A piñón fijo (11)

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo, y la segunda, no me acuerdo.” Woody Allen. Relato en 25 trozos.

A PIÑÓN FIJO

(11-25)

ESCRITA POR:  SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados

. - parece que no puedes tener la lengua bajo llave, mamonazo. Tú y yo teníamos una discusión pendiente. ¿A que sí? –le dije cogiéndole del cuello y abofeteándole, para de nuevo, volver al suelo. Aquel chico aguantaba poco para tener una lengua tan larga-.

. - no me pegues, por favor. Haré lo que quieras –dijo mirando al fondo del callejón y viendo que los amigos del mendigo se acercaban para arreglar sus propias cuentas-.

. - y tanto, te voy a dar tantas ostias que me voy a quedar solo y luego te entrego a esos que vienen hacia aquí. Ellos si serán bien amables contigo.

. - no, por favor –decía mirando a los mendigos que ya casi estaban a treinta metros- haré lo que quieras, lo que quieras, pero déjame irme, esos no se andan con chiquitas-.

. - vas a hacer dos cosas, mañana en el instituto, te acercas cuando esté con Gladys y le pides disculpas por las barrabasadas que le llevas diciendo.

. - se las diré, se las diré, no te preocupes.

. - y la otra es que quiero que me la mames y te tragues mi corrida.

. - ¿eh?, ¿cómo?

. - lo que has oído, te disculpas y me la mamas o vuelvo a darte un guantazo y te dejo con esos que ya están bien cerca.

. - vale, vale, pero déjame ir, por favor.

. - lárgate mamón y mañana vas a cumplir las dos cosas, si no lo haces, te vuelvo a coger del cuello y te traigo aquí con tus nuevos amigos. Levanta el culo y piérdete, gilipollas.

El tío se levantó y yo hice como que le daba una patada en toda la cabeza, pero que el tío me esquivaba y se escapaba. Sí, salió por patas el muy jodido, perdiéndose tras una esquina.

. - la madre que te parió, cabronazo… –dije para que me oyeran los que llegaban.

. - hijo de puta, si lo cogemos… -decía uno de los mendigos que llegó primero-.

. - ya le di un par de patadas a ese mamón, se rio de mi hermana gordita en mi cara el muy jodido –le dije-.

. - le está bien empleado. A mi amigo lo tiró al suelo, después de insultarlo y riéndose en sus narices. Como pase de nuevo por aquí, las va a pasar canutas. Gracias, joven. Al menos no se fue de balde.

. - se me escapó, pero ya lo volveré a coger. Hasta la vista, señores.

. - hasta la vista, joven, y gracias.

. - adiós.

Continué cruzando calles y cada vez me parecía más conocida la zona. Allí ya había estado yo. Cuando miré de nuevo la dirección y era la puerta donde yo ya había estado, se me subió la bilirrubina, pero qué pequeño era el mundo. Allí vivía la mujer de orondo cuerpo al que le hice un masaje sexual del carajo. ¿Cómo tendrá el trasero?, ¿lo seguiría teniendo negro o tan blanco como el resto de su nalgar?, no recuerdo si me dijo su nombre. No importa, seguro que lo sabré hoy.

Haría como si no la conociera para no incomodar a Gladys y a su propia madre, pero si tenía una oportunidad con cualquiera de ellas…

Pulsé el botón del telefonillo y sonó la voz de Gladys preguntando quien llamaba.

. - soy Salvador, Gladys.

. - sube, coge el ascensor, ya sabes la planta que es.

Se oyó el sonido del cierre eléctrico de la puerta y empujé, para luego coger el ascensor, llegando rápidamente. Sí, allí era la casa de la gorda que me follé y resultaba que es la madre de mi Gladys. Joder, la sorpresa que se va a llevar mi enculada gorda.

Cuando salí del ascensor, allí me esperaba una guapísima Gladys. Si hasta le habían decrecido las tetas, ¿o no?, sí, las tenía más pequeñas. ¿Pero cómo es eso posible?

. - hola, Salvador –dijo y se me abalanzó para darme un beso de los suyos. Yo no me quedé quieto, que coño. Mientras nos comíamos la boca, me encargué de sobarle bien las tetas y noté algo como metálico allí. Aquello era como si tuviera chaleco antibalas y apenas pude disfrutar del sobeo. No, no me gustaba aquello, a mí me gustaba tocar carne mamaria-.

. - estás guapísima, mi gordita.

. - gracias, es en tu honor. Dentro, ya está Ramona. Entra, que vas a conocer a mi madre. Está muy ilusionada, así que no la jodas con mamá.

. - ¿qué quieres decir?

. - no le digas gorda, ni esas majaderías que yo te permito.

. - no, mujer. Ni que fuera idiota.

De la mano, me entró en la casa y me llevó al saloncito que ya conocía. Allí estaban Ramona y ella, la madre que me había cepillado. Cuando vio quien entraba de la mano de su hijita del alma, casi cambia de color, pero como buena madre putativa que era, se recompuso de inmediato. Ni Ramona, ni su hija, se dieron cuenta, yo sí, claro, pues la miraba a los ojos.

. - mira, mamá. Este es Salvador. El chico de quien te hablé. Nos va a dar a Ramona y a mí las clases que perdimos por estar enfermas.

. - bienvenido a mi casa, joven Salvador –dijo acercándoseme. Yo, sonriendo, me acerqué a ella también-.

. - tanto gusto, señora –dije mientras nos besábamos como dos desconocidos, con dos besos castos en las mejillas, aunque con una diferencia, mi mano derecha, que estaba oculta a las chicas, casi se pierde entre sus muslos, por su parte interna. Fue un segundo, pero suficiente, para decirle que allí estaba yo para recordar viejos tiempos y no tan viejos, pues fue hace nada-.

. - me alegro de que ayudes a las chicas a recuperarse. Me llamo Rebeca.

. - son buenas chicas y por eso lo hago, Sra. Rebeca.

. - venga, mamá. No acapares a Salvador.

