A merced de mi madrastra (3)
Llega el momento. Finalmente mi madrastra me convierte en su putita sumisa personal.
Aquella noche casi no pude dormir. Me la pasé recordando sensaciones, tratando de entender cómo pude volverme tan putita y tan desesperada como para hacer y decir esas cosas a mi madrastra, sin mencionar que sabía muy bien que estaba siendo filmado.
Antes de acostarme había visto mi actuación enterita en la tv. No sé por qué, pero no podía dejar de mirar el espectáculo. Cada segundo que duraba me hacía sentir más humillado y avergonzado, pero mi pito estaba cada vez más duro. Me tuve que masturbar tres veces durante la noche; no podía dejar de pensar en las manos de Clara masturbándome y nalgueándome, ni podía olvidar las vibraciones en mi culo y lo caliente que me habían puesto. Fantasee con gente que contemplaba aquel espectáculo en vivo y en directo mientras yo, en cuatro patas, meneaba la cola como una zorra pidiendo más y más. Me masturbé frenéticamente y tuve tres orgasmos casi sin leche antes de quedarme dormido.
Me desperté cuando alguien encendió la luz de mi habitación, era Clara. Vi su silueta dibujada en el umbral de la puerta, aun con el baby doll de la noche anterior.
- Hola putito, buenos días
- Buenos días… mami… - dije avergonzado, sin saber cómo comportarme.
- Levantate que tenés que hacerme el desayuno, dormilona.
Me levanté intentando cubrirme ya que había dormido desnudo, pero tan sólo con una mirada de mi madrastra entendí que no tenía derecho a ocultar mis vergüenzas. Cuando me dirigí al placard me encontré con todas las puertas cerradas con llave.
- Ahí adentro no hay nada para vos Juli, esa es ropa de hombre, no de putita.
Rojo como un tomate me quede duro en el medio de la habitación, sin saber qué hacer.
- Ya vamos a solucionar este temita bebé, no te preocupes. Por ahora ponete una bombachita mía y baja. Te dejo elegirla jaja.
Clara desapareció de mi cuarto y me quedé solo y desnudo. Sin dudas tenía experiencia en doblegar voluntades y humillar a los hombres; tener que ponerme una bombachita era sin lugar a dudas degradante, pero el hecho de tener que elegirla yo mismo sobrepasaba mi capacidad de imaginar maldades.
Podría haber agarrado una tanga al azar, pero por alguna razón me tomé mi tiempo en elegirla. Me asustaba preguntarme el por qué. Me decidí por una animal print de leopardo con voladitos rosas y antes de bajar me miré en el espejo como me calzaba en la cola.
Cuando me vio entrar en la cocina mi mami rió en voz alta y aplaudió divertida.
- Veo que elegiste una bien de putita, da una vueltita para mami.
Yo obedecí sin chistar. Eso le gustó.
- Qué bien elegiste bebé, te calza perfecto. Que linda colita te hace. – dijo a la vez que me daba una palmada en la nalga derecha. – ahora preparame el desayuno, y esmérate.
Muerto de vergüenza le preparé un desayuno abundante que comió con tranquilidad mientras yo limpiaba la cocina. No dejó de hacer comentarios maliciosos durante todo el proceso, obligándome también a menear la colita para ella mientras lavaba los platos.
Cuando pensé que había terminado, a Clara “accidentalmente” se le cayó su vaso de jugo al suelo. Me acerqué a limpiarlo lo más rápido posible, pero cuando estaba buscando los elementos mi mami me detuvo en seco.
- Que haces tontita? Limpialo en cuatro patas. – me dijo mirándome fijo.
Por supuesto obedecí y me tiré a sus pies para limpiar el suelo de mi propia cocina en cuatro patas, como buena perrita. Tuve que mover la cola mientras lo hacía para divertirla. Antes de que terminara Clara se paró detrás de mí y empezó a jugar con su pie en mi culo y mis huevos, masajeándolos sobre la tanga.
- Vos te portaste mal, putito. – me dijo. – anoche te tocaste el pitulín sin mi permiso. Eso está terminantemente prohibido.
- Perdón mami, no sabía. – dije entre avergonzado y excitado.
- Una buena putita tiene que saber esas cosas, no tenes excusa. Ahora te voy a tener que castigar. Terminá con eso y vení al living. – y desapareció.
Cuando llegué al living la encontré sentada en el sillón. Me hizo señas para que me sentara junto a ella. Lo hice y comenzó a acariciarme el pelo como a un nene pequeño; yo me dejé hacer. Me fue acomodando a su antojo hasta que terminé acostado con la cabeza en su falda; ella seguía acariciándome. Cuando notó mi bulto en la tanga sonrió y sacó sus tetas fuera del baby doll. Mientras contemplaba esos pechos majestuosos sobre mi cabeza sentí su mano metiéndose bajo mi ropita interior. Me dejé hacer entre gemidos.
