A Esteban le encantaba ver minas con tacones...

Esteban se lleva una sorpresa mayúscula por buscar ver tacones gigantes y aprende a tolerarla y a gozarla en la nueva compañía.

Autoría: Regy

Titulo: A Esteban le encantaba ver minas con tacones altísimos. Pero............

Resumen: Esteban se lleva una sorpresa mayúscula por buscar ver tacones gigantes y aprende a tolerarla y a gozarla en la nueva compañía.

Ubicación: Fetichismo

Esteban estaba muy intrigado ya que Ruth había quedado de llegar temprano esa tarde y ya eran las 7 y 30 pasadas, y todavía no llegaba.

Había conocido a Ruth el domingo anterior en la tarde, durante una sesión de baile en el club de tango La Milonga del Morfón, en la arrabalera calle Fabián de la Peña.

Se había acercado a ella, que estaba sentada sola, mientras las dos parejas de amigos suyos bailaban expertamente al compás de la famosa orquesta de Juancho Martini recién vuelta a Buenos Aires de una gira por el interior del país.

La vió y su aspecto le encantó y lo dejó fascinado, ya que era una esbelta morenaza con un cuerpo realmente espectacular, talvez algo grande de estatura, casi como la suya que no era nada de despreciable, pero preciosamente bien formado, con una cintura bien estrecha y unas larguísimas piernas muy bien torneadas.

Estaba lo que se dice vestida para matar, con una blusa negra de tul transparente bordada de lentejuelas azul brillante en los puntos mas estratégicos, que mas que ocultar realzaban sus prominentes senos terminados en sendos pezones que sobresalían enhiestos.

Su super minifalda de raso negro elasticado era cortísima, y dejaba entrever el borde de las apretadas ligas de sus negras medias de red, las cuales encajaban junto con sus lindos pies en unos preciosos zapatos reina negros de charol, con una ancha traba hebillada sobre el empeine y unos finísimos tacos de metal dorado de unas 5 ½" de alto por lo menos.

Se acercó a ella y le dijo si podían bailar un par de tangos esa tarde, pero Ruth, que así le dijo ella que se llamaba, se disculpó ya que no le era posible complacerlo porque estaba recién saliendo de una gripe muy fuerte y no tenía ánimo suficiente en ese instante.

Esteban se mostró algo desilusionado, pero ella le dijo no tenía ningún inconveniente en que se encontraran el sábado siguiente allí mismo, ocasión en que ya talvez estaría repuesta de su reciente y debilitadora enfermedad.

Esteban que poco tenía de leso, y sabía mucho de la psicología femenina, le sugirió que adelantara la cita para el Viernes a las 7 PM y que para su seguridad ella lo pasara a buscar a la hora de salida de su oficina que estaba situada en el primer piso del mismo edificio que el del Hotel Grandoña, donde la esperaría ansioso, y podrían tomar un aperitivo en su Launge.

Esteban sabía muy bien que ella estaría muy bien impresionada, tanto por lo elegante del sitio y lo caro que era ese especial espacio para oficinas tan bien situado, además también estaba seguro de que su estampa era de miedo para cualquier chica que supiera de varones.

Así pues, ya eran las 8 y 15 y todavía Ruth no llegaba, por lo que empezó a perder las esperanzas de poder tener un agradable encuentro con ella esa tarde. Pero de pronto la divisó entrando al lobby del hotel, casi eran las 8, venía presurosa y se acercó sonriendo pidiéndole mil disculpas por él según ella imperdonable atraso.

Le contó que el peluquero se había atrasado por un problema de falta de energía eléctrica en su local y que lamentaba mucho la larga espera. Esteban pensó que era una típica disculpa femenina, pero gustoso hizo caso omiso del desagrado ya que Ruth llegaba realmente sensacional.

Enteramente vestida de rojo intenso, con una capa negra de raso brillante que cubría su cuerpo envuelto ceñidísimamente en un body de lycra roja desde el cuello a los pies, el que destacaba claramente sus enhiestos pezones, sus ampulosas caderas y su prieto derriére.

Maquillada intensamente en tonos negros y rojos intensos, con un precioso juego de alhajas doradas, compuestas por un ancho cinturón, un collar muy ceñido al cuello, anchas

pulseras, ajorca de su pierna izquierda, y unos larguísimos aros que casi tocaban las puntas de sus prominentes senos.