. - vale, hija. Id a estudiar, luego os llevaré un refrigerio.

. - gracias, mamá. Eres un sol –le dijo su hija y se besaron en los labios. Luego Gladys me cogió de la mano y me llevó a su habitación. Su madre y yo nos miramos un segundo y le guiñé un ojo. La mujer casi se corre encima.

Ya en la habitación donde íbamos a estudiar, nos sentamos los tres en la misma mesa y las miré a ambas.

. - no me gusta –dije-.

. - ¿qué no te gusta? -dijo Gladys-.

. - no me gusta lo que os habéis puesto debajo.

. - ¿cómo dices, Salvador? -dijo Ramona-.

. - pues eso. Tú, por ejemplo, eres plana como una mesa de planchar y no tienes apenas pechos y ahora te veo que te han crecido dos globos de una hora para otra y tú, Gladys, esta mañana, cuando te sobé bien, tenías unas tetas que me gustó sobarte y ahora, allí fuera, cuando volvimos a besarnos y meterte mano, era como si tuvieras un chaleco antibalas y no pude disfrutar. No me gusta.

. - ¿no te gusta?, me lo he puesto para estar guapa ante ti y no me vieras tan gordas las tetas –dijo Gladys-.

. - cariño, me gustan como tienes los pechos. De verdad. No tienes que ocultarlos. Seguro que estás sufriendo con eso que te has puesto para apretártelas al máximo y que parezcan más pequeñas. Por favor, quítate de la cabeza que eres fea, para mí estás bien buena y me gusta tocar carne, no un chaleco antibalas.

. - ¿de verdad?, ¿no me mientes?

. - de verdad, cariño.

. - bueno, vale. Entonces me lo quitaré si no te gusta. Ayúdame, Ramona –dijo girándose a la plana-.

. - ¿aquí?, ¿delante de él?

. - sí, ya me ha metido mano varias veces. Quiero enseñárselas.

. - ¿estás segura, Gladys?, no es necesario –dije-.

. - quiero que las veas y que las puedas tocar a gusto. Me gusta cada vez que nos morreamos y me sobas. Nunca ningún chico me había tocado, ni siquiera besado y a ti no te doy asco, así que quiero que me veas como soy realmente y si luego no te gusto, por lo menos sabré a qué atenerme.

. - será mejor cerrar la puerta, porque si viene tu madre con los refrigerios y te ve de esa guisa… -dijo Ramona-.

. - sí, será lo mejor –dijo Gladys y me pidió que cerrara con un gesto. Fui hacia allí y pasé la llave-.

Ramona ayudó a Gladys a desvestirse. Su enorme cuerpo costaba desnudar. Cuando estaba sin falda y sin blusa, vi lo que se había puesto para apretar los pechos, unos sujetadores, tipo masoquista, de un material plástico duro, sin duda, fuertemente apretados. Cuando Ramona le soltó aquella especie de sujetador, sus enormes globos cogieron aire, hinchándose cantidad.

Al ser tan joven, sus grandes pechos aun no caían por la fuerza de la gravedad, al contrario, eran preciosamente exuberantes. Luego ella se sentó y se fue a bajar las bragas XXL, pero se lo impedí.

. - no es necesario, Gladys, ya es suficiente.

. - todo o nada, Salvador –y se acabó de sacar las bragas-.

Una vez toda desnuda, ella miraba hacia el suelo y Ramona no sabía dónde meterse. Yo, en cambio, me acerqué a Gladys y levantándole la cabeza, besé sus labios.

Luego le cogí cada mama con una mano y besé cada pezón suyo durante un rato que hizo que Gladys se corriera de gusto. Después la llevé hasta la cama y sentándola en el bordillo, la hice hacia atrás, quedando solo sus piernas en el suelo.

No me importó tener una mirona. Me agaché y separándole ambas piernas, metí mi boca entre ellas y comencé a comerle el negro chumino de la chica, ante los gemidos de ella.

El golpeteo de la puerta hizo desaparecer la magia del momento y todo el mundo se alarmó, yo incluido.

. - es mamá con el refrigerio –dijo la chiquita gorda que no sabía cómo salir de aquella situación-.

Al final se alzó y recogió cuanta ropa se había quitado.

. - me voy a mi baño a vestirme. Dile que fui a hacer mis necesidades. Que no se dé cuenta, por favor.

Mientras ella se metía en su baño particular, esperé un segundo y cuando cerró la puerta tras ella, abrí la de la habitación, viendo allí a su madre.

. - ¿por qué cerráis la puerta, chicos?

. - fue su hija, señora –dije como disculpa, echándole el muerto, cabrón de mí-.

. - ¿dónde está mi hija?

. - fue al baño a hacer sus necesidades. ¿Es eso zumo?, me encanta –le dije cogiéndole la bandeja- gracias, ya lo reparto yo, señora Rebeca-.

. - volveré a por los vasos.

. - no se preocupe, yo mismo se los llevo más tarde, Sra. Rebeca.

. - perfecto. Hasta después, entonces –me dijo mirándome de esa manera…-.

Una vez la madre de Gladys desapareció, salió su hija del baño toda vestida y colorada aun por lo acaecido no hacía un par de minutos. Ahora sus pechos habían aumentado, al contrario de cuando llegué, pues no se había puesto aquel adminículo de tortura.

. - casi nos coge, Salvador.

. - sí, casi y todavía nos puede coger, así que bebámonos el zumo y se lo llevo, así no tendrá que volver de nuevo a recoger la bandeja –dije cogiendo uno de los tres vasos. Me lo zampé de un solo trago-.

Las dos chicas me copiaron, dejando la bandeja vacía de zumo.

. - ahora te toca a ti quitarte eso que te has puesto, Ramona –dijo Gladys-.

. - ni soñarlo, yo no me quito nada –dijo ella-.

. - voy a llevar los vasos, haré algo de tiempo con tu madre, espero que cuando vuelva, estés plana como siempre, amiga Ramona –según lo dije, salí de la habitación-.

