A cualquier precio (El portero) (Cap. 1)

Angel y David son una joven pareja estable bien avenida con mucho futuro por delante, que suele realizar tríos consentidos. Las cosas se empiezan a torcer cuando aparece en escena Danko, un portero de discoteca obsesionado con poseer a David a toda costa, y dispuesto a conseguirlo a cualquier precio

David y Angel eran pareja de larga duración. Cuatro años de felicidad y muchos polvos en común les había unido hasta un punto en que se sentían casi invulnerables a las miradas de envidia ajenas. Y digo envidia porque ambos formaban una pareja muy atractiva de observar, que llamaba la atención allá por donde pasaban.

Rubio como la cerveza, con unos profundos ojos azules de tonalidad cobalto, y sus bien proporcionadas medidas de metro ochenta y cinco de estatura para unos noventa kilos de peso, Angel, a sus 23 años, era un fornido tiarrón que destacaba por su apacible apariencia externa y su terrenal sentido común en muchas materias vitales. Este responsable ciudadano ejercía en su vida privada de homosexual activo a carta cabal en su relación estable con David; era un tío cariñoso y entrañable y excelente taladrador en la cama, pero no se sentía cómodo chupándosela a un tío, ni realizando tareas subalternas que él consideraba propias de un homosexual pasivo como su novio. Debido a ello se había ganado en el pasado una bien merecida fama de ir de "divino" por la vida y de tío exigente en materia sexual, requiriendo siempre de un pasivo servicial y complaciente a su lado.

Con David nunca había tenido problemas en ese sentido, ya que, aparte de su atrayente aspecto físico, de clásico guaperas cachas con un toque morboso añadido, había resultado ser un buen chaval de nobles sentimientos y un entregado pasivo en la cama, plenamente identificado con el papel de proporcionar placer a su macho dominante, sin exigir ningún tipo de contrapartidas sexuales a cambio. Justo lo que Angel llevaba tanto tiempo buscando.

La relación entre ellos era excelente en todos los sentidos, y ambos carecían de preocupaciones materiales o de cualquier otra índole, limitándose a disfrutar de su mutua compañía en su escaso tiempo libre. Ambos solían compartir entrenamiento juntos cada tarde en un gimnasio de moda, situado en un céntrico barrio de clase media-alta del norte de Madrid, donde habían alquilado tiempo atrás un pequeño apartamento exterior con vistas a un parque. Puesto que se trataba de una unión marcada por el amor, el sexo a saco y el afecto mas auténtico nada en el mundo parecía amenazar esta cómoda convivencia. De hecho, todo hubiera seguido su curso de manera natural de no haberse cruzado en el camino de David una persona especial, dotada de un ego muy poderoso y una determinación considerable, pero, aún así, nada extraño hubiera sucedido de no haber hecho acto de presencia los complejos ocultos y bien guardados de Angel, que terminaron estallándole en la cara y llevando a ambos miembros de la pareja a una situación vital muy desagradable e inesperada.

El principal escollo en su en apariencia idílica relación eran los celos no expresados de Angel, y su equivocada percepción de que si no aflojaba su estricta monogamia sexual con respecto a David corría el riesgo de perderle para siempre, una idea que le asustaba sobremanera y bloqueaba su buen juicio habitual. Había oído decir por ahí que los pasivos solían tener unas necesidades sexuales mas fuertes y volcánicas que la mayoría de activos en estado puro como él, y que además eran por naturaleza promiscuos y resultaban difíciles de amarrar a un único mástil, pasados los primeros años de pasión incontrolable con su pareja oficial. David nunca se había manifestado interesado en realizar tríos o en efectuar ningún tipo de intercambio de parejas, pero Angel intuía en su fuero interno que, debido a su enorme sensualidad y atractivo físico, oportunidades de engañarle con cualquiera que se pusiera a tiro no le iban a faltar nunca.

"Y antes de que me rompa el corazón folleteando por ahí con unos y con otros" - pensó un buen día un maquiavélico Angel - "yo mismo buscaré la forma de que exprese su voracidad sexual en un ambiente controlado y alejado de posibles tentaciones".

