A la luna de valencia iv

SOFIA Y CARMEN TIENEN SU PRIMER BESO: Abrió los labios por completo y el beso se hizo más cálido pero dulce a la vez, su boca sabía a la deliciosa mezcla de licores que aquella noche habíamos tomao, y mi lengua no dudó en precipitarse contra la suavidad de su paladar para poder degustarlos mejor....

A LA LUNA DE VALENCIA

Escrito por: Atramentum et pergamen

*"Si un adios las deja heridas / ellas lloran a escondidas / Y le cuentan a la luna / que nos dieron su ternura. (Alejandro Parreño)

"Tras estar cautiva durante siglos por la Iglesia y la nobleza, que utilizaba a los artistas como si fueran siervos, la cultura comenzó a emanziparse y a secularizarse con el comienzo de la Ilustración, y pasó a manos de una poderosa y emergente burguesía, que en parte la utilizó como excusa y base de su lucha contra la aristocracia decayente para obtener el poder..."

Dios....¿quién me mandaría a mí cogerme Sociología del Arte como optativa, ¡que tollo de apuntes! Y aún estamos en marzo, no quiero ni pensar lo que llevaré para los exámenes...madre mía, por una vez en mi vida, debí hacerle caso a Bea y no cogérmela, pero no, claro "¡sociología del arte suena muy interesante, y si es optativa no tiene que ser difícil!", no nada, que va...

Aaayyy, y es que no puedo concentrarme. Toda la culpa la tiene ella, ¿que cada vez que empieza la semana tiene que dejarme tirada y preocupada o qué? Maldito enamoramiento, si cualquier otro me hubiera hecho lo que ella me hizo, le hubiera mandao a petar al instante, pero no, tuvo que ser ella, y claro, ella es.....todo. Extraño, locura si se quiere, pero verdad como un templo, ella lo es todo. Han pasado ya muchos días, y apenas la he visto, siempre me hace lo mismo, me llena de esperanzas...y de repente se ofusca, desaparece y consigue que me hunda. Ahora ha tenido la buena excusa de los entrenamientos, claro, con esto de que hayan adelantao el torneo, tiene que entrenar a piñón, horas y horas todos los días, no sé como no revienta. Pues ale, que entrene que entrene, tengo unas ganas de verle ese día....si es que no tengo remedio, me dio un plantón impresionante delante de dos desconocidas, consiguió que mi hermano y yo discutiéramos por ella, y aún así, quiero animarle, quiero estar allí y apoyarle. Porque cuando lo hizo, yo noté algo extraño en su voz, se le veía muy preocupada, y la cara la tenía como desencajada, algo malo le pasaba, sino no me habría tratado así, yo ví algo más...esas dos mujeres le estaban alterando, lo sé, lo presiento.....¡joooo!, yo y mis "lo presiento", así me va en la vida, siempre cofiando, nunca aprenderé, me van a dar de ostias....."el hombre es bueno por naturaleza", pues no sé yo eehh...

Un chico me miraba desde el otro lado de la clase, sólo estábamos él y yo esperando al profesor de la dichosa optativa, la gente había hecho desbandá de esa asignatura en cuanto se las vió venir, y de los treinta matriculados sólo íbamos ya a clase diez como mucho. El pobre me miraba con cara de "me he encerrado en este zulo de clase con una esquizofrénica, socorro". ¿Habré pensado en voz alta? Espero que no...creo que no, a lo mejor es que no he podido evitar poner mis caras típicas de cuando divago...esto no lo aguanto, no tengo la cabeza para soportar clases de nadie, y encima Manolo enfadao conmigo porque vaya con Sofía...¿cómo estará? A ver....las doce y cuarto, si me voy ahora no me cruzo con el profesor, ale pues, andando.

Y salí de aquella clase despidiéndome del pobre chico, que creo que salió detrás de mí, porque pasaría de quedarse él sólo para aguantar tal tostón.

Estando en el ascensor, mi hermano me hizo una perdida al móvil, y no sé porque me preocupó. Aún le duraba el mal toque desde la discusión del martes por la tarde, cuando volvimos a casa después de lo que me pasó con Sofía. Si al chico por lo que fuera no le convenció mi vecina, después de contarle lo que me había hecho, todavía se le atravesó más. Recordé la bronca tan grande que tuvimos nada más cerré la puerta de mi piso:


  • ¿Se puede saber qué narices te pasa con Sofía? No le conoces de nada, te portas como un estúpido cuando te la presento, y encima no paras de criticarle durante la comida, a ver, explícame que te ha hecho. - le preguntaba a mi hermano con los brazos en jarra-.

  • No me ha hecho nada, Carmen, pero no me gusta. - me hablaba desde la cocina, preparándose alguno de sus extraños zumos-. No me dio buena espina cuando me la presentaste, y menos después de lo que te ha hecho, me preocupo por ti, no quiero que nadie te haga daño.

  • ¿Qué no quieres que me haga daño? - fui en dos zancadas hasta el marco de la puerta de la cocina, no le entendía-. ¿Quién no quieres que me haga daño? ¿Sofía? Sofía no va a hacerme daño, más bien todo lo contrario.

  • ¿Cómo que todo lo contrario?

  • Sí, Manolo - me senté con él en la mesa, intentando tranquilizarme y bajarme los calores de la cara-. A pesar de que me conoce de poco....se está convirtiendo en alguien importante, me apoya, está ahí, no sé como se las apaña, pero está ahí cada vez que necesito de alguien.¿Quién crees que fue la primera persona en consolarme cuando me llamaste el viernes? ¿Y quién, aparte de Bea me saca de esta maldita rutina urbana que se hace conmigo?

  • Oye, oye, oye - me cortó alzándome las palmas de las manos, como para evitar que mis palabras llegaran a él-. Ahora no te me pongas dramaturga ni me empieces con tus melodramas. Sigo pensando que esa chica no te conviene, le veo algo, me hace sentir algo..incómodo, pero más aún, hay veces que hasta me da miedo, es como si escondiera algo.

Me sorprendió que él en apenas tres horas hubiera conseguido notar aquello que Sofía me confesó dos días atrás en el trnvía, efectivamente, si Sofía no ocultaba algo de su pasado, al menos sí que huía de él, pero no iba a dejar que mi hermano ganara la partida así como así, el jaque-mate sería mío o de nadie.

  • No me sirven tus "me da mala espina", "me hace sentir algo", no son más que prejuicios escondidos en frases místicas.

  • Cosa que tú utilizas bastante - me recordó señalándome con su índice, y tenía razón. Me estaba cazando, tenía que espabilarme si quería comerme a su rey, sus movimientos eran más efectivos que los míos. Me tomó de las manos suavemente-. Teeeeta...teta, escúchame, sólo me preocupo por ti, eres mi hermana, joder.

  • Pero soy yo quien debería preocuparse de ti.

  • Mira, no me trates como si fuera un enfermo inútil, vale. Y no me cambies de tercio. Te decía que no me gusta esa chica, que te digo yo que algo oculta. Además - bajó la mirada para continuar la frase, parecía incapaz de decírmela mirándome a los ojos -, no me gusta nada...el cariz que está tomando vuestra relación.

Mi mandíbula se desencajó, chocó contra el borde de la mesa y cayó al suelo. Pero como....¿cómo se daba cuenta de estas cosas?

  • ¿Cariz, qué cariz? ¿Qué relación? Manolo, ¿de qué me estás hablando?

  • ¡¡Ay, ya para!! ¿Vale? Que tengo ojos para algo, y te conozco - se levantó de la mesa y fue hasta la pila para dejar el vaso sucio en ella-. Carmen, no me pongas esa cara, que he visto como le mirabas, y como te miraba ella, joder, que la cara se os derritía a las dos cada vez que os hablabais o se encontraban vuestros ojos, y he visto también lo atentas que estais la una de la otra, por no decir de lo emocionada que me la has presentao, y también como hablaba Bea de las dos...que el único que parecía no enterarse del tema era el pánfilo ese de su novio...Vicente.

Después de tal alarde de capacidad de observación, el espía de la Gestapo que parecía tener por hermano se sentó en el banco, balanzeando las piernas y esperando una respuesta. Me fijé en su postura y me hizo gracia, los dos estábamos sentados en algo que no era una silla, con las piernas colgando, lo hacíamos ya desde críos en nuestra casa de Bolbaite.

  • Manolo, ¿tienes acaso algún problema con eso? - intenté suavizar mi tono de voz, la confesión que estaba a punto de hacer era muy importante, y lo que mi hermano pensara de mí tras ella, todavía me importaba más-. Quiero decir....no te voy a negar que siento algo por ella, no lo niego porque no puedo, porque cada vez es más grande...pero...no sé, que problema puedes tener tú con eso, al fin y al cabo siempre has sido bastante abierto con esos temas...

  • No tengo ningún problema Carmen, sabes bien que no. Pero...no sé, la verdad, me sorprende la facilidad con la que te has olvidado de Sergio.

Mis hombros y mi paciencia decayeron al mismo tiempo, ya me extrañaba a mí que tardara tanto en sacar el tema.

  • Yo no he olvidado a Sergio, porque no hay nada que olvidar, nunca hubo nada...nunca debió haberlo, a ver cuando os entra en la cabeza. Y además, no sé porque lo nombras ahora, si no tiene nada que ver en esto.

Me bajé de la mesa y me dispuse a hacerme una tila, mejor dos, la discusión iba a ser larga, y estaba tomando un camino muy tenso

  • Bueno, da igual, ibais bien, haciais buena pareja....y si no hubierais cortao...Patricia y yo seguramente seguiríamos juntos.

Patricia era la hermana mayor de Sergio, casi de la misma edad que Manolo, y había empezado a salir con él poco después de que Sergio y yo lo hiciéramos. Éramos la comidilla del pueblo, la pareja de parejas más popular de todo Bolbaite, y al poco de que lo mío con Sergio se acabara, cortaron ellos dos también:

  • Manolo, mira, no me hagas responsable de algo de lo que sabes que no tengo culpa. Yo ya te advertí cuando te líaste con ella que no te convenía, que era una inmadura y una repelente, pero tú, como siempre no me hiciste caso.

  • Aú así, Carmen, tema aparte, ¿has pensao en el disgusto que les vas a dar a los papás cuando se enteren? ¿Por dónde quedará su posición en el pueblo cuando se entere la gente de que ahora sales con una mujer a la que apenas conoces, encima forastera?

¡Chúpate esa! Lo que me faltaba, que mi hermano se me pusiera xenófobo y empezara a recordarme las ferreas tradiciones de mi familia, como si no llevara ya bastante disgusto encima, y además se atrevía a afirmar que yo ya me había enrollado con Sofía. Intenté contenerme la rabia, sabiendo como estaba su estado de salud y que un enfado mayor no podría ser nada bueno para él.

  • Pues si no les parece bien, ajo y agua. Yo no pienso seguir pendiente del que dirán, además, ya no vivo en Bolbaite. Y si a los papás no les gusta, mala suerte, es lo que hay y soy su hija, me tendrán que aceptar. - retiré los vasos con agua caliente para la tila del microondas, y le tendí uno a mi hermano, que lo dejó malhumorado en el banco-. Y para tu buena marcha, aún no he hecho nada de nada con ella, y a este paso no lo haré nunca.

  • ¡¡Pero como van a aceptar eso!! Si yo todavía no me creo que hayas cambiao a alguien tan bien como Sergio por una griega extraña...no veo como has podido hacerle eso al pobre chaval.

A Dios pongo por testigo que intenté contenerme, reprimir mi rabia y mi enfado teniendo en cuenta su enfermedad, pero joder, le advertí que no lo hiciera, y aún así lo tuvo que hacer. Le pedí que no mezclara a Sergio en esto, no quería que mi mejor amigo se viera involucrado en algo así, y no me hizo caso, como siempre. Y estallé.

  • ¡No pienso permitir que vuelvas a nombrar a Sergio en medio de este tema! - grité mientras golpeaba el granito del banco de la cocina-. ¡No dejaré que lo hagas, por vuestra culpa perdí la amistad más bonita que en la vida haya tenido y no voy a tolerar que su nombre salga ni por tu boca ni por la de nadie de la familia! ¿Está claro? Así que más te vale que no le involucres ni me marees más, ni me lo nombres con ninguna intención o..¡no volveré a dirigirte la palabra! - alaaaa! En un momento había convertido una auténtica bronca de hermanos en toda regla, en una rabieta típica de cría de seis años. Sólo me faltó patalear mientras gritara "¡pos ale, pos ya no tajunto!" era una tontería, sí, pero él pareció tomárselo bastane en serio, y me soltó:

  • -¡Pues mira, igual hasta acaba siendo lo mejor para los dos!

Y se metió en su habitación dando un portazo que debió sentirse en toda la finca.

De un manotazo tiré el vaso de tila a la pica, había resultado ser más corta de lo uqe yo me creía. Pero lo que no me imaginaba es que esa tila me fuera a hacer tanta falta.

Me senté rendida en un banco de la facultad, recordar la discusión con Manolo de días atrás me había dejao abatida y triste.

Decidí esperar a que Bea saliera de las clases, y a los pocos minutos de espera, su cabeza castaña apareció por una de las puertas del aulario, justo la que estaba enfrente de mi banco, jeje, costumbres fijas que yo me sabía de memoria. Iba de la mano de su amado Visent. Me sonrió sorprendida, pero enseguida su rostro se tornó en preocupación, mordiéndose el labio. Al poco ví cual era el motivo de ese gesto, justo detrás de ellos dos apareció el trabajado cuerpo de Jaume, que al verme me sonrió alegre y se dirigió hasta mí con cierto aire....¿seductor? Pero bueno, ¿cuántas veces iba a tener que darle calabazas al tipo este para que se diera cuenta de que no...de que no eso? ¿Es que iba a tener que explicarle que, por decirlo suavemente, a mí ya no me iban los badajos? Aaayyy, me esperaba un día duro.

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*"Te gusta engañar/te place mentir/ te ensucia el ayer y el hoy por venir./Se saben tus guiños/ tus malos caminos / se temen tus vicios / tu falta de oficio.(....)Mi turno en vivir/ el tuyo dañar / y nunca cumplir / nada de ná. (Café Quijano).

Por enésima vez miré frustrada la pantalla del ordenador. Esto no era propio de mí, no era normal que me estuviera costando tanto. Era un mísero resumen de un par de pelis, el bloqueo mental me estaba atacando más de lo normal, y yo sabía bien cual era la causa de que se cerrara mi pobre cabeza saturada, y que era igual y a la vez distinta de la única llave capaz de abrirla.

El molesto teléfono me sacó de mis inútiles cavilaciones, y lo miré extrañada, notando como instintivamente se me alzaba una ceja. No tengo ganas de contestar, Carmen no tenía el número de mi fijo, Antonio estaría toda la semana en su chalet, y si quería algo urgente ya acordamos que me llamaría al móvil, y mi familia de Grecia no era, acababa de hablar con ellos por el MSN. Descartando acabé por concluir que sería Agriel quien llamaba, y aún tuve menos ganas de contestar.

