abuela y perdone, abuela.

. - no te preocupes, hijo. Mariola, hazle caso. Debes salir más. No puedes estar todo el día encerrada entre estas cuatro paredes.

. - vale, pero no me quitaré las prótesis.

. - eso ya veremos –dije sonriendo-.

De regreso a casa, mamá estaba contenta.

. - hijo. Has hecho bien en sacar a la nieta a la calle.

. - veremos lo que me aguanta, pues quiero hacer muchas cosas más. La llevaré al cine, a bailar, a la playa, lo que ella no sabe, es que es una playa nudista.

. - serás jodido. Que tengas suerte, pero no le hagas daño a sabiendas, hijo.

. - descuida, madre. Ya me conoces. Me enseñaste bien. Soy todo un caballero con las damas –dije metiéndole la mano bajo las bragas y jugando con su clítoris mientras bajábamos las escaleras-.

. - aquí no, hijo, por favor-.

. - lo siento, mamá. De nuevo la tengo dura.

. - eso lo solucionamos enseguida, pero dentro de casa, por favor.

. - tienes razón. Pero cómo me gusta tu coñito, mamá –le dije al oído-.

. - y a mí que te guste tanto, mi amor –dijo ella también a mi oído. Luego entramos y según cerramos, nos enzarzamos en una comida de boca, donde sus pechos rápidamente fueron expulsados de sus protege-tetas, mamándolos sin piedad.

Allí mismo, en la entrada y contra la pared, le metí la polla por un lado de sus bragas. Le di polla hasta que reventé y la dejé toda enlechada, la cual y antes de comérmela, ella se me puso a dejarme el pito limpito. Luego, sí. Me comí su coño para succionar cuanta leche le había metido. Después y de la mano, nos metimos en el plato de ducha.

Las chicas no estaban en casa. Al llegar y ver ese olor tan característico, sonrieron y llegándose ambas al sofá, se hicieron un 69 antes de meterse en el baño y acompañarnos a jugar un poco más.

Al día siguiente…

. - Hijo, mientras limpio un poco, ducha al abuelo, por favor.

. - eso está hecho. Abuelo, cuando quiera.

Detrás de mí fue. Se desnudó y se metió en la ducha, sentándose en un banco adecuado para personas mayores o/y discapacitados. Luego yo me saqué los pantalones, quedándome en calzoncillos y también me metí. Cogí la manguera de la ducha y comencé a regarle todo el cuerpo. Luego y con la esponja con champú, fui restregándolo bien.

. - levante los brazos, abuelo.

. - ¿por qué estoy yo todo desnudo y tú no?

. - porque es usted el que se tiene que dar la ducha. Yo estoy así para no mojarme los pantalones.

. - ¿sabes que aún se me levanta?

. - no me lo creo. Ya es muy viejo para eso, abuelo –dije para joderlo, pues se ha sabido de siempre que los tíos no envejecen en cuanto a empalmar, el cipote se refiere, a no ser algún problema de próstata y demás zarandajas propias del empinamiento de las pollas-.

. - que te crees tú eso… –dijo pajeándose, para de inmediato, irse poniendo morcillona-.

. - joder, abuelo. Si hasta empalma y todo.

. - ¿no te lo dije?, y seguro que la tengo más grande que la tuya.

. - sí, y un huevo para dos. Ahí se equivoca –dije sacándomela. Estaba bajo mínimos, pero una rápida paja y la puse a cien. Sí, la mía era de superior calidad, pero la suya no se quedaba atrás-.

. - joder, quien tuviera tu edad para darle un repaso.

. - ¿le gustaba en su juventud tragarse una de éstas?

. - la verdad es que ya ni lo recuerdo. Oh, sí, de cuando estaba con los religiosos. El muy ladino del profesor, un cura viola-niños, me hacía mamársela, hasta que me gustó hacerlo sin que me obligara. Una pena que solo aguantó en el colegio el tiempo que tardaron en cogerlo in fraganti con otro chico. Desapareció para no volver a verlo nunca más.

