A Julia le humedece ser una marrana (iii)

El día ya se agota. Fernando y Julia se dejan diluir en la noche, tras la cual deberán tomar el tren que les conducirá a casa. La inexorable ley del deseo se impone.

Fernando dormía a su lado, roncando como él afirma que nunca hace. Sonrió y le observó apoyada sobre su codo. ¿Contradicciones? Nadie se libra de ellas, de lo que se trata es de cabalgarlas... Se enamoró de él ya en la universidad, callado, introvertido, inteligente... y guapo, pero sobre todo atractivo. Un atractivo que amigas suyas no entendían demasiado, pero Julia era la receptora de esas miradas de fuego con las que él la quemaba y no ellas... Fue ella la que tuvo que tomar la iniciativa, ya que si por él hubiera sido, aún seguirían quedando para tomar un café y departir sobre política. Sonrió al recordar aquel primer beso de ella. Fue rápido, furtivo, guerrillero... y el intervalo que medió hasta el segundo, en el que los azules ojos de Fernando y los de ella, se atraparon, y sucedió el segundo beso, en el que las semanas de quedar “como amigos”, aportaron intensidad salvaje, a los labios y sus lenguas. Y luego Fernando... ¡pensaba que estaba loco!, pues empezó con ese “Oh, Julia... Oh, Julia...” dicho con tal intensidad, locura y amor, que le rondó por su cabeza la idea de que estaba ante un loco, durante un instante. Loco si, pero por ella...

Y allí estaba Julia... se acercó y besó el corto cabello medio rubio de él, sintiendo su aroma y degustándolo, como sólo una mujer enamorada sabe. Fernando realizó ese típico ronquido un tanto gorrino, tan característico de los hombres, que les despierta de su sueño supuestamente sin ronquidos.

-Hola, mi amor...-

-Uhmmm...-Fernando se giró hacia el rostro de su amada-¿por qué estás tan preciosa...?

-Si, seguro que por mi cabello hecho un desastre y mis ojeras...-bromeó ella posando sus labios en los de él en un suave beso.

-Por eso precisamente...- de pronto comenzó a olisquear- ufff... mi putilla debiera darse una ducha...

-Tu putilla no quiere ducharse...-repuso pasando su brazo por la cintura de Fernando- quiero oler a hembra follada...

-Con lo que me estás diciendo, que no quieres salir a cenar...-

-Eso lo dejo a discreción de mi dueño- un nuevo beso y su mano buscó bajo las sábana el miembro de Fernando, flácido pero eso podía ser remediado-si mi amor quiere que salgamos, salimos...o incluso, me puedes dejar atada a la cama mientras vas a cenar tú...

-No haré pasar hambre a mi putilla deliciosa...-

-Pero me alimentaré de amor... y si me permites hacerte una mamada, eso ayudará...- su mano ya logró que el miembro de su dueño alcanzara una erección notable- además, así mi dueño saldría satisfecho, y no tendría ojos para otras...

-Joder, putilla...-Fernando rió- eres realmente tremenda... mira que pensar que tengo ojos para otras... lo que si me parece una buena idea, es que me hagas una mamada...

-¿Una mamada, o mi dueño prefiere que le ordeñe la leche sobre mis tetas?-

-Mejor una mamada, porque quiero seguir tumbado. Luego te dejo usar mi leche como quieras...-

La putilla se deslizó bajo las sábanas, agarró el miembro de su devoción y lo besó. Lentamente fue dando placer a su amado, que mesaba su cabello desparramado.

-Qué bien, qué bien...- repitió él jugueteando con sus dedos con los cabellos oscuros de ella- qué boquita más guarra tienes...

Pocos minutos transcurrieron hasta que la boca de la puta, comenzó a ser llenada del goce viscoso de su dueño... con su mano apuró hasta la última gota, pues para ella, hacer que no quedara resquicio de leche en su dueño, implicaba saciarle por completo. No sería una buena puta si no lo hiciera... acostada sobre el vientre de su amado, que tras los gemidos suaves de su orgasmo, seguía jugueteando con su cabello, saboreaba el placer de él en su boca... le excitaba y le gustaba, más aún, lo necesitaba, ya que era una forma de sentirse más suya.

