A Chambear - Gorilas en tu Orto episodio 04

En Ciudad Santiago el sexo gay está a la orden del día. Estos son los relatos cruzados de varios de sus ciudadanos y el como disfrutan de sus vergas y culos todos con todos.

Centro Hospitalario Durango. Carlo había llevado a Ricardo a urgencias y este llevaba ya dos horas siendo atendido por unos enfermeros del centro, pues para ellos remendar culos rotos era una constante en Ciudad Santiago. Un tipo enorme, de dos metros diez, muy musculoso, con barba pelirroja y un pañuelo en la cabeza, enfermero del centro, se acercó a Carlo y le dijo, en el tono lo más neutro y carente de emociones que había escuchado nunca.

-Ven conmigo.

Antes que el ATS se diera la vuelta le dió tiempo a leer en la placa que llevaba en su pijama reglamentario que ponía “Sr. Arriba Cebrian”. Ese apellido le sonaba, pero no recordaba bien de qué. Lo siguió de todas formas, sin saber que esa decisión le regalaría la follada más brutal pero deliciosa de su vida.

Ricardo estaba con dos enfermeros, el Sr. Fontaneda, otro mastuerzo de metro noventa, musculoso, calvo y con barba de candado, y el Sr. Casal, un enfermero delgado, con larga melena recogida en una coleta.

Le habían dado un sedante, para calmarle los dolores, luego habían procedido a desnudarle, ponerlo boca abajo y untarle una crema cicatrizante a base de células madre en la zona afectada. Esta le iba curando a buen ritmo, pero al Sr. Fontaneda siempre le parecía una pena dejar que ciertos agujeros de placer volvieran a ser rosados y virginales botones de hetero virilidad. Así que, sin dudarlo, y sabiendo que Mahón estaba en una nube narcótica por el sedante, se quitó el pantalón y enfiló su gran verga, aunque más fina que las de los rumanos era un poco más larga, hacia el agujero de su paciente.

Mahon fue utilizado por el auxiliar sanitario durante cerca de media hora como si fuera el juguete sexual de este, sin poder hacer nada, pues los sedantes le habían inmovilizado el cuerpo. Pero fue consciente de todas y cada una de las embestidas. Del golpeteo rítmico de los huevos del grandullón contra su culo. Del como un torrente de semen a presión se disparaba en su interior y lo preñaban, matando para siempre su heterosexualidad, pues disfrutó de todo esto.

Pero la diversión no terminaría aquí, pues el Sr. Casal se había sacado su pija y se estaba masturbando, esperando paciente su ración de culo.

La tenía mucho más pequeña que su compañero, pero tan gruesa como una manzana. A estas alturas el culo de Ricardo Mahón estaba muy abierto, y la crema cicatrizante había cerrado las heridas causadas por los rumanos, pero la verga del segundo ATS era demasiado gorda. Dolió, aunque no lesionó. Y el ritmo de sexo que le dio fue de meterla y sacarla entera a una velocidad pasmosa, y con un aguante que lo tuvo cerca de una hora, tras la que descargó un verdadero surtidor de crema de macho en las entrañas del antes macho viril Ricardo, ahora convertido en puta casi experta.

-Ahora, aprieta el culo, que no se te salga nada, te vistes y te vas a casa.

Dijo un hombre de gran estatura y aún más corpulento que Fontaneda. Llevaba una bata blanca y, en esta una placa que decía “Dr. Caesar Kerainen”.

Continuará...