A la primera persona que amé - Confesión

Después de algunos años, hoy pensé en ti... o más bien, en aquello que alguna vez me hiciste sentir. Ese gran amor que con el paso del tiempo se transformo

Después de algunos años, hoy pensé en ti... o más bien, en aquello que alguna vez me hiciste sentir. Ese gran amor que con el paso del tiempo se transformo en una gran amistad, razón por la cual bloquee de mi mente y de mi corazón el recuerdo de lo que alguna vez fuiste para mi, ese gran detalle que nunca te dije, que no se si llegaste a notar, pero ahora que lo pienso, yo era demasiado obvia, ¿no crees?

Nos conocimos en el primer año de prepa, tú la típica niña olvidadiza y rebelde que hacía todo a la carrera, yo la nerd en toda la extensión de la palabra. Al principio tu y yo no encajábamos, pero prestarte mi libreta de química y que casi no llegaras a la revisión, fue lo que rompió el hielo en nuestra relación.

Al principio solo compartíamos eso, mientras yo era tu tutora, tu te la pasabas en nubes de colores pensando en los problemas de casa y en el novio en turno. Empezamos a tomar una rutina: saliendo de clases, corríamos a mi casa, a comer  y a dizque estudiar, porque nos la pasábamos conversando de trivialidades la mayor parte del tiempo. Es por eso que te fui conociendo más y más, y me percate que debajo de esa fachada de niña mala, de niña a la que le valía el mundo, existía una chica tierna y con los pies bien puestos en la tierra. Con todo este trato, nos hicimos inseparables. Siempre que tocaba un trabajo en equipo, tú estabas conmigo. Te protegía y te quería tener siempre a mi lado. Al principio creí que era normal, que como toda amistad, así debía ser, pero mis sentimientos se empezaron a entremezclar y me confundían.

Uno de esos días, todo fue claro para mí, como siempre, empezaste a hablarme del chico que te gustaba, pero se veía la ilusión en tus ojos y se percibía la emoción en tu voz al referirte a él, entonces paso, yo sentí una punzada en el corazón y un gran hueco en el estomago, y fue cuando por fin lo entendí, cuando por fin lo acepte, me había enamorado de ti.

No sabes lo difícil que fue darme cuenta de eso, pensaba que era algo que se me pasaría, ya que eras la primera persona que en realidad provocaba mil sensaciones en mi y tenía que fingir que nada pasaba, empecé a actuar contra lo que sentía, no quería incomodarte y además, estaba segura que yo estaba mal, que mi corazón no debería amarte. Trate de todo ehh, hasta invente que me gustaba un chico de la misma clase y que toda mi atención estaba fija en él. No sé si tú te lo creíste, pero hasta me dabas consejos al respecto, yo solo guardaba silencio y rogaba al cielo que esto se acabará. Decidí con la mente, más no con el corazón, que debía alejarme de ti o no lo iba a poder resistir. Sin embargo, me era imposible. Tú te habías convertido poco a poco en mi motivo para asistir a la escuela, en mi motivo para ser la mejor estudiante, en mi motivo para salir adelante, fuiste mi luna y mi sol, todo mi mundo giraba entorno a ti y no me importaba lo que los demás decían y hablaban a nuestras espaldas porque seguro que se dieron cuenta de mis verdaderos sentimientos por ti. A ti tampoco te importaba, o eso creo, porque jamás te alejaste de mi lado, ni siquiera en las múltiples ocasiones que te hice llorar porque claro, mi carácter no ayudaba, ¿verdad?. Me enojaba por todo y por nada, sin embargo, tú  esperabas pacientemente por mí. Ahora que recuerdo, tú eres muy buena actriz, así que desconozco si en verdad no te dabas cuenta de mis sentimientos.