El fin de las llamadas me ayudó a no hacerlo, y aliviada volví a bucear en mi subconsciente cinematográfico, en busca de otras películas para poder relacionar con las dos que ayer me había echao al cuerpo. Cerré los ojos, y cuando estaba llegando a lo más profundo de mi inconsciencia y a punto de encontrar esas dos referencias, (vamos, que me estaba quedando torrá), me hizo saltar otra vez el cabroncete del teléfono. Cooooño, pues no me salía de las narices contestar, no tenía "gana vainas", como diría Carmen alguna vez. Así que hize caso omiso, aumenté al volumen de la música que salía de mi ordenador y me concentré en el teclado, intentando mandar órdenes a mis dedos, para que teclearan cosas útiles y con sentido.

Pero el dichoso sonido del teléfono volvió a martillearme y marearme. Así que, pensé que la única manera de acabar con esto sin volverme loca ni dañar a nadie más era enfrentarme a ella, por poco que me emocionara la idea.

Descolgué de malagana:

  • Diga...

  • Sofía, soy Agriel.

  • Lo imaginaba - traté de sonar lo más malaganosa posible.

  • Que reseca Sofía. ¿No te alegras de hablar conmigo ni un poco?

Resoplé, ¿de verdad era tan ilusa y cegata, o sólo tremendamente masoca?

  • ¿Sabes que puedes llegar a ser muy cansina Agriel? Ahora, que ostias quieres.

  • Me lo tomaré como un cumplido. Sofía... - suavizó un poco su voz- mira necesito tu ayuda.

  • No me lo puedo creer.

  • Pues creételo porque es así. Necesito que me ayudes en un trabajillo que tengo entre manos. Necesito algún cerebro brillantemente calculador como el tuyo, Helena va por buen camino, pero todavía no tiene ni tu sangre fría ni tu experiencia...y quizá después podríamos rememorar viejos tiempos, ya me entiendes, recordar lo que ocurría en cierto lugar de mi habitación.

  • Ni de coña.

  • ¿Ni de coña ayudarme o ni de coña recordar viejos momentos?

  • Ni de coña ninguna de las dos cosas.

  • Mira Sofía - su voz se puso algo más rasposa y grave-. Puedes ponerte todo lo buenaza y dura que quieras, me da igual. Dentro de poco va a llegar una pequeña oleada de inmigrantes del este de Europa, y de las mujeres, quiero meter a las mejores en algún club de la Costa del Sol, o quizá de la Costa Blanca, son mis zonas favoritas. A las demás las pienso dejar para la Avenida del Puerto, quizá a alguna le deje pasearse por Las Ramblas, y tienes que ayudarme. Es un trabajo muy importante y si sale bien ganaríamos mucho dinero. Y luego...podríamos disfrutarlo las dos sólas en mi nueva hacienda en Grecia, a orillas del Adriático..es una oferta que no puedes rechazar.

La verdad es que era bastante tentador, al menos para mi yo lujurioso y ambicioso. Un trabajillo estimulante y bien pagado, y luego, ale, a revolcarme entre billetes de 200 y 500 euros junto a una mujer hermosa en su lujosa casa de la playa...no, ni de broma. Yo era muy feliz con mi sencilla vida de Erasmus en doctorado, en mi sencillo piso de una ciudad agradable lejos de mi pasado, y viviendo justo enfrente de una chica maravillosa de quien me estaba enamorando como una idiota. Ni de coña aceptaba la oferta, la gloria fácil y los revolcones con Agriel pasarían, Carmen, mi carrera y el club de natación no.

  • Lo siento Agriel, pero declino la oferta, ya no me dedico a esos negocios. No me gusta traficar con vidas de personas.

  • Vidas de personas, vidas de personas...son inmigrantes Sofía, por favor.

Mierda, seguía igual de inmoral que siempre.

  • ¿Y acaso los inmigrantes no son personas? Personas además desesperadas que confían en cualquiera que les ofrezca un futuro mejor, y tú te aprovechas de mala manera de ellos para enriquecerte aún más, como si el dinero no te saliera por las orejas desde hace tiempo. No voy a participar en eso y lo sabes, hace tiempo que lo dejé atrás. Y no sé como siquiera te atreves a revelarme tus planes.

  • Uy, uy uy Sofía, pues porque sé que tú sabes que si le dices algo a la poli irán también a por tí, no tienes un pasado muy limpio que digamos. Y por muy buena persona que sigas siendo, el peso de la ley caería sobre tí casi con la misma fuerza que sobre mí.

  • Mierda Agriel - estaba empezando a desesperarme. Me hacía perder tiempo y tenía un trabajo por acabar-. En serio, déjame en paz de una vez, búscate a alguien más. Hay cientos de personas por ahí dispuestas a ayudarte por mucho menos de lo que me pagarías a mí. Déjame seguir mi camino, por favor.

  • No, te necesito a tí, y te pagaré y haré lo que haga falta. Te lo dije el otro día, sé que tu destino está unido al mío, que contigo trabajaré mejor que nadie y que juntas volveremos a ser las reinas de la mafia griega.

  • Me estoy hartando Agriel, joder que me estoy hartando. Te aseguro que si no me dejas en paz.. - sopesé lo que estaba a punto de decir, y aún sabiendo las consecuencias, lo dije-, te delataré a la policía, me da igual mi libertad, si no la puedo disfrutar porque me persigues, al menos disfrutaría saber que estás una buena temporada a la sombra.

  • Muy bien Sofía, tú lo has querido. No quería llegar a este punto porque no me gusta entrometer a mucha gente en mis planes, pero visto que tu vida y tu libertad parecen importante muy poco, déjame que te insinúe que algo puede pasarles a ciertas personas; ¿realmente te gusta esa chica rubia que vi el otro día, verdad?

  • Te dije que la dejaras en paz - el pulso se me aceleró al pensar que algo podía pasarle a Carmen.

  • Carmen, se llama. Vecina tuya, del piso noveno, si no me equivoco, ¿verdad? 21 años, estudiante de tercero de turismo, es de Bolbaite y lleva dos años viviendo aquí. Es presidenta de una pequeña ONG que está al lado de la Estación de Madera Tiene un hermano enfermo de leucemia viviendo desde hace una semana o así con ella, y sus padres, Encarna y Paco viven en la calle Cervantes nº 15 de Bolbaite, ¿me equivoco? - Mierda, sabía ya casi más de ella que yo. Siguió relatando-. Tiene una amiga bastante maja, Bea, de su misma edad, vive en la calle Bachiller, es de Cofrentes, y estudia lo mismo que Carmen en el mismo curso, aunque lo lleva bastante peor que ella. Luego está Antonio, tu entrenador. Un hombre bastante atractivo, ex-cleptómano, 39 años, es de Torrente y vive en el Paseo de la Pechina. ¿Quieres más? Está Pedro, tu compañero de clase, y Enric, el homosexual que os entrena para el nacional de natación..

Me senté aturdida en la silla más cercana, ¿de dónde había sacao todo eso?

  • Agriel, ¿cuánto tiempo llevas detrás de mí para averiguar todo eso? ¿Cuánto me has estao persiguiendo y acechando?

  • Mucho más del que te imaginas, mi vida.

  • Perra...- no se me ocurría nada mejor que decirle, aunque existieran calificativos peores y más apropiados.

  • Bueno, como ves, sé bastante de ellos. Así que...si no quieres que les pase nada...ya sabes lo que hay.

Dejé escapar lágrimas de impotencia, ¿cómo no me había dao cuenta de que la muy perra me perseguía? Y ahora estaba el papelón. Si le ayudaba, en cierta manera volvería a caer, aparte de hacer una maniobra muy sucia con la vida de otros, si no lo hacía, la vida de mis seres más queridos en esos momentos correría peligro, mucho peligro, conocía a Agriel y sabía de lo que era capaz. Sopesé la vida de cada uno de los grupos, y comprendí que, mal que me pesara, la vida de aquellos que estaban cerca de mí me importaba mucho más que la de unos pobres inmigrantes, y que realmente, no me apetecía acompañar a Agriel a la cárcel, cosa que sería segura si le delataba. Así que con gran pesar tuve que, sino aceptar, al menos sí preguntar que era lo que pintaba yo en todo esto. Pero ella pareció averiguar mis pensamientos:

  • Te doy dos semanas para que te lo pienses Sofía. Si quieres verme para algo, estoy en el Meliá Rey Don Jaime - hombre claro, ella no iba a alojarse en cualquier hostal de mala muerte, tenía que ser lujo para todo-. Hasta luego, guerrera.

  • No vuelvas a llamarme así.

  • No puedo evitarlo.

  • Vete a la mierda.

  • Donde sea, mientras tú vengs conmigo. Dos semanas, Sofía, si en dos semanas no respondes, empieza a preocuparte por tus amigos. Adios.

Y la muy zorri me colgó sin dejarme renegar, ni preguntar, ni insultar ni ná de ná.

Y para colmo de males, saltó el plomo y se fue la luz, borrando del ordenador las dos líneas de mierda que había escrito para el trabajo de las pelis. Estaba claro que a tiempo no lo entregaba, como esto siguiera así.

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*"La vida pasaba / y yo sentía que me iba a morir de amor / al verte esperando en mi portal / sentado en el suelo sin pensar / que puedes contar conmigo" (La oreja de Van Gogh)

  • Perdón, ¿está Carmen aquí?

Me giré sorprendida hacia la puerta de mi despacho, al oir la voz de Sofía preguntando por mí, y haciendo, de paso, que el gusanillo en mi pecho se despertara. Me asomé por los cristales y la ví hablar seria pero cordial con Merche, la "relaciones públicas" de la ONG que por ese momento salía por la puerta. Uuuyyyy, jeje, Sofía no sabía con quien había topado, si no salía pronto en su ayuda, le engancharía a charrar y no le soltaría en toda la tarde. Vi como le sonreía y esperaba impaciente a que le contestara la pregunta que acababa de hacerle. Me permití observarle un poco más antes, con unos pantalones de tela entre vaquero y pana verdes oscuros, y una cazadora vaquera desgastada que dejaba ver un suéter blanco impoluto. Dioooooss, si es que todo lo que se pone le queda bien, todo absolutamente todo, Bea no soportaría ir de compras con ella. Giró la mirada y suspiró para mostrar de alguna manera que estaba impaciente, pero Merche parecía no captar una indirecta tan directa, así que Sofía le tomó del brazo y sonriendo de nuevo le preguntó si yo estaba en la sede de la ONG. Al fin la chica pareció comprender, y le contestó. La griega se dió la vuelta y se dirigió a mi despacho, donde yo ya estaba disimulando recoger todo para irme, aunque hacía ya unos diez minutos que lo había hecho. Llamó timidamente a la puerta:

  • Pasa Sofía, está abierto.

  • ¿Cómo sabías que era yo?

  • Te he oído hablar con Merche.

  • ¿Me has oído con..? ¿Merche dices que se llama? - sonaba sorprendida y en cierta manera indignada-. ¿Has oído que estaba hablando con ella..., bueno, ella hablando todo el rato más bien, y no has salido a mi rescate?

Reí suavemente, podría no habérselo dicho, pero es que estaba tan mona desesperándose ante la imparable labia de mi compañera.., que tuve que confesárselo:

  • Sí, iba a salir a salvarte, pero...chica, parecías tan interesada en todo lo que te contaba, que he pensao que igual interrumpía.

  • Eres una malvada.

  • Lo sé, pero era tan gracioso verte...

  • ¡Ah! ¿Es que encima me estabas espiando?

  • Algo así, sí. ¡Hasta luego Santi! - me despedí de otro de mis compañeros cuando salimos por la puerta-. Oye, y por cierto, gracias por venir a buscarme, ha sido toda una sorpresa.

  • Ah, de nada mujer. Es que me apetecía verte...no sé, hace ya casi una semana que no coincidimos, y...en fin, quería asegurarme de que aún existías y esas cosas.

Se rascó levemente el cuello, mirándome con toda la cara fruncida, me recordó a mi padre cuando está en apuros.

  • Vaya que detalle por tu parte. Porque la verdad, - intenté entrar en el tema a ver si me explicaba todo lo ocurrido el martes anterior-, parece que siempre nos tiene que pasar lo mismo; practicamente pasar el fin de semana juntas, y el resto de días, por unas cosas u otras, ni cruzarnos en las escaleras. Casi siempre imprevistos, ¿no?

  • Vaya que sí - me contestó simplona. Estaba claro que no iba a ser fácil sonsacárselo todo-. ¿Qué tal está tu hermano? Bueno, y Bea y Visent y en fin...todo el mundo.

  • Mi hermano...pues ultimamente de muy mal toque, y su enfermedad, bueno, todavía lleva muy pocas sesiones de quimio como para que se le note algo. Bea y Visent están muy bien, la verdad es que se compenetran bastante, y se les ve muy a gusto juntos. En cuanto al resto del mundo...cada día parece más retorcido e injusto.

  • ¿Problemas en la ONG?

  • Algo así. Cada día entiendo menos a este mundo tan extraño.

  • Puede que sea injusto, Carmen. Injusto, retorcido, mal repartido...pero extraño, no.

  • ¿Qué quieres decir? - ¿ahora iba a salirle la vena filosófica?-.

  • Quiero decir que no es extraño, siempre ha sido así, nos parezca bien o mal. Pero sinceramente ¿tú conoces que alguna vez haya habido alguno mejor? ¿A que no? No es extraño Carmen, simplemente sigue siendo como siempre ha sido.

  • Ya, pero bueno, algo podrá hacerse por arreglarlo, ¿no?

  • Claro que se puede, por favor, no pienses que estaba diciendo que lo dejaras estar. Se puede y se debe. De hecho, admiro a la gente como tú, que lo hace sin esperar nada a cambio...en fin, sois de admirar.

  • Tú también podrías colaborar.

  • Yooo...en fin, sí podría.

Otra vez comenzaba a cerrarse, era querer entrar un poco, sólo un poco en ella, y cerrarse en banda. Mejor cambiaba de tema.

  • ¿Y cómo has encontrao la ONG?

  • El otro día en el tranvía me dijiste que estaba aquí, ¿recuerdas? Era fácil, cogerl el tranvía, para en Pont de Fusta, buscar algo que se pareciese a una estación para saber que era la de madera, y buscar tu ONG.

  • Habría sido más fácil preguntármelo.

  • Lo sé, pero no habría tenido gracia ni diversión.

  • Ya, pero saber cual de todos los edificios era la sede...

  • Bueno...pensé que sería el más bonito de todos, y efectivamente así es.

Ya estaba queriendo quedar bien, y esta vez no le iba a funcionar.

  • Sofía, por favor, si está cayéndose a pedazos, no sé ni como nos dejan trabajar ahí dentro.

  • Bueno... - miró alrededor, como queriendo encontrar alguna respuesta acertada-, en fin..quizá sea que suelta algo desde dentro, no sé...como que el ambiente de cooperación que se respira ahí dentro sale hasta la calle. Además, los colores de la fachada llaman bastante la atención, y...reflejaban bastante el espíritu de tolerancia de vuestra ONG.

