(8 y final) Soy pobre, pero muy rica

Minga enloquece con los dos negros y luego participa de una orgía donde por fin cumple sus fantasías.

(8) Soy pobre, pero muy rica.

Los negros se desnudaron y parecía que cada uno tenía tres pies, eran inmensas sus vergas, y aún no las tenían bien paradas, me hinqué dispuesta a mamárselas cuando vi que el otro cliente se estaba cogiendo a Clara, dormida, pobrecita ella no nació para puta.

NEGRO I: ¿Nos las vas a mamar? ¿O te vas a quedar viendo cómo se cogen a la Bella Durmiente?

YO: Perdón, papitos, les voy a dar la mejor mamada que han recibido en sus putas vidas.

NEGRO II: Si, como no… miren a la experta… ¿crees que no nos hemos cogido a otras putas como tú?

NEGRO I: Pues es cierto… uf… mama muy rico… ah… así putita… que delicia, esta puta es la mejor mamadora que conozco. ¿Cómo le haces para que sienta tan rico?

NEGRO II: Yo también quiero probar.

YO: Ahora te esperas por desconfiado… (Al negro I) Mira papito, primero me meto la cabeza de tu verga a la boca y hago círculos con mi lengua sobre tu cabeza pelada para que sientas más rico, además te acaricio los huevos con mis uñas largas para darte doble placer.

NEGRO I: Puta, que rico mama esta puta… así… así… nadie me había mamado la verga tan rico como tú… sigue putita…

NEGRO II: Ahora me toca a mí… ah, ¿no quieres? Cógetela tú, yo voy a reclamar mi dinero.

YO: No, mi negro adorado, ven… solo quería hacer sufrir un poquito… dame esa vergota cabezona… que ricas las tienen… son las vergas más grandes que me he comido en toda mi vida. ¿Todos los negros la tienen así de grande?

NEGRO I: No, el hermano de éste la tiene chiquita, como de hombre blanco, (Ríe)

NEGRO II: De verdad que esta mamona lo hace muy rico… esa lengüita me va a matar… así putita… metete más verga… más… ¡Puta! Ya casi se la tragó toda… más… métetela toda…

YO: (Tosiendo) No puedo, las tienen muy largas y gruesas… pero lo voy a intentar otra vez…

NEGRO II: Así… así putita… ay, que rico… siento tu campanilla en la punta de la verga… así… sácala y métetela… que buena mamada… así… que rico me tocas los huevos… sigue, mamita…

NEGRO I: ¿Ya le viste el culo? Mira que culazo… parece de negra… y la cabrona es canchita (güera) y blanquita… ¡Ya! Ahora me toca a mí…

NEGRO I: Espérate un momento…ah… es que esta mamada hay que disfrutarla… uf… no sé cuándo nos vamos a encontrar con otra mamadora de este calibre… así, mamita… rodéame la cabeza de la verga con tu lengüita… puta… que rico…

NEGRO II: ¡Que dé a huevo! O me la vuelves a mamar o ahora soy yo el que va a reclamar mi dinero.

YO: No se enojen mis negros vergudos, siempre quise tener dos vergotas para mamarlas al mismo tiempo.

Les junte sus vergas y empecé a lamerles las dos cabezas, ellos pujaban y cerraban los ojos, luego mamaba una y luego la otra, pero ellos apostaron que no me cabían las dos, yo, puta orgullosa, sentí que tenía que demostrarles que sí podía, así que intenté meterme las dos cabezas y ellos presionaban para que me entraran también sus troncos, sentía que me iban a reventar las quijadas, pero no me importaba, quería demostrarme a mí misma también, lo puta que soy… ellos empujaban sus vergas en mi boca y sentí como me chorreaba la cara con mis lágrimas, abrí la boca lo más que pude y por fin tuve media verga de cada uno dentro del hocico, ellos me aplaudieron e intentaron meterme más, pero me ahogue y tuve que dejar de mamarlos:

YO: Ya papitos, cójanme… ya no aguanto la boca… cójanme… háganme mierda mis hoyos con sus tremendas vergotas… quiero pijas…

NEGRO I: Esta sí es una verdadera puta… no como las otras que se quejan de todo… ven siéntate en mi verga… a ver si te la tragas toda… ay que rico… que caliente tienes la pepa… y tienes chuchos… así… apriétame la verga… así mamita… ¿Ya te la tragaste toda?

YO: Ya… uf… ah… siento… tus huevos… en… mis nalgas… ay…

NEGRO I: ¿Te duele?