Y él no era de los que se conformaba con darle vueltas a las cosas en su cabeza sin decidirse a tomar una acción en concreto. Hombre práctico donde los hubiera, una noche de sábado organizó un encuentro por Internet con un chaval activo y bisexual, con la condición previa de que él no participaría en el acto de forma directa, y se limitaría a pajearse mientras observaba la escena. En el fondo le excitaba ver a David siendo poseído de manera salvaje por otro pibe, pero se negaba a reconocerlo abiertamente.

Al principio a David le resultaba rara la insistencia de su pareja en que mantuviera relaciones sexuales con otros tíos, pero con el tiempo se acostumbró a estos inesperados "regalitos" por parte de su pareja. Y como los tíos que le elegía solían estar muy buenos y poseer un claro carácter dominante, siguiendo al milímetro sus propios gustos en materia de hombres, no podía emitir la mas mínima queja al respecto. Al fin y al cabo, pensaba David tratando de justificar su entusiasta entrega a aquellos apetecibles desconocidos, se trataba en el fondo de una fantasía sexual privada de Angel, y, complaciente como era por naturaleza, no se atrevía a contradecirle, máxime teniendo en cuanta la gozosa naturaleza de estos aleatorios encuentros. Además, opinaba David, se trataba de unos hechos intrascendentes de cara a su relación, que había salido muy fortalecida de la prueba de fuego de la infidelidad pactada, y para mas inri el propio Angel nunca participaba de ellos, mostrando un lado solidario difícil de imaginar en alguien por lo demás tan celoso y posesivo como él en su vida diaria.

Pero no todo era tan inocente en esos distendidos encuentros como David quería pensar. La realidad era que Angel controlaba de principio a fin en las sombras la dinámica de esos polvos prohibidos, marcaba los tiempos de manera velada desde que sonaba el timbre del telefonillo en el recibidor del apartamento y su principal fijación consistía en que el invitado estrella de turno fuera bisexual probado en lugar de gay y que no volviera a contactar con ellos después de follarse a su chico. Y esto último significaba que desapareciera de sus vidas para siempre, incluso negándoles el saludo si volvían a encontrarse mas adelante por la calle o en algún garito nocturno.

Pero ni siquiera la fuerte personalidad de Angel estaba preparada para hacer frente a la inquietante amenaza que estaba a punto de cruzarse en su camino. Juanjo tenía 24 años y un físico impactante conseguido a base de maratonianas sesiones de cardio, boxeo y entrenamientos al límite en deportes de contacto extremos como el "valetudo" y distintas variantes de artes marciales conocidas de forma genérica como MMA. Sin ser el guapo oficial del gimnasio, algo que le traía sin cuidado, su destacada altura, fuerte complexión, su pelo deliberadamente rapado al uno y una ristra de tatuajes bien dosificados a lo largo de su musculoso cuerpo le convertían en un claro ejemplar de auténtico macho hispano y en un cotizado semental en el turbulento mundo de la noche al cual pertenecía, y por el que se movía como pez en el agua. Conocido por casi todo el mundo por el sobrenombre de "Danko", que aludía a su bien calculada rudeza de trato, Juanjo trabajaba como portero de discoteca y, apoyado en una amplia red de conocidos de dudosa catadura moral, se ganaba un variable sobresueldo realizando trapicheos varios para redondear su magro jornal como "puerta" y malote oficial en una céntrica disco de moda.