Me llegué hasta la cocina. Allí estaba la señora Rebeca esperándome. Tenía una mano entre las piernas haciéndose una sabrosa paja. Al verme, se detuvo.

. - no, siga, me gusta verla haciéndosela.

Ella sonrió. Puse la bandeja en el fregadero y me acerqué a la mujer. Le aparté las manos y metiéndome allí abajo, mi lengua le procuró una buena paja y para mí, un extra de zumo, no de naranja, sino de su lívido calentorro.

. - que nos pueden ver las niñas –decía ella, toda nerviosa-.

. - no se preocupe, las dejé ocupadas.

Me salí y levantándole la falda, llegué hasta sus pechos que saqué de su envoltorio para mamar aquellos pezones tan sabrosos, copias de su hija, pero a lo bestia de grandes que eran.

. - me vas a matar. Tengo miedo de que mi hija nos vea.

. - ¿cómo está de su nalga?, ¿sigue negra?, quiero verla, dese la vuelta, por favor.

No dijo que no, se giró y levantándole la falda de nuevo, le bajé las bragas. Sí, aún seguía el moratón, pero menos. Ya casi no tenía. Metí mi lengua en su ojete, para luego añadir varios dedos, además de sobarle bien el pájaro desde atrás, consiguiendo que gimiera y soltara buen zumo que me llevé a los labios. Luego la volví a girar y me comí su boca, restregándome el paquete contra ella.

. - quiero que me haga un favor, Rebeca

. - dalo por hecho.

. - quiero acostarme con su hija Gladys y quizás con su amiga Ramona.

. - ¿con mi hija?, no, imposible. Aún es muy…

. - su hija y yo, ya nos besamos apasionadamente y quiero dar el siguiente paso, pero si no me da el permiso, no lo haré. Me iré de esta casa y no me verán ninguna de las dos más.

. - no puedes hacerme eso, por favor.

. - su hija también tiene derecho a disfrutar. Según ella, no ha conocido varón, ni siquiera un beso. Conmigo ha tenido eso y necesita más. Debe coger experiencia. No le digo que me voy a casar con ella, eso no. Pero sí le juro que la trataré como se merece y cuando nos separemos, ella no se rajará las venas, pues me encargaré de buscarle alguien que la merezca. Es una buena chica y me gustaría que se liberara un poco y de paso, por qué no, yo disfrutar de su compañía, al igual que lo hago de usted, pero si no quiere…

. - Salvador, compréndelo. Soy su madre…

. - por eso. Debe soltarse y volar un poco. Decídase, me esperan.

. - ¿prometes no hacerle más daño que el necesario?, ¿que no te reirás de ella una vez hecho el acto?

. - Se lo prometo por mi madre. Nunca lo he hecho y no voy a empezar ahora. Cuando lo dejemos, seremos amigos, con derecho a roce, pero nada más.

. - de acuerdo, pero si le haces daño…

. - descuida, no se lo haré –le dije comiéndome la boca, mientras le estrujaba las tetas- dígale que sale a hacer un recado y no vuelva en una hora. Y cuando los siguientes días vuelva aquí, olvídese de zumos, pues estaremos ocupados con las clases del instituto y/o las sexuales y molestaría, ¿me entiende?

. - te entiendo. ¿Cuándo vendrás para visitarme a mí en exclusiva?

. - un par de horas antes de venir, le mandaré un correo al móvil. Entonces se da una buena ducha y se perfuma. Si no puede ser porque está acompañada, me manda otro mensaje, citándome para otra hora. Pero antes espere mi primer mensaje, pues debo buscar tiempo, no es la única, compréndame.

. - de acuerdo. Te voy a dar el número de mi móvil particular –dijo cogiendo un boli y una servilleta. Me apuntó los datos y me los guardé en el bolsillo, luego nos morreamos de nuevo y regresé con las chicas-.

Ella, detrás de mí y antes de entrar, habló con su hija a gritos.

. - hija, voy a la casa de tu tía Susan, no regresaré hasta dentro de una hora o poco más.

. - vale, mamá. Dale recuerdos a la tía Susan.

. - se los daré.

Mientras ella cogía su bolso y se marchaba de la casa, yo entré donde las chicas. Ramona seguía en la misma posición que cuando la dejé.

. - no quiere –dijo Gladys-.

. - no podéis obligarme.

. - no, no podemos –dije-. Vete, Ramona, le daré las clases solo a Gladys-.

. - no puedes hacerme esto.

. - pues tu misma. Si eres plana, ¿qué ocultas, Ramona?, ¿para qué ponerte adminículos tontos, si cuando te vean desnuda, será peor para ti?, así, al menos, entre nosotros, no habrá mentiras.

. - no puedo, no puedo y no me obliguéis, por favor.

. - yo sé por qué no quieres que te veamos desnuda –dije-.

. - no, tú no lo sabes.

. - creo que sí. Eres un tío, que se hace pasar por tía. Si es así, no me importa tampoco, siempre que nos aclares lo que realmente eres. Mañana puedes seguir siendo una señorita si quieres, pero a nosotros, a Gladys y a mí, tendrás que sincerarte. O eso, o te vas.

. - soy una chica, soy una chica –repetía como ida-.

. - Ramona, desnúdate y así quedará todo aclarado. Tienes facciones de chico, eso no puedes negármelo. ¿Quieres que te ayude yo? –dijo Gladys-.

Con lágrimas en los ojos, asintió. Yo me senté frente a ellas. Gladys la iba desvistiendo. Su camisa de algodón opaca ocultaba un sostén rellenado. Al quitárselo, se lo pedí a Gladys. Tenía papel de cocina metido dentro. Los pechos verdaderos eran apenas dos cerezas. Ella ocultaba con sus manos su zona vaginal. Me quedé mirando en espera a que se decidiera. No quería atosigarla más todavía. Al final, Gladys, con cuidado, fue bajándole la falda, quedando a la vista una cartuchera similar a la que mamá le había hecho a Lisa para guardar su pene de hermafrodita.