YO: ¡Mucho!... pero no me la saques… me llenas toda… nadie me la había metido tan adentro… ay… me duele… pero es un dolor rico… ay…

NEGRO II: Yo pagué por culo y culo voy a tener… prepárate cabrona… que te voy a romper el orto…

YO: Sí, eso quiero, que me rompan toda… pero hazlo despacito… con cuidado… ¡Ayyyyyyy!... que culiada…

NEGRO II: ¿Te la saco?

YO: ¡Si me la sacas te mato!… ay… con lo que me costó que entrara… ¡poco a poco, cabrón! Que no tengo raja de vaca… así… despacito… que rico… así… muérdeme las tetas papito… nunca había sentido tanto placer… cójanme… así… más… así… destrócenme, hijos de puta… ¡Ayyyyy!... despacio… poco a poco… y les prometo que cuando mis hoyos se acostumbren a sus tremendos garrotes, me van a poder dar sin compasión… como a mí me gusta…

NEGRO I: Ya me cansé… me están aplastando, cabrones… mejor cambiemos… yo también quiero probar ese culo de negra que tienes…

Se cambiaron de posición y me las volvieron a meter, yo tenía los ojos en blanco de la tremenda cogida que me estaban dando, era una mescla de sentires que no sé definir, me dolía todo por dentro, pero al mismo tiempo quería que me partieran en dos, por fin tenía llenadura, de pronto el cliente de Clara se encabronó porque no despertaba, decía que era como cogerse a una muerta, entonces se me ocurrió que era momento de cumplir una de mis fantasías, tener tres vergas para mi solita, les pedí autorización a mis negros y a ellos no les importó, entonces llamé a mi tercera verga y me la zampó por la boca, por fin tenía todos mis agujeros llenos de vergas, ahora si me cogieron sin compasión, tenía todos los hoyos reventados, me dolía, pero pedía más… el tiempo se me perdió, comencé a sentir que me pesaba la cabeza… estaba tan concentrada en recibir tantas vergas que no tenía noción de nada… el dolor empezó a desaparecer… no sentía mi cuerpo… a lo lejos oía gemir a mis tres machos… solo sentía que era zarandeada por ese trío de animales… me nalgueaban, pero no sentía sus manos… me jalaban del pelo, pero tampoco sentía dolor…  de pronto sentí que me iba en un hoyo negro…

CLARA: ¡Minga! ¡¡Minga!! ¡¡¡Minga!!! ¡Despiértate! ¡Tenemos que irnos!

YO: ¿Qué pasó?... ¿Dónde estoy?

CLARA: Luego te cuento, ya empaqué nuestras cosas, vámonos, que Mario acaba de salir para su pueblo.

YO: ¿Qué pueblo?

CLARA: ¡¡¡Despiértate!!! Que nuestra vida está en juego.

YO: Ay, me duele todo… no recuerdo como llegué aquí… me voy a bañar…

CLARA: No, no tenemos tiempo, tenemos que irnos ya… despiértate bien… ¡Vámonos! ¡Minga, por Dios! Si no nos vamos en este momento nos van a matar.

De pronto me volvió la conciencia, recordé el plan de nuestra escapada, como dormí vestida solo me lavé la cara, Clara vio por la puerta y me dijo que era hora que saliéramos, agarramos nuestras cosas y salimos presurosas del monacato, afortunadamente nadie nos vio, íbamos por el camino a la Antigua, cuando Clara me contó que me había desmayado por la gran cogida que me dieron los negros, que Pancracio la despertó a ella y luego me llevamos a mi cuarto, antes de dormir me tuvo que aplicar la plasta de hierbas en el culo y la cuca porque los tenías irritados y sangrantes, con razón me costaba caminar y el jeans tan apretado me lastimaba mis partes nobles, le pregunté que a dónde íbamos y me dijo que al banco a sacar un poco de dinero y luego a la capital, que ya allí alquilaríamos un cuarto para ver que hacíamos, que de momento lo importante era  huir de prisa, por fin llegamos y Clara sacó una pequeña cantidad de dinero que nos alcanzaba para nuestra huida, pero con lo que no contábamos era que al salir del banco, nos estaba esperando una patrulla de la policía, nos registraron, más que eso nos metieron mano, y nos empujaron dentro de la patrulla, en el camino Clara les explicó que nuestras vidas corrían peligro si nos regresaban al monacato, cuál sería mi sorpresa al reconocer a los dos policías, había sido nuestros clientes de mamadas, ahí supimos que no había nada que hacer y nos llevaron de nuevo al monacato, ahí nos estaba esperando Pancracio, los policías nos metieron a mi cuarto, nos quitaron todas nuestras cosas y nos desnudaron, cada policía nos agarró a cada una de nosotras y sentí un pinchazo en mi nalga derecha y volví a perder el conocimiento.

