A escondidas con mi hermano 3
Oh, sí, vente para mí me susurró mientras continuaba empujándome, jalándome, embistiéndome.
La segunda noche que Lucas se coló en mi cama fue tres días después, yo me había quedado hasta más tarde despierta todos los días esperando que él llegara, pero siempre me dormía. Ese día no fue una excepción, me quedé dormida alrededor de las 12 de la noche y me desperté, asumo una hora y media después, con su sexo presionando entre mis nalgas.
Hace 3 días que nuestras conversaciones habían prácticamente desaparecido, aunque tampoco es que nos dijéramos gran cosa. Él me evitaba y yo a él, salíamos de la habitación cuando el otro entraba y preferíamos salir de la casa cuando nos quedábamos los dos solos. Pero no lo evité ahora que rozaba su mano tibia en mi muslo, esa noche me había puesto una camiseta ancha para dormir –debo admitir que quería esperarlo y hacerle la tarea más fácil, por eso tampoco me puse ropa interior. Coló su mano por debajo de la camiseta con total facilidad y me empezó a masturbar muy lentamente en mi clítoris.
“Mmm…” suspiró cuando encontró mi entrada humedecida. No tenía que esperar mucho, el solo sentir su pene contra mí, aun con ropa, hacía que todo mi cuerpo temblara. Esto está mal , me recordé a mí misma mientras disfrutaba de sus caricias con los ojos cerrados. Mi hermanastro me metía dos dedos mientras se frotaba contra mí, respirando profundamente, mientras yo apretaba mis puños para no gemir. Presionó hacia mi punto G y fue demasiado para mí, gemí, gemí bajito y casi inaudiblemente… pero Lucas se quedó congelado. “Natalia… ¿estás despierta?” casi me recriminó, sin sacarme los dedos. No respondí. “Natalia…” volvió a presionar ese delicioso lugar con sus dedos y, sin quererlo, eché mis nalgas hacia su pene. “Oh... hermanita…” dijo con una sonrisa en su voz. Empezó nuevamente a restregarse ahora con más confianza, sacando sus dedos y tomándome por la cadera.
No pasó mucho tiempo hasta que sentí su sexo presionando contra mi piel, con su mano libre lo movía en todas las direcciones que se sentían bien, frotándolo y retirándolo, torturándome… hasta que me la metió. Toda, de un tirón. “¡Ah!” gemí sorprendida, extasiada. Abrí los ojos para ver si mi hermanita había escuchado algo, pero ella dormía profundamente.
“Te gusta, ¿no?” susurró Lucas en mi oído. No respondí mientras él comenzaba a penetrarme a una decadencia perfecta, duro pero lento, llenándome de placer. Yo apretaba los puños para no hacer ruido, no quería confirmarle que estaba despierta y disfrutando de cómo me ensartaba. “Mmm… mmm… mmm…” gemía él con cada embestida. Aumentó en velocidad y en automático yo me acomodé para hacerle el alcance más fácil, maldiciendo mi cuerpo que me traicionaba. “así es, hermanita, te gusta cómo te cojo, ¿ah?” me soltó entre quejidos mientras aumentaba aún más. Si yo no hubiera estado despierta, seguro me hubiera despertado con sus embestidas cada vez más intensas. Lucas comenzó a jalarme hacia él al tiempo que me la metía, haciendo todo más rico, metió su mano libre por debajo de mi cuerpo atrapándome por completo. “Oh, mierda, que rica estás… que apretadita estás…” gemía.
Me vas a hacer venir ¸ pensé apretando el cuerpo, iba a tener mi primer orgasmo con mi hermanastro dentro de mí y mi nueva hermanita a unos metros. Lucas seguía sin darme descanso. Oh, mierda, sí, sigue , quería gritarle. No pares , estaba tan cerca.
Y se detuvo. Salió de mí, casi me doy vuelta para reclamarle pero me la volvió a meter de un golpe, masturbándome mientras lo hacía. Tuve que morder la almohada para ahogar mi grito mientras todo el cuerpo me temblaba.
“Oh, sí, vente para mí” me susurró mientras continuaba empujándome, jalándome, embistiéndome. Sentí su respiración más acelerada, cada vez más intenso, “me voy a venir en ti, ¿puedo venirme en ti?” gimió, disminuyendo las embestidas. Giré la cabeza lentamente indicándole que no, claro que no, yo no estaba tomando pastillas. “Entonces me voy a venir en tus nalgas” dijo aumentando el ritmo otra vez. Estocada tras estocada. "Mmm... oh... mmm..." , y aunque yo había tenido ya un orgasmo, continué disfrutando de su sexo saliendo y entrando, todo humedad, todo dureza. A los pocos minutos, sentí el vacío en mi vagina y un líquido tibio en mis nalgas y cadera. “Mmm…” gimió por última vez, hubo un momento de silencio y se levantó de la cama.
Cuando estuve a solas, oh bueno, sin Lucas, me volteé y volví a probar su semen. Me gustaba su sabor y me preguntaba qué se sentiría hacerle sexo oral y sentir ese líquido pegando en el fondo de mi garganta. Bueno, supongo que nunca lo sabré, ¿no?
¿QUIEREN CUARTA PARTE?