. - Dios, mío. Tiene polla –dijo abruptamente, Gladys-.

. - bájate las bragas, por favor –le dije a la chica-.

Fue Gladys, quién, de nuevo, le sacó las bragas, quedándose toda desnuda o desnudo. Arrastré la silla hasta la chica. La cartuchera iba atada como si fuera eso, una cartuchera del oeste y se la solté, dejando libre el pene, un pene de buenas dimensiones, ahora encogido por el terror de ser apartada de la sociedad por ser diferente. Llevé mi mano bajo su pene y confirmé, tenía vagina. Era, definitivamente, una hermafrodita como Lisa.

. - Gladys, Ramona no es un chico.

. - pero si tiene polla. Claro que es un chico-.

. - te equivocas, tiene polla y vagina. Es lo que se llama una hermafrodita. Querida, ¿tú te sientes más hombre o más mujer?

. - soy una chica, soy una chica, ya os lo he dicho.

. - pues para mi seguirás siendo una mujer, plana, pero mujer. ¿Puedo? –le pregunté sobre la polla-.

Con un movimiento de cabeza, asintió levemente. Le cogí el pene y después de pajeárselo suavemente, me lo metí en la boca. Ella gimió y Gladys no sabía a qué atenerse.

Con la misma, la cogí con los dos brazos y sin ofrecer resistencia por su parte, la deposité en la cama, para luego continuar comiéndome su polla, mientras le metía mano a su vagina, donde un clítoris de lo más juguetón, comencé después a comerme. Ella gemía y se retorcía.

En vista de que el pene ya era toda una señora polla, me desnudé y me subí a la cama y sin más preámbulo, me la enterré en mi culo, para sorpresa de Gladys y de la propia Ramona.

. - Gladys, vuélvete a desnudar, tu madre tardará en regresar y tiéndete en la cama.

Aquello no pareció normal, pero ¿qué era normal aquel día?, pensó Gladys mientras se desnudaba de nuevo. Una vez desnuda y mientras seguía tragando polla, se tendió a mi lado.

Me incliné y me fui a por las cerezas de Ramona, que disfruté como si fueran una fruta prohibida. Luego me fui hacia su boca, que me recibió con verdadera pasión, pues nunca, nunca en su puta vida, había estado con chico alguno por su hermafroditismo. Cuando lo dijera en casa…

Me salí del pene de la chica, para pasarme al felpudo de Gladys, que volví a comerme, pero ahora con más profundidad y alevosía, mientras le estrujaba las tetas.

. - ¿alguna de las dos quiere que la desvirgue hoy?, no estáis obligada ninguna de las dos.

. - yo aún no estoy preparada, lo siento, Salvador –dijo Ramona-.

. - yo sí, quiero perder la virginidad de una vez.

. - pues la perderás doblemente, cariño. Ramona, mientras yo penetro a Gladys, tú hazlo con mi ano y disfruta cuanto puedas lo que no has disfrutado hasta hoy. Puedes darme la corrida en la boca o en mi culo o donde quieras, pero si no me la echas en mi boca, tendrás que tomártela de donde la hayas metido, ano incluido.

No dije más y después de comerme los pechos de la gordita, disfruté de su boca para de inmediato mi polla buscar su vagina. Cuando la tuve a tiro, entré despacio. Ella se dolió un poco y continué hasta penetrarla hasta el fondo. Sus gemidos alertaron a Ramona de lo que dolía una polla la primera vez. Luego se puso detrás de mí y cogiendo su polla, apuntó hacia mi culo, metiéndomela hasta el tronco. Gracias, esto iba viento en popa, pensaba mientras me follaba a una caliente Gladys que al fin encontró un maromo que le gustara como era y se la beneficiara, desvirgándola por fin.

Las entradas y salidas aumentaron de intensidad, así como detrás de mí. Cuando me detuve, se detuvo también Ramona. Aun así, agarré el nalgar de la chica que me enculaba y con un movimiento al unísono, me separé un poco hacia atrás, saliéndome de Gladys, pero no de Ramona.

. - daté la vuelta, cariño –le dije a Gladys-.

Ella tragó saliva y se giró, dejándome su gordo culo a mi disposición. Con la polla de atrás aun metida, cogí una almohada y se la puse a Gladys debajo del estómago, levantándoselo lo justo.

Con aquel ojete a la vista, me incliné y metiéndole varios dedos, se lo agrandé, para, sin pausa, ni vaselinas, ni ostias, meter mi rabo a todo lo que daba en aquel ojo del culo cagón que ahora serviría para darme sumo placer a mí y más adelante a la dueña, pues las folladas no se iban a acabar con la de hoy, ni mucho menos…

Los gritos apagados de Gladys fue un revulsivo para aumentar mi disfrute de su enculado, mientras Ramona jadeaba también.

. - me corro…, me corro... ¿Dónde la hecho?

Sonreí, pues yo también estaba a puntito de correrme. Me salí de Gladys y le pedí que se diera la vuelta. Con sus tetorras a la vista, sonreí de nuevo.

. - córrete en el pecho derecho de Gladys, yo lo haré en el izquierdo.

De inmediato, se salió de mi culo y se fue hacia adelante. Casi se corre por el camino, pero no, le echó la lechada en toda la teta, parte de ella llegó a la cara de la gordita.

Mi corrida, más experta, fue a la aureola de la teta, para luego ponerme al lado contrario en que estaba Ramona con respecto a Gladys y ofrecer mi leche natural de huevos masculinos.

. - Gladys, cariño. Es toda tuya mi leche y la que tienes en tus pechos. Mama cuanto quieras.

Sudada, dolorida, pero al fin, desvirgada, sonrió con esa cara que ponen algunas. Me cogió con su mano la polla y se la llevó a su boca, mamándome sin descanso. Ramona, sonriendo, acercó a la boca de la gordita su propia polla, esperando terminara con la mía, pero no, cogió también la suya y se metió ambas en su bocaza, disfrutando de ambos miembros.

