A mí chantajearme, ni ahí

Un adolescente trata de chantajear a una chica con un video comprometedor y a ella no le importa nada y lo manda a los mil demonios.

A mi chantajearme, ni ahí.

Requerido diario hoy por la tardecita me paso algo que no esperaba. Mis padres y mi hermano menor se habían ido a la casa de mi abuela. Yo me había quedado para estudiar ya que tenía el examen final de aritmética en solo dos días y como no son muy buena con los cálculos me dejaron quedarme para estudiar lo más posible. Yo trataba de estudiar lo más posible pero de vez en cuando me levantaba de la cama, dejaba las prácticas y me ponía a boludear en internet. A esta fecha todavía no he podido dejar mi creciente pasión por el sexo aunque en algunos casos creo que es mejor que otros hagan algunas prácticas no tan habituales. Por suerte la red aparte de estar llena de fotos y videos de hombres y mujeres teniendo relación en todas sus formas también esta llena de información muy útil sobre educación sexual. Lo que si he logrado es superar mi pesadumbre por haberme desvirgado con una botellita de gaseosa, que aún sigo guardando a modo de recuerdo. Con mi novio seguimos asiendo el amor siempre que podemos aunque ya no nos llevamos como antes. No congeniamos como esperaba que sucedería.

Mientras leía una página sobre como practicar sexo anal llamaron a la puerta. Fui hasta el visor electrónico y era Emmanuel el mejor amigo de mi hermano Teodoro y que además vive al lado de mi casa. Como no quería ser descortés le abrí personalmente y le expliqué que mi hermano no estaba. Él me respondió que lo sabía y que estaba ahí porque quería hablar conmigo de alto importante. Eso me extraño mucho por lo que lo invite a pasar. Esperaba que a Teodoro no le pasara nada que ya no supiera. Cuando estábamos en el living principal puso la computadora portátil que traía sobre la mesa y vi que ya estaba encendida. Hizo unas cosas y empezó a aparecer un video en el que estaba sobre mi cama masturbándome. Me estaba metiendo la mano sobre las bragas y con otra me masajeaba uno de mis pechos.

Los diálogos más importantes los voy a transcribir como mejor me los recuerde. Creo que he encarado la situación de la mejor manera posible, al fin y al cabo no son una tontuela ni una chiquilla. Emmanuel se notaba algo nervioso ante la situación ya que de seguro no sabía bien como iría a terminar todo.

Emmanuel. – ¿Qué te parece Rosario? Rosario. – ¿Cómo conseguiste eso? Emmanuel. – Eso no te lo voy a decir. Rosario. – ¿Por qué me lo muestras? Emmanuel. – Mira Rosario, si no deseas que lo mande a todos tus conocidos vas a tener que…. Rosario. – Menudo pervertido que resultaste ser. Espero que mi hermano no este involucrado porque cuando lo agarre no le va a quedar un hueso sano. Emmanuel. – Si no arreglamos para que hagamos el amor se los voy a mandar a todos. No es el único video que tengo, hay mucho más filmando. Rosario. – Todos los traseros se parecen. Esa no soy yo. Emmanuel. – Claro que eres tú. Rosario. – No, no lo soy. Emmanuel. – No te hagas la desentendida. Rosario. – Me importa un carajo lo que hagas, no puedo creer que me vengas a molestar con esta pelutedes. Eres un pajero del orto. A nadie le va a importar que me vea masturbando o no cuando puede ver a los famosos haciéndolo a cada rato por la televisión. Emmanuel. – Entonces se los voy a mandar a todos. Rosario. – Mándaselos.

Emmanuel estaba visiblemente enfadado, su cara se había puesto como un tomate. Cerró su computadora de tal forma que pensé que iba a estallar la pantalla en mil pedazos. Se dio vuelta y se disponía a irse a toda velocidad de la casa cuando lo agarré entre mis brazos por detrás. Mientras hablamos algo había empezado a surgir de dentro de mí. Jamás lo había pensado pero Emmanuel no eran nada feo, pero por sobre todo ya estaba hecho todo un hombre en el sentido biológico por lo menos. Con mi abrazo comenzó a hacer fuerza para zafarse, incluso se le cayó la compu, que como venía ya solo le iría a servir como pisa papel. Por suerte hacer ejercicio e ir al gimnasio me ha brindado la misma fuerza que un hombre normal por lo que no lograba soltarse.