Su peinado era una maravilla de cuidado y joyería, sin duda hecha por algún peluquero gay muy famoso, de esos que saben muy bien como peinar a una chica dejándola preciosa.

Pero lo que era el tope de lo maravilloso y delicadísimo, eran sus sandalias negras de gamuza con una suela ultra delgada atada por una verdadera nube de finísimas tirillas que las ajustaban muy firmemente a sus esbeltos pies, subiendo por los tobillos hasta la mitad de la pierna.

Sus tacos eran un verdadero desafío a la gravedad, delgadísimos y de una altura realmente inverosímil, tan altos que superaban casi sin duda la inverosímil altura de 7", dejándola caminar sólo con pasitos muy leves y haciendo que sus arcos se doblaran al límite mostrando una bellísima y muy sensual curva en sus empeines.

Esteban estaba completamente derretido, no podía creerlo, Ruth había aparecido como la hembra más preciosa y vestida muy audazmente, tanto que estaba casi al límite de la elegancia, venía con un aspecto decididamente atrevido y super sensual, la quinta esencia de la hembra más llamativa del mundo, ya que parecía una diosa recién llegada del Olimpo.

Muy decidido se puso rápidamente de pié y gentilmente la condujo a una mesita del Lounge del hotel, donde se sentaron y pidieron café y unos tragos, iniciando una conversación intrascendente que les tomó mas de media hora, y durante la cual la convenció de mostrarle su colección de trofeos de caza heredados de su abuelo que adornaban el living de su mansión.

Así, ya tomados del brazo para ayudarla a caminar con sus preciosos tacones, fueron al estacionamiento vecino a buscar el poderoso BMW azul de 300 HP que los conduciría a la mansión de Esteban situada el barrio más conspicuo de la ciudad Capital.

Acercándose al precioso vehículo, le abrió gentilmente la puerta y la ayudó a subir, ya que sin duda los finos y elevadísimos tacones le impedirían hacerlo fácilmente, cerrando a continuación suavemente, y dio la vuelta y se sentó al volante, procediendo a poner en marcha el automóvil.

No tardaron mas de media hora en llegar a la mansión de Esteban, mientras conversaban animadamente de los temas que habían iniciado en el café del hotel, los que al fin de la reunión se habían tornado más íntimos y sensuales, de tal modo que ambos estaban muy excitados al llegar a la arcada de la entrada.

Él bajó presuroso y dando la vuelta la sacó en vilo del asiento tomándola en sus poderosos brazos, mientras ella le ponía amorosamente los suyos en torno a su fornido cuello dejando caer su suave cabellera sobre su poderoso pecho arrullando como una paloma en celo.

La puerta de calle se abrió suavemente por el arte de una elegante y gentil doncellita la que vestida sexualmente a la francesa, con cofia y blanco delantal almidonado, hizo una graciosa genuflexión lindamente parada sobre sus breves zapatitos negros de finos tacones de 5", a la vez que preguntaba con suave voz si los señores quería pasar a cenar.

No te preocupes aún todavía Elsa. Le dijo Esteban. Ruth y yo queremos tomar un aperitivo en la sala antes de pasar al comedor.

Y sin mas dilación, continuó su ingreso con ella en brazos y atravesando el elegante y muy amplio hall de entrada con una escalinata maravillosa de mármol de Carrara, pasó hacia la sala de estar donde la depositó sobre una elegante chaise longue de felpa verde boutonée.

Y mientras la doncellita Elsa se dirigía presurosa equilibrándose en sus lindos zapatitos a la zona del servicio, ellos se besaban apasionadamente junto al fuego de la crepitante chimenea que ambientaba apropiadamente la temperatura de habitación.

El juego sensual que había comenzado levemente en el café y que se había incrementado mucho más en el viaje, estaba entregando claramente sus frutos en la intimidad de la sala.

Los suspiros de pasión, los tiritones de excitación, los cuerpos que se apretaban sinuosos, las palabras susurradas con voz temblorosa, las manos que se deslizaban firme y suavemente entre las ropas y sobre los cuerpos ansiosos y las furtivas miradas de Esteban a los sensuales zapatos que lo excitaban como loco, eran el preludio de lo que ambos esperaban que sucediera después de la cena.

El espectáculo que ambos estaban protagonizando, era presenciado discretamente por la pizpireta Elsa, la que ligeramente oculta detrás de las cortinas de una puerta lateral, se estaba excitando sexualmente como nunca antes a la vista de los escarceos amorosos de su patrón y su preciosa nueva amante.