Una vez ambas pollas descargadas, Gladys se cogió ambos pechos y fue lamiendo cuanta leche allí había. La que tenía en su cara se la lamí yo, para después besar la boca a la misma Ramona, que estaba encima de Gladys. Nos morreamos a gusto, mientras jugaba con sus cerezas. Después todo fue silencio entre los tres.

. - ¿te he hecho mucho daño, querida? –le dije a Gladys-.

. - un poco, pero no el que había creído que tendría. Gracias por hacerme una mujer.

. - no, ya eras una mujer y tú también, Ramona. Sois dos mujeres hechas y derechas. Bueno, y después del placer, viene el trabajo, o ¿es que os creíais que no íbamos a estudiar? Démonos un baño juntos y repasemos las clases, chicas.

Me bajé de la cama y me fui al baño. Una vez dentro de la mampara, llegaron ellas dos. Estuvimos un poco apretados por el grosor de cierta dama, pero al final nos duchamos como pudimos, pues entre medias, continuamos disfrutando los unos de los otros.

Cuando todo el mundo estuvo seco y vestido, nos sentamos a la mesa y abrí el libro con los apuntes.

. - Salvador ¿y de ahora en adelante? -preguntó Gladys-.

. - ¿a qué te refieres, cariño?

. - no te hagas el tonto, Salvador –añadió Ramona-.

. - entiendo. Pues nada.

. - ¿nada?, ¿qué significa nada? -era de nuevo Gladys-.

. - lo que vosotras decidáis. Seguir disfrutando o dejarlo.

. - yo quiero seguir, claro –dijo una y confirmó la otra-.

. - vale, antes de continuar, debo poner algunas cosas en claro.

. - adelante –dijo Gladys-.

. - son las siguientes. No voy a casarme con ninguna de las dos. Seremos buenos amigos con derecho a roce. Podéis decir que somos buenos amigos a quien os dé la gana, pero nada de acapararme, tengo más historias fuera del instituto y puede que más adelante, dentro de él.

. - bueno, menos da una piedra –dijo Ramona, cogiéndome la mano y besándomela-.

. - debéis tomaros lo nuestro como lo que es. Aprendizaje, para más tarde cuando conozcáis amigos que os interesen, haber tenido una experiencia sexual. Y, sobre todo, para que cojáis confianza en vosotras mismas y ser quienes dirijáis vuestras vidas y no los demás. Me gustará continuar disfrutando de vosotras dos y vosotras dos, de mí. Mientras no haya nada de ataduras, me tendréis, cuando una o las dos queráis terminar con esto, no me opondré y me lo decís. Tengo pocas normas, pero lo que prometo, lo cumplo y no os haré daño a sabiendas y si hace falta, os protegeré de algún malnacido que quiera burlarse de vosotras. Por cierto, espero darte mañana una sorpresa en el instituto, Gladys.

. - ¿qué sorpresa?, dímela ahora.

. - no es nada del otro mundo. Es una disculpa de Raymond por todo lo que te ha hecho. Tuve unas palabras con ese capullo y prometió disculparse. Si no lo hace, se las verá conmigo.

. - no tenías que haberte molestado. Es un capullo.

. - aun así, hay que respetar a las mujeres y vosotras sois mujeres.

. - de todas maneras, gracias. En cuanto a lo que dijiste antes de sin ataduras, hubiera preferido estar contigo siempre, pero como no podrá ser, seguiré tu consejo y pensar que todo esto es para aprender y soltarme un poco –dijo la gordita-.

. - yo pienso lo mismo. No esperaba que nos casáramos, ni nada de eso. Con mi herramienta extra, ningún chico se me acercaría y tú, fue verla y hacerte dueña de ella. Si lo llego a saber, te hubiera buscado antes.

. - debéis saber algo más de mí. Como has visto, me pirran los penes y como sabréis, los penes los tienen los tíos sobre todo y algunas hermafroditas como tú, Ramona. Con esto quiero deciros para que no os alarméis más de la cuenta, que me gusta tanto una vagina, como un culo, ya sea de hombre o mujer y no hay distingos de edad, raza y eso, sexo –se quedaron mirando la una a la otra- decid algo, por favor-.

. - que no tienes que justificarte. Yo soy como soy y tú eres como eres y fin de la historia –dijo Ramona, Gladys asintió también-.

. - me alegro de que penséis así. Solo me queda una cosa.

. - ¿más, todavía?, eres un pozo sin fondo, Salvador. ¿A quién te has tirado ahora?, ¿al cura del pueblo? -dijo la gordita de Gladys-.

. - no, al cura del pueblo no, a tu madre, Gladys –según lo dije, un silencio sepulcral se produjo en la mesa-.

. - ¿a mi madre?, estás de cachondeo, como siempre.

. - no, no miento. Fui yo quien le dijo a tu madre que se fuera una hora por ahí para tener tiempo con vosotras dos. A tu madre me la encontré o más bien, chocamos en una esquina. Se accidentó el trasero al caer sobre un banco público y la ayudé llegar a tu casa. Luego una cosa llevó a la otra y acabamos haciendo sexo anal y vaginal. Antes de irse le pedí permiso para hacer el amor contigo y con Ramona en su casa y me hizo prometer que no te haría daño a sabiendas y que cuidaría de ti, como así lo he intentado y seguiré haciéndolo. Una vez que lo sabes. Si quieres, podemos romper la baraja y no vernos más si así lo deseas.

La chica se quedó pensativa un momento.

. - para nada, todo seguirá igual. ¿Qué te gusta mamá también?, pues que lo disfrutéis los dos. Mamá se lo merece, pues ya hace tiempo que papá murió y desde entonces no encontró a nadie. Por eso estaba tan contenta y yo sin saberlo. Sí, me interesa que sigáis viéndoos. Si mamá está feliz, yo también –dijo sonriendo-.

. - y yo también –dijo Ramona también sonriendo-.

