A los pies de mi sirvienta (3)
Y la siguiente fue mi hermana...
Evidentemente mi hermana se había levantado y la habitación en la que nos encontrábamos, en el piso de abajo, enmudeció. Ahora todo eran miradas, no sé si Mercedes les dijo que había una mujercita por casa o solo les habló de mí, pero eso era lo de menos, la incógnita desapareció cuando Mercedes se levantó, aun empapada por el baño de leche de Roberto.
- Vaya, ya se ha levantado la princesita – dijo pasándose la mano por la boca y la cara y limpiándosela luego sobre la mesa de la cocina.
Acto seguido se oyó como se cerraba la puerta del baño. En ese momento las desquiciadas mentes de mis invitados empezaron a procesar la información rápidamente. Roberto al parecer tuvo una idea, y se rió él mismo de su propio plan. Miró a Mercedes y le dijo que le acompañara a la entrada de la cocina, después nos miró a mí y a Carolina y nos dijo que nos quedáramos ahí sin hacer ruido, oyéramos lo que oyéramos. Ambos asentimos, cualquiera le llevaba la contraria…
Volvimos a oír la puerta del baño, Lara, que así se llamaba mi hermana, salía del baño y se encerraba de nuevo en su cuarto. Roberto sonrió. Le contó su plan a Mercedes sin que nosotros pudiéramos oírlo y casi me da algo al ver su segundo movimiento: Se dirigió al bolso que traía Carolina y saco una pistola. Increíble, apuntó a la espalda de Mercedes y, cogiéndole las manos por detrás de la espalda, se dispuso a subir las escaleras. Mercedes, con el semen secándose en medio cuerpo, comenzó a subir las escaleras en dirección al cuarto de mi hermana.
- Eh, tú. – Me susurró Roberto desde la escalera –Anda, sube y podrás ver desde aquí la sorpresita que se lleva tu hermanita.
Yo estaba petrificado, pero sin saber porqué esas palabras procuraron un pequeño movimiento en mi amigo aun mojado por la mamada de Carolina. Me acerqué y empezó la particular fiesta que montaron en casa. Roberto le dio un buen azote en el culo a Mercedes y sin perder un segundo abrió la puerta de la habitación de mi hermana de una patada. Sin palabras, mi hermana estaba en únicamente en tanga y sujetador, luciendo su buena figura. Tiene un cuerpo precioso, quizá sin mucho pecho pero con un culo de infarto que suple cualquier falta de volumen ahí arriba, una melena oscura y unos ojos negros impresionantes. De piel un poco blanca.
Lara no supo reaccionar de otra manera que no fuera paralizándose en un primer momento y corriendo a la cama gritando después. Mientras tanto Roberto le chillaba cualquier cosa para que se quedara quieta. Cuando se fijó en el arma y en la cara de la convincente Mercedes pareció tranquilizarse.
-Al fin nos calmamos eh, perrita.
¿¡Qué crees que estás haciendo!? –Gritó Lara -¿Qué le has hecho a Mercedes? ¿Y a mi hermano? –Lara empezaba a ver demasiadas variables en todo el asunto y el nerviosismo y el estrés se hacía patente en su expresión.
Cálmate, no les pasará nada si tú no quieres –Roberto había vuelto a adoptar aquel tono serio y frio con el que lo conocí. –Ven aquí, arrodíllate delante de esta zorra que tenéis por sirvienta.
Mercedes, desnuda y bañada como estaba se dejó caer de rodillas y ambas quedaron una frente a la otra.
- ¿Ves en qué quedó bañada la sra. Mercedes, niña?
- ¿Qué es? –Por su cara empezó a deducirlo.
- Leche. Y empezando por las tetas vas a limpiársela hasta llegar a la frente, ¿entendiste?