Me quedé boquiabierta ante tal alarde de sensibilidad, esta chica cada dos por tres tenía que sorprenderme.

  • ¡Anda! Y yo creía que la aspirante a escritora era yo, y ahora resulta que mi vecina me hace la competencia, y además de maravilla.

  • Fíjate, no acaba uno nunca de conocer a la gente. Por cierto, hablando de literatura, ya voy por la mitad de tu novela, me gusta mucho, es muy...como tú, muy sensible y muy..tierna - me pellizcó la mejilla cuando vió que mis colores subían en ella, tras las nuevas adulaciones que ultimamente me regalaba. Quise quitarle hierro al enrojecimiento.

  • ¿Sólo por la mitad? ¿Te parese bonico ir sólo por la mitad, si ya hace casi dos semanas que te lo dejé?

  • Ye ye ye...amainando que es gerundio. ¿Qué quieres? Joder, que tiene casi trescientas hojas Carmen. Con lo poco que yo suelo leer, que en poco tiempo lleve ya más de ciento cincuenta leídas ceo que está muy bien.

  • Ya, bueno. ¡Aún así! - me apetecía puñetearle un poco más-. ¡Teniendo en cuenta quien es la autora, ya deberías habértela leído un par de veces y haber hecho una reseña literaria!

  • Sí buana, le prometo que para la semana que viene la tendrás. Y no me hables de hacer trabajos ni reseñas, que llevo una racha ultimamente en la Facultad...

  • Perdona Sofía, no quería..agobiarte - le tomé del antebrazo deleitándome con la leve dureza de sus músculos redondeados-. Sólo bromeaba.

  • Pues cualquiera lo diría.

  • Vaaaale, mei pasao un poco con la actuación, pero ya está. - ale, cambio de tema otra vez, a ver si se anima, que se ha vuelto a cerrar, y está más que visto que esta por voluntad propia no me da hoy la explicación que me debe, y yo a la fuerza no quiero-. Por cierto, "súper-atleta" - le dije con tono pijorro, lo que hizo que su ceja derecha se alzara agrandando aún más el mar de su mirada-, ¿cuándo es en concreto el campeonato de natación?

  • El sábado que viene, ¿por?

  • Sofía, porque prometí ir a verte, ¿recuerdas?

  • Ah, es verdad. ¿Lo harás, vendrás a verme? - me preguntó ilusionada-.

  • Pues claro que iré, si te lo prometí, lo prometido es deuda. Y sin ser deuda ni promesa, iría igual. Sé que ese torneo es importante para tí.

  • Gracias - me dijo sonriendo con deleite, ya no sé si para ella o para mí.

Seguimos hablando de todo un poco hasta que bajó en la parada de la Alameda, para irse andando hasta la piscina municipal, donde Enric les había citado para hacer concentración y "terapia de grupo". Por supuesto, y tal y como me temía, no hubo explicación en absoluto, pero me alegró mucho volverle a ver, que hubiera venido adrede a buscarme a la otra punta de Valencia sin saber donde ir en concreto. Nos despedimos sin saber cuando volveríamos a vernos, porque estaría muy ocupada con los últimos entrenes, así que me dijo la hora y el lugar, y me dió dos o trs invitaciones para entrar de gorra, y salió disparada del metro. Eso sí, me llevé mi buen abrazo y mi buen beso en la mejilla como despedida. Creo que sería suficiente para pasar la semana sin síntomas de locura extrema.

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"Voy a seguir construyendo mi barco / ya no me basta con patalear charcos" (Estopa)

Cogí un montón de sobres de mi buzón, ¿tanto correo podía llegar en tan poco tiempo? O más bien, ¿tanto tiempo llevaba sin abrir mi buzón? En fin...estaba claro que no se puede tener la cabeza ocupada en tantas cosas y tanto tiempo, te olvidas de la realidad..a ver..factura de la luz, extracto del banco..¿extracto del banco? Pero si hacía un huevo de tiempo que no usaba mi tarjeta...uuummm, tendré que hablar con mi hermano cuando vuelva de pasar el fin de semana en Bolbaite. La beca de la universidad..¡hombre, por fin! A tres meses de que acabe el curso me confirman que me la conceden, una carta para la ONG..¡uy! espero que no fuera nada urgente..¡anda! y una postal de mi inglesa de intercambio, ¡que bien! Joder, cuanto correo, tú.

Entré en casa, algo más silenciosa desde que el día anterior Manolo se fuera al pueblo, y dejé las llaves encima del recibidor, junto a las cartas, sin darme cuenta de que del montón sobresalía un sobre que se me había traspapelado y no había visto. Me senté en el sofá con una gaseosa y sólo las dos cartas que más me interesaban, la de la ONG y la postal de Keith.

Gracias a Dios que la primera no era nada urgente, sólo una felicitación de la sede central de ONGs por haber conseguido la apertura del local en el barrio de Nazaret, lo cual me recordaba que en poco tiempo recibiría llamada del arquitecto para empezar el trabajo.

Dejé de lado la carta y me dispuse a leer la larga y apelotonada postal de la inglesa, que esta vez había ido de intercambio a algún pueblecillo de Francia. Mira que se lo tengo dicho..."Keith, las postales son para enviar saludos y decir que donde se está hace muy buen tiempo...si vas a contarme algo más, me escribes una carta y dentro del sobre pones la postal"

Pero nada...la postal estaba llena, sin ni un sólo margen, incluso la parte reservada para la dirección había sido invadida por las delirantes historias de Keith, por supuesto había tenido que meterla en un sobre para poder escribir la dirección, y el sobre estaba también lleno de dibujitos y mensajes. Resoplé para mis adentros sabiendo que esta inglesa no tenía remedio, y comenzé su lectura. Acabé retorciéndome de risa por mi sofá, yo sóla, cualquiera que me viera pensaría que estaba como puta cabra, pero es que era tan graciosa, ya le había dicho unas cuantas veces que debería dedicarse a escribir monólogos, aunque sólo fuese como pasatiempo. Me encantaba recibir noticias suyas.

¿Y ahora qué hacía pá pasar el día hasta que llegara la hora de ir al torneo? Me senté en mi escritorio con folio y boli y comenzé a contestar la carta a Keith, contándole todo lo que últimamente me estaba pasando, omitiendo clar ciertos detalles, como que esta perdidamente enamorada de aquella vecina de quien le hablaba en mi carta. Ya lo sabían Bea y Manolo, pues ya estaba bien por el momento.

Tenía un hambre atroz, que había empezado a notar nada más entrar por la puerta del piso, pero siempre me gustaba alargar un poco esa sansación de vacío estomacal, cogía las comidas con más ganas y disfrute. Pero ahora ya era desmayo, si es que eran las tres de la tarde, ya era hora de ir comiendo. Me puse la mesa en el comedor y saqué de la nevera el tomate frito con embutido que mi hermano había tenido a bien prepararme antes de irse a Bolbaite, "pá que no te olvides de mí, pero sí de la bronca del otro día". Que mono que era cuando quería. Mientras me preparaba un poco de ensalado para acompañar, oí ruidos procedentes del rellano, bueno, más bien procedentes del piso de Sofía, lo confieso, tenía medido y controlao de donde procedía cada ruido del rellano, si de Sofía, o de la consulta del ginecólogo de su lado, o de José y Empar, el matrimonio que vivía a mi lado. Salí corriendo para ver si le cogía. La puerta estaba cerrada, así que llamé con insistencia a su timbre, pero no obtuve respuesta, seguramente el ruido había sido su puerta al cerrarse para marchar. "Mierda", me dije a mí misma. Casi no le había visto en toda la semana, excepto el día que vino a buscarme a la sede, y dos días antes, que había aceptado una invitación mía a merendar unas deliciosas natillas hechas por la madre de Bea, que ésta había traído de su última visita a Cofrentes. Me metí rosegando en casa, quería desearle suerte antes de que empezara el torneo, pero como nunca sabía cuando estaba en casa...sería mejor que le mandara un mensaje al móvil, o le llamara, o algo así.

Cabreada como estaba, aunque el motivo fuese una gilipollez, cerré de golpe la puerta de casa, tan de golpe que los sobres que había dejao en el recibidor volaron hasta el suelo. Al recogerlos ví un sobre cuya presencia no había notado la primera vez que había revisado el correo. Noté como el corazón se me aceleraba cuando ví que la carta procedía de la última editorial a la que había mandao mi novela para solicitar que fuera publicada. Me senté de nuevo en el sofá, abriendo con nerviosismo torpachón el sobre. Era algo que había hecho cientos de veces desde las pasadas navidades, y a pesar de que poco a poco iba perdiendo la ilusión de ver mi sueño realizado, no podía evitar ponerme como un flan cada vez que lo hacía, a pesar de intentar contenerme, sólo para demostrarme y afirmarme que yo era fría y fuerte, lo cual era mentira cochina.

Saqué la carta del sobre y comenzé a leer lo que podía ser o mi sentencia de muerte, o mi certificado de nacimiento como escritora, si no me cogían ya aquí para publicarme....

Me abalanzé sobre el teléfono y marqué frenéticamente los nueve números de mi mejor amiga, ni siquiera le dejé contestar cuando descolgó:

  • ¡Beaaaaaaaaaaa! ¿Eres tú, verdad? Tengo que hablar contigo de urgencia.

  • Vaaaaaaaaaleeeeeeeeee, oye como estamos. A ver que pasa, ¿que no sabes que ponerte para ir a ver a Sofía? ¿Que te ha entrao miedo y ya no quieres que vayamos? ¿Que me llamas para recordarme por enésima vez en tres días que hemos quedao a las cinco y que por favor no llegue tarde..???

  • No, nada, no has dao ni una.

  • ¿Entonces? ¿A qué esta llamada a la hora de la siesta?

  • Beaaa, adivina que... - le dije contenta y jugetona-.

  • No adivino ná de ná, Carmen, me has sacao de la cama de mi siesta sagrada de los sábados, así que déjate de juegos y dime que pasa.

  • Bueeeeno, Bea, ¡¡que me publican la novela!!

  • ¡Coño, no jodas! ¿En serio?

  • Síiííííííí, sí tía sí, me la publican en la última editorial que solicité, aquella de Valladolid, ¿te acuerdas que te hablé de ella?

  • Sí, sí, claro que me acuerdo.

  • Pues acabo de leer la carta que me han enviado, diciéndome que les parece una obra muy interesante y que se pondrán en contacto conmigo para ultimar detalles y pulirla.

  • Olééééééé!!!!! Mi chiquia ya empieza su fulgurante carrera de narradora!! Que bien Carmen, joder tía, enhorabuena. Sabes que si estuviera ahí me te comería a besos.

  • Lo sé, lo sé.

  • Ye, que guay, que bien de verdad. ¿Cómo estás, algo así como fliping no?

  • Algo así, sí.

  • Que chulo, ya era hora de que alguien te reconociera lo buena que eres, joder. Creo que ahora dormiré mucho mejor la media hora de siesta que me queda. Oye, nos vemos a las cinco en la cafetería de la esquina y te repreto para celebrarlo, ¿vale?

  • Molto benne Bea, que duermas bien lo que te queda, y perdona que te haya despertao.

  • Chica!! No pasa ná. Pá buenas noticias siempre es bueno que te saquen de la cama. Hasta luego Carmen.

  • Au Bea.

Colgué toda contenta y feliz, y llamé a mis padres para contárselo. No sé si más bien les noté sorprendidos, en vez de contentos, ellos nunca habían confiao mucho en mi talento pá escribir, y menos aún en que eso pudiera darme sustento. Cuando acabé de hablar con ellos volví a oir ruidos en la puerta de Sofía, y salí corriendo para ver si era ella, que había vuelto a algo. Pero no, en su lugar me encontré a un hombre fortachón y maduro tocando a porrazos su puerta, que se giró en cuanto me oyó respirar tras él. Tenía cara simpaticona, y no sé porque me dio confianza.

  • Hola, ¿busca a Sofía?

  • Sí, yo...quería desearle suerte y hablar con ella antes de lo de esta tarde, preguntarle que tal con los entrenamientos, pero ya veo que no está.

  • No, parece que no. ¿Usted es Antonio, su entrenador, verdad?

  • Sí, lo soy, pero por Dios no me hables de usted - se me queda mirando fijamente, de arriba a abajo, como analizándome-. Y tú, ¿tú eres Carmen, verdad?

  • Acertó, ¿cómo lo sabe?

  • Bueno, eres su vecina, ¿no? Además, ella te describe muy bien.

  • ¿Ah sí, me describe? - vaya vaya con Sofía. Me convenía hablar con Antonio, además, se veía majo-. Pues Sofía creo que se ha ido hará cosa de media hora, no sé. Oye, ¿te apetece entrar a tomar algo? Yo estaba a punto de comer.

  • ¿Un poco tarde para comer no?

  • Sí, bueno, cuando puedo. Entonces, ¿quieres o no?

  • Claro mujer, será un honor compartir mesa con la famosa amiga de Sofía.

  • ¿Famosa? Uuuyy, Antonio, tendrás que explicarme que es lo que te ha contado la griega de mí...

  • ¡Aaahh, no! Mis labios están sellaos y la promesa hecha a fuego y sangre.

  • Jejeje - ¿todos los amigos de Sofía eran así de literarios?-. Venga pasa.

Entramos a mi casa y le invité a un café mientras yo comía algo más moderadamente que si hubiera estao sóla. Hablamos largo y tendido, hasta que al final llegamos al punto que yo quería llegar, ya que ella no me lo contaba, alguien tenía que saber que le estaba pasando a Sofía desde hacía dos semanas...o si es que ella era así de normal. Por lo que sabía, Antonio conocía bastante bien a la Erasmus, así que seguramente él podría informarme. Acabé de ralatarle lo ocurrido el martes tras la mascletà, y tras un sorbo del tercer café, me miró con la taza tapando su perilla y suspiró. Bajó la taza:

  • ¿De verdad todavía no te lo ha contado?

  • ¿El qué? ¿Qué se supone que me tenía que contar?

  • Aayyyss, esta chica - se echó para atrás y frunció los labios-. ¿Cuándo dejará de ser tan cerrada?

  • ¿Por qué? ¿Antonio, qué pasa?

  • Mira yo... - chasqueó con preocupación la lengua-. Sé que seguramente no debería contártelo, pero es que por lo que veo, Sofía no lo va a hacer en la vida, y que sepas esto es muy importante, para poder entender ciertas actitudes o reacciones de tu vecina.

  • Vale, tírali ya, por favor.

  • Está bien. Te advierto que es duro de escuchar. Para mí lo fue, y será también difícil contártelo...a ver como empiezo.

  • ¿Quieres otro café? - no sé porque le interrumpí, si lo único que deseaba era que se lanzara ya a contar la historia.

  • No, no, con tres ya va bueno. Bueno, ¿lista para oir el duro pasado de Sofía?

  • ¿Duro?

  • Más de lo que te imaginas

Duro...duro pasado, pero ¿por qué? ¿qué le pasó? ¿por qué me lo escondía, qué le atormentaba tanto? Quería saber, para poder comprender, y ser capaz de ayudar, tal y como ella había hecho tantas veces conmigo.