Ahh y es  que no te dicho porque me enamoraste: En aquel entonces me gustabas en todos los sentidos, para mi eras la persona más hermosa, primero por tus sentimientos, por lo frágil y fuerte que me parecías, tu honestidad, tu forma de expresar lo que querías y sentías, tus sueños, tus ideales, tus ganas de salir adelante, tu sinceridad, lo observadora que eras, y tu rebeldía, eras mi compañera de travesuras, y le habías dado a mi vida otro sentido fuera de los libros y la escuela... pero también me impactaba tu belleza absoluta:  tu cabello rizado, negro como la noche, tus piernas perfectamente torneadas, tu cuerpo bien desarrollado, tus caderas de la medida justa, tus facciones tan tiernas y finas, tu sonrisa perfecta, y la picardía de tu mirada. Y que decir cuanto se te ocurría cambiarte de ropa frente a mí, yo quería salir corriendo por pena o vergüenza de verte, más tu siempre me detenías, y me decías "ayy pero si tenemos lo mismo o no??" y te echabas a reír,  y no me dejabas huir a ningún lado, así que más de una vez me toco observar tu perfecto cuerpo casi sin ropa, me dejabas muy poco a la imaginación, y aunque siempre trataba de no verte directamente, la maldita curiosidad me vencía y terminaba por devorarte con la mirada, ¿acaso nunca lo notaste?.

Un día sentí que te perdía... fue horrible... Fuimos a una excursión, ¿recuerdas?. Casi al final montamos en unas lanchas en un lago muy bonito, y mientras jugábamos guerritas de agua con otros compañeros, tu te empezaste a marear, y te desvaneciste, por milagro caíste sobre mi, y no sobre el agua, la cual en esa época del año estaba terriblemente fría. Con mi rostro lleno de preocupación trataba de reanimarte junto con otros compañeros, no sabía que te pasaba, fueron minutos desesperantes, internamente rogaba porque no fuera nada grave. A los pocos minutos reaccionaste, yo no te quería soltar, te tenía recostada sobre mis piernas y te cuidaba en lo que llegamos a la orilla. Allí empezó un tiempo en que el que tenías problemas de salud, no comías bien, te mareabas, y aun así querías seguir realizando actividades físicas, porque te acuerdas que estabas en el equipo de porristas? Y en fin..., fue en esos instantes que te vi tan frágil, que me preocupe por ti, que me prometí a mi misma, cuidarte y procurarte siempre, obviamente en mi mente estaba resignada a que sólo fuéramos amigas, sería la mejor para ti...

Por otra parte, muchas ocasiones trate de acercarme a ti, me comportaba como una persona súper expresiva pero solo contigo y te abrazaba por cualquier cosa, te escribía cartas todos los días, me encantaba sentir el roce de tu piel, y provocaba cualquier cosa con tal de tener tu cercanía. Soñaba sí, pero era tan grato soñar que eras para mí. Y cuando pasábamos la noche juntas porque nos desvelábamos estudiando, en secreto te contemplaba durmiendo. Podía ver el reflejo de la luna que se colaba por la ventana sobre tu hermoso y perfecto rostro, tu respiración pausada y suave, de vez en cuando te revolvías a mi lado seguramente soñando con tus travesuras y sonreías, y yo moría de ganar de besarte, de tocarte, de hacerte saber que moriría por tí, más de una ocasión fingí demencia y te abrace mientras dormíamos, a ti no parecía molestarte, empecé a creer que tenía una oportunidad contigo, pero...

Un buen día, llego el chico guapo de otro colegio, a promocionar no sé que cosa, y entonces sucedió, en algún punto te gusto, en algún momento le gustaste, y empezaron a salir. Yo pensé que la cosa no iba en serio, pero lamentablemente me equivoque. Al poco tiempo, paso por mi casa junto con otra amiga, para que les indicará donde vivías pues te quería dar la sorpresa de irte a visitar. Yo con el corazón estrujado y sabiendo que a ti también te agradaba, no tuve más remedio que indicarles donde vivías, pero conste, yo definitivamente no lo soportaba.

