A mis 18 en la fiesta de mi hermano

Tenía 17 o 18, mi hermano me dijo que fuera a la fiesta de disfraces de colegiala, bebí demasiado y me convertí en la más promiscua,hasta para él.

A veces me da vergüenza confesar mi experiencia vivida. Y aun más cuando Fernando, en medio de la relación sexual me pide cerca de mi oido que le cuente en qué pensé la última vez que masturbé. Al final siempre acabo inventándome lo que sé que quiere oir, que imaginaba como a cuatro introducía su polla en mi culo mientras me insultaba con esa voz perversa con la que pronuncia la palabra "puta"....

Pero la realidad se aleja mucho de eso, porque mientras Fernando me folla rabiosamente por la noche yo cierro los ojos y recuerdo los tiempos en los que vivía en casa. Cuando, altrnaba entre dos camas. Cuando cada caricia, cada beso, cada imagen me resultaba totalmente turbadora.

No creo que tuviera más de 17 o 18 años, cuando Luis me invitó a que acudiera con él a una de las fiestas que organizaban sus amigos en aquella casa de la sierra. Mi hermano mayor, que nunca parecía mostrar el mayor interés por mi vida, me ofrecía la oportunidad de ir alli. Se trataba de una fiesta de disfraces, cerca de la época de Halloween, mi hermano se había quedado sin pareja con quien acudir alli. Iba a ir con Amalia, su novia, pero tan solo unas horas antes de que fuera el momento de irse, le dejo tirado, con el disfraz de profesor y alumna sobre la cama.

Qué tiempos, aquellos, y qué locuras se hacían. Amalia era una chica de no más de 1,58 cm. Luis me dejó la ropa que debía ponerme pero las naturalezas de nosotras dos no eran ni parecidas. Con cierta dificultad conseguí aborcharme el botón de la falda tableada, y los botones de la camisa de colegiala.

Cuando salí del dormitorio, mi hermano me miró de arriba abajo:

¿No me queda un poco pequeño?- le dije

El me miró, encogió los hombros y dijo:

Venga tira ya, que no nos da tiempo a buscar nada con lo tarde que se ha hecho....

Al llegar allí, vi a toda la panda de amigos de Luis. Observé como clavaban su mirada en mi, no sé si por la sorpresa de verme a mi en vez de Amalia, si por pensar que hacía yo allí, o por lo corto de mi falda, que a la mínima inclinación dejaba a la vista las blancas bragas que tapaban las nalgas.

El disfraz me iba perfectamente. La más pequeña sin dudarlo. Allí rondarían los 26 años aproximadamente. Pegada a mi hermano observaba con detenimiento hasta que vinieron alguno de sus amigos a darme conversación.

La noche transcurrió rápida, como era propio de mi juventud, entre alcohol y música. Intenté evadirme de esa situación en la que no conocía a nadie, intenté convertirme en alguien de mayor edad, intentar estar a la altura de la situación, y me desaté...

No se las copas que pudieron invadir mi cuerpo cuando a media noche, bailaba sin ninguna vergüenza entre la multitud. Acercando mis nalgas a cualquiera que mostrara el más mínimo interés en mi presencia...

Mi hermano, me cogió del brazo varias veces, pero yo estaba indomable ante las risas de sus compañeros. Movimientos sensuales de las caderas, de un lado al otro al son de la música de moda.

Al fondo del salón observé un chico que se convirtió en mi obsesión. Sin dudarlo me aproxime y me restregué contra su pantalón, lasciva, promiscua, buscando la dureza de su entrepierna cuando mis blancas nalgas se pegaban a él. Entró pronto en el juego, probablemente llevaría unas cuantas copas, al igual que yo, aunque él en sus espaldas cargaba unos cuantos años más que yo...

Me puse de espaldas a él y me agache provocativamente para mostrarle mis muslos mis nalgas... y él sin dudarlo enganchó mi elástico ante la vista del resto de comensales .

Dejé que mis rodillas se aproximaran al sofá y entreabrí las piernas ante la atónita mirada del grupillo que se amontonaba alrededor entre risas, con aroma etílico...

Sus manos comenzaron amoldarse a mis redondeces, dejó mis bragas a la altura del muslo y se acercó. Yo no paraba de sonreír. La cabeza me daba vueltas, y empecé a sentir como una mano se posaba sobre mi cabeza, apartando mi pelo del rostro.

Me excitó, me excitó esa situación en la que sentía la desnudez pública. Y por lo que me comentaron días después con una voz un tanto inteligible solo murmure "Que pasa que nadie me va a follar"......

Luego mis recuerdos se vuelven confusos, la música, los ruidos. Un par de azotes en las nalgas me hicieron dar un respingo y levantarme... Sentí como me cogía la mano el chico al que me acerqué y me llevaba a una habitación. Caminaba torpemente, con las bragas a la mitad de las piernas y un mareo que con dificultad me permitía saber bien que hacía...

Mi hermano mientras tanto permanecía ajeno, en el rincón opuesto enredado con una medio mulata, que no sé muy bien quien era. Recuerdo la cara de algunas personas que me observaban caminar, con esa falda que tapaba prácticamente nada, y tropezando casi con mis propios pasos y mi ropa interior,...