  • Está bien Antonio, empieza ya, por favor.

  • Muy bien, ahí voy; cuando Sofía tenía 19 años, aprobó las oposiciones para policía y comenzó a ejercer esa profesión en Atenas. No te miento si te digo, porque ella me lo ha dicho, que era feliz y le gustaba su trabajo, que basicamente era ayudar a los demás...

  • ¿¿¿¿Sofía era policía???? - eso sí que no lo sabía, vaya.

  • ¿No sabías ni eso siquiera? - agité mi cabeza negativamente-. Bueno, pues lo era. El caso es que al poco de entrar en el cuerpo, un inmigrante turco asesinó a su cuñado y dejó paralítico a su hermano, que meses después se suicidó al no poder asumir que ya no podía andar. Les pasó por meterse con él, digamos que no les agradaban mucho los extranjeros, pero molestaron al menos adecuado, al que más sabía y podía defenderse, ¿me sigues?

  • Sí, más o menos - todavía estaba conmocionada del golpe de saber que Sofía era ex-policía, y ahora me asestaban otro más duro al saber lo que había pasado con dos miembros de su familia-. Estábamos porque era una buena policía contenta y eficiente, hasta que su hermano y su cuñado, un tanto racistas, se metieron con un inmigrante turco que era más fuerte que ellos dos juntos y les dió lo suyo.

Un nudo comenzó a atarme el pecho, y los ojos me picaban, creo que iba a empezar a llorar. ¿Cuánto tiempo llevaba Sofía padeciendo algo tan gordo? ¿Por qué nunca me dijo nada? Si ya sé que nos conocíamos de poco, pero teníamos confianza...Dios mío, que mal debió pasarlo. Si a alguien de mi familia le hicieran algo así....Antonio me tendió un pañuelo de tela, a pesar de la conmoción, no pude evitar fijarme en el detalle, punto a su favor por llevar pañuelos de algodón y no klinex.

  • Carmen, si quieres paro, de verdad, no me gusta ver llorar a nadie, y en los últimos días os estoy viendo hacerlo demasiao a las dos...

  • ¿A las dos? ¿Qué dos?

  • A Sofía y a tí

  • ¿Sofía llorando en estas últimas semanas? ¿Pero cómo...? quiero decir, yo le veía un poco mal, pero tanto como para llorar...

  • No lo ha hecho delante de tí ¿verdad? - negué con la cabeza mientras seguía secándome los lagrimones-. Es normal en ella, tiene costumbre de esconder y disimular lo que siente, y si no puede, lo niega cuando se le nota y punt, ella es así. Pero en fin - suspiró- espera que ahora viene la parte realmente cruel de la historia.

  • ¿Aún más cruel y dura?

  • Sí, sí, aún más. Bueno, vamos a ello. Al poco de suceder lo que sucedió, llegó al cuerpo de policía ateniense Agriel, que es la mujer morena con quien vistes a Sofía hablar aquel día en la calle. Ella era...una maldita policía corrupta, que se fijó en Sofía, y supo ver la rabia y las amsias de venganza que nuestra amiga llevaba encima, y se aprovechó de ello.El primer paso fue comerle el coco y conquistarle, porque pá qué negarlo, Sofía está tremendamente buena, y cualquiera se sentiría atraído por ella. Y se liaron...

  • ¿Sofía se lió con ella? - ¿Sofía se lió con mujeres? ¿Sofía era...a Sofía le gustaban las de su cera...?.

  • Sí, se liaron. Ambas son homosexuales. - lo dijo con una tranquilidad y una normalidad apabullantes, tanto que hasta sonaba....normal. ¿Normal? ¿Y desde cuando ser homosexual era anormal para mí? Si hasta yo últimamente... no me dí cuenta de que seguía hablando, y volví a prestarle atención-, bueno, más bien creo que Agriel es bastante promiscua y viciosilla, pero de Sofía cada vez dudo menos. El caso es que una vez lo consiguió, comenzó la auténtica pesadilla de Sofía; Agriel era una poli corrupta de muy mala calaña, cuyo trabajo sucio se basaba en sofocar su maldito instinto xenófobo humillando, torturando y matando a todos los extranjeros que se le ponían por delante, si eran pobres, o inmigrantes o algo así, mejor, cuanto más indefensos, más disfrutaba. Ahí, en ese punto fue donde Sofía encontró el camino ideal para arrancarse el rencor y vengarse de la muerte de dos de sus seres queridos, sin importarle donde realmente se estaba metiendo.

  • Pero, pero ella, quieres decir que se volvió...que fue.. - no me lo podía creer, ¿quién iba a decirlo? Mierda, Manolo tenía razón cuando decía que escondía algo.

  • Sí, quiero decirlo, y se volvió y lo fue. Pero no debes juzgarle, ¿sabes? Ella es calculadora, pero también bastante visceral y pasional. Y tan sólo hizo lo que la mayoría de nosotros haríamos si nos dieran un golpe así, dejarse cegar por sus instintos, por ese lado oscuro que todos tenemos, y que a ella le cuesta bastante controlar.

  • ¿Pero su familia nunca..supo nada o lo evitó?

  • Sí que lo sabían Carmen, pero no hicieron nada, no al principio, que tan sólo se trataba de vengar la muerte de dos de sus componentes...

  • No puedo creer que dejaran que hiciera algo así - conté el relato de Antonio sin importarme un mínimo mis modales.

  • Debes comprender, que la familia de Sofía no es corriente. Son gente muy tradicional, y un tanto cerrada. Se rigen mucho por las leyes del honor y la sangre, por decirlo de alguna manera, o al menos eso me ha contao ella. Pero bueno, pronto se enteraron que el asunto se le había ido de las manos, y que una vez consiguió encontrar al turco y acabar con él, no lo dejó ahí, sino que, siempre "de la mano" de Agriel, siguió haciendo trabajos de ese estilo con extranjeros, y de vez en cuando también con mendigos y prostitutas...en fin, era como un grupo de skin-heads, pero metidos en la policía destrangis. Ahí si que no le apoyaron, y tras mucho pelear, consiguieron abrirle los ojos, y Sofía dejó ese mundo. Pero Agriel estaba obsesionada con ella, parece ser que de verdad le gustaba, y estaba claro que no le iba a dejar marchar así como así. Y le amenazó con hacerle algo a su familia si no regresaba al grupo corrupto y seguían saliendo juntas, o le daba por delatarle y denunciarle. Sofía decidió que no haría ninguna de las dos cosas, ni regresaría al "grupo de limpieza étnica" que Agriel tenía montado, ni le delataría, pues se había dao cuenta de en que clase de infierno se había metido y no quería volver a él, pero tampoco iría a la policía a contarle nada de lo que sabía, porque aprecia bastante su libertad y su vida, y si lo hacía iría a parar también a la cárcel, y en esos momentos tan sólo quería cambiar de vida y redimirse por completo, estar con su familia, que en esos momentos tanto le necesitaba. Ahí está el punto, ¿me entiendes? Agriel cumplió su amenaza, y fue a hacer daño a algo que sabía que era tan importante para nuestra amiga como lo es su familia. Así que se encargaron de poner una bomba en la posada que su madre regentaba, y a parte de destruir el negocio familiar y dejarles en la ruina, mató al padre y los abuelos, dejando a la hermana bastante malherida y a Sofía de nuevo llena de odio y de rencor, pero también de impotencia, pues no sabía que hacer. Su familia, bueno lo que quedaba de ella, le recomendó, casi le rogó, que se fuera de Grecia, que huyera en cierta manera de su pasado para que la parte más oscura de él, es decir Agriel, dejara de hacerles la vida imposible, y así lo hizo, solicitó la beca de Erasmus para acabar la carrera que estando en el cuerpo de policía había empezao, y se vino a España escapando de todo esto que acabo de contarte.

No tengo palabras para explicar como aquella historia me había dejao los ánimos. Pensar en todo lo malo que esa familia tenía que haber pasao, y la pobre Sofía, cargando tanta culpa y remordemiento sóla, en silencio...casi me dolía a mí el alma de pensar como le podía estar doliendo a ella. Si al menos me hubiera dicho algo, si me lo hubiera contao...yo sabía que no era algo fácil, pero si yo hubiera sabido...le habría ayudao, al menos a compartir tanto peso...y pensar las veces que ella a mí me había consolao y ayudao sólo por...nimieces, cosas que a mí me parecían difíciles pero que comparado con todo lo que ella sufrió y seguramente estaría sufriendo, se quedaban en nada. Pero al parecer la cosa no acababa ahí, Antonio siguió.

  • Y hará cosa de tres semanas o así...Agriel volvió a su vida. ¿Sabes? No es bueno ir huyendo de los problemas, por muy irresolubles que estos parezcan, si no los arreglas...acaban volviendo tarde o temprano. Y entonces sí es difícil enfrentarse a ellos, y eso es lo que le ha pasao a Sofía. Agriel consiguió dar con ella, y ahora está haciéndole de nuevo la vida imposible, porque es una perra y un zorrón, una desalmada que encima perdió la poca cabeza que tenía el día en que Sofía cortó con ella, totalmente obsesionada con ella ha vuelto empeñada en recuperarla, como si fuera algo suyo, una posesión o algo así que aún le perteneciera, piensa que podrá volver a convertirle en lo que era, pero no tiene en cuenta que Sofía es un chica muy fuerte, y que tiene muy claro que no quiere volver atrás y romper con todo lo que en tan poco tiempo ha lograo, además de tener unos cuantos amigos que le quieren y que están dispuestos a ayudarle y a no dejar que vuelva a caer, porque le conocen bien y saben que ella no es mala persona en absoluto, ¿verdad que sí Carmen? - me preguntaba eso como con temor o duda, o precaución...estaba claro que el hombre no estaba seguro de que reacción esperar de una rubia lacrimógena que estaba totalmente conmocionada, impresionada, deshecha y entristecida por tan tremenda historia, es decir yo, menos mal que al menos el entrenador de Sofía había tenido el detalle de vomitarlo todo de una, sin adornos ni florituras, de golpe, para poder asumirlo entero y no entrar en detalles que pudieran impresionarme más de lo que ya estaba. Volvió a repetirme mirándome con...con no sé qué, con algo-, ¿verdad que sí Carmen?

  • Claro que sí, Antonio. No sé por qué, supongo que después de todo lo que me has contao debería huir de ella a toda costa y evitarle, además de enfadarme por no haber tenido la suficiente confianza en mí como para contarme eso pero...no puedo, sabes, siento que le aprecio mucho y que debo estar con ella...es como sentir que me necesita, no sé por que ni para que, pero es lo que siento...aquí - dije señalándome el pecho.

  • Me alegra saberlo, es bueno saber que contamos con alguien más para ayudar a Sofía, respecto a vuestros sentimientos y a eso de que ya tengais tanta confianza...

  • ¿Sentimientos, qué sentimientos? - le corté la frase, ¿de qué sentimientos hablaba? ¿Qué le había contao Sofía sobre nosotras? ¿Acaso algo que tuviera que ver con lo que ambas parecimos sentir aquella tarde sentadas en la arena de la Malvarrosa? Me miró con cara de sorpresa y de haberla cagado, mientras se aclaraba la garganta.

  • Es que...ella... ¿todavía no te ha dicho nada de...?

  • ¿Nada de qué Antonio? ¿Qué es lo otro que me esconde? ¡Por Dios que me voy a volver majara.

  • No, Carmen, eso sí es algo que debe decirte ella. Yo te he contao algo que sé bien que ella no iba a hacer por temor, pero esto otro..aquí si que no puedo intervenir. Ese paso lo debe de dar ella sóla, yo ya he ayudao en lo que he podido, el último avance deberá echarle huevos y hacerlo solita.

  • ¿Pero que último avance, que último paso? - aunque yo me imaginaba, más por ilusión que por que supiera que así era, cual era ese último paso y que era aquello que sólo Sofía podía decirme y que Antonio casi me había descubierto.

  • Que no Carmen, que ya te he dicho que de eso no suelto prenda, que es cosa suya y punt. Bueno, son casi las cinco, supongo que llevabas intención de ir a ver a Sofía al torneo, ¿no?

  • ¡Claro que sí! - puse voz de ofendida y segura de mí, claro que llevaba intención , pero menos mal que él me lo había recordado, porque con tanta amarga historia y tanto misterio yo ya casi no sabía donde vivía.

  • Nos vamos entonces.

  • Espera un momento que recoja esto y me arregle un poco - porque no pienso dejar que Sofía me vea tan desarreglá así como así, vamos, ni de broma-.

Lo recogí todo en un segundo, y me cambié de ropa, poniéndome en mi cabeza algo que sabía (o al menos esperaba) que a mi vecina le gustaría mucho. Cuando Antonio lo vio sonrió, no sé, supongo que Sofía ya le había comentao algo y él se imaginaba porque yo me ponía eso en el pelo.

  • ¿Ya estás lista?

  • Sí, tengo a mi amiga Bea y su novio esperando en la cafetería de la esquina, ellos también vienen.

  • ¡Ah, muy bien! - pareció no importarle en absoluto-. ¿Teneis medio de transporte?

  • Sí, - le dije mostrando mi bono bus de la EMT haciéndome la orgullosa- este es el pasaporte al más lujos medio de transporte que pueda llevarnos de aquí a la piscina.

  • Jajajajajaja, muy bueno Carmen, desde luego, todo lo que Sofía cuenta de tí te hace justicia - todo lo que Sofía contaba de mí, no si...yo acabaría averiguándolo tarde o temprano, y ya me imaginaba, o quería imaginarme lo que podía ser. Puso su brazo en posición para que yo me cogiera de él, y muy galante me dijo-, pero sería para mí todo un placer que por hoy cambiarais y me dejarais acercaros a los tres hasta la piscina en mi humilde Mercedes, aunque este no le llegue ni al betún a ninguno de los autobuses de la flota de su grandeza la Empresa Municipal de Transportes.

  • Jejejeje, desde luego que te dejo, no sabía yo que el sueldo de un entrenador de nadadores diera para tanto.

  • No lo sabes tú bien. Por cierto, - me guiñó un ojo- seguro que a Sofía le encanta eso que te has puesto en el pelo.