. - ¿quiere volver a recordar viejos tiempos?

. - pues claro, pero ¿con quién?

. - no se haga el tonto, que lo he catado. Ataque -dije levantándome. El tío sonrió de esa manera tan sibilina, que me cogió la polla con las dos manos y se la tragó toda. Me la mamaba a toda velocidad y a toda velocidad me corrí en su boca. Ni toz, ni leches, bueno, leche sí. Tragó hasta hartarse. Vale, suéltela, ya, que entra alguien y me mete en problemas-.

. - coño, ahora no puedes dejarme así –dijo señalándose la polla tiesa mirando al cielo-.

. - no, joda, abuelo.

. - ya quisiera yo, de momento me conformo con que me la mames y me dejes seco.

. - cómo diga algo de esto, no me verá más el pelo, se lo advierto.

. - punto en boca. Venga, coño, que entra alguien.

. - pero qué jodido… -dije y me tragué su polla sin más dilación-.

Mamá casi entra en el baño, pero al ver el panorama, reculó en silencio sonriendo y continuó limpiando en otra habitación.

. - aquí se lo traigo, abuela. Limpito, como los chorros del oro.

. - gracias, hijo. Nunca ha sido de mucho lavar. Milagro se lavó hoy.

. - pues tendrá que lavarse todos los días, usted y Mariola también. Que la higiene es muy importante.

. - ¿nos lavas así, cariño? -dijo al verme en calzoncillos-.

. - así es. No quiero mojarme los pantalones y la camisa. ¿Quién es la siguiente?

. - Mariola, ve tu primero. Yo no tengo prisa.

. - no, abuela. Tu primero. Yo tampoco tengo prisa.

. - decídanse, chicas –dije sonriendo-.

. - vale, ya voy yo. ¿Todos los días, hijo?

. - todos los días, abuela.

Marché hacia el baño. Al poco llegó la abuela. La ayudé a desvestirse. Al verla en sostén y bragas, silbé.

. - pero abuela, qué bien se conserva.

. - pero qué tonterías dices, hijo.

. - ya quisiera cualquier mujer llegar a su edad con ese cuerpazo.

. - sí, con las tetas colgando como éstas –dijo cuándo se quitó el sujetador de franela-.

. - ¿y se queja?, ni mucho menos le llegan al ombligo como suele pasar con la gente mayor. Ande, ande, déjeme sacarle las bragas.

Se apoyó en mí y se las saqué. Tenía un triangulito mínimo de pelitos bien recortados. Joder con la abuela. La vagina le colgaba un poco, pero ni mucho menos, tanto como había pensado.

. - lo dicho, está en la flor de la vida. Le ayudo a entrar.

De mi brazo entró en la mampara y se sentó en la banqueta. Luego la mojé bien todo el cuerpo y comencé a enjabonarla.

. - esos brazos para arriba un poco.

Sobé bajo los brazos. Luego le cogí las tetas, solo un poco caídas. Eran unas mamas enormes, con unos pezones en forma de chupetes alargados también enormes

De los brazos y las tetas, la barriga y luego los pies. Finalmente, la entrepierna. De repente, comenzó a orinarse allí mismo, salpicándome.

. - pero abuela, que me está meando encima...

. - ay, hijo. A mi edad no se controla ni la orina. Disculpa a esta vieja –dijo cogiéndome la esponja con espuma de la mano y bajándome los calzoncillos, me enjabonó la polla-.

. - abuela, que soy yo quien tiene que lavarla y no al revés.

. - hijo, ¿me vas a quitar el único consuelo que me queda a estas alturas?, el viejo ya no me toca y estoy que muerdo.

. - ¿pero todavía tiene ganas de guerra?

. - pero, ¿qué te has creído?, eso nunca muere y hace tanto tiempo ya que no… –decía soltando la esponja y cogiéndome la polla descafeinada-.

. - vamos abuela, déjeme la herramienta quieta.

. - déjame jugar un poquito.

