A mis 68 años

Este relato contiene mi experiencia personal, de mis rpimeros trios, algunos datos están alterados para no hacer demasiado reconocible mi historia

Este relato contiene mi experiencia personal, algunos datos están alterados para no hacer demasiado reconocible mi historia

A mis 68 años, la vida me ha regalado un sorprendente descubrimiento, soy  un CORNUDO.

Hace tres años, empecé a tener problemas de erección y me fui obsesionando al no poder concluir  el acto sexual, de manera que propuse a mi mujer realizar un trío, a lo que se negó en redondo,  solo conseguí que en nuestros encuentros en la cama ella me fantasease con un relato sexual mal contado,  mientras se masturbaba con un consolador. Con el tiempo me fui dando cuenta que lo único que me excitaba era el pensar que se la estaban follando, de manera que trace un plan consistente en acceder a salir alguna noche a bailar, a ella le encanta y a mí no.  Encontramos una sala cerca de casa donde asistían parejas maduras y todo tipo de “cazadores” en busca de presas, que era más o menos lo que me interesaba de mi plan.

Mi mujer a pesar de sus 63 años esta de muy buen ver, llenita, tetuda, buen culo, simpática y cuando se pone a bailar se olvida del resto del mundo y tiene unos meneos muy sensuales, de forma que pronto pude percibir el interés de un par o tres de “gavilanes” por sus movimientos, una de esas noches, hace unos cuatro meses, con la excusa de que me dolía una rodilla se puso a bailar sola, al rato se le acerco uno de los “observadores” un mozo de unos 40 años, alto, delgado como le gustan a ella y se puso a bailar suelto y a conversar con ella, mi sorpresa fue ver que cambiaron a un lento y se pusieron a bailar, primero normal y al final muy pegados y él le clavó sus manos en el culo , debió darse cuenta de la situación y se avergonzó, al retirarse logro murmurar, justificándose,  que no se explicaba lo que le había ocurrido.

El camino estaba claro, debía darle confianza y manifestarle que comprendía su reacción  llevada por la música y el ambiente, que era una situación normal y lógica, no obstante las dos siguientes veces que acudimos al local ella se cuidó muy mucho de no dar pié a otra situación similar, le comente que no entendía porque se reprimía y así a la tercera noche volvió a la pista como si nada hubiese ocurrido. Esa noche llevaba un suéter de cuello muy apretado  a sus poderosas tetas y un pantalón muy ajustado que le remarcaba su potente culo, estaba especialmente sexi, al rato su pareja de la noche anterior, que se la comía con la vista, se le acercó y se puso a bailar y conversar con ella,  se fueron alejando del centro de la pista y terminaron en un rincón medio en penumbras donde el tío se pego un lote de sobarla por fuera y dentro del jersey. Al volver a la mesa se la notaba excitada y comentó que realmente era muy tonta de tener tantos prejuicios que se lo pasaba muy bien “bailando” y como yo no quería agradecía que no me opusiera a que bailase con otros.

El caso es que en ese momento me percate que su “bailarín” se metía directo a los lavabos, por lo que decidí ir detrás suyo, no fuese caso que se masturbara y perdiese el interés, lo encontré intentando mear, tal era el empalme de su increíble aparato, (debo confesar que no había visto en mi vida una polla tan grande) me acerque y le dije “Si quieres follarte a  mi mujer espéranos en el parking y por favor no te la menees me gustaría que lo echaras todo  dentro de ella” quedó perplejo e intentó balbucear una frase a lo que le indique con un dedo en los labios que se callase y guardase todo su fuerza para mi mujer.

Al regresar a la sala le comente a mi mujer que me dolía un poco la cabeza y era mejor irnos, ella después del lote que se había dado, no opuso ningún reparo y nos dirigimos al coche, al llegar al parking topamos con su “bailarín”, eso la puso muy nerviosa, seguí con mi juego y le pregunte a él  si quería que le llevásemos a alguna parte, el no supo que decir,  tomé la iniciativa y le dije “ súbete a la parte de atrás ”, una vez en marcha decidí que era el momento de mostrar mis cartas, como si no fuese conmigo comente “bien donde vamos a follar a casa, a tu casa o a un hotel” mi mujer puso el grito en el cielo, el no dijo nada. Pare el coche, le dije a mi mujer que se pusiera detrás, se resistió, me la quede mirando y le dije “cariño esta noche te va a follar la polla más gorda que has visto jamás, de modo que ponte detrás y iros poniendo a tono” , como me conoce y se moría de ganas obedeció, enfile el coche hacia un moble que conocía de años atrás, ellos detrás al principio estaban muy sorprendidos y separados pero al rato empezaron a arrimarse y tocarse, primero muy prudentemente pero antes de llegar al moble ella tenía las tetas fuera y estaba masturbando el enorme cipote que la iba a follar.

Una vez accedimos a la habitación y algo más relajados, después de tomar unas bebidas, les pedí que no se cortasen por mi presencia, iba a estar en el sofá observando, pero no tenía intención de intervenir para nada, ella estaba muy nerviosa, el no tanto,  se le notaba que tenía cierta experiencia en esos encuentros, la empezó a desnudar con delicadeza lamiéndole los pechos lentamente y el resto de las partes que iban quedando al descubierto, hasta llegar al coño donde le propino una comida tremenda, en ese momento ella perdió absolutamente sus miedos, temores y vergüenzas empezó a moverse como una posesa gritándole que le pusiese su cipote en la boca, el obedeció, casi no le cabía, se lo fue introduciendo y chupando con una habilidad desconocida para mí, hasta conseguir que él se corriera llenando su boca con una tremenda corrida, el semen del semental regalaba por su barbilla y seguía chupando y lamiendo,  medio ahogada se saco el aparato de la boca y le pidió que se lo metiera en su coño, hacía tiempo que se había corrido un par de veces, la follo al principio muy despacio, tal era el tamaño de la verga, una vez acoplados la embistió con golpes tremendos que arrancaban alaridos de dolor y gozo de mi mujer que no entendía como se podía disfrutar tanto con una polla dentro de sus entrañas. Resumiré, estuvieron follando cerca de cuatro horas, él se corrió tres i cuatro veces y ella incontables, llegué a contar, por sus estremecimientos, hasta diez veces, pero calculo que fueron más, ya que yo, pese a mi planteamiento, no tuve por menos que masturbarme tres veces con explosión de abundante semen, cosa que hacia cerca de tres años que no conseguía. Él se duchó y se marchó quedando para otro día sin concretar, ella quedó en la cama llena de semen, agotada y relajada, sin acordarse para nada de sus estrías en la barriga, su celulitis, su culo caído y los mil defectos que la traumatizaban y hacían que una hembra con tal cantidad de deseo sexual, se conformase con masturbarse con un consolador una vez cada dos meses, la acaricie y le dije cuanto la quería y lo mucho que había disfrutado viéndola gozar de aquella manera. Como el lógico dentro de mi afloraron  diversos sentimientos contradictorios propios de los seres humanos tan complejos en el tema de los sentimientos, una cosa quedo clara, me gustó ser cornudo, me excito y me hizo recuperar un cierto vigor sexual, tenía que pensar en los días venideros para ver qué consecuencias nos traía esa aventura por parte de ella, puedo adelantar que positivos, ella dejo pasar un mes, antes de pedirme otro encuentro, esa vez eligió el “bailarín” ella y superó ampliamente su record de corridas, si bien debo decir que esta vez estuvimos un día entero encamados y yo participé un poco más activamente. Esa es otra historia...