Se incorporó y vació en sus manos el néctar de su dueño y lo extendió por sus tetas...

-Marrana...-Fernando rió- ¿no tendrá algún efecto secundario abusar de mi leche?

-No, él pedirá por mi- le transmitió Julia al camarero del restaurante cuando les estaba tomando nota de la cena. El camarero la miró con sorpresa y con una sonrisa forzada y un gesto con la cabeza, se volvió hacia Fernando.

-Tendría que haberte pedido sesos y esa otra cosa que era a la vinagreta...- le dijo Fernando con tono divertido cuando el camarero se había retirado.

-Me ha faltado decir “mi dueño pedirá por mi...”-

-¿Estás cómoda?-

-¿Sin bragas y con las bolas chinas de acero en el chichi?- le lanzó un beso por el aire- perfecta... sólo que como empiece a mojarme, igual se salen.

-Uhmm...sería bastante cómico-

Charlaron, rieron y disfrutaron en el transcurso de la cena. No eran especialmente sibaritas en lo que se refiere a la comida, por lo que quedaron satisfechos. Aún eran las diez y media cuando salieron del restaurante, por lo que pasearon de la mano buscando un lugar para tomar una copa, haciéndose arrumacos y buscándose mediante besos.

-Espera...- miró a Julia que frunció ligeramente el ceño y señaló un parque tenuamente iluminado-vamos a realizar una pausa en el camino...

Se aproximaron al parque, en el que un par de bancos de piedra estaban protegidos por arbustos de hipotéticas miradas.

-Ponte sobre el banco-le señaló el banco a Julia.

-¿Qué?-

-A ver, putita, ¿eres sorda?-le propinó un azote en las nalgas- eso es, a gatas...

-Qué... ¿qué vas a hacer?- exhaló el aire de sus pulmones cuando sintió que su vestido era deslizado hasta la cintura quedando con las nalgas expuestas sobre el banco. Para colmo, se escuchaban voces. Un azote en las nalgas le indicó que callara.

El dueño se sentó en el banco con las nalgas de su putita a mano, y tras mojar los dedos con saliva, recorrió el surco de ella, desde los albores del clítoris, hasta la puerta trasera. Jugueteó con el cordel de las bolas chinas que portaba en su interior y tiró para que una esfera metálica surgiera... eran cuatro, y tiró del cordel hasta que apareció la segunda...

-Mi...mi dueño... nos van a ver...-trató de protestar, pero sin excesiva convicción, ya que la posibilidad de que la vieran de esa guisa, en sí misma generaba una sensación húmeda en su mente y su sexo-mi...mi amor...

-Sssshhh...no hables...- introdujo de nuevo las bolas de acero y volvió a tirar del cordel hasta sacar tres, arrancando un ligero gemido de su puta- eso es...¿te gusta?

-Si...-

Repitió la operación dos veces más, metiendo las bolas de acero y estirando para sacarlas... comprobando con sus dedos groseros cómo el sexo de ella, se mojaba... y al lubricar los dedos, introdujo el índice en el trasero... haciendo que entre los jadeos de la puta, surgiera un gemido de sorpresa y de placer.

-Muévete, puta... fóllate mi dedo con el culo... eso es... ufff... como aprietas, ¿eh, guarra?- introdujo un segundo dedo- pero qué marrana eres...cómo te gusta abrirte el culo...

-Soy...soy muy sucia...- se movía adelante y atrás- yo... uhmm... si, qué bueno.

-Pero si estás mojando hasta el banco...- la mano libre del dueño magreó el hinchado sexo de la puta, repartiendo su goce viscoso por los muslos, por las nalgas- ¿quién es la más puta y la más marrana?

-Yo, amor mío... y soy tuya...-

-Parece que viene alguien- Fernando bajó el vestido a la jadeante y encendida Julia, que a duras penas logró sentarse con dos bols metálicas fuera de ella y empapada.

Efectivamente una pareja pasó por delante, sin duda buscaban los discretos bancos que ocupaban ellos para enrollarse.

-Mierda, mi amor...- Julia rió entre jadeos cuando la pareja se alejó- eres un cabrón...

