A mi hermana le gustan los videojuegos - 4
A Vicen, nuestro adolescente protagonista , las mujeres de su familia cada vez lo vuelven más loco; ya ni tan siquiera lo dejan jugar con su Play...siempre lo tienen al límite de su calentura
A MI HERMANA LE GUSTAN LOS VIDEOJUEGOS-4
Faltó muy poco para que nos pillaran. Aún no sé muy bien por qué me despertó María. Tan solo diez minutos después de que me escabullese, furtivamente, con la ayuda de María, y me acostase a hacerme el dormido en el sofá, aparecieron mis padres, que se acababan de levantar, saliendo de la habitación de Mel. Yo me hice el dormido, tal y como se esperaría de mí a esas horas tempranas.
- Vamos campeón, despierta, que se van a levantar todos y te van a encontrar haciendo la marmotilla aquí, en medio del comedor; además, tenemos que desayunar ya, que nos queremos ir a la playa prontito para coger un buen sitio
Me hice el recién despertado
- Vooooy…pero si es muy pronto, acaba de salir el sol…
- Que no…venga
- Ya voooy papá
- Buen chico
Y me dio un besazo en la mejilla como tenía por costumbre en cuanto me veía, fuera por la mañana, tarde o noche. Mi padre era muy cariñoso, pero tenía la costumbre de darlo muy cerca del oído, y conseguía que siempre me resonara intensamente en la cabeza y me diera una especie de escalofrío. Eso sí, te despertabas en un momento.
Me senté en el borde del sofá, y mientras me estiraba y bostezaba, sonreí recordando lo sucedido hacía unas horas con Amaya en mi habitación. Un momento después miré hacia la terraza y vislumbré una mañana de verano espectacular que, seguro, iba a dar paso a un día cojonudo para disfrutar de la playa…y lo que surgiese. Al mirar hacia la terraza no pude evitar recordar la última visión que tuve de mi hermana Mel; fue algo celestial…la tenía grabada a fuego en mi retina y me golpeaba en el cerebro. Tanto fue así que el amigo que reside en las partes bajas dio un respingo recordándome su existencia. Justo en ese momento la voz de mi hermanastra me sacó de mi ensimismamiento
- Buenos días Vicen
- Buenos días Mel
Pasó por mi lado prácticamente sin mirarme, y no supe determinar si su tono de voz era ronco debido a las tempranas horas, a su estado de ánimo o a que estaba un tanto rebotada conmigo por la evidente pillada de la noche de anterior. De todas formas eso enseguida pasó a un segundo plano en mi cabeza en cuanto me fijé en su indumentaria. Estaba para comérsela, con un mini short tejano azul, muy ceñido, que mostraba sus muslos desde las ingles, y dejaba ver el principio de sus nalgas, a la vez que marcaba su espectacular culo. En la parte de arriba vestía una camiseta de algodón con unos finos tirantes, de cuello redondo y bastante ajustada, que a juzgar por el bamboleo hipnótico de sus pechos a cada paso que daba, debían ir libres de sujetador; la camiseta acababa justo un poquito antes de su cintura, por lo que dejaba ver tanto su vientre, como el inicio de la línea central de su perfecta espalda.
Saludó a mis padres. Enseguida salieron mis tíos de su habitación y nos dieron los buenos días a todos, y, al fondo del pasillo, escuché a mi hermana María y a mi prima Amaya que comentaban algo entre carcajadas, por lo que me apresuré a doblar las sábanas y devolver el sofá a su posición original. En poco tiempo estábamos todos con la cara lavada, y deambulando entre la cocina y la mesa de la terraza para preparar y servir el desayuno familiar. En ese rato no ocurrió nada digno de mención, salvo alguna risita entre María y Amaya, que se habían sentado juntas, y comentarios sobre la organización del día.
- ¡Vamos a ver familia!. Son casi las 8:30, nosotros nos vamos a la playa ya. A las 14 horas todo el mundo en el Chiringuito de Pepe, que tenemos mesa reservada para comernos una paella de marisco, ¿está claro?. Mel nos va a hacer el favor de abrir la tienda hoy de 10 a 13h, y se reúne luego con nosotros.
- ¡muchas gracias Melinda!
- No me cuesta nada, tío, para una vez que venís…
En ese chiringuito playero se comía de vicio
- chicas, ¿qué vais a hacer vosotras?
- Amaya y yo hemos quedado ahora en casa de mi amiga Luisa y luego nos vamos a la playa; ya nos encontraremos para comer
- ¿y tú Vicen?
- Mis colegas no irán hasta más tarde, yo me quedo un rato más…
María puso cara de bicho malo y metió la correspondiente puya en tono burlón
- claro, con tu querida Play, ¿noooo?
- Pero que pesada estás conmigo y con la Play
- Ya será para menos hermanito…anda y que no te gusta cuando nos echamos nuestras partiditas…
Mejor que me callase. Recogimos la mesa y en pocos minutos todos se habían marchado, menos Mel y yo.
