A julia le humedece ser una marrana (ii)
La vida de Julita y Fernando. Un episodio de su discurrir por el mundo.
No era correcto, lo sabía y por ello no lo verbalizaría, pero escuchar a Julia, su compañera sentimental en la vida, como ponente en una conferencia feminista, le resultaba paradógico. Por supuesto el deseo es libre y la sexualidad, el goce y las prácticas íntimas, sólo debieran tener como límite el viejo proverbio de “sano, seguro y consensuado”, por supuesto entre personas adultas y libres.
No, no era correcto, pero no podía evitar que, según escuchaba con interés a su compañera en la mesa de ponentes, acudieran a su cabeza, imágenes y situaciones de su intimidad como pareja, o saber que Julia, bajo los pantalones, vestía unas bragas de látex con dos protuberancias alojadas en sus dos oquedades. Más aún, pensar sobre ello, le excitaba.
La conferencia duró dos horas y media, pero al concluir, Julia estuvo recibiendo felicitaciones y departiendo con otras militantes y simpatizantes de la causa. Pocos hombres había allí, lo que era preocupante, ya que denotaba una falta de compromiso por la igualdad.
-¿Fernando?- Julia aparecía radiante y preciosa y besó en medio de una sonrisa de satisfacción a su chico- ¿qué te ha parecido?
-Oh, muy bien... sobretodo la ponente de pelo rizado y...- le interrumpió un nuevo beso y un cariñoso azote en las nalgas.
-No seas tonto. Venga vamos, que como me pillen por banda esas de allí, no salimos de aquí hasta mañana-
Caminaron de la mano comentando diferentes aspectos de la conferencia, mientras se dirigían al hotel.
-Hasta aquí- dijo de pronto Julia. Hizo un gesto con sus dedos a la altura de la cabeza, simulando accionar un interruptor- “tic” ya está... ahora nos ponemos en modo risueño.
-¿Modo risueño?- Fernando rió- joder... modo risueño, qué forma extraña de plantearlo.
-Y si...-también rió y se abrazó a él para besarse- ¿y mi amor...? ¿quieres ponerte ya en modo risueño? ¿me follarás un poquito cuando lleguemos al hotel?
-¿Sólo quieres un poquito?-
-Lo que quiero es que mi amorcito me haga cosas sucias- invadió con la punta de la lengua la oreja de Fernando- tengo todos los agujeros dispuestos...
-¿Qué tal las braguitas especiales?-
-Los dildos son un poco pequeños para mi gusto, pero bueno...-
-¿Andas ya mojada?- besó los fruncidos labios que Julia le ofrecía palpando de paso su entrepierna.
-Ya sabes que sí... y además al caminar, me da bastante gustirrín-
-Eres incorregible...-
-Pero vayamos al hotel rápido, porque me estoy meando-
Ya en la habitación del hotel, Julia se desvistió quedando únicamente con las bragas de látex y se dirigía al baño a toda velocidad.
-Eh, perra... ¿a dónde crees que vas?- le espetó su dueño.
-Mi... mi amor... me estoy meando mogollón...-
-Putita, putita... lo primero, es lo primero- se desabrochó el pantalón y tras quitarse los zapatos sin desatarse los cordones, se los bajó junto a los calzoncillos, mostrando una notable erección- me apetece correrme en tu boca...
-Me meo...- trató de protestar ella sin mucha convicción. Estaban ya plenamente en “modo risueño”- mi amor... tu perra se va a mear encima...
-Mientras no pares de comerme la polla, puedes hacer lo que quieras- la miró con rostro burlón agarrando su polla.
Se arrodilló y avanzó hasta ubicarse entre los muslos de su dueño, sentado en la cama.
-Eso es... muy bien, pero quiero que me la comas despacito...-
Julia sintió como le salió orina, un poco... gimió con la polla de su dueño en la boca, trató de hacer fuerzas para aguantarse, mientras daba placer con la boca. A ver si se corría pronto...
-Marrana, te he dicho que quiero disfrutar la mamada... ve despacio, ahora chúpame los huevos... así, muy bien...
La orina se acumulaba en el interior de las bragas de látex...no había podido aguantar más, siguió usando su boca y la lengua, esmerándose para satisfacer a su dueño, percibiendo como sus muslos se mojaban del tibio líquido que le brotaba.