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*"Si pongo corazón / déjame intentarlo / aunque tropieze son mis sueños / Si aguantan las estrellas / en una de estas noches / yo despego" (Rosana)

Por un momento Enric dejó de hacer aspavientos y gritos, y pude concentrarme en el público, para ver si por fin habían llegado. Después de pasar varias veces la vista por la grada pude encontrarlos, Antonio estaba el primero, y como si me hubiera adivinao los pensamientos me guiñó el ojo para darme confianza y suerte, y yo le devolví el gesto. A su lado me sorprendió ver a Visent, aunque no era de extrañar, si le había dao tres entradas a Carmen. Y cogida melosamente de la mano de Visent estaba como no Bea, jo que envidia, yo que pudiera tener la mano así cogida de aquella a quien yo estaba segura de ver. Por un momento me olvidé de todos los nervios y la gente que me rodeaban, para perderme dentro de sus ojos verdes, que encontraron los míos a la vez que yo a ella los suyos, y me sonrió agitando la mano. Yo le contesté levantando mi mano derecha, mientras procuraba que no se me notara mucho como me había alterao mi estado su visión. Malditamente guapa había venido a verme, llevando la misma camisa blanca que aquella noche a cenar a mi casa, y unos pantalones de tela rojos. Pero lo mejor de todo fue cuando volví la vista de nuevo a su rostro, y pude fijarme que en su pelo lucía algo de lo que no me había percatao antes, un turbante del mismo estilo que el que yo me había comprao el sábado que quedamos porque hacía juego con el verde de su mirada, sólo que ahora el suyo era azul, azul como la mía, azul combinando con mis ojos, los cuales se llenaron de ternura por un gesto como ese, que se hubiera acordado y tuviera el detalle de comprarse otro, desde luego...era el mejor uniforme que la mejor animadora mía podía llevar para...pues eso, levantarme la moral por las nubes y animarme.

Enric gritando en mis narices me hizo volver a la tierra:

  • ¡Sofía! ¿Que no me escuchas? Que enseguida llega tu turno en los cien de crol, así que preparate y ¡por lo que más quieras! ¡Baja a la tierra, que estás a la luna de Valencia!

Me sonreí por esa última expresión, que me traía tan buenos recuerdos de aquel día paseando tranquilamente con Carmen por la ciudad, y me encontré con la mirada de Antonio taladrándome, en ella pude ver como me rogaba que no fallara ni me entretuviera, y que como habíamos acordao, sacara toda mi rabia por Agriel y mi ilusión por la presencia de Carmen en el agua, para poder ganar, porque claro...mi amor me estaba viendo...así que le asentí para que viera cuan segura estaba de mí misma y que seguía acordándome de aquel trato.

Y así lo hice, en cuanto me saqué la camiseta y me coloqué apunto para salir, todas mis fuerzas se dirigieron a mis brazos y mis piernas, y todos mis pensamientos se convirtieron en concentración para poder hacer en el menor tiempo posible aquellos cien metros que me separaban de una medalla de oro para mi selección. Sonó el silbato y salté sumergiéndome en el agua, "igual que me sumerjo siempre en su mirada" pensé sintiendo como Carmen me miraba al entrar en el líquido. Bueno, vale, todos mis pensamientos, menos uno...

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*"Dame una sonrisa de complicidad / toda tu vida se detendrá / nada será lo mismo / nada será igual/ ya sabes, feo fuerte y formal./ En el calor de la noche / a pleno luz del día / siempre dispuesto para alegrarte el día" (Loquillo)

Sé que exajeraré contando esto, pero realmente quedé impresionada, ya desde el momento en que Sofía se quedó en bañador. Después ya vino la carrera, y repito que sé que exagero pero no me importa, porque en la vida vi a nadie nadar con tanta gracia y tanta fuerza juntas. Sus fuertes brazos rompían el agua a su paso, pero a la vez entraban suavemente, haciendo los movimientos adecuados para permitir un buen avance, y de vez en cuando, cuando sacaba la cabeza para cojer aire, podía sentir su respiración como mía, y yo mientras me apretaba los puños y me echaba para alante en el asiento de la grada, como si así pudiera empujarle para que fuera más rápido. Hacía lo mismo cuando iba al Mestalla y el balón se acercaba a la portería contraria. A mi lado, Antonio, Bea y Visent gritaban y aplaudían su nombre y el de nuestra comunidad para animar a mi amiga, que ya desde las primeras brazadas había conseguido dejar atrás a casi todos los nadadores de otras selecciones y en los últimos cincuenta metros se había puesto entre los tres primeros. Unos metros más, una brazada suya, un empujón mío, una respiración suya y un grito mío y Sofía llegaba la primera a la pared, ganando así la medalla de oro en la primera prueba del torneo. Todos saltamos aplaudiendo y vitoreando, mientras ella se quitaba las gafas para asegurarse de que lo que veía a través de ellas era cierto, y al comprobarlo se hundía en el agua con cara de satisfacción y resurgío al poco, sin soltar la otra mano de la pared, apretándose el labio y agitando levemente la mano suelta dentro y fuera del agua.

Cuando el resto de participantes llegaron al final, todos sus compañeros se acercaron para practicamente sacarle del agua en volandas, y a ella se le vió apabullada ante tanta efusividad. Cuando le dejaron en el suelo para que el seleccionador le felicitara y le diera lo que parecían intrucciones para la siguiente prueba, nos buscó con la mirada, y al encontrarnos alzó el puño al viento haciendo círculos, y a mí (sólo a mí, que conste que yo lo sé) me guiñó el ojo.

Así pasaron las pruebas, y en todas las que ella participaba, Sofía consiguió ponernos en pie a la afición, ganando otra de oro en resistencia y la de bronce en los doscientos estilos. Nuestra selección se llevó tres medallas más aparte de las ganadas por Sofía, es la ventaja de jugar en casa, el factor afición, el jugador número doce siempre ayuda más de lo que muchos piensan.

Al acabar toda la competición y lloriquear y aplaudir un poco cuando veíamos como a nuestra amiga le colocaban las medallas, Antonio les dijo a Bea y Visent que esperaran fuera un momento, mientras me tomaba de la mano y me decía que le acompañara. Yo no soy tonta, y teniendo en cuenta su mirada y que formaba parte del club de Valencia, averigüé donde me llevaba...

Sofía estaba a la salida de los vestuarios, ya sin la chaqueta del chándal de la selección, con el pelo mojado sobre los hombros, contenta, riendo con sus tres medallas al cuello, y una copa de cava en la mano. Se le veía eufórica, y me alegró tanto verle así después de estos días que se me contagió, y corrí a ella gritando su nombre. Me miró y vi como sus brazos se abrían para recibir mi llegada. Me colgué de su cuellos mientras le gritaba todas las felicitaciones y alabanzas que se me pasaban por la cabeza, y le besaba las dos mejillas dándome cuenta de que, hasta el olor del cloro era exquisito si estaba en su piel. Me levantó un poco del suelo mientras me apretaba fuerte contra sí y me daba las gracias. Cuando me dejó en el suelo se me quedó mirando, sin saber que decir ninguna de las dos, me acarició el pelo suavemente y mientras me ofrecía cava de su copa me habló al fin:

  • Gracias por venir Carmen. Por cierto, estás requeteguapísima con ese turbante, te sienta de categoría.

¡Toma! Lo había conseguido, se había dao cuenta y lo había apreciao, y además le gustaba.

  • Gracias, doña adulaciones - le golpeé uno de sus fuertes hombros -. Va.... - me sonrojé al darme cuenta de lo que iba a decir-, va a juego con tus ojos.

  • Ya me he dao cuenta cuando estabas en la grada. - se me acercó un poco más al oído, haciendo que sintiera su cálido hálito cerca de mi cuello-. Te aseguro que es la mejor pancarta o uniforme de ánimos que nadie pudiera traer - y al apartarse un poco de mí me guiñó por enésima vez el ojo izquierdo.

  • Por cierto - cambié algo de tema recordando que yo también tenía buenas noticias y este era un buen momento festivo para decírselas-. Que yo también tengo algo que contarte, buenas noticias.

  • ¿En serio? - me preguntó mientras recibía un apretón de manos de uno de sus compañeros que también había conseguido una medalla-. ¿Y qué es? Dímelo que estoy impaciente...

  • Sofía....¿te acuerdas de la novela que te dejé?

  • ¿Aquella que tenía que haberme leído ya dos veces y haber escrito la reseña?

  • La misma, sí. Pues que....¡¡me la van a publicar!!

Jamás he visto ojos de alegría más hermosos ni sonrisa más dulce que la que a ella se le puso en ese momento, mientras me volvía a envolver en su abrazo.

  • ¡Eso es genial Carmen! ¡Al final lo has conseguido! ¿Ves como sí?

  • Siííííííííí- y no pude volver la tentación de volver a abrazarle, esta vez con el añadido de que volvió a levantarme del suelo y me daba un par de vueltas en volandas-. Al final sí

  • ¡Muy bien hecho, joder! - llamó a Enric-. ¡Eh, Enric, otra copa de cava más, esta para mi amiga, que también ha conseguido hoy uno de sus sueños, más grande incluso que el nuestro!

  • ¡Fantástico! - el seleccionador, con claros signos de incipiente embriaguez me entregaba una copa rebosante de espumoso-, sea lo que sea felicidades, chica. Oye Sofía, si tan importante es, quizá debería compartir su alegría y venirse esta noche al Pizza Roma a cenar con nosotros.

  • ¡¡Claro!! - a mi chiquia se le pusieron los ojos como chispas-. Es verdad, ¿te vienes a cenar esta noche con nosotros? Sí, Carmen, dí que sí, va...son gente muy maja, y todos estamos contentos y tú también...y estamos juntas, que no nos hemos visto en toda la semana..

Fue justamente aquella última frase la que me hizo ceder como maldita idiota enamorada que estaba, y acepté la invitación. Era verdad que los compañeros de Sofía se veían muy majos, algunos incluso se acercaban ya a felicitarme por mi logro "sea el que sea", instados por un eufórico Enric. Y aunque hubieran sido gente aburrida y desagradable, daba igual, iba a pasar la noche con Sofía....

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Sofía me había dicho que no me cambiara, que así ya iba más que bien, pero me empeñé en estrenar una falda vaquera desgastada que me había comprao la semana anterior en el mercadillo del Convento Jerusalén, y que sabía que me quedaba clavá y quería que ella lo apreciara. Me dejé la camisa blanca y el turbante, pero debajo me puse una camiseta azul oscuro que dejaba al aire uno de mis hombros, y para taparme, una chaquetilla de cuero roja.

Cuando pasé al piso de mi vecina para recogerle me encontré ante una perfecta figura que enfundaba unos pantalones de cuero marrones, parecía como si se los hubieran cosido encima, y un top palabra de honor dejaba al descubierto el escote más provocador, los hombros más rectos y tentadores y la espalda más perfecta que en la vida nadie pudiera admirar. Llevaba el pelo aún mojado, y me dijo que tardaría en secárselo pero....a mí me gustaba tanto como le quedaba así...húmedo y liso sobre sus hombros, que le convencí para dejarle un poco de una gomina bastante buena que, por muy largo que lo tuvieras y mucho rato que estuvieras sin reponerte, seguía pareciendo que lo llevaras mojao.

Unos diez minutos después salíamos de la finca y cogíamos un taxi que nos llevara hasta la pizzería donde íbamos a cenar. El plan estaba claro y bien preparado, iríamos al Pizza Roma, lugar agradable donde las pizzas estaban más que aceptables y hacían una sangría simplemente perfecta. Luego saldríamos de fiesta por algún sitio, unos preferían ir a la zona Cánovas, otros querían encerrarse en elguna discoteca tipo Rumbo o Salamandra. Pero mi plan era mucho mejor, le comería el coco a Sofía para que saliéramos por el Barrio del Carmen, el motivo estaba claro, digamos que allí el ambiente era...digamos más tolerante con las orientaciones sexuales, por decirlo diplomáticamente, y aunque no fuéramos precisamente al Mona Lisa (tampoco quería ligar con ninguna lesbiana, simplemente liarme con Sofía), podríamos ir a algún pub "sexualmente indefinido", donde nadie nos miraría raro si..algo pasaba. Por supuesto enseguida Enric apoyó mi propuesta, y unos cuantos más se unieron, quedando en acudir sobre las cuatro o así, cuando los pubs cerraran, a la discoteca donde el resto del grupo estuviera.

La cena fue muy animada y festiva, con los momentos estelares de Enric subido encima de la mesa instando a la heroína de la noche (mi heroína particular, entiéndase) subiera a hacer un stripteasse con él, cosa que para tristeza de mi líbido ella no aceptó, aunque si que le tocó subir a una silla y soltar un sentido discursito con los colores hasta los orejas de la vergüenza de que toda la pizzería le estuviera prestando atención.

Después de compartir a medias una "tropical" y una "calzone" y ponernos hasta arriba de sangría, salimos de la pizzería ya levemente mareaos, y nos fuimos al pub de nuestro destino, el Casa Vella, una antigua casa un tanto estrecha y normalmente a rebosar de clientela (ideal para el roce...) donde no pondrían nada de house fashion e insoportable y muy poco de pachangita machacona, que para este verano se presentaba bastante insustancial, a menos que no repitieran Bisbal, Chayanne, Busta, Fórmula Abierta...y como no King África, que comenzaba a ser un Giorgi Dann contemporáneo. Allí pincharían buena música verbenera, lo cual me traería al recuerdo las fiestas de mi pueblo y me daría algo de morriña, aunque no me importara, en los últimos años me había vuelto una auténtica melómana del pop-rock, sobre todo español, y gran adicta de Seguridad Social, Dover, Loquillo, Maná, Mago de Öz...bien, perfecto, gran fiesta, que bien me lo iba a pasar..., como siempre, cuando llegaba, parecía que me conocieran o algo, y momentos antes de entrar al pub sonaba el "Elevation" de U2, uuyy, así era como yo empezaba a estar esa noche, elevá, y más todavía llevaba intención de acabar...

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*"Hoy no te escaparás./Llevo esperando toda la semana / a verte desnuda dentro de mi cama/ y hoy, hoy no te escaparás" (Hombres-G)

Entramos al tal Casa Vella, bastante lleno ya para las horas tempranas que eran, y decidimos colocarnos en la parte de abajo, cerca de la barra, para poder repostar en cuanto la garganta lo exigiera.

El ambiente era bastante bueno, y de los bafles salía el "It's my life" de Bon Jovi, Carmen me pidió que le acompañara a por algo de beber.

  • ¿Qué te vas a pedir, agua? - le dije elevando el tono de voz algo más de lo normal cerca de su oído.

  • ¡¡¡Oyeeee!! Si me chillas no te acerques, y si te acercas no me chilles - me dijo estirándome del lóbulo de la oreja. Se volvió para pedir a la camarera y yo me giré para ver como Enric ya andaba fichando algún gay suelto por el pub para lanzar el anzuelo. Me tiró de la manga de la chaqueta (vaya, que extraño..) y me dijo que mejor las dejábamos en consigna, tenía razón, si seguía entrando gente y seguían poniendo música para saltar, dentro de poco no podríamos estar ahí tan tapadas. Le dí mi chaqueta y dirigí la vista hacia un lugar para bailar, no podía estarme quieta mientras que Bisbal nos lloraba las penas de su pobre corazón. Fui a pedirle que se diera prisa porque quería bailar esa canción, y me encontré con una enorme sonrisa que me ofrecía un cubata de color verdoso-. Toma Sofía, tequila con kiwi.

  • ¿Cómo has sabido que me gustaba esa combinación?

  • Soy muy observadora - bebió un trago del suyo-. Además, te recuerdo que tenemos gustos muy parecidos, y no sé porque me imaginé que te gustarían las bebidas fuertes.

Bebí un poco de mi tubo, joder, la camarera lo había sabido combinar de muerte, estaba delicioso.