Rosario. – Ahora loquito no te vas hasta recibir tu merecido. Emmanuel. – Soltame puta, me quiero ir. Rosario. – No hasta que te chupe la verga putón.

Mis palabras fueron como la mirada de la gorgona medusa ya que Emmanuel se quedó paralizado como si se hubiera convertido en piedra.

Rosario. – Esta tontería del chantaje no era necesaria si hubieras venido de una con “tengamos sexo Rosario” te hubieras ahorrado todo el trabajo de conseguir el video. Bueno, tal vez te hubiera mandado a los mil demonios si no me agarrabas en un buen día. Emmanuel. – ¿Deberás me vas a chupar el pene? Rosario. – Claro.

Entonces lo solté y le indiqué que se sentara en uno de los sillones. Lo cual hizo algo nervioso.

Rosario. – ¿Trajiste preservativos? Emmanuel. – No. Rosario. – No pensaras que me voy a meter tu verga en mi boca sin protección. Emmanuel. – ¿Por qué no? Rosario. – Sueñas. Anda a comprar preservativos a la farmacia del Señor Saivag. Emmanuel. – ¿Ahora? Rosario. – Si. Te espero. Emmanuel. – ¿Me vas a abrir, no? Rosario. – Anda tonto, antes que se me vayan las ganas. Y que sean de los buenos.

Emmanuel salió disparado de casa. Pobre, yo tenía preservativos pero de todos modos lo mandé a comprar más. Cuando volvió al cabo de unos minutos tocó el timbre de la casa como mil veces ya que no le abría. Entonces me apiadé de él y lo dejé entrar. Se veía bastante desesperando por lo sucedido.

Emmanuel. – Compre un paquete. Rosario. – Muy bien chico listo pero ahora por la corrida que te mandaste estas todo sudoroso. Anda a bañarte. Emmanuel. – Que. Rosario. – Lo que oíste. Te voy a dejar usar el baño de mi casa. Usa el jabón neutro que no me gustan los hombres que huelen a flores silvestres. Emmanuel. – Pero me bañe hoy a la mañana. Rosario. – No me importa. Te voy a alcanzar una toalla y solo quiero que salgas con ella. No sea que te vuelvas a poner tu ropa mugrosa otra vez.

Emmanuel habrá tardado menos de diez minutos en bañarse pero ese tiempo fue suficiente para que me quitara la ropa y me quedara solo con mis bragas y mi sujetador. Además de ir a mi habitación un instante y me cambiara mis pantuflas por unos zapatos de tacón que tenía en el suelo. Cuando salió del baño llevaba la toalla envuelta en su cintura y apenas se había secado con ella por lo que en todo su cuerpo había gotas de agua escurriéndosele. Obviamente cuando me vio casi desnuda todo los malos pensamientos que se le habían ocurrido mientras se bañaba se disiparon rápidamente y dejaron lugar a una cara de embobado terrible que estaba a punto de empezar a babear.

Rosario. – Tu madre no te enseño como hay que secarse. Emmanuel. – ¿Por que no me enseñas tú a hacerlo? Rosario. – No te pases de listo. Vamos a mi habitación que no quiero que mojes los muebles del comedor.

Ya en mi habitación lo que había dicho me hizo pensar, por lo que con un rápido movimiento le quite la toalla. El muy tonto al verse desnudo se tapo el miembro con las manos. Para esos momentos no se como pudo haber ideado lo de venir a chantajearme. No estaba nada mal, su verga tenía casi el mismo tamaño de la de mi novio. Había que ver si se podía poner más grande cuando se excitara. Le dije que como me había dicho lo iba a secar y con la toalla empecé a refregarle el cuerpo de arriba a abajo. Primero los brazos, después el torso y por último las piernas. No quise perder más el tiempo por lo que lo empujé hacia la cama y quedo sentado sobre el borde de esta. Su verga había tomado un mayor tamaño gracias a mis últimas caricias. Me puse de rodillas enfrente de él, le agarré el pene con mi mano derecha y empecé a bajarle y subirle la pielcita mientras que con mi otra mano le jugueteaba los testículos.