Era tanta su calentura que no pudo dejar de empezar a masturbarse presurosa con su mano libre, la que danzaba rápidamente sobre su jugosa conchita, mientras tiritaba por la violencia de sus clímax que le proporcionaba el sensual espectáculo.

Otro tanto les sucedía a los protagonistas, ya que Ruth se había arrodillado al costado de la chaise longue y abriendo el pantalón de Esteban le estaba bombeando el enhiesto pene con su golosa boca, la que subía y bajaba bombeando a todo su largo de la poderosa barra de carne, provocando en Esteban una fabulosa sensación que lo hacía tiritar y revolverse ansioso, mientras le giraban los ojos del placer que le causaba.

No tardó demasiado en llegar el desenlace de tan excitante suceso, ya que Esteban estaba excitado al tope, tanto por el sensacional bombeo de Ruth, como por el espectáculo de sus fabulosos tacones de cielo que le revolvían aún más las hormonas.

Así es que de pronto le vino una abracadabrante erupción de semen que llenó completamente la boca de Ruth y tan abundante que se rebalsó fuera de los labios de ella y le corrió por el pecho y los senos casi hasta llegar al suelo, a cuyo sentir, a Ruth le llegó un clímax que aún sin la directa excitación de su concha la llevó a los cielos.

Esteban al querer devolverle la caricia a Ruth en la misma moneda, se encontró con una tenaz resistencia, ya que según le dijo ella, quería reservar esa operación para después de la cena, y por lo tanto le impidió además que le tocara su sexo, aunque ella le dijo que ya estaba mojada a full por el deseo.

Ruth, según le dijo a Esteban, lo que más le excitaba sexualmente era la espera, mientras más larga y con mas prolegómenos mejor, para obtener un clímax fabuloso de una vez por todas.

Algo decepcionado, Esteban tuvo que aceptar su deseo y después de arreglarse ambos su aspecto, apretó un timbre cercano para llamar al servicio para pedir la cena, al sonido del cual apareció de nuevo la doncellita Elsa, la que había alcanzado apenas a componer su uniforme con tantos clímax que se había proporcionado con el sensual espectáculo.

La cena esta lista señores. Dijo con una vocecita algo tiritante aún, y dando media vuelta sobre sus finitos tacones se dirigió presurosa a la cocina, mientras Esteban tomaba de nuevo a Ruth en sus brazos llevándola al comedor, algo cansado del esfuerzo por el fabuloso clímax previo provocado por la sensual boquita de Ruth, la que aún revolvía golosamente dentro de ella, parte del semen que había ordeñado a Esteban.

Allí la sentó suavemente en una de las sillas, colocándose él a su costado izquierdo en un precioso y antiguo sillón de brazos. Después de servido el primer plato, él la comenzó a acariciar en las piernas y no tardó en tratar de llegar hasta la conchita que según ella estaba chorreando de deseos, pero Ruth le tomó la mano con firmeza y la quitó de allí, recordándole el deseo de ella de dejarlo hacer sólo después de la comida.

Silencioso, Esteban siguió comiendo, bastante molesto por el capricho de ella, pero esperando que pasara después de la cena, siguió comiendo y conversando como si nada hubiese pasado, mientras Elsa llegaba silenciosa con los otros platos, balanceándose sobre sus preciosos y menudos zapatitos charol negro con sus finos y elevadísimos tacones.

Terminada la cena, Esteban volvió a tomarla en brazos para llevarla a la elegante e imponente biblioteca de la mansión, y aprovechando la oportunidad, trató de tocar aunque fuera por sobre el sensual vestido, pero ella se bajó presurosa de sus bazos, soltando el abrazo que le tenía sobre el cuello.

Ya te dije.--- Le dijo casi con violencia, y caminó lo mas presurosamente que fue capaz hacia la puerta de la biblioteca, no sin dar pasitos cortísimos y vacilantes balanceando las caderas y el precioso y prominente culito de manera super sensual, obligada por la vertiginosa altura de sus finísimos tacones, lo que llevó a Esteban a un paroxismo del deseo sexual, al divisar como la extrema situación le hacía curvar sus empeines hasta casi quebrarse al estar totalmente exigidos para alcanzar a caminar.

