A mi novia le gusta mostrar su culito (10)

El relato tan esperado de la saga de Jorge y Marcela. Con nuevas fotos de ella mostrando su colita.

A mi novia le gusta mostrar su culito (10)

Después de lo que me había pasado entre los compañeros de mi anterior trabajo y mi esposa, sabía que no estaba bien que esa noche estuviéramos en ese evento, pero no tuve opción, la empresa en donde soy vendedor presentaba un nuevo producto e iban a asistir todos los directores de las filiales del mundo por lo tanto era imposible faltar.

Quizás tendría que haber puesto una excusa para que Marce no fuera conmigo, pero mi jefe insistió para que todos fueran con sus parejas y, además, ella tampoco quería perderse semejante fiesta y me prometió portarse bien.

El lugar era espectacular, un imponente salón de un prestigioso hotel de la ciudad, con una decoración magnífica y dividido en alrededor de 30 mesas para diez personas cada una, una pista de baile central y un escenario en un extremo.

La ubicación que nos toco no era de lo mejor, ya que estaba en el otro extremo del escenario y detrás de una columna que hacía dificultosa la visión.

Tampoco tuvimos la suerte de compartir mesa con conocidos. Nos había sido asignada junto a otros cuatro vendedores y sus respectivas parejas de sucursales del interior del país.

Como se imaginarán mi esposa desde el comienzo fue objeto de miradas de parte de todos los hombres del lugar, y cuando digo de todos, es de todos, los jóvenes y los de avanzada edad se la comían con los ojos.

Ese vestido largo color negro ceñido a su cintura y a sus caderas, con la espalda descubierta le quedaba de maravilla y sobre todo sus zapatos de tacones altos destacaban su hermosa cola parada que, como es su costumbre, Marce exhibía sin disimulo.

La noche comenzó con un aburrido discurso del Director General de la empresa y los aplausos habituales al terminar el mismo.

Sirvieron la cena y hubo alguna conversación de algunas cosas del trabajo con los compañeros de mesa.

La fiesta trascurría y nada en ella era divertido, por el contrario era bastante tediosa y nada hacía suponer que en algún momento la pasaríamos bien.

Por suerte después de terminar el primer plato pusieron música para bailar y eso hizo la cosa mas alegre.

-  ¿Vamos a bailar?, me pidió Marce.

La tome de la mano y nos dirigimos a la pista, la que al no ser muy grande, estaba bastante concurrida.

La sensualidad con la que se movía mi esposa incremento las miradas de todos los tipos que estaban a nuestro alrededor y también de los que permanecían sentados.

En especial observe que en una mesa que daba a la pista había alguien que la miraba muy atentamente, mejor dicho, le miraba la cola muy atentamente.

Era un hombre mayor de aproximadamente 65 años, canoso y vestido muy elegante y con ropa muy fina, lo que denotaba que era algún ejecutivo de la empresa.

Era sorprendente verlo quieto, casi sin movimiento alguno, solo seguía con su mirada la cola que mi mujer meneaba al ritmo de la música.

Presentí en ese momento lo mucho que el viejo estaba deseando ese culo y la verdad eso me gusto, por fin la noche había empezado a ponerse divertida pensé.

Considere que alguien que admira de esa forma la cola de tu esposa había que agradecérselo y que mejor forma de hacerlo que acercándoselo para que lo contemplara en toda su expresión.

Como las mesas estaban casi al borde de la pista me fue fácil. Bailando y muy lentamente para que Marce no se diera cuenta, la fui llevando para ese lado hasta dejar su hermosa cola casi pegada a la cara del tipo.

Imaginé que en esa posición el viejo iba a hacerse el distraído para que yo no me diera cuenta de su actitud, pero no, siguió con los ojos clavados en el cuerpo de mi mujer en la misma posición que estaba y sin ningún tipo de disimulo.

La situación me había causado un principio de erección y quizás fue por eso que tuve el coraje de seguir adelante en la provocación. La acerqué a mí tomándola por la cola con las dos manos y le di un  profundo beso. Ella me miro sorprendida sin sospechar nada, yo le sonreí y seguimos bailando.

Observe al viejo y ahí note que el me estaba mirando fijamente. Sentí como que me preguntaba si eso había sido para el. Le hice un gesto con la cabeza que podía interpretarse como un saludo, pero también como un asentimiento. El repitió mi gesto e inmediatamente volvió a bajar su mirada al culo de Marce.

En ese momento se encendieron las luces y paro la música. Les confieso que volver a nuestra mesa  y sentarme fue un alivio, ya se me hacia difícil disimular mi erección.

-       ¿Que fue eso del beso?, me preguntó

-       Nada, tuve ganas de besarte, le conteste

-       Fuiste muy efusivo y había mucha gente mirando, dijo

-       Nadie nos vio, le respondí.

Ella no dijo nada, solo río.

Mientras comíamos el segundo plato no podía dejar de observar al viejo. Estaba sentado junto a un grupo de tres hombres y tres mujeres con edades similares a las de el. Conversaba y reía constantemente, y me sorprendió que nunca dirigió su mirada hacia nosotros. Me desilusione, me hubiese gustado que se siguiera babeando con la cola de mi mujer.

La conversación entre los comensales de nuestra mesa era bastante aburrida, eso hacia que me volvieran a la cabeza la imagen de los ojos de viejo clavados en el culo de mi esposa. El episodio me excitaba y ya tenía una erección que por suerte al estar sentado podía ocultar.