. - me alegro haber aclarado todos estos puntos. Así no habrá malentendidos. Quiero darle una sorpresa a Rebeca, tu madre, cuando regrese de casa de tu tía.

. - ¿y cómo habías pensado hacerlo?

. - me gustaría que os quitarais la parte de arriba ambas. Yo también lo haré y estudiemos de esa guisa. Cuando venga, seguro que viene a esta habitación.

. - ¿y qué le vas a decir? –inquirió la hija gordita de la madre gordita-.

. - que te conté lo mío y lo de ella y que estás de acuerdo, así como ella estaba con lo mío y vuestro. Así no habrá problemas para las próximas sesiones de placer y Ramona podrá venir a esta casa a disfrutar cuando quiera también.

. - pues me gusta. Sí señor –dijo Ramona- si me llevo a un chico a mi casa y me coge papá haciéndole una mamada, me castra –dijo ella riendo, los demás la coreamos- por cierto, Salvador, ya me he decidido, también quiero que me desvirgues con tu sable-.

. - me alegro, chica. Pero por ambos lados, como con Gladys.

. - ¿y no puede ser por delante, solamente?

. - lo siento. Debe ser el paquete completo.

. - bueno, habrá que joderse. Uy, pues eso, jodamos.

. - serás la próxima, descuida –dije y la besé en los labios-.

Me saqué la camisa y la puse en la silla por detrás. Las chicas me imitaron, añadieron el sujetador también, quedando con los pechazos una y los pechitos, la otra, a la vista.

. - oye, Ramona, ¿qué te parecería si alimentas con tu pene a Gladys y a su madre?, a lo mejor les gusta y no tengo que desdoblarme con tres mujeres cada vez que vengo por aquí. Tú podrías hacer que disminuyera mi trabajo, ya entiendes. ¿Tú que dices, Gladys?

. - que una polla es una polla y si ella quiere, no tengo inconveniente en comérsela y tenerla en mis agujeros.

. - vaya, no lo había pensado. Sí, me gustaría experimentar con el sexo femenino también. Ya puestos… ¿querrá tu madre?

. - la convenceremos entre los tres –dije sonriendo-.

Di por finalizada la clase de sexo, para empezar la del instituto. Al principio se me pusieron remisas y querían más de lo mismo, pero me puse serio y di comienzo a las clases.

Estuvimos unos cuarenta minutos estudiando, luego iba a dar por terminada la sesión para regresar otro día, pues Rebeca no volvía a su casa, cuando se oyó a la susodicha en la puerta de la habitación.

. - ¿pero esto que es, Salvador?, ¿quieres explicarte, por favor?

Los tres nos levantamos de la mesa y Rebeca se acercó.

. - esto tiene una explicación. Queríamos darte una sorpresa.

. - ¿qué sorpresa?, ¿desnudos, así como estáis?, hija, tápate, por favor.

. - Rebeca, le he contado que me diste permiso para yacer con tu hija y Ramona.

. - ah, ¿sí?, bueno, solo quería que cogieras un poco de experiencia con los chicos y Salvador…

. - mamá, lo sé todo. Salvador y tú os acostáis también.

. - Salvador, ¿por qué se lo has dicho?, era nuestro secreto.

. - por favor, siéntate en la cama, Rebeca -le dije-.

. - ¿para qué?

. - tú, siéntate, por favor.

Ella se sentó.

. - Rebeca, no valía estar tapando algo que un día se sabría y al final, sería peor el remedio que la enfermedad, pues habría reproches de los unos a los otros. Sabiendo que tú y yo tenemos relación y que también las tengo con tu hija y con Ramona, así no nos ocultaremos, pues de nada vale. Tu hija está de acuerdo con que siga teniéndolas contigo.

. - ¿es eso cierto, hija?

. - sí, mamá. Quiero que seas feliz y si es con Salvador, mejor todavía. Lo compartiremos entre los tres.

. - gracias, hija. No creía que me permitirías estar con tu novio.

. - no, mamá. Salvador no es mi novio, ni el de Ramona. Es sexo y conocimiento carnal, solo. Así nos lo ha dicho y así lo hemos aceptado las dos.

. - vaya, Salvador. Me dijiste la verdad de que mi hija no se casaría contigo y no se molestaría.

. - mamá, que no soy una niña ya. Para que lo sepas y como le diste tu permiso, Salvador me ha desvirgado de ambos agujeros.

. - ¿de ambos?

. - así es mamá. A Salvador le va lo de desvirgar por pares.

. - lo sé, hija. A mí también me desvirgó por los dos lados. Bueno, no me desvirgó sino de uno, ya me entendéis...

Me acerqué a Rebeca y empecé a desabotonarle la parte de arriba.

. - ¿qué haces, Salvador?

. - mamá, no seas tonta. ¿Ahora con remilgos? –dijo su hija ayudándome a continuar desabotonándola. Ramona se apuntó también. Entre todos, la dejamos en pelotas, bragas incluidas ante la sonrisa de la mujer-.

Así la dejamos, mirándola los tres.

. - ¿verdad que mamá está buenísima, Salvador?

. - lo puedes jurar, querida –dije desvistiendo a Gladys del todo. Cuando se quedó en pelotas, se sentó junto a su madre. Allí había carne para dar y tomar-.

. - Vaya dos beldades. -Dije besando a cada una sus pezones. Cuatro besos di, luego puse el brazo por encima a Ramona- Rebeca, cariño. Queremos poner todo sobre la mesa y lo siguiente es esto. Intentaré siempre que pueda, pero no siempre podré, venir a disfrutar con vosotras, por lo que hemos pensado, Rebeca, que a lo mejor no te importaría usar a otra persona en mi lugar para que te dé placer anal y vaginal y tú a la otra parte.

. - ¿te refieres que meterás en esta casa a un amigo tuyo para sustituirte?

. - no, exactamente.

