A escondidas con mi hermanastro 5

“Mucho” admití para él y para mí. “Sí… me gusta… me encanta… ah… ah… ah…” me llenaba por completo, una y otra vez empujando hacia mis entrañas. La puerta de una habitación se abrió y ambos nos quedamos congelados.

Lo seguí sin decir palabra hasta que cerró la puerta de su cuarto, mi puerta también estaba cerrada así que el pasillo estaba prácticamente en total oscuridad. Me condujo hasta la sala y me tiró al sofá, se puso inmediatamente encima de mí, besándome en el cuello y frotando la cabeza de su sexo contra mi vagina que seguía húmeda. “Ah, sí… mucho mejor” dijo mientras ponía su cara a la altura de la mía y me besaba metiéndome la lengua buscando la mía, con una mano sostenía su peso sobre mí y con la otra me tocaba todo el costado.

Yo coloqué tímidamente mis manos sobre su cuello, todavía estaba excitada pero ahora estaba nerviosa, de repente tuve plena conciencia que yo no conocía a Lucas, que no habíamos intercambiado mucha información sobre el otro y se supone que ahora él era mi hermano. Esto está mal ¸ me repetí mientras lo rodeaba con mis piernas, frotándome más a él, queriéndolo dentro. Todavía no me penetraba, ¿qué estaba esperando? “Mmm” gemí cuando me tocó un pezón, mientras bajaba su boca al otro. “Uhm” comenzó a lamerlo, chuparlo, estirarlo mientras amasaba mi otro seno y se restregaba contra mí gimiendo. Tomé valentía, bajé una de mis manos por su espalda y la otra entre nuestros cuerpos tomando tímidamente su sexo entre mis dedos. Estaba húmedo, duro.

“Oh, ¿la quieres adentro?” dijo contra mi cuello. Solo atiné a asentir con la cabeza, mordiéndome los labios por la vergüenza. “Responde” me susurró, alejando un poco su cadera de la mía. Me quejé y él se río. “Tienes que responder”.

“Sí” susurré.

“¿Sí qué, Natalia?”

“Sí… dentro” volvió a presionar en la entrada de mi vagina y como yo todavía tenía su pene entre los dedos lo dirigí donde lo quería, ah que delicia cuando por fin entró. Lentamente, haciéndome disfrutar de cada centímetro hasta que sentí que ya no podía entrar más. Cerré los ojos y eché mi cabeza hacia atrás, envolviéndolo más con mis piernas, apretando mis manos en su espalda. Él gruñía contra mi cuello, yo escuchaba su respiración.

“Mmm… mmm… mmm” gemía suavemente mientras entraba y salía de mí muy lentamente. “Que rica estás” me repitió al oído, volviendo a besar mi cuello, besos húmedos y calientes. Yo hice lo mismo en su cuello “Oh sí” respondió.

“Ah… ah…” mi cuerpo era dueño de sí mismo, ya no era yo quien lo controlaba. Empecé a impulsarme hacia él, con mis piernas firmemente envueltas en su cadera, elevando la pelvis para encontrarme con su sexo mientras él me empujaba hacia el sofá. “Ah… ah… ah” con cada penetración aumentaba el deseo que fuera más rápido, pero él parecía decidido a hacerme rogar. “Por… favor” atiné a decir entre gemidos, cerrando los ojos y mordiéndome los labios para no volver a hablar.

“¿Te gusta?” me preguntó muy bajito.

“sí,… por favor… Lucas…” gemí, abrí los ojos repentinamente mirando hacia el pasillo, fui nuevamente consiente que no estábamos solos. ¿Qué hora era? ¿Cuánto llevábamos follando?

“Mmm… ¿por favor qué?” me miró directo a los ojos, la luz de la calle entraba por la ventana de la sala y me permitía verle el rostro entre las sombras, debían ser las 3 y media.

“Por favor” repetí, moviéndome debajo de él. Me tomó las manos y los posó encima de mi cabeza.

“¿Por favor qué, Natalia?”

“Más” dije tímidamente. Él me miraba sin moverse, me alzó una ceja. “Más… duro… más… rápido” sentí como la sangre me llegaba al rostro haciéndome sonrojar. Pero a él pareció encantarle, comenzó una decadencia deliciosa, empujándome más rápido, más duro, sosteniendo mis manos por encima de mí cabeza. Estaba a su merced.

“¿quieres más? Tendrás más, hermanita” casi me amenazó, estocada tras estocada, mis senos comenzaron a moverse al ritmo de sus embestidas. Más fuerte, más profundo, haciendo que sus testículos chocaran contra mí. Que rico me cogía.

“Mmm…mmm…mmm…” ya no podía controlar mis gemidos. “Sí… mmm…así” murmuré agradecida. “Ah… ah… Lucas… sí… oh sí…” gemía como poseída.

“Vas a despertar a todo el mundo” me advirtió, pero sin parar de follarme.  Yo arqueaba la espalda del placer, me sentía explotar, toda humedad, todo dureza, que delicia. Estocada tras estocada, Lucas me estaba llevando al orgasmo.

“No pares…” supliqué.

“Oh, ¿te vas a venir para mí?” sin soltar su agarre con una de sus manos, bajó la otra hasta mi sexo, masturbándome, sin necesidad de lubricación extra, jugando con mi clítoris.

