A la vecina le gustan mis películas
La infidelidad por casualidad
Mis amigos me preguntaban cuando me casaría, ya había vivido dos vidas, y es que hasta que me case fui un mujeriego empedernido. Cuando me case, con 38 años, me prometí que asentaría la cabeza, mis amigos lo dudaban, pero a mi modo lo he cumplido, solo he sido infiel en muy pocas ocasiones, y ha sido por casualidad. Este es el relato de una de ellas.
Llevaba 2 años casado, en pleno verano mi mujer decidió irse de vacaciones para ver a su madre, estaría 2 o 3 semanas fuera, eso significaba quedarme de Rodríguez, durante la primera semana no estuvo mal, pero el sábado por la noche estaba solo en casa, me había duchado y me había puesto el bañador.
No sabia que hacer, si vestirme e irme a dar una vuelta o bien quedarme y ver una película. Mire entre los DVD’s que tenia, no me convencía ninguna, pero de pronto vi una que me llamo la atención, era una película porno, fue un regalo de bodas de un amigo mío, nunca la había puesto, decidí que era un buen momento.
La puse, era una porno más bien educativa, pues era postura tras postura, un kamasutra en vivo. Viendo las imágenes me estaba calentando, y me saque la polla, y me masturbe, en eso que sonó el timbre de la puerta, me puse nervioso, me metí la polla dentro del bañador tal y como estaba tiesa.
Abrí la puerta era Matilde, la vecina, una mujer separada, con 44 años, con 2 hijas, amiga de mi mujer, se conservaba muy bien, iba asiduamente al gimnasio, carnes prietas, culo respingón, cintura delgada, y un par de tetas grandes y bien puestas, muchas veces al verla por la calle pensaba, esa mujer tiene un polvo.
Ahora la tenia delante, sentí un escalofrío y mi polla se endureció, no se si ella se dio cuenta del abultamiento de mi paquete, no pensé en mi semidesnudez.
- “Buenas noches, José Antonio, no tendrás algo de hielo, me iba a preparar un cubata y me di cuenta de que no tenía” me pregunto
- “Hielo, si creo que tengo”
Me dirigí a la cocina abrí el congelador y saque unos cuantos cubitos, los puse en un vaso y salí. Mi sorpresa fue ver a Matilde en el salón, entonces recordé que no había cortado la televisión, estaba mirando la película. Me quede en la puerta del salón, con el vaso de cubitos de hielo.
- “Esa postura es imposible…” dijo Matilde, y se sentó en el sofá enfrente de la televisión “… no te importa que me quede, no tengo nada mejor que hacer”
No sabía qué hacer, solo me quede mirando, la polla iba en aumento. Desde ese momento los dos sabíamos cómo iba a terminar, la cuestión era cuando.
- “Quieres que te prepare un cubata” le dije
- “De ron con cola, sin limón” dijo ella
Tomaba el cubata como yo, volví a la cocina y prepare dos cubatas. Cuando volví al salón, Matilde se había levantado, y se había apoyado en una silla.
- “No creo que se pueda hacerlo así…” indicando la televisión “…ponte detrás de mi”
Me puse detrás, a medio metro de ella.
- “Acércate… pegado a mi”
Y me pegue a ella, puse mi paquete en su trasero, cuando sintió la polla en su trasero.
- “Uff que es lo que tienes hay…” se dio la vuelta, puso su mano en mi paquete.
- “Creo que lo sabes, desde que entraste y vistes la película”
- “Creo que sí, me siento muy sola, las crías están con su padre, y tu también estas solo, somos dos personas necesitadas”.
Tal y como estaba se agacho me bajo el bañador mi polla quedo tiesa delante de su boca, comenzó a acariciarla, a chuparme la punta con la lengua, para introducírsela entera en la boca.
Ninguno de los dos prestábamos atención a la película, cuando mire me hizo gracia en la película una mujer le comía la polla a su partenaire, y este la cogía del pelo para mantener el ritmo, yo hice lo mismo.
Tenía la polla bien lubricada, Matilde se levanto, se desabrocho la blusa dejándome ver su sujetador rosa claro, sus tetas parecían que querían salir, y yo les ayude, una vez fuera acaricie sus pezones y mordisquee. Mientras se había desabrochado la falda dejándola caer al suelo junto a la blusa, dejando ver unas braguitas también rosa claro, traslucidas, que permitían entrever su vello púbico. Baje la mano a su entrepierna, salvando las braguitas por un lateral roce su clítoris, y acaricie sus labios vaginales.
- “Porque no vamos a un sitio mas cómodo” dijo Matilde entre jadeos y gemidos.
Le indique la dirección del primer piso donde estaban las habitaciones, ella sabia donde era pues su adosado tenía la misma distribución, llegamos a la habitación grande, Matilde termino de quitarse el sujetador y se tumbo en la cama.
Me acerque a ella como si de un felino se tratase, me introduje entre sus piernas, le quite las bragas, le hice que abriera mas la piernas, acerque mi boca a su coño, lo olí, estaba húmeda aunque no lo suficiente para que la penetrase sin causar daño, aparte el vello de los labios vaginales, comencé a lamer su clítoris, y acariciar con los dedos sus labios vaginales para lentamente introducir dos dedos en la vagina, por segundos su humedad aumentaba como su excitación, presentía que en cualquier momento alcanzaría un orgasmo, ella se acariciaba con una mano los pechos y con la otra el clítoris cada vez más rápido.
- “Me corro, me corro…” y se corrió, dio un grito.