Miré a Ramona y entendió. Se sacó la falda y ante la mirada de incredulidad de Rebeca, se sacó las bragas y la cartuchera, quedando su pene libre de impuestos, menguado por la descarga, pero con algo de consistencia de nuevo.

. - Dios mío. ¿Es un chico?

. - no, mamá. Es una chica. Tiene pene, pero también tiene vagina y algo de pecho, como puedes ver. Es lo que se llama, una hermafrodita y le gustaría que la aceptaras.

. - Dios mío- repitió- no sabía que existieran personas así en este país –dijo alargando la mano, Ramona se acercó un poco más y la mujer le cogió el pene, pues aún no estaba segura de que no fuera un cuento-.

Con cariño se la cogió y comenzó a pajeársela poco a poco. Después y sonriendo, me cogió mi propia polla y se las metió ambas en su boca. Las risas de los presentes se hicieron sonido. Ambas pollas ya estaban de nuevo cargadas para un nuevo round sexual.

. - quiero las dos dentro de mí, chicos –dijo soltándolas y subiéndose a la cama, para abrirse luego de piernas-.

. - mamá, me estoy corriendo. Puedo yo también disfrutar de tu cuerpo.

. - hija, no lo había pensado, pero, ¿por qué no?, sube y cuando tenga ambas pollas en mis agujeros, ponme tu vagina en mi boca. He visto en una porno que es lo máximo.

Entre risas, todo el mundo se subió a la cama, pero la cosa se jodíó o casi. Pues la cama, con tanto peso, se fue al suelo. Después de un susto morrocotudo, nos echamos a reír y como la cama no podía caer más abajo del piso, continuamos. En vez de como dijo Rebeca, lo hicimos de la siguiente manera. Yo me tendí polla arriba. Rebeca se la tragó. Luego Ramona la enculó y para saborear el coño de su hija, Gladys se colocó con las piernas a ambos lados de mi cuerpo y con el chumino en las narices de su madre, que se puso a comérselo a destajo, haciendo que la hija putativa se le corriera en toda la boca. Sí señor, aquella casa se había convertido en todo un putiferio, donde todos follábamos con todos, incluida madre con hija y viceversa. Solo hubo que dejar una cosa muy clara, sobre todo a Ramona, nada de preñar a Gladys, ni a ella misma por mi parte. A la madre, con su menopausia galopante, la podíamos llenar de corridas siempre que quisiéramos. Con esas premisas, abandoné follado y refollado la casa con destino a la mía, donde una Lisa más que caliente, volvió a follarme y refollarme. Todo sea por la armonía familiar.

Al llegar al instituto al día siguiente, me esperaban mis dos chicas folladas y follables, Gladys y Ramona. Ambas me dieron un beso sin preocuparse del qué dirán. Yo mismo les metía mano delante del que quisiera vernos.

La alegría de sus caras decía a las claras que estaban más contentas que unas castañuelas de estar a mi lado y yo al suyo. Ramona, plana, pero con dos botones bien notoriamente visibles y Gladys, con sus exuberantes pechos, esta vez sin adminículos restrictivos, bailaban a mi alrededor que era un gusto verlos, notándoseles la aureola de ambos pezones. Sí, estaban buenísimas las dos.

Ya en las aulas, una a cada lado mío, vimos llegar a cierto capullo. Venía todo azorado.

. - hola Salvador. Hola Gladys. Hola Ramona.

. - ¿y…? –dije-.

. - y quiero pedirte perdón Gladys por las cosas que te he dicho de aquí para atrás.

. - ¿le perdonas, Gladys? –pregunté a la susodicha-.

. - ¿tú qué crees, Ramona? –preguntó a su vez Gladys a su amante y amiga-.

. - sí lo dice de corazón, no veo por qué no.

. - vale, te perdono. Pero como vuelvas a las andadas, se lo digo a Salvador.

. - gracias, gracias.

. - en cuanto a lo otro, nos vemos en el descanso de las once. Búscame en el gimnasio –le dije-.

. - sí, vale. Allí estaré.

. - lárgate ahora.

Una vez se hubo largado, las chicas me preguntaron qué era aquel secreto que nos traíamos los dos. Le hablé a cada una al oído. Cuando le hube dicho el secreto, ambas rieron.

. - muy bien, Salvador, que disfrutes –dijo Gladys dándome un golpe en un hombro-.

. - ¿y si no aparece? –dijo riendo Ramona-.

. - aparecerá si sabe lo que le conviene.

Las clases comenzaron y no se habló más del tema.

El gimnasio estaba cerrado por obras menores, aun así, entré forzando la puerta. Esperé cerca de donde estaban los baños. No esperé mucho. El abusador llego puntual. Le hice una señal y entré en el baño. Me siguió como un corderito.

Allí mismo, en medio de los aseos, me saqué la polla. El tío ni me miraba, quería llegar, mamar e irse corriendo de allí, así que puso una rodilla en el suelo y me la mamó bien mamada.

. - Vale ya –le dije-.

. - ¿me puedo ir ya?

. - no tan rápido. Bájate los pantalones.

. - pero dijiste que sería una mamada.

. - de toda la vida, antes de un enculado, siempre se produce una mamada previa para ponerla a tono. Así que, bájatelos y no perdamos tiempo antes de que venga alguien.

. - pero…

. - ni peros, ni gaitas. ¿O quieres que te lleve con aquellos amigos tuyos?

. - no, eso no –se asustó el tío, pues los mendigos se la hubiesen metido uno tras otro si lo llegan a coger-.

Resignado, se aflojó el cinto y dándose la vuelta, se bajó los pantalones. Su culo sonrosado y prieto, me la puso más dura todavía. Así que, agarrándome de su cintura, lo hice inclinarse y se la clavé hasta los huevos. El tío gritó, pero allí podía gritar cuanto quisiera, pues era zona vedada hasta nueva orden y las gruesas paredes evitaban que salieran sonidos al exterior.

Disfruté follándome a aquel capullo. Vaya si disfruté. Casi me corro en su ojete, pero no, debía tragar para que tuviera que lavarse la boca de todas las guarradas que le había dicho en el pasado a la gordita Gladys, ahora a mi cargo y a la de mi polla.

