A mi también me follaron

De como un hermoso hombre me traslado al paraíso.

Me paso bastante parecido a alguien que ha escrito más abajo.  Yo ya me había descubierto que tenía un culito bastante sensible, y que a veces al ver a algún hombre muy viril sentía que las nalgas se me ponían cálidas, pero lo cierto es que no lo relacionaba con homosexualidad.  Cuando tenía dieciseis años y caminando un atardecer por una playa vi a un chico muy atrativo de unos 25 ó 26 años sentado en una toalla, caminé un poco más y me senté también a descansar en la arena.  Al poco aquel muchacho vino hacia mi, echo su toalla y se sentó a mi lado.

Estuvimos hablando un buen rato y se hizo de noche y entonces mi nuevo amigo me dijo que se iba a bañar en la playa desnudo aprovechando que era de noche, lo hizo y se fue al agua, al poco rato volvió y fue entonces cuando vi su polla, enorme, balanceándose al caminar, lo cual me hizo sentir un escalofrío.  Me cogió de la mano y me dijo: --venga ven tu también, quitate el traje de baño-- me llevó al agua y allí jugueteamos, hasta que el vino por detrás de mi me puso sus brazos sobres los hombros y me atrajo hacia él, en ese momento sentí su polla absolutamente gorda y tiesa apoyarse entre mis nalgas.  Entonces fue cuando sentí como si mis nalgas fuesen de fuego, la sensación que me produjo aquel contacto fue algo que nunca podré relatar en su total intensidad.

Así me tuvo un buen rato, rozando su polla contra mis nalgas y haciéndome perder completamente la voluntad.  Después se puso a hablarme muy cariñosamente al oído, diciéndome que me iba a echar el polvo más maravilloso que nunca nadie me echaría, y luego me besaba con ternura las orejas.  Yo ya casi sin contenerme apretaba mis nalgas contra aquel muchacho y su soberbia masculinidad.

Se quitó de detrás de mi y me llevó a su toalla y me acostó allí, luego el se puso a mi lado y me abrazó, me besó en los labios diciendome ternuras.  Luego de su neceser sacó un tubo de crema solar, vi como se echaba una buena cantidad en su enorme polla y me pidió a mi que se la extendiera, lo hice con miedo a semejante rabo, pero absolutamente deseoso de tenerlo en mi mano.  Me asombró la dureza y el enorme tamaños de su glande con bordes que sobreslían casi un centimetro del tronco.

Luego me dio la vuelta y se echó encima de mi acariciándome las nalgas con dulzura, luego las entreabrió y me puso la enorme cabeza de su rabo entre mis nalgas, fue cuando creí morir de gusto.  Mi amigo se iba moviendo levemente, y a cada movimiento iba enteabriendo poco a poco mi culo.

Llegó el momento en que gimiendo de goce sentí como tenía toda la cabeza dentro de mi culo, y fue justo en ese momento cuando el muchacho me puso las manos en las caderas y dió un tirón tan viril que toda su polla entró en mi cuerpo haciendome el más feliz de los seres humanos.

Luego me fue follando con calma, con tiempo, noté como me corría, pero eso no calmaba mis anhelos.  Él siguió con su calma, atrás y adelante, me follaba como si no hubiera otra cosa en el mundo.

Fue así como empecé a sentir como un inmenso placer nacía de mi culo y se iba extendiendo por mi cuerpo, era como una explosión incontrolada de placer que parecía no acabarse nunca, yo me retorcía tanto que mi chico tuvo que sujetarme con fuerza, gemía, aullaba, gritaba.

Entonces sentí como su polla se hinchaba dentro de mi, noté unos leves espasmos, luego el me apretó por las caderas hacia sí metiéndomela tanto que sentía sus cojones acoplarse entre mis nalgas, justo en ese momento pareció que su polla explotaba dentro de mi, y sentí inmensos chorros de leche entrar en mi cuerpo mientras yo loco apretaba mi culo como si quisiera extraer más leche, mientras a la vez había perdido toda noción excepto de mi chico y de su polla.

Me apretó mucho contra si, y sentí que su polla seguía dura... Esa noche me echó tres polvos más.

Aquella noche cuando llegué a casa me duché y me percibí en el espejo, me di cuenta que estaba destrozado, que parecía como si me hubiera atropellado un camión, me acosté y no pude dormir pensando en el placer sobrenatural que había sentido al tener una buena polla dentro.

Al final ya de madrugada me dormí, no me desperté hasta las cinco de la tarde.

Los siguientes días me afané buscando a mi amigo, porque ansiaba su polla complaciente, pero nunca más lo puede ver.

Al final tuve que olvidarlo con el tiempo me fui adaptando a mi condición ¿obligada? de heterosexual, tuve novias y luego cuando me gustó una lo suficiente me casé con ella.

Nunca más otro hombre me la metió, pero muchas noches tardo mucho en dormirme pensando en aquella maravillosa experiencia y me masturbo acariciándome a la vez las nalgas, como un triste y mínimo recuerdo al mejor polvo que jamás me echaron