Mientras tanto Marce seguía de charla con una de las integrantes de la mesa sin siquiera sospechar mis pensamientos.

Nuevamente se apagaron las luces y comenzó la música.

-       ¿Vamos?, me pidió Marce tomándome de una mano.

-       En un rato, le conteste.

Era imposible pararme, antes tenía que bajar la tensión que había dentro de mi pantalón.

-       ¿Te molesta si la saco a bailar?, me consultó un compañero de mesa.

-       No, para nada, respondí.

Todos salieron a bailar y me quede solo en la mesa, por lo que aproveche para cambiarme de silla y tener una vista más amplia de la pista.

Mi esposa bailaba en la misma ubicación que lo había hecho conmigo pero el viejo no estaba en su silla. Estará bailando pensé, mientras bebí un trago de vino.

-       ¿Puedo sentarme?, escuche tras mío.

-       Claro, respondí. Era el.

-       Yo ya no estoy para estos trotes, pero que raro que usted no baile, me dijo

-       En un rato, conteste, tratando de reponerme de la sorpresa.

-       Me llamo Marcos Acuña me dijo estirando su mano.

-       Jorge Prieto, mucho gusto, estreche la suya.

-       ¿En que sección de la empresa esta?, preguntó.

-       En ventas ¿y Ud.?

-       Yo estoy en el directorio.

-       Pero no se amedrente mi amigo, acá somos todos iguales rió.

-       Para nada, le dije mientras sonreía.

-       Además yo estoy solo y Ud. con una hermosa mujer, así que son dos contra uno rió nuevamente.

-       ¿Es su novia?

-       No, mi esposa.

-       Realmente es muy hermosa y ella lo sabe, dijo, mientras me señalaba la pista

donde ella se contorneaba sensualmente al ritmo de la música.

-       Y si, reí nerviosamente.

Había ido directo al grano. Me di cuenta que se sentía seguro, sospechaba que el espectáculo de hace un rato había sido dirigido a el. La situación me incomodaba, pero a la vez me ponía muy caliente.

-       Ese vestido le queda de maravillas, ¿no le parece?, me preguntó.

-       Si, le conteste un poco inquieto

-       Le digo porque se lo pude ver bastante de cerca hace un rato mientras bailaban.

-       ¿Que cosa?, lo mire.

-       El vestido, ¿que pensaba?, río.

-       Nada, nada, respondí aún mas tenso.

-       ¿Le puedo hacer una pregunta sin que se moleste?

No le respondí, solo le hice un gesto afirmativo. Me sentía visiblemente nervioso.

-       ¿Sabe si su esposa tiene bombacha?

-       ¿Como?, pregunté con cara de disgusto.

-       Perdón si lo he inquietado con mi pregunta, no era mi intención, se disculpo ante mi reacción.

-       Le preguntó porque estos vestidos tan ceñidos dejan ver las tiras de las bombachas y estuve observando un rato largo la cola de su esposa y no observe marca alguna, prosiguió.

Lo nervioso que estaba se transformo en excitación. El viejo se había pasado, pero en vez de estar enojado, me entusiasmaba el jueguito, después de todo yo lo había empezado.

-       La verdad no lo se, le respondí

-       Por ahí tiene una tanga chiquita que se le mete en la cola y no se nota, dije a propósito.

-       Tal vez, dijo

Yo esperaba que la respuesta lo incomodara, pero no tuvo ninguna reacción

-       Me lo averigua, me gustaría saberlo, continuo mientras me dio la mano y se retiro regresando a su mesa.

Es un viejo zorro pensé, me paso la posta a mi a ver si quería continuar con el juego. Lamente que se hubiera ido, me había excitado mucho ese dialogo.

Lo seguí con la mirada, se sentó de espaldas a Marce sin mirarla y continuo con su animada charla con sus compañeros de mesa.

Yo quede nuevamente solo y mas excitado que antes y sin estar seguro de querer continuar con esta diversión peligrosa.

Al rato, se corto la música y todos volvieron a la mesa.

-       ¿Que paso que no viniste?, me preguntó Marce.

-       Tenía ganas de verte desde acá, le respondí sonriendo.

Se río y me dio un beso.

-       ¿Y que viste?

-       Vi que no se te ven marcas de ropa interior, le susurre al oído.

-       ¿Te diste cuenta?, río

-       Con estos vestidos no se puede usar, me respondió con voz picara.

-       ¿Nada de nada?, le pregunte.

-       Nada de nada, me contesto sonriendo.

-       ¿Te molesta?, continuó.

-       No, para nada, dije.

Vinieron los mozos a servir el postre por lo que se interrumpió la charla.

Reconozco que estaba demasiado excitado con la situación y eso no me hizo pensar muy bien

-       Voy al baño, ya vengo, dije.

Tuve que hacer un esfuerzo para caminar por la erección que tenia. Por suerte no había mucha luz, por lo que pude disimularla bien.

Me dirigí directo a la mesa del viejo y al pasar junto a él me acerque y le dije al oído:

-       Ud. tenía razón.

El solo me miro, yo seguí camino al baño.

Me metí en un cubículo y me baje los pantalones, ya no aguantaba la presión que ejercían sobre mi miembro. Como mi erección era total aproveche para masturbarme un poco recordando la mirada del viejo en el culo de mi mujer.

-       ¿Sr. Prieto, esta Ud. ahí?, escuche mientras se oía el agua de una canilla correr.

Me había seguido al baño, era lógico, pero de todos modos me exaltó un poco.

-       Si, respondí.

-       Perdone que lo moleste pero quería estar seguro si entendí bien.