- Queres tetita bebé? – me dijo
- Si mami.
- Pedime entonces
- Mami, me das tetita por favor?
- Si bebito, tomá – y acomodó su pezón en mi boca.
Yo succionaba esa teta hermosa como si fuera un bebé y ella con sus manos acariciaba mi pito durito.
- A mami le encanta que seas una nenita buenita, para tratarte así… pero vos fuiste una nena cochina. – me dijo con dulzura antes de apretarme fuertemente los huevos. – y a mami no le gustan las nenas cochinitas.
- Perdón mami perdón por favor me duele.
- Y a mí me dolió ver los bollitos de papel al lado de tu cama, zorra asquerosa. – apretó más. – pero todo tiene solución jeje.
Antes de darme cuenta ya estaba boca abajo sobre las piernas de mi mami. Ella me bajó la bombacha hasta las rodillas y comenzó a nalguearme cada vez más fuerte. Yo intentaba aguantar el dolor y la humillación mientras mi pito duro chocaba contra sus muslos causándome un dolor extra.
- Te vas a portar bien putita?? – zas!
- Ayyy si mamii te lo juro
- Vas a ser una putita limpia y obediente? – zas! Zas!
- Siiii
- Si qué??? – zas! Zas! Zas! Zas!
- Siii mami voy a ser la putita mas obediente del mundo.
- Así me gusta putita.
Cuando hubo terminado no me moví de sus piernas. Me dolía el culo horriblemente, y no hubiera sabido que hacer al levantarme. Minutos después note algo frío sobre mi enrojecida piel; era crema.
- No te preocupes bebita – empezó a decirme mientras masajeaba mi cola con esa crema fría. – mami entiende por lo que estas pasando… sos una putita muy golosa y tener eso entre las piernas es una tentación, y por eso sos cochinita. Pero no te preocupes porque mami está acá para cuidarte y va a solucionar ese pequeño detalle.
Yo no entendía a que se refería, pero me costaba pensar en esa situación. Y para colmo la crema se estaba tornando caliente y me producía una sensación extraña y placentera. Sus masajes se tornaron más intensos y el contacto de sus manos y aquella crema sobre mi culo comenzaron a excitarme. Mi pito endureció contra sus muslos y mi mami abrió las piernas, aprisionando mis escasos centímetros de verga entre sus piernas; y comenzó a moverlas al mismo tiempo que introducía un dedo en mi ano. La quemazón excitante y placentera de la crema penetró en mi cola junto con su índice. Su otra mano buscó mis huevitos y comenzó a masajearlos con la misma crema. Comencé a gemir; me sentí una putita… de nuevo.
- Mami tiene un amigo que nos va a ayudar a solucionarlo, sabes bebita? El sabe mucho de estas cosas, sabe cómo tratar a las nenitas como vos. Mami le mostró tu video de anoche y le encantó, está deseoso de conocerte.
Sabía que lo que escuchaba tendría que haberme causado pavor, pero sus piernas masajeando mi pito y sus dedos jugando con mi cola con esa crema caliente no me dejaban pensar, solo podía gemir y moverme despacio para lograr más placer.
- El nos va a ayudar a que dejes de ser una pajerita, va a traer un juguetito para encerrar tu pajarito… me salió en verso y todo bebé jaja. Así que él se va a quedar acá con nosotras unos días y te va a educar bien, sabes? Y sólo vas a poder tener placer con ese pitulín cuando él lo disponga, así vos te concentrás en entrenar esta colita golosa que tenés. Vas a ver que te va a traer muchas más alegrías que esa miseria de pito que tenés entre las piernas… si es que se puede llamar pito a ese chizito que tenés ahí!
Yo solo podía gemir. Gemir y balancearme buscando placer. Pronto me di cuenta que mis movimientos buscaban que su dedo llegara más profundo en mi culo. Cuando me di cuenta que a Clara no le molestaban mis movimientos comencé a hacerlos más pronunciados. Frotaba mi pijita contra sus piernas mientras sentía ese extraño y hermoso calor en mis huevos que empezaba a subir por mi tronco. Sus palabras eran cada vez más humillantes y preocupantes, pero no podía pensar en otra cosa que en buscar placer. Levantaba mi colita lo más posible para sentir la profundidad de sus dedos en mi interior. Eso parecía encantarle.
- Estas contenta bebé?
- Mmmmm si mamiii…. Uffff…
- Que te pone tan contenta decile a mami
- Ahhhh... que pronto voy a ser una mejor putita para mi mami
- Para mami y para Ricardo… y para todos los que nosotros te ordenemos, no?