Ruth, al ver su compungida cara, le tuvo compasión y con gran cuidado y una suavidad fruto de su larga experiencia, le dijo que le iba a confesar porqué ella quería sólo llegar al coito lo mas tarde posible, ya que temía que toda la pasión que había nacido entre ambos podía desparecer de un solo plumazo, al saber sus razones.

Esteban, que había llegado a la más extrema desesperación con su capricho tan especial, y que tenía una erección realmente brutal por el violentísimo deseo tanto rato reprimido, le dijo que ya nada le importaba y que le daba lo mismo cualquier cosa que le pudiera contar ya que lo único que deseaba con obsesionante pasión, era poseerla una y mil veces, como un loco sediento del placer que le iba a causar la posesión.

Envalentonada por su confesión, Ruth en forma totalmente inesperada y brutalmente le tomó sus manos y levantando su estrechísima falda se las llevó a su, en ese momento abierto entrepiernas, el cual no estaba cubierto por calzón alguno, diciéndole: Aquí tienes mi razón.-

Esteban sintió entre sus manos el cálido contacto de un enhiesto pene de gran tamaño que sobresalía rampante del entrepiernas, palpitando por el deseo contenido por tanto rato.

La sorpresa casi lo desmayó. ¡¡¡¡¡¡¡ Cómo era posible que esa hembra tan maravillosa y sensual tuviera pene !!!!!!!. Y talvez mayor que el suyo propio.

Enardecido por la violencia de sus pasiones, y arrebatado y loco por la sorpresa tan inesperada, abrió sus manos y con la izquierda le tomó juntos por la base, el pene y los testículos y los apretó firmemente, mientras con la derecha le empezó a masturbar el pene a toda velocidad.

Parece que su deseo era hacer desaparecer esa inesperada muestra de la masculinidad de Ruth, ya que deseaba que ella sólo fuera la fabulosa hembra que él pensaba, por lo que continuó con la violenta y rapidísima masturbación, hasta que en breves segundos, un poderoso río de semen brotó violentamente de su verga e inundó totalmente la vecindad, incluyendo las manos involucradas.

Pero la cosa no se detuvo allí, y mientras Ruth quedaba paralizada completamente al ver su singular reacción, la cual le hizo gozar de una primera eyaculación sensacional, Esteban continuó implacable con la masturbación, tratando de vaciar de su interior todo vestigio de su semen masculino, ya que por el apriete de la mano izquierda esa verga no podía perder su erección.

Así en cortos instantes, Esteban arribaba a una segunda eyaculación que su gran potencia sexual y juventud, le permitió casi de inmediato, cubriendo con ella nuevamente su zona púbica, y las manos de Esteban, aún el sobrante, ahora menor, le fue a parar al cuerpo.

Pero Esteban seguía con la operación agotamiento, y comenzó una tercera vez a lo mismo, mientras Ruth, que también había gozado mucho la segunda vez, empezaba a preocuparse, y le imploraba suavemente con voz temblorosa que ya eso era más que suficiente, pero Esteban, sordo a sus ruegos, seguía y seguía.

Al cabo de algunos minutos de vaivén más frenético todavía, Ruth exhausta totalmente ya, volvía a entregar el ultimo saldo de semen de su ya agotadísimo sexo, sin que el ahorcamiento de la mano izquierda dejara que la sangre fluyera nuevamente hacia el interior de su organismo.

Aterrada y ya totalmente adolorida por la extenuante operación, Ruth le suplicaba con voz cada vez mas temblorosa que por lo que más quisiera cesara de martirizarla en esa forma que ya sólo le daba dolores y nada de placer.

Pero luego ante la insistencia de Esteban en continuar todavía, rompió a llorar con fuertes sollozos y a suplicarle a gritos que se detuviera por el amor de Dios.

Por fin Esteban ya conmovido por los sollozos y los gritos de su tan singular doncella, se detuvo, pero implacable, la tomo en sus brazos y colocándola de bruces sobre una mesa vecina, la desnudó a tirones e inmisericorde le introdujo de un solo envión su enhiesto pene, ya muy resbaloso por el agotado semen de Ruth, comenzando el tan anhelado coito, que no terminó hasta que Esteban hubo acabado totalmente.

Ruth que había cesado de llorar y ya mas calmada por el cese de la extenuante operación vaciamiento, comenzó a gozar nuevamente, al sentir como en su goloso túnel del amor se deslizaba frenético el pene de Esteban, causándole nuevamente el enorme placer sexual que había perdido pocos momentos antes.