-       ¿Me quiso decir que su esposa esta desnuda debajo del vestido?, preguntó.

-       Completamente, le dije mientras me masturbaba frenéticamente.

-       Ah, mire Ud.

-       Dígame, ¿cree que su esposa querrá conmigo?

Me corrió un frío por la espalda, me quede en silencio.

-       Bailar digo

-       Tendría que preguntarle a ella, dije ya muy agitado.

-       ¿Ud. no tendría problemas verdad?

-       No, fue lo único que salio de mi boca.

-       OK, después lo veo.

Recién cuando escuche que la puerta principal del baño se cerraba me relaje. Me acomode la ropa, me lave las manos y la cara tratando de refrescarme un poco y regrese al salón. Cuando pase por su mesa, el viejo ni me miro.

-       Como tardaste, me dijo Marce.

-       Es que algo que comí no me cayó bien, dije como justificativo.

-       Se te nota que estas muy colorado, ¿querés que vayamos?, me preguntó.

-       No, por ahora aguanto, cualquier cosa te aviso.

Seguía que explotaba de la calentura, deseaba que esa fiesta no terminara nunca. Me encantaba este juego sin que mi esposa supiera y con la ventaja de terminarlo cuando quisiera.

Cuando comenzó nuevamente la música, todos los de nuestra mesa salieron a bailar.

-       ¿Todavía te sentís mal?, preguntó ella.

-       La verdad que no muy bien, pero anda a bailar si querés.

-       Si Ud. lo desea puede bailar conmigo, se escucho detrás de nosotros.

-       Mi nombre es Marcos, mucho gusto, prosiguió extendiéndole la mano a Marce.

-       Marcela Prieto, un gusto, dijo ella.

-       Con su marido ya nos conocemos, ¿no es cierto?

-       Si claro y por supuesto se la presto, le dije con una sonrisa.

-       ¿No te molesta amor?, preguntó ella con cara de desconcierto.

-       Para nada, anda, mientras yo me repongo un poco.

Me dio un beso y se fueron, ella delante y el detrás con la mirada clavada en su culo.

Nuevamente me cambie de silla para poderlos apreciar mejor a los dos, estaba seguro que Marce con lo que le gusta calentar a los tipos lo iba a volver loco al viejo.

No me equivoque, al rato de estar bailando de frente, ella se dio vuelta y comenzó a menearle el culo, el viejo sin disimulo volvió a clavarle los ojos en su cola, dirigió la mirada hacia mi y le dijo algo al oído, Marce me miro y río, situándose nuevamente frente a el.

Se acercaban, se decían algo, reían y seguían bailando. Ya la erección me estaba produciendo dolor, tenia que hacer algo. Como la zona de las mesas estaba a oscuras, me tape con parte del mantel, me abrí el cierre del pantalón y saque el miembro de ese encierro. Me masturbaba despacio para que nadie notara nada.

Realmente estaba deseando que pasara algo más, pero no fue así, el viejo se porto como un caballero, solo siguieron bailando y al finalizar la música la acompaño a mi mesa despidiéndose de ella y de mí con un gracias.

Pensé que todo había terminado ahí; Nada mas equivocado.

-       Vi que la pasaste bien, le dije.

-       Si, Marcos es muy simpático, me respondió.

-       Y además tiene un perfume muy rico, prosiguió.

-       Y también lo tenes loco, dije sonriendo.

-       Si, me lo dio a entender, río

-       ¿Si?, ¿Como?

-       En un momento me le puse de espaldas y me susurro al oído que me diera vuelta que era viejo pero no de fierro y que vos me estabas vigilando, dijo con cara picara.

-       Si lo vi., y vi que te diste vuelta enseguida.

-       Te prometí que me iba a portar bien no.

-       Yo cumplo mis promesas, sonrió.

-       ¿Te calentó el viejo?, quise saber.

-       Yo cumplo mis promesas, me repitió sonriendo y me dio un cariñoso beso.

Sus ojos lo decían todo, le había encantado calentar al viejo, se le notaba excitada. No me sorprendí, yo sabia lo mucho que le gustaba eso.

-       Voy al toillete, ya vuelvo, me dijo.

La seguí con la mirada, al pasar al lado de viejo paró mas el culo, hubiese apostado que lo haría, y continuó camino.

El viejo no pudo dejar de mirarla, clavos sus ojos en esa cola parada hasta que se perdió tras la puerta de baño.

Luego me miro, se incorporó y se acercó.

-       Le pido disculpas, me dijo.

-       ¿Por que?, le pregunte.

-       Por no poder dejar de mirarle la cola a su esposa, dijo en tono pausado.

-       Espero que me comprenda, a mi edad solo el saber que ese hermoso culo esta desnudo debajo del vestido, me excita, continuó.

-       No se haga problemas, me pasa seguido esto, le respondí.

-       Es mas, me halaga que admiren a mi mujer, continúe.

-       Me alegro que no le moleste.

-       ¿Cree que a ella le molestará?,  preguntó.

-       ¿Que cosa?

-       Mostrarme esa colita.

-       Ya se la mostró en la pista, le dije.

-       No me entendió, le preguntó si a ella le molestará mostrarme la colita sin el vestido, dijo muy seguro.

Me corrió un sudor por la espalda, mi grado de excitación ya no me dejaba pensar bien.

No le conteste, mi silencio le dio pie para seguir.

-       ¿No le parece que seria excitante para Ud. ver como su esposa le muestra el culo desnudo a un viejo como yo?, prosiguió.