Cuando abrí los ojos, no veía nada, todo estaba oscuro, traté de levantarme pero unos lasos me lo impidieron, estaba amarrada a no sé qué, no sabía cuánto tiempo había pasado, traté de zafarme pero fue imposible, llamé a Clara, pero nadie contestó, pasaron las horas y de pronto oí ruidos a pocos metros de mí, Clara empezó a balbucear no sé qué cosas, cuando por fin despertó del todo le dije que si ella sabía dónde estábamos, me dijo que no, que solo sintió un pinchazo en una nalga y que no se acuerda de nada, deduje que Pancracio nos había dormido, pero ¿dónde estábamos? Cuando nuestros ojos se acostumbraron a la obscuridad nos dimos cuenta que estábamos amarradas a unas argollas y estábamos desnudas, lo peor es que nos habíamos orinado bajo nuestros cuerpo, olía terrible el lugar.

Le dije a Clara que seguramente estábamos en una sala de tortura de la policía, ella se puso a llorar desconsolada, le dije que no era momento para lágrimas, que teníamos que pensar cómo salir de ahí, elucubramos una cantidad de posibilidades, pero ninguna nos servía, estábamos secuestradas, amarradas, orinadas y desnudas, no había nada que pudiéramos hacer, las tripas me tronaban del hambre, tenía la boca seca. Seguramente ya llevábamos bastante tiempo de estar en esa celda, siguieron pasando las horas, despacio, muy despacio, hasta que de nuevo nos venció en cansancio y nos quedamos dormidas.

Un balde agua fría nos despertó, a través de la luz que entraba por la puerta, adivinamos la sombra de Pancracio, nos llevó comida caliente y cerró la puerta, devoramos la comida en un instante, y casi de una solo trago me tomé la Coca Cola que nos llevó, entonces caímos en la cuenta que no estábamos en la policía sino en el monacato, le conté a Clara que el día que su papá me violó, él me encontró dentro del segundo piso del monacato y recordé que había una puerta que estaba con llave, seguramente estábamos en el tercer piso, todo empezó a tener sentido, lo único que no nos explicábamos era porque seguíamos vivas, con toda la información que teníamos nos pudieron haber matado, ¿Qué nos depararía el destino? Pasaron las horas y otra vez nos quedamos dormidas.

Cuando desperté, el olor era aún peor, estábamos sentadas sobre nuestro propio excremento y orina, eran tan desagradable el olor, que para colmo las dos vomitamos nuestros respectivos cuerpos, a las horas abrieron de nuevo la puerta y varios monjes nos ataron una venda en los ojos y nos desamarraron de pies y manos, nos llevaron no sé por dónde bajando gradas, tenía razón, estábamos en el tercer piso, cuando nos quitaron las vendas de los ojos, estábamos de nuevo en mi cuarto, había ropa para cada una sobre la cama, cerraron la puerta y le echaron llave por fuera, rápidamente las dos nos metimos a bañar, apestábamos a vómito, mierda y orina.

Luego de bañarnos nos metimos a la cama en ropa interior a descansar como Dios manda, inmediatamente nos quedamos dormidas, de pronto sentimos que Pancracio nos despertaba, aturdidas empezamos a preguntarle por Mario, que qué iba a ser de nosotras, él se sentó en la cama en silencio y nos dejó parlotear viéndonos en silencio, luego de una larga pausa, nos dijo que aún estábamos vivas porque hubo gente que conocían muy bien a Clara, que incluso su prima vio a la policía llevarnos en la patrulla y había puesto una denuncia por desaparición forzada, nos tomó unas fotos con el diario del día para demostrarle a la gente que estábamos vivas y en buenas condiciones.

Así pasaron los días sin saber que sería de nosotras, hasta que por fin apareció Pancracio, nos dijo que nos iba a llevar al juzgado, una por una, y que teníamos que decir lo mismo, que si decíamos la verdad, la que se quedaba iba a desaparecer del mapa para siempre, teníamos que decir que nos habíamos robado unas pequeñas imágenes de oro de la capilla y que por eso la policía nos había detenido, no tuvimos más remedio que aceptar sus órdenes, era eso o la muerte.