Rosario. – Así te masturbas o tienes otro método. Emmanuel. – A veces solo me la aprieto por debajo de los calzones. Rosario. – ¿No usas el papel higiénico? Emmanuel. – ¿Para qué? Rosario. – Cuando se termina metes la verga dentro del tubo de cartón como si fuera una concha. Emmanuel. – Nunca se me había ocurrido.

Su verga ya casi estaba a su máximo tamaño por lo que tomé uno de los preservativos que había traído, lo abrí y le envolví el miembro con el. La verdad que mamar una verga bien no es tan simple porque cualquier mujer puede deslizar sus labios pero apretar sin morderse o morder ya es más complicado. Metí el pene dentro de mi boca y empecé a succionar con fuerza mientras trataba de metérmelo lo más posible sin atragantarme. Emmanuel tenía la respiración agitada y estaba gozando de lo lindo por desgracia no tuvo mucha consideración hacia mí y al poquito tiempo ya estaba diciendo que se corría. Al descargar su semen obviamente su miembro empezó a disminuir de tamaño.

Rosario. – Eres de los rapidito. Emmanuel. – No entiendo. Rosario. – Que mi motor tarda más en calentar. Apenas tengo mojada la concha. Chúpame las tetas ahora para variar.

Le agarre el preservativo de la verga con fuerza y se lo saqué para tirarlo en mi tachito de papeles de la prepa. Después lo levanté de un tirón y me puse en su lugar. Me bajé las copas del sujetador sin desabrochármelo y me crucé de piernas para apretarme los labios vaginales. Él extendió lentamente sus manos hacia mis pechos y entonces yo le tomé las muñecas para ponerlas sobre mis senos al instante.

Rosario. – Apreta, chupa y morde pero no te zarpes que te saco desnudo a la calle a patadas.

Emmanuel se arrodilló como lo había hecho anteriormente y mientras empezaba a frotar mis pechos con sus manos desde la base acercó su boca a mi pezón derecho y luego de introducírselo completamente empecé a sentir como le daba ligeros toques con sus dientes y caricias con su lengua. No tardó mucho en apretar con más fuerzas mis senos por lo que pude ver como sus dedos se plasmaban sobre ellos sin dificultad. En esos momentos ya estaba sintiendo un gran calor en mi rajita y empecé a flotar mis muslos para sentir un mayor placer. Emmanuel en medio de su excitación logró deducir que también tenía otro pezón y despegó su boca del que estaba mamando para pasarla al siguiente. Durante su breve cambio de posición logre ver que su pene estaba de nuevo listo para actuar.

Lo separé de mí y le dije que me penetrara; no sin antes volver a colocarse otro preservativo. Cuando me baje las bragas se quedó viendo con brillo en los ojos mi conchita, que apenas esta rasurada y tenía pequeños pelos por casi toda su extensión. En lugar de tratar de penetrarme se lanzó de lleno a chuparla. Yo ya me había apoyado contra la cama y tenía mis piernas abiertas por lo que Emmanuel me agarró los muslos mientras succionaba mi vagina. Lo hacía torpemente ya que era su primera vez y solo la presión de su rostro me calentaba. Le frote la cabeza con una de mis manos y le volví a replicar que me penetrara. Él se despegó y casi zigzagueando enfiló su verga a mi raja. Me abrí los labios y le mostré mi preciado agujero para que me la clavara sin dificultad.