No emití palabra, solo miraba la pista, mientras el seguía hablándome discretamente.

-       Se lo dejo pensar, si lo cree posible avíseme, dijo, e inicio el camino hacia su mesa.

No solo lo creía posible, sino que quería que pasara pensé. Estaba seguro que no me iba a ser difícil convencer a Marce, a ella le encanta eso.

Si no hubiera sido por la educación y compostura del viejo, posiblemente hubiese dejado pasar la ocasión, pero eso y que estaba caliente pudo mas y estaba dispuesto a hacerlo.

-       No sabes cuanta gente había en el baño, me dijo Marce al regresar.

-       Y claro van todas juntas dije, como para disimular mis pensamientos.

-       ¿Te sentís mejor?, me preguntó.

-       La verdad que no, estaba pensando en decirte que nos vayamos, respondí.

-       ¿Si?, que lástima, me dijo.

-       Bueno vamos, no hay problema, continuó.

-       Marcos me pidió que lo alcanzáramos hasta la casa, ¿te molesta?, pregunté.

-       ¿Te parece?, no te veo bien, dijo.

-       Nos queda de paso y es un directivo, no puedo decirle que no, comente.

-       OK, voy a buscar los abrigos al guardarropas, ya vengo, dijo.

-       Yo le voy a avisar al viejo, dije.

Llegue a su mesa, el se dio vuelta para prestarme atención.

-       Ya nos vamos, ¿nos acompaña?, le pregunte nerviosamente.

-       Por supuesto, me contesto con una sonrisa.

-       Lo esperamos en la puerta, le dije y me retiré.

Nos ubicamos en mi auto, el viejo en la parte trasera y partimos.

-       Que rico perfume tiene, fue lo primero que comento mi mujer, mientras el aroma inundaba todo el habitáculo.

-       Gracias, respondió el.

-       Me alegro que le guste, continuó.

-       El suyo también es muy bonito y sugestivo, dijo.

-       Gracias, respondió ella con una sonrisa.

-       ¿Uds. viven lejos?

-       No, acá a unas 10 cuadras, conteste.

-       Lastima que se sienta mal, me hubiese gustado seguir charlando con una pareja tan cordial, dijo el viejo mientras me observaba a través del espejo retrovisor.

-       Otro día lo invitamos a cenar, dijo Marce.

-       No estoy tan mal, no es para tanto, ¿le agradaría pasar a tomar un café?, le pregunté.

-       Si a su esposa no le molesta me encantaría.

-       No, por favor como me va a molestar, dijo ella mientras me miraba desconcertada.

Apure el camino a casa mientras mis pensamientos me invadían. Estaba muy excitado y quería llegar lo antes posible.

Guarde el auto en la cochera y nos dirigimos los tres hacia el ascensor. Nuevamente el perfume del viejo llenó la pequeña cabina.

-       Tenés que comprarte un perfume como este, es muy estimulante, me sugirió Marce.

-       Es lindo dije.

-       ¿Le parece estimulante?, preguntó el.

-       Mucho, respondió ella.

-       ¿Y que le estimula?, continuó el, mirándola con deseo.

-       Uh tantas cosas, contesto ella riéndose.

El rió, yo era solo un observador de esa charla de seducción.

Lo invite a que tomara asiento en unos mullidos sillones que tenemos en el living, yo lo hice frente a el, mientras Marce fue hacia la cocina a preparar el café prometido.

-       ¿Su esposa ya sabe?, me preguntó.

-       ¿Que cosa?

-       Que me trajo para que ella me muestre el culo.

-       Para nada, respondí inquieto.

-       ¿Cree que va a ser posible, no se me va a arrepentir no?, preguntó con tono impaciente.

-       Ud. vino a verle la cola a mi esposa y ella se la va a mostrar, respondí desafiante.

-       Así me gusta, dijo mientras se acomodaba en el sillón.

Metió la mano en el bolsillo interior del saco y sacó una pastilla azul, la puso sobre la mesa frente a el.

-       Si Ud. me lo permite, voy a tomar esta pastilla, a mi edad uno necesita una ayudita y con una colita tan linda cerca uno nunca sabe, sonrió.

Entendí que hizo ese movimiento para ver como reaccionaba. Me estaba insinuando que no solo quería verla desnuda a Marce, sino que también pretendía algo mas. Acepte el desafío.

-       Amor, podes traer un vaso de agua que el Sr. Marcos tiene que tomar una pastilla, le grite a Marce para que me escuchara.

El sonrío, y aunque mantuvo la compostura, se le noto una expresión de deseo que no le había visto en toda la noche.

En ese momento regreso ella con el vaso en la mano.

-       Ya se esta calentando, en un momento estará listo, dijo mientras le entregaba el vaso al viejo.

-       ¿A que se refiere? preguntó el, mientras tragaba la pastilla.

-       Al café, que creía, dijo riendo.

-       Debe ser de bravo Ud. prosiguió ella, mientras se sentaba a mi lado.

-       ¿Lo dice por lo que conversé con su marido?, preguntó mirándome.

-       ¿Que converso con mi marido?, no se, no me dijo.

-       Ah perdón, pensé que le había contado lo que habíamos hablado en el salón.

-       ¿No le contó Prieto?, me preguntó haciéndose el distraído.

-       ¿Que hablaron?, quiso saber ella extrañada.

-       Solo me preguntó si tenías ropa interior y le respondí que no, conteste visiblemente acalorado.

