A los pies de mi sirvienta (2)

Mis experiencias con Mercedes se abren hacia nuevos horizontes, que anuncian ser de lo más surrealistas y terroríficos.

Después de nuestro pequeño e íntimo encuentro a la salida del baño, Mercedes se comportó de manera poco habitual para mi disfrute, todo sea dicho. En ese tiempo desconecté de mi familia y un poco de mis amistades. Mercedes me tenía absorbido.

En mi cabeza sólo habían pensamientos acerca de ella e imágenes de su cuerpo desnudo. Nos habíamos quedado solos más veces y eso había propiciado nuevas sesiones de nudismo casero. Y entonces ella fue ganando confianza

Normalmente mi casa quedaba vacía solo unas horas unas tres veces a la semana. Enseguida que la puerta de la calle se cerraba, Mercedes, quien en esos casos ya se movía como si fuera su propia casa y ella la señora, bajaba las cortinas y procuraba que el ambiente fuera lo más sensual posible, no sé cómo describirlo, pero cuando comenzaba este ritual mi polla endurecía al instante.

Cuando todo estaba cerrado Mercedes me llamaba para quitarnos la ropa juntos, entre risitas decía que quería asegurarse de que ambos estuviéramos bien sensuales. Mi erección no pasaba disimulada y siempre estaba presente.

  • ¿Clavaste ya a alguna chica tu herramienta? –Me dijo una vez, después de dos semanas cumpliendo un nudismo estricto sin muchos tocamientos.

  • Por supuesto –Respondí mientras continuaba desnudándome –Tengo dieciocho años. Perdí la virginidad hace dos años.

  • Uy, que nuestro Alex ya sabe de sexo mucho…jejeje ¿y desde cuando estas enganchado a los relatos esos de internet? –Me comentó como quien no quiere la cosa, con una sonrisa endiablada –Hay algunos… muy raros ¿no, Alex?...

  • Es el morbo de leer experiencias ajenas… ya sabes… -No pude acabar la frase con Mercedes delante. Estaba sentada en el sofá del salón, mirándome lascivamente tocándose un pezón pero con el tanga de hilo puesto. Creedme, era la viva imagen del pecado.

  • Violaciones, bondage, femdom… y mi favorito: filial. Ay cariño, que crees ¿Que nací ayer? No pongas esa carita –Dijo al verme boquiabierto ante semejante violación de mi intimidad, nunca mejor dicho… -Ahora vas a comerme una teta cielo, cógela y chúpame el pezón bien, como lo haces con tus amiguitas de colegio… mmm

Empecé comerme esa teta como ninguna otra. Era diferente, sabía diferente, me encantaba, al igual que los gemidos que salían de su boca.

  • ¿Te gustan estas tetas Alex? Son grandes, pero no son tuyas, no te equivoques –Yo solo podía decir que sí, que sí, que todo lo que quisiera. –¿Son mejores que las de tu clase?

  • Sí, sin duda, mucho mejores.

  • ¿Mejores que las de tu hermanita, amor? –No sé cómo pude responder a eso

  • Sí, las suyas aun están creciendo –Ella sonrió.

  • ¿Mejores que las de mamá? –Volví a asentir sin sacarme su teta de mi boca –Eso no le gustará a mamá, Alex.

Pasamos el día así, sin llegar a más, yo era como su niño pequeño mamando de sus pechos. Mis huevos estaban a punto de explotar pero ella ni siquiera los rozó más de dos veces. Todo lo que hacía era excitarme verbalmente y humillarme psicológicamente. Y aun hoy no puedo reprimir el placer que eso me daba. Quería más sexo con aquella cubana, que placer tan exótico estar a sus pies. Sin embargó el día murió sin llegar a más. Pero el día siguiente pondría fin a este prologo de sexo de boquilla.

