A julia le humedece ser una marrana

Julia tiene deseos oscuros que anhela cumplir. Necesita experimentarse como objeto, como perra y deleitarse con la vergüenza que le produce ser tan marrana y gozarse de esa forma

Era un arnés compuesto de un cable grueso que rodeaba su cintura, recubierto de plástico para que no dañara su piel, que hacía de cinturón y otro cable que pasaba por sus bajos, sólo que en la zona de su sexo, poseía una placa metálica y un soporte para instalar un dildo y en la parte de su ano, tenía dos opciones, poner otro dildo o ajustar una especie de conducto. El ajuste del arnés, implicaba mantener el dildo en su coño y en su trasero, otro dildo o el conducto que mantenía abierto y dilatado su agujero trasero, haciendo que perdiera la capacidad de controlar el esfínter, por lo que el conducto portaba un tapón a rosca, con una función evidente.

Una vez ajustado el arnés, dos candados en su parte delantera, uno para el cinturón y otro para el cable que cruzaba los bajos, lo aseguraban y lo convertían en inviolable. Era imposible quitárselo sin abrir los candados.

Julia cerró los dos candados y acuclillándose sobre un espejo, roscó el tapón del conducto de “desagüe”. En ese momento, se supo en la forma y la situación que deseaba... se sentía restringida, ridícula, sucia... y excitada. Se sentía la más puta, guarra y cerda, y eso hacía que su sexo se mojara y su mente se obnubilara. Magreó sus tetas y se contempló en el espejo del dormitorio.

-”Soy una puta perra”- pensó mientras llevaba la mano a la placa metálica que cubría su sexo, con una serie de orificios que le permitirían orinar, e imaginó el olor que se iría generando con el paso de los días...

Sonrió complacida y tomando el móvil, sacó unas fotos de su imagen en el espejo para mandarlas a su dueño por whatsapp... pronto le llegó la respuesta.

“Perra sucia, te acostumbrarás a estar así en más ocasiones de las que imaginas”

Julia leyó el mensaje de su dueño, mordió su labio inferior y pensó qué contestar.

“Orgullosa de satisfacer a mi DUEÑO”

“Buena perra. Ahora sólo me sirve tu boca para satisfacerme y te sentirás feliz cada vez que tragues mi leche”

“Si además me permites comerte el culo y ser tu sirvienta, seré la cerda más feliz del mundo”

No obtuvo respuesta. Imaginaba a su dueño ocupado en su trabajo y se incorporó de la cama. El arnés no era incómodo en sí mismo, pero sentía su sexo muy mojado, tanto que incluso le comenzó a salir fluido por los orificios, al haber estado tumbada boca abajo. Lo que temía y simultáneamente le excitaba de una manera morbosa, era pensar en el momento en el que debiera evacuar sus intestinos. Estaba excitada y se encontraba en un círculo “virtuoso” en el que no poder tocarse, aumentaba aún más su excitación. No podía seguir así, debía ser útil para su dueño y realizar las tareas que le correspondían y complacer así a su dueño.

Le entró un whatsapp de nuevo. Era de su dueño.

“Cuando llegue a la casa, quiero tener la cena en la mesa y a ti desnuda y arrodillada con la máscara de látex. No quiero ver tu cara de puta, pero si que me pueda vaciar en tu boca si me apetece”

Julia sonrió y le respondió: “así será, y además espero que me castigues por ser tan guarra y tener mi coño mojado”

De nuevo el silencio, pero Julia no permaneció ociosa. Buscó la capucha de látex y se la caló en la cabeza, no sin dificultad y mirando en la pantalla del móvil la hora, calculó el tiempo para tener la cena preparada.

Escuchó el sonido de la puerta al abrirse y se dirigió al hall con rapidez para recibirle arrodillada.

-Bien, perra... muy bien- cerró la puerta y se acercó a ella, acariciando su cabeza de látex.

-Si lo deseas, te como la polla...-

-No seas pegajosa... ahora no me apetece usar tu boca-

Julia le siguió a gatas hasta el dormitorio, donde él procedió a cambiarse. Rió al verla postrada en la alfombra.