Las dos cumplimos con nuestra misión y Pancracio satisfecho nos perdonó, solo que no podíamos salir del monacato, antes las puertas permanecían abiertas, ahora habían construido un enorme muro con puertas de metal, así que por lo menos estábamos vivas, por un lado solo veíamos el cráter del inmenso volcán y por el otro lado las puertas de metal, a Clara se le ocurrió que fuéramos al lugar  dónde cogía con Mario, a orillas del río, caminamos dispuestas a huir, pero había instalado una malla altísima, yo pensé en escalarla, si en mi pueblo subía por los árboles más altos, esa malla no me daría problemas, le dije a Clara que me iba a hacer la denuncia para que la vinieran a rescatar, en esas estaba cuando un pajarito se paró en la malla y quedó achicharrado al momento.

De vez en cuando Pancracio nos llevaba a la Antigua para que la gente nos viera, todos saludaban a Clara, se veía que era muy popular, de regreso Pancracio nos dijo que nos tenía una sorpresa, que nos bañáramos y nos arregláramos muy bien, le preguntamos si íbamos a volver a trabajar de putas, pero no respondió, al llegar al monacato nos bañamos, yo me revisé todo el cuerpo y estaba sano, sin cicatrices ni dolores, nos arreglamos, nos pusimos nuestras mejores prendas y esperamos desesperadas por la bendita sorpresa, de una cosa sí estábamos seguras, que esa noche íbamos a recibir verga hasta por debajo de las orejas, yo estaba feliz, ya me hacía falta una buena cogida, Clara seguía con su sueño de casarse y tener muchos hijos, pero eso, por lo menos yo, lo veía imposible.

A punto de quedarnos dormidas estábamos cuando se abrió la puerta, Pancracio venía por nosotras, me dio unas prendas muy sexis y me pidió que me las pusiera, eran una tanga roja,  unos chunches que puso en mis chiches, que se me pegaron al pezón del cual colgaban unos hilos tejidos, unas medias que me llegaban a medio muslo y unos tacones de color rojo, parecía cabaretera, pero de las finas, así nos llevó dentro del monacato, le dije que si no nos iba a tapar los ojos y contestó que no, que ahora íbamos a ser las putas de todos los monjes y que hoy por ser el cumpleaños del Abad, yo iba a ser su regalo, subimos hasta el tercer piso, pero antes de abrir la puerta donde sería la fiesta, me puso una moña amarrada en la cabeza y otra en el culo.

Cuando las puertas se abrieron, hubo un silencio inesperado, todos me veía desnudándome con la mirada, de pronto irrumpió una música de salsa, más que un monacato, parecía un prostíbulo, las luces eran tenues, de varios colores, habían cuatro mesas de billar y una piscina vacía al centro (no entendí por qué estaba vacía), y los dos postulantes que quedaban, Pablo  pasaba bebidas y Rafael boquitas, Pancracio me llevó al trono donde estaba sentado el Abad y éste me recibió con una nalgada, me manoseó un poco y luego llamó a Pablo, le metió la mano debajo del hábito y le manoseó el culo a su antojo delante de todos y nadie parecía sorprendido, estaba visto que esas prácticas eran una costumbre dentro del monacato.

De pronto todos rodearon a los postulantes, se metieron a la piscina vacía y los desnudaron, Pablo tenía el cuerpo delgadito y moreno y apenas se le divisaba la verga, en cambio Rafael tenía buen cuerpo y con una verga grande, aun estando dormida, el Abad le hizo una seña a Pancracio y éste llevo a Clara en medio del círculo, también la desnudaron y los hincaron a los tres, los monjes se despojaron de sus ropas y fueron pasando por la boca de los tres en una mamada multitudinaria, yo moría de la envidia, el Abad me tenía sentada en sus piernas y me sobaba las nalgas, seguramente al pobre viejecito ya no se le paraba y se conformaba con ver, era alucinante como las bocas de los hincados siempre tenían una verga para mamar, cuando todos probaron las bocas, empezaron a coger, lo hacían en trío como en mi sueño, todos acostados sobre el piso de azulejos de la piscina, todos se ponía de lado, así un monje penetraba a un postulante, mientras éste se cogía a otro monje, las únicas que no cogíamos éramos Clara y yo… y el Abad, que por obvias razones ya no se le paraba, pero Pancracio le llevó una pastillita azul y se la tomó de inmediato.