. - se nota que está caliente. Ande, déjeme desahogarla un poco –dije y echándole agua en el chichi, me incliné y comencé a comérmelo. Su clítoris alicaído, pronto se puso firme. Ella jadeaba en silencio, para después abandonar los bajos, para mamarle aquellos chupetes por pezones. Su lívido subía enteros, hasta que le sobé las tetas, mientras nos comíamos la boca. Al final tuve que frenarme y dejarlo estar- ya está bien por hoy, abuela-.

. - ¿habrá más mañana?

. - no se haga ilusiones. Esto era solo para que se desahogara. No se acostumbre.

. - eso ya lo veremos –dijo bajito-.

. - ¿como?

. - no, nada.

Dejé a la abuela seca y vestida de nuevo, junto al televisor.

. - bueno, solo quedas tú, Mariola.

. - gracias, hijo. Ya me encargo yo de ella. Tú vete a arreglar algo.

Mariola respiró hondo y sonriendo, me sacó la lengua. Sonreí, pues no todos los días ibas a tener tanta suerte, tía buena. Arreglé el timbre y dejé la puerta para otro día más propicio. Cuando regresé dentro, mamá ya había duchado a la cabrona.

. - coge los apuntes y vamos al parque, Mariola.

. - no tengo ganas ahora.

. - déjate de historias. Abuela, dígale algo.

. - Mariola, no seas tonta y ve con Salvador. Quiere lo mejor para ti.

. - no sé yo.

. - levanta el culo, niña –dijo el viejo-.

. - vale, vale, abuelo.

No me dejó llevar los apuntes. Bajamos y salimos a la calle. El día estaba ventoso y su falda bailaba cantidad. Ella se la agarraba con su mano derecha postiza.

. - tengo envidia, Mariola.

. - ¿de quién tienes envidia, salido?, ya he visto cómo me miras descaradamente las tetas.

. - tengo envidia de los que te comen con los ojos.

. - otros salidos como tú. ¿Dónde nos sentamos?

. - busquemos un banco a resguardo del viento o te veo sin bragas.

. - que más quisieras tú.

. - tu tranquila, ya te las quitaré un día de estos.

. - no si yo puedo evitarlo. Le he dicho a tu madre que sea ella quien me duche.

. - ¿ah, sí…?, ¿y por qué has hecho eso?, no sabía que tuvieras algo diferente a lo que tiene tu abuela. A ella no le importó tanto-.

. - pues a mí, sí.

Un par de mocosos pasaron por delante de nosotros y silbaron a mi acompañante.

. - sonríe un poco, mujer. No seas tan estrecha. Seguro que, si les echas unas risas, se corren encima.

. - serás bestia. Que se corran con sus madres.

. - joder, sí que eres dura. Mira, aquí mismo está bien.

Nos sentamos y cruzó las piernas, bajándose su faldita plisada.

. - Déjame los papeles y demos comienzo. Oye, ¿no te pesan esas dos preciosidades?

. - claro que me pesan, joder.

. - y te dolerá la espalda, ¿verdad?

. - sí, también. ¿Me vas a dar unos masajes?

. - sí, me gustaría.

. - ya lo supongo, pero no.

. - ¿prefieres tener dolores de espalda por no dejarme darte esos masajes?, no te los daré en los pechos, será en tu espalda. Es en serio, no voy a sobrepasarme, te lo juro.

. - creo que no, pero gracias.

. - déjate querer, mujer. Podemos estudiar y al mismo tiempo, te relajaré un poco. Te juro que no te toco un solo pecho –dije levantando mi mano derecha-.

. - ¿estás de cachondeo o es de verdad?, me duele de verdad la espalda.

. - no te miento, mujer.

. - vale, pero si me tocas, aunque sea un poco de un pecho, tú y yo hemos acabado.

. - no te preocupes. Cuando te lo juré no crucé los dedos, no soy tan cabrón como crees –sonreí-.

. - bueno. ¿Cómo pensabas darme ese masaje que necesito?