-Anda, cerda, besa mis pies- cuando Julia se acercó para besarlos, se sentó en el borde de la cama- chúpalos, anda... ¿te gusta el sabor de todo un día?

-Me encanta...-

Lo inevitable sucedió. Julia ya no aguantaba más. Había sido una orden expresa por parte de su dueño, que al baño sólo podría ir con su permiso y, si podía, bajo supervisión.

-Amo..quiero pipi... y creo que popo...-

-Qué oportuna... -chasqueó la lengua y la miró con desaprobación- ¿ahora que iba a cenar?

-Lo siento, amo... pero si no me llevas a mear, me lo voy a hacer encima... y la popo... creo que...-

-No me des explicaciones... qué asquerosa- se levantó y Julia le siguió a gatas hasta el baño.

La vergüenza, el sentimiento de humillación se convirtieron en pura excitación morbosa. Distaba mucho de ser una mera satisfacción de necesidades fisiológicas básicas. Ante su dueño, que permanecía con semblante burlón apoyado en el umbral de la puerta, se sentó en el inodoro. No le miró... eso sería demasiado, primero orinó porque ya no podía aguantar más y después condujo su mano hasta el tapón que giró y retiró para evacuar de manera descontrolada y sonora que la avergonzaron y la hicieron pensarse en una marrana pervertida.

-Bien, cerda... ya te has vaciado. Mañana a esta misma hora volverás a hacerlo- rió- me encanta, creo que mañana compraré una palangana para que evacues en el salón mientras veo algo interesante en la televisión-

-Gracias, amo...-

-No, no me digas “amo”, no me gusta... dime “Amor mío”-

-Si, amor mío, gracias-

-Espera, espera...- la miró frunciendo el entrecejo- ¿no vas a limpiarte?

-¿Qué?-

-Ahí tienes la pera de agua. Te quiero limpita, bien aseada, porque igual me apetece llenarte con algo. Te dejo con la tarea-

-Si, amor mío-

El conducto, bien sujeto al cable del arnés para que no pudiera perderse en su oscuridad, era de una resina semirígida que abría su esfinter unos tres centímetros y entraba ocho centímetros en su interior. La mejor forma de higienizarse era el bidé, por lo que se sentó y giró el grifo para que el chorro surgiera con fuerza y taponó el desagüe.

Su dueño se encontraba en la mesa del comedor cenando y se aproximó a él.

-¿Todo está a tu gusto, amor mío?-

-Si, perfecto, pero no te vengas arriba- le respondió él con una sonrisa- anda, dame un besito...

-Amor mío... luego... ya te pedí que necesitaba un correctivo-

-¿Un correctivo?- la miró elevando una ceja y desaprobatoriamente- joder, eres muy guarra, pero has cometido un error...¿desde cuando una perra le dice a su dueño lo que debe o no debe hacer? Lo que harás será cenar tú cuando yo termine y después recogerás la cocina. Luego ya veremos, porque igual me limito a dormir en el sofá.

-Si, amor mío-

Lo más incómodo del arnés sin duda era tener alojado en la vagina el dildo, pues continuamente lo notaba, y con el trajín de recoger y limpiar la cocina, la sensación de estar mojada y con una excitación de baja intensidad, la perturbaban. Por fin se dirigió al salón pero aunque la televisión estaba encendida, su amor no estaba ahí. Se dirigió al dormitorio, abrió la puerta y allí estaba, plantado de pie, pie sus ojos fueron inmediatamente atraídos por el cinturón de cuero que portaba en la mano derecha. Automáticamente se arrodilló ante su amor y bajó la mirada, casi más para disimular su sonrisa de satisfacción que por otra cosa.

-Un correctivo...- el dueño se acercó a ella y puso su mano en la cabeza acariciando el látex de la capucha- la perra necesita un correctivo... y lo jodido es que tiene razón.

Acarició con el cinturón, cuya hebilla y el extremo los contenía en la mano, los pechos generosos, carnosos y con aureolas y pezones marrón oscuro y golpeó suavemente, arrancando un ligero gemido. Luego fue la espalda y de nuevo los pechos.