Danko era un ser muy sexual y apasionado por naturaleza y carecía de prejuicios sexuales, por lo que había probado de todo en estos años , pero hasta que no conoció de casualidad a David en su común gimnasio no había sentido nunca ese extraño sentimiento de pertenencia a otro ser humano que algunas personas llaman amor. Sí, él tenía una novia con la que convivía y a la que se follaba vaginal y analmente día sí, día también, pero en el fondo sentía un hartazgo creciente de esa situación y un deseo inexpresado de empezar a vivir su vida de otra manera sin tener que darle explicaciones a nadie, y poder follar con quien le saliera de los cojones sin sentirse culpable por ello. Por eso cuando una tarde de lunes, sudoroso y exhausto tras salir de una sesión intensiva de guanteo y sombra, vio a David por primera vez entrenando press de banca en la sala del gimnasio, sus ojos no podían creer lo que estaban viendo. Aquel esbelto y fibrado pibe de veintipocos años expresaba a la perfección y sin palabras todo aquello por lo que él llevaba luchando, dentro y fuera de su armarizado corazón, desde su mas temprana adolescencia. Fue una atracción inmediata, visceral y espontánea, y conllevaba una rendición sin condiciones hacia ese morboso desconocido que le costaba admitir en público pero reconocía en privado por las noches, cuando se pajeaba de forma obsesiva pensando en David en su cama las noches en que el muermo de su novia le negaba el pan y la sal porque le había bajado la regla.

Danko, que no era tonto ni había nacido ayer, conocía al dedillo meses de conocerle todo aquello que le interesaba de David, bien preguntándole directamente de forma casual en sus entrenamientos compartidos en la sala de pesas del gym o indagando por su cuenta cuando su curiosidad natural no quedada del todo satisfecha. Sabía de él mas que su propia madre, conocía sus gustos, aficiones, su lugar de trabajo, el tipo de gente con la que se relacionaba y hasta averiguó la fecha de su cumpleaños, descubriendo encantado que pertenecían a signos zodiacales considerados afines por los excéntricos popes de tan intrincada materia.

Danko le había echado los trastos de manera disimulada en presencia de terceros, y sin cortarse un pelo cuando no había moros en la costa. Todavía recordaba una ocasión reciente, los dos solos en el vestuario del gimnasio a media hora escasa de la hora de cierre, en que ambos coincidieron al salir de la ducha y él hizo todo lo posible por mostrarle su fibrado cuerpo en estado de gloria, pavoneándose de manera descarada por toda la sala, y haciendo especial hincapié en su bien formadas nalgas, apretadas y duras como el pedernal, y en una incipiente erección que no se molestaba en ocultar. David le observaba de reojo sin atreverse a levantar la mirada mientras terminaba de cambiarse, en apariencia avergonzado, lo que aún excitaba mas a su admirador, pero sintiendo en su interior un fuego incontenible que, en otras circunstancias vitales, se hubiera traducido en un liberador acto sexual en el desierto baño turco del gimnasio o en el interior del WC del vestuario. En un momento determinado David levantó la mirada con aire vacilante y resopló resignado contemplado admirado el monumento en forma humana que tenía delante sin atreverse a catarlo. Incapaz de traicionar la confianza depositada en él por su pareja oficial, se encogió de hombros lanzando una mirada fugaz de carnero degollado a la imagen reflejada de Danko en el espejo del lavabo en el que se afeitaba, antes de colgarse la bolsa de deporte al hombro y desaparecer escaleras abajo rumbo a la calle, sin despedirse de él como tenía por costumbre.

Danko, cuyo marcado instinto competidor bramaba por expresarse, se sentía furioso consigo mismo por su demostrada incapacidad de seducir al pibe que consideraba ya a esas alturas del partido como el motor de su vida. Incapaz de disimular su turbación por lo ocurrido, apartó la maquinilla de afeitar a un lado, vagó sin rumbo por el vestuario durante un par de minutos tratando de serenar su ánimo y pegó un sonoro puñetazo contra la pared de gresite de la zona de lavabos, hasta sentir un punzante dolor en sus castigados nudillos.