Se noto en su rostro que eso la había conmovido, el brillo en sus ojos la delato, Marcos se dio cuenta por lo que aprovecho para continuar:

-       Le pido por favor que no se enoje, dijo.

-       Ud. es una mujer hermosa y es muy excitante para mí saber que solamente la fina tela de su vestido cubre su cuerpo, y especialmente esa cola tan bella, continuó.

Ella me miro y sonrió nerviosamente.

-       A su marido le pareció excitante que Ud. se sacara el vestido para mi, y realmente a mi me encantaría observar su cuerpo desnudo, ¿a Ud. le molestaría?, le preguntó.

El rostro de ella se ruborizo, creo que por una mezcla de excitación y vergüenza, no esperaba que el viejo fuera tan directo.

Por unos segundos todo quedo en silencio.

-       No se, me toma por sorpresa, dijo ella.

-       Mire señora Prieto, no se ponga mal, tómelo solo como un juego, su marido lo va a disfrutar, yo lo voy a disfrutar y seguramente Ud. también lo disfrutará.

Ella lo miro y tímidamente hizo un gesto de convencimiento y aprobación.

-       Prieto, me gustaría verlo a Ud. sacándole el vestido, ¿me haría el favor?, preguntó.

Me incorpore, la tome de la mano y nos separamos del sillón unos metros. Me puse de frente a ella y ella de espaldas al viejo. Lamente que Marcos no pudiera ver la cara de puta que tenia Marce en ese momento. El seguía atentamente la escena sin gesto alguno.

Lentamente le baje los breteles y los solté. No se si fue por el tipo de tela o por la suavidad de la piel de mi mujer, el vestido se deslizó completamente y quedo a sus pies.

-       ¿Que le parece Marcos?, me anime a preguntar.

-       Me parece que su esposa tiene una cola preciosa, respondió.

-       Gracias, dijo ella girando la cabeza y buscándolo con la mirada.

-       Retírele el vestido pero déjele los zapatos por favor, me ordenó.

Así lo hice. Ella temblaba de la excitación, yo a esa altura solo aguardaba nuevas órdenes. El viejo seguía con su traje y corbata prolijamente ubicada, me sorprendió que ni siquiera se tocara por encima del pantalón.

-       Sr. Prieto, me gustaría que me exhibiera esa cola como lo hizo mientras bailaba en la fiesta, dijo.

Marce se asombró, pero no dijo nada, su calentura ya no se le permitía. Empecé a bailar despacio, la tome por las caderas y ella comenzó a moverse sensualmente.

Muy lentamente la fui llevando hacia la posición del viejo hasta ponerle el culo a unos centímetros de su cara. Baje mis manos a sus glúteos y repetí la escena del salón dándole un largo beso.

-       Sr. Prieto ¿me permite acariciar la colita de su esposa?, preguntó.

Marce cerro los ojos, estaba que explotaba, yo no dije palabra, solo la acerque un poco más, hasta casi rozar su culo con la cara del viejo.

El comprendió que tenía permiso y manoseo suavemente sus glúteos, mientras Marce paraba más la cola. Le di otro beso y me aleje, no quería perderme nada de la escena.

-       Que hermosa piel tiene Sra. Pietro, dijo, mientra le acariciaba con delicadeza todo su cuerpo.

-       Gracias, apenas se la escucho a ella.

-       Realmente tiene una hermosa mujer, Sr. Prieto, continuó diciendo mientras, metía su mano entre las piernas de Marce.

-       Lo se, dije, mientras ella nos regalaba un placentero gemido.

-       Esta toda mojada Sra. Prieto, dijo mirándose la mano empapada por sus jugos.

-       Dese vuelta por favor, le pidió.

Ella obedeció. Primero acarició sus pechos que a esta altura tenían sus pezones muy erectos, luego bajo sus manos por su ombligo hasta llegar a su totalmente depilada vagina.

Marce estaba con sus ojos cerrados y con la respiración agitada. Yo me baje el cierre del pantalón para aliviar la presión.

-       Espero Sr. Prieto, tenga un poco de paciencia, ya va a tener tiempo de masturbarse, me sugirió.

Le hice caso, volví a cerrar el cierre. El continuó:

-       Su esposa tiene una hermosa conchita, dijo, mientras hurgaba delicadamente en ella.

-       Pero esta conchita tiene dueño y es Ud. y yo soy muy respetuoso de eso, me dijo mientras retiraba los dedos de ahí.

Con Marce nos miramos con asombro.

-       No se sorprendan, por respeto al marido nunca le pediría la vagina a una mujer casada, continuó.

-       Distinto es la cola, siempre creí que la colas bellas pertenecen a todos los hombres, dijo mientras hacia girar nuevamente a Marce.

Eso fue muy excitante para mi, que tuve que hacer un esfuerzo para no eyacular. También se noto que en mi mujer había hecho efecto, se mordió su labio inferior, y se ruborizo aún más.

El puso una mano en la espalda de ella y la empujo hacia delante. Quedo nuevamente con la cola muy parada a centímetros de su cara.

-       Y este colita se nota muy predispuesta, ¿no Sr. Prieto?, preguntó mirándome fijamente, mientras se ensalivaba dos dedos y los introducía hasta el fondo en su hoyito.

Marce pego un gritito de placer, el dejo un momento los dedos dentro de su cola y luego continuó con movimientos lentos, metiéndolos y sacándolos. Lo habrá hecho una diez veces, suficiente para mi esposa que entre gemidos le regalara el primer orgasmo.

Saco los dedos y le dio una palmadita.

