A mi me gustan mucho los perros
Una ingenua niña descubre cuanto le gustan los perros.
A mi me gustan mucho los perros
Estaba en casa de mi tía jugando con su perro, un doberman grandote para mis tiernos años pero aún mucho menos que el de mi casa, un gran danés que me aplastaba, por lo que si quería jugar lo hacía cuando iba a casa de mi tía, vecina nuestra en el condominio.
Aquel día estaba bastante raro pues me olisqueaba todo el rato, me lamía a golpes mis manos y yo pensé sería por que, como a mi me gustan tanto los perros, estuve acariciando a uno el salir del cole que no tenía collar y parecía vagabundo y resultó ser una perra pues no tenía la fundita peluda en su vientre sino la rendijita al igual que nosotras las niñas. Al tocarla mi manita se me metió por entre aquella rajita húmeda y me quedó llena de un jugo pegajoso y turbio que al acercar mis deditos a mi nariz me olieron a algo fuerte que no había olido nunca por lo que después saqué mi lengua y lo probé y el gusto me confirmó que no lo conocía, pero no me desagradó.
Tork, el doberman, de mi tía se estaba hartando de lamer mis manos ya de
una forma descarada y a mi unas cosquillas me empezaron a llenar el cuerpo de sensaciones a la vez que Tork me estaba pasando su lengua, enorme, rasposa y llena de saliva, por toda mi barriga y pecho pues solo llevaba una tanguita de mi bikini muy mini.
Estirada como estaba en el fondo del inmenso jardín de mis tíos, nadie me veía ni me oía por lo que la vergüenza en ser lamida por un chucho no me importaba por que además, a mi los perros, me gustan mucho. Total que lo dejé seguir a su gusto y siguió lamiéndome de arriba abajo, sería aquel jugo de la perra? Al poco se movió hacia mi cara y sin darme cuenta me pasó su lengua por mis labios.
Como llevaba un buen rato con los ojos cerrados y aquellas cosquillas, no me disgustó y sin darme cuenta abrí mi boquita y Tork metió su lengua dentro, me encontró la mía y me la revolvió dentro de mi boca hasta sacármela con la suya y llevársela a su boca donde me la estuvo llenando de sus babas, que me caían a mi por la posición de el encima mío. Se movía sin parar alrededor de mi cuerpo estirado y variaba el sitio donde me prodigaba aquellas cosquillas tan intensas y en otro de los momentos me paso la lengua por mi chochito que estaba muy mojado por culpa de lo que sentía. Al fregar su lengua en la tela, aunque mínima, pensé en dejarle me lamiera por donde hago pipí que a veces también me pongo contenta tocándomelo yo misma y solté los lazos del bikini tanga que se resbaló hasta el suelo.
No me lo podía creer, Tork le encantó mi agujerito y me metió la lengua, -llevaba todo el tiempo metiendo su lengua por todos mis rincones- hasta bien adentro pues me tocaba el fondo de mi cuevita lo que hizo que yo diera un respingo y gritara por la sorpresa pero sobre todo, por el gusto que me daba. Al gritar abrí los ojos por primera vez desde hacía rato y lo primero que vi fue su porrita de hacer pipí muy grande y gorda, roja como si le doliera y me dio pena no sabiendo si podría mejorar su color tan rojo, de sufrimiento pensé, y se la cojí con suavidad con mi mano pero por la parte de la funda de donde había salido y la besé y lamí para calmar aquel dolor que le debía de hacer tenerla así de grande y gruesa con aquel color. Dejó de moverse y como si esperara algun beneficio de mi acción, cosa que a mi me agradó pues era que le mejoraba su dolor, yo insistí en besarla tanto que incluso me la metía en mi boca hasta la garganta para que mi calor y sus líquidos, que me tragaba como yougurth líquido de la merienda, con un gusto parecido al jugo de aquella perra del cole, menguaran el escozor.
Desnuda como estaba me conmovió que Tork se echara encima mío mientras el me lamía a mi como yo a el, por nuestros respectivos lugares por donde hacíamos el pipí hasta que, al rato, le empezó a salir por la punta un jugo blanco, espeso y muy caliente que pensé me lo daba de contento y yo me lo bebía a tragos largos ya que era mucha la cantidad que le salió a la vez que las cosquillas mías se transformaron en desmayos pequeñitos, de un gusto también en todo mi cuerpo, que me hacían sacudir y gemir alto, aunque no era bien bien gritar, para no asustar a Tork que tan feliz estaba.
Me revolqué por el césped del suelo, girando hasta que me quedé quieta con la sensación de gusto hasta las cejas y también por que parecía cansado aquello de sentir tan intensamente y yo no estaba acostumbrada. Boca abajo empecé a incorporarme despacio para pensar que hacer a partir de ahora: si repetir lo mismo o descansar, ambas cosas eran las únicas que me importaban, nada más, pero Tork parecía infatigable. Ya me estaba lamiendo el cuello desde encima mío y yo debajo de sus cuatro patas me creí su perrita de tantos halagos que me daba, subiendo poco a poco mi culito para ponerme con los codos y esperar que el acabase de lamerme toda la espalda para levantarme, pero no, el no acababa, su lengua fue bajando hasta mi trasero y me lamió: el agujero del culo!, será marrano y luego ponerme sus patas a mis costados y acercar su pipí a mi espalda lo que noté enseguida pues su puntita me estaba separando los dos labios de mi chochito y me lo estaba entrando.
Extrañada no sabía lo que quería pero el si y de un empujón de sus caderas me metió aquello que ahora era como un palo para mi, hasta lo más hondo de mi cueva, notándome desgarrada y llena. Rabiosa me moví para desembarazarme de aquel perro que me había metido su trasto pero lo que hice sin querer fue dejarlo colocarse mejor y empezar a bombear con sus caderas, su inmenso palo dentro de mi.
Pero ya pasado el susto y el primer escozor por lo grueso de su palo y lo pequeño de mi chochito, me empezó a gustar casi tanto como lo de antes al lamerme toda y yo beberme su lechita. Su incansable movimiento como de columpio, entrando y sacando aquel trasto duro y elástico de mis entrañas, me estaba produciendo un placer ya mucho mayor que el de antes pues además, me empezaba a considerar su perrita y eso era muy excitante.
Había visto, sin prestar atención, como un perro y una perra estaban acoplados haciendo aquello que hacíamos nosotros, me estaban volviendo los desmayos pero ahora mucho mas de dentro mío, como si aquel palo me los estuviera removiendo por dentro y de pronto noté como todavía mas me entraba aquello y se detuvo.
Me toqué como pude la cosita y comprobé que era como una montaña por una gran bola que tenía encajada dentro, entre mis labios. Yo ya no sabía qué hacer de tanto como estaba disfrutando para notar como se tensaba su aparato dentro mío y empezó a echarme el mismo líquido que me bebí antes, caliente, lo que me fue dilatando mi vientre de tanto como me echó.
Nos quedamos mas de un cuarto de hora el soltando sus chorros cada tanto y yo con los ojos en blanco de tanto tiempo con aquel gusto y tan feliz al ser, ya del todo, una perrita de verdad pues a mi me gustan mucho los perros y desde ahora mucho más!