Aquello era parecido a lo que debió ser Sodoma y Gomorra, era un concierto de ayes, pujidos y palabras obscenas que hasta yo me sorprendí de la vida que llevaban los monjes, pasada la hora se levantó el Abad y me llevó agarrándome el culo a participar de esa orgía homosexual, me pidió que lo desnudara y que se la mamara, ya era hora, aunque fuera la verga más vieja, pero por fin iba mamar verga, el Abad estaba fascinado con mi mamada, a decir verdad, mamo tan rico que ningún hombre se resiste a mi puta boca y mi lengua serpenteante, me dijo que parara porque no quería terminar, que antes quería probar unos cuantos culos, todos se desenchufaron y se pusieron en cuatro, esperando que su jefe les diera por el culo, cuando pasó por todos, nos puso a Clara y a mí en la fila, cuando se la ensartó a Clara creí que iba a llorar, pero aunque hizo un gesto de dolor, la soportó, luego me tocó el turno a mí, y casi ni la sentí, después de mis negros adorados, sentí como si metiera un bolígrafo dentro de un vaso.

Luego todos quería probar mi culo y yo feliz, a Clara la pusieron boca arriba por órdenes de Pancracio, el Abad volvió a su trono mientras Pablo le mamaba su diminuta verga, empezaron a cogerme, por fin volvía a ser puta, por fin me taladraban el culo, pero ninguno me llenaba como mis negros, luego se armó la verdadera orgía, Pancracio acostó a Rafael boca arriba, me sentó sobre su verga y me la tragué completita, por mucho era el más vergón, yo sabía que Pancracio iría por mi culo y no me equivoqué, sentí como me lo iba abriendo, estaba en la gloria, por fin volvía a sentir una doble penetración, estaba alucinando del placer que sentía, pude ver como otro monje se cogía a Clara mientras otro se cogía al cogedor de Clara, el Abad tenía de perrita a Pablo y el resto cogían culos mientras eran cogidos por otros.

En un momento que Pancracio quiso cambiar de orificio, le comenté sobre mi fantasía, se rió y llamó a tres monjes más, él me la metió por la cuca, Rafael me daba por el culo y por fin tenía la verga de no sé quién en la boca y pajeaba otras dos pijas con mis manos, eso era coger, que rico tener cinco vergas dándome tanto placer, luego se fueron turnando hasta que todos probaron mi cuca, mi boca, mis manos y mi culo, estaba enfebrecida, ya había perdido la cuenta de los orgasmos que había tenido, pero siempre quería más, los cinco religiosos me rodearon y me bañaron con su leche, yo trataba de no desperdiciar ni una gota, les limpié las vergas con mi boca hasta exprimirles todo el semen a todos, entonces a una señal de Pancracio todos empezaron a mearme, yo feliz recibía en mi boca los chorros de lluvia dorada, me bañaron de pies a cabeza, era delicioso sentir ese líquido caliente recorrer todo mi cuerpo, pude ver a Clara que vomitaba del asco al verme tragar tantos meados, luego Pancracio acostó a Rafael  y me ordenó que lo meara, yo me senté sobre su pecho y luego de algunos pujidos me salieron chorros de meados que Rafael gustoso se tomaba, por fin había cumplido mis fantasías, ahora entendía por qué la piscina estaba vacía:

RAFAEL: ¿Tú haces esto porque eres pobre?

YO: No, lo hago porque soy puta.

RAFAEL: Siempre creí que las niñas como tú lo hacían por dinero.

YO: Soy pobre, pero muy rica.

Para terminar este relato, yo, Clara, les platicaré lo que sucedió: Vi entrar  a Rufino y le dijo no sé qué cosas al Abad, este solo levantó los hombros en señal de indiferencia, entonces vi que Minga salió al baño, detrás de él iba Rufino… fue tal la borrachera que tenía que no sé cómo amanecí en el cuarto de Minga, al no verla me asusté, le pregunté a Pancracio y tampoco me dio razón de ella, la busqué por todo el monacato y no la encontré, en eso veo entrar a un fuerte contingente policial, acompañados por agentes del Ministerio Público y nos apresaron a todos, luego de muchas investigaciones, encontraron el cadáver de Julián en el jardín del monacato y todos fueron condenados por muchos años, como no habían pruebas contra mí, me dejaron libre, este caso fue muy sonado en mi país y fue cubierto por todos los medios de comunicación.

Con los ahorros de Minga y míos, puse una panadería en la Antigua… por más que busqué, nunca encontré a Mario, ni a Minga, ni a mi papá.

Fin