A cualquier precio (El portero) (Cap. 2)

David acepta la invitación de Danko y acude a la discoteca donde éste último trabaja de portero junto a Angel para celebrar su cumpleaños. Una vez dentro Rubén y Alex llevan a cabo con facilidad el plan pactado de antemano, y Angel cae en sus redes de inmediato. David acude a Danko en busca de ayuda

No resultó complicado para Danko convencer a David de que se pasara por su garito, teniendo en cuenta que llevaba un par de temporadas muy de moda entre la gente de su edad y clase social. Un viernes por la tarde le extendió, sin concederle demasiada importancia, un par de invitaciones VIP con derecho a reservado, que en realidad le había costado sudar tinta arrancarle a sus jefes inmediatos.

  • Muchas gracias, Danko -la sonrisa de dentífrico de David no tenía precio e iluminó toda la sala - ¡menudo detallazo!. Pero no puedo aceptarlo, tío, me parece un poco demasiado...no sé como decirlo.

David estudió al milímetro la reacción de su amigo y compañero de entrenamiento; en el fondo estaba encantado de poder presumir frente a Angel de contactos guapos y útiles, pero no era tonto y temía que a cambio Danko le insinuara un sobreprecio extra en forma de mamada o enculamiento a cambio de su inesperado "detalle especial". No fue así, sin embargo, y suspiró con alivio al comprobar que su amigo el portero de discoteca no albergaba ningún tipo de doble fondo oculto en su interior.

  • ¿Demasiado generoso por mi parte tal vez? - reconoció un irreconocible Danko de perfil bajo, encantado en su papel de anfitrión irreprochable - En realidad debes considerarlo como un regalo de cumpleaños.

  • ¡Anda la hostia!, pues es verdad, pasado mañana es mi cumpleaños. Pero... ¿cómo lo sabías?

  • Bueno, ya sabes que soy un hombre de recursos. El otro día la recepcionista me comentó que estaba enviando unas tarjetas de felicitación del gimnasio a socios que cumplían años esa semana; y como tengo mucha confianza con ella me enseñó algunas que ofrecían un descuento especial del 50% a los usuarios que se acogieran a la oferta adjunta del "spa” que promocionan los propietarios del gym, y entre esos tarjetones resulta que estaba el tuyo.

  • Sí, es verdad, me llegó anoche a casa.

  • Entonces pensé que como eres mi compañero de entreno los días que no coincides con tu amigo Angel, te debía un favor y se me ocurrió ofrecerte estos humildes "flyers" para ti y la persona que quieras que te acompañe...

  • Bueno, pues muchas gracias, tío, pero esto dista mucho de ser un humilde "flyer" como dices, es un pedazo de invitación en toda regla. La verdad es que no sé que decirte...

  • Joder, que cosas tienes, David; tu dime sólo que te pasarás por allí este finde, y si puedo me escapo un rato a saludarte.

  • Vale, la verdad es que llevaba tiempo deseando conocer ese garito, y la posibilidad de disfrutar de un reservado allí no es como para rechazar la invitación precisamente. Creo que iré mañana con Angel, ya sabes, mi compañero de piso - puntualizó David, remarcando estas últimas palabras como aviso de navegantes hacia su atribulado acompañante.

  • Claro, por supuesto, tu compañero de piso...- la voz y la mirada de Danko mostraban ahora una dolorosa cualidad que desapareció muy pronto de su rostro, transformándose en una triunfal sonrisa de circunstancias - Pues allí nos vemos, tío. Seguro que lo pasas bien en el garito, la verdad que es un sitio muy especial...

  • Eso espero, tío.

El ambiente en aquel antro de moda era ya irrespirable a las dos de la mañana, cuando Angel y David, hartos de bailar hasta partirse el lomo y de exhibir sus mejores trapos por la atestada platea del local, se refugiaron en su discreto reservado, seguidos de cerca por una misteriosa pareja con la que Angel había efectuado contacto visual poco antes, y con quienes había mantenido una discreta conversación a pie de pista, mientras David remoloneaba en el interior de la pista de baile, moviéndose de manera frenética y sensual al ritmo de los acordes del último éxito de Tiësto, "Red lights", y ajeno a todo lo que le rodeaba, excepto a la hipnótica mirada de Danko, que le observaba con indisimulado arrobo desde la segura distancia que su condición de portero exigía.