Al poco tiempo se hicieron novios, y yo estalle, con el pretexto de que era muy pronto para que volvieras a andar con alguien, disfrace mis celos de malestar, y no quise conocer a tu adorado príncipe azul. Día tras día iba por ti a la escuela, y entonces tu dejaste de venir a mi casa y de estudiar conmigo, dividiste tu tiempo, para darle prioridad a él, lo cual era normal, pero a mi me dolía. Tú te lamentabas por ello, yo era tu mejor amiga, y el tu novio, querías que nos lleváramos bien.

Después de meditarlo y meditarlo, decidí pues conocer al tipo que te robaba el sueño, y así fue. Ni modos, que decir. Era y es un buen chico, claro que se había ganado tu corazón. Era amable, tierno, caballeroso, guapo y agradable, todo lo que tú en realidad te merecías. Sin embargo, mi corazón aún sufría, yo te quería solo para mi y sé que suena egoísta, pero a pesar de todo te amaba.

Los problemas empezaron en tu casa, tu mamá no lo aceptaba, por un momento me puse feliz suponiendo que te obligarían a dejarlo, pero nada que ver, me partió el alma verte mal por eso, en verdad te estabas enamorando y yo no quería que sufrieras, te entendía perfectamente, querer algo y no poder tenerlo, definitivamente tu no te lo merecías.

Así que tuve que hacerme cómplice de él, y los empecé a ayudar a verse a escondidas, y aunque me daba gusto por ti, por las noches yo lloraba en la soledad de mi habitación. ¿Qué más podía hacer? Gracias al cielo, empezaron los concursos de conocimientos en la escuela, y yo me apunte con ganas de tener cosas en que pensar y que ya no te colaras en mi mente, y por un tiempo funciono, ya no pasábamos tanto tiempo juntas, y te extrañaba a morir, pero verte feliz y radiante me llenaba el alma de una forma que aún no puedo describir. Después, mi tiempo siguió limitándose, toco realizar practicas profesionales, y casi salía de clases y me iba corriendo a la empresa donde me tocaba estar, pero para colmo de males, quedaba cerca de la escuela de tu príncipe, así que tomaste la costumbre de irte conmigo casi todos los días y ahora eras tu quien pasaba por el a la escuela... Valiente cosa verdad?, el cielo definitivamente no me quería o es que a fuerza de verte con él, yo tenía que olvidarte...

Fueron 6 largos meses así,  y entre más iba conociendo a tu novio, mejor me caía, para todos lados iba conmigo, hasta me adopto como hermanita, caray que suerte la mía, pero bueno ya faltaba poco para que mi agonía terminará, para respirar lejos de ustedes, cada uno de nosotros iría a diferentes escuelas al salir de la prepa, así que me resigne a pasar los últimos meses a tu lado.

El día de la graduación por fin llego, y tu te veías bellísima, bueno bellísima es poco para describirte, pero extrañamente tu dijiste lo mismo de mí, y yo me sonroje, no es que no me dijeras cumplidos de vez en cuando, pero ese comentario lo sentí como que muy directo, ideas mías pensé. Tu novio te acompaño casi durante toda la noche que duro la fiesta, y yo había decidido ignorar las pequeñas punzadas que me daban en el corazón al verlos tan juntos, me dispuse divertirme con mis demás amigos, y por largo rato así fue, hasta entrada la madrugada y ya con unas copas de más, te acercaste a mi y me pediste que te acompañara al servicio, cosa que acepte de buen grado, necesitaba un descanso de tanto baile,... Al llegar, te dirigiste al lavado y te echaste un poco de agua en la cara, yo me recargue sobre la pared mientras te esperaba y me secaba la frente con una servilleta... en eso me percate que tenías los ojitos rojos, estabas llorando, y te pregunte que pasa, me dijiste es que te voy a extrañar mucho, yo te abrace, me llenaste el pecho de una ternura inimaginable, y al separarnos, te vi directamente a los ojos y te dije no llores, nos seguiremos viendo, y me dijiste lo sé, y sin darme tiempo a reaccionar, me plantaste un beso en los labios... Yo me quede en shock, porque en esos instante no había pasado ninguna de esas ideas por mi mente, pero sentir la suavidad de tu labios, tu respiración entre agitada y suave, no me permitió pensar mucho y te respondí, poniendo todos mis sentimientos en ese pequeño pero dulce contacto... te separaste de mi solo para abrazarme más fuerte... y me dijiste, lo siento, tenía que hacerlo... Yo te pregunte por qué... y tú me dijiste no lo sé... En ese instante por primera vez yo no sabía como hablar contigo, así que deshice el abrazo y te dije regresamos a la fiesta...