-       Tranquila Sra. Pietro, todavía falta lo mejor, le dijo con una sonrisa.

Ella seguía en la misma posición y se la notaba muy agitada, un hilo de líquido transparente corría por sus piernas temblorosas.

-       Sr. Prieto por favor, vaya a buscar algo para que su esposa pueda limpiarse, dijo.

Deje el living y fui hacia el baño a buscar papel. Fue un alivio para mí, pude sacar el miembro y masturbarme un momento, me acomode la ropa y regrese, no quería perderme nada.

Volví con un rollo de papel en la mano, ahí estaban, Marcos parado frente a ella, con una mano entre sus glúteos y dándose un fogoso beso.

-       Perdón Sr. Prieto, pero su esposa quiso olerme el perfume de cerca.

-       ¿No Sra. Pietro?, preguntó.

-       Si, apenas pudo responder ella, inmediatamente tuvo la lengua del viejo nuevamente en su boca.

Nunca había visto a Marce besar tan apasionadamente a otro que no fuese yo. Se veían las lenguas que se trenzaban y se intercalaban en las bocas.

-       Muéstrele a su marido como le gusta mi perfume, decía el, y nuevamente  le metía la lengua en la boca.

-       Ud. es un hombre de suerte Prieto, su mujer tiene una boca deliciosa, y volvían a jugar con sus lenguas.

Estuvieron así unos minutos. La escena era súper erótica y yo ya necesitaba masturbarme y tener mi primer orgasmo.

Por suerte el se detuvo:

-       Sra. Prieto necesito hablar algo a solas con su marido, me puede disculpar un momento, dijo.

Ella asintió desconcertada y se metió en el baño.

-       Mire Sr. Prieto, quería agradecerle que me haya permitido admirar y tocar el hermoso cuerpo de su esposa.

-       Entenderá que esto no puede quedar acá, continuó.

Solo le asentí con la cabeza.

-       Me voy a coger a su mujer y me gustaría hacerlo en su lecho matrimonial, ¿Ud. tendría alguna objeción?, me preguntó.

-       No, respondí apenas audible.

-       Igual, puede confiar en mi, aunque esa conchita sea muy deseable, como le dije antes por respeto a Ud. solo la voy a penetrar por la cola.

-       Es toda suya, le dije.

-       Le agradezco mucho, contesto.

-       Otra cosa Pietro, me gustaría darle a ese culo toda la noche, ¿a Ud. le molestaría dormir acá en los sillones?, preguntó.

-       No, para nada, respondí con una sonrisa nerviosa.

-       Le agradezco nuevamente, dijo.

-       Me indica donde esta su dormitorio, pidió.

Lo acompañé a nuestro cuarto.

-       Vaya a buscar a su esposa y tráigamela que ya me esta haciendo efecto la pastilla.

Lo obedecí, fui hasta el baño. Ella se había puesto una bata y estaba tocándose frente al espejo. Se la notaba súper excitada.

-       Hola, me dijo

-       Hola, ¿esta bien?, le pregunte

-       Si, respondió

-       Marcos quiere que te lleve al dormitorio, me pidió permiso para cogerte la cola ahí toda lo noche.

-       ¿Y que le contestaste?, preguntó mientras se masturbaba más rápido.

-       Le dije que esta cola era toda suya, le respondí mientras metía un dedo en su agujerito.

-       ¿Hice mal?

Su piel se erizo y estaba seguro que no era de frío. Me dio un ardiente beso y me pidió que la llevara.

Al llegar al cuarto el viejo ya estaba a medio desvestir, se había desprendido del saco y de la camisa. Nuevamente su aroma había colmado el ambiente.

-       Lindo colchón, dijo mientras hacia presión en el con las dos manos.

-       Vamos a pasar una noche estupenda, ¿no Sra. Pietro?, preguntó.

Ella solo lo miro con deseo.

-       Quítese la bata y los zapatos y métase en la cama por favor, continuó.

Marce obedeció de inmediato y totalmente desnuda se acostó boca abajo.  Yo me ubique en una silla a un lateral de la cama. Marcos se saco los pantalones y el boxer, quedando completamente desnudo. Su físico en general coincidía con su edad, estaba totalmente depilado y su miembro de considerable tamaño ya mostraba una importante erección.

Se tendió mirando hacia ella y acaricio su espalda y su cola mientras besaba su cuello.

Ella le busco la boca y volvieron a entrelazar sus lenguas.

-       Vio Prieto, se nota que su esposa no mentía cuando dijo que le estimulaba mi perfume.

-       Venga Sra. Prieto huélalo por acá que suelo ponerme mas cantidad, continuó diciendo mientras guiaba su cabeza hacia su torso.

Marce comenzó a besarle las tetillas y bajando lentamente hasta llegar a su ombligo, donde metió su lengua dentro. El viejo gimió por primera vez. Yo que me masturbaba frenéticamente no aguante más y tuve mi primer orgasmo.

Me levante para ir a lavarme.

-       ¿Adonde va?, me preguntó Marcos.

-       A lavarme le dije, mientras ella seguía jugueteando con su ombligo

-       Espere que quiero que vea como su esposa me la chupa, dijo

Marce giro la cabeza, me miro y metió toda la verga del viejo dentro de su boca, Yo regrese a mi lugar.

-       Que bien la chupa Sra. Pietro, dijo mientras le tomaba la cabeza con las dos manos marcándole el ritmo.