. - dame los papeles y dime lo que te has perdido por tu no-asistencia a las clases.

Ella me dijo los temas a repasar. Cogí los papeles y los puse en mis piernas.

. - ahora gírate y dame los pechos.

. - ¿los pechos?

. - no, mujer. Era para ver si estabas atenta. Dame la espalda, anda. Súbete al banco y estira las piernas, el banco es todo nuestro.

. - sí, ya.

Ella se giró y se tensó. Se recolocó el trasero y estiró la faldita. Le puse las manos en el cuello y comencé a darle suaves masajes.

. - no estés tensa, Mariola. No te voy a violar, joder.

Ella aflojó un poco y continué masajeándole toda la espalda. Mientras le trabajaba la espalda, le hacía preguntas de los papeles que tenía sobre mis piernas.

. - háblame sobre cómo afecta la luna a las mareas.

. - pero ¿qué dices?, ahí no habla para nada de la luna y las mareas.

. - ¿cómo qué no?, ¿tú que te has estudiado?, ¿una novela de Corín Tellado? –le dije señalándole donde hablaba de la luna y las mareas-.

. - vaya, es verdad. Pues se me pasó. Lo siento. Déjame que lo lea un poco antes.

Le di los papeles y después de estudiarlos, me los devolvió.

. - veamos, la luna…

Pasamos casi una hora en aquella posición. Preguntas y masajes. Ella ya no estaba tensada. Cuando di por terminada las clases de recuperación, dejé de masajearla también.

. - dos cosas, pequeña saltamontes. Tienes que leer entre líneas, no literalmente. Si te lo aprendes todo según lo lees y lo escribes tal como estaba escrito, los maestros te catean, pero seguro. Tienes que sacar lo mismo que allí pone, pero razonando un poco. Si lees algo así como que un gran danés mordió a su dueño en el jardín y lo reescribimos por, hay perros, que, por su peligrosidad, sus dueños no siempre estarán seguros. Es lo mismo, pero es como si lo hubieras entendido y reescrito. No sé si estoy hablando a una pared. Di algo, leñe.

. - te entiendo. Que no reescriba literalmente o me catean. Que parezca que lo he entendido.

. - vaya, más o menos eso es. Chica lista. ¿Cómo estás de la espalda?

. - mejor, y no has intentado tocarme las tetas. Gracias, creía que lo intentarías alguna vez, pero no.

. - soy un caballero y si digo una cosa, pues eso, la cumplo. Yo voy siempre de frente y cuando me conozcas, dejarás de ser tan suspicaz.

. - son muchos los que se han reído de mí y me han hecho daño, por lo que me han hecho ser muy desconfiada.

. - eso no lo haré yo nunca, preciosa. ¿Te puedo hacer una pregunta delicada, cariño?

. - tu hazla, pero no sé si te la responderé.

. - ¿por qué no te has reducido los pechos?

. - te lo diré. Solo hay una posible respuesta, dinero. Algo que no hemos tenido nunca, ni cuando papá vivía.

. - ¿de cuánto estamos hablando?

. - de mucho. Déjalo estar. Me estabas cayendo bien.

. - siento oír eso.

. - ¿qué me estabas cayendo bien?

. - no, que te molesta hablar de tus pechos y su tamaño.

. - deberías tener tu este peso encima. Luego me das tu opinión.

. - no me veo con pechos, ni grandes, ni pequeños.

. - muy chistoso. ¿Nos vamos?, está refrescando.

. - sí, será lo mejor. Recuerda, el sábado nos vamos a la playa.

. - ni loca, ya lo sabes.

. - no seas tonta. ¿Sabes lo que voy a presumir teniéndote a mi lado?

. - ¿te gusta tenerme a tu lado?

. - ¿tú qué crees?, no se lo digas a nadie, pero estás buenísima.

. - ¿te estás riendo de mí, Salvador?