A partir de allí, las cosas estuvieron extrañas, pero eran vacaciones así que me tome un respiro y hasta pensé que habían sido imaginaciones mías. Además yo sabía que amabas a tu novio, se te notaba a leguas, y el te amaba a ti, y era mi hermanito, así que ese beso, o lo que haya sido, tenía que quedar allí, simplemente allí. Me debatí mucho, tu eras lo que yo más deseaba, lo que yo más quería, pero por lo mismo, no iba a confundir tu vida, porque uno sabe cuando las cosas son reales o es un simple espejismo, uno lo sabe y yo yo estaba perfectamente consciente que no iba a pedir más explicación de lo sucedido, iba a atesorar ese recuerdo y te dejaría partir de mi corazón.

En vacaciones, después de semanas sin vernos ni hablarnos, me llamaste por teléfono, estabas preocupada porque yo era quien siempre te llamaba, y no lo había hecho, pensaste que estaba o enojada contigo o enferma, y nada que ver. Quedamos en tomarnos un café, y yo por primera vez me sentía en control de la situación. Nos vimos, tu no me mirabas a los ojos, y yo estaba extrañada  y divertida con tu actitud, me preguntaste si estaba molesta contigo por lo de la graduación y te dije que no, me dijiste te debo una explicación y yo te mire lo más tierna que pude y te dije, que no me dijeras nada, que yo sabía perfectamente que amabas a tu novio, y que lo que había sucedido, no era nada de que lamentarse, que yo siempre te iba a querer y que seríamos las mejores amigas siempre. Cuando dije eso, internamente ni yo me la creía, pero ya había pasado mucho tiempo viéndote con tu novio, así que el dolor había menguado. Tu simplemente sonreíste ante mis respuesta y me apretaste las manos para decirme "seremos las mejores amigas por siempre", y vi como suspiraste aliviada... yo también sonreí mientras pensaba que era la mejor decisión que había tomado.

En esas vacaciones no nos vimos más, tu estabas ocupada pues ibas a empezar a trabajar ya que te tomarías un año libre,  y yo estaba arreglando mis papales para entrar a la Universidad... cuando regresamos a clases, todo estaba normal... nos veíamos de vez en cuando, salíamos, compartíamos casi todo, y ya no me dolía el corazón al verte con él...

Tiempo después te conté que me había enamorado de una mujer, obvio no eras tú, y fuiste quien más me apoyo con mi decisión de expresarlo abiertamente, te sorprendiste al principio pero creo que luego recordaste lo de la graduación porque dijiste "ahh ahora entiendo" y yo solo sonreí, las cosas por fin se estaban acomodando para mí.

Hoy 15 años después de todo aquello, eres una mujer exitosa y felizmente casada con aquel que me adopto como hermanita (insisto, que suerte la mía) y yo estoy feliz y muy enamorada... Si bien nos hemos distanciado un poco o mucho, la verdad es que los amigos no necesitan permanecer físicamente para quedarse siempre en el corazón... Así que hoy compruebo que la decisión que tome aquella tarde de café, fue la mejor ¿no crees?