-Marrana...sucia, ¿no te da vergüenza mearte encima?- acompañando el goce de la mamada, el que la perra estuviera orinándose, bufó de placer cuando empezó a eyacular en la boca de la perra...- oh, qué bien... uhmmm... así sácame hasta la última gota, perra...
Se relamió tras haber tragado el semen de su dueño, y permaneció arrodillada y expectante.
-Anda, perra sucia, ve a ducharte y vamos a comer algo por ahí-
-Gracias, mi amor...-
Julia se sonrió. Se quitó las bragas de látex y las limpió con el agua de la ducha y el jabón. Una vez más Fernando le había sorprendido. Nunca había realizado una felación tan incómoda y desagradable... y mearse encima, la sensación de liberación al no poder aguantar más, fue algo sublime.
Al salir de la ducha, su dueño la devoró con la mirada... unos ojos fogosos y desatados que le hicieron sentirse dichosa y amada.
-Ven aquí, putilla- le hizo un gesto para que se acomodara sobre sus muslos, lo que ella hizo de buen grado. En su regazo, magreó las nalgas, jugó con sus dedos por los bajos de ella hasta hacer que se humedeciera, y le propinó unos azotes- voy a decorarte un poco... tu culito... ¿qué te parece?
-Bien, amor mío...- chupó para lubricar el dildo de acero que le ofreció y su dueño se lo instaló en su oquedad trasera- uhmm... me gusta...
-Claro que te gusta, porque eres cada día más porculera- se mofó propinando un nuevo azote en las nalgas de ella-eso es... tu coño ya está bien mojadito...
Fernando hizo vestir a Julia, con unas final mallas deportivas rojas y sin bragas, por lo que no sólo marcaba el surco de su sexo a la perfección, sino que si se inclinaba, la base redonda del dildo que portaba en su trasero, se notaría de manera ostensible. Una camiseta de tirantes complementaba su peculiar indumentaria que, al no llevar sostén, los movimientos de sus pechos podían llegar a ser hipnóticos. Ya era tarde y en el comedor del restaurante del hotel no había demasiada gente, pero Julia fue perfectamente consciente de las miradas de los asistentes. Miradas devoradoras y miradas de reproche, incluido un comentario de “menuda guarra” que sonó de fondo. Una camarera fue la que les tomó el pedido, y con mirada escrutadora y semblante adusto analizó a Julia.
-Has levantado pasiones en el local, ¿eh putilla?- le susurró Fernando.
-Dios... qué vergüenza...-se tapó la mirada con la mano- van a pensar que soy una prostituta que me has invitado a comer...
-Pero si te das cuenta, si fuera así, al que sancionan no es al “putero”, sino a la “puta”- apuntó Fernando- pero estamos en modo “risueño”, ¿no?.
Julia sonrió y tomó la mano de Fernando con la suya.
-No obstante- pensó unos instantes lo que iba a decir- que me miren así... no sé...
-Ya, no sigas...- hizo un gesto hacia una de las mesas del costado- el chaval de esa mesa, ya va a tener material en su cabeza para pajearse, te está viendo las tetazas... no, no, no te tapes...haz como que te acomodas el cabello y lánzale una sonrisa, sé la putita que piensan que eres...
El chaval, de unos quince años, que estaba comiendo con los que parecían sus padres, apartó la mirada ruborizándose.
-¿Mi amor?-
-Dime, putilla...-
Ya iban por el segundo plato y prácticamente se habían quedado solos en el comedor. La camarera les observaba con semblante agrio. Igual hasta había escupido en los platos de Julia...
-Yo... cuando subamos, ¿me usarás por el coño?-le dijo sin mirar a su dueño.
-Quizás... me gusta tenerte caliente. De todas formas... tócate-
-¿Qué?-
-Que te toques, que te acaricies a través de las deliciosas mallas...-
-Pero- se le escapó una sonrisa y una mirada pícara-pero las mallas son rojas... se va a notar si...
-No hay mucha gente, sólo la camarera y un par de mesas-
Con el dedo índice de su mano izquierda, comenzó a acariciarse. Arriba y abajo, arriba y abajo... el mantel que cubría la mesa impedía que fuera vista.
-Joder...- musitó Julia al cabo de unos minutos de actividad dactilar-mierda... creo que me está saliendo mucho...
-¿Flujo?- el dueño rió- eso es demostrativo de una buena salud sexual... pero, ¿no irás a correrte, no?
