A la luz del amanecer (2)
Conclusion del anterior relato. Lo que sucede en una verbena...
A la luz del amanecer
Unos minutos mas tarde llegábamos alas puertas del chalet de Adolfo. Este era el abogado que había tramitado el divorcio de Marta, y desde aquello se habían hecho muy amigos. Junto a el se encontraba su mujer, Silvie, una francesa con la que llevaba casado mas de diez años. Silvie, era toda una muñequita, diminuta, esbelta, con una aniñada cara de picardía y unos ojos verdes como para perderse en ellos. Fueron acercándose los demás invitados a recibirnos. Marta, con sorna y recochineo, nos recalca la tardanza, suponiendo el motivo real del retraso... "Los últimos serán los primeros...", le conteste yo, manteniendo la broma.
Marta fue presentándonos a los demás. A parte de Tania y Monique, que se encontraban al fondo del salón en animada conversación con toda una aparición de ébano, una verdadera diosa hecha carne, a la que me presento Monique efusivamente, como su hermana pequeña Eva, a la cual, os lo digo sinceramente, no tengo palabras para describirla: simplemente perfecta.
Estaba también Sergi, un famoso actor, conocido a parte de por su buen hacer dentro de su profesión por su profunda voz; que era intimo amigo de Adolfo. Marta nos llevo hasta los dos últimos invitados. El se llamaba Adán, y era un joven bastante agraciado, amigo también de Adolfo, que recientemente se había quedado viudo, por culpa de un accidente de trafico. A su lado, se encontraba Andrea, la prima de Marta, una pelirroja (su madre era irlandesa de pura cepa) pecosa y guapísima a la que ya conocía de antes.
Así ya, hechas las presentaciones comenzamos la cena, haciendo grupitos, ya que cenábamos de pie, picando de los deliciosos platos que había preparado Silvie. Yo entable conversación con Silvie, y Andrea se unió a nosotros en la terraza. Sonia y Marta, charlaban con Adolfo, de algo muy divertido, pues sus risas llegaban a nosotros con facilidad. Adán estaba sentado en un sofá hablando con Eva. Y Monique y Tania estaban embelesadas oyendo a Sergi.
Andrea empezó a poner discos y comenzamos a bailar. Debían ser un poco mas allá de las dos, cuando Sergi, comento que lamentándolo mucho debía marcharse para Barcelona ya, pues al día siguiente había de coger un avión. Monique y Tania, se apuntaron al regreso con él.
Tras despedirse de todos, los tres cogieron el coche y se marcharon de regreso a Barcelona. Adolfo se acerco a mí y me pregunto por Adán. Me comento, que Adán había venido a regañadientes a la cena y que le había dicho que a la que pudiera se iría. Yo, que la ultima vez que lo vi, estaba con Eva; me di cuenta que entre los que allí estábamos también faltaba Eva, así que sume dos y dos...
Subimos hacia la terraza y empezamos a bailar. Entre copa y copa, baile y baile, la cosa se estaba animando. Las horas habían ido pasando sin que nos diéramos cuenta. La luz de las antorchas que iluminaban la terraza, se estaba consumiendo, a la vez que se intuía ya en el horizonte el próximo amanecer.
Silvie, se arrimaba cada vez mas a mí, muy pero que muy insinuante, cosa que atribuí al alcohol, La verdad es que hasta que vi a Adolfo, morreando a Sonia allí delante, no me di cuenta que aquello no había hecho nada mas que empezar.
Andrea aparto a Silvie, y me beso con fuerza. Silvie mientras tanto comenzó a desvestirse a mi lado. Su menudo cuerpo, resaltaba frente a la luz de la luna, y cambio de lugar con Andrea. Así mientras una me besaba, la otra comenzó a desvestirse. A nuestro lado, Marta le estaba comiendo la polla a Adolfo con sus profundas lamidas. A la vez, Adolfo estaba comiéndole el coño a Sonia y por sus gemidos bastante bien, por cierto. Andrea, me bajo los pantalones con celeridad, y si puso a hacerme el mismo trabajo que su prima estaba realizándole a Adolfo... Silvie, se subió a mi cara y me ofreció su entrepierna. No me hice de rogar, y comencé a comerme ese coñito que tenia ante mí. Andrea, seguía dándome lentas lamidas, acompañadas de pequeños mordisquitos en mis testículos, lo que me estaba poniendo a mil. Silvie, de pronto se giro, manteniendo su coño en mi boca, pero buscando con avidez el coño de Andrea.