"Con traje y corbata gana mucho, está todavía mas tremendo que con camiseta de tirantes en el gimnasio" - pensó David, comiéndoselo con la mirada, pero aparentemente ajeno a su presencia mientras evolucionaba con destreza por la pista de baile.

"Este tío lo hace todo bien, no sólo está bueno de la muerte, también baila de puta madre" - pensaba por su parte Danko desde la silenciosa penumbra con su inconfundible pinganillo pegado a la oreja, y sin quitarle el ojo de encima por un momento a su volátil presa - "No puedo esperar el momento de saber como se maneja en la cama, pero todo apunta a que tiene que ser un fiera debajo de las sábanas también".

Cuando el DJ residente dio paso a otra canción menos agradable a oídos de David éste se retiró a sus cuarteles de invierno, no sin antes percibir de manera fugaz como Danko le guiñaba un ojo de forma cómplice antes de desaparecer en dirección a la puerta de acceso al local, donde se suponía que se desarrollaba el grueso de su poco envidiable trabajo. Al entrar en el reservado, le extrañó descubrir que tenían compañía. Una pareja de guapos desconocidos estaban sentados junto a su novio, aparentemente negociando unas determinadas condiciones a viva voz. Angel parecía dirigirse de forma exclusiva al mas mayor de los dos, mientras el mas joven y de engañosa apariencia vulnerable asentía a todo sin decir una sola palabra, pero con sus maravillosos ojos verdes abiertos de par en par.

No hizo falta presentaciones previas, los cuatro sabían de antemano lo que se fraguaba en ese reservado, y David escrutó con disimulo a los dos tíos que presumiblemente debían encularle, por decisión inapelable de su pareja, aquella noche de celebraciones varias. Aquellos dos bellezones serían su particular regalo de cumpleaños, y no tenía motivo para quejarse. Uno de ellos, que decía llamarse Rubén, era un pibe inmenso de mirada intensa y magnética, cuerpo escultural y dotado de una autoridad natural que se reflejaba en cada gesto y en cada palabra que salía de su boca. David no entendía bien que papel jugaba en la ecuación el otro miembro de esa pareja, un guapísimo post-adolescente de cuerpo fibrado y delgado y una mirada arrebatadora, con cara de no haber roto nunca un plato y un culo digno de ser enchufado por las mejores pollas reunidas en ese local.

Rubén, siguiendo al detalle lo pactado con anterioridad con Angel, procedió a desnudar con sumo cuidado a David, que a esas alturas de la noche ya se encontraba completamente desinhibido, y palpó por primera vez su famoso culo en forma de media luna, el mismo que volvía loco desde hacía tiempo a su buen amigo Juanjo, el amo de la noche. Era un culo prieto y abombado, no demasiado grande pero petable al máximo, y no podía esperar el momento de hacerlo. Se ahorró las formalidades y se bajó los pantalones hasta la rodilla para ofrecer su biberón a aquel afortunado ejemplar de pasivo integral.

David miró a Angel en busca de aprobación, y éste último le sonrió de manera aquiescente desde la comodidad de su sillón de fieltro tapizado de rojo pasión. Reafirmado en sus bajos instintos por un novio tan enrollado como el suyo, David se bajó al pilón de inmediato, llevándose a la boca el enorme rabo empalmado de Rubén, mientras su acompañante Alex procedía a desnudarse de manera lánguida bajo la atenta mirada de Angel, que parecía algo descolocado e incómodo ante su imponente presencia física.