-Pon las manos en la nuca, cerda- le propinó en la espalda otro azote, un poco más fuerte que los anteriores- deberían verte así, ja, ja, ja... ¿no te da vergüenza ser tan guarra? Seguro que tienes el coño encharcado, ¿a que si?-

-Si, mi amor... soy una guarra, soy tu puta y tu cerda- y sus propias palabras la excitaron aún más, necesitaba decirlas, decírselas a sí misma. Ufff....

Un nuevo azote en la espalda y su dueño se acuclilló frente a ella. Pellizcó su pezón derecho y llevó la mano a su axila, en la que despuntaban algunos milímetros de vello.

-Estás sudada... me gusta que huelas a sudor de hembra. Vamos, sube a la cama y muéstrame tu culazo-

A gatas sobre la cama, exponiendo sus posaderas, recibió con placer el primer azote, así hasta recibir cinco, no eran fuertes, pero la excitación agitó ligeramente su respiración.

-Joder...- el dueño emitió una risa ligera y burlona- pero si estás chorreando... te está saliendo flujo del coño.

Fueron cinco azotes más, y las trazas rosadas coloreaban sus blancas nalgas. El dueño magreó rudamente las colgantes tetas, pellizcó los pezones, Julia gruñó a modo de quejido y una pausa.

No sabía lo que su dueño estaba haciendo... El tapón... le estaba quitando el tapón de su trasero, se agitó un poco, pero un azote en la nalga derecha la devolvió a la inmovilidad.

-Estate quieta, guarra- al quitarle el tapón, se derramó un poco de agua sobre la alfombra- veo que te has higienizado bien...

Nuevos azotes colorearon aún más las nalgas. Julia ya no pudo evitar gemir de placer, le gustaba que su dueño la azotara.

-Separa las piernas-

-Mi... ¿mi amor?- pero otro azote indicó que no debía hablar, por lo que se limitó a separar las piernas, sabiendo lo que iba a suceder.

-No te va a dar más placer que el que tu mente quiera darte- tomó su erecto miembro y lo aproximó al desagüe de la perra. Bien lubricado con su propia saliva, fue metiendo lentamente el miembro por el conducto, hasta que su glande sobrepasó el extremo del conducto- así... muy bien... ¿te da gustito?

-No, mi amor...no me da...- Julia respiraba agitada, tragó saliva, su sexo estaba muy mojado... de alguna forma, el miembro de su dueño y el dildo en su vagina interaccionaban y cuando su culo comenzó a ser follado, los gemidos tuvo que ahogarlos en su antebrazo. ¿Qué era en ese momento? Un mero agujero... oh, si... sólo un agujero en el que anhelaba que su dueño se vaciara y se complaciera, mientras ella era un simple objeto. El placer que sentía, que la aproximaban peligrosamente a un orgasmo era mental, pues el físico era nimio. El bombeo de su dueño se intensificó, y lo acompañaba de gruñidos de placer y azotes ocasionales.

-Oh...si... qué cerda, qué marrana... te voy...oh...oh... te voy a llenar de leche...si...si...- y estalló como pocas veces recordaba haberlo hecho, llenando con su esencia las entrañas de ella.

Julia disimuló como pudo el orgasmo, aunque el goteo a través de los orificios de la placa que cubría su sexo, lo evidenciaban. Notó cómo la mano de su dueño, precisamente buscaba impregnarse de esos jugos y lo siguiente fue taponar de nuevo el desagüe, con la esencia de su dueño dentro.

EPÍLOGO

-¿En serio vas a dormir con eso, cariño?- Fernando arrugó la nariz.

-Si, me apetece- Julia besó a Fernando tras ajustarse un braguero de plástico sobre el arnés- además, supongo que mañana seguiremos el asunto, ¿no?.

-Es sábado...- se encogió de hombros- pero, ¿no vamos a salir por ahí?

-Pues claro...- un nuevo beso y se echaron a la cama abrazados mientras buscaban alguna película para ver hasta caer dormidos.