A Chambear - Perra de los Sanitarios episodio 05

En Ciudad Santiago el sexo gay está a la orden del día. Estos son los relatos cruzados de varios de sus ciudadanos y el como disfrutan de sus vergas y culos todos con todos. Sigue el orden de los episodios, aunque es otro arco argumental. Espero comentarios si os gusta y cosas que queráis ver.

Carlo estaba en la sala de enfermeros, a cuatro patas en el suelo, con la verga del enfermero Hugo Arriba Cebrian tan adentro de su garganta que podía inhalar el olor a macho de su mata de pelo rojizo del pubis. En tanto todo empleado del centro que había pasado por la sala se había sacado la verga y la había metido en el orto de Carlo, aunque este no sabía quienes eran ni como eran. Debían haber pasado varias horas, sentía las tripas llenas de caliente semilla de macho y Hugo le había dado leche lo menos cinco veces desde que empezaron.

Pero entonces sintió algo nuevo. Unas manos enormes, solo comparables a las del enfermero Cebrian, le agarraron ambos cachetes. Una verga muy larga comenzó a entrarle, dándole un placer indescriptible, y Hugo habló, por primera vez en horas.

-Fonti, ¿te gusta nuestra nueva puta?

-Su amigo tenía el culo más estrecho.

Carlo abrió los ojos como platos y fue a sacarse la verga de la boca para protestar, pero Hugo lo agarró de la nuca y le metió el capullo bien dentro del esófago.

-No, putita mía, no hasta que el Dr. Kerainen lo ordene.

El Sr. Fontaneda hacía que sus gordos huevazos chocaran con violencia contra el trasero de Carlo, el cual gemiría de placer si no fuera por la verga de la garganta. La conversación seguía, al mismo ritmo que la cogida por sus dos agujeros.

-¿seguirás ahí todo el día?

-No ahora según venga el relevo del equipo de ambulancias los que están de servicio vendrán a divertirse.

-Pues como no se lo vacíes un poco se van a encontrar el muñeco lleno de mecos.

-¡¡Como que a ti te disgustara meterla en un agujero lleno de las cremas de otros!!

Ambos hombres soltaron una sonora carcajada. Fontaneda agarró con fuerza a Carlo de la cadera, la clavó a fondo y se vino en un torrente de espeso semen. La sacó del culo y se marchó, tras una breve despedida a Hugo.

Una gran algarabía se escuchó procedente de los pasillos. Eras risas y voces masculinas. Hugo le sacó la verga de la boca a Carlo, lo puso en pié, lo besó en la boca, sin encontrar resistencia a la entrada de su lengua en esta, y, agarrándolo de la barbilla, le dijo, sonriente.

-Ahí viene mi marido y toda su cuadrilla de las ambulancia, vendrán cansado de tantas horas de trabajo. Sigue portándote bien y dales placer a todos. Yo... no creo pueda correrme más en un rato.

Lo soltó. El cansancio era tal que Carlo no pudo mantenerse en pié y cayó de rodillas al suelo. Todo le empezó a dar vueltas. Notó alguien que entraba, mucho movimiento en torno a él, una verga en la entrada de su culo, otra que quería de su boca. La abrió y engulló, pero sin ser consciente de sus actos. Y, en ese preciso instante, todo se apagó.