. - ¿otra vez con eso, chica?, ¿tú te has visto?, me gustaría comerte toda. Lo malo es que tú no estás contenta contigo misma y lo entiendo. La espalda se resiente, pero para un tío como yo, lo que veo es la leche en vinagre. Todo un sueño. Eso sí, como amigo, te aconsejo que te las disminuyas, pues con el tiempo, no solo se te caerán, sino que tu columna se resentirá.

. - has dicho muchas cosas y yo también te diré algunas. No me hace gracia que sea un trofeo para ti y tus amigos. Es verdad lo de los pechos y la espalda y la columna, pero ya lo sabes, no tengo dinero y gracias por decir que debo reducirlos, pero me remito a lo anterior, el puto dinero.

. - Mariola, hija. ¿Me has visto cara de tío que se aprovecha de las chicas y las abandona después de haber conseguido su objetivo?, estás errada. Igual te digo que no pienso casarme contigo, ni con quien tenga relaciones. Con los años, a lo mejor me caso y todo, pero con los años, aun soy muy joven. Tú deberías pensar con la cabeza y disfrutar del momento. Ni tú, ni yo, sabemos lo que nos depara el futuro, por eso soy de la idea de vivir y dejar vivir y no dar promesas que no voy a cumplir y es la que te dije antes, no me casaré contigo, ni con nadie. ¿Nos vamos?

Nos levantamos y caminamos juntos.

. - vamos, lo que me has dicho más o menos es que quieres pasártelo bien conmigo y mis tetas y después, si te he visto, no me acuerdo.

. - nanay de la china. La primera parte, correcta. Me gustaría que disfrutáramos el uno del otro. En cuanto a si te he visto y no me acuerdo, ya te dije que no soy así. Si llegáramos a tener relaciones tú y yo, sería con la condición de la voluntariedad por las dos partes. Tú no te enamorarás de mí, ni yo de ti. Solo lo pasaríamos bien y cuando uno de los dos lo quiera dejar por cansancio o aburrimiento, el otro se aguanta y listo. Nada de celos y tonterías de ésas. Así ambos tendríamos experiencia sexual, que no es poco hoy día. Te toca.

. - que tú y yo tengamos relaciones sexuales, es una utopía que no se cumplirá. Partiendo de ahí, estaría contigo en el resto. Se ganaría experiencia, cosa que yo no tengo, pues siempre he intentado ocultarme de los chicos, pues es verme y que me suelten alguna burrada de mis tetas. Como comprenderás, soy virgen.

. - bueno es saberlo. Yo no lo soy y también te lo digo. ¿Sabes qué día es hoy?

. - ¿viernes?

. - exacto. Yo llevo los bocatas y las sombrillas.

. - tú alucinas.

. - a las diez estoy en tu puerta. Como me des plantón, no me ves el pelo más.

La dejé en la puerta de su casa, luego me llegué a la mía, estaba que explotaba por Mariola y sus pechazos. Ramona iba a ser quien me descargara. Estaba dándose un baño y no había nadie más en casa. Cuando me vio despelotándome y ver mi polla endurecida por el deseo, se corrió de gusto. Las pollas que le metía eran como si se las estuviera metiendo a la tetuda de Mariola y su virginal vagina. Ramona se debió dar cuenta, pues tenía la vista perdida mientras le daba polla por toda su vagina.

. - te tiene loquito la sin-brazos. ¿A qué te la estás follando cuando me la metes a mí?

. - pero ¿qué dices, cariño?, tú y Lisa no tenéis rivales. Bueno, sí. Mamá. Mamá es mucha mamá. En cuanto a Mariola, la sin-brazos, como tú dices, es una buena chica y pienso pedirle a mamá dinero para que se opere los pechos, rebajándolos un pocaso.

. - aaahhh…, cariño, ¿ya te la has tirado? -me dijo Ramona-.

. - no, mi amor. Aún no.

. - ¿aún no?

. - ¿qué quieres que te diga, cariño?, no puedo mentirte. Al menos, lo intentaré. ¿Celosa?