Estábamos en el suelo formando ese curioso triangulo, cuando aparecieron Adán y Eva. Se habían ido a pasear y no se habían dado cuenta de la hora. Pensaban que estaríamos preocupados por ellos.
Supongo que la imagen seria bastante elocuente cuando nos vieron. La preocupación no estaba en aquellos momentos en nuestras memorias, y ni mucho menos ellos dos. Por un lado estaba su amigo Adolfo penetrando a Sonia mientras esta le estaba comiendo el coño a Marta. Por el otro estaba yo, al que Silvie utilizaba de potro mientras me cabalgaba y con Andrea sentada en mi boca, con mi lengua introduciéndose en su coño, mientras masajeaba los pechos de Silvie.
Supongo que tras el momento de sorpresa, se decidió a unirse a nosotros. Mas bien, creo que no pudo resistirse al beso de Eva, y es que ningún Adán podría resistirse a pecar con semejante Eva. Eva comenzó a desnudarlo mientras ella dejaba caer graciosamente al suelo su vestido. Mientras Silvie cambiaba de sitio con Andrea, pude ver como el escultural cuerpo de Eva se dejaba caer sobre la polla de Adán, introduciéndosela rápidamente... Yo comencé a bombear en el coño de Andrea, mientras me repartía sus pechos con Silvie. Esta se acabo subiendo a la cara de Andrea para que le trabajara el coño mientras nos besábamos con pasión.
Sonia había dejado a Adolfo metiendole la polla en el culo a Marta, y se encaminaba hacia donde Eva estaba cabalgando a Adán. Vi como cambiaba de lugar con Eva, para continuar la cabalgada, y Eva empezaba a besar a Sonia mientras los dedos de Adán se introducía en su coño.
La penumbra del amanecer, y el ocaso de las antorchas ofrecían una imagen de deliciosa lujuria. Deje a Andrea y a Silvie, dedicadas a un 69 y me acerque hacia donde estaban Marta y Adolfo. Sé que a Marta le encantan las dobles penetraciones, así que mientras que Marta se recostaba sobre el cuerpo de Adolfo, yo comencé a comerle el coño, encharcado ya de sus continuados orgasmos. La penetre dulcemente, mientras la besaba. Adolfo y yo nos compenetramos en los movimientos hasta que los gemidos de Marta nos llevaron al paroxismo final de una corrida a tres bandas.
Marta nos beso a los dos. Eva que se había acercado a ver el espectáculo se estaba masturbando en el sofá. La visión de esa diosa de ébano, de largas piernas y duros pechos, nos llevo directamente a Adolfo y a mí a poner a su disposición nuestras herramientas. Ella no se hizo de rogar. Se arrodillo entre nosotros y comenzó a limpiarnos las pollas a base de unas increíbles lamidas.
Silvie se acerco a su marido y lo beso, mientras Andrea se situaba a mi espalda y empezaba a rozarme con sus pechos. Marta se recostó a nuestro lado, muerta de orgasmos. Adán y Sonia se unieron al grupo, Adán metiendosela a Eva en su coñito y Sonia besándome con frenesí.
La luz del amanecer se había hecho ya evidente. La claridad era ya casi total. Un hermoso sol rojo estaba naciendo en la línea del horizonte. Mientras, nosotros ocho disfrutábamos del sexo con verdadera ansia.
Adolfo ya no pudo mas y se corrió en la boca de Eva que recibió encantada el semen. Silvie subida en la boca de Adán, que seguía follandose a Eva, cogió la polla de su marido y se encargo de las ultimas gotas.
Sonia que había cogido mi polla , la había dirigido al culito de Andrea que se ofrecía gustosa. Mientras ellas se estaban haciéndose un 69. Unas cuantas embestidas mas y llene el ano de Andrea de mi semen, a la vez que escuchaba los gemidos de Sonia, corriéndose por enésima vez este día.
El ultimo fue Adán, el cual salió de Eva e introdujo su polla en el culo de Silvie: -"Siempre lo había querido hacer...", comento entre sudores. Tras correrse, nos fundimos todos en un abrazo cayendo rendidos sobre la terraza a la luz del amanecer .