Estuvo así unos minutos, su boca subía y bajaba por el miembro de Marcos mientras alternaba su mirada entre la de el y la mía. En un momento fue con su boca a sus huevos. Se noto que al viejo le encanto. Se tomo el miembro y empezó a masturbarse mientras Marce jugueteaba esa zona con la lengua.

-       Que dulce que es su esposa Sr. Pietro, dijo entre suspiros.

-       Fíjese que mas encuentra por ahí para lamer, Sra. Pietro, continuó mientras abría y levantaba las piernas.

Ella no lo dudo, bajo su lengua hasta encontrarse con el ano del viejo, el cual lamió con placer.

-       Eso es Sra. Pietro entreténgase con mi cola, que después me toca a mi hacerlo con la suya, dijo masturbándose violentamente.

Ver la cabeza de mi esposa enterrada en el culo de Marcos fue tan caliente que tuve mi segundo orgasmo.

-       Le dije que su marido lo iba a disfrutar, dijo mientas me señalaba.

Ella alzo la cabeza, me miro con esa cara de puta que solo ella puede poner y volvió a meter la lengua en el culo del viejo.

Se notaba que la pastilla a Marcos le había hecho efecto, su verga había aumentado considerablemente su tamaño y la tenía dura como un fierro. Yo estaba exhausto, necesitaba descansar un momento así que aproveche que los dos estaban muy entretenidos y me dirigí al baño para lavarme.

No habían pasado ni cinco minutos y comencé a oír a mi esposa jadeando con frenesí. Me apure a regresar al dormitorio. Ahí estaba mi mujer sentada sobre Marcos con su cola insertada hasta el fondo por su verga y cabalgando a un ritmo apasionado. La escena me produjo nuevamente una erección total, me retiré el pantalón, volví a mi asiento y comencé  a masturbarme enérgicamente.

-       Que culo abierto tiene su esposa, dijo el viejo casi inaudible por los gritos de Marce.

-       Y parece que le encantan las vergas duras no Sra. Pietro, continuó mientras manoseaba sus pechos.

Ella solo gemía, busco la boca de Marcos y le metió la lengua mientras seguía hamacándose.

-       Me estoy por venir, dijo el viejo con su respiración agitada.

-       ¿Me da permiso para hacerlo dentro de la cola de su mujer?, me pregunto mirándome.

-       Por supuesto, le conteste con voz entrecortada.

Nos miramos con Marce durante el tiempo que el viejo, entre jadeos, le llenaba el culo de semen. Fue demasiado para nosotros que acabamos juntos.

Ella quedo tendida sobre Marcos.

-       ¿Le gusto Sra. Pietro?, rompió el silencio Marcos.

-       Mucho, contesto ella, mientras lo besaba.

-       Tuvo buena vista de ahí, ¿no Sr. Pietro?, sonrió.

-       ¿Que le parece?, respondí mientras le mostraba mi semen en mi mano.

Los tres reímos. Marce se levanto, me beso y se dirigió al baño.

-       Por Dios como coge su esposa, Ud. es un afortunado Sr. Pietro.

-       Gracias Marcos, le dije.

-       ¿Ud. esta satisfecho ya?, me preguntó.

-       Bastante, le conteste con una sonrisa.

-       Váyase a descansar un rato mientras yo sigo dándole a esa cola, ¿no le molesta no?

-       Para nada, lo único que le pido es que no la haga gritar mucho así puedo dormir, le conteste con un sonrisa.

-       Eso no se lo puedo prometer, dijo también con una sonrisa.

En el baño se escucho el caer del agua de la ducha.

-       Escuche, esta dejando su colita limpita para que pueda seguir jugando con ella, dije para excitarlo.

Dio resultado, su miembro creció inmediatamente. Yo tome una colcha y una almohada y me retire hacia el living a armarme mi cama para esa noche. Fui al otro baño a lavarme, al salir me cruce en el pasillo con Marce que salía del suyo, envuelta en una toalla  y con su cabello mojado.

-       Anda que el viejo te esta esperando con la verga dura le dije.

-       Uf, dijo mordiéndose su labio inferior.

-       Me parece que tenés para rato, continúe.

-       ¿Vos no venís?, me preguntó.

-       No, estoy exhausto, me voy a dormir al living, disfrútalo, respondí.

-       Gracias, te quiero, me dijo.

Me beso y volvió casi corriendo al dormitorio. Me acosté y me dormí.

Ya estaba amaneciendo. No sabia cuanto tiempo había pasado, no tenía reloj a mano así que fui a ver el de la cocina. Me había dormido dos horas y me sorprendió que todo estuviese en silencio, estarán dormidos imagine.

Sin hacer ruido me encamine hacia el cuarto, la puerta estaba cerrada por lo que con mucho cuidado para no despertarlos la abrí.

El dormitorio estaba iluminado solo con la luz de la madrugada. Había imaginado mal, mi esposa estaba en cuatro con la cara apoyada en la almohada y tenía la cara del viejo enterrada en su cola. El espectáculo me produjo una erección de inmediato. Marcos me miro.

-       Hola Prieto, ¿lo despertamos?, pregunto, y volvió a lamer sin esperar mi respuesta.

-       No, respondí.

-       Hola amor, me saludo ella entre suspiros.

-       Hola, dije.

Me fui a sentar a mi silla, necesitaba volver a masturbarme.

-       ¿No durmieron?, pregunte inocentemente.

-       No me dejó, respondió ella con cara de satisfacción.

-       Ud. cree que es posible dormir al lado de este culo, dijo el sonriendo.

Increíblemente el estaba con una erección importante. A ella se le notaba cansada pero contenta.