Me fui a mi habitación con la intención de darle un poco de caña a mi Play, que entre unas cosas y otras jugar, lo que se dice jugar, últimamente no había podido jugar mucho. Cuando entré en mi habitación todo estaba perfectamente colocado. Se notaba la mano femenina. Me acerqué a la cama y me incliné para intentar captar con mi nariz algún olor que me recordase lo ocurrido la noche anterior, pero mi prima había ventilado y hecho un buen trabajo de limpieza, porque únicamente se percibía su perfume, seguramente rociado recientemente. Bueno qué se le iba a hacer. Me senté, conecté la pantalla, cargué la última versión de Call of Duty, y ni me molesté en mirar si había alguno de mis amigos conectados, seguro que aún estában sobando, menos mi colega Carlos, que ya debía estar camino de la academia de recuperación para prepararse las tres asignaturas que había cateado.
Comencé misión nueva, empecé con los tiros y, me puse los auriculares para poder dar caña al volumen si molestar a nadie. En pocos minutos estaba totalmente concentrado y disfrutando de mis hazañas bélicas, ¡que gran soldado se perdía el ejército conmigo!, era un mago de las escaramuzas, el más letal de los comandos, -vamos que me estaba viniendo muy arriba-, y en eso estaba cuando de pronto todo el sonido desapareció de mis oídos,
- pero que…
Era Melinda quien había llegado desde atrás y me había arrebatado los auriculares sin que me percatase de su incursión. -¿pero alguien va a respetar mi intimidad en esta casa?-. Me giré sobre mi mismo sin girar el asiento y ella se quedó detrás de mí, un poco escorada a la derecha, con el respaldo del asiento entre ella y yo. Tuve que forzar un poco la torsión de mi cuello para poderla ver. Sus dos globos celestiales quedaban a la altura de mi cara.
- con razón no me contestabas, si lo tienes a toda castaña…- me devolvió los auriculares y los deposité sobre el escritorio-
- perdona, me los he puesto para no molestar a nadie
- No te preocupes. De todas formas quería aprovechar que me queda un ratito antes de irme a la tienda, y que estamos solos, para poder hablar contigo
Al instante me puse rojo como un tomate, se me secó la boca y tragué saliva con dificultad, -ay,ay,ay…-. Solo me salió un monosílabo con un hilo de voz
- Dí…
- ¿Amaya y tú estáis saliendo?
- ¿cómo?
- Pues eso, que si estáis juntos
- ¿Por qué lo dices?
- Hombre Vicen, las miraditas que os pegáis, sobre todo ella…además ayer os vi cojiditos de la mano…
- Pero solo fue un gesto de cariño, Amaya es casi como una hermana para mí, nos hemos visto crecer y hay muy buen royo, solamente es eso
- Vale, lo que tú digas, a mí me da igual. Es normal si os atraéis, sois jóvenes, casi de la misma edad, y las hormonas no perdonan a vuestra edad, sobre todo en los chicos…
Como si ella fuera una señora experimentada…
- Ya…
- Por cierto, hablando de hormonas revolucionadas
Ahora si que me iba a caer la bronca, -prepárate Vicen-
- anoche en la terraza…¿tú me estabas espiando?
- ¿yooooooo?
- No me negarás que estabas, al lado de la puerta, bastante lejos del sofá y no parecías venir de ninguna parte, ¿no?
- Verás, yo solo…yo solo escuché una voz en la terraza y quería asegurarme…
Cada vez me costaba más que se escuchase mi voz, sencillamente no me salía, y tenía la boca tan seca que era imposible tragar saliva
- Ya, y te acercaste para asegurarte bien, claro…¿y conseguiste “asegurarte bien” de “todo”?
Me daba la impresión de que Mel estaba disfrutando con todo aquello, se le notaba
- Lo normal…, comprobar que todo estaba bien y no pasaba nada
- Ya…¿y tu erección a qué se debía?¿al resultado de la comprobación?
- ¡joder Melinda!
Tocado y hundido. Dicho esto último, se movió más hacia mi derecha, de manera que yo solamente tenía que girar mi cara hacia ese lado para verla. Se inclinó hacia adelante, acercándose hacia mí, a la vez que mantenía sus piernas rectas, lo que hizo que sus melones oscilaran hacia delante, dentro de la fina tela de su camiseta, presionando por salirse de ella. Cogió entre la yema de los dedos de su mano derecha mi barbilla, acercó sus labios a mi oreja izquierda, y casi en un susurro me dijo:
- La próxima vez que quieras hacer el voyeur en casa, asegúrate primero de que la otra persona está conforme con que la mires. Está muy feo espiar a las damas…
Dicho lo cual, me miró fijamente a los ojos, acercó sus labios a la punta de mi nariz y me dio un dulce beso. Separó su cara como un palmo, y me sonrió con picardía
- Hermanito, estás hecho un pervertidillo de cuidado
Se irguió y se dispuso a salir de mi habitación; mientras se alejaba lentamente yo seguí el cadencioso y expresamente exagerado contoneo de su culo y sus caderas, embutidos en aquel mini short. Sin girarse me dijo mientras avanzaba:
- Esos ojos Vicen…que se te van a salir de las órbitas. Me voy a la tienda, hasta luego.