Para mi sorpresa, cuando Mercedes me despertó, me la encontré desnuda. Normalmente mis padres se iban cuando yo ya estaba despierto, a estas horas podrían estar por casa perfectamente. Este pensamiento me abrió los ojos enseguida. Al levantarme vi asustado la hora, eran las 6:30 de la mañana, un día de fiesta nunca me levantaba a esa hora. Por un momento me encontré confuso, todo era muy extraño. Mercedes pareció leerme el pensamiento.

  • Tranquilo cielo, no te alarmes, Mercedes está contigo –Dijo cogiéndome y apoyando mi cabeza en su pecho desnudo –Papá y mamá se fueron, me dijeron que te diera la noticia, ellos no querían despertarte. ¿Recuerdas a tu tía Tania? Parece que está en el hospital y han tenido que ir urgentemente. Te espero en la cocina, hoy es un día de los nuestros ¿no, cariño? Trae esa pollita a mi lado –Me susurró.

Cuando Mercedes emprendió su camino hacia la puerta de mi habitación, mi pensamiento jugó rápido.

  • ¡Mercedes! Mi hermana, si no me han despertado dudo que la hayan despertado a ella. Rápido, cámbiate, ella no se levantará hasta las nueve por lo menos. –Dije desesperado.

  • Sshhhhh, tu hermana duerme, no armes jaleo. –Dijo con su tono dulce habitual –Y baja ya, no me hagas bajarte a mí… cielo –Dijo de una manera que me fue difícil de clasificar ¿una orden? ¿Una amenaza? ¿Por qué bajas desnudo a la cocina cuando la cubana de tu sirvienta, en pelotas, te lo ordena? Es algo que aun me pregunto.

Me arregle la cara descompuesta por el sueño y bajé a la cocina esperando, al menos, mi dosis de teta habitual junto con su imagen desnuda. Mi sorpresa fue, como os podréis imaginar, más que mayúscula al encontrarme a dos personas sentadas en la mesa de la cocina. Vestidas, por supuesto.

  • Alex, saluda. Son mi hermana y su marido. –Su hermana era un clon suyo, solo que, siendo sincero con vosotros, con una cara de puta increíble. Estaba más desgastada que Mercedes. Su marido era un tipo fuerte, basta decir que más que yo, cubanos los dos también. Él desprendía un aura de frialdad que le hacía parecer imperturbable. Daba una sensación de serenidad que, inexplicablemente, me aterraba.

  • Hola, soy Alex, el hijo mayor de la casa. Encantado. –Al verme quieto en la puerta Mercedes vino hacia mí.

  • Bueno, pues aquí está, tanto que os he hablado de él por fin lo podéis ver –Dicho esto no supe si sentirme halagado o asustado.

  • Es mejor… -Dijo su hermana al tiempo que se levantaba de la silla, viniendo hacia mí. No supe con qué me comparaba. –Al menos este parece educado, es de buen ver y si su polla cumple lo que promete flácida, me gusta jejejejeje.

Carolina, que así se llamaba, comenzó a tocarme el pene. La singularidad del marco en el que me encontraba me procuró una erección casi instantánea. Carolina se alegró del resultado de sus caricias.

A todo esto, Roberto, su marido, pareció encenderse y comenzó a replicarle su comportamiento conmigo.

  • Oye, hija de puta, ¿qué pasa, que vas por ahí tocando pollas y encima conmigo delante? –Todo dicho con la voz más serena posible –¿Te gusta la polla? Cómetela puta, vamos, desnúdate y comete la polla de este capullo hasta el final ¿entiendes? –Cada vez que la cara de Roberto se acercaba más a la de Carolina, esta parecía humedecerse por momentos. Al final, el disparo de salida fue una hostia de Roberto que dejó gran parte de la cara de Carolina marcada.

Entonces ésta se desnudó completamente y a cuatro patas empezó a comerme la polla. Yo no sabía qué hacer, una mujer descontrolada con una figura que no estaba nada mal me comía el pene como si no hubiera comido en semanas.