En el ínter tanto Esteban, bajó una de sus manos y quiso saber lo que pasaba con el martirizado pene de Ruth, encontrando que estaba totalmente minimizado y que casi no se podía palpar, con lo que se daba por satisfecho mentalmente de la tremenda sorpresa que le había causado, era casi como una venganza que lo calmaba completamente ahora.

Y así con esa potencia sexual que lo caracterizaba, fue capaz de continuar con el coito por segunda vez sin sacárselo a Ruth, y esta vez tuvieron un clímax sensacional, ambos a la vez.

Ya reconciliados y ambos felices de haber culminado sus esperados anhelos, empezaron a acariciarse suavemente, a besarse con calmada pasión y a gozar de su mutua compañía, mientras esperaban que sus deseos volvieran a presentarse.

Cansadísimos y felices, abrazados, se fueron al lecho de la pieza vecina, el dormitorio de Esteban y se durmieron uno en brazos del otro.

Elsa, la doncellita vestida a la francesa, como de costumbre había presenciado la tremenda escena medio escondida, y ya bien provista, había usado en forma continua un duro falo de goma de dimensiones formidables, tan grande que era increíble que una mujer pudiera aceptarlo en su interior sin estar pariendo, ya que tenía casi las dimensiones de la cabeza de un bebé.

Pero ella era así y era capaz de cualquier cosa cuando estaba tan caliente como en esa ocasión, llevada por ese espectáculo que jamás había presenciado antes, algo tan inaudito que le sería muy difícil de volver a ver, ya que su pasión sexual la había arrebatado al extremo.

En el momento entre ambas escenas Elsa se había ido a cambiar de vestido, ya que sabía que las fantasías de su patrón le iban a proporcionar un momento espectacular, y ahora estaba vestida como una dómina, entera en brillante látex negro, desde la cabeza a los pies, incluyendo un antifaz, pero.

Lo que era más increíble y una verdadera hazaña sensual, eran sus diminutas, altísimas y rutilantes botitas negras del N° 33, o sea N°4 de U.S.A. que le llegaban hasta topar su vulva, y que le daban sensacionales clímax con su roce al caminar.

Las sensacionales botitas tenían un taco realmente imposible para ese tamaño, finísimos y de 6" de alto, o sea de 15cm. los que le dejaban su leves piececitos absolutamente extendidos verticalmente, como si estuviera bailando un ballet, y la hacían caminar vacilando con sus sensacionales arcos y empeines doblados al máximo, casi al borde de quebrarse.

Ella había quedado extenuada también de tantísima masturbación con su gigantesco pene, y cuando los amantes se fuero a dormir, ella también se tomó su tiempo para ir a descansar, pero sin dormir, ya que debía estar alerta, pero no se desvistió, ya que sabía que a Esteban le iba a agradar bastante su atuendo, y de su amante no le importaba nada lo que pensara.

Efectivamente, a las dos horas poco más o menos, sintió el timbrazo de Esteban, que la llamaba desde su dormitorio, y vacilando diestramente sobre sus super sensuales botitas, que terminaban de hacer más sensacional su vestido de dómina, acudió al llamado.

Esteban y Ruth, que desnudos estaban abrazados sobre el lecho, quedaron asombradísimos de lo fabulosamente sensual que se veía la pequeña Elsa, disfrazada así, sobre sus agudísimos y altísimos tacones de sus ultra sensuales botitas, quien con una difícil genuflexión y una sonrisita picaresca, se presentó diciendo: -----Qué se les ofrece a los señores.----

Ambos se miraron entre sí interrogantes, y luego de una ligera vacilación para ponerse de acuerdo, Esteban le dijo: Qué linda y sensual te ves con ese aspecto de mini dominadora, y sin pensarlo más le ofreció que participara en los próximos escarceos amorosos de ambos.

Ni corta ni perezosa, Elsa aceptó de inmediato la esperada invitación y sin vacilar un instante se aproximó al lecho y agachándose comenzó por besar y luego mamar la pija de Esteban, quien aceptó de muy buenas ganas la operación, mientras Ruth estudiaba atentísima las preciosísimas botitas que le llenaban el gusto y le provocaban un fuerte deseo sexual.

En cuanto Esteban estuvo vaciado de su semen, que Elsa había lo tragado con fruición, se dirigió a Ruth que ya estaba calentísima por la visión de las botitas de Elsa y le sirvió la misma operación con igual éxito, tragando expertamente todo el semen de Ruth también.