-No... no...-
-Anda para ya, que al final me vas a dar vergüenza y todo-
Terminaron el postre y se levantaron. Fernando abrió los ojos como platos al observar la entrepierna de ella. Una mancha oscura aparecía de manera ostensible sobre el rojo de las mallas.
-Dios... dijo ella contemplándose al ver la expresión de su dueño. Instintivamente se tapó con la mano, pero él se lo impidió.
-Me gusta que sepan que tengo una hembra caliente-
-O que se ha meado...-
-Lo que también es cierto, mi apetitosa guarrilla...- apuntó divertido Fernando- vamos arriba, que te has ganado una buena follada...
Nadie percibió la mancha de goce que portaba, ni el que subió con ellos en el ascensor. Cuando entraron en la habitación, ya eran como las cinco de la tarde. Julia se desnudó y se arrodilló frente a la cama donde reposaba su dueño, apoyando las nalgas sobre los talones, el torso erguido y las manos entrelazando los dedos en la nuca.
-¿Qué desea mi puta?- el dueño acarició su miembro erecto.
-Quiero que el buen amo me llene con su semen el coño y que me haga gemir como la perra que soy-
-Ja, ja, ja... “el buen amo”. Eso me ha gustado- se incorporó de la cama y caminó lentamente hasta ella- qué preciosa...el amo..., no, “el buen amo”, está muy contento con su puta...
Acarició rudamente las tetas y deslizó el empeine por el suave y mojado sexo de ella. Y acuclillándose besó los labios, la nariz y las mejillas de su amada. Agarró la teta derecha y chupó el pezón con fuerza, luego la otra... y no pudo evitar darse la satisfacción de lamer sus axilas, el dueño también tenía sus particulares fetiches, y uno de ellos era el de las axilas de su amada.
-Qué deliciosa... -llevó la mano al sexo de ella y la penetró con dos dedos, arrancando un gemido de sus labios entreabiertos- dime lo que quieres...
-Que...que mi dueño me monte y me someta...-
-¿Crees que lo mereces?- sus dedos hurgaron dentro de la mojada cueva- ¿eh, puta?
-Seré más complaciente, más puta...- exhaló un suspiro de placer, los dedos de su dueño la estaban explorando a conciencia- necesito... necesito sentirme tuya...
-Es que eres mía...-
-Amor...mío... me voy...a correr... si sigues así...me voy a correr...-
-No, no lo vas a hacer- se incorporó y chupó los dedos con sabor a goce de perra- apoya la mejilla en la alfombra y pon las manos en la espalda. Eso es...dios... qué follable... estás espectacular, con el coño a punto de caramelo y tu culito amordazado... qué espectáculo...
Recorrió con sus dedos el surco que un denso fluido blanquecino lubricaba naturalmente. Y se posicionó para que de un sólo movimiento, su miembro penetrara en la cueva de su entregada amante...que dio un respingo. El dueño tomó las muñecas de su puta, y empezó a moverse dentro de ella...
Ya no era Julia, salvo por su cuerpo, curvas y piel, se había transformado en placer, gemidos y fluidos... Fernando la follaba de manera intensa y animal agarrándola de las muñecas y tirando de ella al bombear enloquecidamente.
Julia no gemía, gritaba de placer y un manantial caudaloso fluía de la cueva que gozaba... el estallido orgásmico hizo que perdiera durante unos instantes la conciencia, pero los embates de su dueño la devolvieron a al tiempo y el espacio de aquella habitación de hotel. Ya no tenía fuerzas ni para suspirar... y su dueño anunció sus descargas de semen con gritos animales...
Julia acabó tirada sobre la alfombra boca abajo muerta de placer, y Fernando sentado sobre sus talones, agotado y abordando la refracción inevitable tras el orgasmo.
-Me has matado...- Julia se giró en el suelo y extendió los brazos- uff... qué fuerte...
-Si yo te he matado, yo me he suicidado...-
Se sintieron dichosos y saciados. Julia se impregnó las tetas y el vientre con la leche que se derramaba por los muslos... y chupó luego los resquicios que quedaron en sus manos.
-Qué buena... la leche de mi dueño...-
Se echaron sobre la cama, sin siquiera abrirla y se limitaron a contemplar el techo. A la noche se robarían más placer, de eso no había duda.