  • ¡La culpa es de ese cabrón de su novio, ese rubio comemierdas que le sigue a todas partes...!- pensó para sus adentros en un momento de rabia incontenible - si no estuviera de por medio ese gilipollas ya me le habría beneficiado hace tiempo. Yo le gusto, no hay mas que verle, se le nota descarao en la mirada que le pongo muy caliente... y juro por el puto martillo de Thor que voy a conseguir que ese tío forme parte de mi vida, quiera o no quiera. Además ese mierda de novio que tiene no le merece, él necesita de un semental como yo a su lado para satisfacer sus ganas de llevarse al ojete una buena polla. El día que pruebe mi rabaco va a ser el mas feliz de su vida, y ya nada conseguirá separarlo de mi lado. Pero para eso voy a necesitar toda la ayuda del mundo y mas, porque se ve que David es fiel hasta la médula a su maromo...

Aquella misma noche, tras salir del gimnasio en un estado de agitación interna creciente, marcó el móvil de un viejo conocido suyo que le debía mas de un favor y que, debido a su naturaleza desprendida, no se había preocupado de cobrarse hasta ahora. Al fin había llegado el momento de hacerlo.

  • Si, hola, Rubén, ¿sabes quien soy?

Un breve momento de vacilación al otro lado de la línea, seguido de una sonora y cristalina risa.

  • Pues claro, tío, como no iba a reconocer ese vozarrón ronco de machote petaculos...eres Danko, el puto amo de la noche madrileña.

  • Bueno, yo no diría tanto - terció un cada vez mas relajado Danko - además en cuestión de amos tu sí que no tienes competencia, cabrón...

  • Se hace lo que se puede, ya sabes. Ahora estoy entrenando a un niñato de 19 años superguapo y morboso como pocos he visto. ¿Te apetece probarlo?.

  • No, déjalo...

  • Es gratis para ti...faltaría mas...

  • No es eso, Rubén, es que estoy muy pillao con otra persona...

  • Que no es tu novia precisamente...

  • No, claro, pero tampoco quiero que se entere ella. Es alguien especial que ha aparecido en mi vida y la ha vuelto del revés, no sé si me entiendes.

Un breve momento de silencio cómplice entre ambos dio paso a una interesante propuesta por parte de Danko.

  • Creo que sí, siempre dije que en el fondo, a pesar de tu aspecto de mamporrero eres un puto sentimental, Dankete.

  • No te burles, anda. Te llamo porque necesito que me hagas un favor...es muy importante para mí.

El tono de Rubén al otro lado de la línea cambió de manera visible en cuestión de segundos de "modo colega" a "misión rescate".

  • Para ti estoy disponible las 24 horas. Te debo muchas cosas, lo sabes; haré lo que sea, te doy mi palabra. ¿De qué se trata?

  • Bueno, dicen que a grandes males, grandes remedios, y tu posees algo que puede terminar con mi mal de amores de una puñetera vez.

  • Tu dirás...

  • Mira, no te ofendas pero es algo que prefiero hablar contigo en privado. Mañana libro en el curro, así que si te parece bien quedamos a las siete en el bar de Prieto en el barrio.

  • Me parece perfecto. Salgo a las seis del trabajo, y te espero por allí tomando una birra para hablar y echarnos unas risas.

  • ¡Ah! y lleva contigo al sumiso al que entrenas - le recordó Danko en un breve relámpago de intuición - Puede resultarnos útil en la misión que tengo pensada llevar a cabo.

  • Me tienes en ascuas, cabrón...

  • Pues tendrás que esperar a mañana para conocer el resto de la historia. Y créeme que te va a gustar lo que te propongo, hasta puedes sacarte unas pelas si se da bien el negocio.

  • Muy bien, Danko, allí estaré con mi fiel esclavo Alex, un ejemplar de primera clase; te gustará, ya verás.

  • No es a mí a quien tiene que gustarle, Rubén, pero conozco tu buen gusto en materia de sumisos y sé que no me decepcionarás. Hasta mañana entonces.

  • Bye, bye, semental.

Tras colgar el IPhone, Danko se encaminó a su casa con una sonrisa de satisfacción en la cara y unas ganas inusitadas de follarse por el culo a la siesa de su novia, para celebrar así su inminente victoria en las oscuras artes del amor que no se atreve a decir su nombre.

(Continuará)