Luego Ruth, ya mas que entusiasmada, aprovechando que el disfraz de Elsa tenía las aberturas necesarias, le introdujo su pene a Elsa por el culo, a lo que ella cooperó con entusiasmo y aprovechando la ocasión, Esteban hizo lo mismo con Ruth, acabando los tres con gran algarabía y felicidad.

Desde ese instante la fiesta se puso al rojo y la cosa siguió con toda clase de variantes y posiciones, de tal modo que Esteban aprendió por fin a sentir un gran placer al ser ensartado por el pene de Ruth, mientras Elsa le mamaba el miembro, lo que llevaba la cosa al tope.

Tanto Ruth como Elsa querían convencer a Esteban de que los placeres y goces serían mucho mejores si éste se disfrazaba también de fémina, cosa que a Esteban no lo convencía todavía, pero el tiempo, la paciencia y la labia de ambas fueron suficientes, ayudadas por éxito que tenían en la juerga que estaban corriendo juntos.

Así es que convinieron en que ambos Esteban y Elsa irían al departamento de Ruth el viernes del fin de semana siguiente, donde ella tenía todo lo necesario para la futura juerga, ya que el cuerpo y la talla de Esteban eran casi igual a los de Ruth.

En los pocos días antes, Esteban se adiestró estudiando con bastante aplicación las maneras de hablar y de actuar de una mujer, y con la gentileza de Ruth le fue posible ensayar el caminar con tacones muy altos, ya que le prestó para comenzar el adiestramiento un par de zapatillas modelo reina negras de 4" y 5", con las que ensayó mucho.

Cosa extraña, cuando calzó las de 4", le costó bastante equilibrarse sobre ellas, pero con aplicación, al cabo de pocas horas pudo hacerlo sin gran dificultad y cosa curiosa, le agradó mucho el hacerlo bien, y le provocó un comienzo de erección cuando vio que lo hacía con éxito.

Cuando se colocó las reinas de 5", lo hizo con un par de medias de lycra y un portaligas que le había prestado la chica, y al ponérselos y probar de caminar con esos tacones mucho más altos, la erección que se había presentado antes, volvió y esta vez muchísimo mas fuerte, por lo que se tuvo de masturbar para calmarla.

La tarde del viernes, se dirigió presuroso al departamento de Ruth, quien ya lo esperaba en la compañía de Elsa, a quien le había correspondido su día de descanso y se dio cuenta de que ambas chicas ya habían disfrutado esa misma tarde del sexo entre ellas, lo que las tenía mas calmadas, pero no menos ganosas.

En cuanto ingresó al departamento, ambas corrieron a besarlo y acariciarlo, pero no tanto como la vez anterior, por eso sospechó lo del sexo previo entre ambas, lo que ambas se apresuraron a confirmar entre risitas y gastos picarescos, diciéndole que ahora se iban a dedicar de lleno a lo que habían decidido.

Para ello, lo desvistieron entre las dos, gozando con tocar su cuerpo y jugando con sus genitales, le provocaron una gran erección, la que iba a conservar a lo largo de toda la operación travestismo a la que comenzaron a someterlo de inmediato.

Lo primero fue un tibio y reconfortante baño en el jacuzzi con sales perfumadas y gran algazara de su parte mientras le jabonaban el miembro discutiendo con quien se subía más.

Lo segundo se dio sentado en el piso del baño, le dieron un enérgico secado, durante el cual no cesaron de provocarle su erección con tocaciones y besos.

Luego, ya sentado en el pisito de felpa del boudoir de Ruth, rodeado por lindos espejos de luna magnífica, algunos de ellos hasta el piso, se dedicaron a perfumar su cuerpo con cremas suavísimas y perfumes de gran valor, continuando con la provocación sexual.

Después le colocaron barniz de uñas de color rojo encendido en las manos y los pies, y lo comenzaron a maquillar, colocándole cremas de limpieza y base y enseguida le pintaron expertamente la cara con colores, sombras y rimel que realzaron lindamente su ya natural y agraciado rostro, operación durante la cual se inhibieron de hacerle mover por el peligro de que las pinturas quedaran corridas.

Enseguida, ya pasada la operación más delicada. Le endosaron una apretadísima faja de seda negra que le estrangulaba la cintura, y que tenía rellenos de silicona para destacar mas salientes sus nalgas y sus caderas.