Otra vez me puse colorado y, al cabo de un instante, cuando volví en mí, todo me pareció como una ensoñación. Noté que ya la tenía morcillona, otra vez. Me giré hacia la Play y no sabía si volver a jugar o pararla; Mel me había dejado totalmente desconcertado. ¿Me estaba invitando a espiarla?¿estaba jugando conmigo?. Mi hermanastra era, con mucho, la tía más buena que yo jamás había tenido la suerte de ver desnuda desde tan cerca, incluidas las del cole, las tías de la tele, o las cachondas de Internet…¡y la tenía en casa!. Desde luego hasta ahora había estado ciego. ¿o sería que me estaba volviendo un pervertido?...ella era de la familia…
En eso andaba yo, cuando me llegó un whatsapp a mi móvil; era de María y me adjuntaba una foto con un comentario:
“Después de esta foto haber k prefieres tener en la mano, el mando de la Play o tu joystick”.
Casi se me cae el móvil al leer el mensaje. Abrí la foto, giré el móvil para ampliar pantalla, y después utilicé mis dedos para moverme por la foto y apreciar los detalles. Me quedé de piedra. Mi hermana se había hecho un selfie en la playa, en el que se la veía a ella en un primer plano picado, desde arriba, sin la parte de arriba del bikini, se veía su cara y también mostraba buena parte de sus generosos pechos, concretamente lo que sobresalía de su mano y su antebrazo izquierdo, por lo que no pude apreciar, ni tan siquiera, las aureolas de sus pezones, y eso que amplié al máximo la imagen. Tras ella, tumbadas en sus respectivas toallas, y en posición perpendicular respecto a mi hermana, se veía, primero a mi prima Amaya, tumbada boca arriba, apoyada sobre sus codos, con la pierna derecha ligeramente recogida, y llevando tan solo la parte de abajo de su bikini de color azul oscuro; estaba anudado por sendos lacitos en cada una de sus caderas. Sus preciosos pechos apuntaban al cielo, y miraba a cámara con una amplia sonrisa, sabedora, seguramente, de que el destinatario de la instantánea era yo. A continuación de mi prima estaban las dos amigas de María tumbadas boca abajo, portando únicamente dos minúsculos tangas. La primera debía ser Luisa a juzgar por su portentoso culo y por el tamaño de su pecho que, presionado por la posición de su dueña, se desbordaba por el lateral. La última integrante del cuarteto no me sonaba de nada, pero parecía estar también de muy buen ver. Esto ya era excesivo. Dejé el móvil en el escritorio, me levanté del asiento, me bajé los pantalones cortos hasta medio muslo porque mi amigo se había puesto como una piedra y pedía libertad, me volví a sentar, cogí el móvil, y le dí a compartir para reenviarme la foto a mi correo electrónico. Levanté la tapa de mi ordenador portátil para que se activara, abrí el correo y allí estaba el correo con la foto. La descargué y la puse a pantalla completa. Eso si que era una buena panorámica.
- Joder, ¡qué buenas están!
Me comencé a acariciar el rabo sin prisa, en parte porque tenía tiempo y estaba solo en casa, (cosa rara), y por otro lado porque estaba seguro que con los calentones mañaneros que llevaba, si me tocaba a un ritmo normal me correría muy, muy rápido. Iba disfrutando de cada imagen que veía en la pantalla, de cada detalle, y esto se me mezclaba en mi mente junto con los recientes y tórridos recuerdos de estos últimos días, los juegos con María, las escaramuzas con Amaya, el cuerpazo de Mel. Aceleré el ritmo de mi sube y baja y noté que se acercaba el momento
- Venga chaval, ¡a la salud de todas las mujeres de esta casa!
- ¿de todas?
Justo cuando ya no había posibilidad de parar mi corrida escuché la voz de mi madrastra, Carmen, justo tras de mí.
- ¡mierda!...¡mierda!...yo…
Intenté, a la vez, subir mi pantalón sin levantar el culo de la silla, tirando de la prenda hacia arriba con mi mano izquierda, mientras con la derecha, simultáneamente, probaba a tapar mi rabo y detener la corrida; el resultado fue realmente desastroso. Ni se me ocurrió que tal vez lo peor fuese lo que se veía en la pantalla. Carmen, mi madrastra, se acercó hacia mí mientras yo me quedaba inmóvil, mirando hacia delante, y mas colorado que un butanero que sube a un décimo sin ascensor. Miró con atención la imagen de la pantalla de mi portátil, luego me miró a mí a la cara y después al desastre de mi entrepierna.
- ¿así que estás son las musas de tus pajas?
- No…yo, no…es que
- Hay que reconocer que las chicas están buenas
- Si…digo, bueno ¡no!