  • Bien, pues has acertao de pleno, está buenísimo. Vamos, me encanta esta canción.

Le tomé de una de esas manos que me encadilaban y fuimos hasta el pequeño círculo que nuestro grupo había formao. El efecto de la sangría se veía en todos nosotros, que nos agitábamos y dábamos vueltas, unos mejor y otros peor, al ritmo de lo que para mí era la mejor canción del ricitos de la academia. Estaba muy deshinibida, y Carmen también, más de una vez le pillé mirándome mientras bailaba, y yo se las devolvía cómplice, entre instándole a hacer algún movimiento suelto a dúo, y mostrándole que era lo que estaba creciendo en mi conforme avanzaba la música, quería bailar algún paso con ella, pero todavía era pronto, no era el momento de lanzarse.

Cambió la música, y un ritmillo celta comenzó a sonar, provocando que la mayoría de los que estaban conmigo entraran en una especie de éxtasis. Pronto sonó la batería y las guitarras eléctricas junto a la flauta y un compañero mío, Roberto, invitó a Carmen a subirse con él a uno de los escalones para cantar a grito pelao la canción, cuando vió que a ella también le hervía la sangre con aquella melodía, por encima de la multitud que pronto se giró a vitorearlos como si de los músicos se trataran. Fue realmente muy gracioso ver como a una personita tan menuda como Carmen se le hinchaban las venas del cuello mientras alzaba el puño, más berreando que cantando, " Ponte en pie, alza el puño y ven/ a la fiesta pagana/ en la hoguera hay de beber./ De la misma condición no es un pueblo ni un señor/, ellos tienen el clero y nosotros nuestro sudor". Me partí de la risa cuando simuló estar desnudando a una imagen vestida de oro para alimentar a los hijos, y más todavía cuando se puso a hacer como si tocara la guitarra junto a Rober, los dos eran excelentes imitadores. Volvió a levantar la mano izquierda, esta vez haciendo cuernos con sus dedos, con el final de la canción. Se bajó de los escalones y vino hacia mí totalmente roja, pero no de la vergüenza por el cuadro que había hecho, sino porque estaba realmente exhausta, le devolví su cubata para que reponiera, y me pidió que saliéramos a la calle para poder coger algo de aire fresco.

  • Gracias Sofía, buuufff - se secó la frente con la manga de su camisa- estoy reventá, madre mía, hacía tiempo que no hacía algo así.

  • Desde luego...me has dejao en la parra, eh, pequeña revolucionaria. ¿Tienes fuerzas para seguir bailando?

  • ¿Eso que está sonando ahí dentro es "Ángel de amor"?

  • Sí señora, la de Maná.

  • Entonces, ¡claro que tengo fuerzas para seguir botando! ¡Vamos dentro antes de que acabe, es demasiao buena como para dejarla pasar!

En eso tenía razón, la canción era muy buena, y una lástima no entrar a disfrutarla, así que así lo hicimos. Tras bailar esa y varias más, parecía que el dj estaba intentando joder mis deseos, y no paraba de pinchar canciones ideales para saltar y hacer el payaso en grupo, pero ná para bailar agarraos, ni siquiera algo de pachanga que me permitiera dar unas cuantas vueltas alrededor de mi rubia amiga.

Después de casi soltar toda la cena de como saltamos y gritamos agarraos en círculo con "I will survive", con el que, como no, Enric se lució, me fuí con mi entrenador y un par de compañeras a beber algo más, le dije a Carmen que se viniera, pero al parecer le gustaba demasiao aquella canción, porque me la cantó al oído "el amanecer me sorprenderá / dormido borracho en el cadillac/ bajo las palmeras dulce y solitario.." y luego me recriminó

  • ¡Vamos Sofía, no puedes hacerme irme de aquí justo cuando tocan esta canción, por favor!

  • Vale, vale, oye - alzé las manos para parar sus ataques verbales, su labia crecía aún más bajo la embriaguez-, mensaje captado, ahora venimos.

Nos tomamos dos rondas de chupitos, licor de manzana primero y Martini después, creo que a la mañana siguiente todo el club de natación nos levantamos con un resacón de miedo, menudos atletas sanos...

Al volver al círculo, Carmen me dijo que estaba sudando después de tanto bailar, y necesitaba ir al cuarto de baño, por supuesto tenía que acompañarle. Subimos las escaleras y nos metimos en él, me pidió que entrara al WC con ella, y me extrañé un montón.

  • Es que creo que vas a tener que ayudarme a quitarma la camisa, igual con tanto alcohol no encaro a sacármela por la cabeza.

  • ¿Quitarte la camisa? ¿Es que quieres salir ahí fuera en sujetador? - pero a ver, esta ¿qué se traía entre manos?

  • Noooo, tonta, que llevo... - intentó sacar uno de los brazos por la manga, tras mucho esfuerzo lo consiguió- llevo un top debajo, me lo he puesto por si pasaba lo que está pasando. ¿Me ayudas o no?

  • Claro mujer - ya había conseguido quitarse también la otra manga, y estaba esperando a que yo le sacara la camisa por la cabeza.

Lo intenté hacer suavemente, pero el cuello se le enganchaba en la frente, y no había manera de sacarlo de allí si no era a base de fuertes tirones. Justo cuando estaba consiguiendo quitársela, otra chica entró al baño, y se quedó mirando la escenita, porque yo me había dejao la puerta de la letrina abierta para que cabiéramos las dos. Se puso toda roja y se fue del baño mascullando algo así como una disculpa y que nos dejaba tranquilas para que acabáramos la faena. Ambas explotamos en risas cuando nos dimos cuenta de que era lo que la pobre chavala creía haber interrumpido.

  • ¡Fíjate Sofía, la pobre se ha pensao que...jajajajaja! - apoyó una mano en mi hombro para echarse a reir-.

  • ¡Vaya que sí, que estábamos desnudándonos, jejejeje! - no pude evitarlo, fue algo instintivo tomar entre mis dedos la mano que cubría mi hombro y que estaba consiguiendo calentarlo al máximo. Se ve que esto último lo dije con una naturalidad apabullante incluso para ella, que paró de reírse y se puso aún más colorá de lo que estaba.

  • Y tú y yo no estábamos... - deslizó su mano por mi escote, consiguiendo que se me acelerara la respiración.

  • No, no estábamos - deseé que no siguiera bajando, o pronto llegaría a mi pecho izquierdo y se percataría de cuan rápido galopaba el corazón con su suave roce.

  • Fíjate...estás empapada, igual que esta tarde - levantó la mirada y me clavó sus dos lagos verdes-, pero te sienta genial estar así, sobre todo para el pelo.

  • Sí, ha sido..- le quité la mano de mi pecho y le estiré de ella para que se acercara más a mí- una gran idea que me dejases esa gomina.

Cerró sus ojos, maldita sea, quizá le había incomodao, pero no...no podía ser, si ella había, si aquel día en la Malvarrosa ella..., volvió a levantar la cabeza, parecía tener las pupilas húmedas, como a punto de llorar, me tomó un mechón del pelo y lo envolvió en su dedo índice.

  • Será mejor que vayamos afuera, antes de que empiecen a preocuparse.

  • Sí, será lo mejor.

Le dejé que saliera delante, y cuando me dio la espalda me golpeé la frente preguntándome a mí misma que era lo que había hecho mal para volver a cagar el momento.

Al salir, me di cuenta que estaba sonando "Miénteme" de Elena Gadel y Bisbal, este era el momento, esta era la canción, ahora o nunca. Llegando al grupo de amigos estaba a punto de tomarle de la mano y de la cintura a la vez, quería cogerle medio por sorpresa, pero Enric metió su escuálido cuerpo por medio de las dos e hizo conmigo y con mi cuerpo aquello que yo llevaba intención de hacer con Carmen, y comenzó a bailar conmigo, le hubiera golpeao mil veces y mandao a la mierda otras mil, peeero...había que tener educación. Carmen se giró buscándome con la mirada y al verme me sonrió y me saludó con la mano.

  • ¿Tanto te molesta que te haya sacao a bailar Sofía?

  • Enric...no me molesta que me hayas sacao a bailar es que...- estiró mi brazó y me hizo dar dos vueltas antes de volver a cogerme-, es sólo que...

  • Que tú querías bailar esta canción con tu amiga - me dio una media vuelta y quedó ubicado a mis espaldas, haciendo que moviéramos las piernas a dúo adelante y atrás- pero te recuerdo que me prometiste bailar conmigo esta canción en el último entrenamiento si ganabas alguna medalla.

  • Es verdad - le contesté mientras me ponía de cara a él y dábamos un par de vueltas juntos moviendo la cintura-, pero me hacía ilusión bailar con ella..

  • ¿Te gusta verdad? - me lo preguntaba desde la distancia que había cogido para pasar su cuerpo por debajo de mis brazos.

  • ¿Tantísimo se me nota?

  • ¡Ay Sofía! - me soltó y dimos una vuelta hacia cada lao agitando las caderas- juego en tu mismo bando ¿recuerdas?

Paré el baile en seco.

  • Enric, ¿eres hetero?

  • Yooo??? Que va Sofía que dices.. - volvió a cogerme y a seguir bailando-, yo soy homosexual hasta el tuétano, por eso mismo me he dao cuenta de que tú lo eres y de que estás coladita por los huesos de Carmen.

Al dar otra vuelta vi como Carmen estaba hablando demasiado amistosamente con un chico demasiado atractivo que se veía demasiado "afectivo" con ella. Enric se dió cuenta:

  • No te preocupes Sofía - nos cogimos los hombros con las manos y dimos otra vuelta, me cogió de la cintura de nuevo por detrás, repitiendo el paso hacia los lados-, ese chico es gay, estaba conmigo, pero lo he abandonado por bailar contigo.

La canción iba tocando a su fin.

  • ¿Me lo tomo como un halago?

  • Te lo tomas como lo que quieras Sofía. Yo sólo te digo lo que es y lo que hay, que no te preocupes porque ese chico - les señaló mientras ellos se dirigían a la barra, supongo que por cortesía querría invitar a algo a Carmen- no quiere nada con ella, porque está conmigo. Además, ella está aquí por tí, quiero decir, que tú le gustas, eso está claro...

  • ¿Y tú cómo sabes eso?

La música había cambiao, el Lichis comenzó a cantar "La lista de la compra" junto a María Jiménez, y yo me giré para ver si ella se había dao cuenta de que estaban tocando nuestro grupo favorito, pero estaba muy ocupada charlando animadamente con el compañero de Enric, quien tuvo el detalle de esperar a que volviera a prestarle atención para contestarme a la pregunta.

  • Pues no sé querida, porque se nota y punto, es algo que sé, y ya está.

Esto empezaba a recordarme a cierta conversción con Antonio, y se lo comenté.

  • Enric, eres igual que Antonio para esas cosas.

  • Uyyy, no querida - bebió un trago del segundo cubata que yo me pedía esa noche-, ojalá Antonio fuera igual que yo en ciertas cosas, sobre todo en gustos carnales.

  • ¿Es que a tí te gusta Antonio??? - me quedé patidifusa, Enric era tan, tan....gay, y Antonio tan sumamente hombretón y masculino, no pegaban...

  • ¿Y a quién no Sofía? Con ese cuerpazo, y el morbo que da esa perilla, y saber que es un ex-cletómano....¿a quién no le iba a gustar?

  • A mí - dijo yo sin pensar.

  • Claro, tú eres lesbiana, ¿recuerdas?

  • ¡Uy es verdad! - bebí algo más del vodka con lima de mi vaso-, gracias por haceme memoria. Pero de todas formas, es que no me esperaba eso de tí, él es tan...- cuadré aún más mi espalda para imitar el porte de mi entrenador-.

  • Tan jodidamente hetero y machito, ¿verdad? - asentí-, hija, mari lo sé, pero mira, a mí simplemente me encanta. Bueno, ¿y qué piensas hacer con lo de Carmen?

  • Pues la verdad es que a mí me está dando bastantes ilusiones, y realmente - suspiré mordiéndome el labio cuando vi que regresaba con el grupo de nadadores, J&B Twist en mano- realmente me gusta mucho, muchísimo, yo...tenía esperanzas de que esta noche pasara algo, pero...entre unos y otros no me van a dejar

  • Pues aprovecha la ocasión, querida, yo te dejo, me voy a ver que quiere Alfonso, que me está llamando.

  • ¿Quién?

  • Alfonso, el chico mono que estaba hablando con Carmen mientras bailábamos.

  • Aahhh, vale, yo ahora iré con los demás - me acerqué a la barra y pedí dos chupitos de peché, uno para Carmen y otro para mí. Noté como una pequeña mano cubría mis ojos, en cuanto comprobé la suavidad y el agradable olor de la colonia Don Algodón que ella usaba supe que era Carmen. Se reclinó de puntillas sobre mi espalda, presionando su pecho contra mis pobres paletillas que los recibieron contentas, y su voz, pastosa y con el deje de su pueblo desde la segunda copa de cava de la cena me habló al oído.

  • ¿Para quién es ese delicioso chupito de peché...?

  • Para tí

  • ¿En serio? Tú pretendes emborracharme y luego utilizarme, ¿verdad?- ya me había soltao y estaba a mi lado cogiéndome firmemente de la cintura. Mil veces di gracias al cielo porque la oscuridad del lugar no le dejara ver el leve rubor que cubrió mis mejillas. Brindamos "por nosotras dos" muy solemnemente, y nos lo bebimos de golpe. Ella siguió hablando-, Dios está tan bueno...¿sabes que es lo primero de alcohol que yo me metí en el cuerpo, a los 16 años...? Es tan dulzón y tan suave...venga, ¡vamos a bailar! Joo, me debes un baile.

No pude evitar que una sonrisa como una catedral se instalara en mi cara.

  • Pero si yo no te he prometido ningún baile..

  • ¿Como que no? ¡En la cena lo has hecho! Sofía... - me cogió de los hombros y volvió a ponerse de puntillas para erizarme la nuca con otro susurro- deberías controlar más lo que hablas, y.. - arrastró las últimas palabras-, más si se lo dices a una rubia borracha con malas intenciones..

Se alejó de mí con mirada libidinosa, ¡¡madre de Dios, si hasta con esa mirada que no le iba nada a su cara estba guapa!! ¿Cómo no iba a enamorarme de ella?

Me tomó de las manos arrastrándome hacia un rincón de la pista, y se cogió de mi cintura acercádome a su pequeño y sudado cuerpo, tanto que me obligó a pasar mi cabeza por encima de su hombro descubierto, cantándome al oído la seductora canción de Chenoa, consiguiendo que yo me pensara cosas que a lo mejor no eran y que mis hormonas se levantaran y se lanzaran ardientes de cabeza a todos los rincones de mi cuerpo. Llegando el clímax del estribillo me soltó y me rodeó mirándome con picardía, ante lo que yo sólo podía responder tomándole la mano e intentando que no se me desmontara ninguna parte de mi cuerpo. Se acopló delante mío, dándome la espalda, colocó mis manos alrededor de su cinturita y entrelazó nuestros dedos, obligándome a flexionar las rodillas y bajar contoneándome a la vez que ella lo hacía. Volvió a darse la vuelta y se colgó una vez más de mi cuello, apoyando su frente contra la mía como buenamente pudo y apegando cada vez más nuestras caderas, con los ojos cerrados seguía cantándome que me atreviera a seducirle y a alcanzar el universo con ella, que le conquistara y me enredara a ella, pero...si eso lo estaba haciendo ya ella solita, dejándome a mí con la guardia totalmente baja. Cuando acabó la canción volvió a hablarme al oído, esta vez para pedirme que le invitara a una botella de agua, porque estaba sedienta...el tono con el que pronunció esa última palabra acabo por encenderme del todo.