- Siii mami aahhh, voy a ser una buena putita bien educada para que todos puedan jugar conmigo
- Y tenés ganas de que jueguen con vos? – mami ya había introducido un segundo dedo y los movía en círculos en mi interior.
- Siii mamiiii, tengo muchas ganas de que jueguen conmigo, de que me traten como la putita golosa que soyyy.
- Ay qué lindo escucharte decir eso bebita, y cuál va a ser tu nombre de putita
- Jenny, mami! Soy la putita Jenny! – dije sin pensarlo.
- Ay me encanta! Mi putita golosa Jenny. Te gusta ser la putita de mami?
- Si mamiii me encanta ser tu putita, soy tuya.
En ese momento, inesperadamente mi mami retiró sus dedos de mi colita, abrió las piernas y me arrojó al suelo. No entendía por qué lo había hecho, pero quería volver urgente a sus piernas, necesitaba sentir sus dedos jugando en mi interior, sentirme suya.
- Por favor mami, no pares! – le dije desde el suelo con ojos tristes. Pero ella solo me miró. – te lo suplico mami, seguí jugando con tu putita Jenny!!
Me puse de rodillas y continué suplicándole, pero ella se limitaba a mirarme divertida, con sus ojitos brillantes de maldad. Mi pitito estaba como un fierro y mi cola seguía quemándome placenteramente, entonces hice lo primero que se me ocurrió: me puse de espaldas a ella en cuatro patas, pegué mi cara al suelo levantando mi cola lo más posible y abrí bien las piernas.
- Por favor mamita, por favor!! Seguí cogiéndome, seguí haciéndome tu puta, no pares!!
- Eso queres Jenny?
- Siii mamii! – dije moviendo la cola – por favor, seguí jugando con mi colita golosa, lo necesito.
Al ver que solo reía me acerque a ella gateando y pegué mi cara a sus piernas. Besé sus pies a la vez que levantaba mi colita y la movía para ella. Fui subiendo con mi boca hasta llegar a su falda. Apoyé mi barbilla contra ella, mirándola con los ojos más sumisos y de puta que pude poner. Por favor mami, le rogué.
Me miró con arrogancia, luego agarró un pequeño vibrador del cajón de la mesita, lo encendió y lo arrojó al suelo, lejos de mí.
- Anda a buscarlo puta. - me ordenó
Sin dudarlo fui en cuatro patas hacia él moviendo lo más posible la colita para mi mami. Cuando llegué a su rincón supe instintivamente lo que debía hacer; lo recogí con la boca y se lo llevé a mi mami.
- Ahí tenés putita – me dijo - quiero ver cómo te das placer vos solita. Hace un show para mami!! – dijo tomando su celular de la mesita junto al sillón y apuntando la cámara hacia mí.
Ni siquiera lo pensé un segundo. En ese momento había dejado atrás todas las dudas y los temores y solo pensaba en obtener placer, en rebajarme como una zorra para tener mi ración. La situación estaba fuera de mi control, yo estaba fuera de mi control. Me puse de rodillas delante de ella, pasé el vibrador encendido por mis huevos y mi pijita, jugando con ellos. Lo arrastré por mi piel hasta llegar a mi boca y lo introduje. Durante unos segundos lo lamí como una experta, cerrando los ojos y gozándolo, luego volví a mi primera posición, de espaldas a mi mami y comencé a meterme lentamente el vibrador. Dolió menos de lo esperado gracias a que no era de gran tamaño, y gracias a que mi colita ya estaba entrenada. Sentir su vibración en mi interior mezclada con el calor de la crema me volvió loco. Comencé un profundo mete y saca, haciéndolo girar en círculos como hacía mami con sus dedos, como si el vibrador no fuera suficiente para una puta como yo.
Continué dándome placer solito, como loco, gimiendo y gritando que era la putita Jenny de mi mami hasta que no di más; necesitaba acabar. Llevé mi mano a mis huevitos y los acaricié un poco, luego agarré el tronco de mi pija, pero mami me detuvo en seco.
- Ya te olvidaste lo que hablamos hoy, tontita?
- Necesito acabar mami, por favor, soy muy putita!
- Jeje si necesitas acabar tendrás que encontrar la forma, las putitas no se tocan el pitito.