“Sí… sí… sigue… mmm… ah… ah… ah…” por instinto levanté la cabeza y busqué lo primero donde pudiera enterrar los dientes, fue el hombro de mi hermanastro. Todo mi cuerpo temblaba, mi sexo se humedecía aún más y creo que perdí el conocimiento por un momento. Cuando volví en mí, todavía temblando, Lucas seguía bombeándome. “¿qué haces?... ah… Lucas… oh, no…” sentía que me iba a orinar, no podía con tanto placer. “Lucas… para… mmm… ah… ah… ¿qué haces?... mmm… ¿qué me estás haciendo?” no había parado de temblar, pero comencé a tener convulsiones más fuertes y sentí como se humedecía el sofá debajo de mis nalgas, enterrando las uñas en mis propias palmas, ahogando el grito de placer entre la piel de mi hermanastro. Me desplomé en el sofá, sin fuerzas. ¿Qué había sido eso?

“Mmm… ese fue doble” dijo Lucas levantándose, tomándome de las piernas y girándome como si yo no pesara ni un gramo. Quedé boca abajo con mis brazos a los lados y sentí las manos de Lucas en mi cadera. “Ni creas que hemos terminado” susurró mientras me abría las nalgas y me la metía nuevamente.

“Mmm!” me arrancó un quejido de placer. Que rico se sentía tenerla dentro. Empezó a bombearme a su ritmo, suave pero constante, yo cerraba los ojos disfrutando de su empuje, intentando echar mis nalgas hacia arriba, hacia él, hacia su sexo. Que delicia. “Mmm… mmm… mmm”

“¿Así? ¿Te gusta?” me habló al oído, pegando todo su pecho a mi espalda. Pasó una mano por delante de mi cuello, tomándome de hombro a hombro y la otra la puso en mi cadera, usándola como impulso para penetrarme. “Dime qué tanto te gusta que te folle”.

“Mucho” admití para él y para mí. “Sí… me gusta… me encanta… ah… ah… ah…” me llenaba por completo, una y otra vez empujando hacia mis entrañas.

La puerta de una habitación se abrió y ambos nos quedamos congelados. Enseguida escuchamos pasos en las escaleras, ni Lucas ni yo nos atrevimos a movernos, congelados en la misma posición con su verga dentro de mí. Pasos en el pasillo, pasos en la cocina. El sofá nos tapaba. Sentí a Lucas que se inclinaba un poco hacia arriba para ver hacia la cocina, escuché el interruptor.

“Es mi papá” me habló casi sin voz al oído, su sexo había salido un poco cuando se agachó a hablarme así que cuando volvió a subir para ver hacia la cocina me volvió a penetrar por completo. El sonido del agua cayendo sobre un vaso ahogó mi gemido. Lucas volvió a apretarse contra mí, todo su peso sobre mi cuerpo. “No hagas ruido” me susurró y comenzó a bombearme muy… muy lentamente.

Me estaba follando con su papá despierto a unos metros. Esto está demasiado mal, deberíamos parar , pensé mientras cerraba los ojos y elevaba las caderas en busca de su verga. Lucas me tapó la boca con una mano y tomó mi hombro con la otra, buscando un apoyo para embestirme, una y otra vez, suave, lento, rápido, duro, sin hacer ruido, gimiendo. Nos van a ver, pensaba mientras cerraba los ojos y me dejaba hacer.

Estocada tras estocada, me seguía follando mientras escuchábamos platos y pocillos sonando en la cocina, la estufa, la cafetera, ¿qué hora era? Que rico me estaba cogiendo, me iba a venir otra vez.

“Mmm” gemí contra la mano de mi hermanastro.

“Sh” me respondió Lucas, mordiéndome el hombro suavemente mientras me seguía penetrando.

Pasos en la cocina, pasos en las escaleras.

“Mmm… mmm… mmm” gemía yo suavemente.

Se detuvieron los pasos en las escaleras, Lucas me presionó más hacia el sofá, si su padre se volteaba lo suficientemente alto en la escalera ¿podría vernos? Pasos bajando, pasos en la cocina.

“Mmm…mmm…mmm” no podía controlarme, siendo follada por mi hermanastro con mi padrastro en la cocina y mi mamá durmiendo en el piso de arriba. Que calentón tenía, estaba a punto de venirme.

Platos y pocillos sonando en la cocina, el pitido del microondas, pasos en el pasillo, pasos en la escalera y luego la puerta del cuarto de nuestros padres.

“Me voy a venir, Lucas” dije entre dientes.

“Sh” me repitió mientras aumentaba el bombeo. Rápido, muy rápido, pero suave para que no se escuchara nada. Cerré los ojos, sentí que Lucas me mordía el hombro otra vez, se apretaba contra mí, oh, Dios, me iba a venir a otra vez. No te detengas, no te detengas, no te detengas, rogaba en silencio. Enterré las uñas en el sofá, mordí el cojín que tenía al lado y me dejé ir en otro orgasmo descomunal. Lucas tardó un minuto más en terminar, sacando su pene y llenándome las nalgas de semen. “Ah” gimió satisfecho.

“Vamos” dije automáticamente, mi padrastro tendría que bajar pronto.

Corrimos cada uno a su habitación, fue solo cuando estuve en mi cama que me di cuenta que no traía mi ropa, espero que Lucas haya pensado en esconder mi tanga y mi short.