Como perro sumiso fui a por su botella de agua, y al volver me la encontré bailando encima de un mini pódium el "Tu es fouto" de In-grid, y los movimientos de sus caderas acordes con la percusión y de su cintura con el acordeón fueron ya demasiao para mi pobre y excitado ser, la observé embobada mientras ella, con los ojos cerrados, seguía desafiando las leyes del ritmo y la flexibilidad con los giros y las contorsiones. Exploté por completo y no pude evitar beberme de un sólo glop la botella de agua que le había comprao para enfriarme un poco, así que de nuevo fui a por otra, y al acercarme a donde ella estaba, decidida a cogerle por detrás por sorpresa y hacerle alguna broma con la botella de agua sobre su incandescente piel para luego agarrarle y no soltarle en toda canción, vi que era Enric quien, aprovechándose de su condición de homosexual fuera del armario, estaba bailando con toda clase de arrumacos y movimientos casi pornográficos con Carmen, que estaba realmente seductora y atrevida cuando llevaba unas copas de más. Al acabar se bajaron y Carmen vino hasta mí, agarrándome la botella y tragándosela entera si mediar palabra. En esto se acercó Enric con cara de pillín y me rodeó el hombro para hablarme:

  • Sofía, que son casi las tres, van a chapar esto enseguida, y nosotros nos vamos a Juanita Limón que están hasta un poco más tarde y luego a Salamandra, que los demás nos esperan allí, y la cierran a las siete. ¿Vosotras que vais a hacer?

Miré a Carmen confundida, que yo que quería hacer...uuuyyy si te lo dijera...

  • La verdad, yo llevo encima una especie de principio de cogorza...- contestó Carmen- me vendría bien dar una vuelta para despejarme antes de entrar a otro sitio distinto, mi borrachera ya se ha acostumbrao a este hábitat, y no le van bien los cambios bruscos.

  • Jejejeje, ¿una especie de principio de cogorza? Carmen, yo creo que llevas un pedal en toda regla, pero bien, sí, será mejor que salgamos a pasear un rato antes de entrar a cualquier otro sitio, yo tampoco voy muy serena que digamos.

  • Vale, como querais. Si cambiamos de sitio te mando un mensaje, griega campeona - me dijo dándome una palmá en el culo-. Carmen, encantao de compartir a Sofía, y unos cuantos bailes contigo. A ver si nos volvemos a ver.

  • Lo mismo digo Enric, y suerte con Alfonso.

Se fueron todos dejándonos sólas en Casa Vella. Carmen tiró a ir a por las chaquetas, pero yo se lo impedí, acercándole peligrosamente a mí:

  • De eso nada Carmen. Todo lo que no hemos bailao juntas lo haremos ahora que no están estos pesaos.

Creo que captó la indirecta, y fuimos a un sitio apartao para poder seguir bailando, cada vez arrimándonos más, hasta que en dj tuvo a bien poner "Te aviso, te anuncio" de Shakira. Su principio de tango animó a Carmen a cogerme del hombro y pegarse completamente a mi sudao cuerpo, has que no quedó ni un sólo hueco libre entre nuestras pieles. Costó un poco pero al final cogimos el ritmo, sin hablar, todo esto se me hacía bastante incómodo y extraño, e inicié una conversación:

  • Oye...no sabía yo que en Bolbaite supierais bailar tan bien los tangos - esperé que hubiera entendido en tono de cachondeo, y lo hizo.

  • Te sorprendería saber todo lo que sabemos hacer los de Bolbaite - me respondió juguetona-.

  • Quizá podrías enseñarme...- le puse algo más de malicia a mi voz mientras le agarraba del brazo para darle una vuelta, pero sin dejar que se alejara mucho de mí.

  • Cuando quieras - me respondió con voz ronca cuando volvió a pegarse a mi abrazo.

Se acercó aún más, haciendo que ambas nos olvidáramos por completo de la música, del baile y de su ritmo. Hundió su cara en mi cuello y pude notar como aspiraba con fuerza, (temí que sufriera una intoxicación de CK one) y me acariciaba la nuca para enredar los dedos entre mis cabellos, mientras levantaba la cara para hablarme al oído y al hacerlo rozaba con sus labios el recorrido de mi cuello y el lóbulo de mi oreja izquierda:

  • Que jodía que eres - movió su mano por dentro de mi pelo, y la otra acariciándome la zona desnuda de mi espalda-, hasta lleno de gomina tienes el pelo tan suave...

  • Suave... - fue todo lo que mi garganta atinó a contestar. Levantó su cabeza del refugio de mi cuello y se quedó con su boca a escasos centímetros de la mía, casi luchando por respirar el aire que compartían en tan reducido espacio.

  • Mejor nos vamos de aquí Sofía.

¡Mierda, otra vez! ¿pero qué le pasaba con este sitio? ¿Por qué me despertaba ilusiones y a la hora de la verdad le entraban esas ganas imperiosas de irse? Pero yo no podía hacer nada, prometí que no le dejaría sóla esa noche, y además, ¿qué sentido tendría quedarse sóla esa noche? Recogí las chaquetas, y nos las pusimos en la puerta, al salir en aire helao de la madrugada nos azotó la cara, trayendo además olor a chocolate con buñuelos, típico por las calles al estar en plena fiesta fallera.

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*"El día en que todo a oscuras comenzó/tú tamblabas desde arriba hasta los pies/no era temblor de pena o pánico/era que hasta yo temblaba, yo no sé./Fuimos a un rincón oscuro y clásico/caminando entre palabras al revés/en un momento de cigarro y conmoción/tus labios se precipitaron en mi piel.." (Manuel Carrasco y Elena Gadel)

Salimos de allí totalmente empapadas y borrachas, desde la noche vieja pasada en el pueblo de Bea que no bebía tanto. Sofía me abrazó por los hombros con suavidad, para pasarme algo de calor, pero lo único que hizo fue avivar aún más la llama que a mí se me había prendido en el baño, el ver que alguien pudo haber imaginado que allí estábamos haciendo algo...lo confieso, me daba morbo.

Fuimos paseando un buen rato, hablando de esto y lo otro, entre pequeños abrazos, besos en la mejilla, miradas furtivas y cosquillas traicioneras, hasta que a lo tonto a lo tonto, con el alcohol todavía en apogeo en nuestras cabezas, acabamos sin darnos cuenta otra vez frente a los restos de la taberna La luna de Valencia. Fue Sofía quien me lo hizo notar.

  • Mira Carmen, donde hemos ido a parar, debemos haber andao un buen trozo ¿no?

  • Sí, es verdad - me apoyé levemente contra su cuerpo- pero como vamos tan bufás, casi que nos da igual.

  • Eso será - me rodeó las caderas con una mano, de forma tan terriblemente seductora que me hizo temblar- oye...estás temblando de frío..ven aquí.

Sí, sí, de frío, jaja, pues no será por ciertras partes de mi cuerpo. Hizo que me recostara contra su pecho, apretándome en su cálido abrazo, creo que provocando que aún temblara más. Su respiración abrasando la piel de mi cuello. Tenía que hablar como fuera de lo que fuera.

  • Nos hemos quedao embobás mirándola, es bonita.

  • Como tú...

  • ¿Qué? - ya empezábamos otra vez con los cumplidos, pero esta vez había un tono distinto en su voz, más meloso y arrastrado, quizá fuera el efecto del alcohol-.

  • Que es muy bonita, como tú - me apretó aún más si cabía contra su fuerte cuerpo- sigues temblado Carmen, ya te dije que te pusieras la camisa debajo de la chaqueta - metió su mano por dentro de mi manga, acariciando mi brazo y abrasando la piel por la que pasaba, noté como las rodillas comenzaban a desfallecerme, intenté seguir con el tema da conversación.

  • Algo tiene que le hace...agradable de ver, es algo tan simple, y aún así..

  • Es sencillo Carmen, es sencillo pero profundo, y está alumbrao de esa forma..que lo hace casi mágico y hermoso - me pasó la mano por el pelo-, fíjate, algo así como lo que las farolas están haciendo con el color de tu pelo esta noche. Me gustan mucho esas ruinas y más si las miro contigo - se agachó un poco y me hizo respingar cuando me quemó la piel detráss de mi oreja al besármela, provocando un caluroso cosquilleo por mi espalda-, me gustan casi tanto como me gustas tú

Algo así como un gnomo comenzó a saltar en mi estómago cuando oí esas últimas palabras, negándome a romper el abrazo, me di la vuelta consiguiendo que sus manos rodearan por entero mi contorno, y yo hice lo mismo con ella. Totalmente acalorada y tímida, pero sin permitir que esta ocasión escapara, le hablé lo más suavemente que pude, quería que esto se quedara entre nosotras, que no lo supiera nadie más que el aire que ahora compartíamos.

  • ¿Yo te gusto Sofía?

  • Mucho más de lo que te puedes imaginar.

Eso confirmaba las mejores de las ilusiones de las que yo llevaba viviendo desde hacía casi un mes, ser correspondida por ella, me provocó una pequeña explosión de alegría en el estómago que consiguió que me lanzara, apoyándome sobre las puntas de mis pies, a probar la suavidad de aquellos labios que llevaban semanas tentándome. Un leve estallido en mi interior me hizo sonreir sobre su boca al reconocer que mi alma y mi cuerpo se sentían igual de satisfechos. Por un momento ella pareció no reaccionar, y estaba a punto de apartarme temiéndome lo peor, cuando una mano subió hasta mi cuello y la otra apretó desde mi cintura mi cuerpo más al suyo. Abrió los labios por completo y el beso se hizo más cálido pero dulce a la vez, su boca sabía a la deliciosa mezcla de licores que aquella noche habíamos tomao, y mi lengua no dudó en precipitarse contra la suavidad de su paladar para poder degustarlos mejor, mientras que me acariciaba la espalda siguendo el mismo recorrido que los escalofríos que me recorrían la médula...

Me cogió por sorpresa, en mis pensamientos siempre había sido yo quien se había lanzao a por ella, y ciertamente yo había dao el primer paso al confesarle que me atraía, pero inesperadamente fue ella quien decidió cuando era el momento oportuno para besarme. Y ese gesto tan inesperado hizo que disfrutar aún más del beso. Confundida por la decisión que Carmen había demostrado, y sorprendida por las sensaciones que un simple roce me había provocado, me costó reaccionar, pero en cuanto noté que ella comenzaba a separarse de mí, le agarré con toda mi ternura y le atraje aún más hacia mí, alargando el beso para demostrarle que estaba bien.

Su valentía no acabó ahí, sino que al poco, invadió con la lengua mi boca, comenzando una especie de baile ritual con la mía que consiguió que una leve humedad llegara hasta cierto punto de mi cuerpo, lo hizo con suavidad, como con temor o vergüenza, y por eso mismo me encantó y le correspondí, acariciádole la espalda por debajo de la chaqueta, aquello comenzó a ponerse aún más interesante cuando metió sus manos por debajo de mi top y acarició mi cintura. Estaba más que claro a por lo que las dos íbamos esa noche, y también que ninguna de las dos iba a detenerse, así que cesé el mordisqueo que momentos antes había comenzado sobre su cuello, y paré a un taxi que, cosas y suertes de la vida, pasaba libre por ahí en ese mismo momento.

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*"Agotamos, no importaba nada / las reservas de los manantiales /parecíamos dos irracionales / que se iban a morir mañana./(...)Si pudiera contar/todo lo que sentí/no quedó un lugar/que no anduviera en mí/Besos, ternura/que derroche de amor/cuanta locura." (Ana Belén)

Que nadie me pregunte que pasó en el tiempo desde que nos metimos en el taxi hasta que entramos en el ascensor, porque entre la ingente cantidad de alcohol que corría por mis venas, y la explosión de emociones del momento, no recuerdo nada, es un lapsus en mi memoria del que sólo recuerdo como me hervía la poca sangre diluída con peché, cava, whisky, tequila y sangría.

Nada más cerrarse las puertas del ascensor, Sofía me aplastó contra el cristal y yo le quité la chaqueta de cuero para que dejara paso a mis dientes sobre esas clavículas tan enloquecedoras. Suspiró cuando empecé a mordisquearlas y me besó tiernamente la cabeza. No pude evitar levantar mi pierna para de alguna manera rodear una de las suyas, y ella acarició mi brazo, para dirigirlo en dirección a rodear su cuello, mientras que al oído me susurraba lo mismo que había murmurao bailando en el pub, "suave..", así, así estaba siendo, tan suave, tan tierno y cuidadoso pero intenso y vibrante a la vez... Llegamos al piso tercero, y cuando salimos del ascensor me colocó delante de ella, besándome todo el cuello y acariciando el contorno de mi cintura, mientras que luego abrió la puerta a la vez que intentaba devorar mi oreja derecha.

Una vez dentro, me giré para volver a reencontrar la felicidad en sus suaves labios, que resultaron ser unos perfectos besadores, y ella me quitó mi chaqueta y mi top. La poca timidez que me quedaba desapareció cuando le empujé hacia su habitación, no sé de donde me saqué el saberme el camino, y la lanzé sobre la cama, sentándome a horcajadas sobre sus rotundas caderas y quitándole con impaciencia el top, para con sorpresa y alegría ver que no llevaba sujetador, pues a sus pechos firmes ciertamente no les hacía falta nada para sujetarlos, nada excepto mis manos..

Los acaricie maravillada por la suavidad de su piel, y me tomó de la cara estirándome de nuevo a que mi boca aterrizara contra la suya, y luego la dejé deslizar por el cuello para llegar a la otra clavícula, aquellas que no me había dao tiempo a disfrutar en el ascensor. Te hice cosquillas al jugar con ella y reíste quedamente:

  • Carmen, ¿tienes fijación con las clavículas o algo así?

  • Mmmm - levanté la mirada para encontrarme hundida en la marea de sensaciones que la suya me provocaba-, es que...la carne que está cerca del hueso siempre es la que mejor sabe...

  • Jajajaja - al reírse noté como su pecho se movía contra mí, como aquella bendita tarde en que me encontró llorando porque Mufasa acababa de morir.

Empezó a luchar contra la cremallera de mi falda. Pero yo no le dí opción a más, estaba bastante nerviosa, pero lanzada, la embriaguez me quitaba la vergüenza, y hacía que el escalofrío de tener a Sofía debajo de mí se multiplique por mil. Bajé por su pecho, pero algo tan sublime y perfecto para mí, que pasé un poco de largo, temiendo cometer alguna barbaridad en él, mientras que ella se dejaba hacer, tranquila y confiada.

