A Chambear - Gorilas en tu Orto episodio 02

En Ciudad Santiago el sexo gay está a la orden del día. Estos son los relatos cruzados de varios de sus ciudadanos y el como disfrutan de sus vergas y culos todos con todos.

Carlo entró al salón. Iba secándose el pelo con una toalla de ducha, sin molestarse en cubrir su desnudez. Ricardo estaba sentado en el sofá, aún desnudo, fumando un cigarrillo, con la verga totalmente tiesa y jugando a la PlayStation. Para el anfitrión el juego daba exactamente igual, aunque se tratara del Adventures in the Space de Namco. Tiró la toalla a un lado, le quitó el mando de las manos a su visitante y, dándole la espalda a este, se sentó sobre su verga, sintiendo como entraba centímetro a centímetro dentro de su cuerpo.

-¡Hey! ¡Estaba jugando yo!

Protestó sin demasiada convicción, pues el tacto cálido y suave del recto de su amigo

-Pues... te jodes... ¡¡Aah!!

Dijo Carlo, que no dejaba de subir y bajar del mástil de carne. Ricardo le dio un azote en el culo con la palma abierta, replicando.

-Creo que el jodido ahora eres tú.

En la televisión se vio como el capitán Raoz caía presa de un alien con una verga de un tamaño semejante al del cuerpo de su víctima que metía inmisericorde por su orto, deformándolo el cuerpo, y un game over encima. Carlo, dejó el mando en el sofá, se giró, sin dejar salir la verga de Mahón de su culo, y trató de besarlo en los labios. Este le apartó la cara.

-Sin besar, ¡coño! ¡Que yo no soy maricón!

-Pues bien que me taladras... el culo... ¡¡ooh!!

-¡Que demonios!

Ricardo atrajo de nuevo a Carlo hacia sí, clavándolo hasta el fondo su verga, y ambos hombres se fundieron en un apasionado beso. Por un instante pensó en su novia, y en como ella nunca consiguió darle tanto placer. Y el placer del beso, junto al del culo estrecho de este hombre que se lo ofrecía, sirvieron para que se volviera a correr dentro del mismo. Pero Carlo no se levantó ni hizo ademan de querérsela sacar. Ricardo lo besó, ya con ternura, lo miró a los ojos y le dijo el verdadero motivo de su visita.

Carlo escuchó sin interrumpirlo un segundo, y en este tiempo Ricardo perdió la erección y su verga salió del orto de su amigo. Terminada la explicación volvió a besar a Carlo, pero en la mejilla, y, tras este tierno gesto, Carlo le aclaró algunas cosas.

-Si de verdad quieres ser puto tienes que saber que muchos no querrán tu verga, sino tu lindo culo.

-¡Mi orto no lo toca nadie!

Protestó Ricardo, visiblemente airado. Carlo lo abrazó, haciendo que los cuerpos de ambos se acercaran mucho el unos al otro, tanto que las vergas de los dos machos se frotaron una con la otra, besó con cariño a Mahon en los labios y le susurró al oído.

-Si no haces esto o tratarán de violarte el culo o nadie te llamará.

Ricardo apartó a Carlo de un empujón. Se lo veía enojado.

-¡¡¡Mi culo no se toca!! Bastante dignidad he perdido ya como para...

-¿La “dignidad” te da de comer? ¿Esa “dignidad” te abriga y te viste?

Ahora el enfadado era Carlo, pues él mismo en el pasado tuvo que prostituirse para salir adelante y nunca le había puesto tantos reparos a tener que hacer según que cosas, en especial a dejarse sodomizar. Era o bien hacerlo o saber que estabas fuera de juego antes siquiera de entrar al campo. Su cuate bajó la vista al suelo, apesadumbrado. Carlo le dio la mano, tiró de él, yendo ambos al baño y, mientras abría el agua de la ducha y ajustaba la temperatura, siguió hablando.

-Mira, no tienes de que preocuparte. Vamos a ducharnos y me vas a dejar hacerte un beso negro. Si te gusta ya seguimos con otra cosa.

-Osea que quieres comerme el culo... ¡¡que puerca estás hecho!!

Puso una sonrisa maliciosa de lado a lado. Carlo indicó a Mahón que entrara bajo el chorro de agua y se puso a enjabonarlo a conciencia. Él acababa de salir de la ducha, pero no le importaba volver a remojarse. Sin previo aviso Ricardo lo estampó contra la pared y se la metió hasta los pelos, mostrando un aguante de toro, pues ya debía ser la decimoquinta vez que lo sodomizaba mínimo. Ambos hombres gemían de placer, hasta que uno de ellos se vino dentro del otro del otro.

Ricardo ya estaba limpio y aclarado, así que Carlo cerró el agua y le indicó que le diera la espalda, se apoyara contra la pared e inclinara la espalda. Le separó los cachetes del culo, se acuclilló y miró por un rato el punto rosado oscuro que era ese ano de macho heterosexual nunca antes profanado. Empezó a lamerlo. Primero con la delicadeza de quien come un helado, pero al arrancar sonidos de placer a su amante fue subiendo la intensidad, llegando a notar como se dilataba y podía meterle toda la parte de la lengua que le era posible sacar de la boca dentro.

-¡¡Joder, tio!! Y ahora... ahora... ¿Me van a... ¡¡Aaah!! follar?

-¿Quieres?

Le preguntó, divertido, pero tenía otros planes.

-Si... pero solo la punta.

-No, ahora no te voy a follar. Seguiré comiéndote el culo. Probaremos un dildo. Y luego vendrán dos amigos rumanos con los que había quedado, así que echaremos una partida a dobles parejas a la PlayStation mientras cada uno de ellos nos folla.

El timbre de la puerta sonó, haciendo que los planes cambiaran rápidamente.

-Son ellos. Olvida el consolador, vamos directamente a la verga.