Se la saqué y lo hice girar. No le di tiempo a negarse, se la metí en la boca y allí hice que me la mamara hasta que solté lastre lácteo. Luego y hasta que no me dio la gana, me la siguió mamando, después se salió por sí sola.

Una vez disfrutado, llevé la polla al lavabo, abrí el grifo y con un poco de jabón, me hice un apaño.

El tío continuaba en la misma posición, como hipnotizado. Con mi polla en mis pantalones, lo llevé hacia el lavabo que usara antes y antes de ponerlo a lavarse el culo, me puse a comerle la polla hasta que se me corrió en la boca. No estaba nada mal la lechada para ser de un hijo de puta. Luego yo mismo le cogí la polla y se la lavé con agua y jabón, para después y dándole la vuelta, lavarle el culo, metiéndole un par de dedos en su ojete. Con todo limpio, le ordené subirse los pantalones.

. - no vuelvas a las andadas o me volverás a tener detrás de tu culo para rompértelo de nuevo.

Allí lo dejé y me largué con viento fresco y sin leche en mis huevos, pero sí en mi garganta.

. - hola, mi amor –le dije a Marisa cuando me abrió la puerta de su casa-.

. - hola, amor mío –Marisa alargó los brazos y agachándome, besé sus labios que me ofrecía-.

Entramos y llegamos al salón.

. - ¿qué estás haciendo, cariño?

. - nada, papá fue a buscar algo para la cena de esta noche.

. - perfecto. Quiero hablar contigo de un par de cosas.

Mientras me sentaba en uno de los sofás y ella se situaba con su silla delante de mí, me bajó la cremallera, buscó y encontró mi pene que ya venía empalmado. Una vez fuera, jugaba con él. Dejé que lo hiciera.

. - dime de qué quieres hablar, amorcito mío.

. - te diré. He traído lo que te dije- eché mano de mi bolsillo y saqué un juego de embudos agranda-culos y se los enseñé-.

. - y eso ¿qué es? –dijo sin soltar mi polla-.

. - el agranda-culos que te dije que compraría para ti.

. - ¿me tengo que meter eso por ahí atrás?

. - para eso es, para agrandarte el culito y poder penetrarte, cariño.

. - me parece que no.

. - ¿no?

. - no. Lo he pensado mejor y quiero que sea como siempre ha sido, con vaselina y nada más.

. - tú no sabes lo que estás diciendo. Te dolerá un huevo y parte del otro.

. - lo sé, pero no. Ni mamá, ni la abuela, usaron esas cosas y tendrían el ano igual que el mío.

. - chica, no estás razonando como debieras. No sabes eso, ni si lo usaron alguna vez para lo mismo, ni a qué edad, si lo usaron.

. - me es igual, no voy a meterme eso por el culo. Es mi última palabra.

. - vaya. O eres una valiente o, todo lo contrario, Marisa.

. - ¿cuándo?, es lo único que quiero saber.

. - antes hablaré con tu padre, no quiero que me corte los huevos.

. - no tiene por qué enterarse. Una vez hecho, hecho estará.

. - no es mi manera de hacerlo, mi amor y no lo haré. Hablaré con el viejo antes. Dejemos eso de momento. Quiero hacer dos cosas antes de que venga tu padre.

. - dilas.

. - quiero que sigas practicando para intentar hacer que esas piernas tuyas te obedezcan. Si como dijiste se te atrofiaron de un día para otro, lo mismo puede des atrofiarse y había pensado que lo mejor es practicar y practicar.

. - ¿y cómo habías pensado?

. - de la siguiente manera. Nos desnudaremos aquí mismo en el salón. Una vez ambos en pelotas, te bajo de esa silla y te pongo junto a aquel sofá y tendrás que venir hacia mí, que me pondré en ese otro. Tendrás que llegar y lo harás, aunque sea arrastrándote, pero mejor sería agarrándote donde puedas para así fortalecer las piernas.

. - tú estás loco, mi amor. Las piernas no me obedecen.

. - ahí entras tú y tu fuerza de voluntad. Si te caes y te das un mamporro, te vuelves a levantar y así hasta que llegues. De los moretones no debes preocuparte, un poco de crema y polvos y listo

. - eres un sádico.

. - lo hago por ti. De premio intentaré convencer a tu padre que no quieres esperar y aquí mismo, te desvirgaré de ambos agujeros.

. - ¿lo dices de verdad?

. - solo si llegas ante mí, aunque sea arrastrándote.

. - entonces lo intentaré.

. - buena chica. Otra cosa…

. - ¿otra?, no acabas nunca…

. - por hoy es la última. Quiero hacer el amor contigo aquí en la alfombra delante de tu padre.

. - no, eso no puede ser.

. - puede ser y lo haremos. Y no solo eso. Le pediré a tu padre que hagamos el amor entre él y yo, también aquí en la alfombra, mientras tú nos miras.

. - ¿estás seguro, cariño?

. - quiero que cuando hagamos el amor, lo podamos hacer sin problemas delante del otro y que os acostumbréis a disfrutar conmigo. Me gusta llegar aquí y mientras tu padre está leyendo el periódico aquí mismo, tú y yo nos estemos dando gusto sin que le moleste al viejo y viceversa, cuando entre y me lo haga con tu padre y tú viendo una película a nuestro lado.

. - mira que eres morboso. Me gusta. Lo malo es que a papá no creo que le guste tanto.

. - pues lo convenceré. Ahora desnúdate, que empezamos tu auto-rehabilitación.

. - ayúdame.

. - para nada. Debes ser autosuficiente como hasta ahora lo has sido.

. - vale.

Marisa dejó mi herramienta y mientras yo me desnudaba y me quedaba en pelotas, ella hacía lo propio. Le costaba, pero ya estaba acostumbrada. Cuando se quedó sin nada encima, silbé.

(Parte 11 de 25)

FIN