- Lo que está claro es que si tienes esta foto es que te la han enviado, y supongo que no habrá sido ni para que veas el día que hace en la playa, ni la pongas en un marco…
- …
- Bueno muchacho, ¿te vas a quedar así o te vas a subir los pantalones y adecentarte un poco?
- ¡Uy!, perdona.
Pero mi madrastra no se movía ni un centímetro de su posición y me seguía mirando con una expresión que no llegaba a descifrar. Hice además de girarme hacia el lado contrario, pero el reposabrazos de mi sillón hacía tope con la cajonera de mi escritorio y no me permitía girar. Solo tenía la opción de intentar empujar hacia atrás para ver si conseguía mover las ruedas, (cosa poco probable en mi posición y con los pantalones bajados), o girarme hacia mi derecha donde estaba Carmen. En esa momento de indecisión estaba cuando ella alargó su mano, tiró del reposabrazos derecho y me giró hacia ella.
- ¡anda ponte de pie!, ¡alma de cántaro!
Cabizbajo, le obedecí mientras tapaba mis vergüenzas con mis manos, a duras penas, ahora pringadas, ambas, con mi semen. Para mi sorpresa se agachó frente a mí, haciendo gala de una agilidad y flexibilidad que no imaginaba en ella, y como si fuera la cosa más normal del mundo, me retiró con su mano izquierda las mías, de mi paquete, mientras con la derecha cogía mi royo de papel higiénico, siempre presente, de encima del escritorio
- ¡mira la que has liado Vicen!
Yo no daba crédito. Cogió una generosa cantidad de papel higiénico, se apoyó con su mano izquierda en mi muslo derecho, y comenzó a limpiar la copiosa corrida de mi polla, de mi vientre y de mis huevos, mientras hacía equilibrios sobre los tacones de las zapatillas que llevaba para la playa. Una vez superada la sorpresa inicial, tener así a Carmen, con su cara a tan solo unos centímetros de mi rabo, y limpiándome con diligencia mis partes, me estaba calentando de nuevo.
Debo decir que mi madrastra no está nada mal, es la digna madre de Mel, o como se suele decir de tal palo tal astilla. Es más bien alta, como 1,70, morena, aunque va ligeramente teñida con un color caoba, lleva el pelo corto y liso, sin llegar a media melena, con la raya a un lado y flequillo, y tiene unas formas más que generosas. Para sus 45 años se conserva estupendamente bien. En ese instante yo tenía una panorámica excelente de su escote, lo que me permitía ver buena parte de sus pechos dentro del sujetador de su biquini de color negro. A pesar de todo yo seguía inmóvil, callado y mirando lo más discretamente posible.
- oye Vicen, cuando estabas dedicando la paja a las mujeres de la casa, ¿me incluías a mí?...porque estoy seguro que a Mel si, ya me ha ido contado ella…
- ¿Cómo?
- Me has oído perfectamente
Mientras me preguntaba esto, me había cogido la polla delicadamente haciendo pinza con dos dedos de su mano izquierda, mientras remataba la limpieza con otra porción del papel higiénico. Lo único que se me ocurrió decir fue:
- ¿se lo vas a decir a mi padre?
- ¿qué?, ¿Qué te pajeas pensando en las mujeres de la familia o si también me incluyes a mí?
- Aún no te he respondido…
- ¿y entonces…?
- Bueno, tú no estabas en la foto
No sabía que otra cosa decir; cualquier respuesta me sonaba a barbaridad
- Ya. ¿es ese el motivo o porque estoy muy vieja y fea?
- No, es que para mí eres como mi madre…el respeto y eso…pero tú no estás nada mal
-Pero que boca rape eres, chaval. Cuando aprenderé a estarme callado-. Se incorporó, dando el trabajo por finalizado y mirando hacia abajo, hacia mi polla, comentó
- Ha sido una buena respuesta. No te preocupes, que soy consciente de que eres un adolescente y estas cosas son normales y no le voy a decir nada a tu padre, pero modérate, que me respetarás mucho, pero ya tienes otra vez la pistola cargada. No, si al final voy a tener que sentirme halagada y todo…
Salió de mi habitación y fue Hacia la de Mel, que mis padres ocupaban temporalmente. Al momento salió de nuevo y pasó frente a mi habitación
- Bueno me voy que ya tengo el monedero y dirán que tardo mucho. Venga vete un rato a tomar el sol y airéate muchacho, que te vendrá bien…¡y no olvides poner ese pantalón a lavar!
Y se fue. Me costó un minuto largo reaccionar. Me acabé de quitar el pantalón de deporte manchado, lo dejé en el suelo, junto a la cama, y fui a buscar un bañador en el armario. Elegí uno cualquiera, junto a unas bermudas tipo pirata y un polo a conjunto, (luego había que ir a comer con la familia y no pasaría por casa), y me senté en la cama para ponérmelo con más facilidad. Con las bermudas a medio poner que quedé quieto pensando: ¿Realmente era normal que mi hermana María se pasase el tiempo poniéndome caliente?¿ y que mi prima esté pillada por mí?, y lo que es peor ¿Cómo se come que mi hermanastra me provoqué y su madre casi se me insinúe?¡si me acababa de pillar haciéndome una paja frente a una foto de parte de las mujeres de la familia y me había limpiado ella la corrida!. Yo no era más que un chaval joven, y todos estos teje manejes que se llevaban conmigo, escapaban a mi entendimiento. Pensé que lo mejor era que me fuese a la playa para ver si se me refrescaban las ideas y, de paso, el calentón continuo.