Tenía además una bandeja de medias copas bajo los casi naturales senos de silicona, que sobresalían por encima del borde de las copas, mostrando los protuberantes y duros pezones, que sobresalían sensualmente.

Pero no podía pasar esta operación sin que las chicas, le volvieran a excitar su sensualidad por los medios ya descritos, dejándole con una erección fabulosa, y lleno de deseos de sexo, por lo que su pija sobresalía rampante por el borde inferior de la faja.

Luego le echaron sobre los hombros una capa de tul negro trasparente, que le llegaba a los tobillos, y le pusieron una peluca maravillosa, digna de una reina, en este caso, "La reina del sexo", según ellas, la cual la entretejieron cuidadosamente y lentamente con su propio cabello para evitar que se corriera.

Después de colocarle un juego completo de adornos de lapislázuli engastados en plata, compuesto de collares, cinturón, pulseras, anillos y larguísimos pendientes hasta casi la punta de los senos, le colocaron unas negras y brillantísimas medias de lycra, las que se sujetaban por un juego de 8 tirantes de seda desde la faja.

Finalmente y teniendo que usar por primera vez unos altísimos y finísmos tacos de 6" o sea 15 cm., le endosaron esas preciosísimas sandalias de suela muy delgada, fuertemente amarradas a sus pies con una verdadera nube de finísimas tirillas de gamuza negra, que le envolvían las finas piernas hasta el tobillo.

Sin mas dilación, lo hicieron pararse de la butaquita de felpa, y por primera vez le fue posible contemplar en los espejos su sensacional aspecto con su disfraz totalmente terminado, pero pudiendo apenas sostenerse en pie por la desmesurada altura de esos nuevos tacones fetichistas.

No lo podía creer lo que Esteban vio en los espejos, Allí aparecía de pie una mujer sensacional, ultra sensual, llena de elegancia y maravillosamente bien vestida, con una altura que no había sido jamás la suya, ya que medía 15 cm. más de estatura, se veía a sí mismo, y no quería pensarlo, pero era verdad. "Una estatua de una diosa del Olimpo del Sexo". Y era verdad.

Ahora comprendía porqué el aspecto de Ruth le había engañado tan perfectamente, ya que él sin dudarlo jamás, habría puesto su mano al fuego, por asegurar que estaba mirando una super sensual y perfecta hembra.

Por descontado que las chicas, ya estaban listas para aprovecharse de su nuevo aspecto, ya que estaban excitadísimas sexualmente con su triunfo tan perfecto, ya que ellas mismas se asombraban de lo perfecto que había quedado Esteban, y por eso allí mismo procedieron a decirle que cambiarían en adelante su nombre por el de Estefanía, a lo que este accedió sin objeción.

Lo que Estefanía no sabía era que Elsa había convidado a dos amigos suyos bisexuales muy cachondos y con vergas gigantes, los que ya estaban por llegar al departamento.

Al principio, cuando Estefanía lo supo, le dio verdadero horror de que la vieran así disfrazada, pero ambas le recordaron que se trataba de bisexuales y que además ella estaba realmente sensacional y sumamente femenina, por lo que no habría problema.

Además él, o ahora ella, tenía que recordar que había gozado bastante cuando Ruth lo había desflorado por el culo, por lo que cualquier cosa que sucediera sería para mejor que nunca para todos.

Y así como estaba planificado, llegaron los chicos y se armó la fiesta con gran algarabía y bastante trago, lo que terminó por desatar las trenzas de los concurrentes, con gran contentamiento de Elsa, la única hembra legítima del grupo, que fue la que más disfrutó de los 4 penes existentes.

Además como era bien diminuta de cuerpo, pudo hacer uno juegos sexuales que son peligrosos si se hacen con gente de más envergadura, ya que todos fueron penetrados por sus culos por los puños de ella, gozando como unos posesos.

Y como sus huecos eran gigantes, se hizo masturbar por los puños de los cuatro concurrentes sin sufrir problema alguno, gozando como posesa por esas gigantes penetraciones que la llenaban completamente.

Pero el asunto tuvo su momento culminante cuando su vecino, que era sin duda un amante asiduo, le trajo a su mascota, un gigantesco San Bernardo, esos con el barrilito al cuello en Europa, el cual ya muy adiestrado en estas lides, no tuvo problema alguno en subirse sobre los concurrentes y darles la fornicada de su vida, a gran velocidad y furiosos empellones, haciéndoles casi morir de felicidad.