Roberto le quitaba las manos cuando se apoyaba en mí y le obligaba a mamarla hasta la base. Carolina no paraba de toser y a veces hasta todo su cuerpo convulsionaba atragantándose entre saliva y carne. Roberto no mostraba piedad en ningún momento, entonces, entre sollozos de Carolina se dirigió a mí.

  • Oye, Mercedes dijo que no eras un gilipollas inocente. ¿Así te follas a las niñas pequeñas cuando te piden polla? ¡Joder, fóllate su puta boca o me cabrearé de verdad! –Exclamó con una voz que no parecía suya –Esta puta está aquí para morir mamando si es necesario, joder quiero oírla pedir piedad, y como no lo oiga de ella, estoy seguro que tu sí que lo dirás.

Esto fue suficiente para despertarme, la mano de Roberto me indicaba que hacer, él tenía cogida a Carolina por la nuca y apretaba con verdadera fuerza para que ésta se tragara hasta el último centímetro de mi polla. Me mide 19 centímetros, no me parece excesivo, quizá algo por encima de la media, pero me parece increíble que le quepa a una mujer entera en la boca. La situación me encendió. Así que relevé a Roberto y cogí a Carolina por la nuca y empecé a follarle la boca. Tenía demasiados escrúpulos como para no ceder cuando esta tosía. Entonces Roberto se cabreaba, me apartaba las manos y con una fuerza que asustaba empotraba la cara de Carolina en mi barriga con mi polla metida hasta la base. Carolina tosía, sollozaba y se convulsionaba, pero Roberto no cedía. Finalmente la soltó y esta se tiró al suelo bocarriba. Tenía toda la pintura de la cara corrida y la saliva junto a la tos le salía a borbotones por la boca.

-Tú, imagino que tus huevos estarán a punto de explotar. –Dijo Roberto con su voz calmada de nuevo –Le vas a llenar la boca de leche y esta puta insaciable –Dijo a la oreja de Carolina cogiéndole con fuerza la cabeza –Se la va a tragar toda y sabrá como agradecerlo.

Sin mediar palabra me senté encima de su pecho y esta se dirigió desesperada a por mi polla. La succionó mientras yo intentaba cogerla con fuerza como Roberto. Como era evidente, la situación no me permitió aguantar mucho más y a los pocos segundos me corrí brutalmente sobre su boca mientras Carolina la mantenía bien abierta. Se lo tragó como quien traga agua.

  • Esto no había podido verlo aun, tiene una buena corrida –Dijo Mercedes, que se había mantenido alejada durante el espectáculo. -¿Cómo está, Carolina?

  • Muy buena, me gusta… -Dijo entre lagrimas y tos. Tal como estaba, con la cara descompuesta, pintura corrida y restos de semen, se vistió y se fue con su marido a sentarse de nuevo.

  • Oye, siéntate ahí que la zorrilla de tu sirvienta así desnuda me ha puesto enfermo –Dijo Roberto. Yo me sente delante de Carolina que se encontraba sentada, impasible.

Mercedes solo pudo soltar un suspiro al ver una polla flácida que llegaba perfectamente a los 21 centimetros. Empalmada podía rozar los 25. Era como esas pollas que se ven en los videos sobre todo de negros, pollas gigantes, literalmente. Mercedes fue sodomizada por Roberto por cada uno de sus agujeros. Fue rápido. Al final se corrió sobre una Mercedes de rodillas que pedía leche como una desesperada. Después de masturbarse un rato, la polla de Roberto soltó una cascada de leche que baño casi entera a Mercedes mientras esta parecía tener un orgasmo debido a la excitación.

No sé cuál sería el plan de esta gente, que verdaderamente me asustó, si no hubiéramos oído una puerta en el piso de arriba. En los ojos de los tres vi cómo su plan variaba, todo era expectación. Lo mío era pánico.

Continuará

N. del autor: Como sabéis, tenéis mi mail a vuestra disposición para cualquier cosa. Como autor y protagonista de un relato porno público, me declaro a vuestra disposición y estaré encantado de compartir con vosotros los comentarios que queráis.

Gracias de nuevo.