A Chambear - Perra de los Sanitarios episodio 12
En Ciudad Santiago el sexo gay está a la orden del día. Estos son los relatos cruzados de varios de sus ciudadanos y el como disfrutan de sus vergas y culos todos con todos.
Hugo llegó al rato a casa de Carlo, donde estaban este y Kerainen viendo una película bastante aburrida sobra las vidas entrelazadas de cuatro mujeres. Iba vestido con chanclas havaianas, un pantalón vaquero que había sido recortado hasta quedar ridículamente corto, y con la verga que gastaba este macho de haber tenido una erección se le abría salido todita fuera, y una chaqueta torera abierta demasiado corta mostrando sus amplios, musculosos y peludos pectorales.
-Tardaste demasiado, ¿hubo algún problema?
-Vengo que me meo, ahora te cuento.
Anunció, sacándose la verga. Carlo se arrodilló frente a él y le suplicó.
-Me encantaría ser tu retrete.
-¿Y si viniera cagándome?
-Creo que ahí ya no tragaría.
Cesar y Hugo se pusieron a reírse como si hubieran escuchado el mayor chiste de la historia. Hugo dió un par de palmadas en la cabeza de Carlo, le puso la punta de su gran miembro en los labios abiertos de este y comenzó a soltar todo su orín, que tragaba ávido. El señor Arriba dejó escapar un pensamiento en voz alta.
-Creo si viniera cagándome no te daría mucha opción a elegir si quieres o no tragar con ello.
-¡Así se habla! ¡Como los machos de verdad!
Dijo Cesar, poniéndose en pie de un salto, sacándose su verga, tiesa de la emoción por las vistas, se puso tras Hugo y le bajó una cremallera que tenía en el culo del pantalón. Le puso su potente cipote en la entrada y, en lo que protestaba este, la clavó de una.
-¡Tu puta ya está sana, déjame el... ¡¡Uuugh!!!
-Tu culo es el que más aprieta de los aquí presentes.
Carlo había terminado de tragar los meos del sanitario pero siguió amorrado a su tranca como un bebé a la teta de su madre, succionando con la desesperación de quien quiere alimentarse con leche de chacal. Hugo disfrutaba por igual de la cojida de su jefe, aunque le protestara, y de la mamada de este hombre al que conociera hacía apenas una semana, y al que no había podido tocar después de la violación grupal de hospital, aunque sospechaba que cada vez que el Doctor Kerainen había ido a ver como se encontraba realmente se lo follaba hasta quedar exhausto, pero eso uno de ellos no diría nada por esconderlo y el otro porque estuvo inconsciente.
Esta iba a ser una cabalgada rápida, pues en apenas veinte minutos Cesar se vino en el orto de su ATS, dejándolo relleno de merengue. Hugo a su vez agarró la cabeza de Carlo por la nuca con las dos manos y la metió a fondo, dándole la comida que este tanto deseaba. Luego se giró, le ofreció el culo, que el anfitrión devoró con placer goloso, y anunció.
-¡¡Va la crema del Doctor!!
Apretó, como si fuera a cagar. Dado que se hacía lavativas cada poco tiempo solo salió lo que había en su intestino en ese momento, un abundante y espeso torrente de leche de macho recién inyectada con una jeringa de carne. Carlo tragó hasta le última gota y no dejó de lamer el moreno ojete de Hugo, el cual se había puesto a cuatro y gemía como una perra.
-¡¡Ja ja ja!! ¡¡Gime como las zorras de la Plaza del Consorcio!!
Rió Kerainen. Luego se dirigió a Carlo.
-Has logrado se te ofrezca, todo tuyo muchacho.
No lo dudó ni un segundo. Se bajó el pantalón del pijama, mostrando su tiesa, aunque en comparación no tan descomunal, verga, la puso entre las carnes del enfermero que había abusado de él durante horas una semana atrás y la clavó bien a dentro, disfrutando del placer de ese agujero de carne que le apretaba, pese al descomunal rabo recién recibido.
Los tres hombres siguieron teniendo sexo hasta bien entrada la noche.
Continuará...