Como resultaba habitual en estas situaciones, Angel se limitó a pajearse en un rincón mientras asistía al brutal enculamiento de su pareja, primero de pie de cara a la pared y mas tarde despatarrado encima de la mesa del reservado, con un desatado Rubén repartiendo estopa sin contemplaciones en el castigado culo de David y descargando el contenido de una botella de champagne sobre el cuerpo de su ocasional compañero de polvo. Angel se estaba poniendo cardiaco con toda esta situación, de una sensualidad inigualable, y no podía apartar sus ojos de la espectacular follada que estaba presenciando y del particular "strip-tease" que estaba realizando "sólo para sus ojos" el irresistible efebo que respondía al nombre de Alex, un demonio en forma humana que se contoneaba al ritmo de la lejana música mientras le provocaba con una mirada retadora y cargada de intención. Llegado este preciso momento Rubén decidió saltarse las estrictas normas pactadas con Angel y obligó a este último a levantarse de su asiento, utilizando todas sus armas de persuasión, que eran muchas, para convencerle de que se dejara de jesuitismos y se follara de una vez a aquel endiablado pasivo que estaba pidiendo a gritos que alguien le rompiera el culo a pollazos.

Angel, en cambio, sabía que el día que se saltara sus propias reglas y saliera a flote toda la pasión volcánica que escondía detrás de una fachada de estudiada frialdad, no habría vuelta atrás, y por eso trataba de evitar que ese momento de debilidad se produjera jamás. Sólo accedió cuando fue el propio David quien le animó a "dejarse llevar por sus sensaciones" y a disfrutar de la noche como merecía. Poseído por una furia interior desconocida hasta entonces Angel se dejó comer la polla por aquel enviado del infierno, se calzó un oportuno condón después de quedar ampliamente satisfecho con la juguetona boca de su improvisada pareja y le petó el culo encima de los mullidos sillones de la "chaise longue" de que estaba provisto el lujoso reservado. Ese momento de éxtasis colectivo y buen rollo general era el que Rubén llevaba esperando desde el principio, y aprovechó la apasionada entrega de Angel para obligarle a comerle la polla mientras se follaba con ansia desesperada a Alex sobre el sofá.

Aquella fue la primera sorpresa de la noche para David, que nunca había visto a su pareja chuparle el rabo a nadie, ni siquiera a él mismo, y ahora presenciaba incrédulo como el enorme rabo de Rubén entraba y salía de su boca a un ritmo demencial, y también era la primera vez que veía a Angel fornicar con otra persona. Algo estaba cambiando para siempre dentro de su relación, pero David aún no era capaz de distinguir las "luces rojas" que daban título a la canción de Tiësto parpadeando en señal de advertencia en su propia vida.

Tras correrse ambos pasivos mientras lengüeteaban tumbados encima de la mesa, arponeados hasta el bazo por dos machos que no eran sus respectivas parejas de origen, la noche dio un vuelco cuando Alex se incorporó a toda prisa, procedió a limpiarse de su propia lefa con sus gayumbos de fantasía, y, a una orden visual de Rubén se acercó a un exhausto Rubén, que terminaba de pajearse en solitario perdido en la soledad de su sillón y, sin mediar palabra, le levantó las piernas y se las separó, obligándole a recostarse contra la superficie del sofá para introducirle a continuación su experta lengua en el interior de su virginal agujero. Rubén sacó entonces del interior de sus pantalones un pequeño tubo de lubricante, que su ayudante distribuyó por el interior y los alrededores del perímetro anal de Angel, para sorpresa de David, que observaba boquiabierto y sin decir palabra todo el proceso de iniciación anal de su pareja. Angel tenía el rostro abotargado por la acumulación de emociones mezcladas, unido a un intenso placer sensual nunca sentido con anterioridad en sus convencionales relaciones sexuales con David y sus anteriores parejas estables.