Subí por su cuerpo, besando y lamiéndolo, me recree en sus pezones, acerque mi polla a su vagina, y se la metí, un nuevo grito de placer de ella me indico que le había gustado, mi polla comenzó a entrar y salir de su vagina, una y otra vez, hasta que nuevamente alcanzo otro orgasmo, ella pedía mas, cogí sus piernas y las puse en mis hombros, y seguí empujando, estaba a punto de llegar y me contuve, ella quito su pierna izquierda de mi hombro derecho, durante un rato seguí metiéndosela, bajo la otra pierna, y unos segundos después me corría, arrancándole un último orgasmo muy fuerte.
Quede encima de ella exhausto, al igual que ella, pero satisfechos. Me quede dormido, y al despertarme, al día siguiente estaba solo en la cama, Matilde se había marchado.
En los siguientes días intente ver a Matilde pero no fue posible. Después llego mi mujer y aquel episodio quedo aparcado.
Me hubiese gustado poder hablar con Matilde, explicarle que aquello había sido un calentón y nada más, pero pareció que no hacía falta decírselo, porque aquel episodio no lo mentamos nunca, como si no hubiese pasado, unos meses después se cotilleo que estaba saliendo con un hombre, tenía fama de ser una rompe matrimonios. El verano siguiente nació mi hija, y mi atención solo era a la cría y a la madre.
Seis años después de aquel encuentro, este verano, mi mujer se fue con la cría 3 semanas a casa de la madre. El viernes al salir de casa, vi a Matilde, estaba hablando con una vecina, me pareció que al pasar yo elevaba la voz y le decía a la otra vecina
- “Si mis hijas se han ido con su padre, estarán fuera hasta finales de agosto, yo estoy sola”
Realmente no le preste atención, pero aquella noche cuando fui a tirar la basura y pase por delante de su casa, estaban apagadas las luces, mientras me alejaba de allí iba pensando que habría hecho de estar las luces encendidas.
Tire la basura a los contenedores, y volví sobre mis pasos, al pasar por delante de la casa de Matilde, tenía la luz del salón encendida, me pare delante de la puerta, me sentía excitado, mi polla comenzaba a despertarse, me decidí y llame a la puerta, me abrió Matilde, llevaba puesto un camisón rojo de tirantes, corto, y claramente no llevaba sujetador.
- “José Antonio, ¿Qué haces aquí?, ¿Qué quieres?” me pregunto ella
- “Estaba en casa S O L O y pesen si tendrías una película por ver”
Sonrió, dio un paso a tras, dejando la puerta libre.
- “Entra no te quedes hay”
Entre en la casa y ella cerró la puerta tras de mí.
- “Vamos a mi habitación, tengo una televisión nueva, y una película interesantísima”
Me condujo a su habitación, tenía una televisión nueva plana y muy grande, pero no llegamos ni a encenderla, la película la íbamos a hacer.
Se quito el camisón, dejando los pechos al aire, solo tenía las bragas beige. Los años la habían mejorado, estaba imponente, acaricie sus pechos, mordisquee los pezones.
Se tumbo sobre la cama y se quito las bragas, sorpresa, tenía el coño depilado, ni un solo pelo. Mientras mordisqueaba sus pezones, metí mi mano en su entre pierna, acaricie su clítoris y sus labios vaginales, comenzó a humedecerse el coño. Mi polla se rozaba con su muslo, me la agarro con su mano, y la acaricio.
- “Métemela, no quiero correrme solo con caricias, como si me masturbase” dijo entrecortadamente, entre jadeos.
Me metí entre sus piernas, haciendo que las pusiera sobre mis hombros, antes de meterle la polla la pase por fuera haciendo que el fluido vaginal la lubricase, ella estaba a punto de alcanzar el orgasmo, y lo alcanzo al sentir como mi polla entraba en su vagina.
Seguí entrando y saliendo, empujando, durante unos minutos, cambiamos de posición, me tumbe boca arriba, y ella lentamente se sentó sobre mi polla, quedando ensartada, se movía hacia delante hacia tras, a derecha e izquierda, arriba y abajo, mientras yo estrujaba sus pechos, y pellizcaba sus pezones. De pronto se dejo caer sobre mí, tuve que seguir yo con movimientos pélvicos, alcanzando otro orgasmo.
- “Tú no has llegado” dijo jadeando exhausta.
No había llegado, así que hice se pusiera a cuatro patas, agachando la cabeza sobre la almohada, y desde atrás se la metí en la vagina, empujando una y otra vez, hasta que me corrí, mi leche inundo su vagina, haciendo que alcanzase un último orgasmo.
Nos quedamos dormidos, y al igual que ella cuando me desperté me vestí y me marche.
Pensé: deberán pasar otros 6 años para que me vuelva a follar a Matilde .
Pero en esta vida no se puede aseverar nada, y esta semana una tarde al volver del trabajo, hablando con mi mujer.
- “José Antonio, he hablado con Matilde…”me entro un escalofrío, que le habría contado Matilde a mi mujer “…el sábado le traen unos muebles de esos que se han de montar uno mismo”
- “Ah, bien” suspire mas tranquilo
- “Le he dicho que tú te das mucha maña en montar esos muebles”
- “¿Y?” respondí yo
- “Debemos ser buenos vecinos, le he dicho que te lo diría, por si podías hacerle el favor”
- “Ya veremos, según lo cansado, que este”
Mi mujer me estuvo dando la tabarra toda la semana, para que aceptase hacerle el favor a Matilde. Si le decía que no mi mujer se enfadaría conmigo y si aceptaba sabía lo que podía suceder.
¿Qué debo hacer ser un buen vecino, y aceptar, o por el contrario ser un mal vecino, y tener de morros a mi mujer? Podéis opinar, la solución dentro de una semana en los comentarios.