-       Muéstrele a su marido como tiene la cola, prosiguió el viejo.

Ella se acerco y me mostró su hoyito totalmente dilatado. Nunca lo había visto tan abierto, sin exagerar le entrarían cuatro dedos sin esfuerzo.

-       Mira como me dejo la colita el Sr. Marcos, me dijo con cara de puta.

-       Agradécele que no me hizo doler nada, es muy atento, continuó sabiendo que sus palabras me excitarían.

-       Gracias Marcos por cuidar de a mi esposa, dije.

-       Por nada, respondió el enganchándose en esa charla caliente.

-       Porque no se queda un rato que ahora le toca a su mujer, me sugirió.

-       ¿Que cosa?, pregunte.

-       Venga Sra. Pietro, enséñele como jugamos, dijo el mientras se ponía en cuatro.

Ella me dio un beso y fue directo a poner la cara en el culo de Marcos. Lo lamía con ganas mientras se masturbaba con dos dedos en la conchita.

El gemía y también se masturbaba. A mi ya me dolía el pene y necesitaba acabar.

-       Venga que viene de nuevo la lechita, dijo el viejo.

Marce se puso nuevamente en cuatro con la cola bien parada, Marcos se ubicó detrás y le ensarto la verga hasta el fondo. Ella pego un grito de placer. El la sacaba y la volvía a entrar en su totalidad hasta que se noto por su exclamación que una vez más le había dejado toda la leche dentro.

Se dejaron caer totalmente extenuados y yo lograba mi cuarto orgasmo de la noche.

Regrese a mi cama completamente agotado y me dormí.

La luz que entraba por la ventana me despertó, por el sol imagine que seria mediodía. Se escuchaban ruidos en la cocina así que me incorporé y fui hasta allí.

-       Hola dormilón, dijo Marce mientras me daba un lindo beso.

Estaba sola, preparando café y unas tostadas. Vestía una remera blanca que le llegaba a mitad de la cola y una tanga negra apenas visible y estaba descalza. Mire el reloj y eran las 13.25.

-       Hola, todo bien, dije.

-       ¿Donde esta el viejo?, pregunté.

-       Esta duchándose, respondió.

-       Te ves cansada.

-       Como querés que me vea, no se como hace pero Marcos no paro en toda la noche.

-       Y a vos que no te gusta, dije sonriendo.

-       Me encanto, hace rato que no me cojen así, sonrió también.

-       Como les va a la hermosa pareja, se escucho detrás de nosotros.

El viejo estaba vestido con una bata mía y tenía su cabello mojado.

-       Espero no le moleste que haya tomado una bata, me dijo

-       Por favor, faltaba mas, respondí.

-       Buen día Sra. Pietro, ¿como esta?, pregunto, y beso delicadamente sus labios.

-       Bien, muy bien dijo ella riendo.

-       Siéntense que ya esta el desayuno listo, continuó.

Nos acomodamos en la mesa de la cocina y ella sirvió las tazas de café y las tostadas.

-       ¿Linda noche hemos pasado no Sr. Pietro?

-       Muy agradable, respondí.

-       Menos mal que nos retiramos de esa aburrida fiesta, continué.

-       Que vitalidad que tiene Marcos, dijo ella.

-       Estoy entrenado, río.

-       Con unos amigos de mi edad hacemos mucho deporte.

-       Además acostumbramos a entretenernos con colas hermosas y eso nos mantiene jóvenes, rió.

-       Ya me di cuenta, dije riendo.

-       ¿Ud. lo disfruto no Sra. Pietro?

-       Mucho, respondió mirándolo pícaramente.

-       Tendríamos que repetirlo, ¿no Prieto?

-       Cuando quiera, respondí

-       Me gustaría invitarlos a mi casa de campo a pasar el fin de semana entrante, ¿Les agrada la idea?

-       Claro dijo ella, nos encantaría.

-       Anote la dirección, le pidió.

Marce busco en los cajones de la cocina una agenda y un lápiz y se apoyo en la mesada para tomar nota. Por su posición su remera se alzó un poco dejando ver casi todo su hermoso culo cubierto apenas por la diminuta tanga.

-       Que vista maravillosa nos esta dando Sra. Pietro, dijo el clavándoles los ojos.

Ella lo miro y río, mientras paraba la cola un poco más.

-       Mire como me pone su esposa, me mostró abriéndose la bata.

Estaba casi con una erección completa.

-       Ya vuelvo Prieto, me dijo mientras se sacaba la bata.

La apoyo por detrás y comenzó a besarle el cuello, ella respondió refregándole el culo por su verga. Yo me masturbaba nuevamente.

-       ¿Le mostramos a su marido como le gusta mi lechita?, susurro a su oído.

Ella se dio vuelta, se puso de rodillas y metió todo el miembro del viejo en su boca. Se lo chupaba como solo ella sabe hacerlo. A Marcos se le notaba en la cara que no iba a aguantar mucho.

-       Ahí viene, dijo entre jadeos.

Marce no paro, solo siguió entrándola y sacándola a un ritmo frenético, hasta que le lleno la boca de semen. Vino hacia donde estaba yo, me miro con pasión y lo trago todo. Yo aproveché y le acabe en la cara.

Nos lavamos, nos cambiamos y nos fuimos a despedir de Marcos a la puerta de entrada del edificio.

-       Los espero el sábado, nos dijo.

La saludó con la mano a Marce y cuando estrechó la mía, se acerco y me dijo al oído:

-       Vengan de sport, pero eso si, traigala sin bombacha.

CONTINUARA...

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