Pues nada, me fui a la playa, al lugar de costumbre, y llegué sobre las 11 de la mañana; tal y como me imaginaba, no había llegado aún ninguno de mis colegas. Hablarles de madrugar en vacaciones era como mencionar la peor de las torturas. A pesar de todo, a esas horas ya había un montón de gente, algunos solos, parejas, familias y sombrillas y toallas por doquier. Extendí la toalla, me quité la camiseta, conecté el Spotify. Me puse un poco de protección solar, me coloqué bien mis gafas de sol, recién estrenadas, y me dispuse a disfrutar un rato del solecito y del paisaje, tanto del natural, como del femenino. En eso llevaba dedicado un rato, ahora en posición boca abajo, cuando noté que alguien me salpicaba con arena en el brazo y el costado y se paraba haciéndome sombra. Levanté un poco la cabeza y me encontré con mi amigo Juan, que acababa de llegar
- ¡Qué tempranero eres hoy chaval!
- ¿Cómo va tío cansino?
Nosotros nos saludábamos así, qué le vamos a hacer…
- Pues ya ves, que me ha despertado mi hermano pequeño dando por culo y me he venido ya, para no tener que aguantarlo
- Ya…
- Y hablando de hermanos, acabo de pasar por la frutería de tu familia
Juan estaba totalmente pillado por Mel. Ya me imaginaba lo que venía a continuación
- ¿Y…?
- ¡Pues que no veas como está tu hermana, tío!
- Hermanastra…
- ¡Mejor aún!, más morbo Vicen, está tremenda. No sé cómo puedes vivir en la misma casa que ella y no matarte a pajas
- ¡que es de la familia, joder!
- Bueno, pero eso no quita que esté así de buena
Ya estábamos otra vez. El cabronazo de Juan estaba obsesionado con Melinda desde la primera vez que la vio en mi casa. Siempre que podía se pasaba por la tienda con cualquier excusa. Seguro que hoy había entrado a comprar algo.
- ¿Y que has comprado esta vez?
- Solamente unos plátanos. Como siga así me voy a dejar la paga en fruta…
- Pero estarás muy sano, ¿no?
Los dos nos reímos con la ocurrencia. Después Juan se puso muy serio y me dijo
- Te tengo que enseñar algo, pero no te enfades
- Depende…
Sacó su móvil y me comenzó a enseñar unas fotos. Eran todas de mi hermana Mel y pertenecían a diferentes días; todo un reportaje.
- Pero tío….
- Espera chaval, que vas a flipar
Las tenía de diferentes ángulos y distancias, y, por lo visto, se había convertido en un experto paparazzi. Había fotos de diferentes capturas del culo de Mel, de cerca de lejos, ella de cuerpo entero, fotos de sus pechos, de sus escotes. Debería haberme cabreado por lo que me estaba enseñando, pero yo no era capaz de reaccionar. Algunas de esas imágenes eran realmente buenas, y mostraban muy convincentemente la magnífica anatomía de mi hermana.
- Espera, espera que ahora viene lo mejor
Trasteó en su móvil y me enseñó una foto, casi en primer plano de mi hermana inclinada hacia adelante, y del vertiginoso escote de Melinda, donde se apreciaban, perfectamente, los dos magníficos pechos de mi hermana, tapados a duras penas por un sujetador de fino encaje verde, transparente en su parte superior, por lo que se apreciaba buena parte de sus pezones y sus aureolas.
- Aquí la pillé agachándose para mover unas cajas. Estaba tan cerca que no entiendo como no se dio cuenta…¡me he cascado un montón de pajotes a su salud.
- Pero tío, ¡que guarro eres!
- Claro, habla el que va más salido que el pico de una esquina. Ahora me vas a decir que no te has fijado nunca en las tetas que se gasta la nena, venga ya…¡si hasta estás medio empalmado!
- Pero qué…
Caí como un tonto y me miré el paquete. Era una broma y yo piqué, con lo que me puse en evidencia delante de mi amigo. Juan me miraba con mirada interrogativa, cuando en es momento llegaron nuestros otros dos colegas, Nacho y Manu
- ¡Qué pasa peña!
- ¡hey!