De un empujon me tumbó sobre una cama, ahí empujó de golpe mi cuerpo, y abrió mis piernas. Yo no paraba de reír, intentar decirle que mi experiencia tampoco era mucha, intentar comentarle que no llegaba ni a los 20. Pero él estaba fuera de si, sumergió su cabeza entre mi carne, y comenzó con un juego en mi coño. Ahí, su lengua s e escurrió hasta forma entre mis piernas una laguna....

Esa mezcla de placer, acompañada por el desinhibidor del alcohol me convirtió en una fiera, que no paraba de gritar que me sentí la puta más joven y feliz del mundo. Sus dedos tocaron cada parte que había entre mis piernas, no olvidaron ni un recoveco hasta lubricarme lo suficiente como para que su polla entrara casi de un tirón...

"Cabrón te la quiero mamar, déjame"

Pero él andaba ya desesperado por correrse... Mis movimientos eran torpes, asi que casi me alegro que no me dejara llenar mi boca de su sexo, igual le hubiera lastimado. Me desnudó, le costó algo de trabajo, pero lo consiguió. Manoseó mis pechos, los mordió y luego se quito su propia ropa.

Se tumbó abajo , luego me dijo que me tumbara sobre él y levantara las piernas. Me sentí ridícula en esa sensación... momento que se vio incrementado cuando mientras comenzaba a introducirse dentro de mi en las acrobacias, se abrió la puerta. Encontrándose el visitante la imagen obscena...

Yo alcé la cabeza, e intenté ocultarme, pero aquel chico me agarró fuerte, y aprovechando mi amago de escapar, me giró para continuar follandome a pesar de ese espectador que se quedo apoyado en la puerta observando con cara depravada.

Me dejó mirándole de frente, mientras desde atrás sentí la polla atravesarme, a la vez que mi estomago daba vueltas sin parar. Aquel chico rubio sonreía desde la puerta mientras comenzaba a acariciársela levemente la entrepierna. Un botón, otro botón y empujar un gordo glande a través de la tela de sus vaqueros...

Allí le vi, meneándose la polla mientras mis tetas se movían con cada embestida de mi amante, que le rebotaban los testículos en mi piel de la energía que empleaba....

Poco a poco se fue adelantando. Dejo la puerta abierta, y vi como la gente miraba entre risas, y jaleaba al nuevo espectador que posaba su polla en mi boca. En medio del barullo, la agitación, la borrachera, no dude en abrir la boca, y chuparla. Casi de un golpe me llego al fondo de la garganta. Emitió un sonido profundo...

"Joder la puta como la mama"

Estaba imparable, sentir esas dos pollas en mi me volvía loca. El primero de ellos quizá por el alcohol no lograba correrse, lo intentaba desesperadamente. Su mente debía estar al borde de la desesperación, pero su cuerpo no respondía más que con una erección que no acababa de reventar...

Eso le volvía más agresivo, un instinto mucho más primario, que me convertía a mi, casi sin voluntad en una muñeca al antojo de los dos para placer de los espectadores...

Asi, comenzó el dolor, que me trajo algo más a la realidad. Por unos instantes me separó de mi estado etílico cuando se abrió paso a través de mi esfínter. Unos pinchazos inmensos al sentir como mis paredes apretaban cada vena de su polla. Lloriquee en alto, mientras me empujaba el segundo la cabeza para que no me entretuviera en quejidos y siguiera succionando su polla...

Tuvo que pasar un tiempo para empezar a envolverme de nuevo en ese estado, en el que las rodillas me temblaban y nada me importaba. Algun otro se andaba meneando su sexo, y alguna se animaba a lanzar las manos bajo las braguetas....

En un momento sentí que me liberaba de la presión del interior de mis entrañas. Mi sexo andaba irritado. El otro también me saco la polla, y observé a duras penas un guiño entre ellos, mientras llamaban a una tal Sara.

Me cogió el primero la mano. Los dos tenían los sexos ennegrecidos de la congestión y me hizo tirarme a suelo. Aquella chica morena se tumbó en la cama, y de repente empezarona acomodarse, las piernas, manos, cuerpos....

Aquella chica, con una de las botellas, la acercaba a su entrepierna, mientras yo intentaba soportar esa presión. Ya casi una mezcla entre inconsciencia. Sin ser consciente se disfrutaba o sufría, abandonada a la voluntad de mi público. De repente lo encontré a él, estaba en una esquina, observando, con cara de ido, casi desesperado, como nunca pude imaginar que un día encontraría a mi hermano. Agarrado a las bragas blancas mías que reposaban en el suelo unos minutos antes...

Tantas veces he pensado en esa imagen cuando estoy con Fernando, ahora mi marido, tantas veces mientras me pregunta en que pienso cuando me folla, cómo decirle que veo la lechita de mi hermano manchando mi ropa interior...

Aquella noche acabé dolorida para toda la semana, pegajosa del semen de aquellos dos muchachos, que por suerte solo eran conocidos de una amiga de un amigo de mi hermano... Esos dos desconocidos que a mis 17 o 18 años cumplieron algo que no me había dado tiempo no siquiera a fantasear...

Nunca hablamos de ello. Pero tantas veces me pregunto si cuando mi hermano Luis se folla a su mujer pensara en aquella noche con su polla goteando en mis bragas mientras me veía en esa situación.