Solo acabar la frase Lara pegó un grito e intentó zafarse de una mano que a la velocidad de la luz la agarró del pelo. Roberto se mantenía impasible de pie a su lado y Lara al final desistió. Roberto puso la pistola en su nuca y empujo de la coleta hacia delante para acercar su cara a la teta lechera de Mercedes, realmente había mucho liquido…
Lara temblaba al notar el frio en la nuca, y así temblando Roberto pegó su cara de frente a la teta de Mercedes. Roberto le pegaba en la cara pequeños tortazos mientras le sacaba la lengua de la boca para que limpiara bien todo aquel pecho. Cansado de que Lara forzara la cabeza hacia atrás, cogió su nuca con la manó y le hizo meterse, literalmente, toda la teta en la boca con una fuerza sobrehumana. Después de unos segundos la soltó y calló hacia atrás tosiendo con restos de semen por los labios.
- No ha sido para tanto, levanta y sigue con tu trabajo o ya sabéis lo que os espera –Esto último lo dijo acariciando su pistola, por supuesto.
Al ver que no reaccionaba empezó a azotarle el culo de una manera sobrehumana mientras Lara se retorcía en el suelo gritando que parara.
- ¡Acerca la puta boca a la jodida teta! –Roberto había vuelto a estallar.
Y tal como acabó la frase volvió a pegarle la cara en la teta de Mercedes, restregándole toda la cara en el pecho, cuello y cara hasta quedar bien llena. Lara no podía resistirse y alguna lágrima empezó a mezclarse con tanta leche.
Estaba paralizada con la cara pegada al cuello de Mercedes sin atreverse a mover ni un musculo.
- Chupa –Dijo Roberto con una voz tranquila de nuevo.
-S.. si.. –Consiguió decir mi hermana, pero lo único que hizo fue sacar tímidamente la lengua y lamer un poco de la leche del cuello de Mercedes.
Tranquilamente, mientras Lara lidiaba con sus entrañas por chupar el cuello de Mercedes, Roberto empezó a abrir el culo de Lara que quedaba un poco en pompa. Cuando Lara quiso darse cuenta Roberto le dio un fuerte azote que la hizo volver temblando a su trabajo. Sin mediar palabra, Roberto clavó la punta de la pistola directamente en el ano de Lara, sin introducirla por supuesto.
El silencio fue absoluto, pero Lara lamió a Mercedes como si no hubiera un mañana. Su lengua se llenaba de leche en segundos, lamió los dos pechos de Mercedes mientras esta no se dignaba a esconder el placer que sentía. Lara sentía arcadas, se podía observar, pero siguió subiendo por el cuello, llenándose los labios de semen hasta llegar a la cara. No podía mirar a Mercedes a los ojos, estaba medio llorando y se le veía la cara totalmente pringada del apretón de antes.
Se quedó plantada con los ojos cerrados a la altura de la cara de Mercedes. No quería o no sabía continuar. Un ligero apretón en su ano se lo dejó claro, Roberto empujó desde su culo hasta que la boca de Lara quedo a unos centímetros de la de Mercedes. Pero fue esta ultima quien dio el paso. La muy cabrona hizo lo que se moria de ganas de hacer: comerse a Lara embadurnadas ambas en leche. Mercedes le comió la boca de una manera que mi hermana no supo prever, estaba asustada, pero la presión de su ano no la dejaba zafarse. Se pasaban las lenguas mutuamente por la cara, y lara pareció perder su conciencia, sus ojos estaban vidriosos pero no resaltaban ninguna emoción, solo lamia, tragaba y le daba su lengua a mercedes mientras Roberto simulaba una penetración anal empujando la pistola sin ir más allá.
Lara había caído en algo que se le antojaba demasiado grande, pero más adelante ya sabría lo que eso significaría literalmente. De momento estoy seguro que no sabía nada y poco le importaba, ahora solo chupaba, lamia y tragaba delante de mis ojos. Y de esta guisa yo empecé a masturbarme. Fue entonces que vi a Carolina a mi lado, sentada en las escaleras como yo, mirándome la tremenda erección que estaba sufriendo. Le pasé la mano por la cara limpiándole los restos de mi corrida anterior. Lo dudé un momento, y después me decidí: se lo estampé en la boca y me limpió la mano. No dije mucho más.
-Chupa –Le dije, acercándola por su nuca a mi polla.