Salvado por la campana. Ya empezamos con los cachondeos de siempre y comentando mil tonterías, lo que me permitió eludir el momento complicado y que el tema quedara aparcado, de momento. A pesar de todo, el que no se podía quitar las imágenes de la cabeza era yo; Mel me tenía muy caliente últimamente, sobre todo tras sus comentarios de hacía un rato…
Entre risas y cachondeo pasamos lo que restaba de la mañana. Cuando se aproximaron las dos de la tarde, fui el primero en decir que me marchaba
- Tíos, que me largo, que me esperan en el Chiringuito de Pepe para comer con la familia
- ¡que suerte tienes cabrón vas a comer de vicio y encima tan bien acompañado!, ¡con lo buenas que están las mujeres de tu familia!. Si yo fuera a la comida me atragantaría seguro…
- Vale ya Juan…
- Otra cosa comía yo…
- ¡Qué te calles, joder!
- ¿y a este qué le pasa?
- Que le he enseñado unas fotos de su hermana Melinda y se ha puesto celoso…ahora cuando se vaya este os la enseño que vais a flipar
- ¡vete a tomar por culo Juan!...me piro…
- ¡Adiós!, tío afortunado…
Subí desde la arena al Paseo Marítimo, y emprendí el camino que me separaba del restaurante donde habíamos quedado. Por el camino no dejaba de darle vueltas a lo que me había dicho mi amigo Juan; ¿cómo es posible que todo el mundo se hubiera fijado en lo buenas que estaban las hembras de mi familia menos yo?¿tan pardillo era?¿estaría desarrollándome más despacio que el resto de mis amigos?. ¿Cómo podía ser que entre una mujer y otra de mi familia me estuvieran volviendo tan loco?. En fin bastante tenía con la que tenía liada en casa, como para preocuparme ahora de todas esas reflexiones filosóficas. Ahora me iba a encontrar con todas de golpe, y eso me preocupaba más; menos mal que era en un sitio público…
Contrariamente a lo que yo pensaba, la comida transcurrió con total normalidad; todo estaba riquísimo, hubo muy buen ambiente todo el tiempo, (y eso que se alargó bastante entre bromas, comentarios y las anécdotas familiares de costumbre), y no se produjo ningún incidente digno de mención, salvo una palmada en el culo que recibí por sorpresa mientras esperábamos para sentarnos y que, contrariamente a lo que hubiera podido imaginar, no vino ni por parte de María, ni de Amaya, sino de Carmen, mi madrastra. Por lo demás, alguna miradita cargada de cariño por parte de mi prima, y nada más digno de reseñar. Una vez llegaron los cafés, comenzó la desbandada. La primera fue Mel
- Bueno familia, me vais a disculpar, pero yo os dejo. Me voy para casa que necesito echarme una siestecita, que estoy cansada, y esta noche quiero salir a tomar una copa después de la cena. Como no duerma no soy persona
Todos nos despedimos de ella. Dejé pasar un tiempo prudencial y entonces fui yo el que decidió marcharse.
- Yo también me voy para casa
- ¿No quieres venirte con nosotros de compras y a tomar un helado?
- No, prefiero ir a casa…
- Para una vez que vienen tus tíos…
-
No me dio tiempo a responder; se me adelantó María
- Yo ya sé porque este tiene tanta prisa por irse a casa
Me quedé helado; por suerte continuó hablando
- Echa de menos a su querida Play
- Hombre una partidita ahora
No sé muy bien porqué, pero todas las mujeres de la mesa, a excepción de mi tía me miraron con una expresión extraña. Tanto fue así que mi padre preguntó
- ¿me he perdido algo?
No di tiempo a que la situación se complicara más y me escabullí, despidiéndome y echando a andar a la vez, para abandonar la comodidad que proporcionaba la fantástica sombra de la terraza del Chiringuito. En cuanto salí del ángulo de visión de mi familia aceleré el ritmo. En mi mente se estaba formando una idea que se abría paso a empujones: tenía que intentar espiar a Mel de nuevo. Lo necesitaba. Por el camino me martilleaban en el cerebro las imágenes de su cuerpo, tanto las de los últimos días, como las de las fotos que me había mostrado mi amigo Juan. Llegué a casa lo antes que pude e intenté abrir la puerta sin hacer ruido. Cuando llegué al salón no había rastro de ella, ni tampoco en la terraza, ni en la cocina, por lo tanto debía estar en el baño o en su habitación…o en la de María, claro. Me acerqué lo más sigilosamente que pude a la puerta del baño y escuché el sonido del agua caer en la ducha. Descarté la idea de abrir la puerta, me parecía demasiado atrevido, por lo que opté por entrar mi habitación, sin hacer ruido, y cerrar la puerta, a la espera de que ella no se percatara de mi presencia y encontrar alguna oportunidad de ver sin ser visto. Esperé ansiosamente a escuchar la puerta del baño, y con la luz de mi habitación apagada, abrí unos centímetros mi puerta para verla salir. Lo hizo envuelta en una toalla y con otra enrollada en la cabeza para el cabello; no había tenido suerte. Decidí esperar para ver que hacía. Fue a su habitación y no estuvo más de cinco minutos, cuando salió en dirección a la de María. Claro, si quería dormir no podía hacerlo en su habitación porque esta la ocupan mis padres este fin de semana, –pensé-. Ahora vestía con unas diminutas braguitas de color blanco, tipo culotte, y una camiseta tipo top, tan cortita, que dejaba ver toda la redondez de la parte inferior de sus pechos, casi hasta llegar a la aureola. Sus perfecciones se movían libres sin la prisión de sujetador alguno. Esa sola visión, y el saber que veía sin ser visto, me estaba poniendo a mil y ya empezaba a frotarme la polla por encima de mis bermudas. Decidí que lo mejor era esperar un poco más para ver si ella hacía otro movimiento o volvía a pasar. Pensando un poco me di cuenta de que no conocía casi nada de la rutina y costumbres de mi hermana: eso tenía que cambiar si quería obtener algún resultado en mi nueva faceta de mirón.
