A mi hermana (el autobús)

Historias que se inventaba mi hermana para que la masturbase.

A mi hermana (el autobús)

No recuerdo bien, bien cuando empezaron nuestras relaciones. Seguro que éramos muy jóvenes. Yo dos años menos que tu, pero no era tan inocente como te imaginabas y deje que hicieras conmigo lo que deseabas.

Siempre empezabas tú, la iniciativa era tuya, y yo era un sumiso a tus deseos sexuales, sumiso que a veces intentaba forzar la situación, consiguiéndolo en muchas ocasiones.

No empezaré por el principio, porque por mi mente saltan recuerdos de aquellos años y no soy capaz de ordenarlos. Pero una de las historias que recuerdo con mayor cariño y placer es la que inventabas del autobús.

Tu, me hacías sentar en una silla de las que habías colocado en el comedor de casa y tenía que esperarte unos 10 minutos. Cuándo aparecías llevabas una de las minifaldas más cortas que he podido ver en mi vida, que dejaban ver tus hermosas y delicadas piernas casi en su totalidad, así como un top tan ajustado que marcaban tus deliciosos pechos, cuyo volumen salían casi por encima del top. Que imagen, no me casaba nunca de ver esas curvas, y sentir ese olor

A partir de tu entrada, empezabas a explicarme la situación que íbamos a vivir:

Tu ibas a ser una estudiante que cogía un autobús repleto de gente, gente que no dejaba de mirarte por tu forma de vestir y contonearte, decías, e incluso intentaba propasarse. Tú inquieta por la situación y por no encontrar asiento te acercabas a mi, porque te inspiraba confianza, y me pedías si te podías sentar encima mío.

-   perdón señor, puedo sentarme encima suyo, es que no hay asientos y estoy agotada

-   por supuesto joven, no se preocupe, contestaba yo cada vez más excitado

Cuando te sentabas me daba cuenta que no llevabas bragas, y la presión de mi miembro en los pantalones aumentaba. Te sentabas de espaldas a mi y me decías mientras te restregabas

-   ¿puede cogerme de la cintura, señor, es que hay muchas curvas?

-   si se diera la vuelta estaría más segura señorita

-   ¿usted cree?,   mmm… que inocencia querías aparentar

-   por supuesto, yo la sujetaré de las caderas

Dicho y hecho, mi hermana se giraba y pasaba sus pechos pausadamente por mi cara, para sentarse y frotar su coñito repetidamente por mi paquete, fingiendo que había muchas curvas…, en nuestra silla del comedor.

-   señor, que le incomodo, preguntabas cándidamente. (Cómo se recreaba en la historia)

-   no señorita, (que me iba a incomodar si ya me había corrido encima una vez)

-   podría usted acompañarme a casa, es que me siento segura en sus brazos entre tanta gente, y debo bajar en la próxima parada

-   por supuesto, decía yo recuperando la erección de mi pene

A partir de ese momento entrábamos en tu habitación y me pedías que te ayudase a desvestirte, lo cual yo hacía lentamente pese a la poca ropa que llevabas, sobando todo lo que podía tu cuerpo y haciéndote estremecer. Tu, te tumbabas en la cama, desnuda, con las piernas abiertas y decías:

-Ven…, quítate la camiseta y frota tu pecho en mi coño

Yo sumiso como siempre lo hacía, y tu ibas retorciéndote de placer, para luego decir:

-   -cómete mis tetas

-   -muerdeme, mmm…, asss….

-   más fuerte…, aprieta

-   Lámeme chico, deja caer tu saliva y espárcela con la lengua por ellas….

-   Umm……, por las dos

-   Sigue…, sigue

Yo sudaba y seguía obedeciendo. Mi lengua no paraba en ningún momento

-   sigue comiendo, no pares, (decías con la voz entrecortada)

-   baja a mi coño, pero despacio…. Umm

-   con la punta de la lengua, sólo la punta

-   Ummm…..

-   aquí, aquí, mmm…, no pares…., sigue, sigue,

-   recorre toda la raja…, ahhh…., siii….

-   más fuerte ahora, aprieta, no te pares por favor, sigue… sigue…, chico

-   assss, …. , más, más, pon saliva y trágatela, ummm

-   más saliva, más…, no te pares ahora

Tu te estremecías y apretabas cada vez más fuerte mi cabeza con ambas manos

-   El culo, cómeme el culo…, méteme tu lengua por el agujero

-   Si, …, si…..

-   Más, …, no pares ahora que me corro

-   Ussss, ya casi estoy….., ummmm…., me corro, me corro….

-   Ummm, aaaaahhhh……., ya, ya, … ufff….

Una vez te corrías, ibas a ducharte y volvía la indiferencia hasta la próxima vez, que no tardaba en darse, ya que adorabas mi lengua, aunque no lo confesabas casi nunca.

Mientras tanto, yo iba a masturbarme de nuevo, ya que como casi siempre esta vez tampoco me lo hacías tu, pero yo era feliz comiéndome tus tetas y tu saboreando los jugos de tu dulce coñito.

Espero que os haya gustado. Me gustaría recibir algún comentario, y si queréis otra historia decírmelo. Tengo más.