Con su potente rabazo apuntando en vertical en dirección al techo del reservado, Rubén esperaba paciente sentado en la chaise-longue a que un aturdido David terminara de colocarle un preservativo para calzarse de manera inminente a un activo irreductible como presumía hasta entonces de ser Angel. Pero ahora parecía haberse tragado todo su anterior orgullo y se retorcía de placer como una perra en celo mientras Alex le introducía uno, dos dedos por el esfínter, y le decía guarrerías al oído para excitarle. Entre ambos pasivos, y siguiendo las estrictas instrucciones de Rubén, sujetaron en volandas a un Angel demasiado expuesto a los efectos narcotizantes del "poppers" y ensartaron su dilatado agujero en la mastodóntica polla de Rubén. Ambos se devoraban con la mirada y se comían a besos sin importarles la presencia de sus presuntas parejas, mientras el rabo de aquel luciferino ser se introducía de manera lenta pero constante en las mismas entrañas de Angel. Este aguantó como un valiente el dolor inevitable de todo desvirgamiento anal y no gritó ni por un instante, ayudado por los lentos movimientos de su pareja, todo un experto en materia de desfloramientos varios. Cuando toda su polla estuvo contenida en el interior del cuerpo de Angel y sus huevos se toparon con los cachetes del culo de este último, ambos iniciaron una invisible danza interna, cerraron los ojos ajenos a todo y a todos y se entregaron a un leve forcejeo de caricias y besos que no se encontraba en el guión y empezó a mosquear sobremanera a un cada vez mas incómodo David, que contemplaba atónito la evolución de la nueva pareja de ases de la noche.

Lo que mas descolocó a David fue la súbita desaparición de Alex, que procedió a vestirse a toda prisa y desapareció en la oscuridad de la noche tras despedirse de David con un simple beso de despedida en los labios, sin esperar al desenlace de la jornada y despreocupado de la suerte que corriera su acompañante, que no debía ser tan importante en su vida como David había pensado en un principio. Y allí quedaba él, desorientado por los efectos del "poppers" y con la creciente sospecha en su interior de que en aquel momento y lugar empezaba a estar de sobra. Esperó un tiempo prudencial allí de pie, desnudo al lado de tan extraña pareja, observando como el bien formado cuerpo de Angel temblaba como un flan en cada amago de embestida de Rubén y como gritaba de placer como una auténtica zorra cuando éste aceleraba el ritmo de sus empujones y le golpeaba los cachetes del culo con la palma de la mano abierta.

David nunca había visto gozar de esa manera a su hasta entonces pareja, y empezaba a pensar que a partir de esa noche tal vez tampoco tendría muchas oportunidades de volver a hacerlo. Angel permanecía ajeno a todo excepto al taladro que ascendía por el interior de su profanado cuerpo, y David contempló después horrorizado mientras se vestía, harto de esperar el desenlace de tan peculiar escena, la humillante forma en que Rubén trataba a su pareja de ocasión, escupiéndole en la cara y llamándole "aprendiz de zorra" y "puta pasiva reprimida". Peor aún resultó la conclusión de la jugada, con un crecido Rubén agarrándole de los pelos al pulso y corriéndose en su cara y boca, obligándole luego a rebañar los restos con la lengua y recibiendo de regalo final un lapo en todo el careto, que Angel recibió encantado con una sonrisa de satisfacción nada fingida.

Tras el fin de fiesta ambos se decidieron a morrear por espacio de un par de minutos con ansia arrolladora. David trató de recuperar la iniciativa y atraer la atención de su pareja, pero éste sólo parecía tener ojos para Rubén, que de algún modo inexplicable parecía tenerle hechizado. Cuando David le tiró finalmente del brazo y le pidió con sólidos argumentos una explicación a lo que estaba sucediendo ante sus ojos, Angel no supo explicar el cúmulo de sensaciones que estaba sintiendo en aquel momento, y se limitó a responderle:

  • Déjame en paz, David. Quiero estar con Rubén...

David volvió a insistir recordándole que habían venido juntos en su coche y necesitaba esperarle para regresar juntos a casa, como siempre habían hecho, pero la fría y desconcertante respuesta de su novio le dejó helado:

  • Pues coge el búho, que ya eres mayorcito...

Aquel era sin duda otro Angel, muy distinto a aquel que él conocía y amaba, y le costaba creer que se hubiera podido producir un cambio de paradigma mental tan rápido en una persona de apariencia tan estable como su amante. David se echó las manos a la cabeza y empezó a dar vueltas sin saber que hacer. Intentó hacerse con el control de la situación tirando con fuerza de Angel y haciéndole ver que no sabía lo que decía y que al día siguiente vería las cosas de manera diferente, pero sólo consiguió recibir un áspero manotazo en señal de rechazo por su parte y una incómoda advertencia por parte de Rubén:

  • ¿Es que no has oído lo que te ha dicho, niñato?... ¿es que pretendes destrozar la magia del momento con tus celos estúpidos? ¡Lárgate ya de una puta vez, que tu ya te has llevado lo tuyo también!