. - no puedo. Tengo más de lo que esperaba. De ti, de mamá, de Lisa, de Rebeca y de Gladys. Ni que estuviera loca. Aaahhh…, aaahhh…

Me salí y se dio la vuelta, inclinándose. Se la clavé de igual manera, con cierta violencia. Allí descargué, para luego girarme y dejar que fuera ella quien, esta vez, me rompiera el culo como ella quisiera.

. - mamá, ¿qué opinas de los pechos de Mariola?

Estábamos en su cama desnudos, con mi polla en sus manos, pajeándomela.

. - que es una pena que una niña tan joven tenga tanta cantidad. Su espalda le pasará factura.

. - eso creo yo también. ¿Cuánto puede costar una operación de reducción?

. - ¿en qué estás pensando, hijo?

. - ya lo sabes. Eres demasiado lista para mí.

. - sí, creo que lo sé.

. - mamá, si estamos ayudándoles, ¿por qué no lo hacemos integralmente?, ¿qué más da emplear un poco más de dinero?, ella te lo agradecerá toda la vida. Es su salud. Si los alimentamos, los duchamos, le cuidamos la casa y no sus cuerpos, no estamos haciéndolo bien. Las personas son lo principal.

. - ¿cuánto, hijo?

. - no lo sé, mamá. Por eso te lo he preguntado yo antes.

. - yo tampoco. Habrá que informarse.

. - ¿entonces lo vamos a hacer?

. - hijo, no puedo negarte nada. Eres mi niño.

. - gracias, mamá. Eres la leche.

. - no, la leche eres tú –dijo mamándome la polla para luego sentarse encima de ella y tragársela. Así era mamá. Una santa que se follaba a su hijo y que su hijo se la follaba a ella.

En casa de la sin-brazos…

. - hija, deja de ir de aquí para allá. Me vas a volver loca. ¿Qué te pasa?

. - es por Salvador.

. - ¿qué pasa con ese santo?

. - ¿santo, dices?, quiere llevarme mañana a la playa.

. - ¿y qué?, no veo nada malo en ello.

. - seguro que es para meterme mano.

. - ¿pero tú en qué mundo vives, hija?, pues claro que querrá meterte mano. Como todos los chicos de su edad. La única diferencia es cómo lo hace. Si con tu consentimiento o sin él. Salvador no es de los que violan a una chica.

. - apenas lo conocemos, abuela.

. - confía en mí, sé lo que me digo –dijo sonriendo-.

. - y encima dice que, si mañana le doy plantón, no le volveré a ver el pelo en esta casa.

. - ah no, eso sí que no. No puedes hacernos eso a tu abuelo y a mí. Es una maravilla de chico y no puedes alejarlo por un día de playa. Ya estás yendo a una tienda a comprarte un bikini.

. - pero abuela, ¿me has visto? -se señaló sus melones-.

. - hija, tienes que quitarte esos complejos de encima. Seguro que le gustas. Si no, no iría contigo al parque o la playa. Mira que eres tonta. ¿Con cuántos chicos has estado en tu vida?

. - con ninguno, ya lo sabes.

. - pues ahí está la respuesta a tus dudas. No puedes quedarte toda la vida encerrada en casa. No es bueno para nadie y menos para ti. Así que vete a buscar ese bikini y no seas tonta, por el amor de Dios. Vive la vida un poco y disfrútala.

Sábado 09.55 horas. Mamá me preparó varios bocatas de diferentes productos. Unos refrescos, toallas y cremas solares. Yo cogí un par de sombrillas. Con todo el material en una mochila, menos la sombrilla, estaba a punto de tocar el timbre que había reparado. Llevaba puesto una camiseta de los Beatles, unos pantalones cortos, unas gafas de sol y unas cholas de playa.

La puerta se abrió y apareció una sonriente Mariola. Llevaba una camiseta semi-traslucida que hacía que se le viera la parte superior del bikini a través de él. Debajo llevaba un pantaloncito de lo más corto, más unas cholas de playa y un bolso al hombro.

