A Chambear - Examen Anal episodio 10
En Ciudad Santiago el sexo gay está a la orden del día. Estos son los relatos cruzados de varios de sus ciudadanos y el como disfrutan de sus vergas y culos todos con todos. / Este es independiente... de momento.
Rolando entró a los mignitorios, ignorando a su profesor, pues no le gustaría lo saludara en esa situación, se quitó los pantalones, los guardó la mochila, que escondió en un armario apenas visible que él sabía donde estaba, pues ahí solía esconder cosas cuando no quería nadie las viera, se puso la máscara y esperó. Escuchó que alguien bajaba las escaleras, pero no podía ver nada. Pensó sería su maestro, pero en realidad se trataba de uno de los vigilantes del parque, que haría la vista gorda a cambio de clavársela al muchacho. No hubo saludos, caricias, besos, mimos ni lubricante.
Solo una embestida de una polla morena contra el esfinter del muchacho y un dúo de gritos, del de dolor del joven y el de placer triunfal del vigilante. La verga entraba y salía como un cuchillo caliente en mantequilla, pues Rolando era de todo menos virgen, pero el grosor era lo que había causado el dolor inicial, aunque sin desgarro alguno. Flotaba en una nube de éxtasis pero unos ladridos lo trajeron de vuelta al mundo.
-Tranquilo, Rex, muchacho, ahora te tocará.
Dijo la cavernosa voz del vigilante, en absoluto comparable a la de su maestro. Rolando estuvo tentado de quitárselo de encima y salir corriendo, aunque fuera a ciegas, pero recordó haber visto al maestro y su advertencia que se portara bien. No debía importarle que un cincuentón gordo y borracho lo estuviera usando a su placer, como era el caso.
Las embestidas se volvieron más rápidas y furiosas coincidiendo con la bajada de un grupo de varios hombres a los aseos.
Marco los estaba viendo llegar desde su escondite entre los árboles, y filmándolos. Varios llevaban las caras cubiertas. Los que no eran claramente identificables. Recordaba que se había dicho que se haría una excursión especial para varias clases seleccionadas con profesores especiales. Don Mauro, de educación física, Don Rogelio, de Economía Aplicada, Don Mateo, de física. Todos esos estaban bajando a donde su hermano esperaba con el culo violado sin que su hermano supiera nada.
También estaba llegando los vigilantes del parque, llevando a sus perros con ellos. Tal como ya había hecho uno, que aún no había salido. En los alrededores de los baños los compañeros de clase estaban montando un botellón. Una mano apoyándose sobre el hombro izquierdo alertó a Marco que había sido descubierto. Giró la cara a tiempo de ver a un hombre de rasgos gitanos tras él vestido con el uniforme de los vigilantes. Se apartó de un salto, y casi se le cae el celular al piso.
-Calma, chico. No me juzgues mal.
-¡¿Juzgarte mal?!
Respondió, de pronto muy preocupado por su hermano pequeño, a quien se le acababan de correr en el culo y lo estaban poniendo a cuatro patas para que el primero de los perro lo sodomizara. El gitano, de unos veinte años y sonrisa seductora, tendió la mano a Marco y se presentó.
-Soy Adrián Escribano. Hay poco tiempo, sígueme.
Marco lo siguió, yendo ambos por un sendero que rodeaba la zona de los baños y ocultos por una arboleda. En un punto había una trampilla, que según sabría era el acceso a un viejo bunker abandonado de la guerra fría. Mientras Adrián le fue contando todo lo que pasaba.
-Cada curso, por estas fechas, ese maestrucho loco escoge a un alumno, por lo general a alguno que haya descubierto es gay, que no es imprescindible. Lo importante es que tenga muchas suspensas y sea mal estudiante.
-Mi hermano Rolando...
Adrián paró, a lo que Marco se chocó contra este. Lo miraba con incredulidad.
-¿Es tu hermano? ¡¡Pues no tiene ni idea de en que juego se ha metido!!
-¡¿Como dice?!
Exclamó, ya aterrado. Adrián lo miró directo a los ojos y apoyó ambas manos sobre sus hombros. Cuando habló fue claro y conciso.
-A tu hermano le habrán ofrecido aprobar a cambio de un pequeño trabajo sexual. Ni es tan pequeño ni se limitará solo al día de hoy. Lo van a usar para filmar como todos, esos maestros que viste, los alumnos que colaboran con ellos, varios de mis compañeros de vigilancia...
Escupió al suelo, con desprecio, pues Adrián no compartía la afición de los vigilantes por violar a jovencitos indefensos.
-y puede que algún que otro perro.
-¡¡¿Perros?!!
Marco elevó la voz. Adrián se llevó el índice a los labios.
-Baja el volumen, en los baños se nos podría escuchar desde donde estamos. Y si, perros. Filmaran en video todo lo que pase aquí y lo venderán por Internet.
-¿Podemos salvarlo?
-Solo si haces lo que yo te diga. Puede que te desagrade, pero el nuestra única baza.
-¿Y es?
-Ofrecerte en lugar de tu hermano. Puede te sodomicen uno o dos antes que pueda rescatarte a ti, pero todo irá bien.
En lo que hablaban habían llegado a una cámara adyacente a los baños. Había dos ventanas desde las que se veían estos, lo que asustó a Marco y lo llevó a esconderse. Adrián le indicó que eran espejos de seguridad, que nadie sabía de esa estancia. Se asomó, ya menos asustado, y lo que vio le hizo palidecer.
Rolando estaba a cuatro patas, con un pastor alemán clavándole la verga en el orto, con la bola enganchado a él. Llevaba una horrible máscara que le tapaba la cara, aunque la boca estaba accesible. Un hombre negro, con muy malas pintas, lo forzaba a practicarlo una felación.
-Haré lo que me dices, pero soy virgen de culo.
-No quiero pienses abuso de la situación, pero déjame prepararte.
-Adelante.
Dijo, en apenas un susurro, bajándose pantalones y calzoncillos y ofreciéndole el culo a un hombre, Adrián, al que acababa de conocer apenas hacía unos instantes. Todo fuera por su hermano, el bala perdida de Rolando.
Continuará...