David salió corriendo despavorido y con los ojos envueltos en lágrimas en dirección a la puerta de entrada, donde se encontraba de manera providencial el bueno de Danko para solucionarle la papeleta.

  • ¿Qué te pasa, David? Parece que hayas visto un fantasma, estás´pálido y con los ojos vidriosos - le hizo ver alarmado su compañero de gimnasio, mientras le conducía a un rincón apartado para interrogarle con tranquilidad.

  • Se trata de mi amigo Angel... - le hizo saber este último balbuceando las palabras, presa de un nerviosismo inhabitual en su persona - ¡no sé que coño le pasa pero no está bien, tienes que ayudarme a llevarle a casa...!

  • ¿Quieres que pida un taxi? - le preguntó solícito Danko, sabiéndose dueño de la situación - ¿No habrá abusado tu amigo de...bueno, ya sabes...de algún tipo de sustancia prohibida?

  • ¿Un taxi dices? Sí, supongo que es una solución. Pero acompáñame, por favor - y le guió cogiéndole del brazo, y mas tarde de la mano, en un alarde de confianza que puso la piel de gallina de inmediato a un emocionado Danko, que vivía su momento de gloria de la noche - ¿Drogas? No, no creo... es algo peor, está con un tío que me produce escalofríos, y quiero que me ayudes a separarle de él.

  • ¿Separarle de él? ¿Qué quieres decir con eso, David? - inquirió de manera aparentemente inocua Danko, pero su amor secreto no le respondió de inmediato.

David se limitó a llevarle de la mano, como una pareja de verdad o como dos niños de corta edad envueltos en un juego inocente, a toda velocidad por los pasillos de la planta noble de la disco, en dirección al escenario de los excesos vividos en aquella jornada inolvidable.

Pero cuando llegaron y David descorrió presuroso la cortina negra que dotaba de privacidad al entorno, nadie se encontraba ya en su interior. De nada sirvió que buscara como un lobo herido por el resto del recinto, que se colara hasta en el interior de los servicios y que indagara incluso en la cabina del DJ en busca de alguna pista sobre el paradero de su buen amigo y de su misterioso acompañante. Nadie parecía haberles visto, y, lo que resultaba mas inquietante, nadie parecía conocer tampoco al diabólico manipulador de situaciones llamado Rubén o al depravado ángel caído que respondía al nombre de Alex. Todo era inútil, y David se derrumbó al fin en brazos de Danko y se echó a llorar de forma inconsolable, algo para lo que un tío tan duro y curtido como él no estaba preparado, y le costó mantener la compostura.

En vista de que la hora de cierre se acercaba, y de que no le iban a necesitar por allí en lo sucesivo, Danko pidió permiso a sus superiores para ausentarse antes con la excusa de acompañar a casa a un amigo que se encontraba indispuesto, lo cual era cierto.

Aquella noche Danko se comportó como un caballero, envió un mensaje a su novia explicándole de modo sucinto que había surgido una emergencia en el local y que no acudiría a dormir a casa aquella noche, y acompañó a su apartamento a David, le ayudó a desvestirse y se quedó a hacerle compañía, abrazándole en silencio hasta que consiguió que se durmiera.

Al día siguiente, a la hora de comer, cuando David se despertó, no halló el mas mínimo rastro de la presencia de Angel por el apartamento, ni tampoco respondía a sus insistentes llamadas de móvil, pero, en cambio, se encontró con su fiel amigo Danko hecho un ovillo sobre el sofá-cama del salón y dormido como un tronco. David sintió una punzada de ternura al contemplar aquella escena, y procedió a taparle con una manta hasta los hombros, intentando en todo momento no perturbar su plácido sueño. Pero lo que no pudo evitar fue contener el impulso de besarle en la frente, y de no haber mediado la traumática situación que estaba atravesando en aquel momento tal vez hasta hubiera rozado la comisura de sus labios en un arranque de sinceridad.

(Continuará)