Estaba aguardando pacientemente sin hacer ningún ruido y Melinda tampoco parecía que fuese a hacer ningún otro movimiento. Entonces un ruido familiar llamó mi atención. Era el sonido de las llaves en la puerta de casa, -¡mierda!, ¿quién sería ahora?-
Enseguida reconocí las voces de María y Amaya. Ya no tenía opción, por lo que decidí cerrar la puerta y encender la luz de mi habitación. Rápidamente me senté frente al escritorio y me dispuse a conectar la Play. Unos segundos después irrumpían María y mi prima en mi habitación.
- ¿Qué haces pajillero?
- ¡hey deja a mi chico!
Y Amaya se acercó a mí y me dio un pico cariñoso en los labios, mientras pasaba su brazo izquierdo por encima de mis hombros
- ¡Uuuy!, la parejita
- ¡shhhhhh!, María tía, baja la voz que está Mel durmiendo aquí al lado y nos va a oir
- Si, en estas habitaciones se oye todo, sobre todo por las noches…¡eh parejita!
- María…
- Que sí Amaya, no te pongas roja que no pasa nada…por cierto ¿entras tú primero a la ducha Amaya?
- Vale, María
- Tías, si queréis me salgo…
- Que no guapo, si ya me has visto desnuda
Y dijo esto dándome un sonoro beso en la mejilla. Mientras pululaba por la habitación, medio desnuda, cogiendo lo necesario para ir a la ducha, yo la observaba, discretamente, y mi hermana me miraba sin decir palabra. Decidí concentrarme en la Play.
En cuanto Amaya salió de la habitación María se acercó a mí. Intenté sacar información de mi hermana María. Quería saber lo que le había podido contar a mi prima.
- Amaya…¿sabe que tú y yo…?
- ¿Qué tú y yo qué?
- Nada…
- Pues eso…nada
Decidí cambiar de tema
- ¿quieres echar una partida?
- Yo no soy el segundo plato de nadie
- ¿cómo?
- ¿Crees que no me he dado cuenta de que te has venido en cuanto lo ha hecho Mel?¿Piensas que ahora no he visto el bulto de tu pantalón?. Seguro que la estabas espiando, so cerdo. ¿Qué pasa?¿ella es la que te calienta y yo tengo que aliviarte?
María no dejaba de sorprenderme, pero ahora, además, empezaba a darme un poquito de miedo. ¿Eran celos eso?
- Pero…
- No digas nada, ¡atontado!
Y salió de mi habitación. No tardó ni 30 segundos en regresar.
- Menos mal que tu hermanita está aquí para cuidar de ti. Ven conmigo y no hagas ruido
Me cogió de la mano y me levanté tras ella, dejándome llevar. Se paró frente a la puerta de su habitación, se giró hacia mí y me hizo señales de que me callase, con el dedo índice sobre sus labios. Abrió la puerta, muy despacio, como unos veinte centímetros y después se apartó para dejarme sitio a mí. Asomé mi cabeza, lentamente y, en cuanto mis ojos se acostumbraron a la escasa luz que dejaba pasar la persiana, casi bajada, vi lo que mi hermana me quería enseñar. Melinda estaba tumbada sobre una de las dos camas que había en la habitación de mi hermana María, concretamente en la más cercana a la puerta, de tal manera que sus pies quedaban a unos escasos cincuenta centímetros de donde yo me encontraba. Estaba girada hacia la puerta, sobre su costado izquierdo, con las dos piernas ligeramente flexionadas, su brazo derecho sobre la cadera y el izquierdo hacia arriba, agarrando la almohada. Estaba imponente, con sus espectaculares piernas tan cerca de mí. Llevaba la braguita blanca. En la parte superior, su camiseta se había arremangado ligeramente, de manera que quedaba por encima de lo que debía cubrir, de manera que sus pezones quedaban al descubierto. Mi polla empezó a dar respingos en mi pantalón. Pero me quedé paralizado, porque María estaba allí. Mi hermana se pegó a mi, desde atrás, y me sacó de mi ensimismamiento susurrándome al oído
- Vamos Vicen que esperas, lo estás deseando…
- Pero María…
- Venga decídete, no tienes mucho tiempo, Amaya saldrá pronto de la ducha y Mel puede despertarse, espabila…
Mi hermana era una auténtica encantadora de serpientes y yo debía ser su víctima favorita. Otra vez obedecí, eso sí, sin quitar ojo a Melinda, por lo que bajé, con cuidado, la cremallera de mis bermudas, luego desabroché el botón y me encontré con el cordón que anudaba el bañador. Lo desaté, nervioso, y bajé con cuidado el bañador para que no se escuchase la tela al rozar con mi piel. Mi miembro saltó como un resorte. María que se había puesto un poco hacia mi derecha se pegó más a mí y sacó la cabeza por el lado de mi hombro.