Emmanuel no se esperó y empezó a penetrarme rápidamente. Me dolía un poco pero no le dije que parara ni que lo hiciera más despacio. Cuando ya no le entraba más empezó a bombear con rápidos y cortos movimientos dentro mí. En ese momento le dije que se detuviera, que así no me gustaba y que quería que me la sacara y me la metiera completa una y otra vez. Eso mejoró la situación y cerré los ojos para relajarme. Mi conducto se abría y cerraba con cada embestida. Pronto alcanzaría el orgasmo de seguir así.

Apenas habían pasado un par de minutos desde que Emmanuel me había empezado a meterme la verga por la vagina cuando se me ocurrió otra idea. Si no fuera porque las cosas con mi novio habían empezado a tomar otro color, uno gris y amargo, ya me hubiera hecho desvirgar el culo. Me erguí un poco y me dispuse a pedírselo sin mostrar algún tipo de preocupación.

Rosario. – Sácame la verga mientras todavía tienes fuerza. Emmanuel. – ¿Qué pasa? Rosario. – Quiero que me hagas la cola. Emmanuel. – Lo dices en serio. Rosario. – Claro que si tonto.

Entonces me sacó el miembro de la vagina y poniéndome en cuatro patas sobre la cama le ofrecí mi preciada entrada posterior. Tomé mi almohada y apoyé mis pechos sobre ella como había visto en varias películas eróticas. Después abrí las piernas y con mis manos me separé los cachetes de la cola. Estaba hecha toda una perra en celo. Como esperaba Emmanuel apoyó su capullo sobre mi esfínter sin siquiera dilatarlo con un dedo o escupir en el para facilitar la penetración. Simplemente me tomó de las caderas y empezó a empujar para meterme su verga en mis intestinos lo antes posible. A los pocos segundos estaba mordiendo mi almohada ante el dolor que me proporcionaba cada milímetro de su miembro al ser introducido en mi ano. Por supuesto que él estaba contentísimo con estar rompiéndome el culo y lo único que salía de su boca eran un montón de improperios y gemidos.

Ya, cuando sentí sus bolas sobre mis nalgas y había logrado meter toda su verga Emmanuel empezó con su mete saca de cortas idas y venidas. Me ardía bastante la cola, definitivamente era un lugar al que de ahora en más trataría con más cuidado y no se lo daría a cualquiera. Para colmo entre que me dolía, siguió mi anterior consejo y empezó a bombear con penetraciones largas y profundas por lo que mi intestino se contraía y expandía intermitentemente haciendo que las molestias se intensificaran. Estaba a punto que pedirle que parara cuando exhaló con fuerte y seguramente se vino con todo por que dejo de investirme.

Luego de sacarme la verga, Emmanuel me soltó y se desprendió del preservativo como lo había hecho yo con el primero que había usado. Entonces nos recostamos uno al lado del otro sobre mi cama para descansar de nuestra sesión de sexo. El agujero del culo me había quedado bastante dilatado y me dolía por dentro más de lo que hubiera previsto. En un corto pero concluyente análisis no me había corrido ni llegado al organismo por lo que estaba como esas putas sadomasoquistas que solo quieren latiguearse o ser latigueadas. Además no quería probar más sexo por el momento y recién mañana tendré ganas de masturbarme para llegar al éxtasis sexual. Ya era hora de deshacerme de mi puto chantajista.

Rosario. – ¿Cómo la pasaste? Emmanuel. – Fue genial. Rosario. – Solo falta algo. Emmanuel. – ¿Qué? Rosario. – Que te de un dulce beso en los labios.

Lo levanté de la cama, con nuestras manos tomadas me acerqué a él y cuando nuestros rostros casi se tocaban le di un rodillazo en medio de las bolas. Emmanuel entonces se contorsionó y se cayó al suelo debido al dolor supongo.

Rosario. – Eso es por pensar que podías venir a chantajearme y salir como si nada tarado.

Sin mucho preámbulo Emmanuel como estaba se vistió y se fue de la casa. No sé como seguirá todo después de lo de hoy pero espero que no venga a hacerme más planteos pelotudos otra vez. Tal vez debería empezar a buscarme un nuevo novio. Listo. Archivar nueva entrada. Click. Cerrar la aplicación.