Comencé a darme más fuerte por la cola, estaba fuera de mí, necesitaba acabar como fuera. El vibrador entraba y salía violentamente de mi ano. Lo moví en círculos cada vez más grandes intentando llegar al orgasmo. Lo retiré por completo y lo volví a meter de un solo movimiento y hasta el fondo, varias veces, intentando generarme un orgasmo anal. Sentía que estaba cerca, pero no podía… entonces abrí mis ojos y encontré la solución. Junto a mí había un almohadón en el suelo. Lo tomé, lo coloqué debajo de mí, me acosté boca abajo y presioné mi pito contra él. Entonces abrí bien mis piernas para que mami no se perdiera el espectáculo, metí nuevamente el vibrador en lo más profundo de mí culo y comencé a moverme como si me estuvieran cogiendo, frotando así mi pitito contra el almohadón.
- Ay pero que hijita mas putita que tengo, mira que zorra que sos Jenny! – comenzó a gritar mi mami – dale putita, movete, movete, que te cojan bien rico, pedí mas, dale puta dale!
Cuanto más escuchaba los insultos y humillaciones de mi mami más me excitaba, me volvía loco, y más frenéticamente me frotaba sobre el almohadón. Hasta que finalmente sentí llegar el orgasmo.
- Ni se te ocurra mancharme el almohadón puta de mierda! – me gritó mami, y yo lo quité rápido para no hacerla enojar.
Mi pito y mis huevos se estamparon contra el suelo bajo mi propio peso. Dolió, pero me sentía al borde del orgasmo y no quería dejar pasar la oportunidad que tanto me había costado conseguir. Así que metí el vibrador lo más profundo que pude y volví a moverlo en círculos mientras me frotaba contra el suelo hasta que finalmente estalle en un orgasmo increíble. Quedé rendido, y en ese momento, volviendo en mí, me sentí la puta más vulgar y desagradable del mundo. No podía creer todo lo que había hecho, y todavía sentía el vibrador en mi interior.
Mami se acercó y lo apagó, pero no me lo sacó del culo.
- Limpia eso putita y después subí a mi habitación, tenemos que prepararte para la visita. – dijo sin mirarme, y subió las escaleras.
Yo me quedé allí, en el suelo, por unos segundos. En mi cabeza daban vueltas las palabras y amenazas de mi madrastra. ¿Realmente había mostrado mis videos a un hombre? ¿Vendría ese hombre a continuar el trabajo que Clara estaba haciendo sobre mí?. Me di cuenta que ya era demasiado tarde para pensar en eso. Me levante y, aunque mami no estaba mirándome, me puse en cuatro patas al lado del charco de semen y comencé a limpiarlo con la lengua. Tragué toda mi corrida casi sin sentir asco. Casi.
Unos minutos después subí al encuentro de Clara. Me vio entrar a su habitación desnudo, con un vibrador metido en el culo y con restos de semen en la comisura de los labios, y sonrió. Yo miré al suelo.
- Vení Jenny, no seas tímida, mirá la ropita que te elegí para recibir a Ricardo.
Alcé la mirada y vi una falda bien cortita a cuadrillé, como de colegiala, una camisa diminuta con un moñito rojo al cuello, una tanguita blanca con lunares y voladitos rosas, y dos medias bien finas y blancas, de esas que llegan a medio muslo, decoradas con dos moños rojos en sus elásticos. Como un autómata me dejé vestir por mi mami, que me sacó el vibrador y lo guardó en un cajón. Cuando estuve listo me colocó frente al espejo y me levantó la cabeza presionando sus dedos en mi barbilla. No podía creer lo que veía en el reflejo. Estaba vestido como una hermosa zorrita, y mi contextura pequeña y delgada ayudaba a borrar todo rastro posible de hombría. Vi como una peluca rubia caía en mi cabeza, y así desaparecí del espejo para darle paso a Jenny, la putita sumisa. Ya no lograba reconocerme. Miraba mi reflejo y no veía a un hombre.
Permanecí petrificado frente al espejo, mirando la imagen de putita que me devolvía, sin animarme a reaccionar. Mami se colocó junto a mí, posando. La mano que me abrazaba la espalda bajó a mi cola y comenzó a masajearla dulcemente.
- Que lindas somos Jenny, madre e hija bien putitas para papá Ricardo. Va a estar muy contento de verte así bebé. Estas contenta?
Mi cabeza era un maremoto. No entendía nada. Me veía vestida como una perfecta putita y mi pito amagaba a levantarse. La cola aun me dolía y sentía como mi ano permanecía un poco abierto. Retumbaban como ecos los insultos y humillaciones de mi mami junto con las imágenes filmadas de mis momentos de extrema excitación que estaban en su poder. Me sentía degradado hasta el suelo, no era digno de ser hombre, era solo una putita sumisa, regalada, en celo, dispuesta a cualquier cosa por un poco de placer. Miré nuevamente al espejo y nos vi a las dos juntas, putas y hermosas.
- Si mami – le dije – estoy… contenta.