-Y tú una guarra que te dejas hacer de todo-

-¿No quieres seguir?-

-Me han cortado el rollo...- se quejó Fernando- yo que hubiera querido darte por detrás...

-Uy... se te ha quedado chiquitina- apuntó Julia palpando la entrepierna de él y no encontrando la erección bajo el pantalón- para ser tan, tan pervertido, tu cosita es muy vergonzosa... ja, ja, ja...

-Calla putilla...- le propinó una cariñosa palmada en el muslo- ¿vamos a tomar una copa?

-¿Sabes lo que me está poniendo a cien?- le preguntó Fernando a Julia, mientras disfrutaban de sendos gin-tonics en un bar ya cercano al hotel- lo cochina que estás... joder, estás llena de lefa, de tus jugos... y... buff... sólo imaginar tus axilas...sin ducharte y con tanta actividad que hemos tenido.

-Ja, ja, ja- tomó la mano sin copa de gin-tonic de su amado con la suya y la apretó cariñosamente- eres... en fin. ¿A qué hora tenemos que salir mañana del hotel?

-Creo que a las doce...-

-Tenemos todavía tres días libres por delante- recordó Julia alegremente.

-Si, tres días que te voy a poner el arnés de guarra sublime...-

-No, por favor, mi buen amo...-Juluia simuló un tono de voz apesadumbrado- no, mi amo, no me castigues de una manera tan inhumana...

-Cuando tengas el coño caliente y mojado, ahí me voy a reír yo cuando me ruegues para que te folle, y me lamas los pies para complacerme...-

-Espero ese momento...-

-Vamos, putilla, quiero llegar a hotel para usarte por detrás-

-Siempre dispuesta a servir a mi dueño...-

Se besaron y de la mano caminaron hacia el hotel. Eran ya las dos de la madrugada y el recepcionista les tuvo que abrir la puerta. Fernando percibió la forma en la que el recepcionista miraba a Julia y se deleitó al saberse amado y enamorado de ella. Cuando llegaron a la habitación, se comieron a besos sucios, cayendo abrazados sobre la cama...

-Eh, mi amor... tengo que ir al baño...-le indicó ella.

-Pero quiero verte...-

-Tengo que... bueno, ya sabes, aguas un poco mayores-

-Por eso...-

A Julia, a pesar del morbo que le generaba, no le resultaba sencillo hacer sus necesidades ante su dueño y su mirada expectante y lasciva... menos aún higienizarse... pero la erección que mostraba, le hacía sentirse bien pagada y satisfecha. Concluyó y accionó la bomba de la cisterna. Llevaba a cuestas demasiada excitación y no lo pensó. Cuando su dueño iba a proceder a orinar, le tomó de la mano y lo condujo hacia la ducha. Se miraron, Julia mordió su labio inferior y realizó un muy leve asentimiento con su cabeza. No separaron sus miradas cuando Julia comenzó a acuclillarse ante él.

Ya lo habían realizado un par de veces, no era algo nuevo, pero si algo que se salía de lo común y por ello especial. El dueño orinó el rostro de la puta marrana, sus pechos, su cabello... mientras ella con los ojos cerrados, mostraba un semblante beatífico... Cuando terminó, la puta limpió con su boca el miembro de su dueño...

-Mi amor... aquí mismo... por favor, dame por el culo... necesito que me conviertas en tu porculera...-

-Puta...- el dueño estaba tan caliente que no lo pensó, hizo que la puta se colocara a cuatro patas, y tras escupirse en la mano para lubricar su miembro, la penetró sin demasiados miramientos...- vaya culo... vaya culazo... uff... qué bien... ¿te gusta que de por el culo, puta?

-Oh...si...si... me gusta... mi amor me usa como quiere... si... más, más...- la mente de Julia combinaba sentirse sucia, con estar siendo sodomizada, lo que generaba un cóctel de sensaciones y emociones que le hacían mojarse con la calentura...-así... mi amor... mi dueño...rompe el culo a tu puta...

Terminaron los dos sentados en el plato de la ducha, dichosos, gozosos y saciados... se besaron entre risas y cuando recuperaron la cordura, se ducharon juntos antes de ir a la cama a dormir abrazados y esperando que Morfeo les acogiera en su reino.