. - ni siquiera has tenido que tocar el timbre, que, por cierto, se ha vuelto a estropear, electricista de pacotilla.

. - todavía no he cobrado. Paga y te pongo uno bueno. ¿Nos vamos, pequeña saltamontes?

. - sí, nos vamos. Y no me llames pequeña saltamontes.

. - vale, tía buena. ¿Te gusta así?

. - tampoco. No seas deslenguado.

. - anda, deja de rezongar, que el sol no espera.

Nos metimos en el ascensor y para abajo.

. - ¿que llevas ahí en ese bolso tuyo? -le pregunté-.

. - cosas mías.

. - como ¿qué?, ¿algún condón, por ejemplo?

. - ya, ya, que te crees tú eso. Son cosas mías, cosas de chicas, tonto.

. - ya, la mierda de las compresas y demás guarradas de tías.

. - sí tuvierais la regla los tíos, ya verías tú si no llevabas estas cosas tan guarras como dices tú. ¿A qué playa vamos?

. - es una sorpresa. Tengo abajo esperando un taxi, volveremos en autobús.

. - ¿a qué hora?

. - a qué hora, ¿qué?, ¿aún no hemos salido y ya quieres regresar?

. - mi abuela me espera a comer.

. - no te preocupes por eso. Cuando mi madre les lleve la comida a tus abuelos les dirá que nos puso bocatas de varios tipos y que regresaremos cuando nos cansemos. Así que, olvídate de regresar antes de… digamos… cuando nos dé la gana. Eso.

. - oye, no voy achicharrarme porque tú lo digas.

. - para eso son las sombrillas y las cremas. Mira, allí está el taxi.

Entramos al auto y dimos los buenos días, para luego poner el coche en marcha el taxista. No hizo falta decirle nada, pues le di un papel y listo.

Tardamos unos 25 minutos en llegar a la playa. Estaba solitaria a aquella hora. La había elegido por eso, por lo solitaria y, ella aún no lo sabía, porque era una playa nudista. Le pagué al taxista y desapareció. Nosotros cogimos por un caminillo de tierra, para luego bajar un terraplén hasta llegar a la arena.

. - Elije un lugar, ahora que está vacía. Seguro que más tarde vendrán algunos.

. - allí, al fondo. Es más tranquilo, por si se llena.

. - cómo te guste.

Hacia allí nos fuimos. Me saqué de encima la mochila y la puse sobre la arena, para luego clavar las dos sombrillas, luego las abrí. Cogí dos toallas grandes que había traído y las puse una junta a la otra y me tendí.

. - gracias por ayudar.

. - tú te bastas solo. Eres autosuficiente.

Saqué la mochila del sol y la protegí bajo la sombrilla, junto a mí. Saqué el bote de crema antisolar.

. - ¿no te desnudas? –le dije-.

. - ahora. Tranquilo.

. - ¿no te cansan las prótesis de las manos?

. - ya me he acostumbrado. Al principio, sí.

Ella se tendió en la toalla libre. Yo me saqué la camiseta de los Beatles y luego el pantaloncito, quedándome en cueros.

. - oye, que estás en pelotas –dijo mirándome el cipote que cogía forma por momentos-.

. - claro, mujer. Es una playa nudista.

. - ¿cómo has dicho?, ¿me has traído a una playa nudista?

. - claro, es la mejor manera de que se te quite la vergüenza que arrastras por tus grandes pechos.

. - ni hablar, yo no me desnudo.

. - haz lo que quieras, pero al menos, déjate ver el bikini, estamos en una playa, joder.

. - eso sí, pero nada más.

. - tú misma. Voy a darme un chapuzón.

Me levanté con la pilinga bailando un tango, enseñando culo. El agua estaba entre Pinto y Baldomero. Esperaba que con el sol que aumentaba, calentara un poco más el agua.

Desde el agua vi a Mariola como se sacaba la camiseta y el pantaloncito. Luego corrió hacia el agua, donde sus grandes perolas iban de aquí, para allá.

(Parte 13 de 25)

FIN