- Vaya, vaya como se ha puesto mi hermanito…venga empieza
Me agarré el rabo y comencé un sube y baja metódico pero lento. Empecé a notar restos de arena de la playa en mi glande. Tendría que haberme duchado. Quería saborear cada segundo de aquella situación… Pero María tenía otros planes
- Así no acabaremos nunca, déjame a mí
Y para mi sorpresa, se inclinó hacia delante desde mi derecha, retiró mi mano con la suya y cogió mi polla, suavemente, por la parte inferior del tronco, casi a la altura de mis huevos, envolviéndola por completo con su mano. Fue tal la sensación que se me erizó el bello de todo el cuerpo y casi suelto un grito. Olvidé incluso mirar a Mel. Ni siquiera pude girar la cara para mirar a María, estaba tan pegada a mí que no tenía margen de movimiento, era imposible. Notaba sus duros pechos clavados en la mitad derecha de mi espalda y en mi brazo. Pegó su pelvis a mi, con fuerza, e inició una masturbación magistral mientras me susurraba al oído derecho sin parar y se refregaba contra mi sinuosamente. Eso me estaba matando. Ni en ese momento quería dejar de ser ella la protagonista; ni aunque estuviese usando la imagen de otra mujer para excitarme.
- Vamos hermanito, ¿no me dirás que esto no te gusta más?
- Si…
- Mírala, mírala bien…¿a que es preciosa?
- Si…
- Te gustaría follártela, ¿verdad?
- ¡oh si!
- Meter tu polla en ese coñito mientras te agarras de sus pechos perfectos
- Por favor María…
- ¿quieres que pare?
- No, pero me estás matando de gusto
Pasó la punta de su lengua por mi oreja derecha y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Su mano era suave como la seda, la subía y bajaba por toda mi extensión hábilmente y me estaba proporcionando un placer enorme. La retiró un momento, la escuché escupir en ella y volvió a coger mi rabo incrementando el ritmo de su castigo. Pasó sus dedos por mi glande y recogió, con la punta, el abundante líquido preseminal que manaba de él
- Y ahora, ¿te gusta más?
- Mucho, mucho, María no pares, no pares, pero si sigues me correré enseguida
- Eso es, mírala bien, no sabes cuando podrás volver a disfrutar de ese espectáculo…
- ¡Oh! María, falta muy poco, falta muy poco…me voy a correr…
Lo que hizo en ese momento no me lo esperaba para nada. Se arrodilló en el suelo, delante de mi, a mi derecha, fuera del ángulo de visión de la puerta entreabierta, y sin soltar mi polla, acercó su boca, escupió copiosamente en el glande y mientras tanto con su mano izquierda tiró hacia arriba de su camiseta, tiró también de la parte de arriba de su bikini y dejó desnudos sus pechos redondos, duros, rotundos, con sus grandes aureolas contraídas por la excitación y sus magníficos pezones erectos. Sin dejar de mirarme a los ojos, aceleró el ritmo y, en pocos segundos, comencé a correrme sin remedio, y sin dejar de mirar aquellas dos maravillas y la cara de excitación de su dueña. El primer impacto fue a parar a su barbilla, los restantes los dirigió con maestría al principio de su canalillo. Fue una corrida brutal, como el placer que sentí. María dejó de mirarme para dedicar su atención a escurrir los últimos restos de mi orgasmo, y lo hizo acercando con su mano libre, la izquierda, su pecho del mismo lado a la cabeza de mi polla y limpiarla con su pezón. Luego presionó la parte superior de mi amigo para que abriera su boquita e introdujo su pezón para limpiar bien el interior. Luego me miró con ojos lascivos, acercó su pecho a su boca, sacó su lengua y lamió el fruto de mi rabo. Me temblaban las piernas.
Sin previo aviso se incorporó de nuevo y se bajó la camiseta.
- Bueno, creo que me conviene una ducha, y a ti también hermanito…y guárdate eso que se te va a resfriar
Reaccioné subiéndome rápidamente el bañador y, después, con mucho cuidado, cerré la puerta de la habitación. Mel seguía en la misma posición, ajena a todo. Recorrí la escasa distancia hasta mi habitación y entré. Me senté frente al escritorio y levanté la tapa de mi portátil que salió del modo suspensión. Al activarse la pantalla apareció el primer plano de la foto que me había enviado María por la mañana. Me paré a pensar un momento, mientras la miraba, y me di cuenta de que al final no había conseguido correrme con Mel, María había conseguido arrebatarle mi atención. Se había salido con la suya de nuevo.