A la sombra de un olmo
Bebí de tu néctar y me refugié en tu cálido interior.
No soy un buen poeta, pero ahí les va un intento de crear, no sé si llamarlo poesía, no sé si llamarlo erótismo, es algo sencillo, pero espero que les guste.
A la sombra de un olmo
llenamos de nutrientes la tierra,
bebí de tu néctar
y me refugié en tu calido interior.
Tus pechos endurecidos con la brizna de aire
me anunciaban la llegada de un velero
que surcaba los prados verdes
donde tantos infelices (felices)
murieron en el amor.
Enredado en tu pubis descubrí que el mundo
no era como me lo habían descrito,
y sutilmente fuiste abriendome los caminos
destellos de luz que guiaban la ruta
por donde volvería a nacer.
Mientras el sol ardía en nuestros corazones
las hojas y ramas del olmo
dibujaban en tu piel tonalidades
que bailaban al son de tu cuerpo y el mío.
A la sombra de un olmo nuestras pieles se conocieron,
carne convertida en la amistad, viva,
que se recorren para convertirse en un yo
entre la otra persona,
espejos inversos donde reconocernos en el otro.
No sé si es a caramelo a lo que sabe tu lengua,
pero lo cierto es que mis papilas gustativas
me transmiten que eres tú la que llena de dulzura mi boca,
y si no es a pan a lo que sabe tu coño,
gustoso me alimentaría durante siglos
como marinero que encuentra un festín
tras varios meses navegando a la deriva.