A algunas si nos gustan los guarros.
Una mujer joven de labios palpitantes y rosados es constantemente atraída por hombres que la desvisten con la mirada, cuando se encuentra con un hombre guarro y mañoso, ella se la voltea.
Caminaba por Av. Jalisco aproximadamente a las 6 de la tarde, el pantalón negro tipo leggins me permite caminar con comodidad, además de que la tela se siente fresca entre mis muslos, una blusa delgada (casi transparente) me permite pasar entre los locales con ligereza, puedo sentir las miradas sobre mis senos y aunque algunas me parecen incomodas, estoy acostumbrada e intento pasarlas desapercibidas.
Casi al cruzar en Arq. Carlos Lazo una mirada penetrante atrae la mía; con absoluto descaro, un hombre de aproximadamente 35 años clava su mirada en mis caderas, sus cejas pobladas delatan cara de sorpresa, se chupa los labios asquerosamente, voltea a ver mis senos y sus labios se corrugan exhalando lentamente, su cabeza exenta de pelo brilla como mi vagina en este momento, siento como mis labios verticales, sedientos, escurren; lo miro fijamente ¡Eres hermosa y estas deliciosa! frunce el ceño y camina en dirección opuesta, suspiro lentamente en conciencia de que no lo veré de nuevo y cruzo la calle para tomar el camión.
El camión está relativamente vacío, por lo que puedo elegir entre un par de opciones para sentarme, elijo el asiento que está justo antes de la puerta trasera, un hombre de unos 27 años se sienta aun lado de mí, no veo su cara, pero percibo un aroma a limpieza, (difícil encontrar ese aroma en Tacubaya), el camión avanza y yo aunque pareciera que voy leyendo.
¡Vengo con los labios palpitando! El chico coloca su mochila sobre sus piernas, cruza sus manos, y relaja la cabeza sobre su pecho. Pronto siento su codo rozar ligeramente el costado de mi seno izquierdo, lo observo de reojo para saber si es el movimiento del camión, o lo hizo a propósito. Veo un par de dedos asomándose debajo del codo ¡Obvio no fue el camión! Ahora vamos pasando debajo de un puente, por lo que dejo de leer y me acomodo para dormir, siento que sus dedos abarcan un poco más de mi senos, y mi labios no solo comienzan a escurrir, si no a arder, mi mano pasa por debajo y le toco la mano, su instinto fue separar su mano, la mía, tomarle la mano completa y restregársela, tiene una mano grandecilla, y aun así no puede acariciar todo, por lo que explora con movimientos circulares, cambia de mano y mientras con la izquierda toca lo que alcanza, con la derecha acaricia mis labios por fuera, ¡Estoy mojadisima y quiero que me meta los dedos ya! Mi mano izquierda toca su muslo y después su cadera, busco su botón para desabrocharlo y le meto la mano por completo y siento su glande grueso y mojado, lo acaricio y juego con mis dedos, sus testículos están depilados, regreso a su glande y toco todo el pene, mientras experimento esta sensación en mis manos, la lubricación en mí, cubre por completo sus dedos, entre gemidos ahogados tengo un mini orgasmo, el camión se detiene y comienzan a subir varias personas, algunas se quedan de pie, por lo que me es imposible continuar. El con una sonrisa de oreja a oreja busca mi mirada, le sonrió y asiento con la cabeza. Me quiere realizar preguntas cordiales y aburridas, como mi nombre, la frecuencia de la ruta, ubicación geográfica, edad, a que me dedico. Le contesto con un amable, “bajo en la siguiente parada, no hablemos más” cruzo mi pierna e inevitablemente le paso las nalgas sobre la cara, bajo los tres escalones y comienzo a caminar sin mirar atrás.