Tras muchos esfuerzos conseguí sacarle los pantalones, que por el sudor de estar toda la noche bailando, casi se habían convertido en una segunda piel, y dejé al descubierto unas piernas largas y poderosas, suaves y esculpidas que me envolvieron con dulzura mientras yo me quedaba extasiada de lo que tenía ante mí, no parecía digno para mí, era demasiado.

Ante mi repentina parálisis por semejante espectáculo, me sonrió tierna y besándome como si en ello se le fuera la vida me dió media vuelta, para tenerme esta vez a mí debajo...

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*"Esta noche tengo más de lo normal/y tu cuerpo se me antoja el eslabón./Entre la tierra y el cielo/lo real y lo irreal/(....)/y te han puesto encima mío/para siempre y por jamás./Esta noche tengo más de lo normal." (Revólver)

Nada salió como yo tantas veces había soñao, y tal vez por eso estaba siendo perfecto. Fue tan dulce cuando se quedó mirando mis senos tan fijamente, con sus ojillos como platos, y cuando logró desnudarme por completo y quedó paralizada...me hizo sentir como una diva...su diva...parecía tan desconcertada pero tan deseosa a la vez....que una vez más, como tantas otras, le rodeé con todo mi sentimiento..ella había disfrutado de mí, y ahora era mi turno..nuestro turno.

Así que le besé, y para su sorpresa, le puse boca abajo y me deleité en todos y cada uno de los rincones de su espalda has ta que por fin llegué a su falda y logré quitársela. Volví a subir para besarle los hombros y el cuello mientras que estiraba la mano y alcanzaba el mando de la cadena, pulsé al cd 3, y las suaves melodías del Versión Original de los Presuntos inundaba mi habitación y mis oídos, y junto con el suave contacto de Carmen me ponía aún más los pelos de punta...

Se dió la vuelta y se envolvió a mi alrededor, besándome suavementa para luego decirme:

  • Estoy jodidamente borracha..

  • Lo sé, y yo también...

  • Lo has hecho adrede ¿verdad? Me has emborrachado aposta..

Por un momento, la idea de estar aprovechándome de Carmen me dio un pinchazo en la tripa, pero hasta mi conciencia estaba ya abandonada a los efectos del licor, y de los labios de mi rubia vecina recorriendo, esta vez sin contenciones, el contorno de mi pecho. Me acarició la espalda para volver a ponerse a mi nivel, y yo comenzé mi recorrido por el final, saboreando toda su piel desde los pies, pasando por sus graciosas piernas, llegué a aquel estómago que me había conmocionado al poco de conocerla, y me di todo el tiempo que quise en rondar y probar todo aquello que estuviera estre su cuello y su ombligo, que para mí comenzaba a ser lugar sacro. Llegué a la meta de sus labios y sentí como luego jugaba con el lóbulo de mi oreja, mientras me susurraba cosas para mí ininteligibles, volvió a ponerse encima mío muy rapidamente, entre el revuelo de las sábnas blancas, me tomó de las manos y estiró mis brazos contra la almohada, pero parecía tan ansiosa por acariciarme como yo lo estaba, y pronto me las soltó , y la ternura y la suavidad que hasta aquel momento reinaban, fueron destronadas por las ansias y el descontrol, y entre los versos y los acordes del "Esperaré", la luz de las farolas entre mis cortinas y nuestras pieles, nos perdimos en un infinito mar de caricias...

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*"Ay, que tremendo y que difícil/volver desde la luna/cuando llama a la puerta la razón/volver volando en tu sillón volador" (Malabar)

Varios y fuertes golpes en la cabeza me despertaron, y miré desconcertada al techo, hasta darme cuenta que eran los síntomas de una resaca de caballo, y al girar hacia la izquierda mi mirada vi en el despertador los números grises que me informaban de que sólo eran las seis menos cuarto de la mañana. Me restregué la cara de mala manera, y noté que algo extraño pasaba en mi cama.

Me dí la vuelta hacia la derecha y me encontré con Carmen durmiendo de espaladas a mí, un poco sudada. Levanté temerosa las sábanas y el cubre y mis sospechas se confirmaron cuando vi que entre estas y el colchón, sólo estaba Carmen en su espléndida desnudez.

Un reguero de imágenes a cual más confusa comenzó a pasar por mi cabeza; el torneo, Carmen, el agua, su turbante, sus ojos, los vestuarios, mis medallas, el cava, el abrazo, su novela, más cava, la cena, sangría, Casa Vella, tequila, la escenita del baño, más alcohol, los celos, el baile, vodka, más baile, más alcohol, el paseo, el abrazo la Luna de Valencia, el roce, sus labios sobre los míos, su cuello, el taxi...parecía una loca rememorando todas esas escenas a la vez. Lo que venía después del taxi era ya demasiado confuso y borroso, pero el hecho de que ambas estuviéramos desnudas en la misma cama, en MI cama, lo aclaraba todo bastante.

Y ahí fue donde comenzó mi suplicio, ¿alguien ha tenido alguna vez ese asqueroso sentimiento de culpa? Pues es algo horrible; empieza con una especie de duda que se te pasa muy rápido por la cabeza e intentas desecharla, pero se afianza y va creciendo, haciendo que empieces a sentir una gran desazón. Sabes que no puede ser, que lo que estás pensando es una tontería, y que no eres culpable de eso, que es algo irracional e imposible, pero sigue creciendo hasta que se convierte en ua gran angustia y una culpabilidad irracional. Un viscoso gusano, que digo uno, cientos de gusanos, que cojones gusanos, una anaconda entera en toda su largaria y su peso te remueve las tripas y te apreta el pecho y la gola, provocándote las más inmensas ganas de llorar y de rogar a gritos perdón por aquello que sabes que no has hecho. Y la seguridad que tenías de tus actos va desapareciendo y cada vez dudas más de si no serás de verdad culpable de algo, y cuando buscas refugio en la racionalidad de tu conciencia, te encuentras con que la muy cabrona se ha aliado con tus visceras y sus sentimientos en tu cotra, y pasa de ayudar a tu pobre y maltrecha integridad, dedicándose a atar cabos que en realidad no cuadran entre sí para acabar por convencerte de que sí eres culpable de lo que momentos antes sólo era una sospecha. El recuerdo de las palabras de Carmen mientras hacíamos el amor, echándome en cara, ya no sabía si en broma o en serio, que yo era quien le había emborrachado para aprovecharme de ella fue lo que me provocó el odiado sentimiento de "mea culpa". La pastosidad de mi boca comenzó a recibir algo más de saliva de la normal, y supe lo que venía a continuación. Me levanté de un salto de la cama y corrí hacia el baño, levantando la tapa del váter, me retiré el pelo y comenzé a vomitar todo el alcohol y parte de la cena que horas antes había ingerido, pensando que saldrían por otros orificios...

Suspiré con alivio al comprobar que la gran pellorfa que Carmen había cogido le había sumido en un sueño tan profundo que ni mis guturales sonidos ni mis carreras hacia el baño le habían despertado. Me sentía tan sucia y tan repelente..que si pudiera me habría abierto en canal para sacarme mi alma de aquel cuerpo con el que había ensuciado el honor del ser que yo en esos momentos más amaba, convencida como ya estaba de que efectivamente, mi otro yo había salido más de lo normal esa noche y se había aprovechado de mi vecina para saciar sus más bajos instintos..

Cabizbaja me puse el pijama que había dejao abandonado en la cómoda, y mientras lo hacía oí como Carmen murmuraba algo entre sueños...de lo que sólo pude distinguir "Sofía(...)no(...)Jaume(...)", que fueron más que suficientes para acabr de hundirme aún más en mi propia mierda, porque aunque en realidad no tuvieran sentido, para mí estaba más que claro lo que querían decir.

Me negué a volver a meterme en la cama con ella, y más estando como estaba aún desnuda, así que llorosa me fui a intentar dormir al sofá, mientras que en voz baja le pedía mil veces perdón y me juraba a mí misma que en la vida volvería a probar el alcohol. Me tumbé en mi acogedor sofá temiendo cual sería la reacción de mi amiga a la mañana siguiente, y rogando que como mucho no se acordara de nada de lo que había pasao, y al menos así aún consiguiera mantener su amistad...

Me oí ronronear a mí misma, con un pie en este mundo y otro en el de los sueños, entreabrí los ojos al sol que entraba por la ventana y lo primero que me llamó la atención y me hizo despertarme del todo, aparte de los retortijones de mi tripa, fue el darme cuenta de que estaba totalmente desnuda...me fijé mejor..en una cama de una habitación que me era familiar, pero desde luego no era la mía...giré un poco la cara y apoyé sin saber porque mi nariz en el otro lado de la almohada, para inspirar y deleitarme al darme cuenta de que en ella estaba aún el olor de la colonia de Sofía..y varias fotos de esta con algunos amigos o con su familia repartidas por su cómoda o por un corcho con chinchetas me confirmaron cual había sido el destino de la noche pasada...yo estaba desnuda en su cama...las sábanas bastantes revueltas y con su perfume impregnado en ellas junto al mío..y también en mi piel...comenzé a recordar todo lo que había pasao apenas unas...cinco horas antes..según miré al despertador y vi que eran casi las diez de la mañana...

Sin embargo ella no estaba en la cama, y su ropa aún andaba tirada por la habitación..mi turbante azul revuelta con ella. No era como yo tantas veces lo había imaginado, ella simplemente no estaba, y no se oía ningún ruido por la casa que me informaran de su presencia, no estaba a mi lado, acurrucándome para despertarme, o ella acurrucada en mí, en su defecto. Nada, así que temí que en realidad nada de lo que yo pudiera recordar hubiera pasado, pero si no era así...¿a qué venía entonces que yo estuviera con semejante resacón en su cama y desnuda? ¿A qué nuestras ropas tiradas y revueltas, a qué tal lío de sábans y cubre, o su olor impregnao por toda mi piel? No...quizá fuera borroso, pero desde luego no irreal, lo que yo recordaba había pasao esa noche de verdad, vaya si había pasao, y había sido algo...indescriptible, al menos para mí.

Pero para ella..¿qué habría sido para ella? Dudaba tanto...y dolía tanto que no estuviera ahí, que hubiera sido tan frío el despertar que yo había imaginado cálido y suave, suave como su pelo mojado...

De repente me asaltó una duda más dolorosa que las anteriores, ¿y si para ella no había significao nada? ¿Y si sólo se había dejao llevar por el momento y la borrachera? ¿Y si no recordaba nada..? ¿Y si yo le hubiera utilizado, y si me hubiera aprovechado del casi lamentable estado de nuestras conciencias para hacer realidad alguna de mis fantasías? Sonaba tan irracional e imposible...pero a la vez parecía tan evidente...me iba invadiendo un nerviosismo y un miedo muy grandes. Esperé unos quince minutos a que ella apareciera y me dijera algo, lo que fuera...mi malestar llegó a tal punto que ya me daba igual lo que pudiera decirme, como si ni siquiera recordaba todo lo que esa noche habíamos compartido...a pesar de lo grande que había sido.

A pesar de que luchaba por quitarme de la cabeza la idea de que lo ocurrido entre el taxi y su cama no era más que producto de mi egoísmo, creció la certeza de que así había sido, y de que para empezar había hecho el ridículo comportándome como me comporté durante toda la noche y bebiendo como una perra, y para acabar me había aprovechao de que Sofía también descontrolara con el alcohol para llevármela a la alcoba, y encima con la cara dura de no ir ni siquiera a la mía...era dura y cruel, pero estaba claro, había reconocido mi mal, había entonao el "mea culpa" y ya nada conseguiría sacarme de la ceguera en la que me había metido.

Tenía que salir de allí, aprovechando que al parecer Sofía no estaba, para esconder mi vergüenza y mi maltrecha dignidad en algún rincón de mi casa, para flagelarme golpeándome la cabeza con la pared. Estaba vistiéndome cuando unos murmullos provinentes del comedor me provocaron un nudo de miedo en el estómago, estaba claro que eran de Sofía, y que ella estaba allí.

Acabé de vestirme salí, encontrándomela en pijama medio somnolienta en el sofá, intenté forzar una sonrisa.

  • Buenos días Sofía.. - casi no me atrevía a mirarle a los ojos-.

  • Buenos días Carmen...por decir algo, porque desde luego no lo son para mi cabeza - ella cerró los ojos y se refregó la frente, tampoco se atrevía a mirarme a la cara...ay, dios mío-.

  • Demasiao alcohol anoche, ¿verdad? - intenté sacar algún tema en aquel incómodo silencio, y de paso comprobar que era lo que de verdad estaba pasando. Me miró seria y como...dolida, miles de punzones se ma clavaron en el pecho-.

  • Se ve que sí.

  • Sí, porque si no...¿cómo se explica que haya aparecido semi desnuda en tu cama? - vale, ya lo había dicho, ahora a ver que pasaba-.

  • Pues no recuerdo muy bien pero...creo que llegamos en tal lamentable estado, que directamente te metí en mi cama, porque practicamente te caías, ni pensar en abrir tu puerta, y yo tampoco tenía el pulso como para buscarte las llaves y hacerlo, la verdad.

  • Oh, ya - vaya, o de verdad no se acordaba de lo que había pasao...o estaba teniendo el detalle de dejarlo correr, y mal disimular que estaba todo olvidado. Aunque desde luego la expresión de su cara mostraba todo menos eso.

Quizá era mejor así, no tocar el tema, si no se acordaba, era triste, pero casi mejor, y si se acordaba, prefería dejarlo estar, no complicar más el asunto y olvidarlo. No hablarlo, discutirlo ni tocarlo, no fastidiar más nuestra relación, dado lo fastidiada que ya iba a quedar después de esto. No podía seguir mirando a la persona a la que amaba con ese sentimiento de culpa y de ganas de reventar a llorar, me hubiera gustao que una vez más me hubiera acurrucado en sus brazos para consolarme, y despertarme más tarde como me dormí aquella madrugada, envuelta en su cuerpo tras estallar en el mayor de los placeres que jamás pude sentir, confirmándome que estaba enamorada de ella hasta la médula.

  • Creo que será mejor que me vaya, ya es muy tarde..y...tengo cosas que hacer - menuda mentira.

  • Muy bien - vale, no intentaba retenerme, mejor, o peor, no sé. El caso es que tenía que irme de alli.

  • Yaaa...nos veremos - dije bajando la mirada para no hacer eso precisamente, verle-. Hasta luego Sofía, cuídate esa resaca.

  • Tú también, au.

Fue su seca respuesta, y salí de allí cerrando la puerta, sintiendo aún su fría y extraña mirada sobre mi nuca, había vuelto a ver algo más en ella...pero esta vez no caería en mi debilidad. Me alejé y entré en mi piso, con la sensación de que acababa de cometer la mayor herejía y el mayor sacrilegio contra el ser al que estaba empezando a venerar con lo más profundo de mi sino, había pecao contra Sofía.